Crónica de Una Sociedad Intoxicada: Joan-Ramon Laporte
Crónica de Una Sociedad Intoxicada: Joan-Ramon Laporte
Crónica de Una Sociedad Intoxicada: Joan-Ramon Laporte
UN RETRATO ÍNTIMO DE
SUDÁFRICA EN TRES VIDAS
UNA SOCIEDAD
Tres vidas que explican el presente de
Sudáfrica al tiempo que da voz a los
herederos de su dolorosa y conflictiva
historia
INTOXICADA
JOAN-RAMON
LAPORTE
A LA VENTA EL 20 DE MARZO
*Autor disponible para entrevistas
PARA AMPLIAR INFORMACIÓN, CONTACTAR CON:
Laia Barreda I Responsable de Comunicación Área de Ensayo
659 45 41 80 I laia.barreda@planeta.es
Una crítica argumentada del consumo abusivo de medicamentos
y de la industria que controla nuestra sanidad pública.
SINOPSIS
En España tres de cada diez personas toman pastillas para dormir o para la
depresión; tres, omeprazol; y dos, para el colesterol. Solo en 2022, los médicos
españoles expidieron más de mil millones de recetas. En los países ricos el consumo
de medicamentos aumenta sin cesar y, sin embargo, no parece que mejore la salud
de la ciudadanía.
EL AUTOR
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extractos
«En 2022 los médicos españoles hicieron 1.100 millones de recetas de medicamentos.
De cada 10 personas, tres toman un fármaco para dormir o para la depresión, dos o tres
toman un omeprazol, y dos un medicamento para el colesterol. El consumo se
concentra en las personas mayores y en las más pobres. Las mujeres reciben el doble
de psicofármacos que los hombres. Los más pobres ocho veces más que los más ricos.
Las personas mayores siete veces más que los adultos más jóvenes. Cuando son
realmente necesarios, hay muchos fármacos que pueden curar una enfermedad o aliviar
sus síntomas. Pero también pueden causar una nueva enfermedad. De hecho, sufrimos una
epidemia silenciosa de efectos adversos de los medicamentos, que en España son causa de
más de medio millón de ingresos hospitalarios y como mínimo 16.000 muertes al año, así
como decenas de miles de casos de enfermedades tan variadas como hemorragia grave,
fractura de fémur, neumonía, cáncer, violencia y agresión, suicidio, infarto de miocardio y
otras enfermedades cardíacas, ictus, demencia y enfermedad de Alzheimer, disfunción
sexual, etc.
SOBREMEDICADOS Y POLIMEDICADOS
«La señora Dolores ya toma tres fármacos, uno para el insomnio, otro para el estado de
ánimo y otro para la presión alta. En la visita siguiente, en septiembre, la presión arterial ha
bajado un poquito (a 150/95), pero la doctora la encuentra todavía demasiado alta. A la
doctora no le gusta la presión alta: a finales de junio ha ido a un curso en el que se ha
explicado una nueva guía de práctica clínica sobre el riesgo cardiovascular. Lo tiene claro:
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la presión alta aumenta la probabilidad de tener un infarto o un ictus, y el colesterol está
alto. Así que decide aumentarle la dosis del medicamento para la hipertensión, el valsartán,
a 80mg dos veces al día y recetarle un medicamento para el colesterol (atorvastatina, un
comprimido de 20mg al día). La vuelve a citar en diciembre.»
«El día de Navidad la señora Dolores estaba tomando dos psicofármacos, uno para dormir
y otro para el estado de ánimo, que disminuyen los reflejos y obnubilan el pensamiento.
Tomaba un medicamento para la presión arterial que puede producir mareo y pérdida del
equilibrio. Tomaba un medicamento para el colesterol que puede dar lugar a dolor muscular
(y por lo tanto menos facultades para mantener el equilibrio), y tomaba un analgésico que
puede producir mareo, disminución de los reflejos y pérdida del equilibrio. El día de San
Esteve, festivo, estaba confundida y se dirigía al supermercado. En resumen, la señora
Dolores tomaba un cóctel de alto voltaje que la podía hacer caer en cualquier momento. En
el día de Navidad perdió el equilibrio al lado de un sofá.
Pero el día de San Esteve no cayó sobre almohadones y rodó escaleras abajo. A ningún
médico le llama especialmente la atención que una señora de 75 años se caiga por la
escalera y sufra fracturas graves. No notificará este caso al sistema de farmacovigilancia.
No hay «nada anormal», nada que llame la atención. Tampoco se trata de algo
desconocido: el médico sabe que los fármacos que tomaba la señora Dolores pueden hacer
perder el equilibrio por diferentes mecanismos que se suman para producir el efecto final.
