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E.Carcelarias Roxa

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Instituto Bíblico Logos

Extensión Pantasma…

Asignatura: Epístolas Carcelarias.

Año: ll

Modalidad: Por encuentro

Facilitador:
Lic. Roxana Amador Cordoba
EPÍSTOLAS CARCELARIAS
EFESIO

¿Qué deberíamos pensar del periodo de tiempo que pasó Pablo


en prisión? ¿Fue un
problema o una bendición? ¿Hubiera sido mejor para todos que
Pablo permaneciera
libre? ¿Habría crecido la iglesia más rápidamente si él hubiera
continuado viajando? O, ¿era la voluntad de Dios que Pablo
estuviera en la prisión? Estas son preguntas difíciles
de contestar. Pero sabemos que la estadía de Pablo en prisión fue
una bendición para
muchos (Hch 28:30-31). Le dio tiempo a él para escribir sus
*epístolas carcelarias:
Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón.
A. Autor, fecha y lectores de Efesios
Autor. Cada una de las cuatro cartas comienza con el nombre de
Pablo, demostrando
que él es el autor. También, estas cuatro cartas se refieren a las
cadenas o a las ataduras de
Pablo (Col 1:24; Ef 3:1; 4:1; 6:20; Fil 1:1-13; Flm 1, 9-10). La
mayoría considera que él
las escribió desde Roma. Aunque Pablo estaba encadenado y
custodiado, el gobierno le
permitió vivir en una casa que él alquiló por dos años (Hch 28:16,
30). Por el contrario,
durante su último encarcelamiento en Roma (66–67 d. C.), Pablo
permaneció en una fría
mazmorra (2 Ti 4:13), otra vez encadenado como un criminal
común (2 Ti 1:16; 2:9). La
última de sus cartas, 2 Timoteo, también la escribió desde la
prisión, pero se agrupa con
las cartas pastorales de Pablo.
Los eruditos bíblicos elogian la excelencia de la Epístola a los
efesios. Muchos la
consideran como la corona de los escritos de Pablo, la cual resume
algunos de los temas
clave del apóstol.
1
Los teólogos liberales cuestionan si Pablo es el autor y han
tratado de
despedazar la carta. Pero, como dijera un sabio, tratar de
contestar todas las objeciones
de los incrédulos es como discutir con las olas del mar, estas
nunca terminan. Los autores
de este curso creen que no hay una razón justificada para
cuestionar la afirmación bíblica
de que Pablo es el autor (Ef 1:1). Y nosotros confirmamos que la
carta de Pablo a los
efesios es su obra cumbre.
Fecha. Pablo, probablemente, escribió las cuatro epístolas
carcelarias alrededor de
los años 60–61 d. C. Su estadía en la prisión fue difícil, pero
fructífera. En Roma, Pablo
fue encadenado a un soldado romano. Él vivió en una casa que
alquiló por dos años,
en donde recibía sus visitas (Hch 28:30-31). Esto le permitió
escuchar los informes
de las congregaciones. Como resultado, escribió cartas para
animarlos, solucionar sus
problemas, enseñar y guiar a los creyentes. Su ministerio de
oración y evangelismo
continuó a pesar de las cadenas (Col 1:3-14; Ef 1:15-23; Fil 1:3-6,
12-18; Flm 4–6)
Éfeso era famosa por el templo de la diosa griega *Artemisa. Este
era cuatro veces más grande que el *Partenón de Atenas. El
templo de
Artemisa fue una de las siete maravillas del antiguo mundo. En
toda la
tierra, no había otro templo griego tan espectacular. Tenía 130
metros
de largo, 67 metros de ancho y 120 columnas de piedra, cada una
con una altura de 18
metros. Las personas viajaban a Éfeso desde todos los rincones
del imperio romano. Allí
se postraban ante el ídolo de Artemisa.
Algunos conocían a Artemisa por su nombre romano, Diana. Las
personas la adoraban
como a la diosa de la luna. También se asociaba con los partos.
Los artesanos locales
hacían estatuas de la diosa. Estas estatuas tenían muchos senos.
