Caperucita Roja
Caperucita Roja
Caperucita Roja
Había una vez una dulce niña que quería mucho a su madre y a su abuela. Les
ayudaba en todo lo que podía y como era tan buena el día de su cumpleaños su
abuela le regaló una caperuza roja. Como le gustaba tanto e iba con ella a todas
partes, pronto todos empezaron a llamarla Caperucita roja.
El lobo mandó a Caperucita por el camino más largo y llegó antes que ella a casa
de la abuelita. De modo que se hizo pasar por la pequeña y llamó a la puerta.
Aunque lo que no sabía es que un cazador lo había visto llegar.
CENICIENTA
Hubo una vez, hace mucho, mucho tiempo una joven muy bella, tan bella que no
hay palabras para describirla. Se llamaba Cenicienta
Cenicienta era pobre, no tenía padres y vivía con su madrastra, una mujer viuda
muy cascarrabias que siempre estaba enfadada y dando ordenes gritos a todo el
mundo.
Con la madrastra tambien vivían su dos hijas, que eran muy feas e
insoportables.Cenicienta era la que hacía los trabajos más duros de la casa, como
por ejemplo
limpiar la chimenea cada dia, por lo que sus vestidos siempre estaban sucios o
manchados de ceniza, por eso las personas del lugar la llamaban cenicienta.
Cenicienta apenas tenia amigos, solo a dos ratoncitos muy simpáticos que vivían
en un agujero de la casa.
Un buen día, sucedió algo inesperado; el Rey de aquel lugar hizo saber a todos
los habitantes de la región que invitaba a todas las chicas jovenes a un gran baile
que se celebraba en el palacio real.
El motivo del baile era encontrar una esposa para el hijo del rey; el principe! para
casarse con ella y convertirla en princesa.
La notícia llego a los oidos de cenicienta y se puso muy contenta. Por unos
instantes soño con que sería ella, la futura mujer del principe. La princesa!
Pero, por desgracia, las cosas no serían tan faciles para nuestra amiga cenicienta
Cenicienta esa noche lloró en su habitación, estaba muy triste porque ella quería ir
al baile y conocer al príncipe.
Al cabo de unos dias llegó la esperada fecha: el día del baile en palacio
Entre llanto y llanto, dijo en voz alta: - ¿Por qué seré tan desgraciada? Por favor, si
hay algun ser mágico que pueda ayudarme.. decía cenicienta con desesperación.
Y con voz suave, tierna y muy agradable le dijo a cenicienta; - No llores más, te
ayudaré.
La hada madrina saco su varita mágica y con ella toco suavemente a cenicienta, y
al momentooh!, que milagro! un maravilloso vestido apareció en el cuerpo de
cenicienta, así como tambien unos preciosos zapatos.
Ahora ya puedes ir al baile de palacio cenicienta, peroten en cuenta una cosa muy
importante: tu vestido a las 12 de la noche volverá a ser los arapos que llevas
ahora.
Hay algo más que debes saber, delante de la casa te espera un carruaje que te
llevará al gran baile en palacio, pero a las 12 de la noche, se transformará en una
calabaza!. Bien, dijo cenicienta, ya soy feliz, solo por poder ir al baile.
Cuando cenicienta llego al palacio, causo mucha impresion a todos los asistentes,
nadie nunca habia visto tanta belleza, cenicienta estaba preciosa!
Cenicienta, dijo si!, claro que sí! Y estuvieron bailando durante horas y horas
Pero de repenteoh!, dijo cenicienta, son casi las 12 de la noche, mi vestido esta a
punto de convertirse en una ropa sucia, y el carruaje se transformará en una
calabaza!
- ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! le dijo al príncipe que estaba en sus brazos
bailando.
Salió a toda prisa del salon de baile bajó la escalinata hacia la salida de palacio
perdiendo en su huída un zapato, que el príncipe encontró y recogió.
