Acá y Allá
Acá y Allá
Acá y Allá
Maximiliano de la Puente
Página | 1
1. Prólogo
Pausa.
Silencio.
Página | 3
linda. Pero además de linda hay que ser muy buena. No
sólo con su familia. Sino también con sus compañeritos.
Tiene que compartir, tiene que prestarle sus muñecas a sus
amiguitas. Tiene que ser una nena buena. Sé que es muy
difícil ser buena. Pero justamente por eso tenés que serlo,
mi pulguita. Espero que me entiendas, princesita mía. Sé
solidaria, por favor.
nena —A veces me parece que te extrañamos un poco.
Sobretodo mami. Y yo también. Un poco. No, era un
chiste. Mucho. Te extrañamos mucho, papá.
Padre —Acá todos parecen tener frío. Caminan rápido. Como
si sintieran mucho el frío. Nadie quiere estar en la calle
por mucho tiempo. Viajan en micros de larga distancia, o
en taxis, que acá son verdes. Algunos incluso van en
bicicleta. Lo de las bicicletas es un tema aparte. Prefiero
contártelo en otro momento. A la tardecita ya no hay nadie
afuera. Excepto por los que viven en la calle. Que son
muchos. Millones. No sé cuántos. Hay más gente afuera
que adentro de las casas. Adentro no hay nadie. Son muy
pocos los privilegiados. Por eso te pido que hagas un
esfuercito y seas solidaria, mi amor. Aprendé a compartir
por favor.
nena —En las navidades sobretodo. ¿Cuántas navidades
pasaste lejos de nosotras, papi?
Padre —El idioma es tan raro. No tiene nuestro alfabeto. No
logro en- tender cómo se forman esas letras. Lo intento
todos los días. Vivo tomando clases. Pero todavía no
puedo. Y eso me dificulta muchísimo las cosas.
Página | 4
nena —Mami lloraba de una manera tan rara. Tan profunda.
Con tanto dolor. No sabía que podía llorar así. No sabía
que mamá era capaz de llorar hasta que te fuiste. Nunca
había llorado antes, que yo recuerde.
Padre —Me duermo muy tarde. Miro a la gente que está en la
calle, desde mi ventana. Duermen o juegan para
mantenerse despiertos y no morirse de frío. Si se duermen
se mueren. Especialmente de noche. Por eso prefieren
dormir de día. En un sótano, en una escuela, donde sea.
Tienen el pelo blanco. Blanquísimo, casi fosforescente.
Duele a los ojos mirarlos. Los que tienen pelo. Porque hay
muchos pelados. A los pelados, se les llena la pelada de
nieve.
nena —Y escribía mucho. Hasta muy tarde. Empezaba a
escribir recién muy entrada la noche. ¿Qué era lo que
escribía? No lo sé. Siempre quise averiguarlo. Pero mami
escondía todo. Nunca supe lo que le pasaba por la cabeza.
Ni lo que hacía. Supongo que te escribiría a vos, papi. No
sé para qué se tomaba el trabajo. Pero lo hacía.
Padre —Acá se sufre mucho el frío. Ya te lo mencioné, ¿no?
Perdoname. Es que el frío está en todas partes. Todo el
tiempo. Hasta en el cerebro. Algunos dicen que es el
habitante más viejo. El que nunca se fue. Porque de acá se
fueron todos. Hubo un éxodo tremendo. ¿Y el verano?
Imposible saberlo. Desde hace décadas que por acá no hay
verano. Hay de todo. Agua. Viento. Lluvia. Nieve.
Escarcha. Granizo. Pero lo que no hay es verano. Y como
son todos tan jóvenes, nadie se acuerda de nada. O se
acuerdan de muy pocas cosas. Además tienen una
Página | 5
práctica: hay que olvidarse de todo. Más que práctica es
un dicho. Pero un dicho que se convierte en práctica. Y
todos se olvidan de todo. Siempre. Por eso todos los días
uno tiene que volver a presentarse. Todos los días es un
renacer. Todos los días una nueva posibilidad. A empezar
de nuevo.
nena —Todos los días lo mismo con mami. A escribir.
