Simón Bolívar fue un militar y político venezolano que luchó por la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela durante 20 años. Dirigió batallas clave como la Campaña Admirable y la batalla de Boyacá, que ayudaron a asegurar la independencia de esos países. También tuvo el sueño de una gran confederación de las antiguas colonias españolas en América del Sur.
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Simón Bolívar fue un militar y político venezolano que luchó por la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela durante 20 años. Dirigió batallas clave como la Campaña Admirable y la batalla de Boyacá, que ayudaron a asegurar la independencia de esos países. También tuvo el sueño de una gran confederación de las antiguas colonias españolas en América del Sur.
Simón Bolívar fue un militar y político venezolano que luchó por la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela durante 20 años. Dirigió batallas clave como la Campaña Admirable y la batalla de Boyacá, que ayudaron a asegurar la independencia de esos países. También tuvo el sueño de una gran confederación de las antiguas colonias españolas en América del Sur.
Simón Bolívar fue un militar y político venezolano que luchó por la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela durante 20 años. Dirigió batallas clave como la Campaña Admirable y la batalla de Boyacá, que ayudaron a asegurar la independencia de esos países. También tuvo el sueño de una gran confederación de las antiguas colonias españolas en América del Sur.
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SIMON BOLIVAR
Quien fue y que hizo Simón Bolívar
Simón Bolívar, conocido como el “Libertador de América”, fue un militar y político venezolano que por 20 años combatió contra la corona española para lograr la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Nació en la ciudad de Caracas el 24 de julio de 1783, en una familia de origen vasco de la hidalguía criolla venezolana. A los catorce años, ingresó como cadete en el Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de Aragua, del cual había sido coronel años atrás su propio padre. En julio del año siguiente, cuando fue ascendido a subteniente, se anotó en su hoja de servicios: Valor: conocido; aplicación: sobresaliente. Bolívar supo combinar el adiestramiento práctico en sus deberes militares y el aprendizaje teórico de materias fundamentales para la formación castrense como matemáticas, dibujo topográfico y física.
Tras la caída de la Primera República de Venezuela (1810-1812) se exilió en
Cartagena, y buscó ayuda de la Nueva Granada para recuperar su país. El 14 de mayo de 1813 dirigió la Campaña Admirable, que inicio en San José de Cúcuta, en Colombia, para combatir las fuerzas de enemigas para llegar el 6 de agosto del mismo año hasta Caracas, Venezuela. Su desempeño fue admirable a tal grado que fue proclamado como El Libertador. A partir de ese momento, lideró el destino de su país en la Segunda República de Venezuela (1813-1814), hasta la violenta reconquista española. Nuevamente, Bolívar se dirigió a la Nueva Granada en busca de apoyo. Desde ese lugar comandó lideró un ejército para unificar las provincias de Santa Fe y Tunja para someter a las fuerzas realistas en Santa Marta, Colombia, pero fue derrotado en Cartagena por sus rivales, por lo cual huyó a Jamaica.
Durante su estancia en Jamaica, Bolívar publicó el 6 de septiembre de 1815 la
carta nombrada Contestación de un Americano Meridional a un caballero de esta isla, también conocida como la Carta de Jamaica. El texto fue una respuesta al inglés Henry Cullen, quien reveló cierto interés por los movimientos independentistas en América. En el documento, Bolívar ofreció una descripción detallada de los diferentes territorios y sus particulares sistemas económicos. Es probable que el conocimiento fuera obtenido de sus campañas a lo largo de América, y también buscaba el apoyo económico de Inglaterra.
