Calle Por Falta de Acceso A Infraestructura Sanitaria
Calle Por Falta de Acceso A Infraestructura Sanitaria
Calle Por Falta de Acceso A Infraestructura Sanitaria
ESPACIO PUBLICO-Acceso
El punto de partida de este análisis consiste en reconocer que la regla general que
se deriva del artículo 82 de la Constitución es el acceso más amplio posible al
espacio público, para todas las personas. Por ende, las restricciones serán
admisibles cuando resulten razonables, esto último vinculado a la satisfacción de
garantías constitucionales importantes, como la seguridad ciudadana, el derecho
a la propiedad, la prestación de servicios a la comunidad o el libre desarrollo de
actividades culturales o artísticas.
2
HABITANTE DE LA CALLE-Noción
ENFOQUE DE INTERSECCIONALIDAD-Aplicación
4
EXEQUIBILIDAD CONDICIONADA-Procedencia
Magistrada sustanciadora:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
“LEY 1801
(JULIO 29)
1
Es importante anotar que anteriormente la denominación era “Código Nacional de Policía y Convivencia”. No
obstante, esta denominación fue modificada por “Código Nacional de Seguridad y Convivencia”, según lo dispuesto
por el artículo 6º de la Ley 2000 de 2019.
6
CONGRESO DE LA REPÚBLICA
LIBRO SEGUNDO
DE LA LIBERTAD, LOS DERECHOS Y DEBERES DE LAS PERSONAS EN
MATERIA DE CONVIVENCIA
TÍTULO XIV
DEL URBANISMO
CAPÍTULO II
Del cuidado e integridad del espacio público
III. LA DEMANDA
Los demandantes consideran que la expresión acusada desconoce los artículos 1º,
2º, 13º, 15º y 16º de la Constitución, en tanto que vulnera los derechos
fundamentales a la dignidad humana, a la igualdad, a la intimidad y al libre
desarrollo de la personalidad de los habitantes de calle, quienes no tienen la
posibilidad de realizar sus necesidades fisiológicas en sitios diferentes al espacio
público.
La demanda parte de señalar que, de acuerdo con estudios sobre la materia, está
demostrado que los habitantes de calle carecen de opciones para realizar sus
necesidades fisiológicas en condiciones de dignidad. Esto debido al déficit de
baños públicos en las ciudades y la reticencia de quienes los administran o de los
establecimientos comerciales que tienen instalaciones sanitarias abiertas al público,
a que estas sean utilizadas por los habitantes de calle. De ahí que su única
posibilidad es el uso del espacio público, que es la conducta sancionada por la
norma acusada.
8
Para los actores, esta previsión viola el derecho a la dignidad humana. Consideran
que imponer una sanción ante la inexistencia de opciones para que los habitantes
de calle realicen sus necesidades fisiológicas en un sitio diferente, configura un
trato degradante y humillante, debido a que les obliga a adoptar determinado
modelo moral y ante un requerimiento biológico, que no tienen posibilidad de
solucionar en otro sitio.
IV. INTERVENCIONES
4.3. Existe una divergencia de enfoque entre los intervinientes que solicitan la
exequibilidad condicionada del precepto acusado. Algunos consideran que deben
ser exceptuados de ambas sanciones y otros, como sucede con la Secretaría de
Integración Social de Bogotá, consideran que la imposición de la multa es inidónea
debido a la situación de marginalidad socioeconómica que es común en las PHC.
Sin embargo, teniendo en cuenta la validez constitucional de la protección del
espacio público, resulta razonable que las PHC asistan a los programas previstos en
la disposición demandada. Esto debido a que el objetivo del Código no es la
imposición de sanciones sino el aseguramiento de la convivencia y los derechos de
las personas mediante mecanismos no coercitivos sino pedagógicos. En contraste,
la intervención del Programa PAIIS de la Universidad de los Andes resalta que
dentro de los objetivos generales del CNSC está la protección de la dignidad
12
humana, objetivo que no es cumplido para el caso de la norma acusada y según las
razones expuestas.
Sobre este mismo aspecto, los intervinientes indican que la protección del espacio
público y la imposición de sanciones ante su afectación (por el hecho de solventar
necesidades fisiológicas en este) tienen pleno soporte constitucional. Así, la
solicitud de condicionamiento se sustenta no en cuestionamientos generales sobre
la sanción, sino en razón de la carga desproporcionada que se impone a las PHC,
ante la ausencia de infraestructura sanitaria que les sea accesible. Por ende, es claro
que, una vez superados estos problemas de acceso, no sería admisible que se
permitiese excluir de la sanción en comento a las PHC. De la misma manera, la
Secretaría mencionada se opone a la postura de la demanda, en el sentido de que la
norma viola el derecho a la intimidad de las PHC, puesto que la satisfacción de ese
derecho no se logra permitiendo realizar las necesidades fisiológicas en el espacio
público, sino mediante el aseguramiento de estructura sanitaria accesible para las
PHC. Advierte que esta postura es la que resulta más compatible con la vigencia
del principio pro homine.
