Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Principios

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 27

Derecho Penal General I

“PRINCIPIOS DEL DERECHO PENAL”

Dr. Cs. Saúl Alexander Villegas Salazar


FUNCIÓN PUNITIVA ESTATAL

Legitimación extrínseca e intrínseca del poder penal. –

El problema de los principios legitimantes del poder sancionador del Estado


es tanto constitucional como jurídico-penal.

En este sentido, su legitimación extrínseca proviene de la Constitución y los tratados


internacionales; pero su legitimación intrínseca se basa en una serie de principios
específicos. Aun así, todos son igualmente importantes en la configuración de un
derecho penal respetuoso con la dignidad y libertad humana, meta y límite del
Estado social y democrático de Derecho y, por tanto, de todo su ordenamiento
jurídico.
Limites formales y materiales del poder penal. –

Los límites del poder penal actúan tanto en la creación de


las normas penales (criminalización primaria) como en
su aplicación (criminalización secundaria), pero se les
suele clasificar en limites materiales o garantías penales
y limites formales o garantías procesales, de
persecución o de ejecución.
PRINCIPIOS DE LEGALIDAD

Este es el principal límite de la violencia que el sistema penal


del Estado ejercita, se trata de un límite típico de un Estado
de Derecho.

Esta violencia se realiza bajo el control de la ley, de manera


que toda forma de violencia ilícita que provenga del sistema
penal (torturas, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones
forzadas, etc.) deberán ser consideradas conductas
prohibidas. El principio de legalidad limita el ejercicio del
poder penal exclusivamente a las acciones u omisiones
previstas en la ley como infracciones punibles: nullum
crimen, nulla poena, sine lege.
Legalidad y tipo penal. –

El principio de legalidad se precisa, clarifica y fortalece a


través del tipo penal.

Así, se constituye en una fórmula sintética que expresa el


conjunto de límites que surgen del principio de legalidad
para circunscribir con absoluta precisión la conducta
prohibida o mandada respecto de la cual está enlazado
del poder punitivo.
Definición normativa del principio de legalidad. –

Normativamente, el principio de legalidad se expresa en el


sentido que nadie será procesado ni condenado por acto u
omisión que al tiempo de cometerse no éste previamente
calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca, como
infracción punible, ni sancionado con pena no privativa en la ley
(artículo 2, numeral 24, inciso d, Constitución). Así también lo
describe el articulo II del Título Preliminar del Código Penal.

La principal fuente del Derecho Penal es la ley, la cual debe cumplir


con tres requisitos.
Nullum crimen sine lege scripta: (Debe ser escrita)
Nullum crimen sine lege previa: (Debe ser previa)
Nullum crimen sine lege certa: (Debe ser estricta)
PRINCIPIO DE PROHIBICIÓN DE LA ANALOGIA

Prohibición de la analogía. –
a partir del principio de legalidad, se constituye como una garantía
de la administración de justicia la prohibición de la analogía
(artículo 139, numeral 9, Constitución; artículo III. Título
Preliminar, Código penal). De esta manera, esta prohibición
supone que no es permitida la analogía para calificar el hecho
como delito o falta, definir un estado de peligrosidad o determinar
la pena o medidas de seguridad que les corresponde (artículo III,
Título Preliminar, Código penal) (artículo 139, numeral 9,
constitución).
Analogía Legis y Juris
La analogía puede ser entendida como el proceso por el cual son resueltos
los casos no previstos por la ley, extendiéndoles a ellos las disposiciones
previstas para casos semejantes (analogía legis) o están deducidos de los
principios generales del derecho (analogía juris).

La prohibición de la analogía sólo alcanza a la analogía perjudicial para el


inculpado (analogía in malam partem), es decir, aquella que extiende los
efectos de la punibilidad. Por el contrario, la analogía favorable (analogía
in bonam partem) es aceptada a través de los procesos de interpretación
de la ley penal. Por ejemplo: interpretación que extienda analógicamente
circunstancias atenuantes o causales de exclusión de la punibilidad.
Siguiendo esta idea, de lege ferenda el Anteproyecto de la Parte General
del Código Penal 2004, en su artículo III in fine del título Preliminar,
reconoce que la analogía sólo procede a favor del reo.
PRINCIPO DE IRRETROACTIVIDAD.
En el ordenamiento jurídico nacional, la ley penal aplicable es la
vigente en el momento de la comisión del hecho punible. No
obstante, se aplicará la más favorable al reo, en caso de conflicto
en el tiempo de leyes penales, (artículo 6, Código penal) (artículo
103, segundo párrafo, Constitución).

