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Aguinaldo Narrable

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AGUINALDO NARRABLE

AGUINALDO NARRABLE
antología-regalito

LUIS ALEJOS PABLO BROMO


JUAN PABLO DARDÓN LORENA FLORES
MICHELLE JUÁREZ ALAN MILLS
CLAUDIA NAVAS JAVIER PAYERAS
JULIO SERRANO GABRIEL WOLTKE
Edición al cuidado de Julio Serrano

w w w . l i b r o s m i n i m o s . o r g

D
antología-regalito

PRINCESAS
LUIS ALEJOS

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aguinaldo narrable

“Esta noche no somos putas, somos princesas”.


La hermosa dominicana de la película española me
hizo pensar en vos. Aquella vez pasé a buscarte y me
dijeron que ya no trabajabas allí. Imagino que llevaste
a tus hijos de vuelta a Honduras. Sólo tu nena sabía de
esa doble vida. Recuerdo la mirada del más pequeño,
evaluando mis semi-nobles intenciones hacia su madre.
Encontré un pasaporte para que te sintieras princesa
conmigo, por tan sólo dos noches. Buscaba a alguien
que percibiera la rotación de la tierra, pero vos siempre
volabas.
Desconozco si te hayas vuelto a sentir princesa, o
al menos, si alguien más ha intentado dar ese salto de
fe con vos. Yo, mientras tanto, veo la figura de yeso en
la acera, afuera del club, y sigo de largo. “I’m lonely,
but I ain’t that lonely yet”.

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antología-regalito

CHOCOLATE BLANCO, O A LA
COMADRE LE GUSTAN BARBUDITOS
PABLO BROMO

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aguinaldo narrable

No sé en donde estés,
pero en verdad, por tu felicidad,
hoy brindo en esta Navidad...
Marco Antonio Solís

—Si vos fino sos —le dije mientras sentía el


talegazo de la Indita, franquear mi garganta curtida por
el alcohol, sentados al lado de la rockola y con el
cueterío de fondo de las 6 de la tarde.
—¡Jaaaaaá, puuuta! ¡Vos sabés cómo soy yo, cerote!
—arremetió contra mi simple afirmación, mientras
se languidecía de espanto y tristeza al escuchar el
“espera un poco, un poquiiiiiiiiiito maaaaaás...”
viniendo del mugroso (pero suntuoso) aparato
reproductor, fiel testigo silente de conversaciones
insípidas y eternas borracheras al filo de cualquier
hora, sobre todo madrugadas.
—Yo sé compa, yo sé cómo sos... —sosegué al
compadrito para que sintiera un cacho de alivio; pero
la mera verdad, es que mi compadre, lo que menos
sentía era alivio. Y al contrario, parecía pura rola de
Bronco encabritada sobre la mesa y dolida con una
espina de rosa silvestre y popular, mientras yo pensaba
en Jeannette, José José, El Buki y Robert Smith; en
Ian Curtis, pues. Mi despliegue de libres asociaciones
empezaba a crecer; inevitablemente, pensé.

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antología-regalito

—¡¡Vos sabés qué es lo que me duele cerote...!!


—chilló con su voz ensalivada por los eructos del
cuasivómito de la Gallo y el aliento a Payaso quemado
en abundancia.
—Yo sé compa... —le respondí distraído, pensando
en que ojalá no me fuera a vomitar sobre mi suetercito
nuevo de Pull and Bear; y aún sabiendo la maldita
respuesta a su aflicción, ya que era la cuarta vez que
me hablaba de la misma babosada. Pero así somos los
bolos, decididos y reiterantes en lo que nos importa;
o sea, necios y chingones cómo el chichicaste.
—Lo que me duele, y haaaaaarto me duele... acá
dentro, mirá (señalándose el corazón)... es que ése
cerote se vista de Santa Clos en el Obelisco... ¡¡esa
mierda sí me duele!! ¡¡Yo, cerote... (golpeándose el
pecho) que le hago huevos a la productora y que trabajo
hasta tarde, y bien tarde, cerote... y mirá esa mierda...
es un pinche Santa Clos de tiempo libre el cerote... —
me dijo, mientras sus ojos se empezaban a empapar
de ira mezclada con tristeza y se ponían más brillantes
que un edificio limpiado por los de Nítido.
Yo, por mi lado, no podía fingir que me causaba un
cacho de risa que la Marisela, madrina de mi güiro y
esposa de mi compadre, le fuera infiel con un Santa
Clos del arbolito Gallo. Algo ha de tener este Santa
Clos pisado, pensé. A lo mejor tiene un paquetón de
chocolate blanco, precisamente guardado bajo el
pantalón. O quizás, le gusta remojar la galleta con
más ganas, dentro del vasito de leche.
Para evitar la risa, encendí un rojo y mientras mi
compadre me hablaba y hablaba, yo no dejaba de