Siempre a escribir. Todas las noches. Nos mandaba a la
cama y se ponía a escribirte. Se creía que no sabíamos lo
que hacía. Pero yo sí sabía. La espiaba. Dormía muy poco.
Pobrecita.
Padre —Sí, ya sé que te parece raro. Pero acá es así. A
nosotros no nos parece raro. A ellos, quiero decir. A mí
todavía un poco sí.
nena —Sé que te parecerá raro. Pero es así y vos no sos quién
para decirme nada. ¿Quién te creés que sos para venir a
darme órdenes ahora? No tenés derecho. Para mí ya no sos
nadie, papá.
Padre —El trabajo me queda cerca. Unas pocas cuadras. Pero
no se puede ir caminando. Si lo hiciera, me multarían.
Tengo que tomar el subte. O un colectivo. En una parada
ya estoy en la oficina.
nena —¿Siempre hace frío allá? ¿O es como acá, que a veces
hace calor y otras frío? Cuando hace calor es terrible. Y la
humedad, Dios mío. Un asco. El invierno en cambio es
agradable, se deja llevar. Suave, templado y manso. Se
agota lentamente. Y hasta el año que viene no vuelve más.
Como vos. Sólo que el invierno vuelve todos los años.
Página | 6
Pero en cambio vos no. Nunca volviste ni vas a volver. No
es cierto, ¿papi?
Padre —El problema es que ahí, justo en esa parada, se bajan
millones de personas. Millones, literalmente. Aunque
nunca los conté a todos, un día me gustaría hacerlo.
nena —No quiero prestarle mis muñecas a nadie. No. No. No
me gusta. No quiero. Me las van a romper esas nenas. No
me importa lo que digas, papi. No quiero. Mis muñecas
son mías y de nadie más.
Padre —¿Te dije cómo nos conocimos con tu mami? Era un
verano hermoso. El sol a flor de piel. La vida en su
máximo esplendor. Las promesas... La juventud... El
deseo... Ella estaba escuchando la radio... Yo... no sé qué
hacía, creo que pasaba por ahí, nada más... Fuimos muy
felices. Hasta que me vine para acá. Fue algo
consensuado. Hubo muchas lágrimas de los dos. Lo
pensamos mucho y creímos que era lo mejor para todos.
Para vos también, claro.
nena —“Fuiste mía un verano”. Eso es lo que cantaba mami,
en una época, todo el tiempo. No conozco esa canción.
Padre —En otras estaciones pasa lo mismo. Se bajan millones
en cada una. Es un espectáculo impresionante. Te agobia.
Cada uno es una cabeza de alfiler que va a su trabajo.
nena —Salió con muchos hombres, papi. Hay que decírtelo.
Tenés que saberlo. Pero no es culpa suya. Más bien es tu
culpa. Quizás haya sido algo consensuado entre ustedes,
quién sabe. En un momento, casi se vuelve a casar. ¿Cómo
se dice? Una bígama. Sí, eso era mami. Una bígama.
Doble vida. Doble personalidad...
Página | 7
Padre —Me pagan por hacer lo que quiero. Y eso es un gran
alivio. Me hace extrañarte menos. No tengo un horario fijo
tampoco. A veces voy a la mañana y otras a la noche. Y
siempre me dejan entrar. Cada día hago algo nuevo. Una
tarea distinta. Un día tengo que hacer algo con las manos.
Otro, algo más de la cabeza, del intelecto. Y nunca faltan
las artesanías, claro. Mi jefe es uno de los pelados de los
que te hablé antes.
nena —No creas que no te extrañaba. Mami no podía vivir sin
vos. Por eso salió con muchos hombres. Para olvidarte
mejor.
Padre —Después que termino de hacer todo eso, vuelvo a
casa. La empresa tiene una bicicleta para cada empleado.
