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Etica Ministerial - Ensayo

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SEMINARIO BIBLICO DE LAS ASAMBLEAS DE DIOS DE GUAYAQUIL

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TEMA: LA ÉTICA DEL MINISTRO A LA LUZ DE LA BIBLIA

PROFESOR: PS. WILTER SANTIANA PONCE

EN CUMPLIMIENTO PARCIAL DE LA ASIGNATURA

ETICA MINISTERIAL

POR
JESSICA ALEXANDRA DAQUILEMA REA

24 DE ABRIL DEL 2024


LA ÉTICA DEL MINISTRO A LA LUZ DE LA BIBLIA

DEFINICIÓN

La ética cristiana busca amar a Dios y al prójimo en todo aspecto moral y ético, estando guiada por la
revelación de Dios en las Escrituras por encima de otros sistemas de pensamiento.

SUMARIO

El mayor deber ético de un cristiano es el mismo que el mayor mandamiento: amar a Dios y amar al
prójimo. Las Escrituras son la autoridad cristiana para la ética, así como lo son para la teología. Esto es
así porque Dios es nuestra máxima autoridad y estándar, ya que Él mismo es bondad. Aunque los
cristianos conocen el carácter de Dios por medio de la lectura de las Escrituras, los creyentes son
capaces de entender lo que es bueno de forma parcial e imperfecta por medio del orden creado y sus
propias conciencias. Aunque los cristianos derivan su ética finalmente de las Escrituras, las diferentes
partes de las mismas (como el código legal mosaico) han de leerse en su contexto histórico redentor y
no aplicarse simplemente de una cultura lejana a otra. Los sistemas filosóficos que intentan dar normas
éticas pueden ser útiles para el pensamiento cristiano sobre la ética, pero las Escrituras han de seguir
siendo la autoridad para cualquier iniciativa cristiana en ese campo. Finalmente, aunque existen muchos
problemas en la actualidad de los que la Biblia no nos habla directamente, hay principios bíblicos en los
que se puede confiar para tener un juicio moral bien informado.

El deber ético más elevado de la persona es amar a Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerzas.
Su segundo deber ético es amar al prójimo como a sí mismo. Para un cristiano, cumplir estas
obligaciones morales es algo que toma lugar en obediencia a la Ley de Cristo y la sumisión a las
enseñanzas de la Palabra de Dios. El fin último es glorificar a Dios en todo lo que se dice, hace, piensa
y siente. Otros objetivos éticos generales incluyen ser una bendición para otros y el crecimiento como
persona virtuosa.

Dado este punto de vista positivo, es bastante triste que muchas personas—tanto cristianas como no
cristianas— tiendan a ver a los creyentes como legalistas y condenatorios. En un mundo que está en
rebelión contra Dios, aquellos que defienden sus estándares morales tendrán que brillar en medio de la
oscuridad y hablar en contra de las prácticas pecaminosas que pueden estar ampliamente aceptadas
en la sociedad. Pero la Biblia no presenta simplemente un código ético que consiste en restricciones y
cosas que no se deben hacer. Sí, hay cosas a evitar, pero también existen muchos deberes morales
positivos que las Escrituras exigen. Si formulamos adecuadamente nuestros puntos de vista éticos desde
la Biblia, encontraremos que debemos tanto rechazar el mal como realizar buenas obras. Existe una
diferencia categórica entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, y la vida cristiana puede ser una
experiencia en la que hacemos el bien de forma gozosa; la ética cristiana debería ser un deleite.

La ética cristiana y las Escrituras

Los cristianos evangélicos no deberían encontrar controversial decir que las Escrituras —la
Palabra de Dios— son nuestra autoridad y estándar para la ética, y no solo para la teología.
Esto es así porque Dios es nuestra autoridad y estándar final. No puede existir un estándar más
elevado para la ética que Dios, no porque sea todopoderoso, sino porque Él mismo es la fuente
de toda bondad. La bondad moral se define por la naturaleza de Dios, y cualquier cosa que Él
ordene está de acuerdo con su perfecta y justa bondad. Hemos de obedecer cada palabra de
Dios porque cada palabra que nos da fluye de su carácter, y su carácter es perfección moral
infinita y absoluta. Dios no se mide a sí mismo con respecto a un estándar abstracto de bondad;
no consulta a nadie más que a su propia naturaleza cuando emite mandamientos y reglas
morales. Sus mandamientos morales no son arbitrarios y no podrían ser otros que los que son,
ya que están basados en su inmutable bondad moral. Como los mandamientos de Dios se
encuentran en las Escrituras, la Biblia es nuestra autoridad para la ética.