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aguinaldo narrable

fantasear con la idea de ir a buscar al maldito Santa


Clos para partirle el trineo en la shola y amarrarlo a
uno de los renos que lo jalan. Me imaginaba a los güiros
gritando y gritando, llorando a cántaros, perplejos, y
yo torciéndoles su fantasía del Santa Clos y la Blanca
Navidad hasta rompérselas en mil pedacitos, precisa-
mente bajo el Árbol Gallo. También me alucinaba la
idea de ver a los tiras (y para colmo, de Tránsito),
corriendo tras de mí, mientras yo con el trineo a punto
de reventárselo sobre el gorro y la barba chorreándole
de miedo y sangre al pobre barrigón. Me imaginaba la
escena, una y otra vez: la gente detenida, sorprendida;
viendo el espectáculo y mi compadrito agarrándole la
barba y las botas, dándole uno y otro cuentazo en la
panza. Los niños lloriqueando, las lucecitas del árbol
parpadeando, el tráfico de viernes, la señora de los
churros, los de las polaroids tomando fotos del
vergueo, las burbujas flotando en el aire, el chiflón de
Diciembre, ésas cosas.
—Vos, yo sé que te duele... pero qué se le puede
hacer compa... —le dije con una medio sonrisa
desdibujándose en mi rostro y con la sospecha, de que
mi comentario no era de gran alivio.
—Se puede hacer mucho... —manifestó de
inmediato, cómo salido de una película surrealista
mientras en la rockola sonaban Los Tigres Del Norte.
Vaya presagio en vísperas de Navidad, pensé mientras
soltaba el humo del cigarro y me servía otro vaso de
Gallo. El comentario, en todo sentido, fue como una
llave que abre a un cuarto y éste, a su vez, conduce al

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antología-regalito

rincón más oscuro y anhelado de toda la vida. Fue un


oráculo inesperado. Un augurio tosco. Una señal.
Algo se disipó en el aire. Un exceso de excesos,
un trompo de luz y una felicidad ridícula (digna de
éstas épocas) se acentuó en mi pecho. Como cuando
de pequeño, uno inventa que le va a decir al vecinito,
al primo, al amigo de clase sobre los colores a los
que cambia el juguete, o las armas que trae el muñeco,
o las funciones que tiene el aparato que te van a regalar
para Navidad; y precisamente un día te enterás por tu
hermano o hermana mayor, que ya te compraron ese
juguete-muñeco-aparato deseado. Entonces te pone
loco, y estás extasiado con la idea de tenerlo entre tus
manos y se te olvida todo de golpe, todo el discurso,
todo el lenguaje. Se te cae la curiosa estructura como
una jenga irreversible y contenta. En ese momento
sentí felicidad, ansias, adrenalina y por qué no, pánico.
Un temblor inquieto me invadió. Como si hubiese
creado dentro de mí un terremoto catastrófico “pero
ficticio”, y ahora, al fin de cuentas, en el último
momento no podía ni siquiera detenerlo. Y así de golpe,
vino a mí la escena tosca del Obelisco, los detalles, el
trineo, la interrupción de paz, las risas, la burla, los
golpes; y ahora, hasta un plomazo retumbó en mi
fantástica historia. ¡Pum! El sonido seco de la tolva. Y
hasta les juró, así sin pajas, sentí el chiflón frío de
diciembre allá donde les conté.
Chiflón maldito. Chiflón mierda. Chiflón traicio-
nero. Chiflón bruto.
Todo en mi cabeza se transformó por él, en una
escena blanco y negro, pero de un negro negrísimo,

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aguinaldo narrable

tipo negro color muerte. Todo gris, y negro. El rojo


del atuendo del pinche Santa Clos era ahora monocro-
mo. Las lucecitas del Árbol Gallo estaban quietas,
inmóviles, mudas como en una película de suspenso.
Hasta el gallo giratorio, en la punta del árbol, había
cambiado a una especie de “chompipe diabólico”. Los
de las polaroids ahora no tenían polaroids, sino ma-
chetes tipo “Alí Baba vs. Tecún Umán en Los
Cuchumatanes”. Todo era oscuro, maléfico, intrigante.
La barba canosa del Santa Clos ahora se convertía, en
un solo rasta alienígena el cual te electrificaba al
tocarlo. El trineo, se había convertido en una nave
diabólica, de la cual salían clones de Santa Closes,
dando regalos cómo bombas lacrimógenas. Habían
rayos en el cielo, una tormenta de vergazos y todo un
desmadre navideño causado, claro está, por una
calentura navideña.
Cabal, toda una batalla campal en los alrededores
del Obelisco.
Yo corría, al lado de mi compadre, en un furor
inexplicable a blanco y negro. El mero tata de los Santa
Closes, trataba de huir de nuestras Gallopistolas con
rayos láser; dos o tres Santa Closes más, nos
perseguían con sus “electrobarbas”. De repente, uno
de ellos me alcanzó y me levantó en el aire; sentí dar
vueltas y vueltas por un buen tiempo hasta que me di
la frente con la mesa de la cantina. Puta, pensé, hoy sí
estoy bien a pija... que hasta el helicóptero me dio
por andar pensando muladas...
—Vos, ¡¿qué te pasó?! —me preguntó el compa,
preocupado y curiosamente menos bolo que yo

