El documento resume el registro fósil del período Cenozoico, desde el Paleógeno hasta el Holoceno. Durante este período hubo una gran diversificación de mamíferos, aves, reptiles y peces. Las angiospermas se convirtieron en una fuente importante de alimento y las praderas se expandieron. El documento también describe la influencia humana actual en el clima a través del calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero.
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El documento resume el registro fósil del período Cenozoico, desde el Paleógeno hasta el Holoceno. Durante este período hubo una gran diversificación de mamíferos, aves, reptiles y peces. Las angiospermas se convirtieron en una fuente importante de alimento y las praderas se expandieron. El documento también describe la influencia humana actual en el clima a través del calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero.
El documento resume el registro fósil del período Cenozoico, desde el Paleógeno hasta el Holoceno. Durante este período hubo una gran diversificación de mamíferos, aves, reptiles y peces. Las angiospermas se convirtieron en una fuente importante de alimento y las praderas se expandieron. El documento también describe la influencia humana actual en el clima a través del calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero.
El documento resume el registro fósil del período Cenozoico, desde el Paleógeno hasta el Holoceno. Durante este período hubo una gran diversificación de mamíferos, aves, reptiles y peces. Las angiospermas se convirtieron en una fuente importante de alimento y las praderas se expandieron. El documento también describe la influencia humana actual en el clima a través del calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero.
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El Registro Fósil del Cenozoico
El Cenozoico comenzó hace 65,5 millones de años y es la era geológica en que
vivimos hoy. Se divide en tres períodos: Paleógeno (desde 65,5 a 23 millones de años), Neógeno (desde 23 a 2,6 millones de años) y el Cuaternario (desde 1,8 millones de años al presente). Las extinciones a fines del Cretácico dejaron disponibles muchos nichos ecológicos y varios grupos de animales vertebrados experimentaron una gran diversificación durante el Cenozoico, incluyendo los mamíferos, las aves, los reptiles, y los peces. Las plantas con flor o angiospermas, influyeron la evolución de los mamíferos y las aves herbívoros al convertirse en una fuente abundante de alimento para ambos grupos. Con la Era Cenozoica comenzó el registro fósil de los mamíferos modernos, es decir de los grupos de mamíferos que viven en la actualidad, por ejemplo, los roedores, los primates, los elefantes y los murciélagos, entre otros. Al comienzo de la Era Cenozoica y de su primera época, el Paleoceno (65,5-55,8 millones de años), los continentes ya estaban ubicados muy cerca su posición actual, el clima era mucho más cálido que el actual, y había palmeras en Groenlandia y primates en selvas tropicales de la Patagonia. Al comienzo del Cenozoico hubo algunos cambios que tuvieron gran influencia en la evolución de la fauna y flora del continente americano, siendo el más notorio en el contexto de este libro la formación del istmo de Panamá. A fines del Mesozoico el istmo se formó, pero la conexión se perdió a principios del Cenozoico y América del Sur quedó aislada de su contraparte septentrional y su flora y fauna evolucionaron en 134. Algunos de los grupos que evolucionaron en América del Sur son los Xenarthra (cachicamos o mulitas, gliptodontes, perezas, megaterios, y osos hormigueros), Didelphidae (comadrejas o rabipelados), Sparassodonta (marsupiales carnívoros extintos como los boriénidos), Meridiungulata (ungulados endémicos de América del Sur, incluyendo notoungulados como Toxodon y litopternos como Macrauchenia), y Phorusrhacidae (aves forusrácidas no voladoras, aunque recientemente se ha postulado que existieron en África durante el Cenozoico también). La mayoría de los invertebrados marinos se parecían cada vez más a las formas modernas y las angiospermas comenzaron una gran radiación evolutiva. De esta época datan los granos de polen más antiguos que se han podido identificar con seguridad como pertenecientes a pastos; estos granos de polen fósiles provienen de América del Sur y de África. La