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ANTROPOLOGÍA

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ANTROPOLOGÍA

La antropología estudia la diversidad de las realizaciones socioculturales


del ser humano, incluida la emergencia misma de los humanos en sus
entornos ecológicos. La antropología no está limitada en su objeto
específico. Toda realidad pertinente para la comprensión de lo humano
puede formar parte de su campo de investigación. Por ello, los
antropólogos están habituados a la flexibilidad de los enfoques teóricos.

Su formación consiste normalmente en un cuerpo de teoría clásica que,


progresivamente, se va especializando en algún área concreta de interés.
En la actualidad, estas áreas son innumerables: procesos económicos,
técnicas y tecnologías, formas de conocimiento, prácticas lingüísticas,
formas simbólicas, políticas, religiosas, jurídicas, educativas, escenarios
corporales y subjetivos, formas de estructuración social según diferencias
étnicas, de género, etcétera. En cualquiera de estos campos —entre
muchos otros—, los antropólogos intentan ampliar el conocimiento acerca
de cómo los seres humanos producen sociedad y cultura.

Debido a sus orígenes históricos, la antropología es identificada a menudo


como una ciencia especializada en el estudio de sociedades muy
diferentes de la nuestra, «otras sociedades». Sin embargo —
especialmente a lo largo de las últimas décadas—, los antropólogos
hemos llegado a comprender que tal diferencia conceptual entre
«nosotros» y «los otros» se convierte en ficticia, una vez que aprendemos
a mantener un adecuado extrañamiento de lo propio.

Hoy la antropología rechaza toda forma de exotismo, pues nada es


realmente externo a su verdadero objeto considerado del modo más
general: la acción social humana situada en concretos entornos de
práctica.
La flexibilidad teórica de la antropología se corresponde con una
metodología de investigación que es también extremadamente flexible. La
etnografía basada en trabajo de campo antropológico es la marca
distintiva de la disciplina; así como sus variantes etnohistóricas, basadas
en documentación.

El proceso metodológico de la etnografía concluye en un texto narrativo


que toma por objeto acciones y experiencias humanas en entornos
concretos. Durante el trabajo de campo, el investigador obtiene una
experiencia de comunicación con las personas, y de participación en sus
escenarios vitales. La entrevista, la observación de acciones situadas, y la
producción de documentos suelen mencionarse como componentes
fundamentales de esta metodología. En realidad, esos tres componentes
acogen una diversidad de técnicas concretas tan amplia y flexible como
podamos imaginar.

La antropología basa todo su potencial de producción de conocimiento en


la facultad que poseemos los seres humanos para hacer inteligible el
comportamiento de los seres humanos. Por eso, la antropología es una
ciencia social reflexiva. Una parte fundamental de esa reflexividad
consiste en el reconocimiento de que la habilidad interpretativa del
investigador no puede desarrollarse en solitario; sino que depende
crucialmente de la incorporación de las voces y experiencias de las
personas.

Así considerada, la antropología es una ciencia basada en el diálogo


sociocultural, lo que la convierte en una disciplina con grandes
posibilidades de aplicación a las situaciones que los propios agentes
sociales consideran como problemáticas.

ADAPTABILIDAD HUMANA
Los antropólogos estudian a los seres humanos allá donde los encuentran y en
cualquier momento —en el interior de Australia, en un café turco, o en un centro
comercial de cualquiera de nuestras ciudades—. La antropología explora la
diveridad humana en el tiempo ye el espacio y estudia la condición humana de
forma completa: pasado, presente y futuro; biología, sociedad, lengua y cultura.
Le resulta especialmente interesante la diversidad resultante de la adaptabilidad
humana. Los humanos son los animales más adaptables del mundo. En los
Andes, la gente se despierta en poblaciones situadas a más de 4.000 metros
sobre el nivel del mar para ascender todavía varios centenares de metros más y
trabajar en minas de estaño.
Historia de la antropología
Durante el siglo XIX, la llamada entonces «antropología general» incluida un
amplísimo espectro de intereses, desde la paleontología del cuaternario al folclor
europeo, pasando por el estudio comparado de los pueblos aborígenes.
Fue por ello una rama de la Historia Natural y del historicismo cultural alemán que
se propuso el estudio científico de la historia de la diversidad humana. Tras la
aparición de los modelos evolucionistas y el desarrollo del método científico en las
ciencias naturales, muchos autores pensaron que los fenómenos históricos
también seguirían pautas deducibles por observación. El desarrollo inicial de la
antropología como disciplina más o menos autónoma del conjunto de las Ciencias
Naturales coincide con el auge del pensamiento ilustrado y posteriormente
del positivismo que elevaba la razón como una capacidad distintiva de los seres
humanos. Su desarrollo se pudo vincular muy pronto a los intereses
del colonialismo europeo derivado de la Revolución Industrial.

