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Domingo 10 de Marzo 2024 Cuarto Domingo de Cuaresma. Ciclo B

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Preparación Espiritual

Espíritu Santo, eres luz que ilumina.


Envuélveme y enséñame a irradiarte.
Espíritu Santo eres perfume que embriaga.
Úngeme para que lleve tu fragancia.
Espíritu Santo eres impulso.
Condúceme para llevar la Buena Noticia
Que hoy escucho.

Domingo 10
de marzo de
Texto Bíblico Jn 3, 14-21
2024 14
Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre
Cuarto domingo de tiene que ser levantado, 15 para que todo el que crea en él tenga vida eterna. 16 Porque
cuaresma. Ciclo B tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único para que todo el que crea en él no se
pierda, sino que tenga vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para
“Que se me pegue la condenarlo, sino para que el mundo se salve por él. 18 Quien cree en él no es condenado;
lengua al paladar
si no me acuerdo de pero quien no cree ya está condenado por no creer en el nombre del Hijo único de Dios.
ti”, Sal. 136 19
Y esta es la causa de su condenación: vino la luz al mundo, pero los hombres prefirieron
las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. 20 Todo el que obra el mal odia la luz y
no se acerca a ella, para que sus obras no sean descubiertas. 21 Pero el que obra la verdad
viene a la luz, para que se manifieste que sus obras están hechas según Dios».

¿Qué dice el texto?


Lectura
Mons. Damián Nannini:
obispo de la diócesis de Algunas preguntas para una lectura atenta
San Miguel (Argentina);
1. ¿Qué relación vemos entre lo que hizo Moisés con la serpiente en el desierto (cf. Nm
Licenciado en Sagrada
Escritura por el Pontificio 21,4-9) y la muerte de Jesús?
Instituto Bíblico 2. ¿En qué se manifestó el gran amor de Dios por el mundo?
3. ¿Para qué envió Dios su Hijo único al mundo?
4. ¿Quién se condena y quién se salva? ¿Por qué?

Algunas pistas para comprender el texto:


Mons. Damián Nannini

Este texto es la continuación del diálogo de Jesús con Nicodemo sobre el tema
del nuevo nacimiento por el Espíritu (Jn 3,1-12). Pero aquí nos encontramos más bien
con un monólogo de Jesús sobre el tema del Misterio Redentor y sobre el juicio de
los hombres.
El comienzo de este texto (3,14-15) tiene como trasfondo el relato de Nm 21,4-
9. Allí se narra que el pueblo murmuró contra Dios y contra Moisés; entonces Dios
castigó esta rebelión enviando unas “serpientes abrasadoras”. Cuando el pueblo se
arrepiente y confiesa su pecado, Dios manda a Moisés: “Hazte una serpiente
abrasadora y ponla sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y la mire, vivirá”
(Nm 21,9). El Tárgum de Nm 21,4-9 combina este texto con Gn 3,1 y, entonces, queda
2
acentuada la ambigüedad o ambivalencia de la serpiente: por un lado las serpientes
4
abrasadoras son una expresión de la serpiente original, causante del pecado del
hombre y símbolo de la muerte; por otro la serpiente de bronce es benéfica para el
pueblo y símbolo de la voluntad salvífica de Dios. Y esto pasa al cuarto evangelio
donde la ambigüedad del símbolo de la serpiente sirve para expresar la doble faceta
del misterio pascual: una negativa, la muerte; otra positiva, la resurrección. La muerte
está asociada al pecado, al triunfo del mal y de la serpiente originaria. Pero a esta
negatividad le sucede la positividad del triunfo de la vida mediante la exaltación o
elevación en la cruz. La serpiente levantada en alto vence a las serpientes
abrasadoras. Jesús, al ser levantado en la cruz, vence a la serpiente de los orígenes.
Notemos que, como señala G. Zevini, “la confrontación que Juan propone sobre este
ejemplo, no tiene que ponerse entre Jesús y la serpiente de bronce, sino en el hecho
de la elevación y la salvación (Cf. Sab 16,6) que consiguen los que saben superar las
apariencias del signo y miran en la fe la misericordia y el poder de Dios”.
Luego en los vv. 16-18 el evangelio insiste en que la salvación nos viene por la
entrega del Hijo y es obra de Dios que "tanto amó al mundo". Se expresa aquí
claramente el carácter universal de la salvación obrada por Cristo y que tiene su
fuente y origen en el amor del Padre a los hombres, a todo el mundo. Ante esta
donación amorosa de la salvación eterna por parte del Padre los hombres tienen que
optar, creer o no creer en ella, recibirla o rechazarla. El que cree se apropia de este
amor del Padre que transforma la vida y le da una dimensión de plenitud. El que no
cree rechazando esta revelación del amor del Padre se condena a sí mismo. Esta
opción es tan fundamental que decide, ya en el presente, la salvación o condenación
del hombre. Y en esto mismo consiste el juicio, por cuanto en el evangelio de Juan se
da ya en el presente y provoca la separación entre los hombres según acepten o
rechacen a Jesucristo como revelador del Padre.
En la parte final del texto de hoy (3,19-21) se busca desentrañar el misterio del
rechazo de los hombres a Jesucristo, a la Luz, a la Verdad. Al parecer hay una opción
previa del corazón por las obras del mal y se prefiere que queden ocultas por las
tinieblas y la mentira que las envuelve. No se animan a sacar el mal de su corazón a
la luz para ser iluminados, sanados, salvados. En contraste, los que obran la verdad
sí buscan la luz para que sus buenas obras queden manifiestas. En el fondo,
permanece el misterioso poder de la libertad humana que puede rechazar hasta el
amor del Padre manifestado en la entrega del hijo.