Sobre este último aspecto, el interviniente David Enrique Garzón García señala
que el artículo 41 del CNSC, de manera consonante con las disposiciones de la Ley
1641 de 2013, ordena la adopción de un modelo de atención integral a la PHC,
14
4.8. La Policía Nacional destaca que el CNSC contiene entre sus principios
rectores los de proporcionalidad y razonabilidad, razón por la que no es cierta la
premisa que plantea la demanda, en el sentido de que la norma permite la
imposición indiscriminada de sanciones contra las PHC. Asimismo, está basada en
una concepción equivocada sobre el uso indiscriminado del espacio público por
parte de los habitantes de calle y en detrimento del mismo. Insiste en que la
protección del derecho a la intimidad de las PHC no puede llegar al punto de una
apropiación del espacio público en perjuicio de los demás ciudadanos. Agrega que
el objetivo de la medida, como las demás contenidas en el CNSC no es de carácter
sancionatorio sino pedagógico, de modo que no pueden ser comprendidas como
escenarios que fomenten el abuso o la persecución contra las PHC. Así, lo que
disponen las normas es el deber de la autoridad de policía de determinar, bajo los
criterios de razonabilidad y proporcionalidad antes anotados, la procedencia de la
sanción. A esta posición se suma la Federación Colombiana de Municipios, cuando
señala que la asunción del problema de la marginalidad de las PHC no se centra en
permitir que realicen las necesidades en el espacio público, como considera que lo
sostienen los demandantes, sino en la provisión de la infraestructura sanitaria que
requieren para, de esta manera, proteger sus derechos fundamentales.
Destaca, con base en normas del derecho internacional de los derechos humanos,
que la protección del derecho a la igualdad y la no discriminación se extiende, no
solo a prohibir los tratamientos diferenciados injustificados y que se funden en
criterios sospechosos, sino también a prevenir que los efectos de las decisiones
estatales impongan tales tratos discriminatorios o que impidan el goce de los
derechos de manera igualitaria. También resalta que uno de los criterios sobre los
cuales no resulta válido un tratamiento arbitrario es la situación social de la
persona, lo que incluye su condición de pobreza o de marginación económica.
del derecho internacional de los derechos humanos, tratándose de las PHC. Esto
debido a la falta de infraestructura exigible y la imposibilidad de exigir una
conducta distinta para dichas personas. Por lo tanto, nos encontramos ante una
restricción que, en realidad, es una modalidad de criminalización de la pobreza y
que impone cargas desproporcionadas a sujetos que están en una situación de
mayor vulnerabilidad y desde una perspectiva interseccional, al tener la doble
condición de personas sin hogar e integrantes de grupos vulnerables.
4.12. El presente cuadro contiene un resumen de las peticiones presentadas por los
intervinientes:
Interviniente Solicitud
Ministerio de Justicia y Exequibilidad o, de manera subsidiaria, exequibilidad
del Derecho condicionada en el entendido de que las medidas no
aplican a los habitantes de calle, si carecen de acceso
estable a los servicios sanitarios públicos requeridos,
y, en caso de contar efectivamente con ellos,
18
Dentro de ese marco, pone de presente que la configuración de dichas sanciones debe
estar en consonancia con la vigencia de estos derechos y, de manera más general, con
las libertades individuales que se expresan en el espacio público. Así, utiliza como
ejemplo de este precedente las decisiones de la Corte que han ponderado la
21
5.4. A partir de las reglas anteriores, el Ministerio Público advierte las barreras de
acceso a las PHC a la infraestructura sanitaria y de manera análoga a como lo
plantearon los intervinientes. Con base en esta comprobación y fundado en un juicio
estricto de proporcionalidad, considera que la medida cumple con un fin
constitucionalmente imperioso consistente en la protección del espacio público. No
obstante, la imposición de sanciones no es un instrumento adecuado ni idóneo para
conseguir ese propósito en el caso particular de las PHC, debido a la imposibilidad
física de evitar la conducta prohibida.
Competencia
22
Por lo tanto, la Corte advierte que se está ante el primero de los supuestos
mencionados para la procedencia de la integración normativa. En efecto, para los
propósitos del cargo formulado por los demandantes, la proposición jurídica
completa y autónoma depende de la integración de ambos contenidos: el
comportamiento mencionado y la consecuencia jurídica de su comisión. Esto
debido a que la decisión que debe adoptarse en esta sentencia requiere
indefectiblemente del análisis de ambos elementos, esto es, verificar si la
existencia de un comportamiento prohibido para las PHC y sus correlativas
sanciones son compatibles con la Constitución.
3
Se hace uso de la síntesis planteada recientemente en la sentencia C-329 de 2019, M.P. Diana Fajardo Rivera.
23
Otros intervinientes consideran que la norma debe declararse exequible, puesto que
tiene fundamento en la protección constitucional del espacio público, lo que
justifica la imposición de sanciones ante comportamientos que, como sucede en el
caso objeto de estudio, atentan gravemente contra su integridad. Destacan que la
demanda se sustenta en una visión en la que los habitantes de calle terminan
“apropiándose” del espacio público y en perjuicio del interés general representado
en su uso común.
4
Sentencias T-506 de 1992, M.P. Fabio Morón Díaz, reiterada en la sentencia C-361 de 2016, M.P. Luis Ernesto
Vargas Silva.