Pero sólo nos la dejan usar a la salida. No sé por qué. En
los hospitales siempre hay ciclistas. Ellos son casi los
únicos pacientes. Se hacen muchas operaciones de
estómago también. La comida es pésima. Algunos
prefieren no comer. Hay gente que dice no haber comido
nunca. Nunca es por lo menos siete años. Toman mucha
agua, eso sí. Una botella de agua mineral de un litro cada
dos minutos. Y nunca van al baño. Dicen que lo pueden
controlar. Pero yo no les creo.
nena —En verano sobretodo. Le gustaba salir con hombres en
verano. Y es porque era en esa época cuando más se
acordaba de vos. Cuando más te extrañaba.
Padre —Todo se ve igual. Todo es del mismo color. No hay
diferencias. Es lo mismo un amarillo, un pastel, o un verde
crema. Lo negro es fatal. Está de moda. El rojo nunca le
maravilla a nadie. Y el azul... es azul despreciado. Creo
Página | 8
que le tienen miedo. Da mucho temor quedarse solo, a la
noche, hambriento, sin hogar, ciego. Como les pasó a
muchos. Como les pasa a tantos. Y todo eso, para ellos, es
el azul. El azul es sin hogar. El azul es hambre. Es miseria.
nena —Mi primer novio lo tuve a los catorce años. Él tenía
dieciocho, pero mucho no se le notaba. Quiero decir que
era un nabo. ¿Qué otra cosa podés esperar de un chico de
dieciocho años?
3.
Padre —...zapatilla...
nena —...illa.
Padre —...zanahoria...
nena —...oria.
Padre —...remera...
nena —...era.
Padre —...calzoncillo...
nena —...illo....
Padre —...pantalón...
nena —...lón...
Pausa.
nena —Papi.
Padre —Qué, mi amor.
nena —¿Qué es la primavera, papi?
Padre —Es una estación del año, mi vida.
nena —¿Y es linda?
Página | 9
Padre —Es hermosa. Es cuando la naturaleza florece, las
personas se quieren y se portan mejor con los demás, mi
vida. Todos cantan y bailan, están más alegres y contentos.
Hace calor. El sol brilla. Los días se alargan. Las noches
se acortan. Es la época del año en la que la esperanza y el
amor resurgen entre los seres humanos, dulzura mía.
nena —¿Y ahora estamos en primavera?
Padre —No, mi amor. Estamos en invierno.
nena —¿Y cuándo te vas de viaje, papi?
Padre —Cuando empiece la primavera, mi cielo.
nena —¿Vas a volver?
Padre —Claro, tesoro. ¿Cómo no voy a volver a verte a vos?
Silencio.
Padre
Mientras duermo, te escribo.
O pienso que te escribo.
O sueño.
No voy a dejar de escribirte.
Ni de pensar en vos.
Ni de soñarte...
Nena
Mientras te escribo, duermo.
Página | 13
O pienso que me duermo. (Para soñar con vos)
Y sueño con vos
No voy a dejar de soñarte.
Ni de pensar en vos.
Ni de extrañarte...
7.
Página | 14
8. Año número cinco. Madrugada con niebla
Página | 16
nena —Tu foto se iba poniendo cada día más y más arrugada, a
medida que la sacaba una y otra vez del bolsillo de mi
saco. Era lo único que me servía de consuelo en mis
primeros tiempos. Al final ya ni siquiera necesitaba verla.
Conocía perfectamente tus rasgos. Me gustaría ver tu cara
hoy. Y compararla con esa foto vieja, doblada y sucia.
Padre —En esa época todavía había caballeros. ¿Podés
creerlo? Caballeros medievales. Con armaduras. Con
cascos. Se negaban a abandonar esa forma de vida. Se
negaban a abandonar ESO. Se negaron tanto que los
expulsaron. No se sabe en dónde viven ahora. Pero viven.
nena —Me enamoré de esa foto, tu foto. La camisa blanca con
una mancha enorme de mostaza. ¿Qué fue lo que comiste
ese día para mancharte tanto, papá? ¿O fue mamá la que te
manchó a propósito?
