Mannoni 72-79 Leer 2
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desenvuelve. De ahí en más unos y otros tendrán la posibilidad de
situarse en una posición diferente frente a la verdad inferida de sus
afirmaciones. Porque cuando ya nada se puede decir, la conducta
“ loca” del niño (y/o de uno de los padres) continúa hablando.
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cónyuge (o de otro compañero), se produce una distorsión que
generalmente lleva a que el niño cumpla una función supletoria del
desgano de vivir de uno u otro progenitor. Por otra parte, los conflic-
tos edípicos no resueltos a los siete años se reactivan en la adolescen-
cia (y pueden generar diversos trastornos).
— Y o necesito enfermarme, dice un niño, ¿si no, por quién se va
a quedar mamá en casa?
— Quisiera un hijo, dice una madre, que no sea hijo de su padre.
— No soporto a mi hijo, dice otra madre. Se parece a un
hermano mío al que detesto.
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nunca publicado). Asimismo vale la pena recordar los señalamientos
originales de Dolto, ya que demasiado a menudo sus discípulos
extrajeron de la realidad sus “ construcciones míticas” . Así, la teoría
de Dolto sufrió las mismas distorsiones que los discípulos de Melanie
Klein introdujeron en la teoría de ésta, al utilizarla de manera dema-
siada rutinaria y técnica. En ambos casos, la preocupación de los
continuadores por la “ eficacia técnica” hizo perder de vista los
“ hallazgos” geniales de las respectivas creadoras. Por otra parte, se
puede llegar a lo “ original y fecundo” de un autor sólo si somos
capaces de traducir sus descubrimientos a nuestro propio lenguaje y a
través de la propia historia. Esta es la tarea que, como analista, trataré
de llevar adelante en lo que sigue.
1. El diagnóstico
Sabemos que para Anna Freud, las indicaciones de tratamiento
obedecían a un único criterio: “ fijación a una etapa que normalmente
debió estar superada” . No asignaba ningún valor revelador a los
fantasmas antes de iniciar el análisis, consideraba que el tratamiento
estaba indicado sobre todo en las neurosis graves, tomaba en cuenta
especialmente (como criterio de indicación) a la “ fuerza del yo (moi)
sobre el ello” , pero de ningún modo subestimaba el ambiente en el
cual el niño iba a evolucionar.
Francçise Dolto, por su parte, se rige por tres pautas principales:
a) el estudio del niño a través de las experiencias reales e imaginarias
vividas en cada etapa de su evolución (como un momento de su
futuro);
b) el estudio del ideal del yo familiar;
c) el estudio de las proyecciones fantasmáticas de los padres, remon-
tándose hasta tres generaciones.
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que es una imagen sin imagen real).18 Dolto se refiere, en efecto, a
aquello que a través de las producciones gráficas o modeladas evoca
las “ imágenes corporales más primitivas” , que según ella consti-
tuyen obstáculos al progreso, en el sentido de que impiden cualquier
proyección del sujeto en un futuro.
En el curso de un tratamiento, sobre todo en los casos graves, el
analista suele verse llevado a explicar al niño las dificultades que
tuvieron sus padres respecto de sus propios progenitores. Introduce
así una dimensión merced a la cual el niño se sitúa como eslabón de
una cadena, en función de un devenir. A partir de este ordenamiento
de cada uno en su historia, el sujeto toma conciencia de que está
inscrito en un linaje e inicia en consecuencia un camino que le va a
permitir el acceso a lo simbólico. Los padres reales dejan de ser los
puntos de referencia del niño, que en cambio busca en sí mismo un
ideal parental. Sin embargo, sufre por tener que renunciar a una parte
suya que siente dañada en la relación con una imagen parental que
transmite angustia. En efecto, el niño siente que la imagen mutilada
de los padres es a su vez mutilante. En ese momento de su análisis
debe enfrentar la no aceptación de la castración por parte de sus
propios padres.
El análisis de la particular relación del niño con los progenitores
se hace por lo general a través del examen de las fantasías fragmenta-
rias del cuerpo, que aporta el propio niño. Estas constituyen otras
tantas defensas contra la ansiedad. Pero cuando se logra examinar
esta modalidad de defensa narcisista del sujeto, reactualizada en el
momento en que se le plantean los problemas de identificación
edípica, se lo puede llevar a que se inserte de una manera particular en
la imagen de un ascendiente sano, más allá del progenitor perturbado.
Esto sólo es posible en virtud de un renunciamiento del sujeto, en
función de la repetición de un vínculo idealizado con el Otro (del que
fue a la vez objeto idealizado), en un determinado período de su
infancia. El niño supera el daño narcisista ubicándose como miembro
de un linaje en relación con un ascendiente sano (y en general
muerto), aunque sólo sea en la fantasía. Liberado del peso de identifi-
caciones imposibles, puede ahora, merced a una dimensión simbóli-
ca precisa, dominar su propia historia. Esto explica por qué a veces es
posible llevar a buen término el tratamiento de niños pertenecientes a
familias muy perturbadas.