Por razones que tienen que ver con el proyecto de la New Republic, y sobre todo
con el problema de la gestión de los asuntos indios, la antropología de campo
empezó a tener bases profesionales en Estados Unidos en el último tercio del
siglo. XIX, a partir del Bureau of American Ethnology y de la Smithsonian
Institution. El antropólogo alemán Franz Boas, inicialmente vinculado a este tipo
de tarea, institucionalizó académica y profesionalmente la Antropología en
Estados Unidos.

En la Gran Bretaña victoriana, Edward Burnett Tylor y posteriormente autores


como William Rivers y más tarde Bronisław Malinowski y Alfred Reginald Radcliffe-
Brown desarrollaron un modelo profesionalizado de Antropología académica. Lo
mismo sucedió en Alemania antes de 1918.

En todas las potencias coloniales de principios de siglo hay esbozos de


profesionalización de la Antropología que no acabaron de cuajar hasta después de
la II Guerra Mundial. En el caso de España puede citarse a Julio Caro Baroja y a
diversos africanistas y arabistas que estudiaron las culturas del Norte de África. En
todos los países occidentales se incorporó el modelo profesional de la
Antropología anglosajona.

Por este motivo, la mayor parte de la producción de la Antropología social o


cultural antes de 1960 —lo que se conoce como «modelo antropológico clásico»—
se basa en etnografías producidas en América, Asia, Oceanía y África, pero con
un peso muy inferior de Europa. La razón es que en el continente europeo
prevaleció una etnografía positivista, destinada a apuntalar un discurso sobre la
identidad nacional, tanto en los países germánicos como en los escandinavos y
los eslavos.

Históricamente hablando, el proyecto de Antropología general se componía de


cuatro ramas: la lingüística, la arqueología, la antropología biológica y
la antropología social, referida esta última como antropología cultural o etnología
en algunos países. Estas últimas ponen especial énfasis en el análisis comparado
de la cultura —término sobre el que no existe consenso entre las corrientes
antropológicas—, que se realiza básicamente por un proceso trifásico, que
comprende, en primera instancia, una investigación de gabinete; en segundo
lugar, una inmersión cultural que se conoce como etnografía o trabajo de campo y,
por último, el análisis de los datos obtenidos mediante el trabajo de campo.El
modelo antropológico clásico de la antropología social fue abandonado en la
segunda mitad del siglo XX. Actualmente los antropólogos trabajan prácticamente
todos los ámbitos de la cultura,la sociedad y la lingüística.

Nacimiento institucional de la antropología


Se considera que el nacimiento de la antropología como disciplina tuvo lugar
durante el Siglo de las Luces, cuando en Europa se realizaron los primeros
intentos sistemáticos de estudiar el comportamiento humano. Las ciencias
sociales —que incluyen, entre otras a la jurisprudencia, la historia, la filología,
la sociología y, desde luego, a la antropología— comenzaron a desarrollarse en
esta época.

Por otro lado, la reacción romántica contra el movimiento ilustrado —que tuvo su
corazón en Alemania— fue el contexto en el que filósofos como Herder y,
posteriormente, Wilhelm Dilthey, escribieron sus obras. En ellas se puede rastrear
el origen de varios conceptos centrales en el desarrollo posterior de la
antropología.

