Oración Rana
Oración Rana
Oración Rana
de la rana
Trozos Escogidos
Anthony de Mello
Editorial Sal Terrae
La oración de la rana
Índice
La oración de la rana ........................................... 6
El inventor ............................................................... 7
La oración del zapatero remendón .................... 8
La oración del alfabeto ........................................... 9
La profesión de Dios es perdonar ...................... 10
Narada y el cuenco de leche ............................... 11
El pueblo que siempre recibió ayuda ................ 12
¿Puede la oración controlar la meteorología? .............. 14
Lakshmi retrasa su respuesta .............................. 15
La oración de los niños ......................................... 16
Un verdadero pelmazo .......................................... 17
Sobre rezos y rezadores ......................................... 18
¿Puedo ayudarla? .................................................... 19
Ambos escuchan. Nadie habla ............................. 19
La oración del emperador ....................................... 20
El toro enfurecido ..................................................... 22
La oración como aceptación de la vida ............ 23
En un día gélido: congelarse ................................. 24
Hacerse amigo del dragón ...................................... 25
El emperador mendigo ................................................... 25
Dios está ahí fuera .................................................... 26
El monje y el pájaro ................................................. 27
Quitarse la venda ..................................................... 28
Los pies sobre la mesa ........................................... 28
El templo en el bosque ........................................... 29
Los tres sabios ........................................................ 30
El vuelo de los cazadores ...... ................................... 31
¿Mi tío Jorge? ........................................................ 32
El rumor que originó la catástrofe ............................. 32
La pantomima papal ,,,,,,,............................................. 33
Arlote predicador ........................................................ 36
¿Es usted judío? ................................................... 40
El indio que escuchaba el suelo ................................. 41
El infortunio de la ostra ..................................... 42
El borracho con las orejas en carne viva ................... 43
La prueba del cirujano vienés ......... ........................ 44
¡Que desaparezca de mi vista!» .......... ..................... 45
«Uno de vosotros es el Mesías ............. ..................... 46
La estación junto a los railes .................................... 48
El Buda Kamakura .................................................... 48
Los sutras invisibles .................................................. 49
Los dos hermanos que se amaban ............ .................. 50
«¿Dios se ocupará del Mesías!» ................................ 51
Los expertos que abren las puertas de la Misericordia . 52
La gran revelación ..................................................... 53
Conocimiento e iluminación ........................................ 54
El clérigo reconocido ................................................. 55
El filósofo que resucitó .............................................. 56
¿De qué está hecha la materia? .................................. 57
El pescador trocado en santo .................................... 58
El hijo de] rabino se hizo cristiano ............................. 59
El deseo ecuménico de rabino .................................. 60
El perro y el zorro ................................................... 61
Gandhi expulsado de la iglesia ................................. 62
A Dios no le dejan entrar en la iglesia ...................... 62
«¡Qué no te pille yo rezando!» ................................ 63
Cómo conservar un taparrabos ............................. 64
La estación de salvamento .................................... 66
El mandamiento de la fruta .................................... 68
Nasrudin se encuentra un diamante ...................... 70
Dos tipos de Sábado ......................................... 71
¡Cuidado, cuidado! ............................................... 73
La Providencia ......................................................... 75
Ahorro y denuncia ................................................ 76
La anciana y su gallo ............................................ 77
El Señor y tú sois socios» ..................................... 78
Se venden semillas, no frutos ................................. 79
El fontanero y las cataratas del Niágara ............. 80
El camión sin frenos ...................................... 81
La sombra santa ........................................... 82
La modestia del rabino ............................... 84
El venerable cura se declara culpable ...................... 85
«¡Mire quién se cree un pecador .............. ............. 86
¿Dios o la mujer? ............................................. 87
Lalia y Rama .................................................... 88
El pastor, el rabino y el cura ......................... 89
El buenazo de Tanzan .................................... 90
Recoger cristales en la playa .......................... 91
El asceta titiritero ................................................. 92
El sacerdote bienpensado ............................... 93
Jesucristo se confiesa culpable ..................... 94
Esta zanahoria es mía! . .................................. 95
Quién es un hippie ..................................................... 96
Te he preguntado quién eres .................................... 97
Cintas vírgenes en ingles. .......................................... 98
La lección de Uddalaka ............................... 99
«Estaba seguro de que vendrías .......................... 100
El amor de tu familia ............................................ 101
Lágrimas en el funeral ........................................... 102
Fuego en la fábrica. .................................................... 102
La hija feliz y el hijo desgraciado ....................... 103
La novia y el reloj ............................................... 104
Un réquiem por el señor Tortuga .......................... 105
La princesa y el esclavo ................................. 106
Atar juntos a los perros ................................... 107
El Dios que perdona los pecados ........ ................. 108
Juan el Enano acepta un vaso de agua ...................... 109
Plantar árboles para la posteridad ............................. 110
La piedra en medio de la calle ............................ ... 110
El rabino y la pagana ............ ................................ 111
«Soy una falsa moneda» ................. ................... 112
«Ella no tiene familia» ................. ........................ 113
Anastasio y la Biblia robada ............................... 114
Un caballo por cada pollo ..................................... 115
No confundir al jurado .......................................... 116
El padre de la víctima ............................................ 117
La oración de la rana
Un cuento hasídico:
Un pobre campesino que regresaba del mercado a altas horas de la
noche descubrió de pronto que no llevaba consigo su libro de oraciones.
