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Tema 66

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TEMA 66. ESTRÉS LABORAL.

BURNOUT: CONCEPTO,
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO

1. INTRODUCCIÓN
2. ¿ESTRÉS O BURN OUT?
a. ¿Qué se entiende por estrés?
b. Hormona del estrés.
3. BURN OUT
a. Causas.
b. Síntomas.
i. Síntomas físicos.
ii. Alteraciones conductuales.
iii. Alteraciones emocionales.
c. Prevención.
d. Tipos.
e. Diagnóstico.
f. Tratamiento.
g. Consecuencias.

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1. INTRODUCCIÓN

El estrés, el burn out y la ansiedad cada vez son más frecuentes entre las personas que nos
rodean. Correr más de lo que se debe, así como querer hacer más cosas de la que se pueden, son
factores causantes, en gran parte, de estas dolencias.
Vivimos en una sociedad en la que se impone la rapidez, la impaciencia y la ambición, y en
la que todo tiene que estar disponible al momento. Ej.: la gente se sorprende si no respondes al
móvil o se enerva cuando no aparece rápidamente una página en internet. Siempre queremos más
y nunca es suficiente.
El ser humano tiene la capacidad de afrontar e incluso habituarse a circunstancias
adversas. Sin embargo, cuando se siente superado por las circunstancias, se origina un desborde
que deriva en trastornos orgánicos y psicológicos.

2. ¿ESTRÉS O BURN OUT?

Hay muchas definiciones de estrés y de burn out (síndrome de “estar quemado”


laboralmente), pero aunque son conceptos que pueden tener similitudes, no son exactamente lo
mismo.
Así como el estrés se asocia a numerosas razones o causas, muchas de las que pueden
pertenecer o no al ámbito de la vida cotidiana, las definiciones de burn out están vinculadas a la
actividad profesional, por lo que se considera una forma de estrés laboral.

2.1. ¿Qué se entiende por estrés?


La OMS define el estrés como “el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el
organismo para la acción”. Se trata de un sistema de alerta biológico necesario para la
supervivencia. Cualquier cambio o circunstancia diferente que se presente ante nuestras vidas,
como cambiar de trabajo, hablar en público, presentarse a una entrevista o cambiar de residencia,
puede generar estrés. Aunque también dependerá del estado físico y psíquico de cada individuo.
Un determinado grado de estrés estimula el organismo y permite que éste alcance su
objetivo, volviendo al estado basal cuando el estímulo ha cesado. El problema surge cuando se
mantiene la presión y se entra en estado de resistencia. Cuando ciertas circunstancias, como la
sobrecarga de trabajo, las presiones económicas o sociales, o un ambiente competitivo, se
perciben inconscientemente como una “amenaza”, se empieza a tener una sensación de
incomodidad. Cuando esta sensación se mantiene en el tiempo, se puede llegar a un estado de
agotamiento, con posibles alteraciones funcionales y orgánicas.