A partir de ese momento, el principe ya sabia quien iba a ser la futura princesa la
joven que habia perdido el zapato!, pero..caramba!, exclamo el principe, pero si no
se ni como se llama, y mucho menos donde vive!
Para encontrar a la bella joven, el principe ideó un plan. Se casaría con aquella
que pudiera calzarse el zapato.
Envió a sus sirvientes a recorrer todo el reino. Todas las jovenes, chicas y mujeres
se probaban el zapato, pero no había ni una a que pudiera calzarse el zapato.
Al cabo de unas semanas, los sirvientes de palacio llegaron a casa de Cenicienta.
La madrastra llamó a sus feas hijas para que probasen el zapato, pero
evidentemente no pudieron calzar el zapato.
La madrastra y sus hijas dijeron: -por favor!, como quiere usted que cenicienta sea
la chica que busca el principe?, ella es pobre, siempre esta sucia y no fue a la
fiesta de palacio!
Nunca más volvío con su madrastra, vivío feliz en palacio hasta el último de sus
días.
- Tenemos que hacer una casa para protegernos de lobo. Así podremos
escondernos dentro de ella cada vez que el lobo aparezca por aquí.
A los otros dos les pareció muy buena idea, pero no se ponían de acuerdo
respecto a qué material utilizar. Al final, y para no discutir, decidieron que cada
uno la hiciera de lo que quisiese.
El más pequeño optó por utilizar paja, para no tardar mucho y poder irse a jugar
después.
El mediano prefirió construirla de madera, que era más resistente que la paja y
tampoco le llevaría mucho tiempo hacerla. Pero el mayor pensó que aunque
tardara más que sus hermanos, lo mejor era hacer una casa resistente y fuerte
con ladrillos.
- Además así podré hacer una chimenea con la que calentarme en invierno, pensó
el cerdito.
Cuando los tres acabaron sus casas se metieron cada uno en la suya y entonces
apareció por ahí el malvado lobo. Se dirigió a la de paja y llamó a la puerta:
El lobo empezó a soplar y a estornudar y aunque esta vez tuvo que hacer más
esfuerzos para derribar la casa, al final la madera acabó cediendo y los cerditos
salieron corriendo en dirección hacia la casa de su hermano mayor.
El lobo estaba cada vez más hambriento así que sopló y sopló con todas sus
fuerzas, pero esta vez no tenía nada que hacer porque la casa no se movía ni
siquiera un poco. Dentro los cerditos celebraban la resistencia de la casa de su
hermano y cantaban alegres por haberse librado del lobo:
Fuera el lobo continuaba soplando en vano, cada vez más enfadado. Hasta que
decidió parar para descansar y entonces reparó en que la casa tenía una
chimenea.
Pero los cerditos le oyeron, y para darle su merecido llenaron la chimenea de leña
y pusieron al fuego un gran caldero con agua.
Así cuando el lobo cayó por la chimenea el agua estaba hirviendo y se pegó tal
quemazo que salió gritando de la casa y no volvió a comer cerditos en una larga
temporada.
Todos los sirvientes llamaron a Blancanieves y le dijeron que iban a dar un paseo
por el bosque. Mientras tanto, los sirvientes comentaban entre ellos que
Blancanieves era una niña buena y no se merecía morir.
Mientras tanto, Blancanieves encontró una casita muy pequeñita y entró. Había
una mesita muy chiquitita con 7 silllitas, también había 7 camitas. Como tenía
hambre, se sentó en la mesita y se comió todo lo que había en los 7 platitos , y
después se acostó en las 7 camitas. Pero esa casita tenía dueños, eran 7 enanitos
que cuando llegaron a casa después de trabajar se encontraron a Blancanieves
durmiendo plácidamente en sus camitas. Uno de ellos exclamó: "Miradla, es muy
hermosa". Y otro respondió: "Sí que lo es. Podíamos pedirle que se quede a vivir
con nosotros". Y así lo hicieron los 7 enanitos le pidieron a Blancanieves que se
quedara a vivir con ellos, y ella accedió después de contarles su triste historia.