Se hallaba en medio de¡ bosque y se le había salido una rueda de su
carreta, y el pobre hombre estaba muy afligido pensando que aquel día
no iba a poder recitar sus oraciones.
Entonces se le ocurrió orar del siguiente modo: «He cometido una
verdadera estupidez, Señor: he salido de casa esta mañana sin mi libro de
oraciones, y tengo tan poca memoria que no soy capaz de recitar sin él
una sola oración. De manera que voy a hacer una cosa: voy a recitar
cinco veces el alfabeto muy despacio, y tú, que conoces todas las
oraciones, puedes juntar las letras y formar esas oraciones que yo soy
incapaz de recordar».
Y el Señor dijo a sus ángeles: -De todas la oraciones que he
escuchado hoy, ésta ha sido, sin duda alguna, la mejor, porque ha
brotado de un corazón sencillo y sincero».
La profesión de Dios es perdonar.
El sabio indio Narada era un devoto del Señor Hari. Tan grande era
su devoción que un día sintió la tentación de pensar que no había nadie
en todo el mundo que amara a Dios más que él.
El Señor leyó en su corazón y te dijo: «Narada, ve a la ciudad que
hay a orillas del Ganges y busca a un devoto mío que vive allí.
Te vendrá bien vivir en su compañía».
Así lo hizo Narada, y se encontró con un labrador que todos los
días se levantaba muy temprano, pronunciaba el nombre de Hari una sola
vez, tomaba su arado y se iba al campo, donde trabajaba durante toda la
jornada. Por la noche, justo antes de dormirse, pronunciaba otra vez el
nombre de Hari. Y Narada pensó: .¿Cómo puede ser un devoto de Dios
este patán, que se pasa el día enfrascado en sus ocupaciones terrenales?»
Entonces el Señor le dijo a Narada: «Toma un cuenco, llénalo de
leche hasta el borde y paséate con él por la ciudad. Luego vuelve aquí sin
haber derramado una sola gota»
Narada hizo lo que se le había ordenado.
«¿Cuántas veces te has acordado de mí mientras paseabas por la
ciudad?», le preguntó el Señor.
«Ni una sola vez, Señor», respondió Narada. «¿Cómo podía hacerlo
si tenía que estar pendiente del cuenco de leche?»
Y el Señor le dijo: -Ese cuenco ha absorbido tu atención de tal
manera que me has olvidado por completo. Pero fíjate en ese campesino,
que, a pesar de tener que cuidar de toda una familia, se acuerda de mí
dos veces al día..
El pueblo que siempre recibió ayuda
El cura del pueblo era un santo varón al que acudía la gente cuando
se veía en algún aprieto. Entonces él solía retirarse a un determinado
lugar de¡ bosque, donde recitaba una oración especial. Dios escuchaba
siempre su oración, y el pueblo recibía la ayuda deseada.
Murió el cura, y la gente, cuando se veía en apuros, seguía
.el cual no era ningún santo, pero acudiendo a su sucesor,
conocía el secreto del lugar concreto del bosque y la oración especial.
Entonces iba allá y decía: «Señor, tú sabes que no soy un santo. Pero
estoy seguro de que no vas a hacer que mi gente pague las consecuencias
... De modo que escucha mi oración y ven en nuestra ayuda». Y Dios
escuchaba su oración, y el pueblo recibía la ayuda deseada.
