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MEDICIÓN, EVALUACIÓN Y DIAGNOSTICO EN PSICOLOGÍA

Una de las funciones del profesional psicólogo, tal vez incluso una de las que es
considerada más típica del quehacer del psicólogo, es la de efectuar diagnósticos
psicológicos.

El término diagnóstico es ampliamente utilizado, no sólo en el ámbito de la psicología


o de las ciencias de la salud, sino que, en el contexto de muchas de las disciplinas
profesionales, y pareciera que en general se entiende su significado. Sin embargo, cuando
se busca una definición más precisa, nos encontramos con diversas ideas y conceptos
vinculados a este término, como por ejemplo los de medición y evaluación, entre otros, para
lo cual utilizamos pruebas o test psicológicos además de otros instrumentos. Se hace
necesario, entonces, precisar el significado que estos conceptos tienen en este contexto.

MEDIR

Al aplicar una prueba o test psicológico, habitualmente lo hacemos con la intención


de medir alguna característica psicológica, para llegar finalmente a alguna forma de
evaluación.

Medir consiste en asignar numerales a los fenómenos de acuerdo a ciertas


reglas. El proceso de “medir”, por lo tanto, es un procedimiento mediante el cual
clasificamos, ordenamos o agrupamos los fenómenos según un cierto criterio que nos es
útil, de modo de facilitar su manipulación o análisis. En este sentido, el criterio lo define
quien hace la medición y no refleja necesariamente una cualidad intrínseca del fenómeno
objeto de la medición. Por otra parte, hablamos en este contexto de numerales y no
números, porque los símbolos gráficos utilizados no representan necesariamente números.
El número es un concepto matemático que implica tres propiedades: identidad, ordinalidad
y cardinalidad, es decir, el 1 es siempre idéntico al 1 y distinto de cualquier otro número; el
1 antecede al 2, el cual a su vez antecede al 3, y así sucesivamente; y cada número tiene
además un valor de cantidad, de modo que 2 es el doble de 1, o 4 el doble de 2, y 3 la
misma cantidad que tres veces 1, etc.

Teniendo esto en mente, es obvio que cuando en un proceso de investigación


agrupamos a los participantes en dos grupos según su pertenencia al género femenino o
masculino, identificando el grupo de las mujeres como “grupo 1” y a los grupos de los
hombres como “grupo 2”, el 1 y el 2 no funcionan como números: los hombres no son el
doble de las mujeres y no serán tratados necesariamente después de las mujeres. Del
número se está usando, en este caso, sólo la propiedad de identidad: para los efectos de
la investigación, todos los integrantes del grupo 1 son idénticos (son todas mujeres), como
lo son los integrantes del grupo 2 (todos hombres), a la vez que los integrantes del grupo 1
son todos diferentes del grupo 2, al menos con respecto a la característica (o variable) que
está siendo medida.

EVALUAR

Así pues, al realizar un proceso de medición obtenemos un resultado que, si lo


expresamos numéricamente, responde a la pregunta “¿cuánto?”. Sin embargo, ello no nos
dice nada acerca de la bondad o valor del desempeño de un sujeto. Cuando, en un segundo
momento, interpretamos ese resultado respondiendo a preguntas como “¿qué significa o
implica ese resultado?”, o “¿cuán bien?”, es decir, cuando asociamos un juicio de valor al
resultado, entonces estamos haciendo una evaluación.
Es evidente que la medición por sí sola es de escasa utilidad, pero es imprescindible
como base para cualquier evaluación.

Hechas estas consideraciones y precisados los conceptos de medición y evaluación


en psicología, podemos pasar a examinar el concepto de diagnóstico psicológico o
psicodiagnóstico.

DIAGNOSTICO PSICOLÓGICO

Las definiciones de diagnóstico son variadas, y en su mayoría derivadas del


quehacer médico o del modelo médico. En al campo de la psicología, podemos decir que
el psicólogo intentará hacer un psicodiagnóstico cuando, a través de los métodos propios
de la psicología, intente llegar a una conclusión acerca de las características de una
persona, de un grupo de personas o de un hecho psicológico en sí.