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antología-regalito

—Naaaaaa, me quedé pensando un montón de


babosadas... me siento un cacho bolo pero ¿qué me
decías? —le pregunté mientras encendía otro cigarro
y sentía la marea ir y venir cómo espasmos tristes de
fiebre amarilla
—Te decía que vamos por ese Santa Clos culero...
ahí ha de estar tomándose fotos con los güiros,
deberíamos de caerle y ver qué onda... cuando me
enteré del rollo con la Marisela pensé en verguearlo
pero ahorita la verdad, igual me da el cerote... vos sabés
que yo hace un buen tiempo tuve por ahí mis rollos
con la Carmen y aquella otra chava alemana... la de
culo tatuado...
—A huevos, pero ¡¿en serio querés ir?! —le
pregunté con la emoción hinchándoseme en la panza
y haciéndole rápidas señales a la doñita pa’ que nos
trajera otro litro.
—Quiero ver cómo es el pisado, me quiero quitar
la duda...
—Va, le dije... echémonos este litro, yo invito —
inquirí, con la seguridad de un talibán estratega y
turbiamente exaltado.
—Órale, buena onda... —me dijo mientras recibía
el litro frío de la doñita y servía sendos vasos.
Pagué la cuenta, fui al baño, puse una de Bronco
en la rockola, nos reímos un buen rato. Hasta
brindamos por el Fin de Año, por mi güiro que ya está
grande, hicimos planes de donde ver las Luces
Campero y hasta hicimos un brindis irónico porque
Santa Clos nos trajera un par de buenos culos para fin
de año.

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aguinaldo narrable

CUANDO NOS TERMINAMOS EL LITRO, SALIMOS DE LA


CANTINA Y ERAN LAS 8 MENOS 20.
Ya en el carro, nos dirigimos hacia el Obelisco;
pero el tráfico y “quita y pone”, nos hizo detenernos
en otro bar de mala muerte. Ya por último, descarta-
mos la Santa Vergueada y decidimos matar (no al Santa
Clos), sino matarnos el aguinaldo con puros whiskys
en El Establo.

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antología-regalito

REGALITO SIN EMPAQUE


JUAN PABLO DARDÓN

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aguinaldo narrable

¿Qué por qué no entro a la fiesta? Es que estoy


esperando al Dubón que me traiga la coca vos, hoy sí
le meto esa mierda a aquella para que se engase de una
vez. Ya vas, si esa mierda las calienta al instante, no te
acordás pues de la Lucy que te conté, que se fue
quedando calladita, calladita y al fin se animó y me la
chupó en el baño, jajajajaja, ¡que loca vaá! Pero hoy sí
me doy a esa fresita que dice que le gusto, sólo plantas
son todas mano, ya sabés lo que dice el dicho,
“promete, promete hasta que mete y una vez metido,
olvidar lo prometido” Jajajajajaja, ya vas, si vos también
sos igual chavo, lo que pasa es que tu traida te tiene
cepo, pero la vez pasada me contaste que la Sabrina se
te desnudó en el chat, jajajaja, no te digo pues, si
también sos una mierda, a ver dale un llegue, pela la
verga, tu mujer no está viendo, si ya sabés que te
encanta el cocol, ahhhhh bueno, si es así mejor nel, si
te la vas a ir a chimar mejor poquito, cabal, a mí
tampoco se me para si jalo mucho, pero hoy la
agasajada es aquella vos, fijo que me la cojo, allí sí va
a ver el maldito del Pedro lo que lo odio, aunque me
de verga otra vez, me pela, ni modo el hijueputa sí que
puede hueviarme mi culo pero hoy sí le pongo a su
hermanita... no sé vos, como 18 talvez, pero ya es
cancha oficial para jugarle encima mano, ¿verdad que
está bien rica? Allí está, mirate a la perrita enseñando
la tanga, casi no tiene tetas pero no importa mano, yo
digo que sí se deja por el culo, mi ex nunca se dejó,