Los efesios creían que los
hombres se comunicaban con Artemisa a través de las prostitutas
del templo.
4
La
predicación de Pablo hizo disminuir la venta de estos ídolos.
Recuerde la
reyerta en la ciudad durante el ministerio de Pablo (Hch 19:23-41).
Hombres
de negocios, como Demetrio, se enfurecieron cuando las personas
comenzaron a apartarse de la idolatría a Artemisa para seguir a
Jesús. La
oposición al evangelio nunca fue mayor que en Éfeso. Pablo
aprendió
muchas cosas en sus primeros dos viajes. Sin duda alguna, esto lo
preparó
para la guerra espiritual que tuvo que librar en Éfeso en su tercer
viaje
misionero. Recuerde que hasta los apóstoles crecen en gracia.
La Biblia contiene muchas narraciones sobre Éfeso.
• Pablo encomendó a Priscila y Aquila ministrar en Éfeso casi al
final
de su segundo viaje (Hch 18:18-19). Allí ellos enseñaron a Apolos,
el
gran orador judío (Hch 18:24-26).
• Posteriormente, Pablo regresó a Éfeso en su tercer viaje. Su
mayor avivamiento
ocurrió allí. Pablo ministró tres años en Éfeso, más tiempo que en
cualquier otra
ciudad (Hch 20:31). Él predicó el evangelio en la sinagoga, en la
escuela de Tiranno,
en hogares y en los mercados (Hch 19).
• Doce discípulos fueron bautizados en el Espíritu Santo en Éfeso
(Hch 19:1-7). Se
expulsaron demonios de otras personas. Los hijos del sacerdote
Esceva huyeron por
esa calle de mármol (vea la figura 1.2). Por el contrario, la unción
sobre Pablo era
tan poderosa que los pañuelos que tocaban su cuerpo traían
sanidad. Los convertidos
quemaron libros de magia valorados por una suma similar al
salario de 1000 hombres
por 50 días de trabajo. ¿Será que el humo de la fogata de estos
libros habrá llenado
la calle principal hasta entrar en el templo de Artemisa?
• Timoteo se convirtió en el primer pastor o supervisor de Éfeso.
Pablo lo dejó allí y
posteriormente le escribió una carta (1 Ti 1:3).
En cuanto a doctrina,
Pablo comienza enfatizando
que en Cristo Dios ha
bendecido a los creyentes
con toda bendición espiritual.
Seguidamente, él explica el
misterio que se mantuvo
oculto a través de las edades:
que las bendiciones de Dios
son tanto para los judíos
como para los gentiles, que se
convierten en un solo cuerpo
en Cristo. Exploraremos este
misterio en Efesios 1–3.
En cuanto a deber, el
propósito de Pablo es explicar
cómo los judíos y los gentiles
deben reflejar a Cristo en el hogar, en el trabajo y en el diario
vivir. Exploraremos nuestra
respuesta a Cristo y nuestras responsabilidades en Efesios 4–6.
Sabio dice: “La doctrina sin deber es un árbol sin fruto. El deber
sin doctrina es un
árbol sin raíz”.
Nos gustaría que ciertas personas oraran por nosotros. Estas son
personas de
gran pasión y poder espiritual, quienes a lo largo de los años han
caminado y conversado
con Dios. Estas son personas que conocen a Dios por medio de
una relación cercana e
íntima. ¿Quién le gustaría que orara por usted?
A todos nos gustaría tener a Pablo orando por nosotros. Y sus
escritos y oraciones son
para todos, porque el Espíritu Santo se los inspiró para todos los
creyentes de todos los
tiempos. Pablo estuvo en Éfeso por un corto periodo durante su
segundo viaje misionero,
alrededor del año 52 d. C. (Hch 18:19-21). Y permaneció de dos a
tres años en Éfeso
en su tercer viaje misionero alrededor de los años 55–57 d. C. Así
que, nos parecerá
extraño cuando Pablo dice 15“…habiendo oído de vuestra fe en el
Señor Jesús, y de
vuestro amor para con todos los santos,16no ceso de dar gracias
por vosotros, haciendo
memoria de vosotros en mis oraciones…” (Ef 1:15-16). Pablo
conoció a los creyentes
que encontró en Éfeso cuando estuvo allí. Pero para cuando Pablo
les escribió, cerca del
año 61 d. C., sin duda la iglesia se había expandido. Así que, había
algunos creyentes en
Éfeso de quienes Pablo solo había escuchado hablar.