25
En este mismo sentido, la integridad del espacio público resulta crucial para la
protección de la faceta material o prestacional del principio democrático. En
efecto, a pesar de la irrupción de los medios tecnológicos, buena parte de la
discusión pública se mantiene en espacios físicos. Las personas requieren contar
con entornos con la infraestructura suficiente y adecuada para la discusión de los
asuntos públicos y, de una manera más amplia, el ejercicio intenso de la
participación ciudadana. Estos espacios, además, deben ser accesibles para todos
no solo desde la perspectiva del simple ingreso sino desde la dotación suficiente
para que sea verdaderamente accesible a toda persona. Es por esta razón que la
Corte ha considerado que las normas del CNSC que regulan el espacio público
están unívocamente dirigidas a reforzar el acceso universal a ese entorno y bajo un
criterio de respeto por la diferencia y el pluralismo7.
5
Sentencias T-772 de 2003, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa y C-211 de 2017, M.P. Iván Humberto Escrucería
Mayolo.
6
Sentencia C-265 de 2002, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
7
Sentencia C-253 de 2019, M.P. Diana Fajardo Rivera.
26
10. Sobre el particular, debe insistirse en que la regla constitucional que vincula el
espacio público con la protección del interés general debe leerse de manera
consonante con las demás previsiones superiores que reconocen el carácter plural
de la sociedad. Por ende, los entornos públicos están llamados a utilizarse de las
más diversas formas, siempre y cuando resulten respetuosas de su integridad y no
impongan cargas desproporcionadas a las personas. Esto último desde una doble
perspectiva: que excluyan su acceso al espacio público sin que medien razones
imperiosas para ello, o que constituyan afectaciones irrazonables a otros derechos
fundamentales.
8
Sentencia C-108 de 2004, M.P. Alfredo Beltrán Sierra. Sobre el mismo particular, la sentencia C-265 de 2002,
antes citada, expresó lo siguiente: “La posibilidad de gozar del espacio público se eleva al rango de derecho
colectivo específicamente consagrado en la Constitución, la cual exige al Estado velar por su protección y
conservación impidiendo, entre otras cosas, (i.) la apropiación por parte de los particulares de un ámbito de acción
que le pertenece a todos, (ii.) decisiones que restrinjan su destinación al uso común o excluyan a algunas personas
del acceso a dicho espacio (iii.) la creación de privilegios a favor de los particulares en desmedro del interés
general.
27
espacio público, haciéndose especial énfasis en las decisiones de la Corte que han
analizado restricciones al uso del espacio público en el CNSC.
13. El punto de partida de este análisis consiste en reconocer que la regla general
que se deriva del artículo 82 de la Constitución es el acceso más amplio posible al
espacio público, para todas las personas. Por ende, las restricciones serán
admisibles cuando resulten razonables, esto último vinculado a la satisfacción de
garantías constitucionales importantes, como la seguridad ciudadana, el derecho a
la propiedad, la prestación de servicios a la comunidad o el libre desarrollo de
actividades culturales o artísticas9.
“Así como el legislador no puede dejar de sentar unos parámetros, así éstos
consistan en unos lineamientos generales que orienten la actuación de la
administración en materia de espacio público, tampoco puede exigírsele que
él mismo regule en detalle una materia esencialmente variable según las
circunstancias fácticas, cuya regulación concreta obedece a consideraciones
de orden técnico y compete a autoridades administrativas, en principio,
locales.
14. En el caso concreto del estudio de normas del CNSC sobre infracciones contra
la integridad del espacio público, la Corte señaló que las restricciones a su uso,
9
Sentencia C-265 de 2002.
10
Ibídem.
28
16. Asimismo, las acciones de restitución deben ser compatibles con el derecho al
debido proceso, por lo que la protección del espacio público no puede servir de
base para la actuación arbitraria de las autoridades, en especial, de quienes ejercen
la función o actividad de policía. A este respecto, la Sala considera que deben
realizarse algunas distinciones importantes.
17. Por último, en lo que respecta al problema jurídico materia de esta decisión,
debe resaltarse que el precedente en comento señala que el acceso amplio al
espacio público no puede servir de justificación para la vulneración de
derechos constitucionales que se desarrollan en ese entorno.
Acerca de esta materia, la Sentencia C-094 de 202013 estudió, entre otros asuntos,
el cargo contra el artículo 32 del CNSC que, al definir el concepto de privacidad,
determina que su grado de protección se conserva respecto de los espacios
privados y no de los públicos. Ello, porque esa distinción resulta problemática
frente a la vigencia del derecho a la intimidad y, en particular, de la protección
constitucional de determinadas actividades que son amparadas por ese derecho
pero se ejercen en el espacio público.
Para resolver este asunto, la Corte partió de advertir que si bien el grado de
realización del derecho a la intimidad, comprendido como ese espacio resguardado
de intervenciones arbitrarias por parte de terceros, puede variar en función del
entorno en que se encuentre el individuo, esto no quiere decir que ese derecho solo
tenga relevancia en espacios privados. Por ende, lo que debe evaluarse es si en el
caso concreto concurre razonablemente o no una expectativa de privacidad por
parte del individuo. A partir de esta distinción conceptual, este Tribunal consideró
que del hecho de que la norma acusada hiciera referencia a la existencia de
espacios que no eran privados sino públicos, no era viable inferir que en el espacio
público no existiera un grado de protección del derecho a la intimidad, solo que
este tiene una menor intensidad a la que se predica de los espacios privados. Para
la Sala, “existe una exigencia mínima de respeto al derecho a la intimidad (art. 15
de la Constitución), que se predica en todos los ámbitos y en todos los espacios. La
jurisprudencia constitucional ha indicado, de una parte, que la protección del
derecho a la intimidad se extiende más allá del domicilio y, de otra, que existen
espacios públicos, semipúblicos, semiprivados y privados que condicionan el nivel
de protección del derecho a la intimidad, pero no lo excluyen en tanto los
individuos conservan una expectativa razonable de privacidad.”
