Trastornos de La Personalidad y Sus Implicaciones
Trastornos de La Personalidad y Sus Implicaciones
Trastornos de La Personalidad y Sus Implicaciones
Yeinny Aliendres, Alejandro Andrade, María Victoria Blanco, Luz Furcolo e Isis González
Resumen
Los trastornos de la personalidad son un grupo de afecciones mentales en las cuales una
persona tiene un patrón prolongado de comportamientos, emociones y pensamientos que
es muy diferente a las expectativas de su cultura. Según el DSM-V, existen diez tipos de
estos trastornos: trastorno paranoide, trastorno esquizoide, trastorno esquizotípico,
trastorno antisocial, trastorno límite, trastorno histriónico, trastorno narcisista, trastorno
por evitación, trastorno por dependencia y trastorno obsesivo-compulsivo. Estos
comportamientos interfieren con la capacidad de la persona para desempeñarse en las
relaciones interpersonales, el trabajo y otros contextos; cada uno en su manera particular;
llegando inclusive a presentar tendencias violentas que ponen en peligro a los que los
padecen y de aquellos que conforman su entorno. Aún cuando las personas con estos
trastornos usualmente no buscan tratamiento por su cuenta, es importante que terminen
asistiendo a terapias psicológicas que las ayuden a evitar problemas graves en sus vidas en
todos los contextos en los cuales se desenvuelven, principalmente aquellos que involucran
relaciones interpersonales.
Abstract
Personality disorders are a group of mental affections in which a person has a prolonged
pattern of behaviors, emotions and thoughts that is very different from the expectations
of their culture. According to the DSM-V, there are ten types of these disorders: paranoid
disorder, schizoid disorder, schizotypal disorder, antisocial disorder, borderline disorder,
histrionic disorder, narcissistic disorder, avoidant disorder, dependence disorder and
obsessive-compulsive disorder. These behaviors interfere with the ability to function in
interpersonal relationships, work and other contexts; each in its own way; even reaching
violent tendencies, threatening those who suffer the disorder and those around them.
Even when people with these disorders usually do not seek treatment on their own, it’s
important to attend psychological therapies to help them avoid serious problems in their
lives in all contexts in which they operate, particularly those involving interpersonal
relationships.
Introducción
El objetivo de esta revisión de literatura fue estudiar y conocer a fondo los trastornos de la
personalidad, su clasificación, rasgos característicos, implicaciones, diagnósticos y así
establecer similitudes y diferencias entre ellos, con la finalidad de entender y saber
reconocer (como futuros profesionales de la salud, que interactuaremos con muchas
personalidades distintas) rasgos característicos de alguno de estos trastornos que
pudiesen suscitarse a lo largo de nuestro camino como estudiantes de odontología y
futuros odontólogos, habiendo así desarrollado destrezas en cuanto al reconocimiento,
tratamiento y conducta a seguir frente la presencia de alguno de ellos.
Materiales y métodos
Los trastornos de la personalidad son un grupo de afecciones mentales en las cuales una
persona tiene un patrón prolongado de comportamientos, emociones y pensamientos que
es muy diferente a las expectativas de su cultura1. Estos comportamientos interfieren con
la capacidad de la persona para desempeñarse en las relaciones interpersonales, el
trabajo y otros contextos.
Las personas con este trastorno actúan en solitario y pueden cometer conductas violentas
contra las personas, así como delitos contra la libertad sexual. Normalmente los
esquizoides no son violentos, pero pueden tener graves explosiones de cólera si se les
invade su espacio personal o se les molesta. Se trata de una violencia expresiva, que está
mediada por las fantasías y la falta de sentimientos hacia las personas. Con frecuencia hay
una ausencia de precipitantes externos claros, por lo que las agresiones, al responder al
mundo imaginario del sujeto, son inesperadas y, en consecuencia, no predecibles7.
Se trata de individuos con muy baja autoestima y con graves dificultades en las relaciones
interpersonales. Al estar resentidos con la sociedad, presentan emociones negativas de ira
o venganza. Su aislamiento y ausencia de habilidades sociales generan rechazo, lo que
precipita el acto violento, que puede ser aislado, en serie o en masa. Cuando se trata de
un asesinato múltiple, es frecuente el suicidio final7.