En la prisión, Pablo escuchó un reporte acerca de los creyentes
colosenses y quizás de
los efesios por medio de Epafras (Col 1:7). De las oraciones de
Pablo, podemos ver que
estos creyentes de Éfeso conocían a Dios. Pero, ¿existen creyentes
en algún lugar que nonecesiten conocer mejor a Dios? Aun el
apóstol Pablo oró para que su conocimiento de
Dios creciera cada vez más. Veinticinco años después de su
conversión, Pablo testificó: 10…a fin de conocerle, y el poder de su
resurrección, y la participación de sus
padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11si
en alguna manera
llegase a la resurrección de entre los muertos (Fil 3:10-11).
La oración debe ser un estilo de vida para nosotros, como respirar.
Debemos
vivir cada hora del día en una actitud de oración. En el siglo XVII,
el autor llamado
Hermano Lawrence se refería a esta disciplina como practicar la
presencia de Jesús.
Pablo oraba antes de hablar o de escribir. Algunas veces cuando
enfrentamos un reto,
tendemos a invertir el orden de Pablo. Nos damos cuenta de una
necesidad y entonces
rápidamente hablamos o expresamos palabras de preocupación.
Cuando hacemos esto,
siempre estamos en riesgo. Un hábito muy sabio es orar primero a
Dios sobre nuestras
preocupaciones. La oración nos da claridad y ayuda espiritual.
Pues, como Pablo, quizás
podemos sentirnos guiados a compartir conocimientos por medio
de alguna forma de
comunicación. ¡Esta es una lección tan importante para todos
nosotros! Es posible hacer
más después de orar. Pero nunca será posible hacer más antes de
orar.
La oración de Pablo se enfoca en la sabiduría espiritual. Démosles
una mirada a las
tres peticiones (A–C) que Pablo hizo para el conocimiento de los
efesios y el nuestro.
Pablo les recuerda a los creyentes que él les escribe desde la
cárcel en pro de los
gentiles (Ef 4:1). Él permite que sus lectores sepan que él está
haciendo su parte. Y quiere
que ellos hagan la suya. Pablo nos insta a todos los creyentes a
vivir como es digno de
nuestro llamado (Ef 4:1). Él quiere que seamos como los pocos
creyentes de Sardis que
no habían manchado sus vestiduras, sino que caminaron como es
digno de su llamado
(Ap 3:4). Pablo desea que nosotros hagamos lo mismo, que
vivamos por fe y heredemos el
Reino. El apóstol advierte que los que no tomen en cuenta las
responsabilidades bíblicas,
tales como evitar la inmoralidad y la impureza, no tienen herencia
en el cielo (Ef 5:3-17).
No somos salvos por una vida santa. Pero vivir una vida digna de
comunión con Dios
revela que Dios es nuestro Padre (1 Jn 3:4-10). ¿Heredarán el
Reino de Dios los que le
responden con indiferencia, rebelión y desobediencia? Pablo
contesta: “no” (Ef 5:3-17;
1 Co 6:9-10; Gá 5:19-21). No somos salvos por vivir como es digno.
Pero vivir como es
digno, por el poder del Espíritu Santo y por el poder de Dios, es la
evidencia y la seguridad
de que Cristo habita en nuestro corazón y que nuestro nombre
está escrito en el libro de la
vida. Así que, mientras estudiamos los 36 principios que Pablo
proporciona para vivir una
vida digna de nuestro llamado, comprometámonos nuevamente a
ser discípulos de Jesús,
siguiendo sus pasos y aprendiendo, creciendo, madurando en la
gracia y agradando a Dios.
En esta lección, nos enfocaremos en los principios acerca de las
relacionesEfesios 5:21 comienza la sección final sobre las
relaciones en el hogar, en el trabajo y
en la guerra (Ef 5:21–6:24). Pablo resume esta sección con el
estandarte: “Someteos unos
a otros en el temor de Dios” (Ef 5:21). Algunos han malentendido
las palabras: Someteos
unos a otros. Pablo no quiere decir que los esposos deben
someterse a sus esposas; ni
que los padres se sometan a sus hijos; ni que los amos se sometan
a sus esclavos; ni que
Cristo se someta a la iglesia. Efesios resuena con la verdad de que
Cristo es la Cabeza
de la iglesia y que Dios Padre lo exaltó a Él sobre todos los
poderes en los cielos y en
la tierra (Ef 1:19-23). De igual manera, Filipenses enfatiza que toda
rodilla se doblará y
se someterá a Cristo. Las Escrituras no enseñan que Cristo se
someterá a los que están
bajo su autoridad. La *sumisión bíblica es hacia los que Dios pone
en autoridad sobre
nosotros. Así que, Pablo escribe: 22“Las casadas estén sujetas a
sus propios maridos,
como al Señor; 23porque el marido es cabeza de la mujer, así
como Cristo es cabeza de
la iglesia…” (Ef 5:22-23). El apóstol de Dios comprende la sumisión
a la autoridad, en
el hogar, en el trabajo y en la guerra. Él proporciona cuatro
ejemplos de sumisión, como
el de las esposas que se someten a sus esposos, el de los hijos a
sus padres, los esclavos
a sus amos y la iglesia a Cristo. La Biblia enseña consideración
mutua, pero no sumisión
mutua. La sumisión bíblica es siempre hacia la autoridad que Dios
pone sobre nosotros,
ya sea en la sociedad, en el hogar o en el cielo. Todos los
creyentes son iguales ante los
ojos de Dios. Pero tiene que haber sumisión para que haya orden
en la sociedad.
La sumisión es para todos. Todos en la tierra deben practicarla.
Pero no todos nos
sometemos a las mismas autoridades. Las esposas se someten a
sus esposos. Los
esposos se someten a Cristo. Los hijos se someten a sus padres.
Los esclavos se
someten a sus amos. Los amos se someten a Cristo. Todos los
creyentes nos sometemos
a Cristo y al gobierno.
La Biblia no enseña la sumisión mutua; por
ejemplo, como que los hijos se sometan a los padres
y los padres a sus hijos. Esto crearía un caos. Por otra
parte, la Biblia enseña consideración mutua. Esto
significa ser sensibles a las necesidades de otros. Un
gran principio que estudiaremos en Filipenses 2:4 es:
“…no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual
también por lo de los
otros”. De igual manera, las Escrituras enseñan amor mutuo.
Pablo no enseña que el
esposo debe someterse a su esposa, pero sí enseña que el esposo
debe amar a su esposa
así como él se ama a sí mismo (Ef 5:28). De igual manera, en la
sociedad, nosotros los
creyentes debemos amar a nuestro prójimo tal como nos amamos
a nosotros mismos.
Esto es amor mutuo, pero no sumisión mutua. Nos sometemos a
los reyes, pero ellos no
se someten a nosotros. Nos sometemos a Dios, pero Él no se
somete a nosotros. Aun así,
Él nos ama y nosotros lo amamos a Él. Cinco maneras en que el
esposo debe amar a
su esposa.
1. El amor del esposo debe ser sacrificial por su esposa
(Efesios 5:25
El amor del esposo debe contribuir a la espiritualidad de su esposa
(Efesios
5:26-27).
3. El amor del esposo debe cuidar y sustentar a su esposa (Efesios
5:28-29
El amor del esposo debe unirlo a su esposa (Efesios 5:30-31)
5. El amor del esposo debe serle fiel a su esposa hasta la muerte
(Efesios
5:25-33).

COLOSENSES
Autor y fecha. Estamos estudiando las cuatro epístolas escritas
por Pablo desde la
prisión: Efesios, Colosenses, Filipenses y Filemón. El título de cada
una de estas
cuatro cartas menciona el nombre de Pablo, demostrando que él
es el autor. También,
las cuatro epístolas mencionan las cadenas o las ataduras de
Pablo (Col 1:24; Ef 3:1;
4:1; 6:20; Fil 1:1-13; Flm 1, 9-10). La mayoría de los eruditos cree
que Pablo escribió
estas cartas desde Roma. Probablemente, escribió las cuatro
epístolas carcelarias
alrededor de los años 60 a 61 d. C. Su tiempo en la cárcel fue difícil
pero fructífero.
En Roma, Pablo estaba encadenado a un soldado romano. Vivió
en una casa que
alquiló por dos años, donde recibía visitantes (Hch 28:30-31). Esto
le permitió a
Pablo escuchar los informes de las congregaciones. Como
resultado, escribió cartas
para alentar, resolver problemas, enseñar y guiar a los creyentes.
Su ministerio de
oración y evangelización continuó a pesar de las cadenas (Col 1:3-
14; Ef 1:15-23;
Fil 1:3-6, 12-18; Flm 4-6).
Colosenses se parece mucho a la epístola a los Efesios. Pero estas
dos cartas se
diferencian en la manera en que describen a Cristo y a la iglesia.
Efesios enfatiza a la
iglesia, su cuerpo (Ef 1:22-23). Colosenses enfatiza a Cristo, “la
cabeza del cuerpo que
es la iglesia” (Col 1:18).
Podemos observar tres temas comunes en Colosenses y Efesios.
• Ambas epístolas enseñan acerca de la relación entre Cristo y su
iglesia.
• Ambas epístolas describen al “viejo hombre” y al “nuevo
hombre” (Ef 4:25–
5:20; Col 3:9-10).
• Ambas epístolas dan instrucciones a los miembros de la familia
de Dios (Ef 5:22–
6:9; Col 3:18–4:1).
Aunque estas dos cartas se parecen, también son diferentes.
Efesios enfatiza la
naturaleza de la iglesia y las relaciones en esta. Colosenses
enfatiza la supremacía de
Cristo. La figura 4.4 resume los versículos similares en Colosenses
y Efesios
Como verdaderos seguidores de Cristo, deseamos honrar y
agradar a Dios en cada
área de nuestra vida. Las pruebas y las tentaciones nos llegan a
todos. En todo lo que
venga, buscamos honrar a Cristo. El consejo de Pablo a los
esclavos es apropiado para nosotros.
Estudiar una carta de un líder espiritual como Pablo nos inspira e
instruye. Al
examinar Colosenses 1:24–2:5, Pablo explica aspectos de su
ministerio. Aunque nuestro
ministerio pueda estar en un nivel menor, Dios nos llama a todos
a servirles a otros. Pablo
es un buen siervo de quien podemos aprender. En este pasaje
vemos cuatro factores del
servicio que Pablo entrelaza: el costo, el mensaje, el propósito y el
poder. Disfrutemos
viendo cada uno de estos factores con un corazón abierto en la
presencia de Dios.
C. El propósito: Debemos animar y enseñar para hacer discípulos
que
sean maduros en Cristo (Colosenses 1:28–2:5; Mateo 28:19-20).
El mensaje de Pablo era Jesucristo, quien murió para
reconciliarnos con Dios; y que
se levantó como la Cabeza sobre toda potestad en el cielo y en la
tierra y como Cabeza
de la iglesia. Este era el mensaje de Pablo. Y para aquellos que
recibieron el mensaje,
Pablo estaba comprometido con un propósito, hacer discípulos
maduros
En Colosenses 1:1–2:5, Pablo enfatiza quién es Cristo y qué ha
logrado Él
por medio de su muerte, sepultura, resurrección y ascensión. En
Colosenses 2:6–3:17,
Pablo exhorta a los creyentes a continuar en Cristo, cuidarse de
los falsos maestros,
celebrar la naturaleza y la obra de Cristo y poner sus afectos en las
cosas de arriba.
Gran parte de Colosenses 3 se traslapa con lo que estudiamos en
Efesios 4 y 5; es decir,
despojarnos de los viejos hábitos y vestirnos de nuevos hábitos en
Cristo (repase las
figuras 2.14 y 2.36).
En Colosenses 3:18–4:1, Pablo establece las normas de conducta
en la familia de
Dios. Tome un momento para repasar nuestro estudio anterior
sobre las relaciones en la
familia de Dios.

Filipenses
Siempre es importante saber algo acerca de las
circunstancias de Pablo, y de la gente a la que le escribió.
El conocer estos detalles nos ayuda a orientarnos
apropiadamente en el mensaje de Pablo, y recibirlo tal
como Pablo lo envió.
Así entonces, cuando nos aproximamos a la carta de Pablo
a los Filipenses, es preciso plantearnos preguntas como:
¿Quiénes eran los filipenses? ¿Qué estaba sucediendo en
sus vidas y en la vida de Pablo? Y ¿por qué les escribió
Pablo
Filipos era una importante ciudad de la provincia romana
de Macedonia, un área que hoy pertenece a la Grecia
moderna. Está junto a la Vía Ignacia, el principal camino
que conectaba a la ciudad de Roma con las provincias
orientales de su imperio. Poseía un status especial junto
con Roma, y tenía los mismos derechos que una colonia
romana en Italia. Incluso sus ciudadanos tenían derecho a
la ciudadanía romana.
Pablo había fundado la iglesia en Filipos durante su
segundo viaje misionero, probablemente alrededor del
año 49 o 50 DC. Antes de llegar a Filipos, él había estado
sirviendo en Asia. Pero entonces recibió una visión de un
hombre que le imploraba que trajese el evangelio a
Macedonia. En respuesta a esta visión, Pabló navegó hacia
Macedonia, atracando en Neapolis, pero yendo pronto a la
ciudad de Filipos, alrededor de 15 kilómetros a noroeste
de Neapolis.
Muchas de las actividades de Pablo en Filipos están
registradas en Hechos capítulo 16 versículos 12 al 40. Por
ejemplo, fue en Filipos donde Pablo ganó su primer
convertido de Europa, la mujer comerciante Lidia.
Y así como los filipenses amaban a Pablo, él sentía un
fuerte afecto por ellos también. El los amaba por su
compromiso con el Señor, y por la forma en que fueron
sus socios en el ministerio del evangelio. Ellos eran sus
amigos íntimos, cuya amistad disfrutaba y cuya presencia
añoraba. Escuchen la manera en que habla de ellos en
Filipenses capítulo 1versículos 4 al 8:
En todas mis oraciones rogando con gozo por todos
vosotros, por vuestra comunión en el evangelio, desde el
primer día hasta ahora...os tengo en el corazón...os amo a
todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo.
(Filipenses 1:4-8)
De hecho, en Filipenses capítulo 2 versículo 12 y capítulo 4
versículo 1, Pablo se refiere a los filipenses como sus
amigos "amados," usando la palabra griega avgaphto,j.
Avgaphto,j es el término que Pablo comúnmente usaba
para describir a sus colaboradores más cercanos y a sus
amigos amados, como Tíquico, Epafras, Filemón, Onésimo
y Lucas. El amor de Pablo por la iglesia en Filipos parece
haber sido más particular y específico que su amor por
muchas otras iglesias, y no sólo se manifestaba en su
sentimiento de pertenencia y familiaridad, sino también
en una amistad continuamente vibrante.
A menudo, Pablo sufrió grandemente a través de todo su
largo ministerio. Fue azotado, golpeado con palos y
atrapado junto con criminales. Muchas veces fue
encarcelado, y una vez incluso fue apedreado y dado por
muerto. Y no siempre soportó con entereza estos
momentos difíciles. Hubo veces en que se deprimió, e
incluso perdió la esperanza.
Durante su tercer viaje misionero, por ejemplo, escribió
estas palabras en 2 de Corintios capítulo 1 versículo 8:
Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de
nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues
fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras
fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de
conservar la vida. (2 Corintios 1:8)
Pablo sabía que la vida nunca es totalmente sin
esperanzas, que Dios es capaz de rescatarnos de cualquier
problema. Pero él también era un ser humano; él tenía
debilidades tal como las nuestras. Y la verdad es que
algunas veces el conocer y confiar en la soberanía de Dios
no es suficiente para librarnos de la desesperanza. Incluso
Pablo tenía luchas, quería dejarlo todo, se sentía
abandonado.
Parece ser que él estaba luchando con ese tipo de
sentimientos en el mismo momento en que le escribió a
esta iglesia que tanto amaba. Su teología lo anclaba en la
verdad, animándolo con el hecho de que Dios estaba
obrando para su bien, incluso en medio del sufrimiento.
Pero el corazón de Pablo, aún estaba apesadumbrado, y su
dolor era profundo.
En su carta a los Filipenses, Pablo no da a conocer todos
los problemas que pesaban en su mente. Pero sí habla
sobre alguno de ellos, y revela el impacto colectivo que
todos estos problemas estaban ejerciendo en su estado de
ánimo. Por ejemplo, él habla frecuentemente de la muerte
como un alivio muy bienvenido a su sufrimiento.
Veamos Filipenses capítulo 3 versículo 10, donde él escribe
estas palabras:
A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la
participación de sus padecimientos, llegando a ser
semejante a él en su muerte. (Filipenses 3:10)
En este versículo, Pablo da a conocer su sufrimiento, tan
grande que su única esperanza de escape es la muerte. Y él
ve su sufrimiento como un medio para su muerte.
Su preocupación era honrar a Cristo - fuera que soportara
la prueba por gracia o que muriera con dignidad y
determinación, sin abandonar su profesión de fe.
E inmediatamente después de esto, Pablo expresa su
deseo de morir con estas palabras:
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de
la obra...Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho,
teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es
muchísimo mejor. (Filipenses 1:21-23)
Como un todo, la iglesia de Filipos tenía una relación
fuerte y de mucho cariño con el apóstol Pablo. Y cuando
oyeron de sus sufrimientos en la cárcel, se entristecieron y
se preocuparon mucho por él. De modo que, en cuanto
pudieron, demostraron su preocupación enviando un
regalo que satisficiera las necesidades terrenales de Pablo,
enviaron a Epafrodito para que le entregara el regalo a
Pablo, y le sirviera en prisión.
Pablo menciona este regalo en Filipenses capítulo 4
versículo 18, al escribir esta nota de agradecimiento:
Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno,
habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor
fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. (Filipenses
4:18)
Tal como lo mencionamos, los filipenses no eran ricos, de
manera que este regalo constituyó un sacrificio
significativo de su parte. Pero ellos lo enviaron con
entusiasmo porque estaban muy preocupados por el
bienestar de Pablo.
Y tal como leemos en Filipenses capítulo 2 versículo 25, la
iglesia de Filipos además envió a Epafrodito para que
sirviera a Pablo en la cárcel. Escuchemos esas palabras de
Pablo:
Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito... vuestro
mensajero, y ministrador de mis necesidades; porque él
tenía gran deseo de veros a todos vosotros, y gravemente
se angustió porque habíais oído que había enfermado.
(Filipenses 2:25
La epístola a los Filipenses contiene muchas verdades ricas
y maravillosas que nos enseñan acerca de cómo
permanecer firmes en nuestra fe cristiana, y de cómo vivir
rectamente ante nuestro santo Dios, incluso durante los
tiempos de sufrimiento y tribulación. En la medida en que
nos sometamos a las enseñanzas de Pablo, nos daremos
cuenta de cuán radicalmente importante es la
perseverancia, y nos animaremos grandemente a
dedicarnos a esta maravillosa tarea. Y más importante
aún, en la medida en que triunfemos en nuestra
perseverancia, siguiendo el consejo de Pablo, y en la
medida en que ayudemos a otros a perseverar también, le
daremos gloria y honor a nuestro exaltado Señor
Jesucristo.

Filemón
¿Recibirías en amor a alguien que te falló en gran
manera antes de ser creyente, pero ahora cree el
evangelio al igual que tú? ¿Perdonarías a esa persona?
¿La tratarías como a un hermano en la fe?

Primeramente, hablemos de Filemón. La carta nos


muestra que este hombre era colaborador de Pablo en la
expansión del evangelio. Confortaba a los hermanos en la
fe, obedecía a la Palabra, y era hospitalario (v. 1,4,7,21-
22). El apóstol confiaba en que Filemón era un verdadero
creyente en la fe, y por tanto apela a eso en su carta
pidiéndole que reciba de nuevo a Onésimo (1;15-18).
También tenemos a Onésimo. Seguramente él fue
enviado por el apóstol Pablo junto con la carta, quizá
como el portador de ella. La interpretación tradicional de
la iglesia ha sugerido que Onésimo era un siervo de
Filemón que huyó de él o que le falló, pero que ahora es
un creyente del evangelio y ayudador de Pablo
El apóstol Pablo, la tercera persona a mencionar,
intercede a favor de Onésimo delante de Filemón:
“Te ruego por mi hijo Onésimo, a quien he
engendrado en mis prisiones; quien en otro tiempo
te era inútil, pero ahora nos es útil a ti y a mí. Y te lo
he vuelto a enviar en persona, es decir, como si
fuera mi propio corazón…
Porque quizá por esto se apartó de ti por algún
tiempo, para que lo volvieras a recibir para siempre,
ya no como esclavo, sino como más que un esclavo,
como un hermano amado, especialmente para mí,
pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el
Señor.
Si me tienes, pues, por compañero, acéptalo como
me aceptarías a mí. Y si te ha perjudicado en alguna
forma, o te debe algo, cárgalo a mi cuenta” (v. 10-12,
15-18).
Pablo ruega a Filemón que reciba a Onésimo, confiando
en que lo hará (v. 9, 21). Onésimo se apartó anteriormente
de Filemón y le falló, pero ahora ambos tienen un solo
Señor a quien sirven y que les ha perdonado sus
pecados.
La inclusión de esta carta muy personal en el canon de la
Escritura sugiere que Filemón recibió a Onésimo como a
un hermano en la fe.1 Esta carta nos enseña que el
evangelio une a los cristianos por encima de nuestros
pasados y las diferencias sociales (Gal. 3:28; Col. 3:11).
El evangelio brinda la motivación y el poder para el amor
entre creyentes.
Notemos el efecto del evangelio retratado en esta carta:
 Filemón fue un hombre transformado por la
predicación de la Palabra. Eso lo condujo a servir
en la obra del Señor mostrando amor hacia los
hermanos de la fe, perdonando a otros como Cristo
lo perdonó a Él.
 Onésimo era inútil antes, pero ahora es útil para
Pablo y Filemón porque Cristo es su Señor (un
juego de palabras, ya que Onésimo significa útil).
Ahora Onésimo tiene la meta más noble que
alguien pueda tener, y es la de vivir colaborando en
la expansión del Reino de Dios.
 Y vemos por último a Pablo intercediendo ante
Filemón por un pecador arrepentido, reflejando
cómo Jesús intercede por nosotros delante del
Padre contra el cual todos hemos pecado. El
apóstol está dispuesto a pagar toda deuda que
Onésimo tuviera, tal como Cristo canceló nuestra
deuda con el Padre. Pablo en el pasado perseguía
a la Iglesia, pero ahora está imitando a Aquel que lo
rescató de la condenación y es Señor de la Iglesia
(cp. 1 Co. 11:1).
 De esta manera, la carta a Filemón nos da un vistazo
de cómo pueden lucir nuestras vidas cuando
profundizamos en el evangelio. ¿Cómo no desear
que Dios conceda que nuestras iglesias reflejen el
amor mostrado en esta carta?
 Los cristianos nos amamos porque Dios nos amó
primero. Buscamos servirle porque Él nos ha
perdonado. Y buscamos la reconciliación entre
hermanos en la fe porque Cristo nos reconcilió con
el Padre y ahora somos de Él.

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