HANSEL Y GRETEL
Había una vez un leñador y su esposa que vivían en el bosque en una humilde
cabaña con sus dos hijos, Hänsel y Gretel. Trabajaban mucho para darles de
comer pero nunca ganaban lo suficiente. Un día viendo que ya no eran capaces
de alimentarlos y que los niños pasaban mucha hambre, el matrimonio se sentó a
la mesa y amargamente tuvo que tomar una decisión.
Los niños, que no podían dormir de hambre que tenían, oyeron toda la
conversación y comenzaron a llorar en cuanto supieron el final que les esperaba.
Hänsel, el niño, dijo a su hermana:
- No te preocupes. Encontraré la forma de regresar a casa. Confía en mí.
Así que al día siguiente fueron los cuatro al bosque, los niños se quedaron junto a
una hoguera y no tardaron en quedarse dormidos. Cuando despertaron no había
rastro de sus padres y la pequeña Gretel empezó a llorar.
Pero la Luna salió y no había rastro de los trozos de pan: se los habían comido las
palomas.
Así que los niños anduvieron perdidos por el bosque hasta que estuvieron
exhaustos y no pudieron dar un paso más del hambre que tenían. Justo entonces,
se encontraron con una casa de ensueño hecha de pan y cubierta de bizcocho y
cuyas ventanas eran de azúcar. Tenían tanta hambre, que enseguida se lanzaron
a comer sobre ella. De repente se abrió la puerta de la casa y salió de ella una
vieja que parecía amable.
La vieja les dio de comer y les ofreció una cama en la que dormir. Pero pese a su
bondad, había algo raro en ella.
Con muy malos modos despertó a su hermana y le dijo que fuese a por agua para
preparar algo de comer, pues su hermano debía engordar cuanto antes para
poder comérselo. La pequeña Gretel se dio cuenta entonces de que no era una
vieja, sino una malvada bruja.
Pero cuando la bruja metió la cabeza dentro del horno, la pequeña le dio un buen
empujón y cerró la puerta. Acto seguido corrió hasta el establo para liberar a su
hermano.
Los dos pequeños se abrazaron y lloraron de alegría al ver que habían salido
vivos de aquella horrible situación. Estaban a punto de marcharse cuando se les
ocurrió echar un vistazo por la casa de la bruja y, ¡qué sorpresa! Encontraron
cajas llenas de perlas y piedras preciosas, así que se llenaron los bolsillos y se
dispusieron a volver a casa.
Pero cuando llegaron al río y vieron que no había ni una tabla ni una barquita para
cruzarlos creyeron que no lo lograrían. Menos mal que por allí pasó un gentil pato
y les ayudó amablemente a cruzar el río.
Al otro lado de la orilla, continuaron corriendo hasta que vieron a lo lejos la casa
de sus padres, quienes se alegraron muchísimo cuando los vieron aparecer, y
más aún, cuando vieron lo que traían escondido en sus bolsillos. En ese instante
supieron que vivirían el resto de sus días felices los cuatro y sin pasar penuria
alguna.
Vamos a divertirnos
Oh no
Mama papa
Ana se curará, pero Elsa debe dejar de utilizar la magia y esconderla, nadie debe
saber que tiene la magia del hielo en sus manos.
Elsa así lo hizo, tenia miedo de volver a hacer daño a su hermanita con sus rayos
de hielo así que evitaba usar la magia y siempre llevaba guantes en sus manos.