El 15 de febrero de 1819, durante el Congreso de Angostura, enunció El Discurso
de Angostura, uno de sus escritos más sobresalientes que elaboró durante su vida. En el documento presentó un proyecto de constitución y la advertencia siguiente: los emergentes estados nacionales y sus instituciones deberían responder a sus necesidades propias, sin tomar modelos de otros países. Después, Bolívar continuó con sus batallas a favor de la libertad. El 7 de agosto de 1819 cruzó la cordillera de los Andes y venció a las tropas españolas en la batalla de Boyacá. Por tal motivo consiguió la independencia de la región de Nueva Granada, en específico del territorio actual de Colombia. Dos años después, el 24 de junio de 1821, tras una tregua aseguró la independencia de Venezuela al derrotar a los españoles en la batalla de Carabobo. Una de las grandes esperanzas de Bolívar fue la gran confederación de todas las antiguas colonias españolas de América, cuya inspiración era el modelo de los Estados Unidos. Por esta razón convocó en 1826 al Congreso de Panamá, para organizar una confederación de naciones americanas que debían apoyarse de manera mutua y cooperar como socios para un bien común. Sin embargo, no logró su cometido, y quizás de esa situación enunciara su frase: ‘‘He arado en el mar y sembrado en el viento’’. La oración refiere el sueño bolivariano de una gran nación americana, pero observo como su anhelo se incumpliría por las diferencias entre las nuevas naciones. Simón Bolívar sobresalió entre sus contemporáneos por su inteligencia, voluntad y abnegación. Estas cualidades le permitieron combatir por la libertad de varias naciones. A lado de José de San Martín, encabezaron movimientos a favor de la emancipación de los territorios americanos. El 17 de diciembre de 1830 falleció, en Santa Marta, Colombia y sus restos fueron transportados a Venezuela en 1842, los cuales reposan hoy en el Panteón Nacional Como militar, el Libertador participó en numerosas batallas por la Independencia de América. Como jefe comandó 37 combates y ganó 27. Desde un punto de vista geográfico, las campañas de Bolívar han sido las más extensas que haya realizado cualquier militar en América.
Ultima batalla de Simón Bolívar
El 9 de diciembre de 1824, en la planicie de Ayacucho, a 400 kilómetros de Lima, en Perú, terminó la dominación española en América del Sur. Allí dieron su último combate los guerreros que habían cruzado los Andes con José de San Martín La posición del ejército libertador era endeble. Contaba con 4500 colombianos, 1200 peruanos y los últimos 80 granaderos. Enfrente unos nueve mil enemigos. Estaba en un valle donde fácilmente podía ser atacado de frente o por su izquierda. Ese lugar se llamaba Ayacucho, una voz quechua que significa “rincón de los muertos”. Aún no lo sabían, pero se estaba por librar la última batalla contra los españoles en América del Sur. Estaban a unos 400 kilómetros de Lima, en una planicie de un kilómetro y medio de largo por 700 de ancho, entre el cerro Condorkanqui y el caserío de Quinua, un terreno partido al medio por el cauce de un arroyo seco. Estaban a unos 400 kilómetros de Lima, en una planicie de un kilómetro y medio de largo por 700 de ancho, entre el cerro Condorkanqui y el caserío de Quinua, un terreno partido al medio por el cauce de un arroyo seco. La derecha estaba comandada por el general José María Córdoba, de 25 años, con cuatro batallones colombianos. El centro, a órdenes de Guillermo Miller, estaba conformado por los escuadrones peruanos Húsares de Junín, los regimientos de Granaderos y Húsares de Colombia y el escuadrón de Granaderos a Caballo de Buenos Aires. A la izquierda, a las órdenes del general José de La Mar -quien había convencido a Sucre de dar batalla allí- se agolpaba la legión peruana y los batallones 1, 2 y 3 de Perú.
A las 8 de la mañana, el general español Juan Antonio Monet, acompañado de su
ayudante de campo, se adelantó a las posiciones patriotas. Le propuso al general Córdoba que, ya que en ambos ejércitos había jefes y oficiales ligados por lazos de amistad o parentesco, “darse un abrazo antes de rompernos la crisma”. Con la autorización de Sucre, cerca de 100 oficiales se saludaron caballerosamente antes de matarse en el campo de batalla. Algunos deslizarían maliciosamente que la suerte de la batalla ya había sido decidida de antemano y que los españoles se presentaron para salvar el honor.