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DIOS

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ºDIOS

Enseñamos que no hay más que un Dios vivo y verdadero (Dt. 6:4; Is.
45:5–7; 1 Co. 8:4), un Espíritu infinito, que todo lo sabe (Jn. 4:24), perfecto en
todos sus atributos, uno en esencia, existiendo eternamente en tres Personas:
Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mt. 28:19; 2 Co. 13:14), mereciendo adoración y
obediencia cada uno por igual.

Dios el Padre
Enseñamos que Dios el Padre, la primera persona de la Trinidad, ordena
y dispone todas las cosas de acuerdo a su propósito y gracia (Sal. 145:8–9; 1
Co. 8:6).
Él es el Creador de todas las cosas (Gn. 1:1–31; Ef. 3:9). Como el único
Gobernante absoluto y Omnipotente en el universo, Él es soberano en la
creación, providencia y redención (Sal. 103:19; Ro. 11:36). Su paternidad
involucra tanto su designación dentro de la Trinidad como su relación con la
humanidad. Como el Creador Él es Padre de todos los hombres (Ef. 4:6), pero
Él únicamente es el Padre espiritual de los creyentes (Ro. 8:14; 2 Co. 6:18). Él
ha determinado para su propia gloria todas las cosas que suceden (Ef. 1:11). Él
continuamente sostiene, dirige y gobierna a todas las criaturas y a todos los
acontecimientos (1 Cr. 29:11). En su soberanía Él no es ni el autor del pecado
ni quien lo aprueba (Hab. 1:13; Jn. 8:38–47), ni tampoco anula la
responsabilidad de criaturas morales e inteligentes (1 P. 1:17). En su gracia ha
escogido desde la eternidad pasada a aquellos a quienes Él ha determinado que
sean suyos (Ef. 1:4–6); Él salva del pecado a todos los que vienen a Él por
medio de Jesucristo; adopta como suyos a todos los que vienen a Él; y se
convierte, al adoptarlos, en Padre de los suyos (Jn. 1:12; Ro. 8:15; Gá. 4:5;
He. 12:5–9).

Dios el Hijo
Enseñamos que Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad, posee
todos los atributos divinos y en estos Él es igual a Dios, consubstancial y
coeterno con el Padre (Jn. 10:30; 14:9).
Enseñamos que Dios el Padre creó de acuerdo a su propia voluntad, a
través de su Hijo, Jesucristo, por medio de quien todas las cosas continúan
existiendo y operando (Jn. 1:3; Col. 1:15–17; He. 1:2).
Enseñamos que en la encarnación (Dios hecho hombre), Cristo rindió o
hizo a un lado únicamente las prerrogativas de la deidad, pero nada de la
esencia divina, ni en grado ni en tipo. En su encarnación, la segunda persona
de la Trinidad, existiendo eternamente, aceptó todas las características
esenciales del ser humano y de esta manera se volvió el Dios-hombre (Fil.
2:5–8; Col. 2:9).
Enseñamos que Jesucristo representa a la humanidad y deidad en una
unidad indivisible (Mi. 5:2; Jn. 5:23; 14:9–10; Col. 2:9). Enseñamos que
nuestro Señor Jesucristo nació de una virgen (Is. 7:14; Mt. 1:23, 25; Lc. 1:26–
35); que Él era Dios encarnado (Jn. 1:1, 14); y que el propósito de la
encarnación fue revelar a Dios, redimir a los hombres y gobernar sobre el
reino de Dios (Sal. 2:7–9; Is. 9:6; Jn. 1:29; Fil. 2:9–11; He. 7:25–26; 1 P.
1:18–19).
Enseñamos que, en la encarnación, la segunda persona de la Trinidad
hizo a un lado su derecho a todas las prerrogativas de coexistencia con Dios y
se atribuyó una existencia apropiada a un siervo mientras que nunca se
despojó de sus atributos divinos (Fil. 2:5–8).
Enseñamos que nuestro Señor Jesucristo llevó a cabo nuestra redención
por medio del derramamiento de su sangre y de su muerte sacrificial en la
cruz, y que su muerte fue voluntaria, vicaria, sustituta, propiciatoria y
redentora (Jn. 10:15; Ro. 3:24–25; 5:8; 1 P. 2:24).
Enseñamos que debido a que la muerte de nuestro Señor Jesucristo fue
eficaz, el pecador que cree es liberado del castigo, la paga, el poder y un día
de la presencia misma del pecado; y que él es declarado justo, se le otorga
vida eterna y es adoptado en la familia de Dios (Ro. 3:25; 5:8–9; 2 Co. 5:14–
15; 1 P. 2:24; 3:18).
Enseñamos que nuestra justificación es asegurada por su resurrección
literal y física de los muertos y que Él ahora, después de haber ascendido, está
a la diestra del Padre, donde ahora es nuestro Mediador como Abogado y
Sumo Sacerdote (Mt. 28:6; Lc. 24:38–39; Hch. 2:30–31; Ro. 4:25; 8:34; He.
7:25; 9:24 1 Jn. 2:1).
Enseñamos que en la resurrección de Jesucristo de la tumba, Dios
confirmó la deidad de su Hijo y demostró que Dios ha aceptado la obra
expiatoria de Cristo en la cruz. La resurrección corporal de Jesús también es la
garantía de una vida de resurrección futura para todos los creyentes (Jn. 5:26–
29; 14:19; Ro. 1:4; 4:25; 6:5– 10; 1 Co. 15:20–23).
Enseñamos que Jesucristo regresará para llevarse a la iglesia, la cual es
su cuerpo, en el arrebatamiento, y al regresar con su iglesia en gloria,
establecerá su reino milenario en la tierra (Hch. 1:9–11; 1 Ts. 4:13–18; Ap.
20).
Enseñamos que el Señor Jesucristo es aquel a través de quien Dios juzgará a
toda la humanidad (Jn. 5:22–23):
a. Creyentes (1 Co. 3:10–15; 2 Co. 5:10)
b. Habitantes de la tierra que estén vivos cuando Él regrese en gloria
(Mt. 25:31– 46)
c. Muertos incrédulos ante el gran trono blanco (Ap. 20:11–15)
Como el Mediador entre Dios y el hombre (1 Ti. 2:5), la Cabeza de su
Cuerpo que es la iglesia (Ef. 1:22; 5:23; Col. 1:18) y el Rey universal
venidero, quien reinará en el trono de David (Is. 9:6; Lc. 1:31–33), Él es el
Juez que tiene la última palabra sobre todos los que no confían en Él como
Señor y Salvador (Mt. 25:14–46; Hch. 17:30–31).