Trastorno esquizotípico de la personalidad
Además de cumplir al menos cinco criterios, como ya hemos señalado, para poder realizar
el diagnóstico de trastorno esquizotípico, hay que verificar que estas características no
aparezcan exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia ni en el de ningún
trastorno psicótico, sino de forma continuada en la vida del sujeto.
Un estudio estadounidense encontró una prevalencia del 3,9%, con tasas algo superiores
en los hombres (4,2%) que en mujeres (3,7%). En cuanto al patrón familiar, se ha
demostrado que el trastorno esquizotípico se da más en individuos con familiares de
primer grado afectados de esquizofrenia que en individuos con familiares sanos; además,
también se ha observado que los esquizotípicos tienen más probabilidad de tener hijos
con esquizofrenia que las personas sanas1.
En la vida cotidiana, los individuos con este trastorno suelen buscar tratamiento para los
síntomas asociados de ansiedad, depresión u otros estados de ánimo alterados, más que
para el trastorno de personalidad en sí mismo. Además, pueden experimentar episodios
psicóticos transitorios, sobre todo en respuesta a situaciones estresantes. Otra
característica es que aproximadamente la mitad de los sujetos esquizotípicos son
diagnosticados además de trastorno depresivo mayor cuando son asistidos en un centro
clínico. Este trastorno se puede presentar simultáneamente con otros trastornos de la
personalidad como el esquizoide, el paranoide, por evitación y límite5.
Los esquizotípicos suelen llevar una existencia sin sentido, vacía e inútil, pasando de una
actividad a otra sin objetivo, manteniéndose en la periferia de la vida social, sin establecer
vínculos íntimos ni aceptar responsabilidades duraderas. Sus rarezas de comportamiento y
pensamiento provienen en parte de su existencia aislada. Cada vez más indiferentes a las
influencias estabilizadoras de los acontecimientos habituales, y empezar gradualmente a
actuar, pensar y percibir de manera peculiar. En consecuencia, van por la vida no solo
como si fueran autómatas para compartir significados y afectos, sino también aislados de
las aspiraciones y espontaneidad de su propia individualidad4.
Las actitudes que determinan la personalidad antisocial, teniendo en cuenta que el sujeto
deberá cumplir al menos tres de ellos, son los siguientes1:
Fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento
legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención
(por ejemplo, destrucción de una propiedad, robar, etc.)
Deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros
para obtener un beneficio personal o por placer
Impulsividad en sus decisiones o incapacidad para planificar el futuro
Irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones (incluidos
malos tratos al cónyuge o a los niños)
Despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
Irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con
constancia o hacerse cargo de obligaciones económicas (periodos significativos sin
empleo aun teniendo oportunidades de trabajar, abandono de un trabajo sin motivo
alguno, despido por falta de rendimiento, etc.)
Falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber
dañado maltratado o robado a otros.
Los sujetos con trastorno antisocial de la personalidad se caracterizan casi siempre por
carecer de empatía, así como por mostrar un carácter arrogante y engreído. Otra
característica de estos sujetos es la psicopatía, que incluiría todos los actos delictivos, de
delincuencia o agresivos. Por otro lado, es frecuente que los afectados por el trastorno
antisocial experimenten disforia, una baja tolerancia a la frustración y al fracaso en
general, y un estado de ánimo depresivo con aparición de ansiedad. Una persona con
trastorno de personalidad antisocial puede ser capaz de actuar jovial y encantador, ser
buena para adular y manipular las emociones de otras personas, quebrantar la ley
constantemente, descuidar su propia seguridad y la de los demás, tener problemas de
consumo de drogas, mentir, robar y pelear con frecuencia, no mostrar culpa ni
remordimiento y estar a menudo enojado. Estos individuos tienen más probabilidades que
la población general de morir prematuramente4.
