Panteón Griego
Panteón Griego
Panteón Griego
Los dioses griegos se presentan en mitos que cuestionan los orígenes del universo y proponen
respuestas a los grandes interrogantes que se plantea el hombre.
Así, en la Teogonía de Hesíodo se relatan, desde la aparición del Caos hasta el acceso de Zeus al
rango de primero entre los dioses, las luchas de soberanía en las que los hijos echan a sus padres
del trono. Nacida del Caos, Gea, la Tierra, engendra a Urano, el Cielo. De la unión de esta pareja
primordial nacerán los doce Titanes. Temiendo que uno de ellos lo destrone, Urano los sepulta en
las entrañas de la Tierra, que, indignada, le pide al menor, Cronos, que mate a su padre. Después
de emascular a Urano, Cronos teme, a su vez, que lo despojen de su poder y se traga a todos sus
hijos. Sólo Zeus logra salvarse. Mata a Cronos, libera a sus hermanos después de una lucha
victoriosa contra los demás Titanes y, finalmente, comparte el gobierno del universo con sus dos
hermanos, Poseidón y Hades.
Esta visión del paso progresivo del desorden primitivo al mundo jerarquizado de los dioses, todos
personificados y dotados de atribuciones individuales, es la base de la religión de los antiguos
griegos.
El politeísmo y el antropomorfismo son dos de las principales características del panteón griego.
Los dioses son múltiples y representan la naturaleza en todas sus formas. No son descritos como
abstracciones sino como personas. Son inmortales y todopoderosos, lo que no les impide ser
cercanos a los hombres, pues experimentan como estos la ira, la pasión, el amor, los celos y otros
sentimientos humanos. Tema predilecto del arte griego, cuya función era esencialmente religiosa,
los dioses y los mitos que los ponen en escena son una fuente inagotable de inspiración tanto para
los poetas como para los escultores o los pintores. La iconografía de los dioses se codificó con el
tiempo, volviéndolos a menudo reconocibles a primera vista, gracias sobre todo a los atributos,
elementos iconográficos precisos (objeto, animal, planta...) que permiten distinguirlos con
facilidad.
Olímpicos
Los olímpicos son los principales dioses de la mitología griega. Se llaman así en referencia a su
lugar de morada, el monte Olimpo, en Tesalia. La tradición acabó por fijar su número en doce.
En lo más alto de la jerarquía está Zeus, que divide el universo en tres partes, quedándose con la
más prestigiosa, el cielo. Manda a la lluvia y al trueno. Rey de los dioses, es el garante del orden y
la justicia. Le da el reino de los mares a su hermano Poseidón, quien también es el dios de los
temblores y terremotos. Desencadena tormentas, hace brotar los manantiales y protege los
caballos. Finalmente, a Hades, el segundón, le concede el mundo subterráneo y el poder de reinar
sobre los muertos. Los tres hermanos son representados de la misma manera: hombres de edad
avanzada, con barba, de porte majestuoso, vestidos con un chitón (túnica hecha de tela de gasa)
largo y un himation (gran capa de lana de forma ortogonal). Sólo sus atributos permiten
diferenciarlos: el rayo y el águila para Zeus, el tridente y el pez para Poseidón y la cornucopia para
Hades.
Siguen sus tres hermanas: Hera, Deméter y Hestia. Hera es la esposa de Zeus y así es como ella se
define. Diosa del matrimonio, se la representa a menudo velada; soberana del cielo, se la reconoce
por su porte majestuoso y su cetro. Deméter es la diosa de la tierra cultivada y la protectora de las
mieses. En un país en el que la economía se basaba esencialmente en los cultivos de cereales, su
culto era fundamental. La mayor parte de su leyenda y de su culto gira alrededor de su relación
con su hija, Perséfone, cuyo rapto por cuenta de Hades la sumió en la más honda aflicción. Por
último, Hestia, la discreta diosa del hogar, es una excepción: no forma parte de ninguna leyenda y
está casi ausente de cualquier representación figurada.
Los olímpicos de segunda generación se definen como hijos de Zeus, excepto quizás Afrodita.
quien, según las versiones, es hija de Zeus y Dione o hija de Urano, nacida de su sangre caída en
la espuma del mar. Empecemos por Atenea y Hermes, que tienen en común ser los dioses más
populares y más representados en los vasos.