Dios el Espíritu Santo


Enseñamos que el Espíritu Santo es una persona divina, eterna, no
derivada, que posee todos los atributos de personalidad y deidad incluyendo
intelecto (1 Co. 2:10– 13), emociones (Ef. 4:30), voluntad (1 Co. 12:11),
eternalidad (He. 9:14), omnipresencia (Sal. 139:7–10), omnisciencia (Is.
40:13–14), omnipotencia (Ro. 15:13) y veracidad (Jn. 16:13). En todos los
atributos divinos y en sustancia Él es igual al Padre y al Hijo (Mt. 28:19; Hch.
5:3–4; 28:25–26; 1 Co. 12:4–6; 2 Co. 13:14; y Jer. 31:31–34 con He. 10:15–
17).
Enseñamos que el Espíritu Santo ejecuta la voluntad divina con relación
a toda la humanidad. Reconocemos su actividad soberana en la creación (Gn.
1:2), la encarnación (Mt. 1:18), la revelación escrita (2 P. 1:20–21) y la obra
de salvación (Jn. 3:5–7).
Enseñamos que la obra del Espíritu Santo en esta época comenzó en
Pentecostés cuando Él descendió del Padre como fue prometido por Cristo (Jn.
14:16–17; 15:26) para iniciar y completar la edificación del Cuerpo de Cristo,
el cual es su iglesia (1 Co. 12:13). El amplio espectro de su actividad divina
incluye convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio; glorificando al
Señor Jesucristo y transformando a los creyentes a la imagen de Cristo (Jn.
16:7–9; Hch. 1:5; 2:4; Ro. 8:9; 2 Co. 3:6; Ef. 1:13).
Enseñamos que el Espíritu Santo es el Maestro divino, quien guió a los
apóstoles y profetas en toda la verdad conforme ellos se entregaban a escribir
la revelación de Dios, la Biblia. Todo creyente posee la presencia del Espíritu
Santo, quien mora en él desde el momento de la salvación. El deber de todos
los que han nacido del Espíritu consiste en ser llenos (controlados por) el
Espíritu (Jn. 16:13; Ro. 8:9; Ef. 5:18; 2 P. 1:19–21; 1 Jn. 2:20, 27).
Enseñamos que el Espíritu Santo administra dones espirituales a la
iglesia. El Espíritu Santo no se glorifica a sí mismo ni a sus dones por medio
de muestras ostentosas, sino que glorifica a Cristo al implementar su obra de
redención de los perdidos y edificación de los creyentes en la santísima fe (Jn.
16:13–14; Hch. 1:8; 1 Co. 12:4–11; 2 Co. 3:18).
Enseñamos con respecto a esto, que Dios el Espíritu Santo es soberano
en otorgar todos sus dones para el perfeccionamiento de los santos hoy día y
que hablar en lenguas y la operación de los milagros de señales en los
primeros días de la iglesia, fueron con el propósito de apuntar y certificar a los
apóstoles como reveladores de verdad divina, y su propósito nunca fue el de
ser característicos de la vida de los creyentes (1 Co. 12:4–11; 13:8–10; 2 Co.
12:12; Ef. 4:7–12; He. 2:1–4).
EL AMOR DE DIOS

Es una parte de su carácter. 2 Co. 13:11; 1 Jn. 4:8.


Cristo, el objeto especial del a. Jn. 15:9; 17:26.
Cristo permanece en el a. Jn. 15:10.
Descrito como
Soberano. Dt. 7:8; 10:15.
Grande. Ef. 2:4.
Constante. Sof. 3:17.
Fiel. Is. 49:15, 16.
Inalienable. Ro. 8:39.
Constreñidor. Os. 11:4.
Eterno. Jer. 31:3.
Independiente de los méritos. Dt. 7:7; Job 7:17.
Manifestado hacia
Los pecadores perdidos. Jn. 3:16; Tit. 3:4.
Sus santos. Jn. 16:27; 17:23; 2 Ts. 2:16; 1 Jn. 4:16.
Los pobres. Dt. 10:18.
Los dadores alegres. 2 Co. 9:7.
Demostrado
Al darnos a Cristo. Jn. 3:16.
Al enviar a Cristo. 1 Jn. 4:9.
Al morir Cristo por nosotros, aun siendo pecadores. Ro. 5:8; 1 Jn. 4:10.
En la elección. Mal. 1:2, 3; Ro. 9:11–13.
En la adopción. 1 Jn. 3:1.
En la redención. Is. 43:3, 4; 63:9.
En el carácter gratuito de la salvación. Tit. 3:4–7.
En el perdón de los pecados. Is. 38:17.
En el avivamiento de las almas. Ef. 2:4, 5.
Al atraernos a Él. Os. 11:4.
En las bendiciones temporales. Dt. 7:13.
Los castigos. He. 12:6.
Al derrotar los malos consejos. Dt. 23:5.
Derramado en el corazón por el Espíritu Santo. Ro. 5:5.
Los creyentes conocen y creen en el a. 1 Jn. 4:16.
Los creyentes deben conservarse en el a. Jud. 1:21.
Perfeccionado en los creyentes
Por la obediencia. 1 Jn. 2:5.
Por el amor fraternal. 1 Jn. 4:12.
Es la fuente de nuestro amor a Él. 1 Jn. 4:19.
Debe buscarse en oración. 2 Co. 13:14.
LA BONDAD DE DIOS

Es parte de su carácter. Sal. 25:8; Nah 1:7; Mt. 19:17.


Es enunciada como
Grande. Neh. 9:35; Zac. 9:17.
Rica. Sal. 104:24; Ro. 2:4.
Abundante. Éx. 34:6; Sal. 33:5.
Satisfaciente. Sal. 65:4; Jer. 31:12, 14.
Inagotable. Sal. 23:6; 52:1.
Universal. Sal. 145:9; Mt. 5:45.
Manifestada
A su Iglesia. Sal. 31:19; Lm. 3:25.
Al hacer bien. Sal. 119:68; 145:9.
Al satisfacer las necesidades temporales. Hch. 14:17.
Al proveer para los pobres. Sal. 68:10.
Al perdonar los pecados. 2 Cr. 30:18; Sal. 86:5.
Conduce al arrepentimiento. Ro. 2:4.
Reconocida, en su proceder. Esd. 8:18; Neh. 2:18.
Orar por la manifestación de la b. 2 Ts. 1:11.
No despreciar la b. Ro. 2:4.
Reverenciar la b. Jer. 33:9; Os. 3:5.
Alabar la b. Sal. 107:8; Jer. 33:11.
Animar a los demás a confiar en la b. Sal. 34:8.
Los impíos no tienen en cuenta la b. Neh. 9:35.