Llegó el día de la coronación de Elsa pues ya era mayor de edad seria nombrada
reina de Arendelle. Se celebro una fiesta y llegaron invitados de todas partes del
mundo
Tengo tantas ganas de que empiece la fiesta, tal vez conoceré a un príncipe y
encontrare el amor
Ana conoció al príncipe Hans de las islas del sur y se enamoro de el al instante
No Ana no me parece bien que te cases con alguien a quien acabas de conocer,
no voy a permitirlo
Tengo que ir a buscar a mi hermana. Hans debes quedarte a cargo del reino de
Arendell hasta que regrese con mi hermana la reina Elsa
El viaje fue complicado pero consiguieron llegar a la montaña del norte donde Elsa
se había refugiado construyendo un palacio de hielo y también a Olaf un divertido
muñeco de nieve
Elsa
Ana que haces aquí debes volver al palacio es muy peligroso mi magia esta
descontrolada
No Ana
Kristoff aunque estaba enamorado de Ana decidió llevarla con el príncipe Hans
pensando que un beso de él la salvaría
Pero Hans no era bueno como aparentaba, había capturado a Elsa y la había
llevado a la cárcel de palacio, pues quería quedarse el reino de Arendelle
Eso ya lo veremos
Elsa había logrado escapar y el príncipe Hans quería matarla, le dijo que había
matado a Ana
Dónde está mi hermana Ana
Mientras tanto
Elsa
Ana
No
Ana estaba congelándose hasta que se quedó convertida en hielo. Salvar a Elsa
era un acto de amor verdadero así que Ana se empezó a descongelar
RAPUNZEL
Había una vez una pareja que desde hacía mucho tiempo deseaba tener hijos.
Aunque la espera fue larga, por fin, sus sueños se hicieron realidad.
La futura madre miraba por la ventana las lechugas del huerto vecino. Se le hacía
agua la boca nada más pensar lo maravilloso que sería poder comerse una de
esas lechugas.
Sin embargo, el huerto le pertenecía a una bruja y por eso nadie se atrevía a
entrar en él. Pronto, la mujer ya no pensaba más que en esas lechugas, y por no
querer comer otra cosa empezó a enfermarse. Su esposo, preocupado, resolvió
entrar a escondidas en el huerto cuando cayera la noche, para coger algunas
lechugas.
La mujer se las comió todas, pero en vez de calmar su antojo, lo empeoró.
Entonces, el esposo regresó a la huerta. Esa noche, la bruja lo descubrió.
-Puedes llevarte las lechugas que quieras -dijo la bruja -, pero a cambio tendrás
que darme al bebé que lleva tu mujer, cuando nazca.
El pobre hombre no tuvo más remedio que aceptar. Tan pronto nació, la bruja se
llevó a la hermosa niña. La llamó Rapunzel. La belleza de Rapunzel aumentaba
día a día. La bruja resolvió entonces esconderla para que nadie más pudiera
admirarla. Cuando Rapunzel llegó a la edad de los doce años, la bruja se la llevó a
lo más profundo del bosque y la encerró en una torre sin puertas ni escaleras,
para que no se pudiera escapar. Cuando la bruja iba a visitarla, le decía desde
abajo:
La niña dejaba caer por la ventana su larga trenza rubia y la bruja subía. Al cabo
de unos años, el destino quiso que un príncipe pasara por el bosque y escuchara
la voz melodiosa de Rapunzel, que cantaba para pasar las horas. El príncipe se
sintió atraído por la hermosa voz y quiso saber de dónde provenía. Finalmente
halló la torre, pero no logró encontrar ninguna puerta para entrar. El príncipe
quedó prendado de aquella voz. Iba al bosque tantas veces como le era posible.
Por las noches, regresaba a su castillo con el corazón destrozado, sin haber
encontrado la manera de entrar. Un buen día, vio que una bruja se acercaba a la
torre y llamaba a la muchacha.
Con un hechizo la bruja envió a Rapunzel a una tierra apartada e inhóspita. Luego,
ató la trenza a un garfio junto a la ventana y esperó la llegada del príncipe.
Cuando éste llegó, comprendió que había caído en una trampa.
-Tu preciosa ave cantora ya no está -dijo la bruja con voz chillona -, ¡y no volverás
a verla nunca más!
Durante muchos meses, el príncipe vagó por los bosques, sin parar de llorar. A
todo aquel que se cruzaba por su camino le preguntaba si había visto a una
muchacha muy hermosa llamada Rapunzel. Nadie le daba razón.