Atenea se destaca por las circunstancias muy particulares de su nacimiento. Zeus, como su padre y
su abuelo, temiendo que el poder se le escapara, engulle a su primera esposa, Metis, embarazada
por entonces. Eso no impidió que Atenea se desarrollara en el interior del cerebro de su padre.
haciéndolo sufrir de modo atroz y obligando a Hefestos a que le hendiera el cráneo para permitirle
que saliera, ya armada del todo. Diosa de la guerra pero también de la inteligencia y de la
sabiduría, protectora de la ciudad de Atenas y de los artesanos, Atenea, como Hermes, es diosa de
muchos recursos. De hecho, las atribuciones de Hermes son numerosas. Es el dios del ardid, de los
ladrones y de los salteadores. Lo es también de los viajeros: su estampa aparece en todos los
cruces de caminos en forma de pilares hermaicos. Dios psicopompo (conductor del alma de los
difuntos hacia ultratumba, cielo o infierno), acompaña a los muertos al más allá; t2 dios de la
elocuencia, se convierte en el mensajero de los dioses.
Ambos son muy fáciles de identificar: Atenea se presenta siempre como una diosa armada, en
tanto que Hermes viste el traje del mensajero: el petaso (sombrero de ala ancha), la clámide (capa
de lana), el chitón corto y los botines alados. Lleva el caduceo, cayado del pastor convertido luego
en bastón del heraldo.
Apolo y Artemisa, mellizos y arqueros divinos, son los hijos de Zeus y de Leto. Íntimos, a menudo
se les representa el uno al lado de la otra. Apolo es el dios de la música, la poesía y las artes, al
igual que de la luz y la adivinación. Encarna el orden y la armonía. Artemisa es principalmente la
diosa de la naturaleza salvaje, protectora de los animales y de las mujeres en proceso de parto. Así
mismo, preside los ritos que permiten que los jóvenes pasen del estado “salvaje" de la niñez al del
adulto civilizado. Ambos se caracterizan por su estampa juvenil. Los atributos de Apolo son la lira
(o la cítara) y el arco, que reclamó desde su nacimiento. Los de Artemisa, la cazadora, son el arco
y la cierva.
La tríada Afrodita, Ares y Hefestos cierra la lista. Se vinculan entre sí por el matrimonio y el
adulterio. Afrodita, diosa del amor, la belleza y la seducción, es la esposa del más feo pero
también más creativo de los dioses: Hefestos. Amo del fuego y protector de los artesanos, suscita
en repetidas ocasiones la admiración de los dioses al crear objetos maravillosos y casi mágicos. En
las artes figuradas, tiene la apariencia de un herrero: lleva el pilos (gorro redondo), viste el exomis
(túnica corta que deja al descubierto un lado del pecho) y carga las herramientas de la fragua.
Afrodita lo engaña de manera descarada, especialmente con Ares. Este último encarna la otra cara
de la guerra con respecto a Atenea. Ante la estrategia y la victoria, él representa la violencia de los
combates y la sed de sangre. Tosco y agresivo, no representa para nada el ideal griego de
inteligencia y gracia. Importado de Tracia, su culto no ha logrado alcanzar gran popularidad.
Prueba de ello son la pobreza de su ciclo legendario y la escasez de sus representaciones, que lo hacen
figurar como cualquier otro hoplita. Por el contrario, las representaciones de Afrodita son innumerables
porque sirven de pretexto para mostrar la desnudez femenina. Sus atributos son el espejo, la paloma el
cisne. Se la asocia a menudo con Eros, el hijo que tuvo con Ares.
Dionisos no se parece a ningún otro dios. Todo en él es insólito, empezando por su nacimiento. Su nombre
significa "nacido dos veces". En efecto, persuadida por Hera, Sémele le pidió a Zeus que se le apareciera en
todo su esplendor, a lo que el dios accedió a regañadientes; sin embargo, incapaz de aguantar los rayos que
este despedía al dejarse ver en toda su magnificencia, cayó abrasada. Se cuenta que entonces Zeus tomó al
hijo que aún no había nacido y lo llevó en el muslo hasta su nacimiento.
Dionisos se convierte en el dios del vino, la embriaguez, el éxtasis y la locura. Favorece la frondosidad de
las plantas y la lujuria de los hombres. Por último, después de múltiples pruebas y viajes, lo admiten en el
Olimpo. Cuentan que fue Hestia quien le cedió su lugar.
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