2.2. Hormona del estrés.


Ante una situación de estrés, el organismo tiene una serie de reacciones fisiológicas que
activan el eje hipofiso-suprarrenal y el sistema nervioso vegetativo. Por un lado, el eje hipofiso-
suprarrenal está compuesto por el hipotálamo, que actúa de enlace entre el sistema endocrino y el
sistema nervioso, la hipófisis y las glándulas suprarrenales. El sistema nervioso vegetativo se
encarga de regular el funcionamiento de los órganos internos y controla algunas de sus funciones
de manera involuntaria e inconsciente. Ambos sistemas producen la liberación de hormonas al
torrente sanguíneo; y son las responsables de excitar, inhibir o regular la actividad de los órganos.
El eje hipofiso-suprarrenal se activa ante agresiones físicas y psíquicas. El hipotálamo
segrega la hormona CRF (factor liberador de corticotropina), que actua sobre la hipófisis y provoca
la secreción de la hormona adenocorticotropa que actúa sobre la corteza de las glándulas
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suprarrenales, lo que da lugar a la producción de corticoides (glucocorticoides y andrógenos) que
pasan al torrente circulatorio.
El más destacable de los glucocorticoides es el cortisol, denominado también “la hormona
del estrés”, que facilita la excreción de agua y el mantenimiento de la presión arterial. Afecta a los
procesos infecciosos y causa una degradación de las proteínas intracelulares. Posee una acción
hiperglucemiante.
Los andrógenos son las hormonas que estimulan el desarrollo de las características
secundarias masculinas y el aumento tanto de la fuerza como de la masa muscular.
El sistema nervioso vegetativo es el responsable de mantener la homeostasis del
organismo. La activación simpática supone la secreción de catecolaminas, como la adrenalina y la
noradrenalina.
La primera es segregada en la médula suprarrenal, especialmente en casos de estrés
psíquico y de ansiedad, mientras que la segunda es segregada por las terminaciones nerviosas
simpáticas, lo que aumenta su concentración principalmente en el estrés de tipo físico en
situaciones de alto riesgo o de agresividad. Estas hormonas son las encargadas de poner el cuerpo
en estado de alerta y prepararlo para luchar o huir. Son las que permiten enlazar el fenómeno del
estrés con los fenómenos psicofisiológicos de la emoción.
La adrenalina y la noradrenalina son las responsables de la dilatación de las pupilas, la
dilatación bronquial y la movilización de los ácidos grasos, y puede dar lugar a un incremento de
lípidos en sangre, de la coagulación y del rendimiento cardíaco, así como vasodilatación muscular
y vasoconstricción cutánea, reducción de los valores de estrógenos y testosterona, etc. En
resumen, podríamos decir que, ante una situación de estrés, se produce una “activación” de todo
el organismo.
Cuando un individuo está expuesto de forma prolongada a la amenaza de agentes
estresantes, disminuyen sus capacidades de respuesta. Aun así, el organismo puede resistir
durante mucho tiempo. En esta etapa los valores de corticoesteroides se normalizan y la
sintomatología inicial desaparece. La última fase es la de agotamiento y consiste en un estado de
gran deterioro, con pérdida importante de las capacidades fisiológicas, en la que el sujeto
experimenta un retroceso muy considerable en sus habilidades sociales, así como en sus
capacidades de adaptación e interrelación con el medio. Se produce una alteración tisular y
aparecen las enfermedades psicosomáticas.

3. BURN OUT

El burn out laboral, también denominado síndrome del quemado o síndrome de estar
quemado en el trabajo, es un estado de agotamiento físico, emocional y mental que está
vinculado con el ámbito laboral, el estrés causado por el trabajo y el estilo de vida del
empleado. Puede tener consecuencias muy graves, tanto en la esfera física como psicológica.
Dos de los síntomas más comunes son depresión y ansiedad, motivos de la gran mayoría
de las bajas laborales.
El síndrome de burnout suele aparecer, en la mayoría de los casos, en las personas que
han elegido su oficio de manera vocacional (muy frecuente entre profesionales
sanitarios, profesores y trabajadores sociales). Aunque al principio las manifestaciones y el
malestar sólo se extienden a la vida laboral, finalmente también llegan a alcanzar, en casi todas
las situaciones, la vida social y familiar del trabajador afectado.
Fue descrito por el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger en trabajadores de
los servicios sociales del Bronx, en Nueva York. Manel Fernández, profesor en la Universidad
3
Abierta de Cataluña hace hincapié en que el síndrome no es exclusivo de los trabajadores
que desempeñan su labor de cara al público: “En el origen, parecía que las profesiones en
contacto con personas podían ser las que provocan más burnout, pero hoy sabemos que está más
relacionado con aspectos organizativos y con la capacidad de dar respuesta a los problemas
que se plantean en el trabajo”.
La OMS reconoció en 2019 el burnout como enfermedad, que será incluida en la
Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos.