También este segundo cura murió, y también la gente, cuando se
veía en dificultades, seguía acudiendo a su sucesor, el cual conocía la
oración especial, pero no el lugar de¡ bosque. De manera que decía:
«¿Qué más te da a ti, Señor, un lugar que otro? Escucha, pues, mi
oración y ven en nuestra ayuda». Y una vez más, Dios escuchaba su
oración, y el pueblo recibía la ayuda deseada.
Pero también este cura murió, y la gente, cuando se veía con
problemas, seguía acudiendo a su sucesor, el cual no conocía ni la
oración especial ni el lugar del bosque. Y entonces decía:
«Señor, yo sé que no son las fórmulas lo que tú aprecias, sino el
clamor del corazón angustiado. De modo que escucha mi oración y ven
en nuestra ayuda». Y también entonces escuchaba Dios su oración, y el
pueblo recibía la ayuda deseada.
Después de que este otro cura hubiera muerto, la gente seguía
acudiendo a su sucesor cuando le acuciaba la necesidad. Pero este nuevo
cura era más aficionado al dinero que a la oración. De manera que solía
limitarse a decirle a Dios: «¿Qué clase de Dios eres tú, que, aun siendo
perfectamente capaz de resolver los problemas que tú mismo has
originado, todavía te niegas a mover un dedo mientras no nos veas
amedrentados, mendigando tu ayuda y suplicándote? ¡Está bien: puedes
hacer con la gente lo que quieras!» Y, una vez más, Dios escuchaba su
oración, y el pueblo recibía la ayuda deseada.
Oración y meteorología
* La abuela:
«¿Ya rezas tus oraciones cada noche?»
El nieto: «¡Por supuesto!.
«¿Y por las mañanas?»
«No. Durante el día no tengo miedo..
*****
El emperador y la oración
El emperador mendigo
Érase una vez una mujer muy devota y llena de amor de Dios. Solía
ir a la iglesia todas las mañanas, y por el camino solían acosarla los niños
y los mendigos, pero ella iba tan absorta en sus devociones, que ni
siquiera los veía.
Un buen día, tras haber recorrido el camino acostumbrado, llegó a
la iglesia en el preciso momento en que iba a empezar el culto. Empujó
la puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a empujar, esta vez con más
fuerza, y comprobó que la puerta estaba cerrada con llave.
Afligida por no haber podido asistir al culto por primera vez en
muchos años, y no sabiendo qué hacer, miró hacia arriba ... y justamente
allí, frente a sus ojos, vio una nota clavada en la puerta con una
chincheta.
La nota decía: «Estoy ahí fuera».
Y más suposiciones:
Un matrimonio regresaba del funeral por el tío Jorge, que había
vivido con ellos durante veinte años, creando una situación tan incómoda
que a punto estuvo de irse a pique el matrimonio.
«Tengo algo que decirte, querida», dijo el marido. -Si no hubiera
sido por lo que te quiero, no habría aguantado a tu tío Jorge ni un solo
día ...»
.¿Mi tío Jorge?», exclamó ella horrorizada. .¡Yo creía que era tu tío
Jorge!»
Una ostra divisó una perla suelta que habla caído en una grieta de
una roca en el fondo del océano. Tras grandes esfuerzos, consiguió
recobrar la perla y depositarla sobre una hoja que estaba justamente a su
lado.
Sabía, que los humanos buscaban perlas, y pensó: «Esta perla les
tentará, la tomarán y me dejarán a mí en paz.
Sin embargo, llegó por allí un pescador de perlas cuyos ojos
estaban acostumbrados a buscar ostras, no perlas cuidadosamente
depositadas sobre una hoja.
De modo que se apoderó de la ostra, la cual no contenía perla, por
cierto y dejó que la perla rodara hacia abajo y cayera de nuevo en la
grieta de la roca.
Sabes exactamente dónde mirar.
Por eso no consigues encontrar a Dios.
El borracho
con las orejas en carne viva
El Buda Kamakura
Entre los judíos, la observancia del Sábado, el día del Señor, era
originariamente algo gozoso; pero los rabinos se pusieron a promulgar
mandatos acerca de cómo había que observarlo y de las actividades que
estaban permitidas, hasta que algunas personas se dieron cuenta de que
apenas podían moverse durante el sábado, por miedo a transgredir tal o
cual norma.