Cierto día, ya casi a punto de perder las esperanzas, el príncipe escuchó a lo lejos
una canción triste pero muy hermosa. Reconoció la voz de inmediato y se dirigió
hacia el lugar de donde provenía, llamando a Rapunzel.
RICITOS DE ORO
Érase una vez una familia compuesta por tres ositos que vivía en una hermosa
casita en el corazón de un gran bosque.
El papá oso era muy grande, la mamá osa era de tamaño mediano, y el hijito era
un osito muy pequeño.
Un día, mamá osa preparó tres platos de sopa para la hora del almuerzo.
La sopa estaba tan caliente que no se podía tomar y papá oso dijo: "vamos a dar
un paseo por el bosque mientras se enfría". Y los tres osos salieron de su casita y
cerraron la puerta.
Acababan de irse los ositos cuando llegó ricitos de oro, una niña muy traviesa que
había salido a pasear sola por el bosque.
Ricitos de oro miró por una de las ventanas y, como no había nadie, abrió la
puerta para ver lo que había dentro.
Ricitos de oro se acercó a la mesa, probó la sopa de papá oso y gritó: !demasiado
caliente!
Por último, probó la sopa del osito pequeño y dijo: ¡qué sopa más deliciosa!, y se
la comió toda.
Ricitos de oro había comido tanto que le entró sueño. Primero se sentó en la silla
de papá oso y dijo: ¡demasiado dura!
Pero al poco rato...¡cataplum! Ricitos de oro se cayó al suelo. Pesaba tanto que
había hecho añicos la silla del osito pequeño.
Muy enfadada, ricitos de oro se fue al dormitorio. Allí vio tres camas. Probó a
acostarse en la de papá oso y dijo: ¡es demasiado alta!
Por último, se acostó en la del osito pequeño y dijo: ¡qué cama más cómoda!
Mamá osa también miró su plato y dijo con voz más suave: ¿y quién ha probado la
mía?
Cuando el osito pequeño vio su plato, dijo con una vocecita muy dulce: ¿quién se
ha comido mi sopa y me ha dejado sin nada?
El osito pequeño se echó a llorar pero la mamá osa le dijo: "no llores, que
enseguida te preparo más".
Papá oso estaba muy enfadado. "alguien ha entrado en nuestra casita", dijo
refunfuñando, y empezó a mirar por todos los rincones. De pronto, se paró
denlante de su silla y exclamó con un gran vozarrón: ¿quién se ha sentado en mi
silla?
La mamá osa también empezó a mirar por todos los rincones y con voz más suave
dijo: ¿y quién se ha sentado en mi sillón?
El osito pequeño corrió hacia su silla y dijo con su vocecita dulce: ¿quién se ha
sentado en mi sella? ¡está hecha añicos!
Papá oso vio su cama y exclamó con un gran vozarrón: ¿quién se ha acostado en
mi cama?
Mamá osa vio su cama y dijo con voz más suave: ¿y quién se ha acostado en la
mía?
Ricitos de oro se despertó y al abrir los ojos se llevó un buen susto porque a los
pies de la cama había tres osos que la mirarban.
Ricitos de oro saltó de la cama y se escapó por la ventana. Corrió sin parar hasta
que llegó a su casa, donde la esperaba su mamá.
Los tres ositos no volvieron a ver a ricitos de oro nunca más y ricitos de oro nunca
jamás volvió a pasear sola por el bosque.
LA BELLA Y LA BESTIA
Había una vez un mercader adinerado que tenía tres hijas. Las tres eran muy
hermosas, pero lo era especialmente la más joven, a quien todos llamaban desde
pequeña Bella. Además de bonita, era también bondadosa y por eso sus
orgullosas hermanas la envidiaban y la consideraban estúpida por pasar el día
tocando el piano y rodeada de libros.
- Llorando no conseguiré nada, trabajando sí. Puedo ser feliz aunque sea pobre.