familia de los pastos o gramíneas incluye actualmente al arroz, el trigo, y el maíz. A fines del Paleoceno el clima se hizo aún más cálido y se produjo un pico de temperatura durante la transición del Paleoceno al Eoceno. Al principio del Eoceno (55,8 a 33,9 millones de años) el clima seguía siendo cálido y Australia se separó de la Antártida que estaba unida a América del Sur. En cuanto a la evolución biológica, las angiospermas continuaron su gran diversificación durante el Eoceno y los pastos empezaron a ser abundantes. En contraste con otras plantas que crecen solo por las puntas de sus ramas, los pastos crecen además cerca de la raíz y de esa forma representan una fuente abundante y renovable de alimento para los herbívoros. Al principio los pastos crecían a la orilla de los bosques o en la sombra, pero eventualmente empezaron a colonizar ambientes abiertos y se hicieron muy tolerantes a la sequía. Aparecieron las sabanas y las praderas y evolucionaron los mamíferos adaptados para correr, como lo antecesores de los caballos actuales y sus parientes. Las praderas son importantes aún hoy en día ya que las mismas ocupan el 20% de la superficie cubierta por vegetación. Los dientes de los mamíferos herbívoros evolucionaron adaptándose a su dieta, ya que los pastos, con su alto contenido de sílice, desgastan los dientes más que otras plantas. A fines del Eoceno el clima se enfrió considerablemente y comenzó un período seco. Los roedores caviomorfos antecesores de los chigüires o capibaras, pacaranas, chinchillas, y conejillos de Indias entre otros, se dispersaron a América del Sur muy probablemente desde África en el Eoceno. En Venezuela los primeros registros de roedores provienen del Mioceno, pero en la región amazónica de Perú se han encontrado restos de roedores de una antigüedad de 41 millones de años. En el Oligoceno (33,9 a 23 millones de años) el clima tuvo una tendencia al enfriamiento y se supone que esto podría haber causado una reducción en la diversidad del plancton marino, continuando la expansión de las praderas y la diversificación de la fauna que en ellas vivía. En América del Sur los bosques húmedos se expandieron en la Patagonia. La Antártida se separó de América del Sur y se abrió un paso oceánico profundo que rodeó al continente polar. A mediados del Oligoceno hubo una regresión marina mundial y esto posiblemente conllevó una reducción en el número de especies marinas. Durante esta época aparecieron en América del Sur los primates (representados actualmente por monos aulladores o araguatos, capuchinos, entre otros). América del Sur aún estaba aislada de otros continentes en esta época, de manera que la llegada de estos mamíferos, al igual que aquella de roedores en tiempos anteriores del Eoceno, implica una dispersión transoceánica desde África. El Mioceno (23 a 5,3 millones de años) marca el comienzo de un Período que se caracteriza por un clima más cálido que el del anterior Oligoceno. América del Sur seguía separada de América del Norte. Debido a que la primera se acercaba a la zona de subducción del Océano Pacífico, se empezó a elevar la cordillera de los Andes. También se elevaron cadenas montañosas en América del Norte, Europa y en el este de Asia. Esta elevación de montañas conllevó la aridez y se expandieron los ecosistemas abiertos, como los desiertos, las praderas y las estepas y se contrajeron los bosques. También se expandió la tundra. En ambientes marinos aparecieron los kelps o bosques de algas. Se produjo un enfriamiento a fines del Mioceno y la diferencia entre veranos e inviernos se hizo más marcada. Se contrajeron los bosques tropicales y se expandieron los bosques de coníferas. Durante el Plioceno (5,3 a 2,6 millones de años) hubo un enfriamiento y una tendencia a la sequedad globales. Continuó la expansión de praderas y sabanas. La distribución de los continentes era casi igual a la actual, incluyendo la posición de la India. La India solía estar unida a Madagascar y a la Antártida y se separó durante el Mesozoico y migró como una placa separada hacia el norte. Chocó con Asia durante el Plioceno, formando los Himalayas. El cierre del Plioceno hace 2,6 millones de años, está marcado por un evento de suma importancia para América del Sur: el resurgimiento del istmo de Panamá. La existencia de esta conexión terrestre tuvo consecuencias decisivas para