3.1. Causas.
El principal detonante del síndrome de burnout es el entorno laboral y las condiciones de
trabajo.
El empleado que está expuesto de manera continua a, entre otros, altos niveles de
estrés, carga de trabajo excesiva, poca autonomía, malas relaciones en el trabajo y
ausencia de apoyo en su entorno, falta de formación para desempeñar las tareas, etc.,
puede llegar a padecer un estrés crónico que acabe provocando el burnout. Por ese motivo, el
vínculo entre el estrés y el burnout es muy fuerte.
La principal diferencia entre burnout y estrés, según Iván Fernández Suárez, “es que el
estrés no siempre es negativo; en muchas ocasiones nos permite ser más efectivos, reaccionar
mejor, rendir más…”. En cambio, el síndrome de estar quemado, que es “un desajuste continuado
entre las demandas y capacidades físicas y mentales del organismo”, siempre es negativo.
Por lo tanto, en el origen suelen haber unas exigencias excesivas que originan
tensiones. Pero también existen una serie de factores de riesgo:
- La organización. Situaciones como el exceso de burocratización sin apoyo específico,
falta de tiempo para organizar las tareas (que llevan a que el trabajador nunca salga
a su hora y tenga que llevarse trabajo a casa), así como no contemplar las sustituciones
por bajas temporales pueden elevar los niveles de estrés y, a la larga, propiciar el burnout.
- Expectativas interpersonales. Todos los trabajadores tienen unas expectativas respecto a
su actividad laboral que muchas veces no se ajustan a la realidad cotidiana y provocan
que la adaptación a esa realidad se produzca de forma más lenta. Si esas expectativas son
muy altas y no se cumplen, el trabajador puede desarrollar síntomas como ansiedad, apatía
o tristeza, entre otros.
- Características personales. Aunque no existe un perfil de la persona que puede padecer
esta afección, sí existen algunas cualidades y rasgos personales que suponen una mayor
vulnerabilidad a tener el síndrome. Así, las personas conformistas, inseguras y
dependientes tienen más posibilidades de sufrir depresión y ansiedad si tienen que
enfrentarse a situaciones estresantes. También son más propensos los individuos con una
baja autoestima y demasiado perfeccionistas.

3.2. Síntomas.
Las principales manifestaciones de este síndrome son:
 Sentimiento de agotamiento, fracaso e impotencia.
 Baja autoestima.
 Poca realización personal.
 Estado permanente de nerviosismo.
 Dificultad para concentrarse.
 Comportamientos agresivos.
 Dolor de cabeza.
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 Taquicardia.
 Insomnio.
 Bajo rendimiento.
 Absentismo laboral.
 Aburrimiento.
 Impaciencia e irritabilidad.
 Comunicación deficiente.

3.2.1. Síntomas físicos.


Los síntomas físicos del estrés y el burn out son los primeros en aparecer. Incluyen fatiga
crónica; cefaleas y migraña; alteraciones gastrointestinales, como dolor abdominal, colon irritable
y úlcera duodenal; dolores musculares; alteraciones respiratorias; alteraciones del sueño;
alteraciones dermatológicas; alteraciones menstruales y disfunciones sexuales, entre otros.

3.2.2. Alteraciones conductuales.


Destacan una irregular conducta alimentaria y el abuso de drogas, fármacos y alcohol. Las
conductas violentas suelen ser muy frecuentes, como la agresión, la actitud defensiva y el cinismo.
Otra de las alteraciones prácticas es el absentismo laboral.
En ocasiones surgen conductas paradójicas defensivas, como el desarrollo excesivo de
aficiones, la dedicación creciente al estudio para liberarse de la rutina, el seudoabsentismo laboral
y el desarrollo de actividades cuyo objetivo es limitar el número de horas reales en el centro de
trabajo.

3.2.3. Alteraciones emocionales.


Como ansiedad, depresión, irritabilidad, baja autoestima, falta de motivación, dificultades
de concentración, distanciamiento emocional, sentimientos de frustración profesional y deseos de
abandonar el trabajo, entre otras.