Baal Sem, hijo de Eliezer, reflexionó mucho a este respecto, y una
noche tuvo un sueño: un ángel se lo llevó al cielo y le mostró dos tronos
situados mucho más arriba que los demás.
«¿Para quién están reservados?», preguntó.
«Para ti., le respondió el ángel, «si sabes hacer uso de tu
inteligencia, y para un hombre cuyo nombre y dirección escribo ahora
mismo en este papel que te entrego».
A continuación, fue llevado al lugar más profundo del infierno y le
fueron mostrados dos asientos vacíos. «¿Para quién están reservados?-,
preguntó.
«Para ti, fue la respuesta, «si no sabes hacer uso de tu inteligencia,
y para el hombre cuyo nombre y dirección figuran en este papel que
ahora se te entrega».
En su sueño, Baal Sem fue a visitar al hombre que habría de ser su
cornpañero en el paraíso, y descubrió que vivía entre los gentiles, que
ignoraba por completo las costumbres judías y que los sábados solía dar
un banquete de lo más animado al que invitaba a todos sus vecinos
gentiles.
Cuando Baal Sern le preguntó por qué celebraba aquel tipo de
banquetes, el otro le respondió: «Recuerdo que, siendo niño, mis padres
me enseñaron que el sábado era un día de descanso y regocijo; por eso
mi madre hacía los sábados las más suculentas comidas, en las que
cantábamos, bailábamos y armábamos un gran jaleo. Y yo he seguido su
ejemplo..
Baal Sem trató de instruir a aquel hombre en los usos de lo que en
realidad era su religión, porque aquel hombre habla nacido judío, pero,
evidentemente, ignoraba por completo todo tipo de prescripciones
rabínicas.
Pero se quedó sin habla cuando se dio cuenta de que la alegría que
aquel hombre experimentaba los sábados se echaría a perder si se le
hacía tomar conciencia de sus deficiencias.
En el mismo sueño, Baal Sem acudió luego a visitar a su posible
compañero del infierno, y descubrió que se trataba de un hombre que
observaba estrictamente la ley y que sentía el temor constante de que su
conducta no fuera la apropiada.
El pobre hombre se pasaba todo el sábado en un estado de tensión
originado por sus escrúpulos, como si estuviera sentado sobre brasas.
Y cuando Baal Sem trató de reprenderle por ser tan esclavo de la
ley, perdió la facultad de hablar al caer en la cuenta de que aquel hombre
nunca comprendería que podía actuar equivocadamente por tratar de
cumplir las normas religiosas.
Gracias a esta revelación en forma de sueño, Baal Sem elaboró un
nuevo sistema de observancia, según el cual a Dios se le da culto con la
alegría que brota del corazón.
Cuando las personas están alegres, siempre son buenas;
mientras que, cuando son buenos, rara vez están alegres.
¡ Cuidado ! ¡ Cuidado !
Érase una vez un hombre tan piadoso que hasta los ángeles se
alegraban viéndolo. Pero, a pesar de su enorme santidad, no tenía ni idea
de que era un santo. Él se limitaba a cumplir sus humildes obligaciones,
difundiendo en torno suyo la bondad de la misma manera que las flores
difunden su fragancia, o las lámparas su luz.
Su santidad consistía en que no tenía en cuenta el pasado de los
demás, sino que tomaba a todo el mundo tal como era en ese momento,
fijándose, por encima de la apariencia de cada persona, en lo más
profundo de su ser, donde todos eran inocentes y honrados y demasiado
ignorantes para saber lo que hacían.
Por eso amaba y perdonaba a todo el mundo, y no pensaba que
hubiera en ello nada de extraordinario, porque era la consecuencia lógica
de su manera de ver a la gente.
Un día le dijo un ángel: -Dios me ha enviado a ti. Pide lo que
desees, y te será concedido. ¿Deseas, tal vez, tener el don de curar?.
«No», respondió el hombre, -preferiría que fuera el propio Dios quien lo
hiciera».
«¿Quizá te gustaría devolver a los pecadores al camino recto?»
«No», respondió, -no es para mí eso de conmover los corazones
humanos. Eso es propio de los ángeles».
«¿Preferirías ser un modelo tal de virtud que suscitaras en la gente
el deseo de imitarte?»