No obstante, el conocimiento de las exigencias morales de Dios no solo viene de leer las
Escrituras. Aunque la revelación especial es definitiva, todas las personas de la tierra tienen
algún conocimiento de los estándares morales de Dios por medio de la revelación general.

Hemos de tener cuidado de equiparar lo que es “natural” con lo que es bueno, pero Dios ha
creado el mundo de tal forma que existe una correspondencia general entre las verdades
morales y lo que es mejor de forma natural para las personas. La gente puede ver con frecuencia
lo que es mejor hacer (o no hacer) cuando aplican su razón a los hechos de la situación en la
que están. Dios también ha creado a los seres humanos para operar con un sentido básico de su
ley moral por medio de sus conciencias. La razón y la conciencia no son fiables o tan
autoritativas como las enseñanzas que se encuentran en las Escrituras, sin embargo, son fuentes
útiles de conocimiento moral. La ética cristiana interpreta la revelación general por medio de
la especial, pero utiliza ambas fuentes para extraer enseñanzas éticas.

La ética cristiana y la ley mosaica

A pesar del acuerdo que existe entre los evangélicos acerca de la importancia y autoridad de
las Escrituras para la ética cristiana, existen debates acerca de la ley mosaica en la moralidad
cristiana. Este no es el lugar para involucrarnos en discusiones acerca de la continuidad o
discontinuidad del pacto, la teología bíblica o la hermenéutica, pero parece seguro decir que
los cristianos no están directamente bajo la autoridad de la ley mosaica, ya que la ley formaba
parte del pacto mosaico. La inauguración que Cristo hace de un nuevo pacto trae un cambio en
la ley, como el libro de Hebreos deja claro. La iglesia no es una teocracia y lo que Cristo ha
hecho es finalizar —por medio de su cumplimiento— el sistema de sacrificios del antiguo
pacto. Sin embargo, ya que toda las Escrituras son inspiradas por Dios y útiles, muchas leyes
particulares en la ley mosaica todavía encuentran aplicación hoy tanto en la iglesia como en la
sociedad. La prohibición del asesinato y el robo, por ejemplo, son leyes que reflejan el eterno
carácter moral de Dios. Los dos mayores mandamientos identificados por Jesús están
consagrados en el Pentateuco y se aplican a todos los discípulos de Cristo. A veces, sin
embargo, existen factores culturales que exigen que los cristianos disciernan el principio de la
ley en lugar de aplicarlo de forma rígida y literal. Un ejemplo común es el mandamiento de la
ley mosaica de construir una cornisa o poner una barandilla en el techo de tucasa (Dt 22:8).

Como las personas de esa cultura pasaban tiempo en sus techos planos, caer desde ellos era un
peligro potencial. Sin embargo, la gente no pasa el tiempo en techos inclinados, o en los techos
de cabañas de paja, así que esa ley no se aplica en todas partes. El principio tras la ley, sin
embargo, es que se han de tomar precauciones razonables para mantener la seguridad de las
personas, y esa es una idea ética que se aplica en toda cultura. El principio es el mismo, incluso
si algunas de las formas de aplicación en una cultura particular son diferentes.

