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Bioética. TSDI

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Bioética

La bioética es la rama de la ética dedicada a proveer los principios para la


conducta más apropiada del ser humano con respecto a la vida, tanto de la vida
humana como del resto de seres vivos, así como al ambiente en el que pueden
darse condiciones aceptables para la misma.
Se trata de una disciplina relativamente nueva, y el origen del término
corresponde al pastor protestante, teólogo, filósofo y educador alemán Fritz
Jahr, quien en 1927 usó el término Bio-Ethik en un artículo sobre la relación
ética del ser humano con las plantas y los animales.1 Más adelante, en 1970, el
bioquímico estadounidense dedicado a la oncología Van Rensselaer
Potter utilizó el término bio-ethics en un artículo sobre «la ciencia de la
supervivencia» y posteriormente en 1971 en su libro Bioética un puente hacia
el futuro.
En su sentido más amplio, la bioética, a diferencia de la ética médica, no se
limita al ámbito médico, sino que incluye todos los problemas éticos que tienen
que ver con la vida en general, extendiendo de esta manera su campo a
cuestiones relacionadas con el medio ambiente y al trato debido a los animales.
Se han formulado una serie de definiciones respecto a la disciplina de la
Bioética, siendo una de ellas la adoptada por la Unidad Regional de Bioética de
la OPS, con sede en Santiago de Chile y que, modificada por el S. J. Alfonso
Llano Escobar en una revista de la especialidad, define a la Bioética como «el
uso creativo del diálogo inter y transdisciplinar entre ciencias de la vida y
valores humanos para formular, articular y, en la medida de lo posible, resolver
algunos de los problemas planteados por la investigación y la intervención
sobre la vida, el medio ambiente y el planeta Tierra». Sin embargo, cabe
destacar, que ya en 1978, el Kennedy Institute de la Universidad jesuita de
Georgetown en Estados Unidos, había publicado la primera Enciclopedia de
Bioética en cuatro volúmenes, dirigida por Warren Reich, un teólogo católico,
donde se define a la Bioética como el "estudio sistemático de la conducta
humana en el área de las ciencias de la vida y la salud, examinado a la luz de
los valores y principios morales".
Definición y dominios
La bioética abarca las cuestiones éticas acerca de la vida que surgen en las
relaciones entre biología, nutrición, medicina, química, política (no debe
confundirse con la “biopolitica”), derecho, filosofía, sociología,
antropología, teología, etc. Existe un desacuerdo acerca del dominio apropiado
para la aplicación de la ética en temas biológicos. Algunos bioéticos tienden a
reducir el ámbito de la ética a lo relacionado con los tratamientos médicos o
con la innovación tecnológica. Otros, sin embargo, opinan que la ética debe
incluir lo relativo a todas las acciones que puedan ayudar o dañar
organismos capaces de sentir miedo y dolor. En una visión más amplia, no
sólo hay que considerar lo que afecta a los seres vivos (con capacidad de sentir
dolor o sin tal capacidad), sino también al ambiente en el que se desarrolla la
vida, por lo que también se relaciona con la ecología.
El criterio ético fundamental que regula esta disciplina es el respeto al ser
humano, a sus derechos inalienables, a su bien verdadero e integral:
la dignidad de la persona.
Por la íntima relación que existe entre la bioética y la antropología, la visión
que de ésta se tenga condiciona y fundamenta la solución ética de cada
intervención técnica sobre el ser humano.
La bioética es con frecuencia asunto de discusión política, lo que genera crudos
enfrentamientos entre aquellos que defienden el progreso tecnológico en forma
incondicionada y aquellos que consideran que la tecnología no es un fin en sí,
sino que debe estar al servicio de las personas y bajo el control de criterios
éticos; o entre quienes defienden los derechos para algunos animales y quienes
no consideran tales derechos como algo regulable por la ley; o entre quienes
están a favor o en contra del aborto o la eutanasia.
Las primeras declaraciones de bioética surgen con posterioridad a la Segunda
Guerra Mundial, cuando el mundo se escandalizó tras el descubrimiento de los
experimentos médicos llevados a cabo por los facultativos del régimen
hitleriano sobre los prisioneros en los campos de concentración. Esta situación,
a la que se suma el dilema planteado por el invento de la fístula para diálisis
renal de Scribner (Seattle, 1960), las prácticas del Hospital Judío de
Enfermedades Crónicas (Brooklyn, 1963) o la Escuela de Willowbrook (Nueva
York, 1963), van configurando un panorama donde se hace necesaria la
regulación, o al menos, la declaración de principios a favor de las víctimas de
estos experimentos. Ello determina la publicación de diversas declaraciones y
documentos bioéticos a nivel mundial.