Así que Bella era quien lo hacía todo. Preparaba la comida, limpiaba la casa,
cultivaba la tierra y hasta encontraba tiempo para leer. Sus hermanas, lejos de
estarle agradecidas, la insultaban y se burlaban de ella.
Llevaban un año viviendo así cuando el mercader recibió una carta en la que le
informaban de que un barco que acababa de arribar traía mercancías suyas. Al oír
la noticias las hijas mayores sólo pensaron en que podrían recuperar su vida
anterior y se apresuraron a pedirle a su padre que les trajera caros vestidos. Bella
en cambio, sólo pidió a su padre unas sencillas rosas ya que por allí no crecía
ninguna.
Pero el mercader apenas pudo recuperar sus mercancías y volvió tan pobre como
antes. Cuando no le quedaba mucho para llegar hasta la casa, se desató una
tormenta de aire y nieve terrible. Estaba muerto de frío y hambre y los aullidos de
los lobos sonaban cada vez más cerca. Entonces, vio una lejana luz que provenía
de un castillo.
A punto estaba de marcharse y al ver las rosas del jardín recordó la promesa que
había hecho a Bella. Se dispuso a cortarlas cuando sonó un estruendo terrible y
apareció ante él una bestia enorme.
Entregó las rosas a Bella y les contó lo que había sucedido. Las hermanas de
Bella comenzaron a insultarla, a llamarla caprichosa y a decirle que tenía la culpa
de todo.
- He dicho que seré yo quien vuelva al castillo y entregue su vida a la bestia. Por
favor padre.
Bella empezó a pensar que la bestia no era tal y que era en realidad un ser muy
amable.
Esa noche bajó a cenar y aunque estuvo muy nerviosa al principio, fue dándose
cuenta de lo humilde y bondadoso que era la bestia.
- Si hay algo que deseéis no tenéis más que pedírmelo, dijo la bestia.
Con el tiempo, Bella comenzó a sentir afecto por la bestia. Se daba cuenta de lo
mucho que se esforzaba en complacerla y todos los días descubría en él nuevas
virtudes. Pero pese a eso, cuando todos los días la bestia le preguntaba si quería
ser su esposa ella siempre contestaba con honestidad:
- Lo siento. Sois muy bueno conmigo pero no creo que pueda casarme con vos.
- No dejaré que mueras bestia. Te prometo que volveré en ocho días, dijo Bella.
Bella estuvo en casa de su padre durante diez días. Pensaba ya en volver cuando
soñó con la bestia yaciendo en el jardín del castillo medio muerta.
- Gracias Bella. Habéis roto el hechizo. Un hada me condenó a vivir con esta
forma hasta que encontrase a una joven capaz de amarme y casarse conmigo y
vos lo habéis hecho.
El príncipe se casó con Bella y ambos vivieron juntos y felices durante muchos
muchos años.
-¡Ay Wendy......! Cuánto me gustaría poder viajar con él y no tenerme que dormir
ahora, y mañana madrugar para ir al colegio.
-Y a mi también......yo no quiero estar aquí.
-Pero ¡será posible que todavía estéis despiertos, vamos todos a la cama!, y tú
Wendy, por favor, no les cuentes más cosas. ¡Ala, buenas noches, un beso a los
cuatro y a dormir!
-Buenas noches papaíto.
-Oíd, ¿Estáis viendo lo que veo yo? Hay alguien en la ventana.....Si son Peter Pan
y Campanita..........
-Hola a todos, he oído que no queríais dormir y que os gustaría visitar con
nosotros la isla de Nunca Jamás.
-¡Sí.....sí......!
-Muy bien. Campanita, échales un poquito de tu polvo mágico.
Peter Pan, nada más llegar, se acercó a vigilar la goleta del capitán Garfio. Éste
era un pirata malísimo y gran enemigo de Peter Pan, desde que por su culpa,
según contaba él, le había comido una mano un cocodrilo que siempre le
perseguía. En lugar de la mano, llevaba un garfio, y por eso le llamaban así.