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antología-regalito

pero me contaron que el pisado del Pedro anda


diciendo que sólo por allí se la coge y me cae en la
verga mano, puta, ¡yo que tanto intenté para que ese
hijueputa se la ande chiquitiando! La vida es injusta
vos, pero ya que nena se puso a tiro de onda, ya le
reviento los empaques y cabal, a mano vos, es que eso
no se le hace a un compa, meterse a rayar los cuadernos
ajenos si nel, es como si yo me anduviera trincando a
tu traida a tus espaldas y.... ¡no seas mula idiota, es un
decir! A saber hombre... sho serote, ahí viene... nada
mi amor, esperando a un cuate con aquel y echando un
cigarrito en la calle, y usted aparte de ser linda, ¿qué
le va a pedir a Santa esta Navidad?

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NICOLÁS ESTABA MUERTO...


LORENA FLORES MOSCOSO

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antología-regalito

Nicolás estaba muerto, no había duda. Así lo


dictaminó el forense que llegó con el Ministerio
Público. María no dejaba de llorar aunque los vecinos
insistieran que era malo para el bebé, que intuyendo la
muerte de su padre no dejaba de patear su vientre. El
pequeño apartamento se vio rápidamente invadido por
los curiosos que no dejaban de preguntarse que hacía
el occiso vestido de Papá Noel.
Lo había hecho para complacer a María quien desde
principio año le insistió en dejarse engordar, crecer
la barba y el pelo. Sin piedad lo hizo comer y comer
por seis meses hasta que llenó con dignidad el traje
rojo con bies blanco de piel que le confeccionó. Hacía
una semana le había hecho la permanente con tubo
grande para que el rizo cayera, luego le decoloró barba
y cabello para posteriormente teñirlos de gris plateado.
Para completar el atuendo mandó a hacer unas botas y
cinturón a la medida.
Su marido no dudaba en complacerla, ella
constantemente lo amenazaba con poner fin a su
embarazo. María tenía apenas diez y ocho años y
pensaba que con el nacimiento del niño peedería toda
su juventud. Esa Navidad sería la última que podría
gozar plenamente. Ella quería que Papá Noel la visitara,
sentarse sobre sus piernas y susurrarle al oído que
había sido una buena niña durante todo el año.

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aguinaldo narrable

Al sexto mes cuando ya no podía interrumpir el


embarazo Nicolás quiso bajar de peso pero le fue
imposible. A los cincuenta y tantos años el cuerpo ya
no responde como uno quisiera decía en voz alta. Eso
misma pensaba María quien noche tras noche insistía
en darle su pildorita azul.

Era la víspera de Navidad y María no quería esperar


más. Las medias y el vestidito que había comprado
para esperar las doce ya casi no le quedaban, además
estaba harta de esperar al niño. En algún lugar había
escuchado que el sexo precipitaba los embarazos así
que decidió que el 24 era un buen día para parir a Dimas.

Vestidos con sus atuendos, sentó a Nicolás en una


enorme silla y ella sobre su regazo. Pronto Nicolás
sintió ahogarse, desesperadamente quiso desabro-
charse el cinturón pero ella no se lo permitía aún no
estaba lista quería jugar un ratito más. Así que le detuvo
las manos y se tiró sobre él. Por más que intentó
animarlo lo último que salió de su boca fue un largo y
hondo suspiro. Totalmente decepcionada se puso de
pie y trató de despertarlo…

El reloj marcaba las doce cuando llegó la policía.

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antología-regalito

ROJO, JO, JO
MICHELLE JUÁREZ

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aguinaldo narrable

Época sangrante es el calendario que inicia y


termina con una celebración siempre roja y envuelta
el papel de regalo. Se mueve, se mueve, todo ondula
vertiginosamente, como la falda que cubre las caderas
de la rítmica joven vestida de elegante satén, entallado
en la cintura y suelto hacia la curvatura de sus muslos.
Camina hacia el pesebre donde está él, imagen
inevitable y siempre anhelante que lo ve todo desde
su lecho de paja. La siente acercarse, claro que es de
yeso pero eso no le impide sentir, ¿no es de yeso la
humanidad entera y sin embargo toda ella se enor-
gullece de tener alguna sensibilidad? Entonces el
siempre niño con rizadas pestañas postizas, espera a
que ella termine de rodearlo con los símbolos que
representan su nacimiento, misterioso y prometedor.

Llenen los aires, dulce armonía


de la alegría, corred en pos,
celebre el mundo con gran contento
el nacimiento del niño Dios.