Por otra parte, es importante destacar que el psicodiagnóstico es el resultado de un


examen detallado o de un estudio minucioso de algunas muestras de conducta. No
debemos perder de vista el hecho de que los fenómenos psíquicos (o procesos
psicológicos) no los podemos observar o medir directamente, sino sólo su exteriorización o
manifestación a través de alguna forma de comportamiento o conducta. Este es un aspecto
estrechamente relacionado con el tema de la validez de las pruebas de medición
psicológica: ¿hasta qué punto podemos tener la certeza de que la conducta que estamos
observando o midiendo, efectivamente es un indicador de la variable psicológica que
queremos diagnosticar?

Otro punto relevante en este contexto es el de la representatividad de la muestra de


conductas. Tal como lo sabemos en relación a las estimaciones en estadística, mientras
más representativa es la muestra sobre la que basamos nuestras inferencias, más seguras
las conclusiones (mayor el grado de confianza). El mismo razonamiento se aplica a la
situación de diagnóstico: mientras más amplia sea la muestra de conductas consideradas
para fundamentar el diagnóstico, más seguros podemos estar de que sea correcto.

En consecuencia, podemos decir que el diagnóstico psicológico intentará establecer


de la manera más objetiva posible, las características psicológicas de una persona o un
grupo de personas, otorgando a sus conclusiones un relativo valor de probabilidad. Es
importante no perder de vista este último aspecto: dadas las características de lo
diagnosticado (características humanas) y las características de los instrumentos de
diagnóstico (entrevistas, test o pruebas psicológicas), siempre habrá un cierto margen o
probabilidad de error. Los diagnósticos psicológicos, por lo tanto, sólo pueden
plantearse con un cierto grado de probabilidad. Y esto no es todo. Debemos considerar
siempre, además, que las características humanas son, en sí mismas, inestables o
cambiantes. Ya sea que nos estemos refiriendo a características psicológicas o físicas
(orgánicas o fisiológicas), siempre se tratará de características que pueden experimentar
cambios a través del tiempo, por lo que ningún diagnóstico es definitivo. Es obvio que
dependiendo de qué sea lo diagnosticado, las probabilidades de cambio serán mayores o
menores, pero siempre existen.
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Visto de este modo, tenemos que un test psicológico no es otra cosa que un
conjunto de estímulos utilizados para provocar en el sujeto una respuesta, respuesta que
es en sí misma una forma de conducta. Las conductas específicas que se hacen
manifiestas en la situación de examen psicológico como respuesta a los estímulos que
constituyen el test que se está utilizando, se supone que son un indicador del aspecto o
variable psicológica que se desea diagnosticar. Para esto no es necesario que la
conducta provocada por el test se parezca a la conducta o fenómeno psicológico que se
desea diagnosticar. Sólo se requiere que exista una correspondencia empírica
demostrada entre las dos. (Revisar a este respecto los conceptos de validez aparente,
validez predictiva y validez de contenido). El test psicológico no hace sino medir una
conducta. Sólo es posible determinar por la experiencia que dicha conducta puede servir
como índice efectivo de otra. En este sentido, la predicción se entiende aquí no sólo en el
sentido de deducir de un rendimiento actual una conducta futura, sino también en el
sentido que el diagnóstico de una condición presente significa una predicción del
comportamiento del individuo en situaciones distintas a las del test.

Lo dicho hasta el momento corresponde básicamente a un enfoque empírico del


problema. Existen también otras aproximaciones al estudio del diagnóstico psicológico,
entre las que podemos mencionar, por ejemplo, las definiciones instrumentales,
definiciones pragmáticas y definiciones diagnósticas.

Las definiciones instrumentales corresponden a un modelo evaluativo de atributos.