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2. Los contactos iniciales con el niño
Con respecto al comienzo de un análisis, recordemos que Serge
Lebovici pone el acento en el ‘‘tratamiento’’ (al cual está subordinado
el juego), Anna Freud.adoptaba una actitud seductora con vistas a
establecer una transferencia positiva y Melanie Klein se abstenía de
dar consignas precisas al comienzo, pero interpretaba tan pronto
como surgían manifestaciones de transferencia negativa.
Françoise Dolto pregunta al niño si desea ser atendido. Da a los
padres una especie de “ balance’’ de la situación tal como la percibe y
sugiere o no un análisis según ese balance y la actitud del niño frente a
lo que se le propone. En efecto, es posible que el niño se niegue a ser
tratado, lo cual indica con claridad que él (enfermo) es la única razón
de vivir de su madre. El analista debe cuidar de no embarcar en un
tratamiento a un niño cuya “ cura” puede provocar una depresión o
una descompensación en uno de sus progenitores. El más lábil no
siempre es aquel que motiva la consulta...
3. El tratamiento
De manera esquemática, se puede decir que los siguientes pun-
tos conforman el eje clásico del trabajo analítico, tal como lo concibe
Serge Lebovici:
— analizar el Edipo antes de los conflictos primitivos;
— analizar los mecanismos de defensa antes de los conflictos
que encubren;
— interpretar en función de estos mecanismos y de los conflic-
tos proyectados en el terapeuta (lo que permite que se estructure una
neurosis de transferencia).
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A modo de ilustración de sus intervenciones, veamos el siguien-
te pasaje del tratamiento de una fobia a las plumas: la paciente,
Lidia, dice "miau” . Dolto le pregunta quién hizo eso. Lidia contes-
ta: ‘'el pájaro’’. No, responde Dolto, no es el pájaro; es alguien que
tiene ganas de comerse al pájaro... ¿Quién se come a los pájaros?
‘‘Miau’’, vuelve a decir la niña. Dolto responde entonces: es el gato.
En ese momento Lidia modela un pájaro y después un excremento
que coloca sobre el pájaro. Está enojada y ansiosa; se pone lívida.
La madre se descontrola. “Es excelente” , le dice Dolto, “estamos
en un hospital. Esto no tiene ninguna importancia’ ’, y le pide que se
retire.
Dolto hace que la niña consume el acto imaginario hasta el
final. Lidia se asfixia, pero Dolto le dice: ' ‘los gatos se comen a los
pájaros’’. Es necesario por lo tanto que el gato-modelado se coma al
pájaro. Una vez terminado esto, Dolto le dice a la niña: “Yo no te
comí a ti y tú no has comido a nadie. Pero cuando mamá te pide algo,
tú quisieras hacer desaparecer a mamá y comértela. Y te da miedo
comer a mamá’’... Dolto pregunta: ¿quién te llamaba ‘‘su gatito’' ?
No hay respuesta. Más tranquila, la niña dice: “el gato es caca” , y
modela pedacitos de caca.
En este pasaje Dolto le propone a la niña que se identifique con
alguna de sus producciones fantasmáticas. Pero (como vimos antes),
es posible que el pequeño paciente sólo pueda aceptar una interpreta-
ción (en este caso la referente al sadismo oral) en su forma negativa.
Es casi el juicio moral de los adultos lo que en un primer momento
impide a la niña responder a las intervenciones de Dolto. Ulterior-
mente se necesitarán muchas inversiones dialécticas sucesivas para
que haga su aparición el YO de una verdad.
Contrariamente a la técnica clásica (la de S. Lebovici), de
acuerdo con la cual el análisis avanza desde lo más edípico a lo más
regresivo, Françoise Dolto utiliza el material primitivo tan pronto
como éste se manifiesta. Este material tarda relativamente poco en
surgir, a partir del trabajo analítico sobre los fantasmas (en particular
de consumación oral) . La progresión se hace, por lo tanto, desde lo
más primitivo hasta el nivel edípico.
Si bien se espera una cierta etapa del análisis para enfocar el
Edipo, la situación triangular (simbólica) se plantea desde el primer
momento y el niño es considerado siempre en su devenir. No obstante
nunca se recurre a la gratificación y Dolto pone cuidado en diferen-
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ciar lo imaginario de lo real: aunque en el fantasma el gato (con el cual
está identificada la niña) se come al pájaro, en la realidad queda bien
en claro que la niña no ha sido comida ni ha comido a nadie. Esta
clarificación evita la confusión de registros (entre imaginario, real y
simbólico) y hace que el niño incorpore pautas que le permiten
proyectarse en un futuro. Además, al terminar cada sesión, Dolto
remarca el hecho de que el niño ya no es el hongo o el animal de su
historia, recordándole que tiene un nombre e interesándose en las
actividades reales que planea realizar durante la semana.
Las interpretaciones durante la sesión, por el contrario, giran en
tomo del duelo ligado con imágenes fragmentarias, formas vegetales
o animales con las que el niño está identificado. El propósito es
permitir que elabore el duelo por el pasado, para que a partir de ahí
pueda buscar, en función de un futuro, su inserción en un orden
humano.
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