Dios quiso salvar al mundo


de las garras de Satán
y del adverso profundo
librar a los hijos de Adán…

21
antología-regalito

entonces Dios dispusiera


en su divino poder
que el niño Jesús naciera
de una virginal mujer. Dicen en la devota y
animada casa vecina, donde entre rezos y risas se
preguntan si este año, como todos, la sugerente loca
de la par se quedará a oscuras justo a la media noche.
La mujer del andar acompasado termina los
preparativos. Tal como lo viene haciendo desde hace
diez años, cuando al quedarse vestida y alborotada en
una fecha idéntica, mandó todo a la mierda, incluyendo
su cordura. Está listo el champagne, los dos puestos
en la mesa, el santa mechudo que cuando se le da
cuerda suena jo, jo, jo, y sobre todo el regalo que
nunca pudo dar y que ya huele a viejo, de tan guardado,
de tan sin abrir.
No falta mucho, el ansiado momento está a la vuelta
del cuarto de hora. Entonces apagará absolutamente
todas las luces, encenderá las dos velas sobre la mesa
e iniciará con el gratificante ritual conmemorativo del
dolor que la convirtió en quien es. Nadie tiene la culpa
de su arrolladora desilusión, ni siquiera el dueño del
palpitante regalo rojo desgastado por la ansiedad. Su
vida encuentra sentido cuando, en medio de todo el
bullicio del 24 de diciembre a la media noche, logra
sesenta segundos de auténtica y deliciosa soledad.

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aguinaldo narrable

INFORME DE INVISIBILIDAD
(clandestino en Guatemala)
ALAN MILLS

ATENCIÓN: SERVICIO SOCIAL

Libros Mínimos ha decidido publicar también este texto,


distribuido como “servicio social” por diversas revistas web
y agencias de noticias internacionales, durante los últimos
días.

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antología-regalito

Estoy de vuelta en el país, con una nueva imagen


que impide que me reconozcan. Creo que ni mis
hermanos, ni mis amistades podrían dar conmigo en
un único golpe de mirada. Aterricé sin haberle avisado
a nadie, para pasar las fiestas de fin de año en paz.
Voy feliz dándome el lujo de circular por la ciudad
con un sentimiento de invisibilidad maravilloso. No
es que sea famoso, ni mucho menos, pero la ciudad se
me ha venido quedando muy pequeña y es casi un
territorio minado.
Disfrazado he podido ir a Sophos sin que nadie se
percate de mi presencia. He visto cómo se mueven
mis amigos sin la sombra de una posible llegada mía.
Esto suena megalómano, pero así los veo.
Son ellos los que no me ven.
Una decisión loca, pero que me da paz y me permite
escribir y me deja con ganas de explorar mis lugares
típicos, donde todo mundo me conoce sin poder ser
reconocido ahora. Es el sueño de cualquier niño entrar
a la juguetería como un Hombre Invisible. Hay que
probarlo.
La prueba de fuego la tuve anoche, en Las Cien
Puertas, donde se congregan a iguales cantidades
amigos y enemigos, amores y descalificaciones de las
más perras. Bien dijo Bolaño que todo enemigo es
gratuito, un caramelo envenenado.
Ni he terminado de recordar esta idea cuando ya
tengo en la mesa de al lado a un vivaz espécimen, un

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aguinaldo narrable

chavito, diciéndole a otra chavita varias cosas con voz


alterada. Su discurso me pareció sacado de la retórica
de algún viejo intelectual.
Ser invisible me permitió escuchar con comodidad
lo que vociferaba y pude grabar con mi celular largos
fragmentos que aquí transcribo, editando un poco para
facilitar su lectura:
“Yo no sé qué tienen de bueno. Escriben con las
patas, basta con leer sus blogs y sus libros. A mí me
alcanzan dos líneas para saber de qué van, no pierdo
mi tiempo en leerlos. Siempre que nos reunimos con
la mara lo decimos: son un grupo de perdedores
sobrevalorados. Y les sabemos varias mañas. No voy a
decir que los investigamos, pero hemos recopilado
información interesante.
Alhajas.
Drogadictos y cuánta cosa turbia te podás imaginar.
No lo dicen, pero se les nota que en más de alguna
cosa chueca andan. Hay uno que hasta se puso a escribir
como si fuera mujer. Huecos son. Parvada de
intelectualillos sin talento en su mundo miniatura.
Lo que da cólera es ver que siempre andan con
patojas bonitas, las típicas fresas que quieren
redimirse encamando un colochón de costa. Pobre-
citas. Para esa sarta de losers lo único importante es
el sexo. No lo saben ellas, ingenuas piensan que con
esas juntas van a descubrir la poesía.
Risa me dan.
Confunden literatura con fiesta, hacen sus dizque
lecturas alternativas y las promocionan en sus dizque
blogs alternativos. Lo peor es que a veces les traducen

25
antología-regalito

sus muladas y les prestan atención en el extranjero.


