Este documento contiene una letanía dedicada al Arcángel Miguel, con oraciones que piden su intercesión ante Dios por diferentes intenciones, incluyendo la protección de los cristianos y la guía hacia el Reino de los Cielos.
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Este documento contiene una letanía dedicada al Arcángel Miguel, con oraciones que piden su intercesión ante Dios por diferentes intenciones, incluyendo la protección de los cristianos y la guía hacia el Reino de los Cielos.
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LETANÍAS AL ARCÁNGEL MIGUEL
Del Santuario del Monte Gargano en Italia y del Mont-Saint-Michel en Francia.
Imprimatur: Obispo de Coutances y Avranches Señor, ¡ten piedad de nosotros! Jesucristo, ¡ten piedad de nosotros! Señor, ¡ten piedad de nosotros! Jesucristo, ¡óyenos! Jesucristo, ¡escúchanos! Dios Padre celestial, ¡ten piedad de nosotros! Dios Hijo, Redentor del mundo, ¡ten piedad de nosotros! Dios, Espíritu Santo, ¡ten piedad de nosotros! Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ¡ten piedad de nosotros! Santa María, Reina de los Ángeles, ¡ruega por nosotros! San Miguel, Arcángel de Dios, ¡ruega por nosotros! San Miguel, lleno de la sabiduría de Dios, ¡ruega por nosotros! San Miguel, espejo de humildad, ¡ruega por nosotros! San Miguel, modelo de obediencia, ¡ruega por nosotros! San Miguel, excelso adorador del Verbo Divino, ¡ruega por nosotros! San Miguel, coronado de gloria y honor, ¡ruega por nosotros! San Miguel, príncipe poderoso del ejército de Dios, ¡ruega por nosotros! San Miguel, portaestandarte de la Santísima Trinidad, ¡ruega por nosotros! San Miguel, guardián del Paraíso, ¡ruega por nosotros! San Miguel, Ángel de paz, ¡ruega por nosotros! San Miguel, guía y consuelo del pueblo de Israel, ¡ruega por nosotros! San Miguel, esplendor y fortaleza de la Iglesia militante, ¡ruega por nosotros! San Miguel, honra y alegría de la Iglesia triunfante, ¡ruega por nosotros! San Miguel, baluarte de los cristianos, ¡ruega por nosotros! San Miguel, luz de los Ángeles, ¡ruega por nosotros! San Miguel, amparo de los cristianos verdaderos, ¡ruega por nosotros! San Miguel, sostén de los que combaten bajo el estandarte de la Cruz, ¡ruega por nosotros! San Miguel, vínculo de nuestra caridad, ¡ruega por nosotros! San Miguel, guerrero vencedor de los errores, ¡ruega por nosotros! San Miguel, luz y esperanza a la hora de la muerte, ¡ruega por nosotros! San Miguel, socorro seguro, ¡ruega por nosotros! San Miguel, auxilio en todas las adversidades, ¡ruega por nosotros! San Miguel, heraldo de la sentencia eterna, ¡ruega por nosotros! San Miguel, consolador de las almas del Purgatorio, ¡ruega por nosotros! San Miguel, encargado por Dios para recibir a las almas en la hora de la muerte, ¡ruega por nosotros! San Miguel, defensor de los derechos de Dios, ¡ruega por nosotros! San Miguel, grande y poderoso, ¡ruega por nosotros! San Miguel, cuyas oraciones conducen al Reino de los Cielos, ¡ruega por nosotros! San Miguel, príncipe de los primeros príncipes, ¡ruega por nosotros! San Miguel, siempre a favor de los hijos de Dios, ¡ruega por nosotros! San Miguel, patrono de los moribundos, ¡ruega por nosotros! San Miguel, nuestro abogado, ¡ruega por nosotros! San Miguel, vencedor de lucifer, ¡ruega por nosotros! Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ¡perdónanos, Señor! Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ¡escúchanos, Señor! Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ¡ten piedad de nosotros! Cristo, ¡óyenos! Cristo, ¡escúchanos! Señor, ¡ten piedad de nosotros! Cristo, ¡ten piedad de nosotros! Señor, ¡ten piedad de nosotros! Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea Tu Nombre; venga a nosotros Tu Reino, hágase Tu Voluntad en la tierra como en el Cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén. San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha para que no perezcamos en el tremendo juicio de Dios. V. Ruega por nosotros, ¡oh gloriosísimo protector nuestro, San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo! R. Para que seamos dignos de alcanzar Sus promesas. OREMOS Señor Nuestro, Jesucristo, dignaos santificarnos con una bendición siempre nueva y concédenos, por la intercesión de San Miguel, la sabiduría que nos enseñe a procurarnos tesoros para el Cielo y a cambiar los bienes de la tierra por los de la eternidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.