El Carbunclo
El Carbunclo
El Carbunclo
Frente a nosotros se levanta el sereno y rugoso cerro de Huacapongo, mudo, eso térico,
guardador de mil leyendas y misterios; atalaya eterno; vigilante que jamás cambió su mirada
escrutadora e inquisitiva del pueblo de Santiago de Chuco, a tra vés de sus dos ojos orientales:
las cuevas de Chiminiga. A veces nos da la impresión de un amauta cansado, desperezándose a
la hora en que el sol reverbera sobre su testa, adormeciéndose, dejándose bañar muellemente
por las cristalinas aguas que corren juguetonas entre las zarzas y los "shiraques".
Seis de la tarde. Hay un viejo sentado al pie de la carretera, entre los trigales ru bios de junio.
Este viejo, pensativo como el Huacapongo, rumia su coca, golpeando contra su tutankameado
"checo", la cabeza del "caleador", hilo peregrino que re fulge como "candelilla de las noches
veraniegas, y hace romper la monotonia del silencio...
Está descansando?
No sé nada, señor.
Yuna sonrisa maligna ha desfigurado el rostro de esta viejo. Pue miri usté bien; pu'esas cuevas
que viusté-señalando con su tosca dedo-an da el Carbunclo. Hará cuatru anus que lo vide.
Miba yo a Cunhuay a dejar unas yun tas. Me ganó la nuche pu'el Cerrillo, porque sali después
de merendar, y más tuvia que mi'ncuentro con mi compadre Baldomero, que vive puaray y
qui'abía sido su santu. Nos enredamus a la parla, y entre parla y parla s'iban las botellas. Serian
las diez dejuro, cuando vide una luz que relampaguiaba. Guardal, dije, y mis animali tus
pararun sus orejas. Mala sela; alguna almita habra pasau. Pero ya mi'abía preo cupau, y nu
estaba yo comu es de estar; me paré en una lomita, y reparé bien pa'irri ba... Ahí estaba! Pu el
alma de mi José, ahi estaba, estos ojos no mentirán... Bonicho perrasho! Color negro, sus
orejas bien largas, y sus piernas chiquitas, y una estrella en su frente is brillantar!, señor, mi
acordé que cuando se li agarra uno "es que es muy feliz y tiene la plata que quiere; y ya lu iba a
"pescar", cuando derrepente, na da, si hizo humo, y ya no lo vi, aunque me quedé un rataro
esperandolo.
Mi mamita dice que sale a encuntrarse con la gente de su querer para darle al gun entierro
d'esus que tantu hay pu'aca, y que ha guelto ricos de la nuche a la ma ñana a tantisimus.
Pu esu, señor, yo vengoa esperar que sia más denuchito. Quién sabe quiere ense farme a mi, y
ahí sí pueda ser, catay, de comprarme mi chacrita. Me he levantado, me despido. Me ha
seguido el golpe del "caleador" contra et "checo". Los techos santiaguinos han cesado de
"humiar", y Angasmarca ha solta do su luna de plata.
[5:53 p. m., 17/7/2022] María Jesus Vasquez: Cuentos Populares Tradicionales Santiaguinos
por RRPP FERNANDO BARBARAN VILLENA