Será porque son unos vendedores de exotismo. Lo que
tienen son cuates en todas partes que los apañan. Da
rabia mirar sus fotos en París o en Londres. Qué te
digo, si a uno de ellos lo conocía yo de antes, lo más
lejos que llegaba era a Patulul en canastera. Ahora,
aguantá, de dandy cosmopolita.
Por eso decidimos pasar a la acción, mostraremos
que en este país hay verdadera calidad literaria.
Deberías entrarle. De momento, lo que hicimos fue
armar un grupo de estudio. Bien disciplinados,
trabajando el oficio, no como ellos. La poesía es una
artesanía. De estos espacios va a emerger la nueva
literatura como un moscardón luminoso.
¡Volverá Cardoza sobre un carro de fuego, lanzando
un pesticida lírico!
Hasta tenemos un blog. Vieras lo buenas que nos
quedan las caricaturas de esos imbéciles, nos reímos
de su delirio. Idiotas. A veces les dejamos algún
comentario en sus bitácoras. Dan ganas de recetarles
una de UBICATEX 500. O mejor un supositorio. ¿No
creés?
Lo peor es que ahora están en sus convivios
decadentes, con sus estúpidas lecturas. Un verdadero
regalo de navidad para el pueblo de Guatemala sería
verlos desfilando desnudos en el Parque Central y
agarrarlos a chicotazos. Verlos tal cuales. Antes por
lo menos tenían el glamour de la Editorial X, ahora ni
eso. Qué vergüenza para nuestra historia literaria.
Por suerte tenemos amigos en los medios. El 2009
será diferente. Poco a poco conseguimos espacio. Al

26
aguinaldo narrable

menos los periódicos no les hacen caso. Ya hemos


escuchado académicos que coinciden con nuestra
indignación. Incluso hay colectivos alternativos
dispuestos a desenmascararlos.
Estamos juntando fuerzas para deshacernos de esa
plaga.”

N. E. Este relato fue enviado a nuestra redacción por el escritor AM,


indicando su sospecha de futuras acciones violentas por parte de
un grupo que podría estar bien organizado. También adjuntó unas
líneas a mano: “Al terminar de escucharlo, Julio, sentí vértigos
estomacales y el miedo mezclándose con la potencia de saberme
irreconocible. Mejor me levanté, me despedí de doña Vilma (quien
hizo un gesto de ‘yo a ti te conozco’) y dejé pagada la cuenta del
muchacho en Las Cien Puertas. La música de fondo rezaba: ‘solo
voy con mi pena, sola va mi condena, correr es mi destino para
burlar la ley’.”

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antología-regalito

LA NOCHE BUENA
CLAUDIA NAVAS

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aguinaldo narrable

Tenía muchos días preparando su partida a


Guatemala. La Soledad , queda muy lejos, no hay
camino, y para llegar hasta Huehuetenango debía
caminar un trecho largo y tomar dos buses que a veces
pasaban y a veces no. El tramo es solitario y el clima
muy frío, ni siquiera los camiones de la Gallo llegan
por esos lugares. Pero, la nochebuena se aproximaba
y por eso Rosalía tenía que viajar hacia la capital.
Quería ver a su esposo, darle el abrazo aunque sea a
las 12 del día, quería descansar en su pecho y llevarle
comida hecha por ella, con sabor a la casa. Casa.
Apenas es un cuarto de paredes desvencijadas, un
pequeño espacio en donde las gallinas, Juan y Jacinta
y el humo del poyo donde cocina se mezclan. Vio de
reojo su entorno y recordó cuando Felipe, también
llenaba ese espacio.
Siguió con la tarea. Limpió la hoja cuidadosamente,
envolvió los tamales uno por uno y luego dejó que el
fuego se avivara y vio cómo la leña iba acabándose y
el aroma de los tamales empezaba a sentirse; cerró
los ojos, quería dormir, quería soñar y olvidarse por
un momento de su vida. A la mañana siguiente dejó a
Jacinta con doña Isabel, tomó de la mano a Juan y con
su caja de cartón, empezaron a caminar. Pasadas unas
horas, llegaron hasta El Olvido y esperaron la
camioneta. Esperaron mucho. El sueño se apoderaba
de ellos a ratos, sus párpados se cerraban y la mano de