3.3. Prevención.
La prevención del síndrome del trabajador quemado debe comenzar en la empresa del
empleado. La primera medida que hay que tomar es evaluar las situaciones que generan el
estrés y la ansiedad en el trabajador y tomar las decisiones y las medidas adecuadas para intentar
reducirlo.
Para ello, debe mejorar la organización y proveer de herramientas necesarias para
que el trabajador pueda realizar sus tareas de forma adecuada y no tenga tanta
sobrecarga laboral.
Además, el trabajador puede adquirir una actitud asertiva, estableciendo una relación
comunicacional, sin discutir, ni someterse a la voluntad del resto de compañeros y defendiendo
sus convicciones.
Es recomendable que los trabajadores modifiquen las expectativas que tienen en el
trabajo. No se trata de que el empleado renuncie a sus ambiciones y aspiraciones. Simplemente
debe buscar un punto intermedio que se ajuste más a la realidad y ver la situación como una
oportunidad para aprender y crecer en otros ámbitos diferentes a los que se había propuesto
inicialmente.

3.4. Tipos.
El síndrome del trabajador quemado puede dividirse en dos tipos:
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- Burnout activo: el empleado mantiene una conducta asertiva. Se relaciona con
elementos externos a la profesión.
- Burnout pasivo: suele tener sentimientos de apatía y se relaciona con factores internos
psicosociales.

3.5. Diagnóstico.
Para poder diagnosticar el síndrome, los especialistas tienen que conocer los síntomas
de la patología y realizar una entrevista clínica con el empleado que les permita averiguar si existe
la sospecha de padecer la enfermedad. Además, conviene que el profesional conozca cómo es su
situación dentro de la empresa y cómo está organizado el trabajo.
Existen diferentes escalas o sistemas de medida para detectar el desgaste profesional. La
más utilizada es la escala de Maslach o Maslach Burnout Inventory, que está constituido por 22
ítems en forma de afirmaciones sobre los sentimientos y actitudes del profesional respecto a su
trabajo, el entorno laboral, sus compañeros, los clientes…

3.6. Tratamientos.
El síndrome de burnout debe abordarse de forma global, con iniciativas que incluyan desde
cambios organizativos en la empresa hasta tratamiento psicológico. En el plano individual,
el tratamiento psicológico de los afectados debe centrarse en los siguientes aspectos:
 Psicoeducación y autoconocimiento. Conocer el burnout y los factores que lo originan,
así como las circunstancias que están detrás de cada caso particular.
 Aprender a afrontar el estrés. Mediante técnicas de relajación y respiración, así como
con terapia psicológica cognitivo-conductual.
 Ajustar las expectativas a la realidad.
 Mejorar la autoestima.
 Trabajar la resiliencia y la asertividad.
 Hábitos saludables. Una alimentación sana, abandonar el tabaco, el alcohol y otras
drogas y la práctica regular de ejercicio físico son fundamentales para afrontar el estrés y
contribuyen a la salud mental.
En los casos en los que el afectado padezca depresión y ansiedad, deberá someterse al
tratamiento farmacológico que le prescriba el médico.

3.7. Consecuencias.
El síndrome de burnout se caracteriza porque es un proceso que va creciendo de
manera progresiva si no se toman medidas para impedirlo.
Esto puede provocar que el desgaste laboral evolucione y alcance otros aspectos como los
ideales y la percepción de los logros. A medida que avanza, el trabajador puede tener
dificultades para resolver problemas y ejecutar tareas que antes le resultaban sencillas.
La frustración comenzará a estar presente de manera constante, permanecerá en un
estado continuo de agotamiento y los síntomas podrán evolucionar a estados más graves. En
algunos casos, los trabajadores pueden llegar a abusar de los psicofármacos, del alcohol y
las drogas.
Por último, algunos pueden llegar a tener síntomas depresivos, de psicosis e incluso tener
ideas de suicidio.

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