Un aspecto importante a tener en cuenta es el patrón familiar relacionado con sujetos con
este trastorno, acerca de lo cual se ha observado que la aparición de este trastorno es más
probable en personas que tengan familiares de primer grado; además, los estudios de
adopción han demostrado que tanto los factores genéticos como los ambientales
contribuyen al riesgo para este grupo de trastornos. Además, se ha observado que es más
propio de personas que tienen un bajo nivel socioeconómico y que habitan en el medio
urbano4. Las siguientes son algunas de las implicaciones del trastorno narcisista de la
personalidad11:
Dimensión afectiva: Deficiencias en la habilidad de comprender las emociones de otras
personas, falta de sentimientos de culpa, ausencia de temor y su incapacidad para
establecer relaciones afectivas con los demás.
Dimensión social: La perspectiva social en el TAP es una bastante disfuncional. Widom
señala que el hecho de haber sufrido maltrato infantil incrementaba en un 30 por
ciento las posibilidades de que los niños o las niñas víctimas se convirtieran en
maltratadores cuando fueran adultos. Por otro lado, Sanabria y Urube, examinaron los
factores de riesgo relacionados con la conducta antisocial y delictiva en dos grupos de
adolescentes. Según los resultados los dos grupos de adolescentes que estuvieron
expuestos al maltrato, uso y abuso de alcohol, constituyen los factores de riesgo que
mayormente se relacionan al desencadenamiento de la conducta antisocial y delictiva.
Dimensión cognitiva: Según los resultados de la investigación de Cifuentes y Londoño,
las variables asociadas con la conducta antisocial fueron esquemas insuficientes de
autocontrol, autodisciplina, derecho grandiosidad y privación emocional. El perfil
cognitivo que discriminó al grupo TAP fue la reacción agresiva y estrategias de
evitación cognitiva.
Dimensión conductual: Trastornos de conducta, impulsividad, robo, vandalismo,
resistencia a la autoridad, agresiones físicas y/o psicológicas, maltrato entre iguales,
huida de casa, ausentismo escolar y crueldad hacia animales. Por otro lado, los
diversos estudios han demostrado que los trastornos de personalidad representan un
riesgo clínicamente significativo para el comportamiento violento, siendo el TAP el
más relacionado con la delincuencia violenta. La conducta violenta vinculada a este
trastorno de la personalidad se caracteriza por ser de inicio precoz, estable, versátil
(aplicada en contextos distintos) y frecuentemente grupal. Los antecedentes penales y
la escalada de la violencia son la norma7,11.
Los psicópatas presentan una gran falta de resonancia emocional: carecen de afecto, de
emociones y de sentimientos. Saben lo que es bueno y lo que es malo, pero no lo sienten;
saben lo que hacen, pero no experimentan sentimientos de culpa. Todos estos sujetos
presentan una elevada peligrosidad debido a la indiferencia ante las normas, la frialdad
afectiva y la incapacidad de aprender. Los delitos en los que están más frecuentemente
implicados (en orden decreciente) son: delitos de lesiones, contra la libertad sexual y
contra la propiedad. Todo ello tiende a generar una gran alarma social, más aún cuando
los estudios indican que sus homicidios son actos instrumentales, es decir, sin un
desencadenante concreto7.
Un aspecto que une la Histeria (que se transformó en Trastorno Histriónico a partir del
DSM III) con el Trastorno Histriónico de la Personalidad es el estilo cognitivo de tipo
impresionista. Las personas con este tipo de trastorno inhiben el procesamiento de la
información para contener emociones muy intensas, que no logran gestionar de otra
manera. Esta inhibición afectiva a menudo se alterna con una expresión emocional
excesiva, con el objetivo de obtener atención y respuestas de los demás. Así, la atención
del histriónico está en gran parte orientada a evaluar si los demás le prestan atención12.
En cuanto a sus características clínicas, Millon (1998) describe los siguientes como los
ámbitos clínicos del prototipo histriónico12:
Comportamiento observable dramático: las características más significativas del
comportamiento serían la hiperreactividad, relacionándose en ocasiones de manera
fugaz y provocativa, pero mostrándose habitualmente de forma atractiva y teatral.