Estos movimientos intelectuales en parte lidiaron con una de las mayores


paradojas de la modernidad: aunque el mundo se empequeñecía y se integraba
cada vez más, la experiencia de la gente del mundo resultaba más atomizada y
dispersa. Como Karl Marx y Friedrich Engels observaron en la década de 1840:

Todas las viejas industrias nacionales, han sido o están siendo destruidas a diario.
Son desplazadas por nuevas industrias, cuya introducción, se convierte en un
tema de vida o muerte para las naciones civilizadas, por industrias que no trabajan
sólo con materias primas locales, sino también, con materias primas traídas de los
lugares más remotos; industrias cuyos productos, no son consumidos solo por la
población local, sino también por gente de todo el globo.
En lugar de las antiguas demandas de consumo, satisfechas por la producción del
país, encontramos nuevas necesidades, requiriendo para su satisfacción,
productos de lugares y climas distantes. En lugar del antiguo aislamiento nacional
y la auto-suficiencia, tenemos relaciones en todas las direcciones,
interdependencia universal de naciones.
Irónicamente, esta interdependencia universal, en vez de llevar a una mayor
solidaridad en la humanidad, coincidió con el aumento de divisiones raciales,
étnicas, religiosas y de clase, y algunas expresiones culturales confusas y
perturbantes. Estas son las condiciones de vida que la gente en la actualidad
enfrenta cotidianamente, pero no son nuevas: tienen su origen en procesos que
empezaron en el siglo XVI y se aceleraron en el siglo XIX.

Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo de Guayaquil, Ecuador.


Institucionalmente, la antropología emergió de la historia natural (expuesta por
autores como Buffon) definida como un estudio de los seres humanos, —
generalmente europeos—, viviendo en sociedades poco conocidas en el contexto
del colonialismo. Este análisis del lenguaje, cultura, fisiología, y artefactos de los
pueblos «primitivos» —como se los llamaba en esa época— era equivalente al
estudio de la flora y la fauna de esos lugares. Es por esto que podemos
comprender que Lewis Henry Morgan escribiera tanto una monografía sobre La
liga de los iroqueses, como un texto sobre El castor americano y sus
construcciones.

Un hecho importante en el nacimiento de la antropología como una disciplina


institucionalizada es que la mayor parte de sus primeros autores
fueron biólogos (como Herbert Spencer), o bien juristas de formación (como
Bachoffen, Morgan, McLennan). Estas vocaciones académicas influyeron en la
construcción del objeto antropológico de la época y en la definición de dos temas
cruciales para la antropología a lo largo de su historia, a saber: la «naturaleza» del
cambio social en el tiempo y del derecho (analizado bajo la forma del parentesco)
y los mecanismos de herencia.

Dado que los primeros acercamientos de la antropología institucional tendían a


extender los conceptos europeos para comprender a la enorme diversidad cultural
de otras latitudes no europeas, se incurrió en el exceso de clasificar a los pueblos
por un supuesto grado de mayor o menor progreso.
Por eso, en esos primeros tiempos de indagación etnográfica, productos de la
cultura material de naciones «civilizadas» como China, fueron exhibidos en los
museos dedicados al arte, junto a obras europeas; mientras, que sus similares
de África o de las culturas nativas de América se mostraban en los museos de
historia natural, al lado de los huesos de dinosaurio o los dioramas de paisajes
(costumbre que permanece en algunos sitios hasta nuestros días).

Dicho esto, la práctica curatorial ha cambiado dramáticamente en años recientes,


y sería incorrecto ver la antropología como fenómeno del régimen colonial y
del chovinismo europeo, pues su relación con el imperialismo era y es compleja.

La antropología continuó refinándose de la historia natural y, a finales del siglo XIX,


la disciplina comenzaba a cristalizarse —en 1935, por ejemplo, T. K.
Penniman escribió la historia de la disciplina titulada 100 años de la Antropología
—. En esta época dominaba el «método comparativo», que asumía un proceso
evolutivo universal desde el primitivismo hasta la modernidad; ello calificaba a
sociedades no europeas como «vestigios» de la evolución que reflejaban el
pasado europeo. Los eruditos escribieron historias de migraciones prehistóricas,
algunas de las cuales fueron valiosas y otras muy fantásticas.

Fue durante este periodo cuando los europeos pudieron, por primera vez, rastrear
las migraciones polinésicas a través del océano Pacífico. Finalmente, discutieron
la validez de la raza como criterio de clasificación pues decantaba a los seres
humanos atendiendo caracteres genéticos; pese a coincidir el auge del racismo.