CRISTO ES DIOS

Como Jehová. Is. 40:3; Mt. 3:3.


Como Jehová, el Rey de gloria. Sal. 24:7, 10; 1 Co. 2:8; Stg. 2:1.
Como Jehová, justicia nuestra. Jer. 23:5, 6; 1 Co. 1:30.
Como Jehová, sobre todos. Sal. 97:9; Jn. 3:31.
Como Jehová, el primero y el último. Is. 44:6; Ap. 1:17; Is. 48:12–16; Ap.
22:13.
Como el igual a Dios. Zac. 13:7; Fil. 2:6.
Como Jehová de los ejércitos. Is. 6:1–3; Jn. 12:41; Is. 8:13, 14; 1 P. 2:8.
Como Jehová, el pastor. Is. 40:11; He. 13:20.
Como Jehová, para cuya gloria fueron creadas todas las cosas. Pr. 16:4; Col.
1:16.
Como Jehová, el mensajero del pacto. Mal. 3:1; Mr. 1:2; Lc. 2:27.
Invocado como Jehová. Jl. 2:32; Hch. 2:21; 1 Co. 1:2.
Como el Dios eterno y Creador. Sal. 102:24–27; He. 1:8, 10–12.
Como el Dios poderoso. Is. 9:6.
Como el gran Dios y Salvador. Os. 1:7; Tit. 2:13.
Como Dios sobre todos. Sal. 45:6, 7; Ro. 9:5.
Como el Dios verdadero. Jer. 10:10; 1 Jn. 5:20.
Como la Palabra de Dios. Jn. 1:1.
Como Dios, el Juez. Ec. 12:14; 1 Co. 4:5; 2 Co. 5:10; 2 Ti. 4:1.
Como Emanuel. Is. 7:14; Mt. 1:23.
Como Rey de reyes y Señor de señores. Dn. 10:17; Ap. 1:5; 17:14.
Como el Santo. 1 S. 2:2; Hch. 3:14.
Como el Señor del cielo. 1 Co. 15:47.
Como Señor del sábado. Gn. 2:3; Mt. 12:8.
Como Señor de todos. Hch. 10:36; Ro. 10:11–13.
Como Hijo de Dios. Mt. 26:63–67.
Como el Unigénito Hijo del Padre. Jn. 1:14, 18; 3:16, 18; 1 Jn. 4:9.
Su sangre es llamada la sangre de Dios. Hch. 20:28.
Como uno con el Padre. Jn. 10:30, 38; 12:45; 14:7–10; 17:10.
Como enviador del Espíritu, igualmente con el Padre. Jn. 14:16; 15:26.
Como merecedor de la misma honra con el Padre. Jn. 5:23.
Como Dueño de todas las cosas, igualmente con el Padre. Jn. 16:15.
Como no sujeto a la ley del sábado, igualmente con el Padre. Jn. 5:17.
Como la Fuente de gracia, al igual que el Padre. 1 Ts. 3:11; 2 Ts. 2:16, 17.
Como inescrutable, igualmente con el Padre. Pr. 30:4; Mt. 11:27.
Como Creador de todas las cosas. Is. 40:28; Jn. 1:3; Col. 1:16; He. 1:2.
Como Sustentador y Preservador de todas las cosas. Neh. 9:6; Col. 1:17; He.
1:3.
Como poseedor de la plenitud de la deidad. Col. 2:9; He. 1:3.
Como resucitado de los muertos. Jn. 5:21; 6:40, 54.
Como resucitado por sí mismo de entre los muertos. Jn. 2:19, 21; 10:18.
Como Eterno. Is. 9:6; Mi. 5:2; Jn. 1:1; Col. 1:17; He. 1:8–10; Ap. 1:8.
Como Omnipresente. Mt. 18:20; 28:20; Jn. 3:13.
Como Omnipotente. Sal. 45:3; Fil. 3:21; Ap. 1:8.
Como Omnisciente. Jn. 16:30; 21:17.
Como discernidor de los pensamientos del corazón. 1 R. 8:39; Lc. 5:22; Ez.
11:5; Jn. 2:24, 25; Ap. 2:23.
Como inmutable. Mal. 3:6; He. 1:12; 13:8.
Como poseedor del poder de perdonar los pecados. Col. 3:13; Mr. 2:7, 10.
Como Dador de los pastores a la Iglesia. Jer. 3:15; Ef. 4:11–13.
Como esposo de la Iglesia. Is. 54:5; Ef. 5:25–32; Is. 62:5; Ap. 21:2, 9.
Como el objeto de adoración divina. Hch. 7:59; 2 Co. 12:8, 9; He. 1:6; Ap.
5:12.
Como el objeto de la fe. Sal. 2:12; 1 P. 2:6; Jer. 17:5, 7; Jn. 14:1.
Como Dios, él redime y purifica a la Iglesia para sí mismo. Ap. 5:9; Tit. 2:14.
Como Dios, el se presenta a la Iglesia a sí mismo. Ef. 5:27; Jud. 1:24, 25.
Los creyentes viven para Él como Dios. Ro. 6:11; Gá. 2:19; 2 Co. 5:15.
Reconocido por sus apóstoles como Dios. Jn. 20:28.
Reconocido como Dios por los santos del Antiguo Testamento. Gn. 17:1;
48:15, 16; 32:24–30; Os. 12:3–5; Jue. 6:22–24; 13:21, 22; Job 19:25–27.

DIOS

Es espíritu. Jn. 4:24; 2 Co. 3:17.