Así, con base en esta regla de decisión, la Corte declaró exequible la previsión
contenida en el artículo 146 del CNSC, que ordena a las empresas de transporte
masivo de pasajeros instalar cámaras de vigilancia en los vehículos destinados a la
prestación de ese servicio. En ese caso, consideró que dichos espacios tienen
carácter semipúblico, lo que implica que resultan admisibles restricciones del
derecho a la intimidad, a condición de que cumplan con un juicio intermedio de
proporcionalidad. Ese estándar fue cumplido en el caso analizado puesto que la
13
M.P. Alejandro Linares Cantillo.
31
14
La recopilación reiterada se encuentra en la Sentencia T-881 de 2002, M.P. Eduardo Montealegre Lynett. Esta es
una decisión hito que es frecuentemente referida en varias decisiones de la Corte. Por ejemplo, sus reglas son usadas
en la Sentencia C-253 de 2019, antes citada, sobre la inconstitucionalidad de la prohibición general y amplia para el
consumo de alcohol o sustancias psicotrópicas en el espacio público.
32
21. Comprender la dignidad humana como autonomía supone que cada persona
está investida de la facultad para definir su propio proyecto vital y bajo el
imperativo categórico kantiano de que su existencia es un fin en sí mismo y no un
medio para el cumplimiento de intereses generales o de terceros. Entonces, la
libertad se entronca con la dignidad en el sentido de que la facultad de
autodeterminación es inherente a cada individuo, lo que también implica la
prohibición constitucional de imposición de un modelo particular de virtud o de
una finalidad vital específica. Este mismo aspecto es explicado por la Corte a partir
de la proscripción de toda forma de instrumentalización de las personas por parte
de otras, de instituciones de cualquier índole o del mismo Estado15.
Ahora bien, resulta evidente que la dignidad humana, aunque es un valor inherente
a todas las personas, requiere para su eficacia de condiciones materiales mínimas
en materia de educación, alimentación y saneamiento e infraestructura básica, entre
otros muchos aspectos. De allí que resulte válido sostener que la satisfacción de la
faceta prestacional de los derechos constitucionales está vinculada necesariamente
a la garantía de la dignidad humana. Así, condiciones de pobreza y marginalidad
extrema, exclusión en el acceso a los servicios públicos esenciales, desnutrición,
analfabetismo o estigmatización, entre muchas otras variables, son situaciones
incompatibles con la vigencia de ese valor constitucional.
22. Con base en estos dos supuestos, la Sala encuentra que el precedente
mencionado justifica la interdependencia entre la dignidad humana y la libertad, de
la manera como es tradicionalmente concebida por la filosofía política16.
Por un lado, la dignidad humana se vincula con una noción negativa de la libertad
y del libre desarrollo de la personalidad, la cual defiende el derecho de toda
persona a contar con un espacio privado y resguardado de la interferencia de otros,
en particular del Estado, en el que puedan ejercer sus diferentes expresiones vitales
sin ninguna limitación o interferencia. En esa esfera se desarrollan asuntos como la
libertad de conciencia, la vida familiar, las aficiones y demás atribuciones del fuero
15
Para una síntesis sobre la materia Vid. Sentencia C-134 de 2017, M.P. Alberto Rojas Ríos. Ese fallo, luego de
recapitular varias decisiones sobre la materia, sostiene que “la línea jurisprudencial que reconoce el principio y
derecho fundamental de dignidad en relación con el objeto de protección, tiene como contenido esencial, el derecho
que se tiene a no ser instrumentalizado ni usado por el Estado, por una Corporación o por cualquier otro sujeto,
teniendo como fundamento la consideración de que los seres humanos somos fines en sí mismos y no medios o
instrumentos para la realización de los intereses, las conveniencias o los fines de otros.”
16
Acerca de la división conceptual entre las facetas positiva y negativa de la libertad, Vid. Berlin, Isaiah (1998)
“Two Concepts of Liberty” En: Berlin, I. The Proper Study of Mankind. An anthology of essays. Farrar, Strauss &
Giroux. New York, pp. 191-242.
33
interno. Por ende, este componente de la libertad también guarda relación estrecha
con el contenido de abstención del derecho a la intimidad personal, de acuerdo a
como es comprendido por la jurisprudencia constitucional17.
23. En tercer lugar, la dignidad se vincula con otros bienes, estos de carácter
intangible, que están estrechamente relacionados con la integridad moral de la
persona. Desde esa perspectiva, los escarnios y otras formas de trato cruel y
degradante, los castigos y daños físicos, el trabajo forzado o la tortura son acciones
que claramente vulneran la dignidad como valor y como derecho.