Padre —Un caballero albino. Una armadura de hierro oxidada.
Muy joven. Muy buen mozo. Pelo largo y blanco. Lo
conocí en el trabajo. Hablamos largo y tendido. Le
convidé con un café. Cuando veas escrita la frase: “Acá
vivió un caballero” ¿Me vas a creer? Espero que sí. Espero
que me creas todo lo que te digo.
Página | 17
13. Año número diez. Tarde de otoño con lluvia
Padre —Descompensación. Me van a operar de la panza, nena.
Mañana. Tenía que contártelo. Quería que lo supieras. Si
no salgo adelante quiero que sepas... quiero que sepas...
Que sepas... Ya lo sabés.
nena —Suerte para mañana, papi. La vas a necesitar.
Padre —Gracias, mi amor. Es cierto, te necesito.
Página | 18
remotamente consciente. De una letra, por ejemplo. De tu
letra.
nena —Nunca encontré a papi. Nunca lo encontré ni supe de
nadie que pudiera decirme dónde estaba. Debe estar
muerto. Siento que está muerto. Lo siento profundamente.
Muy dentro de mí. Quisiera que lo esté. Lo siento, papi.
Ojalá estés muerto.
Padre —En el hospital me trataron muy bien, mi amor. No
tenés nada de qué preocuparte. Lleno de ciclistas el
hospital.
nena —Estás muerto. O estás lejos, vaya a saber dónde. O
quizás te enteraste que iba a venir a buscarte y preferiste
desaparecer. Te hiciste humo, papá. Igual no pierdo las
esperanzas. Este lugar es enorme y quién sabe, algún día
quizás salgas de tu escondite y quieras verme. Si hacés eso
te advierto que nunca te lo voy a perdonar. Y también te
advierto que si nos encontramos, no te voy a dejar ir.
Nunca más.
Padre —Cada cosa te pertenece. Cada cosa que papi hace es
para vos. Te la dedica. Es en tu honor, mi princesita. Cada
cosa que papi hace, vive, o sueña, forma parte de vos.
Incluso lo que nos duele, mi amor. Sobre todo, eso: lo que
más me duele, mi sol.
nena —Ah, me olvidaba, una cosa más: tenías razón con lo de
los ciclistas. Jamás vi algo igual. Es maravilloso.
Padre —No te ofendas por favor, pero ¿puede ser Juana? Sí, ya
sé que te dije con “M” o con “N”. Pero de pronto pensé
que eras Juana. Bueno, Juana: te quiero. Te lo digo así
nomás, sin rodeos. Me cuesta tanto decírtelo. A esta altura
Página | 19
no sé como tratarte. Sé que te tengo que tratar, eso sí.
Estoy obligado a tratarte.
nena —Papi, cuando yo sea una mamá. ¿voy a poder pintarme
la cara, y arreglarme las uñas y el pelo?
Padre —Cómo te engendré. Te lo cuento. Una mañana
mientras iba... Una tarde estábamos... Quiero decir, tu
mamá y yo... No, sos muy chica para leer estas cosas. O
sos muy grande, y entonces ya te parece una pelotudez
enorme todo esto. Sería hermoso estar ahora con vos, allá.
Compartir con vos mis últimos momentos. Un regalo del
cielo. Eso sos para mí. Un regalo. Una cosita perfecta...No
lo haría nunca más. Tenerte. No. Un error que no volvería
a cometer. Nunca.
nena —Una vez, cuando tenía cinco años, me desperté en
medio de la noche, angustiada, y te pregunté: “Papi,
¿cuándo es mañana? ¿Hoy? ¿Hoy es mañana?” Ese día te
me quedaste mirando y no supiste qué responderme. Igual
que muchas otras veces. Con respecto a muchas otras
cosas.
Padre —Una foto tuya. Me gustaría muchísimo. Cómo
quisiera. La añoro. Pero no tengo. Una foto en la que
estés... Una foto... Es tan difícil recordarte. Tanto... Nada
colabora. Algo recuerdo, sin embargo. Nos une algo. El
pelo. Sí. Eso. Un mismo color de pelo.
nena —Y cuando sea más grande, ¿voy a poder usar vestido
también?