Es enunciado como
Luz. Is. 60:19; Stg. 1:17; 1 Jn. 1:5.
Amor. 1 Jn. 4:8, 16.
Invisible. Job 23:8, 9; Jn. 1:18; 5:37; Col. 1:15; 1 Ti. 1:17.
Inescrutable. Job 11:7; 37:23; Sal. 145:3; Is. 40:28; Ro. 11:33.
Incorruptible. Ro. 1:23.
Eterno. Dt. 33:27; Sal. 90:2; Ap. 4:8–10.
Inmortal. 1 Ti. 1:17; 6:16.
Omnipotente. Gn. 17:1; Éx. 6:3.
Omnisciente. Sal. 139:1–6; Pr. 5:21.
Omnipresente. Sal. 139:7; Jer. 23:23.
Inmutable. Sal. 102:26, 27; Stg. 1:17.
Único y sabio. Ro. 16:27; 1 Ti. 1:17.
Glorioso. Éx. 15:11; Sal. 145:5.
Altísimo. Sal. 83:18; Hch. 7:48.
Perfecto. Mt. 5:48.
Santo. Sal. 99:9; Is. 5:16.
Justo. Dt. 32:4; Is. 45:21.
Verdadero. Jer. 10:10; Jn. 17:3.
Recto. Sal. 25:8; 92:15.
Justo. Esd. 9:15; Sal. 145:17.
Bueno. Sal. 25:8; 119:68.
Grande. 2 Cr. 2:5; Sal. 86:10.
Misericordioso. Éx. 34:6; Sal. 116:5.
Fiel. 1 Co. 10:13; 1 P. 4:19.
Misericordioso. Éx. 34:6, 7; Sal. 86:5.
Paciente. Nm. 14:18; Mi. 7:1.
Celoso. Jos. 24:19; Nah 1:2.
Compasivo. 2 R. 13:23.
Fuego consumidor. He. 12:29.
Ningún otro fuera de Él. Dt. 4:35; Is. 44:6.
Ningún otro antes que Él. Is. 43:10.
Ninguno como Él. Éx. 9:14; Dt. 33:26; 2 S. 7:22; Is. 46:5, 9; Jer. 10:6.
Nadie es bueno sino Él. Mt. 19:17.
Llena el cielo y la tierra. 1 R. 8:27; Jer. 23:24.
Debe ser adorado en espíritu y en verdad. Jn. 4:24.

LOS DONES DE DIOS

Todas las bendiciones son d. Stg. 1:17; 2 P. 1:3.


Son dispensados de acuerdo con su voluntad. Ec. 2:26; Dn. 2:21; Ro. 12:6; 1
Co. 7:7.
Son gratuitos y abundantes. Nm. 14:8; Ro. 8:32.
Espirituales
Cristo, el Señor de los d. Is. 42:6; 55:4; Jn. 3:16; 4:10; 6:32, 33.
Son por medio de Cristo. Sal. 68:18; Ef. 4:7, 8; Jn. 6:27.
El Espíritu Santo. Lc. 11:13; Hch. 8:20.
La gracia. Sal. 84:11; Stg. 4:6.
La sabiduría. Pr. 2:6; Stg. 1:5.
El arrepentimiento. Hch. 11:18.
La fe. Ef. 2:8; Fil. 1:29.
La justicia. Ro. 5:16, 17.
La fuerza y el vigor. Sal. 68:35.
Un nuevo corazón. Ez. 11:19.
La paz. Sal. 29:11.
El descanso. Mt. 11:28; 2 Ts. 1:7.
La gloria. Sal. 84:11; Jn. 17:22.
La vida eterna. Ro. 6:23.
Son irrevocables. Ro. 11:29.
Han de utilizarse para el provecho mutuo. 1 P. 4:10.
Se debe orar por los d. Mt. 7:7, 11; Jn. 16:23, 24.
Reconocidos. Sal. 4:7; 21:2.
Temporales
La vida. Is. 42:5.
El alimento y el vestido. Mt. 6:25–33.
La lluvia y las estaciones fructíferas. Gn. 27:28; Lv. 26:4, 5; Is. 30:23.
La sabiduría. 2 Cr. 1:12.
La paz. Lv. 26:6; 1 Cr. 22:9.
Todas las cosas buenas. Sal. 34:10; 1 Ti. 6:17.
Han de ser usados y disfrutados. Ec. 3:13; 5:19, 20; 1 Ti. 4:4, 5.
Deben hacer que nos acordemos de Dios. Dt. 8:18.
Todas las criaturas participan de los d. Sal. 136:25; 145:15, 16.
Orar por los dones t. Zac. 10:1; Mt. 6:11.
Ilustrados. Mt. 25:15–30.

FIDELIDAD DE DIOS

La f. es parte de su carácter. Is. 49:7; 1 Co. 1:9; 1 Ts. 5:24.


Es declarada como
Grande. Lm. 3:23.
Segura. Sal. 89:2.
Incomparable. Sal. 89:8.
Fiel. Sal. 89:33; 2 Ti. 2:13.
Infinita. Sal. 36:5.
Eterna. Sal. 119:90; 146:6.
Debe ser pedida en oración. Sal. 143:1.
Debe ser proclamada. Sal. 40:10; 89:1.
Manifestada
En sus consejos. Is. 25:1.
En la aflicción de los creyentes. Sal. 119:75.
En el cumplimiento de sus promesas. 1 R. 8:20; Sal. 132:11; Mi. 7:20;
He. 10:23.
En el mantenimiento de su pacto. Dt. 7:9; Sal. 111:5.
En la ejecución de sus juicios. Jer. 23:20; 51:29.
En el perdón de los pecados. 1 Jn. 1:9.
A sus fieles. Sal. 89:24; 2 Ts. 3:3.
Los creyentes, exhortados a confiar en la f. 1 P. 4:19.
Debe ser exaltada. Sal. 89:5; 92:2

IRA DE DIOS

Evitada por Cristo. Lc. 2:11, 14; Ro. 5:9; 2 Co. 5:18, 19; Ef. 2:14, 17; Col.
1:20; 1 Ts. 1:10.
No la sufren quienes creen. Jn. 3:14–18; Ro. 3:25; 5:1.
Es evitada por la confesión de pecado y el arrepentimiento. Job 33:27, 28; Sal.
106:43–45; Jer. 3:12, 13; 18:7, 8; 31:18–20; Jl. 2:12–14; Lc. 15:18–20.
Es lenta. Sal. 103:8; Is. 48:9; Jon. 4:2; Nah. 1:3.
Es justa. Sal. 58:10, 11; Lm. 1:18; Ro. 2:6, 8; 3:5, 6; Ap. 16:6, 7.
La justicia de ella no debe ser cuestionada. Ro. 9:18, 20, 22.
Se ha manifestado en forma pavorosa. Éx. 14:24; Sal. 76:6–8; Jer. 10:10; Lm.
2:20–22.
Se ha manifestado en castigos y calamidades. Job 21:17; Sal. 78:49–51; 90:7;
Is. 9:19; Jer. 7:20; Ez. 7:19; He. 3:17.
No puede ser resistida. Job 9:13; 14:13; Sal. 76:7; Nah. 1:6.
Aumenta por la provocación continua. Nm. 32:14.
Está especialmente reservada para el día de la ira. Sof. 1:14–18; Mt. 25:41;
Ro. 2:5, 8; 2 Ts. 1:8; Ap. 6:17; 11:18; 19:15.
Es contra
Los impíos. Sal. 7:11; 21:8, 9; Is. 3:8; 13:9; Nah. 1:2, 3; Ro. 1:18; 2:8;
Ef. 5:6; Col. 3:6.
Los que lo abandonan. Esd. 8:22; Is. 1:4.
La incredulidad. Sal. 78:21, 22; He. 3:18, 19; Jn. 3:36.
La falta de arrepentimiento. Sal. 7:12; Pr. 1:30, 31; Is. 9:13, 14; Ro. 2:5.
La apostasía. He. 10:26, 27.
La idolatría. Dt. 29:20, 27, 28; 32:19, 20, 22; Jos. 23:16; 2 R. 22:17;
Sal. 78:58, 59; Jer. 44:3.
El pecado, en los santos. Sal. 89:30–32; 90:7–9; 99:8; 102:9, 10; Is.
47:6.
Es severa contra los que se oponen al evangelio. Sal. 2:2, 3, 5; 1 Ts. 2:16.
Provocarla es una necedad. Jer. 7:19; 1 Co. 10:22.
Debe ser temida. Sal. 2:12; 76:7; 90:11; Mt. 10:28.
Lamentada. Éx. 32:11; Sal. 6:1; 38:1; 74:1, 2; Is. 64:9.
Se debe orar para que sea quitada. Sal. 39:10; 79:5; 80:4; Dn. 9:16; Hab. 3:2.
Es mitigada con misericordia a los santos. Sal. 30:5; Is. 26:20; 54:8; 57:15, 16;
Jer. 30:11; Mi. 7:11.
Debe soportarse con humildad. 2 S. 24:17; Lm. 3:39, 43; Mi. 7:9.
Debe llevar al arrepentimiento. Is. 42:24, 25; Jer. 4:8.
Ejemplificada contra
El mundo antiguo. Gn. 7:21–23.
Los constructores de Babel. Gn. 11:8.
Las ciudades de la llanura. Gn. 19:24, 25.
Los egipcios. Éx. 7:20; 8:6, 16, 24; 9:3, 9, 23; 10:13, 22; 12:29; 14:27.
Los israelitas. Éx. 32:35; Nm. 11:1, 33; 14:40–45; 21:6; 25:9; 2 S. 24:1,
15.
Los enemigos de Israel. 1 S. 5:6; 7:10.
Nadab, etcétera. Lv. 10:2.
Los espías. Nm. 14:37.
Coré, etcétera. Nm. 16:31, 35.
Aarón y María. Nm. 12:9, 10.
Cinco reyes. Jos. 10:25.
Abimelec. Jue. 9:56.
Los hombres de Bet-semes. 1 S. 6:19.
Saúl. 1 S. 31:6.
Uza. 2 S. 6:7.
La familia de Saúl. 2 S. 21:1.
Senaquerib. 2 R. 19:28, 35, 37.

LA JUSTICIA DE DIOS

Es parte de su carácter. Sal. 7:9; 116:5; 119:137.


Descrita como
Excelsa. Sal. 71:19.
Abundante. Sal. 48:10.
Sin número. Sal. 71:15.
Eterna. Sal. 119:142.
Duradera para siempre. Sal. 111:3.
El cimiento de su trono. Sal. 97:2.
Cristo reconoció la j. Jn. 17:25.
Cristo encomendó su causa a la j. 1 P. 2:23.
Los ángeles reconocen la j. Ap. 16:5.
Puesta de manifiesto en
Sus testimonios. Sal. 119:138, 144.
Sus mandamientos. Dt. 4:8; Sal. 119:172.
Sus juicios. Sal. 19:9; 119:7, 62.
Su Palabra. Sal. 119:123.
Sus caminos. Sal. 145:17.
Sus actos. Jue. 5:11; 1 S. 12:7.
Su gobierno. Sal. 96:13; 98:9.
El evangelio. Sal. 85:10; Ro. 3:25, 26.
El juicio final. Hch. 17:31.
El castigo de los impíos. Ro. 2:5; 2 Ts. 1:6; Ap. 16:7; 19:2.
Mostrada a la posteridad de los santos. Sal. 103:17.
Hecha notoria delante de los paganos. Sal. 98:2.
Dios se complace en el ejercicio de la j. Jer. 9:24.
Los cielos declararán la j. Sal. 50:6; 97:6.
Los creyentes
Atribuyen la j. a Él. Job 36:3; Dn. 9:7.
Reconocen la j. en sus acciones. Esd. 9:15.
Reconocen la j., aunque los impíos prosperen. Jer. 12:1; Sal. 73:12–17.
Reconocen la j. en el cumplimiento de las promesas divinas. Neh. 9:8.
Tienen confianza en que verán la j. Mi. 7:9.
Son sostenidos por la j. Is. 41:10.
No ocultan la j. Sal. 40:10.
Mencionan solo la j. Sal. 71:16.
Hablan de la j. Sal. 35:28; 71:15, 24.
Declaran a otros la j. Sal. 22:31.
Alaban la j. Sal. 7:17; 51:14; 145:7.
Suplican en oración la j. Sal. 143:11; Dn. 9:16.
Lleva a Dios a amar la justicia. Sal. 11:7.
Debemos orar para ser
Guiados en la j. Sal. 5:8.
Avivados en la j. Sal. 119:40.
Librados en la j. Sal. 31:1; 71:2.
Atendidos en la j. Sal. 143:1.
Juzgados conforme a la j. Sal. 35:24.
Favorecidos por la continua manifestación de la j. Sal. 36:10.
El cuidado de Dios y la defensa de su pueblo están hechos para enseñarnos la
j. Mi. 6:4, 5.
Los impíos no tienen interés en la j. Sal. 69:27.
Ilustrada. Sal. 36:6.
Es una parte de su carácter. Dt. 32:4; Is. 45:21.
Declarada como
Abundante. Job 37:23.
Incomparable. Job 4:1.
Incorruptible. Dt. 10:17; 2 Cr. 19:7.
Imparcial. 2 Cr. 19:7; Jer. 32:19.
Indefectible. Sof. 3:5.
Recta. Job 8:3; 34:12.
Sin acepción de personas. Ro. 2:11; Col. 3:25; 1 P. 1:17.
El cimiento de su trono. Sal. 89:14.
No pecar contra la j. Jer. 50:7.
Negada por los impíos. Ez. 33:17, 20.
Puesta de manifiesto en
El perdón de los pecados. 1 Jn. 1:9.
La redención. Ro. 3:26.
Su gobierno. Sal. 9:4; Jer. 9:24
Sus juicios. Gn. 18:25; Ap. 19:2.
Todos sus caminos. Ez. 18:25, 29.
El juicio final. Hch. 17:31.
Reconoce la j. Sal. 51:4; Ro. 3:4.
Exaltar la j. Sal. 98:9; 99:3, 4.

LA MISERICORDIA DE DIOS

Es parte de su carácter. Éx. 34:6, 7; Sal. 62:12; Neh. 9:17; Jon. 4:2, 10, 11; 2
Co. 1:3.
Descrita como
Grande. Nm. 14:18; Is. 54:7.
Rica. Ef. 2:4.
Abundante. Neh. 9:27; Lm. 3:32.
Profusa. Sal. 86:5, 15; 103:8.
Grande. 1 P. 1:3.
Firme. Is. 55:3; Mi. 7:20.
Eterna. 1 Cr. 16:34; Sal. 89:28; 106:1; 107:1; 136:1–26.
Tierna. Sal. 25:6; 103:4; Lc. 1:78.
Nueva cada mañana. Lm. 3:23.
Alta como los cielos. Sal. 36:5; 103:11.
Que llena la tierra. Sal. 119:64.
Sobre todas sus obras. Sal. 145:9.
Es su deleite. Mi. 7:18.
Manifestada
Al enviar a Cristo. Lc. 1:78.
En la salvación. Tit. 3:5.
En su benignidad. Lm. 3:22; Dn. 9:9.
A su pueblo. Dt. 32:43; 1 R. 8:23.
A los que le temen. Sal. 103:17; Lc. 1:50.
A los descarriados que se arrepienten. Jer. 3:12; Os. 14:4; Jl. 2:13.
A los pecadores contritos. Sal. 32:5; Pr. 28:13; Is. 55:7; Lc. 15:18–20.
A los afligidos. Is. 49:13; 54:7.
A los huérfanos. Os. 14:3.
A quién Él quiere. Os. 2:23; Ro. 9:15, 18.
Con compasión eterna. Is. 54:8.
Un motivo de esperanza. Sal. 130:7; 147:11.
Un motivo de confianza. Sal. 52:8.
Debe
Buscarse para uno mismo. Sal. 6:2.
Buscarse para los demás. Gá. 6:16; 1 Ti. 1:2; 2 Ti. 1:18.
Pedirse en oración. Sal. 6:4; 25:6; 51:1.
Ser motivo de gozo. Sal. 31:7.
Ensalzarse. 1 Cr. 16:34; Sal. 115:1; 118:1–4, 29; Jer. 33:11.
Tipificada por
El propiciatorio. Éx. 25:17.
Ejemplificada por
Lot. Gn. 19:16, 19.
Epafrodito. Fil. 2:27.
Pablo. 1 Ti. 1:13.
Es por medio de Cristo. Ef. 2:7; Tit. 3:4–6.
Descrita como
Maravillosa. Neh. 9:17.
Preciosa. Sal. 36:7.
Benigna. Sal. 69:16.
Maravillosa. Sal. 17:7; 31:21.
Abundante. Is. 63:7.
Eterna. Is. 54:8.
Misericordiosa. Sal. 117:2.
Mejor que la vida. Sal. 63:3.
El estudio del proceder de Dios da entendimiento en cuanto a la m. Sal.
107:43.
Los creyentes
Desposados con la m. Os. 2:19.
Atraídos por la m. Jer. 31:3.
Guardados por la m. Sal. 40:11.
Vivificados conforme a la m. Sal. 119:88.
Consolados por la m. Sal. 119:76.
Buscan misericordia a través de la m. Sal. 51:1.
Reciben misericordia a través de la m. Is. 54:8.
Son oídos conforme a la m. Sal. 119:149.
Están siempre atentos a la m. Sal. 26:3; 48:9.
Deben esperar, en su aflicción, la m. Sal. 42:7, 8.
Coronados con la m. Sal. 103:4.
Nunca es quitada completamente de los creyentes. Sal. 89:33; Is. 54:10.
Las manifestaciones anteriores de la m., imploradas en oración. Sal. 25:6;
89:49.
Orar por
La demostración de la m. Sal. 17:7; 143:8.
La prolongación de la m. Sal. 36:10.
La extensión de la m. Gn. 24:12; 2 S. 2:6.
Alabar a Jehová por la m. Sal. 92:2; 138:2.
Proclamar la m. Sal. 40:10.
LA PACIENCIA DE DIOS

Es parte de su carácter. Éx. 34:6; Nm. 14:18; Sal. 86:15.


La salvación, el objetivo de la p. 2 P 3:15.
A través de la intercesión de Cristo. Lc. 13:8.
Debe llevar al arrepentimiento. Ro. 2:4; 2 P. 3:9.
Un estímulo para arrepentirse. Jl. 2:13.
Demostrada en el perdón de los pecados. Ro. 3:25.
Ejercida con
Su pueblo. Is. 30:18; Ez. 20:17.
Los impíos. Ro. 9:22; 1 P. 3:20.
Pedirla en oración. Jer. 15:15.
Límites puestos a la p. Gn. 6:3; Jer. 44:22.
Los impíos
Abusan de la p. Ec. 8:11; Mt. 24:48, 49.
Menosprecian la p. Ro. 2:4.
Castigados por menospreciar la p. Neh. 9:30; Mt. 24:48–51; Ro. 2:5.
Ilustrada. Lc. 13:6, 9.
Ejemplificada por
Manasés. 2 Cr. 33:10–13.
Israel. Sal. 78:38; Is. 48:9.
Jerusalén. Mt. 23:37.
Pablo. 1 Ti. 1:16.

EL PODER DE DIOS

Es uno de sus atributos. Sal. 62:11.


Expresado por
La voz de Dios. Sal. 29:3, 5; 68:33.
El dedo de Dios. Éx. 8:19; Sal. 8:3.
La mano de Dios. Éx. 9:3, 15; Is. 48:13.
El brazo de Dios. Job 40:9; Is. 52:10.
El trueno de su poder. Job 26:14.
Descrito como
Grande. Sal. 79:11; Nah. 1:3.
Fuerte. Sal. 89:13; 136:12.
Glorioso. Éx. 15:6; Is. 63:12.
Poderoso. Job 9:4; Sal. 89:13.
Eterno. Is. 26:4; Ro. 1:20.
Soberano. Ro. 9:21.
Poderoso. Is. 43:13; Ef. 3:7.
Irresistible. Dt. 32:39; Dn. 4:35.
Incomparable. Éx. 15:11, 12; Dt. 3:24; Job 40:9; Sal. 89:8.
Inescrutable. Job 5:9; 9:10.
Insondable. Job 26:14; Ec. 3:11.
Todas las cosas son posibles al p. Mt. 19:26.
Nada es demasiado difícil para el p. Gn. 18:14; Jer. 32:27.
El p. puede salvar con muchos o con pocos. 1 S. 14:6.
Es la fuente de todo poder. 1 Cr. 29:12; Sal. 68:35.
Demostrado
En la creación. Sal. 102:25; Jer. 10:12.
Al afirmar y gobernar todas las cosas. Sal. 65:6; 66:7.
En los milagros de Cristo. Lc. 11:20.
En la resurrección de Cristo. 2 Co. 13:4; Col. 2:12.
En la resurrección de los creyentes. 1 Co. 6:14.
Al hacer poderoso el evangelio. Ro. 1:16; 1 Co. 1:18, 24.
Al salvar a su pueblo. Sal. 106:8.
En la destrucción de los impíos. Éx. 9:16; Ro. 9:22.
Los fieles
Anhelan la manifestación del p. Sal. 63:1, 2.
Tienen confianza en el p. Jer. 20:11.
Reciben abundancia de gracia por el p. 2 Co. 9:8.
Fortalecidos por el p. Ef. 6:10; Col. 1:11.
Sostenidos por el p. Sal. 37:17; Is. 41:10.
Sustentados en la aflicción por el p. 2 Co. 6:7; 2 Ti. 1:8.
Librados por el p. Neh. 1:10; Dn. 3:17.
Exaltados por el p. Job 36:22.
Guardados por el p., para salvación. 1 P. 1:5.
Ejercido a favor de los creyentes. 2 Cr. 16:9.
Obra en, y a favor de los creyentes. 2 Co. 13:4; Ef. 1:19; 3:20.
La fe de los santos está fundada en el p. 1 Co. 2:5.
Debe ser
Reconocido.1 Cr. 29:11; Is. 33:13.
Suplicado en oración. Sal. 79:11; Mt. 6:13.
Temido. Jer. 5:22; Mt. 10:28.
Engrandecido. Sal. 21:13; Jud. 1:25.
La competencia de los ministros de Dios es a través del p. 1 Co. 3:6–8; Gá.
2:8; Ef. 3:7.
Es motivo de confianza. Is. 26:4; Ro. 4:21.
Los impíos
Ignoran el p. Mt. 22:29.
Tienen en contra de ellos el p. Esd. 8:22.
Serán destruidos por el p. Lc. 12:5.
La multitud celestial exalta el p. Ap. 4:11; 5:13; 11:17.

LA PROVIDENCIA DE DIOS

Es su cuidado sobre sus obras. Sal. 145:9.


Se pone de manifiesto al
Preservar sus criaturas. Neh. 9:6; Sal. 36:6; Mt. 10:29.
Dar alimento a sus criaturas. Sal. 104:27, 28; 136:25; 147:9; Mt. 6:26.
Preservar de manera especial a los creyentes. Sal. 37:28; 91:11; Mt.
10:30.
Prosperar a los creyentes. Gn. 24:48, 56.
Proteger a los creyentes. Sal. 91:4; 140:7.
Librar a los creyentes. Sal. 91:3; Is. 31:5.
Dirigir a los creyentes. Dt. 8:2, 15; Is. 31:5; 63:12.
Hacer que se cumplan sus palabras. Nm. 26:65; Jos. 21:45; Lc. 21:32,
33.
Enderezar los pasos del hombre. Pr. 16:9; 19:21; 20:24.
Ordenar las condiciones y circunstancias del hombre. 1 S. 2:7, 8; Sal.
75:6, 7.
Determinar la duración de la vida humana. Sal. 31:15; 39:5; Hch. 17:26.
Derrotar los designios inicuos. Éx. 15:9–19; 2 S. 17:14, 15; Sal. 33:10.
Anular los designios inicuos para bien. Gn. 45:5–7; 50:20; Fil. 1:12.
Mantener el curso de la naturaleza. Gn. 8:22; Job 26:10; Sal. 104:5–9.
Dirigir todos los acontecimientos. Jos. 7:14; 1 S. 6:7–10, 12; Pr. 16:33;
Is. 44:7; Hch. 1:26.
Gobernar los elementos de la naturaleza. Job 37:9–13; Is. 50:2; Jn. 1:4,
15; Nah. 1:4.
Disponer los detalles muy pequeños. Mt. 10:29, 30; Lc. 21:18.
Es justa. Sal. 145:17; Dn. 4:37.
Está siempre vigilante. Sal. 121:4; Is. 27:3.
Está presente en todo. Sal. 139:1–5.
A veces es insondable y misteriosa. Sal. 36:6; 73:16; 77:19; Ro. 11:33.
Todas las cosas están ordenadas por la p.
Para su gloria. Is. 63:14.
Para el bien de los creyentes. Ro. 8:28.
Los impíos han sido hechos para favorecer los designios de la p. Is. 10:5–12;
Hch. 3:17, 18.
Debe ser reconocida
En la prosperidad. Dt. 8:18; 1 Cr. 29:12.
En la adversidad. Job 1:21; Sal. 119:15.
En las desgracias nacionales. Am. 3:6.
En nuestro sostén diario. Gn. 48:15.
En todas las cosas. Pr. 3:6.
No puede ser frustrada. 1 R. 22:30, 34; Pr. 21:30.
Los esfuerzos del hombre son vanos sin la p. Sal. 127:1, 2; Pr. 21:31.
Los creyentes deben
Confiar en la p. Mt. 6:33, 34; 10:9, 29–31.
Tener plena confianza en la p. Sal. 16:8; 139:10.
Encomendar sus obras a la p. Pr. 16:3.
Fortalecerse en la p. 1 S. 30:6.
Orar confiando en la p. Hch. 12:5.
Orar pidiendo ser guiado por la p. Gn. 24:12–14; 28:20, 21; Hch. 1:24.
El resultado de confiar en la p. Lc. 22:35.
Tiene que ver con el uso de los medios. 1 R. 21:19; 22:37, 38; Mi. 5:2; Lc.
2:1–4; Hch. 27:22, 31, 32.
El peligro de negar la p. Is. 10:13–17; Ez. 28:2–10; Dn. 4:29–31; Os. 2:8, 9.