24. Las funciones reconocidas a la dignidad humana dentro del sistema de fuentes
refrendan, conforme al precedente analizado, su clara condición normativa y, por
lo mismo, vinculante. Al respecto la Corte ha explicado que si bien del
reconocimiento que hace el artículo 1º superior a la dignidad humana como valor
constitucional no se deriva de su condición de derecho o principio; esta condición
se logra a partir del expreso reconocimiento que la Carta Política hace del mismo
en diferentes apartes, sumado al carácter fundante y transversal para la
justificación misma del Estado constitucional. En términos de la jurisprudencia, el
principio de dignidad humana “se constituye como un mandato constitucional, un
deber positivo, o un principio de acción, según el cual todas las autoridades del
Estado sin excepción, deben, en la medida de sus posibilidades jurídicas y
materiales, realizar todas las conductas relacionadas con sus funciones
constitucionales y legales con el propósito de lograr las condiciones, para el
desarrollo efectivo de los ámbitos de protección de la dignidad humana
identificados por la Sala: autonomía individual, condiciones materiales de
existencia, e integridad física y moral.” 18
17
Sobre este aspecto, la Sentencia C-094 de 2020, antes citada, sintetiza el precedente de la Corte sobre la faceta
negativa y positiva del derecho a la intimidad del modo siguiente:
“La Corte Constitucional ha definido el derecho a la intimidad como aquel derecho que “garantiza en los
asociados, el poder contar con una esfera o espacio de vida privada no susceptible de la interferencia arbitraria de
las demás personas”. Igualmente, ha señalado que la intimidad comprende “el espacio exclusivo de cada uno, (…)
aquella órbita reservada para cada persona y de que toda persona debe gozar, que busca el aislamiento o
inmunidad del individuo frente a la necesaria injerencia de los demás, dada la sociabilidad natural del ser
humano”. Adicionalmente, ha destacado que el derecho a la intimidad tiene dos dimensiones: (i) la negativa, como
secreto de la vida privada; y (ii) la positiva, como libertad. En su dimensión negativa, prohíbe cualquier injerencia
arbitraria en la vida privada e impide la divulgación ilegítima de hechos o documentos privados. En su dimensión
positiva, protege el derecho de toda persona a tomar las decisiones que conciernen a la esfera de su vida privada.”
18
Sentencia T-881 de 2002, M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
34
19
En la Sentencia C-288 de 2012 (M.P. Luis Ernesto Vargas Silva) la Corte expone que la identificación sobre la
fundamentalidad de una posición jurídica descansa en la comprobación de tres requisitos: el carácter subjetivo del
derecho, su vínculo con el principio de dignidad humana y la existencia de un consenso sobre su condición de
fundamentalidad.
20
Sentencia T-881 de 2002, M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
21
La Sentencia C-406 de 1996, dijo que “la jurisprudencia de las instancias internacionales, encargadas de
interpretar esos tratados [derechos humanos], constituye un criterio hermenéutico relevante para establecer el
sentido de las normas constitucionales sobre derechos fundamentales”.
22
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras. Fondo. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4, párr. 163, y Caso
Defensor de Derechos Humanos y otros Vs. Guatemala. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 28 de agosto de 2014. Serie C No. 283, párr. 138.
23
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras. Fondo, supra, párrs. 165 y 166, y Caso Gonzales Lluy y otros Vs.
Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No.
298, párr. 168.
35
26. En ese orden de ideas, la Corte reafirma que la dignidad humana tiene un triple
significado desde la Constitución: valor, principio y derecho subjetivo y, por ende,
revestido de exigibilidad. Así, cumple un rol justificativo de los derechos
fundamentales y opera en interdependencia con estos, particularmente con la
autonomía individual y la intimidad.
24
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Velásquez Paiz y otros v. Guatemala. Sentencia del 19 de
noviembre de 2015. Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Párrafos 106-107.
25
Sentencia T-533 de 1992 M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
26
Esta expresión incluye denominaciones que anteriormente se han utilizado en la jurisprudencia constitucional
como “población en situación de indigencia”.
27
Sentencia T-092 de 2015 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
28
“Por la cual se establecen los lineamientos para la formulación de la política pública social para habitantes de la
calle y se dictan otras disposiciones”
29
Sentencia T-092 de 2015 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado, fundamento jurídico 6.
30
M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
36
La sentencia referenciada explicó que muchas veces las PHC conservan sus
relaciones familiares, pero sus allegados carecen de medios para brindarles apoyo
material, o todos sus miembros comparten la situación de habitabilidad en calle, de
modo que no en todos los casos el hecho de habitar en la calle está precedido de
una ruptura abierta y radical con el entorno familiar. En consecuencia, hoy en día
un habitante de la calle es todo aquel que, sin distinción de sexo, raza o edad, hace
de la calle su lugar de habitación, ya sea de forma permanente o transitoria, y no
cuenta con la totalidad de los elementos para solventar las necesidades básicas de
un ser humano.