Padre —¿Y si nunca te tuve? No, no quiero. Me niego. No
quiero que seas un invento. No podés ser un invento,
Juana. Marta. Natalia. María. Mara. Porque no. Porque no
Página | 20
quiero. Por lo tanto, pasemos a otra cosa. Lo importante
es... El testamento. Cuando yo me fui, con tu mamá
dejamos bien en claro que si a mí... Y si me... Ahora si no
fuera así, lo que habría que hacer es... O si no, podrías...
Espero que haya quedado todo muy claro.
nena —¿Hoy es el mismo día que ayer, papi? A veces me
parece estar viviendo siempre el mismo día, papá. Desde
que te fuiste. Desde que nos dejaste. Una y otra vez. Sin
parar.
Página | 22
privilegiada. No hiciste jardín. Entraste directo a
preescolar, sin pasar por el jardín de infantes.
nena —...Porque estás lejos. Estás muy lejos, papá...
Padre —Mientras yo me iba a trabajar, dormías todas las
mañanas como un angelito. Mientras yo lloraba, vos
vivías. Cómo te envidiaba. Qué lindas épocas. A los seis
años, vos... No. Ya no. A los seis no. Ya no intervengo.
Hay un blanco. Un agujero enorme. No estoy. Me borré. A
tus seis años me fui de casa: me levanté de la silla, les di
un beso a cada una, les dije “chau”, les hice así con la
mano, salí por la puerta y se acabó. Nunca más las vi. Ni
siquiera las recuerdo ya. No puedo. Qué difícil es recordar
algo. Cómo se borra todo. Listo. Se terminó. Así de fácil
fue olvidarlas... Me pierdo... Los recuerdos se nublan en
mi cerebro. Ya no me acuerdo más de vos...
18.
nena —Papi.
Padre —Qué, mi amor.
nena —¿Para qué existe la muerte?
Padre —No sé, mi amor.
nena —¿Y todos nos vamos a morir, papi?
Padre —Sí, preciosa.
nena —¿Y entonces para qué nacemos, papá?
Silencio.
Página | 23
19. Año número veinticinco. Amanecer muy lento y frío,
sobre los tejados
Pausa.
Padre —Otro día vino un vendaval que arrancó todas las flores
de las tres plantas. Quedaron muy mal las pobres plantitas.
Mi nena estaba muy triste. Cada vez que iba a ver cómo
estaban las plantas, se quedaba sola, con una flor en la
mano, desconsolada, llorando.
Pausa.
20. Epílogo
Página | 24
Madre —¿Te leo la cartita que papi te escribió para vos, mi
vida, o querés que cenemos primero?
nena —No, mami. Leeme la carta ahora, por favor. Quiero
saber qué dice papi. ¿Me va a traer muchos regalos?
¿Cuándo vuelve?
Madre —Justo habla de eso. Prestá atención, mi amor: Mi
Querida: Estoy acá, en una ciudad muy grande, con
muchas lucecitas y muchos ciclistas que van todo el día de
un lado para el otro. Pienso todo el tiempo en vos, mi
pulguita adorada. Te extraño mucho. Estoy viendo
juguetes en los negocios de acá, para comprarte algunos
lindos juguetitos que te gusten y podamos divertirnos
cuando yo regrese, mi princesita. Cuando papá vuelva en
avión, vos me vas a ir a esperar y a decirme: “hola papi”.
En estos días hizo mucho frío y llovió varias veces. Es un
país muy lindo. Pero muy raro. Y muy, muy frío. Bueno,
amorcito: te mando un abrazo fuerte y muchos besitos.
Hacele caso a tu mami y no la pongas nerviosa. Es casi
seguro que voy a volver pronto, mi amor. Muy pronto, mi
sol. Te quiere con toda el alma. PAPI.
FIN
Página | 25