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antología-regalito

Rosalía soltaba el mecate de la caja. Por fin, el ruido


que la camioneta traía consigo los despertó. Subieron
y bajaron luego en la Terminal de La Angustia, después
de dos horas llegaron a la cabecera departamental y
tras caminar unas cuantas cuadras tomaron el bus
rumbo a la capital.
Era la primera vez que Juan venía a este extremo
del país, y pese al cansancio venía contento. Imaginaba
muchas cosas sobre este lugar, intentaba descubrir el
camino, pero la oscuridad de la noche, que ya había
llegado, no lo dejaba. El sueño se apoderó otra vez de
él, y en sus sueños veía a su papá, al que casi no
recordaba, esperándolo con los brazos abiertos. Veía
a su mamá sonriendo, casi nunca la veía así, por eso le
gustaba ese sueño, porque todos reían. Muchas horas
pasaron y por fin el barullo de la Terminal, los
bocinazos, los gritos de la gente, la precisión de
quienes van tras las camionetas y la luz de la mañana
borró sus sueños y exigió su atención. De la mano de
su mamá, caminó por varias calles, hasta que por fin
apareció el bus que se dirigía a Fraijanes.
Después de una hora y media la camioneta se
detuvo. Había una larga cola de buses, la gente
murmuraba, unos carros azules pasaban zumbando a
un lado y carro rojo con una luz arriba también pasó
velozmente. Rosalía apretaba el monedero contra el
pecho, mientras todos empezaron a descender del bus.
Caminaron un kilómetro o quizá un poco más, el ruido
era enorme: patrullas con sirenas, ambulancias, gente
llorando, Juan no sabía que pasaba. Rosalía temblaba,
pero mantenía la calma, pasara lo que pasara, Felipe

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aguinaldo narrable

era una persona tranquila, así que seguramente estaba


bien.
Empezaron a sacar camillas cubiertas por sábanas
blancas. La gente se amontonaba tras ellas y los
guardias los empujaban con sus rifles empuñados. Los
bomberos casi corrían cargando los pesados bultos
que aún sangraban, presionados por los soldados que
ya habían llegado y que en vano intentaban formar una
valla para alejar a la gente. De pronto uno de los
bomberos tropezó con una piedra y cayó al suelo, junto
con él, rodó la camilla, quedando al descubierto el
occiso, Jacinta pegó un grito espantoso y cayó de
rodillas a un lado del bombero, Juan sólo acertó a
detener la caja. Mientras los bomberos tapaban de
nuevo el rostro del muerto y seguían su camino,
Rosalía ahogaba su llanto jalando su suéter con las
manos.
Pasaron los días. En La Soledad nadie hablaba de
lo ocurrido, el rostro de Rosalía casi cadavérico daba
pena. En la tienda, Pedro y Esteban leían el recorte de
Nuestro Diario, en donde la foto de Felipe tirado junto
a la camilla explicaba el motín de Pavoncito en la
nochebuena. En la foto, Rosalía se miraba llorando y
Juan, Juanito detenía la caja amarrada con el lazo, con
los ojos abiertos, tratando de entender lo que estaba
pasando. El pie de foto rezaba: reo masacrado en el
motín de la madrugada del 24 en el de centro de
detención Pavoncito, Fraijanes.

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antología-regalito

NAVIDAD EN EL MALL
JAVIER PAYERAS

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aguinaldo narrable

Nivel 1: Ropa de dama


Revisa con gravedad la etiqueta. Recorre los pasillos
llenos. Entra al vestidor. Se desnuda frente a un espejo
que cuelga con tolerancia sobre un clavito. La prenda
baja suavemente. Ella analiza con cuidado las costuras,
la tela, le parece un poco ancho de los lados, además
esos listones… combinará bien con unos zapatos color
gena.

Nivel 2: Handyman
Un buen comprador nunca asiente con la cabeza
mientras le explican las veleidades de un producto.
Levanta con una mano el barreno. Luego le pregunta
al empleado si trae incluidas las brocas y cuántas
vienen. Después de la breve explicación del vendedor,
el discreto cliente no parece creer toda la información
que le dan al respecto. Dice gracias, toma la carretilla
y va en busca de pintura: látex, exteriores, interiores,
con esmalte… Se queda pensando de nuevo. Toma dos
botes y pide al encargado que los mezcle para que dé
un tono celeste extra claro.

Nivel 3: Ropa de bebé


—El rosado es un color que vuelve torpes a las niñas.
Torpes porque después no podemos decidir por
nosotras mismas. Mejor que sea un overol Osh Kosh
de lona azul, ese del bordado. Bastante caro. Pero su

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antología-regalito

papá lo va a pagar. ¡Quiere a su hija! Pues que le cueste.


Total sólo la ve cuando le da la gana. ¿Dónde estará
aquella maletita verde…

Nivel 4: Juguetes
—¡No entiende que no! ¡Alfonso, venga para acá! Ya
nos tenemos que ir. Ya sabe cómo se pone su papá si
uno no baja rápido. ¡Deje eso allí, niño! ¡Qué fastidia
hombre, mire ya va a botar a la señorita! Si quiere algo
gáneselo con sus notas y su comportamiento, a mí no
me diga nada que estoy enojada con usted.