Para resolver ese asunto, la Corte reiteró que la mendicidad ejercida de manera
personal y autónoma por sujetos en estado de debilidad manifiesta no es
sancionable por un Estado que se muestra ineficaz en la provisión a todos sus
ciudadanos de condiciones mínimas de subsistencia digna. En ese sentido, la
interpretación constitucional correcta únicamente admite proscribir la utilización o
instrumentalización de menores de edad para la mendicidad, no la mendicidad
propiamente dicha, la cual puede ser ejercida autónomamente o en presencia de
niños y niñas, sin que con ello estén actuando con la intención final de explotar
económicamente a estos últimos. En consecuencia, concluyó que proscribir
penalmente la mendicidad propia o en compañía de menores de edad constituye un
atentado contra la dignidad humana, las libertades públicas y los principios penales
de ultima ratio y mínima intervención, por cuanto implicaría inmiscuirse, sin justa
causa, en la supervivencia de la población vulnerable, como condición necesaria
para gozar efectivamente de todos los derechos fundamentales y satisfacer
necesidades de los seres humanos.
31
M.P. Alberto Rojas Ríos.
32
Artículo 93 de la Ley 1453 de 2011 (texto original): “El que utilice, instrumentalice, comercialice o mendigue con
menores de edad directamente o a través de terceros incurrirá en prisión de 3 a 7 años de prisión y el menor será
conducido al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para aplicar las medidas de restablecimientos de derechos
correspondientes. // La pena se aumentará a la mitad cuando el actor sea un pariente hasta el cuarto grado de
consanguinidad, segundo de afinidad o primero civil”.
33
Sentencia C-464 de 2014 M.P. Alberto Rojas Ríos.
37
30. Este deber de solidaridad corresponde con la valoración de la escasez que debe
hacer el juez constitucional para proteger a la población habitante de calle. En ese
34
M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
35
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
36
Correa Arango, Marta Elena (2007) “Para una nueva comprensión de las características y la atención social a los
habitantes de calle”. Revista Eleuthera, Vol. 1, Enero – Diciembre, pp. 91-102.
38
sentido, por ejemplo, la Sentencia T-166 de 200737 expuso que “la escasez de
recursos no es una barrera insalvable para la protección constitucional directa”
de las PHC. Esta debe valorarse por el juez constitucional y, aunque invita a no
distorsionar prioridades fijadas democráticamente por las autoridades competentes,
no es un obstáculo para ordenar la protección de derechos fundamentales, en
especial de quienes se encuentran en situación de indigencia extrema y, por ende,
quienes requieren con urgencia la restitución de sus derechos fundamentales.
51
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
42
La Corte ha reconocido que las PHC son miembros de la comunidad que han sido
desfavorecidos en la distribución de los recursos económicos y marginados de la
vida social. Esto, a su vez, les genera condiciones de vida que atentan muchas
veces contra la dignidad de la persona. El reconocimiento de esta situación
desventajosa conlleva que el Estado y la sociedad materialicen el valor de la
solidaridad para transformar la realidad que afronta esta población vulnerable. Esa
transformación se ha manifestado en la legislación que asumió un enfoque que
pretende la garantía de los derechos fundamentales de la población habitante de la
calle y en la jurisprudencia constitucional que se ha pronunciado en favor de la
garantía de los derechos a la salud y a la personalidad jurídica de este grupo
poblacional.
Por lo tanto, quien cometa la conducta objeto de examen debe pagar la suma de
dinero mencionada y asistir obligatoriamente al programa que organice la
autoridad local.
52
El artículo 172 del CNSC define a las medidas correctivas como las impuestas por las autoridades de Policía a toda
persona que incurra en comportamientos contrarios a la convivencia o el incumplimiento de los deberes específicos
de convivencia. Las medidas correctivas tienen por objeto disuadir, prevenir, superar, resarcir, procurar, educar,
proteger o restablecer la convivencia. El parágrafo 1º de esa misma norma es expreso en afirmar que las medidas
correctivas no tiene carácter sancionatorio.
53
Para 2021 esta suma equivale a $969.094.
43
40. De acuerdo con estas premisas normativas y las reglas jurisprudenciales que se
derivan de los análisis precedentes, la Sala concluye que la validez constitucional
de las medidas correctivas del CNSC depende de su aptitud para el logro de la
convivencia. En ese sentido, instrumentos que únicamente tengan un propósito
sancionatorio y que no redunden en el logro de los objetivos propios de las normas
de policía resultan incompatibles con la Constitución, en tanto desproporcionadas.
“Las leyes nacionales y locales suelen convertir a las personas sin hogar en
delincuentes, en lugar de proteger sus derechos. Se crean leyes para hacer
que las personas sin hogar sean invisibles, desplazarlas de tierras o viviendas
y destruir sus refugios improvisados. En muchos lugares se imponen medidas
punitivas, como las multas o la prisión, por actividades relacionadas con la
supervivencia básica, como la construcción de cualquier tipo de refugio de
cartón. Las leyes permiten a las autoridades “rescatar” a los niños
conectados con la calle, privándolos de su libertad sin las debidas garantías
procesales o el respeto de las redes sociales de los que dependen.
59
Aunque los informes la Relatora Especial sobre una vivienda adecuada como elemento integrante del derecho a
un nivel de vida adecuado y sobre el derecho de no discriminación a este respecto no son vinculantes, constituyen
elementos de apoyo interpretativo de suma relevancia en el análisis de los derechos fundamentales.