En el siglo XX, las disciplinas académicas comenzaron a organizarse alrededor de


tres principales dominios: ciencia, humanismo y las ciencias sociales. Las
ciencias, según el falsacionismo dogmático e ingenuo, explican fenómenos
naturales con leyes falsables a través del método experimental.
Las humanidades proyectaba el estudio de diversas tradiciones nacionales, a
partir de la historia y las artes. Las ciencias sociales intentan explicar el fenómeno
social usando métodos científicos, buscando bases universales para el
conocimiento social. La antropología no se restringe a ninguna de estas
categorías.
mujer del pueblo suri en donde las mujeres expanden su labio inferior, los
antropólogos son especialistas en el análisis de las modificaciones corporales.
Tanto basándose en los métodos de las ciencias naturales, como también creando
nuevas técnicas que involucraban no solo entrevistas estructuradas sino la
consabida «observación participante» desestructurada, y basada en la
nueva teoría de la evolución a través de la selección natural, propusieron el
estudio científico de la humanidad concebida como un todo.

Es crucial para este estudio el concepto de cultura. La cultura ha sido definida en


la antropología de las formas más variadas, aunque es posible que exista acuerdo
en su conceptualización como una capacidad social para aprender, pensar y
actuar.

La cultura es producto de la evolución humana y elemento distintivo del Homo


sapiens y, quizás, a todas las especies del género Homo, de otras especies, y
como una adaptación particular a las condiciones locales que toman la forma de
credos y prácticas altamente variables. Por esto, la «cultura» no solo trasciende la
oposición entre la naturaleza y la consolidación; trasciende y absorbe
peculiarmente las distinciones entre política, religión, parentesco, y economía
europeas como dominios autónomos.

La antropología por esto supera las divisiones entre las ciencias naturales,
sociales y humanas al explorar las dimensiones biológicas, lingüísticas, materiales
y simbólicas de la humanidad en todas sus formas.

El devenir de la antropología durante el siglo XX


En este apartado se considera la consolidación de la antropología como una
disciplina por derecho propio. Sin embargo, no es, ni de lejos, un edificio
monolítico. Como todas las corrientes de pensamiento, se relaciona directamente
con el contexto social en el que se produce.

De esta manera se puede entender la divergencia entre las varias «escuelas»


nacionales de la antropología, que se fueron consolidando durante los últimos
años del siglo XIX y la mitad del siglo XX.

El desarrollo de la sociología y la etnología francesa


Foto atribuida a Edward Curtis, en la que se observa a los cantantes y bailarines
de un ritual potlatch del pueblo kwakiutl.
La antropología francesa tiene una genealogía menos clara que las tradiciones
inglesa o estadounidense. Muchos comentaristas consideran falsamente a Marcel
Mauss como el fundador de la tradición antropológica francesa.
Mauss era un miembro del grupo del Annee Sociologique, la revista dirigida por su
tío Émile Durkheim y mientras Mauss estudiaba la situación de las sociedades
modernas, Mauss y sus colaboradores (como Henri Hubert y Robert Hertz)
recurrieron a la etnografía y filología para analizar las sociedades que no estaban
tan diferenciadas como las naciones-estado europeas.

En particular, en el Ensayo sobre los dones se probaría de relevancia permanente


en los estudios antropológicos acerca de la redistribución de los bienes y
la reciprocidad.

En el periodo de entreguerras, el interés en Francia por la antropología concurría


en movimientos culturales más amplios como el surrealismo y el primitivismo que
recurrían a la etnografía como fuente de inspiración. Marcel Griaule y Michel
Leiris son ejemplos de personas que mezclaron la antropología y la vanguardia
francesa. En este periodo la mayor parte de lo que se conoce como etnología se
restringía a los museos, y la antropología tuvo una estrecha relación con las
investigaciones del folclore.

Sin embargo, fue sobre todo Claude Lévi-Strauss quien ayudó a institucionalizar
esta ciencia en Francia. Además de la trascendencia del estructuralismo, Lévi-
Strauss estableció vínculos con antropólogos estadounidenses e ingleses.