Artículos navideños
Pequeño Santa Claus bailarín (Q 460.99); Árbol
navideño giratorio (Q 789.50). Árbol navideño con
luces (Q 768.65). Árbol navideño de sala con retazos
dorados (Q 1,499.00). Oferta de esferas navideñas
importadas (Q 235.90). Juego de luces intermitentes
con motivos musicales (Q 155.50).

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aguinaldo narrable

VENTA DE MEDIA NOCHE


JULIO SERRANO

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antología-regalito

Guau guau guau, guau guau guau, sonaba en las


bocinas del carro el disco de villancicos navideños de Purina,
era una tradición de primos poner a los animalitos esa noche.
Bajale a esa mierda mano. El hormigueo de las piernas
cuando se está mucho tiempo parado es terriblemente
insoportable durante tres o cuatro minutos luego de sentarse,
un ardor que se destila por las venas hace imaginar a cualquiera
cómo se sentirá meterse en bolas en un panal de avispas.
Nombre primo, relájese, entre las patas traes el six, sóque.
Manfredo abre dos latas, toma la suya y la bebe de un solo
trago, la cerveza salpica los seis pelos de su barba y luego el
uniforme azulblanquiso de la cadena de supermercados.
Mierda, eso de salir a las 10:30 del chance en noche
buena es una mierda, clack, se abre la otra lata mientras
busca en la guantera del primo el marcador permanente donde
se guardan los porros. Estoy a verga de ese chance
mano,¡puuuuuta! pero a aquea mierda ya no regreso. La
cafetera sobre la que iban montados amenaza con quedarse,
la preocupación la siente solo el primo, a Manfredo simplemente
le pela la verga. Presiona sus ojos con los dedos, un suspiro se
le escapa animal, adolorido, rasposo. Al día siguiente hay
almuerzo en casa de la tía, hoy, alcohol y angelitos. Pst primo,
no sea hueco, no se duerma, ya vamos a llegar y tiene que
ajusticiar a la fémina. Manfredo abre los ojos encendidos en
sangre, sus manos huesudas y bastante marcadas se empuñan,
el toro está agarrando valor, se incorpora y con lo que le queda
de fuerzas le da un golpe en el muslo al primo, patea las cuatro
latas vacías que tiene a sus pies y vuelve a recostarse, dejame
dormir cerote, ahí me despertás como a las cuatro.

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aguinaldo narrable

N.I.B. E INFINITAS LUCES DE COLORES


GABRIEL WOLTKE

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antología-regalito

El amó una estrella en su soledad / y una noche


antes de navidad / recortó los cables con un
diamante. Fueron felices un día de vísperas de las que
solo quedan fotos, entonces los regalos fueron como
un corazón envuelto en papel de figuras que contenía
corazones cada vez más pequeños haciendo el abrirlos
un ritual eterno; y así fue como aprendimos a regalar
la nada. Papá quemaba volcancitos sobre la palma de
su mano quedando de la pirotecnia un estigma negro
que parecía no dolerle pero un día tiempo después se
prendió fuego y ascendió al cielo para estallar en luces
de colores que bañaron el hogar con olor a pólvora,
manzanilla y pino.

Luego dieron las doces y el niño jesús se rompió


en pedazos y vio los pastores ebrios que llenaban la
calle y los ríos de aguas negras donde pesebres
suburbanos cantaban villancicos por debajo del puente.
Otra navidad y yo sin ti. Dos metros de cohetes le
ametrallaron el corazón, dispararon a quema ropa y
sobresaltados todos corrieron a abrazarse entre aquel
caos de felicidad que solo surge con la fecha. Un corto
circuito destrozó luces de colores entre los cables
que los unían. Las casas de los pastores prendieron en
llamas y los reyes magos confundieron su estrella. Mi
virgen María se quedó buscando posada sola cargando
entre sus brazos al niño jesús roto en pedazos Y tu

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aguinaldo narrable

Belén hija de Judá…busco consuelo entre las


palabras. Así con las doce fueron las luces que
alumbraron los retos de cerámica del niño perdido
entre el musgo y el aserrín, entre la pólvora y el pino.

Año con año papá aparecía en el cielo estallando


en infinitas luces de colores y los restos de la cerámica
del niño roto por la vía láctea se encontrarán en
algún planeta, en algún lugar.

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Esta antología es un regalito de varios escritores gutemaltecos al
cyberespacio y sus lectores, empezó a circular en diciembre de
2008 y nadie sabe cuál será su destino
o

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