la composición de la fauna moderna del continente americano. Se produjo el Gran intercambio biótico americano entre América del Norte y del Sur, es decir que muchas especies que hasta entonces vivían en el hemisferio norte se dispersaron a América del Sur y viceversa. Algunas de ellas fueron exitosas en los nuevos hábitats y sobrevivieron hasta el presente y otras se extinguieron. Más aun, el intercambio aparentemente pudo haber causado la extinción de muchas especies nativas en su propio hábitat original, sobre todo en América del Sur. Esto se puede haber debido a la competencia por alimento, depredación insustentable por parte de las especies invasoras y contagio de enfermedades nuevas. Otro efecto importante de la formación del istmo ocurrió en el ambiente marino. Numerosas especies marinas que tenían una distribución continua entre los dos subcontinentes se separaron en poblaciones al este y al oeste, las cuales dieron surgimiento a especies distintas. Durante el Plioceno además se empezaron a desarrollar los casquetes polares y la Antártida se cubrió de hielo. La tendencia al enfriamiento culminó eventualmente en las glaciaciones del Pleistoceno. El Pleistoceno (2,6 millones de años a 11.700 años) se caracteriza sobre todo por las glaciaciones que fueron los episodios más recientes de enfriamiento global. Durante esta época la fauna y la flora fueron sumamente parecidas a las actuales y muchas de esas especies aun viven en la actualidad. Pero hubo también muchos mamíferos terrestres de gran tamaño que se extinguieron, como los mastodontes, las perezas gigantes terrestres, los gliptodontes, las macrauquenias, y los toxodontes. Los fósiles del Pleistoceno son abundantes en Venezuela y en general están bien preservados y se los puede datar con precisión. Las diatomeas, los foraminíferos y el polen de esta época son abundantes y brindan valiosa información acerca de los climas del pasado. El Holoceno comenzó hace 11.700 años y es la época en la que vivimos en la actualidad. Comenzó cuando se terminó la última gran glaciación; desde entonces ha habido cambios climáticos de menor escala, pero en general ha sido una época relativamente cálida.
Influencia humana en el clima actual
La humanidad ha influido el medio ambiente del Holoceno en gran medida. Uno de los efectos más importantes es el reciente calentamiento global, que es un aumento que se ha observado en la temperatura promedio del planeta. El calentamiento global actual es causado por la acumulación de un exceso de gases con efecto de invernadero en nuestra atmósfera, como el dióxido de carbono. La humanidad está liberando grandes cantidades de este gas y las dos fuentes principales son: el carbón que quemamos para producir electricidad y también el uso de otro combustible, el petróleo. El aumento de temperatura está causando el descongelamiento de los hielos continentales, fenómeno que está causando a su vez la elevación del nivel del mar. Esto pone en peligro a una gran parte de la población mundial que vive en o cerca de la costa. Este cambio en la temperatura mundial está ocurriendo 15 a 40 veces más rápido que los cambios naturales del pasado. Los cambios climáticos naturales son causados en gran medida por las características del desplazamiento y otros movimientos de la Tierra como la excentricidad, la inclinación del eje de rotación y la precesión de la órbita. Los mismos son predecibles matemáticamente y se los conoce como ciclos de Milankovitch. El calentamiento global actual claramente no responde a dichos cálculos: con que la temperatura suba 4o C, la temperatura resultante será la más alta desde el Eoceno, o sea de los últimos 40 millones de años. La temperatura actual es alrededor de 0.5o C más cálida que la temperatura de mediados del siglo XX. El calentamiento global está causando la extinción de especies, ya que muchas de ellas no tienen la capacidad de adaptarse o dispersarse a regiones más favorables a tiempo. Varias poblaciones de anfibios, mariposas, corales y osos polares ya han desaparecido y otras se han reducido sustancialmente debido al calentamiento global. Los ecosistemas de nuestro planeta se mantienen como tales gracias a delicados equilibrios entre especies que dependen unas de otra para subsistir, de manera que a medida que se vayan extinguiendo las especies, esto pondrá en peligro ecosistemas completos.