Al mismo tiempo estableció centros y laboratorios por toda Francia para proveer
de un contexto institucional para la antropología mientras entrenaba a estudiantes
influyentes como Maurice Godelier o Françoise Héritier que se volvería muy
influyente en su escuela.

Muchas particularidades de la antropología francesa actual son consecuencia de


que se investigue en laboratorios privados más que en universidadesEl
culturalismo estadounidense

Los primeros antropólogos estadounidenses se volcaron al estudio de los


indígenas de su país. En la foto, una joven zuñi, pueblo de Nuevo México.
La corriente culturalista fue llamada de esa manera por el especial interés que
puso en el análisis de la cultura, a diferencia de la antropología social británica
(interesada en el funcionamiento de las estructuras sociales), y
la etnología francesa desarrollada por Émile Durkheim y Marcel Mauss.
Los pioneros de la antropología estadounidense fueron miembros de la plana
mayor del Bureau of Indian Affairs (Agencia de Asuntos Indios) y del Smithsonian
Institution's Bureau of American Ethnology (Agencia de Etnología Estadounidense
del Instituto Smithsoniano), como John Wesley Powell y Frank Hamilton Cushing.

La antropología académica en Estados Unidos fue establecida por Franz Boas,


quien aprovechó su puesto en la Universidad de Columbia y el Museo Americano
de Historia Natural para entrenar y desarrollar múltiples generaciones de
estudiantes.

La antropología de Boas era políticamente activa y sospechaba de las


investigaciones del gobierno o los mecenas. También era rigurosamente empírica
y escéptica de generalizaciones e intentos de establecer leyes naturales.

Boas estudió hijos de inmigrantes para demostrar que las razas biológicas no eran
inmutables y que la conducta y el comportamiento de cada grupo humano eran
resultado de su propia historia y de las relaciones que hubiera establecido a lo
largo del tiempo con su entorno social y natural, y no del origen étnico del grupo o
leyes naturales. Para Boas raza, lengua y cultura eran variables independientes
que no podían explicarse en relación con las demás.

Partiendo de la filosofía alemana, Boas (que era austriaco) sostuvo la diversidad


de culturas cuya evolución no podía ser medida respecto a la civilización europea.
Boas propuso como premisa básica que cada cultura debía ser estudiada en su
particularidad; y que no era posible generalizar sobre culturas diferentes, tal como
se había venido haciendo en la naciente antropología por imitación de las ciencias
naturales (Boas, 1964: Cap. III).

La primera generación de estudiantes de Boas incluyó a Alfred Kroeber, Robert


Lowie y Edward Sapir. Ellos produjeron estudios muy detallados que fueron los
primeros en describir a los indios de América del Norte. Al hacer eso, dieron a
conocer una gran cantidad de detalles que fueron usados para atacar la teoría del
proceso evolutivo único. Su énfasis en los idiomas indígenas contribuyó al
desarrollo de la lingüística moderna (comenzada por Ferdinand de Saussure)
como una verdadera ciencia general.

La publicación del libro Anthropology (Antropología), escrito por Kroeber, marcó un


punto clave en la antropología estadounidense. Tras décadas de recopilación
crecieron las ganas de generalizar. Eso fue más evidente en los estudios sobre
cultura y personalidad llevados a cabo por boasianos como Margaret
Mead (1967), Ralph Linton (1972) y Ruth Benedict (1964). Influenciados
por Sigmund Freud y Carl Jung. Estos autores analizaron cómo las fuerzas
socioculturales forjan la personalidad individual.
El funcionalismo británico

Los antropólogos británicos se especializaron en el estudio de las sociedades


colonizadas por la Corona británica. Radcliffe-Brown decía que la antropología
social tenía por objeto el conocimiento de aquellas sociedades para apoyar la
tarea de los administradores coloniales. En la imagen, un grupo de zulúes
comiendo.
Tesis centrales del funcionalismo
El funcionalismo se inspiró en la obra de Émile Durkheim. Apelaba al paralelismo
estricto entre las sociedades humanas y los organismos vivos (Radcliffe-Brown,
cap.8; Durkheim, 2000: cap. V), en lo que respecta a la forma de evolución y
conservación.