45
causar ansiedad a otra o interferir con el ‘disfrute razonable’ del espacio por
otra”.60
Ante esta realidad, que según el Informe tiene mucho mayor incidencia en el caso
de grupos históricamente discriminados61, concurren varios deberes de los
Estados, a saber: (i) la obligación inmediata de adoptar y aplicar estrategias para
erradicar la falta de hogar, las cuales deben tener objetivos y plazos claros, con la
asignación de deberes específicos a las autoridades de los diferentes niveles; y (ii)
luchar contra la discriminación, el estigma y los estereotipos negativos de las
personas sin hogar y ofrecer protección jurídica contra la discriminación por razón
de la situación social y económica, que comprende la falta de hogar62.
Ahora bien, respecto de la oferta privada se parte de la base que las PHC tienen
profundas dificultades para su acceso en virtud de los prejuicios y estigmas de las
que son víctimas. Con todo, es importante resaltar que esa oferta corresponde a
casi la totalidad de la instalaciones sanitarias disponibles en la ciudad y está
concentrada en establecimientos comerciales abiertos al público que son
inaccesibles para quienes habitan la calle.
60
Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (2015). Informe de la Relatora Especial
sobre una vivienda adecuada como elemento integrante del derecho a un nivel de vida adecuado y sobre el derecho
de no discriminación a este respecto. Documento A/HRC/31/54, párr. 23-24.
61
“La falta de hogar afecta de manera desproporcionada a determinados grupos, como las mujeres, los jóvenes, los
niños, los pueblos indígenas, las personas con discapacidad, los migrantes y los refugiados, los trabajadores pobres,
y las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero, a cada uno de diferentes maneras, pero con causas
estructurales comunes. Son las siguientes: a) la retirada de todos los niveles de gobierno de la protección social y la
vivienda social y la privatización de los servicios, la infraestructura, la vivienda y el espacio público; b) el
abandono de la función social de la tierra y la vivienda; c) el hecho de no abordar las crecientes desigualdades en
los ingresos, la riqueza y el acceso a la tierra y la propiedad; d) la adopción de políticas fiscales y de desarrollo que
apoyan la desregulación y la especulación inmobiliaria e impiden el desarrollo de opciones de vivienda asequible; y
e) frente a la urbanización, la marginación y el maltrato de las personas que se alojan más precariamente en los
asentamientos informales, que viven en estructuras temporales en condiciones de hacinamiento, sin acceso al agua,
el saneamiento u otros servicios básicos, y que viven bajo la constante amenaza de desalojo.” Ibídem, párr. 87.
62
Ibídem, párr. 49.
63 Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría Distrital de Planeación. (2018) Estado actual del servicio de baños de
acceso público en Bogotá D.C. Disponible en:
http://www.sdp.gov.co/sites/default/files/diagnostico_banos_publicos_.pdf
64 En términos del referido informe, del total de la oferta estatal de baños públicos, solo el 34.6% está ubicado
directamente en el espacio público, mayoritariamente en parques. El resto de la oferta se concentra en n bibliotecas
públicas (11,66%), plazas de mercado (10,43%), sedes administrativas (9,82%), y SuperCADE, CADE y Puntos de
atención de las empresas de servicios públicos.
46
43. Adicionalmente, podría considerarse que en el caso particular de las PHC sus
necesidades pueden solventarse a través de hogares de paso u otras instalaciones
dedicadas a la atención de esa población. Sin embargo, esta alternativa presenta
inconvenientes. De un lado, el requerimiento de infraestructura sanitaria es
permanente durante el día en tanto la periodicidad del uso de esas instalaciones es,
en promedio, entre seis y siete veces diarias. Esta circunstancia hace que centros
que no operan de manera permanente no sean idóneos para solventar la
problemática expuesta. De otro lado y lo que resulta más importante, la condición
definitoria de las PHC es que habitan en el espacio público, de manera que la
forma adecuada de proteger sus derechos constitucionales, entre ellos los que están
involucrados con contar con un sitio digno para realizar sus necesidades
fisiológicas, es proveer infraestructura sanitaria universal en ese entorno.
46. La falta de acceso de las PHC a infraestructura sanitaria implica una grave
afectación de su derecho a la dignidad humana, particularmente en sus
47
Sobre este aspecto debe tenerse en cuenta que el análisis sobre las barreras de
acceso a la infraestructura sanitaria debe necesariamente asumirse desde la
perspectiva de la interseccionalidad. Esto debido a que es evidente que la carencia
de infraestructura sanitaria afecta de manera más intensa de determinados grupos
de PHC y por sus propias particularidades, como sucede con las mujeres, los
menores de edad, las personas en situación en discapacidad o las minorías de
identidad sexual diversa. De esta manera, toda política pública que esté dirigida a
superar ese déficit de protección debe, en virtud del principio de igualdad,
reconocer estas diferencias y dotar a la infraestructura sanitaria de un diseño
universal que asuma adecuadamente estas condiciones.
49. A partir de lo expuesto, la Corte encuentra que las reglas explicadas en esta
sentencia justifican la imposición de las medidas correctivas acusadas respecto de
la generalidad de las personas, pues es evidente que la conducta afecta la
integridad del espacio público y, por ende, resulta imperativa la imposición de
estas medidas dirigidas al logro de la convivencia, que en el caso particular se
traduce en el goce de un ambiente sano y un entorno urbano apto para el ejercicio
de los derechos constitucionales que se sirven espacialmente de este.