Las bases conceptuales de este modelo son: a) todo individuo “tiene” o puede ser
caracterizado por unos atributos, pudiendo ser situado en un punto dentro del continuo de
sus atributos. b) existen diferencias individuales con respecto a esos atributos. c) Para cada
individuo existe una posición verdadera (dada por la puntuación del test) dentro del continuo
de ese atributo. En este modelo está implícita también una teoría o conceptualización del
comportamiento en base a determinados rasgos o constructos psicológicos. Los
procedimientos metodológicos para precisar o aislar dichos atributos difieren y se basan
bien en los avances psicométricos realizados por los psicólogos matemáticos o en otros
planteamientos menos rigurosos. Una definición de diagnóstico desde esta perspectiva
podría ser, por ejemplo: “el estudio teórico y práctico de los diversos procedimientos que
sirven para el diagnóstico o conocimiento de las características de un individuo o grupo de
individuos”. (Dorsch, 1976)
En el enfoque pragmático, se basan las definiciones en una tradición utilitaria. Se
señala por ejemplo que “la función del psicodiagnóstico es la de identificar el problema que
el paciente ha presentado, con el propósito de llevar a cabo un tratamiento”. En esta línea
de pensamiento puede decirse que el psicodiagnóstico implica las siguientes cuestiones: 1)
la clasificación de la demanda y/o problema de la persona o personas a evaluar. 2) la
utilización de instrumentos y estrategias que permitan tomar decisiones. La elección de
estos instrumentos se realiza en función del tipo específico de problema a decidir, de la
estrategia a emplear, la evaluación del resultado y el costo del test. 3) La posibilidad
de llegar a tomar una serie de decisiones relativas a la persona en exploración y que llegó
en demanda de ayuda técnica al psicólogo.

En las definiciones diagnósticas, por último, se hace referencia a categorías


médicas y el concepto se define por analogía con el modelo médico como: “la determinación
de la naturaleza de una enfermedad psíquica después del estudio de sus signos y
síntomas”. Los objetivos propios de este enfoque se pueden resumir como: a) Etiquetar al
paciente con una o varias de las categorías o entidades nosológicas establecidas, en base
a la sintomatología que presenta. b) Identificar posibles factores etiológicos, y c) Determinar
la terapia idónea.
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Subyacente a este enfoque se encuentra una serie de conceptos básicos: 1) El


psicodiagnóstico hace referencia tan sólo a la exploración de padecimientos o trastornos
psíquicos. 2) Existe una categorización previa de entidades nosológicas en las que los
sujetos debería ser encuadrados, de cara a la aplicación de un tratamiento. 3) La aplicación
de instrumentos psicológicos tiene como objetivo sustancial el de “complementar”,
corroborar y medir aquellas tendencias que, según la experiencia práctica de los clínicos,
son de mayor significación.

Es una constante cuya importancia conviene precisar y que nos lleva de vuelta al
tema de los test o pruebas psicológicas. Es cierto que los test son instrumentos muy útiles
y necesarios, a veces incluso imprescindibles, pero el psicodiagnóstico no se reduce a la
aplicación de uno u otro test para luego dejar constancia de sus resultados. Tampoco
debemos pensar que los test son una especie de bola de cristal con la cual podemos develar
o averiguar cualquier cosa que deseamos saber del sujeto. No. Los test no son más que
estímulos ante los cuales esperamos que el sujeto reacciones, para obtener así una
muestra de su conducta. Con base en estas muestras conductuales hacemos luego
predicciones de un comportamiento presente y futuro. A veces, también concluimos
respecto de hechos pasados. Si nos detenemos en este punto, advertimos de inmediato la
complejidad y a la vez las limitaciones del psicodiagnóstico. Es complejo porque la conducta
de un sujeto, en este caso sus respuestas al test, está determinada simultáneamente por
muchas variables, todas las cuales no podemos controlar. La limitación deriva de este
mismo hecho: en la medida que no podemos afirmar en forma taxativa cuáles han sido las
determinantes de la conducta, nuestras conclusiones serán siempre tentativas, y lo serán
no sólo por esta razón, sino también por todas aquellas señaladas anteriormente.