Meditación ¿Qué me dice el Señor en el texto?

El evangelio de hoy nos invita a mirar la obra de Dios, lo que Dios hace por y
en nosotros; por qué lo hace y cómo lo hace. Nos invita a mirar a lo alto ya que la
salvación viene de fuera de nosotros mismos, viene sólo de Dios y de su amor: “Sí,
Dios amo tanto al mundo...”. Y aquí también se redimensiona nuestro obrar: hay que
dejarse iluminar por este amor y acercarse a él, esto es obrar la verdad, obrar en la luz.
Son estas las “obras que han sido hechas en Dios” (Jn 3,21).
Ante esta primacía del obrar de Dios, hay que aprender a dejarlo obrar a Él.
La mirada introspectiva de las dos primeras semanas de cuaresma debe dar su lugar
a una mirada hacia Dios y su Gracia. Elevar la mirada hacia El que fue elevado en alto
y de dónde nos vendrá la salvación. Fijar la mirada en Cristo crucificado y esperar su
Gracia. Él puede hacer lo que nosotros no podemos, por tanto hay que dejarlo todo en
Sus Manos. Por supuesto que este abandono en Dios no es lo mismo que un
desentenderse de la propia vida ni de las propias obligaciones. La mirada debe estar
atenta en Dios, pero para acompañar su obrar, para secundar la acción de la Gracia y
agradecer. La gratitud, la acción de gracias a Dios, la Eucaristía, es y será nuestra
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mejor respuesta.
Al respecto decía el Papa Francisco en su homilía del 14 de marzo de 2021: “En
Jesús, Dios pronunció la palabra definitiva sobre nuestra vida: tú no estás perdido, tú
eres amado. Siempre amado. Si la escucha del Evangelio y la práctica de nuestra fe no
ensanchan nuestro corazón para hacernos comprender la grandeza de este amor, y si
nos inclinamos hacia una religiosidad formal, triste y cerrada, entonces es señal de que
debemos detenernos un momento y escuchar de nuevo el anuncio de la buena noticia:
Dios te ama tanto que te da toda su vida. No es un dios que nos mira con indiferencia
desde lo alto, sino es un Padre, un Padre enamorado que se involucra en nuestra
historia; no es un dios que se complace en la muerte del pecador, sino un Padre
preocupado de que nadie se pierda; no es un dios que condena, sino un Padre que nos
salva con su abrazo amoroso de bendición”.
Hoy es un domingo de alegría porque el infinito amor del Padre se nos ha
manifestado en Cristo; porque “la misericordia no es sólo una actitud pastoral sino la
sustancia misma del Evangelio de Jesús” (Papa Francisco). Por tanto, vivir en la Nueva
Alianza es vivir en y de la Gracia, del amor misericordioso y gratuito del Padre. Lo
nuestro es CREER EN EL AMOR DE DIOS Y ACEPTARLO, y luego, CONFIAR Y
AGRADECER.

Continuamos la meditación con las siguientes preguntas:

1. ¿Miro mis pecados desde mis criterios de juicio o desde la misericordia de Dios?
2. ¿He sentido que Dios me ama tanto que ha entregado a su Hijo por mí?
3. ¿He experimentado alguna vez cómo Dios de los males saca bienes?
4. ¿Creo que mis buenas obras brotan sólo de mí o reconozco la acción de la gracia en mí?
5. ¿Busco ocultarme de la luz de Dios o con valentía y sencillez me acerco a ella?

Oración ¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?

Gracias Padre Todo Misericordioso por darnos a Tu Hijo.


Aparta de mí todo pensamiento de superioridad.
Que en este tiempo pueda elevar mi mirada y fijar mis ojos en Él.
Haz que no me desentienda de mi vida ni la de mis hermanos.
Quiero acompañar Tu obra en mí
con acciones concretas y sinceras.
Que jamás me canse de perdonar.
Y si lo hiciera, que vuelva a empezar una y otra vez.
Regálame siempre la esperanza en Tú ternura y misericordia.
Amén.

¿Cómo hago propias en mi vida


Contemplación las enseñanzas del texto?
“Jesús que pueda mirarte en la cruz y ayudarte con mis acciones para continuar la obra
que comenzaste en mí”
4 para
¿A qué me comprometo
Acción demostrar el cambio?

Durante esta semana tendré un gesto de misericordia con alguien desconocido.

Bitácora de grandes Lectionautas


“Al decir ‘de tal manera amó Dios al mundo’, indicó la inmensidad de
Su amor. Lo que pone a continuación demuestra la cualidad de Su amor;
porque no nos dio ni a un siervo, ni a un ángel (...) sino a su propio Hijo.”,
San Juan Crisóstomo.

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