Retroactividad benigna. –
Se excluye la posibilidad de aplicación retroactiva de la ley penal
(penas, características de los tipos de lo injusto, etc.) cuando son
desfavorables al inculpado, por el contrario, si son favorables, la
Constitución ordena aplicarlas retroactivamente (retroactividad
benigna).
PRINCIPIO DE NECESIDAD O DE MINIMA INTERVENCIÓN
El Estado sólo puede emplear la pena cuando está en situación de
explicar su necesidad para la convivencia social, para mantener el
orden democrático social establecido (artículo 43, Constitución Política).
En un Estado social, el Derecho Penal se legitima sólo cuando protege a
la sociedad, pero si su intervención resulta inútil, entonces perderá su
justificación. Por eso, este principio conduce a la exigencia de utilidad.
La mera utilización de instrumentos violentos como la pena siempre
afectará la idea de un Estado de Derecho. Solo la extrema necesidad
podría, bajo las circunstancias señaladas, volver legítimo un castigo
violento en concreto y nunca el castigo en general. Siempre que
podamos, claro está, demostrar esa necesidad. Este principio de la
necesidad de intervención estatal es, pues, un límite importante, porque
permite evitar las tendencias autoritarias. La ley no se transforma en un
instrumento al servicio de los que tienen el poder penal, sino que las
leyes penales, dentro de un estado social y democrático de Derecho sólo
se justifican en la tutela de un valor que necesita de la protección penal.
PRINCIPIO DE SUBSIDIARIDAD

Última ratio. –
Se trata de la última ratio o extrema ratio, en el sentido que
sólo debe recurrirse al Derecho Penal cuando han fallado
todos los demás controles sociales. El derecho Penal debe ser
el último recurso que debe utilizar el Estado, debido a la
gravedad que revisten sus sanciones. Los ataques leves a los
bienes jurídicos deben ser atendidos por otras ramas del
Derecho o por otras formas de control social.
PRINCIPIOS DE FRAGMENTARIEDAD
Principio de fragmentación. –
El carácter fragmentario del derecho Penal consiste en que no se le puede utilizar
para prohibir todas las conductas. El Derecho punitivo no castiga todas las
conductas lesivas de bienes jurídicos sino las que revisten mayor entidad. Este
principio es una directriz político-criminal, ya que determina en el legislador
hasta qué punto puede transformar determinados hechos punibles en infracciones
o no hacerlo, por lo tanto, muy útil para la criminalización primaria.

Determinación de la fragmentariedad. –
Para determinar la fragmentariedad de la selección penal se puede partir de los
siguientes fundamentos: Primero, defendiendo al bien jurídico sólo contra
aquellos ataques que impliquen una especial gravedad, exigiendo, además,
determinadas circunstancias y elementos subjetivos., segundo, tipificando sólo
una parte de lo que en las demás ramas del ordenamiento jurídico se estima como
antijurídico. Tercero, dejando, en principio, sin castigo las acciones meramente
inmorales.
PRINCIPIO DE EXCLUSIVA POTECCIÓN DE LOS BIENES
JURÍDICOS

Principio de lesividad
De acuerdo al principio de lesividad y ofensividad, para que una
conducta sea considerada ilícita no sólo requiere una realización
formal, sino que además es necesario que dicha conducta haya
puesto en peligro o lesionado a un bien jurídico determinado. Se le
identifica con la máxima “nullum crimen sine iniuria”. El Título
Preliminar del Código Penal declara que “la pena, necesariamente,
precisa de la lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos tutelados por la
ley”.
Lesividad y mínima intervención