Cuando Peter Pan avistó el barco, enseguida comprendió que algo extraño
ocurría, se acercó un poco más y lo que vio lo llenó de asombro.
-¡Tú si que estás listo, quieto!, si das un paso más caerás al agua y allí está tu
amiguito el cocodrilo esperándote. Vamos ríndete.
-Me rindo, me rindo......¡Maldita sea!
Entonces Peter Pan, tomó en sus brazos a la princesa india y se alejó volando del
barco de los piratas para llevarla a su campamento. La princesa y su padre, el
gran jefe, agradecieron tanto lo que había hecho, que lo invitaron a él y a sus
amiguitos a una gran fiesta en el poblado.
-Después de esta fiesta os mostraré la isla, ¿Eh Wendy, qué os parece?
-Estupendo, gracias Peter Pan.
-Vives en un país maravilloso.
Y así fue, fueron todos juntos a recorrer la isla. Comían sus frutos, se bañaban en
sus playas, y jugaban cuanto querían......Todos lo pasaban sensacional, menos
campanita, que estaba toda enfurruñada porque tenía celos de Wendy.
-Desde que han venido los niños sólo tiene ojos para Wendy, y a mi no me hace
caso, ¡Qué desgraciada soy!.
Tanto lloraba y tan clara se oía su voz por el bosque que su pena llegó a oídos del
Capitán Garfio, y éste decidió raptarla, para ver si por rabia, le decía donde podría
encontrar a Peter Pan. -¡Id ahora mismo, tú “ojo oblicuo” y “tú poco pelo” a raptar a
Campanita, y que no se haga de noche sin que hayáis cumplido mi orden!
¿Entendido?. -Sí, sí jefe, seguro que la traeremos.
Mucho trabajo les costó a “ojo oblicuo” y “poco pelo” capturar a Campanita que
volaba muy bien. Pero en un momento de descuido se hicieron con ella utilizando
un cazamariposas. Enseguida se la llevaron al capitán que se puso contentísimo
al verla.
-Tú “poco pelo” vas a ir inmediatamente al árbol de la alegría y dejas allí este
paquete. Ten mucho cuidado que es una bomba que estallará a las 12 en punto.
Así que vete rápidamente, ¡vamos, vamos!.
Eran las 11 y media cuando “poco pelo” depositó el paquete en casa de Peter
Pan. A las 12 menos cuarto, llegó éste con los niños y al ver el paquete lo cogió y
leyó en él: “No abrir hasta las doce en punto” y firmaba Campanita.
-Tengo que avisar a Peter Pan, si no salgo de aquí estallará la bomba y morirán
todos. Tengo que escapar como sea.
Tanta era su desesperación que rompió el farol y voló tan rápido como pudo hacia
el árbol de la alegría. Faltaban sólo unos segundos para las doce. Campanita se
lanzó empicada hacia el paquete que Peter Pan sostenía en sus manos y
arrebatándoselo lo lanzó todo lejos que pudo.
-Pero Campanita, ¿qué ocurre, porque has hecho eso, porque explota el paquete
como una bomba? No entiendo nada.
-Era todo un plan para mataros, era una bomba de verdad, preparada por el
Capitán Garfio que me raptó. Yo por celos de Wendy le dije donde vivías. Por
favor, Peter Pan, te pido que me perdones, he podido mataros a todos.
Esta vez, Peter Pan, luchaba con la fuerza de un ejército entero, y especialmente
luchaba contra el Capitán Garfio que estaba empeñado en empujarlo hacia el
agua, donde esperaba el cocodrilo con su enorme boca abierta.
-¡Ah.....Peter Pan, esta vez acabaré contigo, ya estoy harto de que me estropees
todos mis planes....!
Estaba diciendo esto cuando tropezó con una soga y cayó al agua.
-¡Socorro, socorro, auxiliooooooo, ahhh, que se me come el cocodrilo....!