Con todo, la Sala también considera importante precisar algunos aspectos sobre el
alcance de esta decisión, a saber:
51.4. Conforme lo expuesto, la Sala encuentra que una de las líneas de acción
propia de la inclusión social y participación familiar y comunitaria de los
habitantes de calle es la conformación de entornos saludables para estas personas.
Esto implica, entre otras tareas, la implementación de acciones que permitan el
acceso a agua potable, servicios sanitarios y de alimentación. Estos pueden ser
móviles, permanentes o en la modalidad que resulte adecuada a las características y
necesidades de las PHC. Asimismo, tales servicios deben: (i) estar en lugares
estratégicos de acuerdo con las zonas de permanencia de las PHC; y (ii) ser
51.5. Otro de los componentes de la política pública, esta vez bajo el objetivo del
aseguramiento y gestión del riesgo colectivo, es la fijación de una gobernanza
dirigida a disminuir y mitigar ese riesgo en el caso de las PHC. Esto a través la
articulación intersectorial, interinstitucional y con el tercer sector, la sociedad civil
y las familias de las PHC. Estas actividades deben estar enfocadas a la reducción
de las condiciones de vulnerabilidad de dichas personas y mediante la
implementación de estrategias para acceso, como mínimo, a agua potable,
alimentos inocuos y con alto valor nutricional, alojamiento en condiciones dignas,
servicios sanitarios y vestido.
De manera similar al caso anterior, dentro de los actores involucrados están las
gobernaciones y alcaldías y, en particular las autoridades sanitarias de dichos entes
territoriales.
52. Dentro de los documentos que se trabajan en la materia por parte del Ministerio
de Salud y Protección Social, se encuentra la Política Pública Social para
Habitantes de Calle – PPSHC. Este texto muestra una perspectiva comprehensiva
sobre la situación de las PHC y las acciones estatales que deben implementarse
para la protección de los derechos fundamentales de estas personas.
Para lo que interesa a la presente sentencia, la Sala destaca que dentro del eje de
“Atención para el restablecimiento de derechos y la inclusión social” el objetivo de
convivencia, que busca realizar acciones dirigidas a modificar la percepción
negativa sobre las PHC y mejorar la noción que de estas personas tiene la sociedad.
Este apartado incluye la propuesta de acciones específicas sobre apropiación de
normas y uso del espacio público.
67 Ibídem, p. 22
52
infraestructura y los servicios sociales propios para ello, por ejemplo, adecuación
de baños públicos en los lugares en donde se concentran los habitantes de
calle68”.
68 Ibídem, p. 91.
53
Síntesis
54. La Corte asumió el control de constitucionalidad de una norma del CNSC que
establece las medidas correctivas de multa y participación en programa pedagógico
a quien realice necesidades fisiológicas en el espacio público. Esto debido a que,
para los demandantes, esta disposición vulnera los derechos a la dignidad humana,
a la igualdad, a la intimidad y a la autonomía personal de las personas que habitan
en la calle.
55. Con base en las decisiones de la Corte que han analizado la constitucionalidad
de normas del CNSC que imponen restricciones al uso del espacio público, la Sala
identificó los criterios para definir la validez de tales disposiciones, a saber: (i) que
respondan a criterios de razonabilidad; (ii) estén suficientemente delimitadas y
sean proporcionadas; (iii) sean respetuosas del derecho al debido proceso y no
afecten desproporcionadamente derechos constitucionales de sujetos en situación
de debilidad manifiesta; y (iv) no impliquen la justificación para la vulneración de
los derechos constitucionales cuya eficacia se expresa en el espacio público.
56. En un tercer apartado del fallo, la Sala estableció algunas reglas sobre la
relación de interdependencia entre la dignidad humana, la autonomía personal y el
derecho a la intimidad. Este vínculo se explica a partir de la triple caracterización
de la dignidad: (i) la dignidad entendida como autonomía o posibilidad de
determinarse por un plan de vida libremente escogido; (ii) la dignidad comprendida
como la garantía de ciertas condiciones materiales de existencia; y (iii) la dignidad
humana concebida con la intangibilidad de los bienes no patrimoniales como la
integridad física y moral.
58. Con base en las reglas jurisprudenciales derivadas de los análisis precedentes,
la Corte resolvió el problema jurídico mencionado. Consideró que si bien las
medidas correctivas buscaban satisfacer el deber estatal de garantizar la integridad
del espacio público, resultaban por completo faltas de idoneidad para el caso de
PHC. Esto debido a que, en su caso, la comisión de la conducta no se deriva de una
decisión autónoma, sino que responde a la falta de acceso a infraestructura
sanitaria, tanto por su insuficiencia como debido a las barreras que tienen las PHC
para utilizar la existente, a partir de la estigmatización y prejuicios que sufren. Así,
si se considera que las medidas correctivas del CNSC no tienen carácter
sancionatorio sino que buscan asegurar la convivencia ciudadana, ese fin no puede
cumplirse cuando se imponen a las PHC. Además, la imposición de tales medidas
correctivas afecta los derechos a la dignidad humana, a la igualdad y a la intimidad
de quienes habitan la calle.
VII. DECISIÓN
RESUELVE: