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Argumentación

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Materia: Español

Noveno Grado – 2024


Tercer Trimestre
Tema # 1: Argumentación

Se entiende por argumentación la expresión de un punto de vista razonado, ya


sea a través de una palabra, de un enunciado o de un texto. Se persigue con ella influir en la opinión,
la actitud o el comportamiento del destinatario.

Una argumentación es un texto que tiene como fin o bien persuadir al destinatario del punto de vista
que se tiene sobre un asunto, o bien convencerlo de la falsedad o veracidad de una teoría, para lo
cual debe aportar determinadas razones. Aparte de esta intención comunicativa, el texto
argumentativo se caracteriza por una organización del contenido que lo define como tal: se
presentan unas opiniones, que deben ser defendidas o rechazadas con argumentos, y que derivan de
forma lógica en una determinada conclusión o tesis.

En el marco de la lingüística del texto la argumentación ha sido caracterizada como una secuencia
textual que presenta una estructura específica del contenido. También ha sido caracterizada de forma
extradiscursiva, por el efecto perlocutivo con el que se la vincula, la persuasión. Ambos
planteamientos no son en absoluto incompatibles. El campo de la argumentación se ha extendido,
pues, más allá de los grandes géneros retóricos tradicionales para llegar a imbricarse con la propia
actividad lingüística: enunciar implica dar una orientación argumentativa a nuestras palabras, según
sostiene la teoría de la argumentación en la lengua.

En la enseñanza-aprendizaje de lenguas, saber argumentar constituye una de las habilidades más


complejas en el dominio de la competencia comunicativa. Para su aprendizaje no solo se requiere
conocer el esquema estructural propio de un texto argumentativo sino también ser capaz de
persuadir al interlocutor, así como de interpretar el punto de vista hacia el que se orienta
un discurso. Para ello convendrá trabajar aspectos diversos de la lengua tales como la selección
léxica, el orden de las palabras en la oración, los lugares comunes o tópicos de los que se parte, o la
inferencia de lo no dicho.
Estructura del texto argumentativo
Son tres los elementos o partes en las que se divide generalmente una argumentación: la tesis,
el cuerpo argumentativo y la conclusión. A pesar de que la mayoría de los textos argumentativos
suele presentar estos tres elementos, puede ocurrir que esté ausente alguno de ellos: la tesis, en
muchos casos, es sustituida por una exposición inicial sobre el tema que se va a tratar. Es muy
importante, por esta razón, señalar que el texto expositivo y argumentativo funcionan conjuntamente
en el caso de la argumentación: no podemos defender ideas o situaciones sin haberlas puesto,
previamente, en conocimiento de nuestro receptor.

La tesis
Es la idea fundamental en torno a la que se reflexiona; puede aparecer al principio o al final del texto
y ocupa un párrafo, también al inicio o al final. En este último caso muchas veces se omite la
conclusión por considerarse innecesaria, pues es la tesis la que ocupa su lugar. Es muy importante
que la tesis esté formulada de forma clara, dado que es el núcleo en torno al cual gira la
argumentación que se va a desarrollar a continuación.

El cuerpo de la argumentación
A partir del planteamiento de la tesis, en un nuevo párrafo, empieza la argumentación propiamente
dicha. Se van ofreciendo argumentos de distinto tipo, de los que hablaremos más adelante, ejemplos
y otra serie de recursos que tienen como fin fortalecer la opinión defendida y refutar la contraria.
La refutación o rechazo de las ideas contrarias es de gran importancia, pues en ella puede
encontrarse el éxito de nuestro objetivo (recordemos: convencer a los demás).
Debe prestarse especial atención a los argumentos que empleamos para rechazar ideas contrarias a
la nuestra: podemos emplear la ironía, introducir elementos subjetivos, pero siempre desde el
respeto y la tolerancia ante las ideas ajenas, sin caer en el insulto o comentarios despectivos que
podrían ofender a alguna persona.

La conclusión
Constituye la última parte de nuestra argumentación. Recuerda que un buen principio es
fundamental, pero, en este caso, un buen final todavía lo es más. La conclusión recoge un
razonamiento lógico derivado de la argumentación precedente: es muy importante que lo que
formulemos al final sea coherente con todo lo anterior, de lo contrario, todo el esfuerzo realizado
habrá sido inútil.
Tipos de argumentos
Para conseguir el propósito de convencer o persuadir al receptor de un texto argumentativo existen
una serie de argumentos que nos pueden ser de gran ayuda. Entre ellos destacamos:

1. El argumento de autoridad
Se trata de un recurso que se basa en testimonios o citas de personas, célebres en muchos
casos, o especialistas en el tema sobre el cual redactamos nuestra argumentación. De
esta forma, podemos conseguir adelantarnos a posibles opiniones contrarias, además de reforzar la
idea o tesis que queremos defender, apoyándonos en expertos que gozan de un gran respeto o
prestigio dentro de la sociedad. Ejemplo:
Según reconocidos especialistas de nutrición de todo el mundo, la dieta
mediterránea basada en el consumo de frutas, verduras, pescado, y el
aceite de oliva, es la mejor para llevar una vida sana y equilibrada.

2. El argumento de la mayoría
Es otro tipo de argumento muy empleado en el que se recurre al sentir de la mayoría de la gente o
de la sociedad. Al igual que en el caso anterior, tiene como finalidad reforzar aquello que
queremos defender, presentándolo no como una idea propia, sino como algo compartido
por la mayoría de personas. Ejemplo:
Todo el mundo piensa que la idea puede funcionar.

3. El argumento del conocimiento y la experiencia: los datos y los ejemplos


Un texto argumentativo tiene con frecuencia una parte expositiva, en la cual se incluyen datos
diversos, datos en los que nos apoyamos para argumentar.
Las experiencias que hemos vivido, lo que nos ha pasado a nosotros y a los que nos rodean, también
son una útil fuente de datos, que podemos incluir en nuestra argumentación, si se relacionan con el
tema que estamos tratando.
Es frecuente utilizar los ejemplos para ilustrar lo que se quiere defender o rechazar. Con
ellos se hace referencia a situaciones vividas por nosotros mismos o por personas cercanas de las
que tenemos conocimiento. Es un recurso muy efectivo para persuadir al receptor o receptores a
quienes nos dirigimos. Ejemplo:
Yo misma, y algunos de mis amigos, lo hemos probado y
funciona.
El orden de los argumentos
Es muy importante realizar una adecuada presentación y organización de los argumentos que
queremos utilizar, de forma que facilitemos su comprensión al receptor. Estas son algunas
indicaciones que debes tener en cuenta:
 Evita las divagaciones y los juegos de palabras: céntrate en la idea que vas a defender y
en la exposición clara de los argumentos que utilices; que no se conviertan en palabras sin
sentido.
 Utiliza párrafos para distribuir y organizar cada uno de los argumentos: los párrafos
tienen la ventaja de presentar la información esencial de una idea con los argumentos a favor o
en contra. Si el texto está adecuadamente dividido en párrafos es más fácil de leer y de
interpretar por el receptor o receptores.
 Relaciona los distintos párrafos empleando conectores: son los indicadores de que el
razonamiento y el proceso argumentativo siguen un orden lógico. Los párrafos no funcionan
aisladamente, sino que forman parte de un conjunto, al que contribuyen dando unidad y sentido
global al texto. Entre ellos pueden existir distintos tipos de relación: oposición, causa-
consecuencia.

Redacción de textos argumentativos


Igual que en los textos de las unidades anteriores (narrativos, descriptivos, …), cuando redactamos
una argumentación existe una serie de rasgos lingüísticos que la caracterizan y que debemos aplicar:

 El empleo de la primera persona gramatical (yo o nosotros), dado que se expresa una opinión
propia, en algunos casos incluso sentimientos y emociones.
 Suele predominar sustantivos abstractos de acuerdo con el tema que se trate: pueden ser de
tipo teórico o científico.
 Es frecuente el uso de verbos que expresan voluntad (gustar, querer, desear, …); verbos de
dicción (decir, preguntar, manifestar, …), y de pensamiento (creer, opinar, pensar, …).
 A veces se emplea la interrogación retórica para llamar la atención del receptor e invitarlo a la
reflexión sobre el tema en cuestión.
 Predominio de oraciones largas que expresan causa, consecuencia, condición, …
 Empleo de adjetivos valorativos, pues se expresa una opinión o juicio subjetivo.

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