Pero una cosa es que «lo sepa» y otra que ligue «lo que sabe» con «lo que ve». Casos como
el de la señora Dolores ocurren miles de veces cada año en España (capítulo 19). Son
codificados como caída y fractura, con resultado de ingreso en hospital, muerte, etc. No
son codificados como efectos adversos de medicamentos, y todavía menos como mala
práctica médica.»
«En resumen, la señora Dolores tomaba un cóctel de alto voltaje que la podía hacer caer en
cualquier momento. En el día de Navidad perdió el equilibrio al lado de un sofá. Pero el día
de San Esteve no cayó sobre almohadones y rodó escaleras abajo. A ningún médico le llama
especialmente la atención que una señora de 75 años se caiga por la escalera y sufra
fracturas graves. No notificará este caso al sistema de farmacovigilancia. No hay «nada
anormal», nada que llame la atención. Tampoco se trata de algo desconocido: el médico
sabe que los fármacos que tomaba la señora Dolores pueden hacer perder el equilibrio por
diferentes mecanismos que se suman para producir el efecto final. Pero una cosa es que «lo
sepa» y otra que ligue «lo que sabe» con «lo que ve». Casos como el de la señora Dolores
ocurren miles de veces cada año en España (capítulo 19). Son codificados como caída y
fractura, con resultado de ingreso en hospital, muerte, etc. No son codificados como
efectos adversos de medicamentos.»
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«Recuerdo el caso de un señor al que habían recetado pregabalina (Lyrica®) para un dolor
de espalda (una indicación para la que es ineficaz, como veremos más adelante). La
pregabalina le causó hinchazón de las piernas (edema). Cuando se lo mostró al médico, este
le prescribió un diurético, a dosis más bien altas. El diurético le alivió los edemas, pero le
causó un aumento del ácido úrico. Entonces el médico le recetó un medicamento para el
ácido úrico (y así evitar un ataque de gota), que le causó una grave enfermedad cutánea
(síndrome de Stevens-Johnson), de la que falleció.»
«La medicina actual recurre a los medicamentos para cualquier problema. Les tiene una
confianza inconsciente. Pero demasiado a menudo es peor el remedio que la
enfermedad: pueden causar nuevos problemas, que en ocasiones pueden ser más graves
que el tratado inicialmente.»
«En 2022 en España se hicieron 1.100 millones de recetas a cargo del sistema sanitario
público (23 recetas por habitante). A esta cifra hay que añadir unos 270 millones de envases
dispensados en las farmacias y no financiados por el sistema público.»
«Pero más allá de sus efectos beneficiosos y adversos, el consumo de medicamentos es una
característica cultural: es un reflejo de las esperanzas que la sociedad deposita en la
capacidad de la medicina para preservar la salud y para curar o aliviar la enfermedad, y de
manera más general también es reflejo de lo que cada sociedad entiende como salud o
como enfermedad. Por ejemplo, si se compara el consumo de medicamentos en España
hace 40 años, dominado por los antibióticos, con el consumo actual, dominado por
medicamentos de los que se supone que ni curan ni matan, podemos relacionarlo con
el hecho de que el ideal médico de curación del enfermo se ha ido desplazando hacia un
ideal de prevención para personas sanas.»
«Para una parte de la humanidad, la falta de acceso a los servicios sanitarios y a los
medicamentos necesarios es una de las primeras causas de enfermedad, incapacidad y
muerte. Para la otra parte, la presión de la industria farmacéutica para asegurar la
expansión del mercado influye sobre legisladores, reguladores, gestores sanitarios,
profesionales y usuarios, y ha situado los niveles de consumo más allá de las necesidades
sanitarias. Los medicamentos innecesarios, a menudo comercializados de manera
fraudulenta, se han convertido en una de las primeras causas de enfermedad, incapacidad
y muerte. Las contradicciones entre las prioridades del sistema sanitario (atender
necesidades de salud) y las de la industria (la expansión constante del mercado) ponen en
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peligro, como veremos, la salud de la ciudadanía y la salud del sistema sanitario, tanto la
económica como la de sus valores originales.»
Por ejemplo, de los 143 millones de recetas que se hicieron en Cataluña en 2022, 98 fueron
para mayores de 59 años. En 2022 los mayores de 80 años recibieron una media de 80
recetas, los de 60 a 79 años recibieron 42, y los de 20 a 39 años recibieron 4.4.»
«De cada dos personas mayores de 70 años, una (generalmente una mujer) recibe algún
psicofármaco cada año. En esta franja de edad, 1 de cada 4 personas toma un fármaco para
la depresión, también una de cada cuatro toma un medicamento para dormir, y 1 de cada
10 toma un neuroléptico. Muchas de ellas consumen dos o tres psicofármacos de manera
simultánea.»