Tanto en las estructuras sociales como en los organismos biológicos, la armonía


depende de la interdependencia funcional de las partes. Las funciones, a la luz de
este enfoque, son analizadas como obligaciones (comportamientos necesarios) en
las relaciones sociales. La función sustenta la estructura social, permitiendo la
cohesión fundamental, dentro de un sistema de relaciones sociales.

Una mirada histórica sobre el funcionalismo británico


Mientras que el antropólogo particularista Franz Boas insistía en prestar atención a
los detalles, en Gran Bretaña la antropología moderna fue formada mediante el
rechazo de reconstrucción histórica en el nombre de una ciencia de la sociedad
que se concentraba en analizar como se mantenían las sociedades en el presente.

Las dos personas más importantes en esta tradición fueron Alfred Reginald
Radcliffe-Brown y Bronislaw Malinowski, quienes lanzaron sus obras seminales en
1922. Las investigaciones iniciales de Radcliffe-Brown en las islas Andamán fue
realizada al estilo antiguo, pero luego de leer a Émile Durkheim publicó el relato de
su investigación (simplemente titulado The Andaman Islanders) que estaba muy
influenciado por el sociólogo francés.

Al pasar el tiempo fue desarrollando un enfoque conocido como funcionalismo


estructuralista que se concentraba en como las instituciones de las sociedades
buscaban balancear o crear un equilibrio en el sistema social para que siguiera
funcionando armoniosamente.

Malinowski, en cambio, defendía un funcionalismo que examinaba la forma en


que la sociedad funcionaba para satisfacer las necesidades individuales. Sin
embargo, Malinowski no es conocido por esta teoría, sino por su etnografía
detallada y sus avances en metodología.

Su clásico Los argonautas del Pacífico Occidental defendía la idea de que hay que
obtener «el punto de vista del nativo» y un enfoque que buscaba que los
investigadores hicieron su trabajo en la sociedad correspondiente, el cual se
convirtió el estandarte en esta disciplina (Malinowski 1973: Introducción).

Tanto Malinowski como Radcliffe-Brown tuvieron éxito gracias a que, como Boas,
entrenaron activamente a sus estudiantes y desarrollaron instituciones que
ayudaron a sus ambiciones programáticas, en especial en el caso de Radcliffe-
Brown, que esparció sus planes para la antropología social enseñando en
universidades a lo largo de toda la Mancomunidad Británica de Naciones.

Desde fines de los años 1930 hasta el período posguerra se editaron una serie de
monografías y volúmenes editados que establecieron el paradigma de la
antropología social británica. Las etnografías más famosas incluyen Los Nuer,
de Edward Evan Evans-Pritchard, y The Dynamics of Clanship Among the
Tallensi por Meyer Fortes, mientras que los volúmenes más conocidos que fueron
editados incluyen Sistemas africanos de parentesco y matrimonio y Sistemas
políticos africanos.

Funcionalismo, funcionalismo estructuralista, antropología cognoscitiva,


antropología simbólica y ecología cultural
La teoría funcionalista vio a la cultura como un elemento para satisfacer las
necesidades del individuo en la sociedad. La teoría funcionalista estructuralista
acentuó la contribución que hacen las diferentes partes del sistema social al
mantenimiento de la sociedad total.

La antropología cognoscitiva interpreta a la cultura como un programa para la


conducta, más que la conducta en sí misma, la antropología simbólica enfatiza a la
cultura como un sistema compartido de símbolos y significados.

Los ecólogos culturales están primariamente interesados en la cultura o los


sistemas socioculturales entendiéndolos como un sistema de conducta transmitido
socialmente y que sirve para conectar a las comunidades a sus asentamientos
naturales.

Antropología y etnografía soviética

Entre 1890 y 1906 en el imperio ruso se publicó el Diccionario Enciclopédico


Brockhaus y Efron, en donde se recogen detalladamente los rasgos étnicos de los
seres humanos de aquella época.
Durante las siete décadas que duró la experiencia socialista en la extinta URSS,
se desarrolló un particular método de etnografía, en particular analizando el
impacto de la experiencia socialista en la cultura, así como el estudio de la
diversidad cultural en la URSS. Uno de sus exponentes más importantes es Pavel
Ivanov Kouchner.