¿Significa esto que debemos desestimar el psicodiagnóstico? No. Sólo que


debemos tener clara conciencia de lo que es y de lo que no es.
Así y todo, a lo que llegamos finalmente, es a enfrentar la tarea de convertir
observaciones de personas en particular, que se comportan de un modo particular, en una
situación en particular, en afirmaciones de que cierto tipo de personas mostrará un cierto
tipo de conducta en cierto tipo de situaciones. En otras palabras, el esfuerzo científico está
orientado a establecer una triple equivalencia de clases: de personas, de conductas y de
situaciones; y construir teorías que relacionen unas con otras. Al hacerlo así, nuestro
esfuerzo es nomotético, pero constituye un requisito para situar adecuadamente cualquier
caso particular, puesto que al hacer el análisis o estudio de un caso determinado, debemos
tener presente que cada persona cuenta con características universales (que comparte con
todos los seres humanos), como también cuenta con características comunes a su grupo
de pertenencia (y/o de referencia), y por último, que la manera en que esas características
se organizan, es única en él o ella. La evaluación o el diagnóstico debe dirigirse a esos tres
componentes o niveles del comportamiento de un individuo.

Resumiendo, tenemos que:

1. Los objetivos del psicodiagnóstico son fundamentalmente ideográficos, en el


sentido de que se centran en el estudio científico del comportamiento de un
sujeto.
2. El psicodiagnóstico se basa en los hallazgos de la Psicología como ciencia
nomotética, y por lo tanto en las leyes establecidas para los distintos hechos
psicológicos.
3. Los métodos utilizados en el psicodiagnóstico son los mismos de la
psicología nomotética y están encuadrados en una perspectiva científica.
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La exploración y el análisis del comportamiento ha de dirigirse tanto a las


características generales como a las conformadas culturalmente, así como también a la
organización idiosincrásica de todas estas características en el sujeto humano en particular

Otro punto que es importante tener claro respecto del psicodiagnóstico es que no
busca explicar. Con frecuencia cometemos el error de considerar los resultados o las
conclusiones obtenidas, como explicaciones de ciertos hechos. Un sujeto presenta
alucinaciones. Se le hace un examen psicológico y resulta diagnosticado como
esquizofrénico. Decimos entonces que presenta alucinaciones porque es esquizofrénico.
Lo correcto es lo inverso: lo hemos diagnosticado como esquizofrénico porque presenta
alucinaciones y otros signos o síntomas propios de ese cuadro y en ningún caso hemos
explicado el por qué presenta esos síntomas.

Esto no significa que el psicodiagnóstico no sea útil a la hora de buscar posibles


explicaciones o la comprensión de la conducta del paciente. Es cierto que este punto ha
sido también objeto de controversias, pero si situamos los términos en un contexto
científico, desprovisto de las implicaciones filosóficas, el problema se reduce a una cuestión
de matices, por cuanto la comprensión se deriva de la explicación. La explicación es un
hecho lógico, la comprensión un fenómeno psicológico. Visto de este modo, la explicación
y la comprensión son momentos distintos de la investigación psico diagnóstica, siendo lo
fundamental la explicación. Si nuestro diagnóstico contiene la explicación de la conducta
observada, tendremos un adecuado fundamento tanto para nuestro enfoque predictivo
como para las medidas correctivas. Sin embargo, los diagnósticos la mayoría de las veces
son apenas descriptivos o clasificatorios. No debemos desalentarnos p o r esto, puesto
que la descripción es el primer paso para la explicación, y la explicación, si bien es un
requisito de la ciencia, no es siempre imprescindible (aunque sea deseable) en la actividad
clínica.

Por otra parte, la clasificación de los fenómenos en estudio ha resultado siempre


útil a la ciencia, por cuanto es un modo simple de analizar y sintetizar los problemas. Desde
luego, un sistema taxonómico no es una teoría, pero representa un sistema de conceptos
que puede conllevar un conjunto de hipótesis asociadas.

En definitiva, cualquier aplicación del conocimiento científico requiere del uso de un


cuerpo bien definido y establecido de leyes y reglas que, por el momento, es dudoso que
exista en Psicología. Pero, aunque es probable que puedan darse en psicodiagnóstico
explicaciones causales de la conducta de un sujeto, sí podemos decir que, a través de la
evaluación psicológica, es posible llegar a explicaciones basadas en leyes probabilísticas,
perfectamente compatibles
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