Por ejemplo, muchas personas mayores toman diacepam y otros psicofármacos, que
causan problemas de atención y de memoria y dificultad para tomar decisiones, y esto se
debe a que con su consumo continuado se les han acumulado concentraciones altas de
estos fármacos en el sistema nervioso.»
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OMEOPRAZOL
«El omeprazol y sus hermanos (todos acaban en prazol) son los medicamentos más
consumidos, después del paracetamol, en España, en la Unión Europea y quizá en todo el
mundo. En 2022 en España se hicieron más de 71 millones de recetas de prazoles, de los
que unos 50 fueron de omeprazol. Por término medio, 14 de cada 100 personas toman un
prazol, la mayoría durante meses o años. En Cataluña 6 de cada 10 mayores de 65 años
toman un prazol.»
«En los últimos 20 años se han acumulado estudios que implican a los prazoles como causa
de muchas otras enfermedades. Las personas que consumen prazoles durante años
también tienen más enfermedades cardiovasculares, más enfermedades renales agudas y
crónicas, más demencia, colitis graves y fracturas que las no consumidoras. Algunas de
estas patologías pueden llevar a la muerte. De hecho, en un estudio en 160.000 militares de
EE.UU., por cada 1.000 que recibieron un prazol, en los 10 años siguientes, fallecieron 45
más que entre los que habían recibido otros fármacos para disminuir la secreción ácida del
estómago.»
OPIODES Y FENTANILO
«Se trata de unos fármacos que, si son consumidos durante más de dos o tres semanas,
dejan de tener el mismo efecto y es necesario aumentar su dosis.* Y, a pesar de ello, a
menudo se consumen durante meses, a veces años. En 2017 en Cataluña más de 22.000
personas recibieron un analgésico opioide durante tres meses o más, para un dolor que
no era causado por un cáncer. Es especialmente significativo que 4 de cada 5 fueran
pobres, que 4 de cada 5 fueran mujeres, y que la mitad fueran mayores de 80 años.»
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«Solo en cuatro años, entre 2012 y 2016, el número de muertes ocasionadas por el
fentanilo pasó de 2.600 a más de 20.000. Al principio de la epidemia la mayoría de las
muertes por intoxicación ocurrieron en centros sanitarios, y fueron provocadas por
medicamentos prescritos por médicos y consumidos a las dosis indicadas. Las víctimas
fueron mayoritariamente mujeres de clase media. Pero a partir de 2015 aumentó el número
de muertes por sobredosis de personas, mayoritariamente hombres y pobres, que
consumían en la calle, en vehículos, edificios o solares abandonados, campamentos de
personas indigentes, etc. El número de muertes sigue creciendo. Entre abril de 2021 y
marzo de 2022 se contabilizaron 110.360 muertes, la cifra anual más alta jamás
registrada. Actualmente el fentanilo obtenido del tráfico ilegal es el primer causante de
muerte por intoxicación. De cada cinco casos, en cuatro la muerte ocurre fuera de un
establecimiento sanitario.1 Un reportaje de mayo de 2023 explicaba que en San Francisco
muere una persona por sobredosis cada 10 horas.»
DOLOR DE ESPALDA
«Como ya hemos visto, los analgésicos opioides no tienen eficacia clínica para tratar el
dolor de espalda ni otros dolores crónicos, excepto el dolor oncológico. Tampoco son
superiores a un placebo para aliviar la lumbalgia aguda, ni el dolor en las cervicales. Los
resultados de un ensayo clínico no industrial realizado en Australia mostraron una eficacia
ligeramente inferior a la de placebo, y que causan efectos adversos con frecuencia.
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Necesitamos investigación clínica de calidad sobre la lumbalgia y el dolor de espalda en
general. No la harán las compañías farmacéuticas. Tiene que surgir del sistema sanitario,
con el objetivo de identificar las actitudes y opciones terapéuticas más beneficiosas y
seguras, según las características de las personas que lo sufren.»
«Llama la atención que un problema tan frecuente como el dolor de espalda haya sido
objeto de una investigación clínica en general de baja calidad. Muchos fármacos sin eficacia
demostrada, algunos muy peligrosos, han tenido éxitos comerciales sonados para el mal
de espalda.»
DOPADOS
«¿Por qué tanta gente consume psicofármacos? ¿Tenemos más del doble de ansiedad,
depresión o psicosis que hace veinte años? ¿O lo que ocurre es que ahora se tratan
mejor?»