La ética cristiana y la filosofía

Fuera de las Escrituras, los filósofos han propuesto distintos sistemas para la evaluación de la
ética y la moralidad. Algunos han buscado la justificación para la ética en las consecuencias
que surgen de ciertos comportamientos. En estos sistemas, algo se considera bueno si produce
buenas consecuencias que sobrepasan las consecuencias negativas. Algunas personas valoran
las consecuencias según el individuo solamente, pero la mayoría buscaría el bien común para
el mayor número posible de personas. En la práctica, esto puede ser casi imposible de evaluar,
pero la sensibilidad tras de ello parece ser beneficiosa y estar bastante extendida. Otros
maestros de la ética han ignorado las consecuencias y han hecho énfasis en el valor moral
intrínseco de las acciones y los agentes. Quizás el ejemplo más famoso es el imperativo
categórico de Emmanuel Kant. Él defendió que solo deberíamos actuar desde la buena
voluntad, y una buena voluntad cumple con su deber moral solo por el hecho de ser un deber y
no por las consecuencias. Dijo que solo deberíamos actuar de tal forma que pudiéramos
convertir nuestra conducta en una ley universal que todo el mundo siguiera. Tomemos por
ejemplo la mentira: ¿Desearíamos que fuera una práctica universal el que todo el mundo dijera
la verdad o que todo el mundo mintiera todo el tiempo? Si no podemos desear que todo el
mundo mienta en todo momento, Kant argumentó que mentir debía ser estrictamente prohibido
sin excepciones. Otra escuela ética se ha centrado más en el cultivo de un carácter virtuoso y
en los motivos del agente que actúa. En este modelo, las acciones deberían desarrollar más la
virtud de aquel que actúa.

En la ética cristiana existe lugar para todas las consideraciones mencionadas en el párrafo
anterior. Ninguno de estos sistemas se sostiene por sí solo; necesita edificarse sobre el
fundamento de la verdad de Dios. La Biblia deja claro qué cosas están bien o mal en relación
con el carácter de Dios. Así pues, la moralidad es objetiva y hemos de obedecer los
mandamientos de Dios. Esto no significa, sin embargo, que las consecuencias sean
completamente irrelevantes. Aunque la moralidad de un acto no se basa solamente en las
consecuencias, existen muchas advertencias y estímulos en las Escrituras que muestran ya sea
las consecuencias positivas o negativas de obedecer o desobedecer a Dios. Hemos de mirar las
consecuencias para la desobediencia, y hemos de ver las recompensas de seguir el camino de
Dios. También hemos de actuar para bendecir a otros, y esto exige evaluar las consecuencias
de nuestras palabras y actos. Dios está produciendo fruto espiritual en las vidas de sus hijos, Él
está formando un carácter virtuoso en ellos que refleja el carácter de su Hijo. Así pues, actuar
y crecer en virtud es un componente importante de la ética cristiana.

El estado ético y acción de un agente se valora en más de un nivel. En ocasiones todo lo que
podemos hacer es juzgar la acción misma, pero la acción por sí sola no es suficiente para la
evaluación moral. Quizás sabemos que alguien disparó a otra persona, pero ¿fue un asesinato
o defensa propia justificada? Para valorar adecuadamente la conducta ética necesitamos el
conocimiento de la acción, las circunstancias en las que la acción sucedió, la intención y
carácter del agente y posiblemente algunas de las consecuencias. Los fariseos podían
impresionar a otros por medio de sus buenas obras religiosas, pero Dios mira el corazón.
Incluso el orar y dar a los pobres desagrada a Dios si los motivos del corazón son equivocados.
La ética cristiana en el mundo de hoy.

Por supuesto, existen un enorme número de problemas éticos prácticos que los cristianos
enfrentan hoy. Algunos problemas son relativamente recientes en ciertas sociedades, como el
aborto legalizado y el matrimonio homosexual. Otros problemas son más perennes y
universales, como los problemas sexuales generales o la justificación para la defensa propia y
la guerra. En ocasiones Dios ha hablado clara y directamente sobre un asunto ético (p. ej., no
robarás), pero existen otros temas que no podrían tratarse directamente en la Biblia (p. ej.,
temas que requieren tecnología contemporánea, como la ingeniería genética o la fertilización
in vitro). Incluso cuando la Biblia no habla de forma específica sobre un tema, existen
principios bíblicos en los que podemos confiar para realizar un juicio moral informado. (West
2018)

Bibliografía:

West, Steven D. «COALICION POR EL EVANGELIO.» COALICION POR EL EVANGELIO. 14 de ENERO de


2018. https://www.coalicionporelevangelio.org/ensayo/etica-cristiana/ (último acceso: 24
de ABRIL de 2024).

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