Principios fundamentales
En 1979, los bioeticistas Tom L. Beauchamp y James F. Childress,definieron
los cuatro principios de la bioética: autonomía, no
maleficencia, beneficencia y justicia. En un primer momento definieron que
estos principios son prima facie, esto es, que vinculan (son obligatorios)
siempre y cuando no colisionen entre ellos, en cuyo caso habrá que dar
prioridad a uno u otro, dependiendo del caso. Sin embargo, en 2003
Beauchamp considera que los principios deben ser especificados para
aplicarlos a los análisis de los casos concretos, o sea, deben ser discutidos y
determinados por el caso concreto a nivel casuístico.

Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress son:

Principio de autonomía
La autonomía expresa la capacidad para darse normas o reglas a uno mismo sin
influencia de presiones. El principio de autonomía tiene un carácter imperativo
y debe respetarse como norma, excepto cuando se dan situaciones en que las
personas puedan no ser autónomas o presenten una autonomía disminuida
(personas en estado vegetativo o con daño cerebral, etc.), en cuyo caso será
necesario justificar por qué no existe autonomía o por qué esta se encuentra
disminuida. En el ámbito médico, el consentimiento informado es la máxima
expresión de este principio de autonomía, constituyendo un derecho del
paciente y un deber del médico, pues las preferencias y los valores del enfermo
son primordiales desde el punto de vista ético y suponen que el objetivo del
médico es respetar esta autonomía porque se trata de la salud del paciente.
Principio de beneficencia
Obligación de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos
intereses y suprimiendo prejuicios. En medicina, promueve el mejor interés del
paciente pero sin tener en cuenta la opinión de éste. Supone que el médico
posee una formación y conocimientos de los que el paciente carece, por lo que
aquél sabe (y por tanto, decide) lo más conveniente para éste. Es decir "todo
para el paciente pero sin contar con él".
Un primer obstáculo al analizar este principio es que desestima la opinión del
paciente, primer involucrado y afectado por la situación, prescindiendo de su
opinión debido a su falta de conocimientos médicos. Sin embargo, las
preferencias individuales de médicos y de pacientes pueden discrepar respecto
a qué es perjuicio y qué es beneficio. Por ello, es difícil defender la primacía de
este principio, pues si se toman decisiones médicas desde éste, se dejan de lado
otros principios válidos como la autonomía o la justicia.
Principio de no maleficencia
Abstenerse intencionadamente de realizar actos que puedan causar daño o
perjudicar a otros. Es un imperativo ético válido para todos, no sólo en el
ámbito biomédico sino en todos los sectores de la vida humana. En medicina,
sin embargo, este principio debe encontrar una interpretación adecuada pues a
veces las actuaciones médicas dañan para obtener un bien. Entonces, de lo que
se trata es de no perjudicar innecesariamente a otros. El análisis de este
principio va de la mano con el de beneficencia, para que prevalezca el
beneficio sobre el perjuicio.
Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia son varias: tener
una formación teórica y práctica rigurosa y actualizada permanentemente para
dedicarse al ejercicio profesional, investigar sobre tratamientos,
procedimientos o terapias nuevas, para mejorar los ya existentes con objeto de
que sean menos dolorosos y lesivos para los pacientes; avanzar en el
tratamiento del dolor; evitar la medicina defensiva y, con ello, la multiplicación
de procedimientos y/o tratamientos innecesarios.
Aparece por primera vez en el Informe Belmont (1978).
Principio de justicia
Tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de disminuir las
situaciones de desigualdad (ideológica, social, cultural, económica, etc.). En
nuestra sociedad, aunque en el ámbito sanitario la igualdad entre todos los
hombres es sólo una aspiración, se pretende que todos sean menos desiguales,
por lo que se impone la obligación de tratar igual a los iguales y desigual a los
desiguales para disminuir las situaciones de desigualdad.
El principio de justicia puede desdoblarse en dos: un principio formal (tratar
igual a los iguales y desigual a los desiguales) y un principio material
(determinar las características relevantes para la distribución de los recursos
sanitarios: necesidades personales, mérito, capacidad económica, esfuerzo
personal, etc.).
Las políticas públicas se diseñan de acuerdo con ciertos principios materiales
de justicia. En España, por ejemplo, la asistencia sanitaria es teóricamente
universal y gratuita y está, por tanto, basada en el principio de la necesidad. En
cambio, en Estados Unidos la mayor parte de la asistencia sanitaria de la
población está basada en los seguros individuales contratados con compañías
privadas de asistencia médica.
Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar qué
igualdades o desigualdades se van a tener en cuenta para determinar el
tratamiento que se va a dar a cada uno. El enfermo espera que el médico haga
todo lo posible en beneficio de su salud. Pero también debe saber que las
actuaciones médicas están limitadas por una situación impuesta al médico,
como intereses legítimos de terceros.
La relación médico-paciente se basa fundamentalmente en los principios de
beneficencia y de autonomía, pero cuando estos principios entran en conflicto,
a menudo por la escasez de recursos, es el principio de justicia el que entra en
juego para mediar entre ellos. En cambio, la política sanitaria se basa en el
principio de justicia, y será tanto más justa en cuanto que consiga una mayor
igualdad de oportunidades para compensar las desigualdades.

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