«El consumo de benzodiacepinas se concentra en las mujeres, los mayores de 65 años y los
pobres.* Las mujeres consumen el doble que los hombres. Los mayores de 65 años
consumen siete veces más que los adultos más jóvenes. Los más pobres ocho veces más
que los más ricos. Las personas en paro cuatro veces más que las ocupadas.** Su consumo
también se concentra en las personas que viven solas. Parece como si nuestra sociedad
tratara la pobreza, el paro y la soledad con medicamentos. Es difícil imaginar que la
ansiedad de origen social se pueda resolver anestesiando sus síntomas con drogas o
fármacos. Sobre todo porque la eficacia de estos fármacos es muy modesta, porque causan
dependencia y porque provocan efectos adversos con frecuencia.»
«A partir de los ochenta las compañías farmacéuticas difundieron con éxito el concepto
según el cual la depresión es una enfermedad muy frecuente, causada por un
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desequilibrio químico (de la serotonina), que necesita tratamiento farmacológico. Los
criterios que usan los médicos para diagnosticarla se han ido haciendo más vagos y laxos, y
esto da lugar a falsos diagnósticos y a medicar a personas sanas de manera innecesaria y
peligrosa. A finales de los ochenta se autorizó la fluoxetina, el primero de una serie de
fármacos para el tratamiento de la depresión: los inhibidores selectivos de la recaptación
de serotonina (ISRS) y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y
noradrenalina (ISRNA). La fluoxetina y sus hermanas autorizadas en los años siguientes
fueron presentadas en sociedad como fármacos incomparablemente más seguros que los
viejos antidepresivos tricíclicos como la imipramina, que ayudarían a superar conflictos
familiares, separaciones, divorcios, duelo, problemas laborales o cualquier motivo de
tristeza. Mucha gente los consume durante años, a veces toda la vida, porque causan
dependencia y síndrome de abstinencia. Tienen efectos adversos frecuentes y
potencialmente letales.»
«Muchos de los efectos adversos descritos serían aceptables si estos fármacos fueran
eficaces. Pero como hemos visto su eficacia es más numérica que clínica. Por otra parte, la
mayoría de las personas que los reciben no tienen ni tan solo depresión, y mucho menos
una depresión grave. No deberían ser empleados para el tratamiento inicial de personas
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con un disgusto afectivo o con depresión menos grave, y todavía menos en niños y
adolescentes.»
«Si el consumo de estos fármacos se limitara a las personas que no mejoran a pesar de
recibir atención psicoterapéutica, si las personas que los reciben pudieran tener el
apoyo (y la vigilancia de los cambios bruscos de comportamiento) de su círculo íntimo,
si quien los recibe fuera bien informado de los riesgos, podría ser adecuado probar uno
de ellos. En estas condiciones de prudencia el número de consumidores sería como
mínimo 10 veces más bajo que el actual. Como mínimo un 90% de su consumo actual
es injustificado.»
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cada uno de los otros dos grupos. En pocas palabras: la eficacia de la paroxetina era nula, y
además aumentaba la tasa de comportamiento suicida.»
«Los fármacos ISRS aumentan el riesgo de suicidio, sobre todo en niños y adolescentes.
Es precisamente lo contrario de lo que se debería esperar de un fármaco realmente
antidepresivo. Las compañías titulares lo saben desde hace tiempo. Y no obstante la
promoción comercial del uso de estos fármacos en niños y adolescentes continúa. Y
tiene efecto. En 2014 en EE.UU. un 3,4% de los adolescentes tomaba antidepresivos. Que
el lector ponga el adjetivo que le parezca más conveniente al comportamiento de las
compañías farmacéuticas que han ocultado resultados tan alarmantes.»
«Las multinacionales farmacéuticas, como las de otros sectores, son propiedad total o
parcial de fondos de capital especulativo. Sus ejecutivos están en la industria farmacéutica
como podrían estar a la aeronáutica o las finanzas. Están más pendientes de la cotización
en bolsa que de su aportación a la salud. Cobran salarios y primas astronómicos por dirigir
un negocio que nominalmente no es suyo. Pueden arruinar la empresa y salir con una
indemnización millonaria.»
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«En Cataluña cada año los EAM (Efectos Adversos de los Medicamentos) causan como
mínimo 100.000 ingresos hospitalarios, unos miles de muertes dentro y fuera de los
hospitales, 3.000 hemorragias graves, más de 2.400 fracturas de cuello de fémur, unos
centenares de neumonías, unas decenas o centenares de cánceres, unos centenares de
casos de fibrilación auricular, centenares de casos de diabetes, miles de personas con
disfunción sexual, miles con dolores musculares, un número indeterminado de episodios de
violencia y agresión, de infarto de miocardio, de falsos diagnósticos de demencia, de
suicidios...»
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Para ampliar información, contactar con:
659 45 41 80 I laia.barreda@planeta.es
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