LA SABIDURÍA DE DIOS

Es uno de sus atributos. 1 S. 2:3; Job 9:4.


Descrita como
Perfecta. Job 36:4; 37:16.
Poderosa. Job 36:5.
Universal. Job 28:24; Dn. 2:22; Hch. 15:18.
Infinita. Sal. 147:5; Ro. 11:33.
Inescrutable. Is. 40:28; Ro. 11:33.
Maravillosa. Sal. 139:6.
Más allá de la comprensión humana. Sal. 139:6.
Incomparable. Is. 44:7; Jer. 10:7.
Primigenia. Job 21:22; Is. 40:14.
El evangelio contiene tesoros de s. 1 Co. 2:7.
La sabiduría de los creyentes se origina en la s. Esd. 7:25.
Toda la sabiduría humana proviene de la s. Dn. 2:1.
Los creyentes atribuyen la s. a Él. Dn. 2:20.
Demostrada en
Sus obras. Job 37:16; Sal. 104:24; 136:5; Pr. 3:19; Jer. 10:12.
Su consejo. Is. 28:29; Jer. 32:19.
Su anuncio de acontecimientos futuros. Is. 42:9; 46:10.
La redención.1 Co. 1:24; Ef. 1:8; 3:10.
El escudriñamiento del corazón. 1 Cr. 28:9; Ap. 2:23.
Su entendimiento de los pensamientos. 1 Cr. 28:9; Sal. 139:2.
Demostrada por conocer
El corazón. Sal. 44:21; Pr. 15:11; Lc. 16:15.
Las acciones. Job 34:21; Sal. 139:2, 3.
Las palabras. Sal. 139:4.
Sus santos. 2 S. 7:20; 2 Ti. 2:19.
El camino de los justos. Job 23:10; Sal. 1:6.
Las necesidades de los creyentes. Dt. 2:7; Mt. 6:8.
Las aflicciones de su pueblo. Éx. 3:7; Sal. 142:3.
La fragilidad de los santos. Sal. 103:14.
Los detalles más minúsculos. Mt. 10:29, 30.
Las cosas más secretas. Mt. 6:18.
El día del juicio. Mt. 24:36.
Los impíos. Neh. 9:10; Job 11:11.
Las obras, etcétera, de los impíos. Is. 66:18.
Nada está oculto de la s. Sal. 139:12.
Los impíos cuestionan la s. Sal. 73:11; Is. 47:10.
Debe ser ensalzada. Ro. 16:27; Jud. 1:25.

LA SANTIDAD DE DIOS

Es incomparable. Éx. 15:11; 1 S. 2:2.


Manifestada en
Su carácter. Sal. 22:3; Jn. 17:11.
Su nombre Is. 57:15; Lc. 1:49.
Sus palabras. Sal. 60:6; Jer. 23:9.
Sus obras. Sal. 145:17.
Su reino. Sal. 47:8; Mt. 13:41; Ap. 21:27; 1 Co. 6:9, 10.
Está garantizada para el cumplimiento de
Sus promesas. Sal. 89:35.
Sus juicios. Am. 4:2.
Los creyentes tienen la orden de imitar la s. Lv. 11:44; 1 P. 1:15, 16.
Los santos deben celebrar la s. Sal. 30:4.
Debe producir un temor reverencial. Ap. 15:4.
Demanda un servicio santo. Jos. 24:19; Sal. 93:5.
Las huestes celestiales adoran la s. Is. 6:3; Ap. 4:8.
Debe ser exaltada.1 Cr. 16:10; Sal. 48:1; 99:3, 5; Ap. 15:4.
LA VERDAD DE DIOS

Es uno de sus atributos. Dt. 32:4; Is. 65:16.


Siempre va delante de su rostro. Sal. 89:14.
Es guardada por Él, para siempre. Sal. 146:6.
Descrita como
Grande. Sal. 57:10.
Grande. Sal. 86:15.
Grande. Éx. 34:6.
Inviolable. Nm. 23:19; Tit. 1:2.
V. que llega hasta las nubes. Sal. 57:10.
V. por todas las generaciones. Sal. 100:5.
V. unida a la misericordia en la redención. Sal. 85:10.
Revelada en
Sus consejos antiguos. Is. 25:1.
Sus caminos. Ap. 15:3.
Sus obras. Sal. 33:4; 11:7; Dn. 4:37.
Sus juicios. Sal. 19:9.
Su administración de justicia. Sal. 96:13.
Su Palabra. Sal. 119:160; Jn. 17:17.
Su cumplimiento de las promesas en Cristo. 2 Co. 1:20.
Su cumplimiento de su pacto. Mi. 7:20.
Su cumplimiento del juramento a sus santos. Sal. 25:10.
Su salvación de sus santos. Sal. 57:3.
Su castigo de los impíos. Ap. 16:7.
Recordada hacia los santos. Sal. 98:3.
Escudo y adarga para los santos. Sal. 9:14.
Debemos
Confiar en ella. Sal. 31:5; Tit. 1:2.
Implorarla en oración. Sal. 89:49.
Orar para que se manifieste en nosotros. 2 Cr. 6:17.
Orar para que se muestre a los demás. 2 S. 2:6.
Darla a conocer a los demás. Is. 38:19.
Alabarla. Sal. 71:22; 138:2.
Es negada por
El diablo. Gn. 3:4, 5.
Los hipócritas. 1 Jn. 1:10.
Los incrédulos. 1 Jn. 5:10.
Ejemplificada hacia
Abraham. Gn. 24:27.
Jacob. Gn. 32:10.
Israel. Sal. 98:3.

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