La antropología en Latinoamérica
La antropología latinoamericana enraíza en la escuela culturalista estadounidense
de Boas. Uno de sus alumnos, Manuel Gamio, fundó la tradición antropológica
mexicana, y el mismo Boas dio clases en ese país.

Su desarrollo como disciplina científica en casi todos los países latinoamericanos


está ligada con la actividad estatal, además, la antropología latinoamericana tiene
un fuerte nexo con la arqueología. De hecho, en el período comprendido
aproximadamente entre los años 1930 y 1970, en muchos países de América
Latina se fundaron instituciones antropológicas paraestatales que tenían la función
de planificar y desarrollar programas de desarrollo dirigidos a la integración de los
indígenas en la sociedad nacional.

Posteriormente, durante la década de 1960 y hasta 1980 aproximadamente, la


antropología iberoamericana recibió una fuerte influencia del marxismo, que se
convirtió en la corriente dominante en muchas de las instituciones formadoras de
los antropólogos iberoamericanos.

El avance de la teoría marxista en la antropología de la región puso el énfasis de


la investigación social en cuestiones relacionadas con el subdesarrollo, las
comunidades campesinas, la cuestión indígena y su exclusión con respecto al
resto de la sociedad.
Al mismo tiempo, los antropólogos volvieron la mirada a la ciudad, interesados en
el fenómeno de la rápida urbanización que se vivía en países
como Argentina, Brasil, Ecuador, México o Perú; proceso que iba acompañado de
un deterioro en las condiciones de vida de las familias de las primeras
generaciones suburbanas.

Podemos mencionar a varios antropólogos(as) latinoamericanos tales como:


Gonzalo Aguirre Beltrán, Héctor Díaz-Polanco, Manuel Marzal, Mirian Goldenberg,
Luis Valcárcel, Carlos Reynoso, Federico Kauffmann, Patricio Guerrero Arias,
Beatriz Barba, entre otras y otros intelectuales, que han contribuido al desarrollo
de esta ciencia en esta región de América.

La antropología en tiempos modernos


El antropólogo Edward Tylor la define como «el conocimiento, las creencias, el
arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otras capacidades y
hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad».1

Antes de la Segunda Guerra Mundial la antropología social británica y la


antropología cultural estadounidense mantenían posturas diferentes sobre su
método y concepción de la antropología. Tras la guerra, se acercarían hasta crear
una antropología sociocultural.

En los años 1950 y la mitad de la década siguiente la antropología tendió a


modelarse siguiendo la ciencia natural. Algunos, como Lloyd Fallers o Clifford
Geertz, se concentraron en los procesos de modernización a través de los cuales
se desarrollarían los nuevos Estados independientes. Otros, como Julian Steward
o Leslie White estudiaron la forma en que las sociedades evolucionan sobre su
ambiente ecológico —una idea popularizada por Marvin Harris—.

La antropología económica, influenciada por Karl Polanyi y desarrollada


por Marshall Sahlins y George Dalton resaltaron las debilidades conceptuales de
la economía tradicional para abordar los mecanismos de explotación y distribución
de los bienes en las sociedades precapitalistas.

Acusaban que las teorías ortodoxas ignoraban los factores culturales y sociales en
estos aspectos de la esfera económica social, y que por tanto, sus preceptos no
eran universales. En Inglaterra, el paradigma de la Sociedad Británica de
Antropología fue escindido cuando Max Gluckman y Peter Worsley se inclinaron
hacia el marxismo. Lo mismo ocurrió en el momento que Rodney
Needham y Edmund Leach incorporaron el estructuralismo de Lévi-Strauss a su
análisis antropológico (por ejemplo, en la obra Cultura y comunicación de Leach).

El estructuralismo también influyó en ciertas investigaciones en los años sesenta y


setenta, incluyendo la antropología cognitiva y el análisis de componentes.
Autores como David Schneider, Clifford Geertz, y Marshall Sahlins elaboraron un
concepto más laxo de la cultura como red de símbolos y significados, la cual se
volvió muy popular dentro y fuera de la disciplina.
Adaptándose a su tiempo, ciertos grupos de antropólogos se volvieron más activos
en política, sobre todo tras la guerra de independencia argelina y su oposición a
la guerra de Vietnam. En ese contexto, el marxismo se volvió uno de los enfoques
más difundidos en la disciplina.

una cabeza reducida (Tzantza) - Pueblo Jíbaro.