Manifiestan comportamientos impulsivos, caprichosos y emotivos, excitaciones
momentáneas y aventuras hedónicas. Los afectos cambian rápidamente, son de corta
duración y superficiales. A modo de resumen: “las personalidades histriónicas tienden
a ser caprichosas, se excitan con facilidad y son poco tolerantes a la frustración, la
dilación y el desengaño”.
Comportamiento interpersonal: Buscador de atención. El objetivo principal de los
histriónicos es la afectividad y la atención y para conseguir este propósito recurren a
diversas tácticas para elicitar una respuesta favorable. Tanto las mujeres como los
hombres presentan despreocupación y sofisticación por una parte y por otro lado
inhibición e ingenuidad. En un primer momento hacen una buena actuación, pero
cuando las relaciones demandan profundidad y constancia suelen dudar y abandonar.
Los histriónicos se venden a sí mismos para provocar el reconocimiento y la estima.
Muestran mucha atención a las señales que los otros transmiten para de esta manera
satisfacer los deseos de estos.
Estilo cognitivo frívolo: evitan el pensamiento introspectivo, son sugestionables, están
hipervigilantes a los acontecimientos momentáneos y superficiales. Carecen de una
identidad independiente de los demás debido a la orientación que manifiestan al
exterior. Manifiestan incapacidad para pensar de una manera concentrada y lógica.
“Se disocian de los pensamientos, de las personas y de las actividades que pueden
alterar su estrategia de superficialidad”.
Autoimagen gregaria: se ven como gente sociable, amigable y conformista. Se
consideran estimulantes y encantadores y suelen negar las señales de agitación
interna, debilidad, depresión u hostilidad, rechazándolas como si pertenecieran a ellos
mismos.
Representaciones objetales superficiales: son insaciables en la búsqueda de atención y
aprobación, las estrategias que utilizan para atraer la atención se consideran
patológicas porque no pueden restringir sus manipulaciones a situaciones en las que
son apropiadas, de esta manera se aplican de una manera indiscriminada y
persistente. El fracaso en conseguir la atención y aprobación que desean suele
provocar depresión y ansiedad.
Mecanismos de defensa: Disociación/represión. Los histriónicos han aprendido a
reprimir o disociar recuerdos y sentimientos que pudieran producir malestar. Si
alcanzan un mundo interno de pensamientos, recuerdos y emociones intentarán
reprimirlo y que permanezca fuera de la consciencia. La represión que se aplica es
masiva y absoluta.
Organización morfológica: Inconexa. Tienen menor capacidad para funcionar de una
forma independiente, se mantienen en el presente y su vida interna se mantiene
pobre. En definitiva su estructura morfológica y la organización de su mundo interno
se mantiene inconexo.
Estado de ánimo/Temperamento: Inconstante. Los histriónicos experimentan
ambivalencia en los sentimientos, lo que indica un nivel muy elevado de irritabilidad
sensorial, excesiva actividad simpática, y carencia de actividad cortical.
En cuanto a las variables del prototipo del histriónico, Millon los clasifica en tres grupos:
estilos normales, síndromes de la infancia y subtipos adultos, dividiéndose este último a su
vez en varias subcategorías, las cuales son el histriónico teatral, el infantil, el vivaz, el
apaciguador, el tempestuoso y el falso12.
El trastorno de la personalidad por evitación parece ser tan frecuente en varones como en
mujeres. La prevalencia en la población general está entre el 0,5 y el 1%. El trastorno de la
personalidad por evitación se ha descrito en el 10% de los pacientes ambulatorios vistos
en las clínicas de salud mental1.
Los síntomas somáticos secundarios u otros problemas pueden ser una razón suficiente
para evitar nuevas actividades. Los mayores problemas asociados a este trastorno se
presentan en la actividad social y laboral. La baja autoestima y la hipersensibilidad al
rechazo están asociadas a la restricción de contactos interpersonales. Estos sujetos llegan
a estar relativamente aislados y normalmente no tienen una gran red de apoyo social que
les ayude en los momentos de crisis. Desean afecto y aceptación y pueden tener fantasías
sobre relaciones idealizadas con otros4.