«No», dijo el santo, «porque eso me convertiría en. el centro de la
atención».
«Entonces, ¿qué es lo que deseas?., preguntó el ángel.
-La gracia de Dios», respondió él. «Teniendo eso, no deseo tener
nada más».
«No», le dijo el ángel, «tienes que pedir algún milagro; de lo
contrario, se te concederá cualquiera de ellos, no sé cuál ... »
-Está bien; si es así, pediré lo siguiente: deseo que se realice el bien
a través de mí sin que yo me dé cuenta».
De modo que se decretó que la sombra de aquel santo varón, con
tal de que quedara detrás de él, estuviera dotada de propiedades
curativas. Y así, cayera donde cayera su sombra -y siempre que fuese a
su espalda-, los enfermos quedaban curados, el suelo se hacía fértil, las
fuentes nacían a la vida, y recobraban la alegría los rostros de los
agobiados por el peso de la existencia.
Pero el santo no se enteraba de ello, porque la atención de la gente
se centraba de tal modo en su sombra que se olvidaban de él; y de este
modo se cumplió con creces su deseo de que se realizara el bien a través
de él y se olvidaran de su persona.
La modestia del rabino
Los ascetas errantes son algo muy habitual en la India. Pues bien,
una madre había prohibido a su hijo que se acercara a ellos, porque, aun
cuando algunos tenían fama de santos, se sabía que otros no eran más
que unos farsantes disfrazados.
Un día, la madre miró por la ventana y vio a un asceta rodeado por
los niños de la aldea. Para su sorpresa, aquel hombre, sin tener en cuenta
para nada su dignidad, estaba haciendo piruetas para entretener a los
niños.
Aquello le impresionó tanto a la madre que llamó a su hijito y le
dijo: Mira, hijo, ése es un hombre santo. Puedes salir y acercarte a él».
El sacerdote bienpensado
Érase una vez un sacerdote tan santo que jamás pensaba mal de
nadie.
Un día, estaba sentado en un restaurante tomando una taza de café -
que era todo lo que podía tomar, por ser día de ayuno y abstinencia-
cuando, para su sorpresa, vio a un joven miembro de su congregación
devorando un enorme filete en la mesa de al lado.
«Espero no haberle escandalizado, Padre», dijo el joven con una
sonrisa.
«De ningún modo. Supongo que has olvidado que hoy es día de
ayuno y abstinencia», replicó el sacerdote.
«No, Padre. Lo he recordado perfectamente».
«Entonces, seguramente estás enfermo y el médico te ha prohibido
ayunar ...»
«En absoluto. No puedo estar más sano».
Entonces, el sacerdote alzó sus ojos al cielo y dijo:- «¡Qué
extraordinario ejemplo nos da esta joven generación, Señor! ¿Has visto
cómo este joven prefiere reconocer sus pecados antes que decir una
rnentira?»
Jesucristo se confiesa culpable
Una anciana falleció y fue llevada por los ángeles ante el Tribunal.
Pero, al examinar su historial, el Juez descubrió que aquella mujer no
había realizado un solo acto de caridad, a excepción de cierta ocasión en
que había dado una zanahoria a un mendigo famélico.
Sin embargo, es tan grande el valor de un simple acto de amor que
se decretó que la mujer fuera llevada al cielo por el poder de aquella
zanahoria.
Se llevó la zanahoria al tribunal y le fue entregada a la mujer. En el
momento en que ella tomó en su mano la zanahoria, ésta empezó a subir
como si una cuerda invisible tirara de ella, llevándose consigo a la mujer
hacia el cielo.
Entonces apareció un mendigo, el cual se agarró a la orla del
vestido de la mujer y fue elevado junto con ella; una tercera persona se
agarró al pie del mendigo y también se vio transportado.
Pronto se formó una larga hilera de personas que eran llevadas al
cielo por aquella zanahoria. Y, por extraño que pueda parecer, la mujer
no sentía el peso de todas aquellas personas que ascendían con ella; y
además, como ella no dejaba de mirar al cielo, ni siquiera las veía.
Siguieron subiendo y subiendo, hasta llegar prácticamente a las
puertas del cielo. Entonces la mujer miró hacia abajo, para echar una
última ojeada a la tierra, y vio toda aquella hilera de personas detrás de
ella.
¿ Quién es un "hippie" ?
Fuego en la fábrica.