En la década de los años 1980 la cuestión del poder —analizada por Eric
Wolf en Europa y los pueblos sin historia— fue central en la disciplina.

Libros como Anthropology and the Colonial Encounter consideraron los vínculos
entre la antropología y la inequidad colonial, al tiempo que la amplia popularidad
de teóricos como Antonio Gramsci y Michel Foucault llamaron la atención hacia los
temas del poder y la hegemonía.

El género y la sexualidad se convirtieron en temas centrales. Lo mismo ocurrió


con la relación entre historia y antropología, relación analizada por Marshall
Sahlins, que llevó a Lévi-Strauss y Fernand Braudel a examinar la relación entre la
estructura social y el agente individual.

A finales de los ochenta autores como George Marcus y James


Clifford cuestionaron la autoridad etnográfica, particularmente en el cómo y el por
qué es posible el conocimiento y la autoridad de la antropología. La crítica de
estos autores se centra en la supuesta «neutralidad» de los etnógrafos. Forma
parte de la tendencia posmodernista contemporánea.

En los últimos años (1990-2006) los antropólogos han prestado más atención a la
medicina y biotecnología, la globalización, los derechos indígenas y la
antropología urbana. Es importante señalar que, en especial, los dos últimos
temas (derechos indígenas y antropología urbana) se encontraban presentes en la
discusión antropológica de los países latinoamericanos.

Como ejemplo tenemos el análisis de la cultura de la pobreza, emprendido


por Oscar Lewis en la ciudad de México en la década de los cincuenta, y los
trabajos de la corriente indigenista latinoamericana surgida a partir de la década
de 1930 y que concluye con el México profundo de Guillermo Bonfil.
antropología es el estudio de la humanidad, de los pueblos antiguos y modernos y
de sus estilos de vida. Dada la amplitud y complejidad del tema, las diferentes
ramas de la antropología se centran en distintos aspectos o dimensiones de la
experiencia humana.
Algunos antropólogos estudian la evolución de nuestra especie, denominada
científicamente Homo sapiens, a partir de especies más antiguas. Otros investigan
cómo el Homo sapiens ha llegado a poseer la facultad, exclusivamente humana,
para el lenguaje, el desarrollo y diversificación de los lenguajes y los modos en
que las lenguas modernas satisfacen las necesidades de la comunicación
humana.
Otros, por último, se ocupan de las tradiciones aprendidas de pensamiento y
conducta que denominamos culturas, investigando cómo surgieron y se
diferenciaron las culturas antiguas, y cómo y por qué cambian o permanecen
iguales las culturas modernas.
ADAPTABILIDAD HUMANA
Los antropólogos estudian a los seres humanos allá donde los encuentran y en
cualquier momento —en el interior de Australia, en un café turco, o en un centro
comercial de cualquiera de nuestras ciudades—.
La antropología explora la diveridad humana en el tiempo ye el espacio y estudia
la condición humana de forma completa: pasado, presente y futuro; biología,
sociedad, lengua y cultura. Le resulta especialmente interesante la diversidad
resultante de la adaptabilidad humana. Los humanos son los animales más
adaptables del mundo.
En los Andes, la gente se despierta en poblaciones situadas a más de 4.000
metros sobre el nivel del mar para ascender todavía varios centenares de metros
más y trabajar en minas de estaño. Las tribus del desierto australiano adoran
animales y discuten de filosofía.

La gente sobrevive a la malaria en los trópicos. El hombre ha pisado la luna.


El modelo de la Nave Espacial Enterprise en la Smithsonian Institución en
Washington simboliza el deseo de «explorar en busca de nueva vida y
civilizaciones, sencillamente de llegar más allá de donde nunca nadie ha llegado
antes». Deseos de conocer lo desconocido, de controlar lo incontrolable y de traer
orden al caos tienen su expresión entre todas las gentes.

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