Si se obviara este principio, el de intervención mínima sería un límite


demasiado vago, Por el contrario, con su existencia se debe precisar y,
con ello, el Estado intervendría limitando su función punitiva. “Para
evitar esta distorsión del uso del poder punitivo existe el principio de
lesividad, que orienta el uso de ese poder hacia finalidades
exclusivamente sociales y evita las distorsiones normalistas o el uso de
instrumentos violentos para sostener la pura autoridad del Estado”.
Cuando nos referimos a la protección de bienes jurídicos, no estamos
hablando de la protección de todos los bienes jurídicos. Por ello, aquí
juega un papel importante el principio de fragmentariedad y de
subsidiaridad. “El concepto de “bien jurídico” es, pues, más amplio que
el de “bien jurídico-penal”. No sólo el Derecho Penal puede intervenir
exclusivamente en su protección, sino también otros medio de control
social.
Concepto de bien jurídico
La intervención del Estado sólo se legitima cuando protege bienes jurídicos,
pero estos suelen carecer de eficacia crítica o limitadora en relación al poder
penal al estar frecuentemente ligados a los intereses de los grupos
dominantes. Creemos que el bien jurídico debe ser realmente un límite
político-criminal a la función punitiva estatal, pero esto no se puede
comprobar siempre en el ejercicio del poder penal. Pensamos que no es el
camino más adecuado de sustituir al bien jurídico por la infracción al deber.
Además, existen diferencias entre norma y valor, pues la primera tiene un
sentido deontológico (deber) y el valor, un sentido teleológico (finalidades).
Así, siendo el bien jurídico un valor no puede ser identificado como una
norma (deber), pues ello es contradictorio. En esta línea, los bienes jurídicos
son los valores fundamentales y predominantes de toda sociedad -y no sólo de un
grupo determinado- que proporciona el ordenamiento de protección de Derechos
humanos y los principios constitucionales, como su fuente inspiradora, para de esta
manera delimitar (y no sólo legitimar) al poder penal, buscando erradicar la
posibilidad de la arbitrariedad.
PRINCIPIO DE RACIONALIDAD Y HUMANIDAD DE LAS
PENAS

Principio de proscripción de la crueldad


También llamado principio de la proscripción de la crueldad, se le
ha considerado en la actualidad como el pensamiento central de la
ejecución penal y uno de los límites primordiales en un Estado
democrático. Según los postulados de este principio, se rechaza por
cruel toda sanción penal que resulte brutal en sus consecuencias para
el sujeto. Se debe buscar una pena humanitaria en el sentido que se
ejecute sin crueldad ni sufrimiento innecesarios para el penado,
tomando en cuenta los lineamientos del Derecho de los derechos
humanos.
Humanidad de la pena en los Instrumentos internacionales

Existen instrumentos internacionales como las Reglas Mínimas


para el Tratamiento de los Reclusos, Reglas para la Protección de los
Menores Privados de Libertad o el Conjunto de Principios para la
Protección de todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de
Detención o Prisión que están orientadas a garantizar que toda
persona sometida a cualquier forma de detención o prisión será
tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad
inherente al ser humano.
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD

Principio de culpabilidad
“La Pena requiere de la responsabilidad penal del autor, queda proscrita toda
forma de responsabilidad objetiva” (artículo VII, Título Preliminar, Código penal).
Recuérdese que algunos prefieren usar el término “responsabilidad” al de
“culpabilidad” cualquier vinculación con el criterio retributivo, aun cuando otros
consideran innecesario esto, pues la culpabilidad se puede fundar en criterios
preventivos.

En el Derecho Penal, al término culpabilidad, se le asigna un triple significado:


Primero, como fundamento de la pena, se refiere a la cuestión de si procede
imponer una pena al autor de un hecho típico y antijurídico. Segundo, como
fundamento o elemento de la determinación o medición de la pena, su gravedad y
duración. En este caso, se asigna a la culpabilidad una función limitadora que
impide que la pena pueda ser impuesta por debajo o por encima de unos
determinados límites que son aplicados sobre la idea de la culpabilidad y otros,
como la importancia del principio de lesividad, etc. Tercero, como lo contrario a la
responsabilidad por el resultado. De esta manera el principio de culpabilidad
impide la atribución a su autor de un resultado imprevisible, reduciendo las formas
de imputación de un resultado al dolo o a la culpa.
a. Principio de dolo o culpa
Como consecuencia de este principio de responsabilidad se prohíbe imputar
a un sujeto un resultado imprevisible, y si sólo se podrá admitir
responsabilidad a través de estructuras dolosas o imprudentes. Dejamos en
claro que no estamos diciendo que el dolo y la culpa sean elementos de la
culpabilidad, pues su ubicación correcta, en la teoría del delito, se encuentra
en lo injusto (imputación subjetiva).
Este principio rechaza la responsabilidad objetiva o responsabilidad por el
resultado, que tiene entre sus postulados a la antigua máxima proveniente
del derecho canónico: “versari in re illicita casus imputatur” que se puede
entender como “quien quiso la causa quiso el efecto”. Según esta antigua
máxima, si una persona realiza un acto prohibido por cualquier resultado
que devenga de ella; no interesando si lo hizo con intención, imprudencia o
si fue resultado de un hecho fortuito. De esta máxima se derivan dos
problemas que subsisten en el Derecho Penal: los delitos cualificados por el
resultado y los supuestos de estado de inculpabilidad provocados por el
propio agente.
a. Principio de imputación personal
La sanción penal se aplica a la persona física. El Derecho Penal actual es
incompatible con la responsabilidad objetiva o con una idea de
represión por las conductas de otras personas (responsabilidad
colectiva). Así, se impide el castigo a alguien que no es responsable de
un determinado hecho, se busca la individualización de la pena. Se
limita la responsabilidad a los autores del hecho delictivo y a los que
participaron en él, ya sea como coautores, instigadores o cómplices. Ha
quedado en el olvido la responsabilidad colectiva que en épocas
antiguas implicaba llegar al castigo de los miembros de una familia o de
un pueblo por la falta de uno de ellos. En la actualidad se plantea el
problema de la determinación de la responsabilidad de las personas
jurídicas.
a. Principio de responsabilidad por el hecho
El Derecho Penal de autor es incompatible con el Estado social y democrático
de Derecho; en este sentido, solo resulta compatible un Derecho Penal de Acto.
La pena debe de vincularse con una acción concreta descrita típicamente; por
ello, tal sanción representa “solo la respuesta al hecho individual, y no a toda
la conducción de la vida del autor o a los peligros que en el futuro se esperan
del mismo.
Lo podemos encontrar enlazado al principio de legalidad cuando se habla de
la exigencia de la tipicidad de los delitos, ya que en cada precepto penal se
reclama una descripción diferenciada de cada conducta delictiva. El Estado
únicamente puede castigar la acción humana que produce efectos en el
exterior (es decir, en el marco de una interacción conflictiva), y sólo en los
límites estrictos del valor que esa acción tenga dentro del marco de
interacción. El castigo no puede referirse a otra cosa que no sea la estricta
punición del hecho, salvo cuando sea utilizado para disminuir su intensidad.
PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD
Prohibición en exceso
También llamada prohibición en exceso, consiste en la búsqueda
de un equilibrio entre el poder penal del Estado, la sociedad y el
imputado. Constituye un principio básico respecto de toda
intervención gravosa de este poder, directamente a partir del
principio del Estado de Derecho.

“La pena no puede sobrepasar la responsabilidad por el hecho. La


medida de seguridad sólo puede ser ordenada por intereses
públicos predominantes” (artículo VIII del Título Preliminar,
Código Penal). Considera que la pena debe ser adecuada al daño
ocasionado por el agente, según el grado de culpabilidad y el
perjuicio socialmente ocasionado.
El Tribunal Constitucional señala que este principio “impone al legislador” que, al
momento de establecer las penas ellas obedezcan a una justa y adecuada
proporción entre delito cometido y la pena que se vaya a imponer. Se
complementa con el principio de culpabilidad ya que limita la pena a la
proporcionalidad de la culpabilidad.

Este principio tiene otras acepciones: proporcionalidad abstracta (sólo pueden ser
objeto de sanción penal conductas que constituyen violaciones a derechos
humanos) y principio de proporcionalidad concreta (los costos sociales que origina
la pena son elevados, entendido no en su contenido económico, sino en sus
consecuencias sociales para el procesado). Creemos que estos aspectos deben ser
observados para distinguir también el principio de proporcionalidad de las penas,
en dos sentidos: la necesidad misma que la pena sea proporcionada al delito y la
exigencia que la medida de la proporcionalidad de la pena se fije en función a la
importancia social de hecho, “Se sigue de ello que un Derecho penal democrático
debe ajustar la gravedad de las penas a la trascendencia que para la sociedad
tienen los hechos a que se asignan , según el grado de la nocividad social del ataque
al bien jurídico”
PRINCIPIO DE PROTECCIÓN DE LA VÍCTIMA

Principios fundamentales de justicia para las víctimas


La declaración sobre Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas
de Delitos y Abusos de Poder reconoce que las víctimas serán tratadas con
respeto a su dignidad y tendrán derecho a la pronta reparación del daño que
hayan sufrido, de manera que se reforzarán los mecanismos judiciales y
administrativos que les permitan obtener reparaciones incluso del Estado
cuando el agresor es un funcionario público. También se tiende a garantizar
su seguridad, el derecho de información, la asistencia gubernamental o
voluntaria, la capacitación a funcionarios del sistema penal para que lo haga
receptivo a las necesidades de las víctimas. En este sentido, se propone que
los Estados incorporen en sus legislaciones normas que prohíban el abuso de
poder.
LÍMITES FORMALES O
GARANTÍAS PROCESALES

También podría gustarte