Los estudios que han utilizado evaluaciones sistemáticas sugieren una prevalencia
estimada del trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad aproximadamente del 1%
en las muestras de población general y del 3-10% en los individuos que acuden a clínicas
de salud mental1.
Tienen tendencia a trastornarse o enfadarse en las situaciones en las que no son capaces
de mantener el control de su entorno físico o interpersonal, si bien es típico que la ira no
se exprese de manera abierta. Las personas con este trastorno están especialmente
atentas a su status respecto a las relaciones de dominio-sumisión y muestran una
deferencia exagerada a una autoridad a la que respetan y una resistencia exagerada a una
autoridad que no respetan. Los individuos con este trastorno suelen expresar afecto de
forma muy controlada o muy ampulosa y se sienten muy incómodos en presencia de otras
personas emocionalmente expresivas. Sus relaciones cotidianas son serias y formales, y
pueden estar serios en situaciones en que los demás ríen y están contentos. Se contienen
cautelosamente hasta estar seguros de que lo que van a decir es perfecto. Pueden estar
preocupados por lo lógico y lo intelectual. Es frecuente que les cueste expresar
sentimientos de ternura y es raro que hagan halagos3,4.
Aunque algunos estudios sugieren una asociación con el trastorno obsesivo-compulsivo,
parece que la mayoría de las personas con un trastorno obsesivo-compulsivo no tienen un
patrón de comportamiento que cumpla los criterios para el trastorno obsesivo-compulsivo
de la personalidad. Muchos de los rasgos del trastorno obsesivo-compulsivo de la
personalidad se solapan con las características de la personalidad “tipo A” (por ejemplo:
hostilidad, competitividad y sensación de urgencia), y estas características pueden darse
en la gente con riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Puede haber una asociación entre
el trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad y los trastornos del estado de ánimo y
de ansiedad5.
Al principio, las personas con todos estos trastornos usualmente no buscan tratamiento
por su cuenta. Ellas tienden a buscar ayuda una vez que su comportamiento ha causado
problemas graves en sus relaciones personales o en sus trabajos o cuando les diagnostican
otro problema psiquiátrico, como un trastorno del estado anímico o drogadicción 3,5.
Los fármacos son una ayuda interesante en algunos casos, pero lamentablemente su
eficacia es más bien modesta. Sirven como un "alivio sintomático" (para los síntomas de
ansiedad, depresión, impulsividad, entre otros) pero realmente no afectan a la
personalidad. No existen pastillas para la suspicacia, la timidez, la necesidad afectiva, la
baja autoestima, los sentimientos de inferioridad, entre otros. En cualquier caso, será el
psiquiatra el encargado del tratamiento farmacológico de estas personas3,5.
Consideraciones finales
Los trastornos de personalidad son un grupo de afecciones psiquiátricas en las cuales los
comportamientos, emociones y pensamientos prolongados y crónicos de una persona son
muy diferentes a las expectativas de su cultura y causan serios problemas con las
relaciones interpersonales y el trabajo; es por esto que necesitan tratamiento (como la
psicoterapia y, en algunos casos, fármacos) que ayuden a que el paciente se recupere en
su totalidad o que, por lo menos, mejore su condición.
El tratamiento de estas patologías es enormemente largo y complejo, pero es
imprescindible para mejorar la calidad de vida del sujeto. Más que hablar de "curación", al
ser problemas arraigados en la personalidad cabría hablar de mejora o de una mayor
adaptación a los demás y a las exigencias cotidianas, objetivo que es posible siempre con
un buen profesional y con la adecuada motivación en la terapia. En este sentido, siempre
que el individuo confía en el terapeuta y se muestra convencido y dispuesto a trabajar
para mejorar, se consiguen resultados desde aceptables hasta extraordinariamente
positivos. No obstante, cuando el sujeto no está por la labor de intentar cambiar y no
muestra el suficiente interés, acudiendo a las sesiones por pura inercia o esperando una
especie de "milagro", todo se hace mucho más difícil.
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