Retiro de Adviento para Papás
Retiro de Adviento para Papás
Retiro de Adviento para Papás
HORARIO:
PRIMER BLOQUE:
Objetivo: Que las personas se den cuenta de cómo una mala información puede distorsionar el verdadero sentido de lo
que es el adviento y la navidad
Dinámica: Se harán 6 equipos y cada equipo se les entregarán dos juegos de rompecabezas revueltos (ellos no saben
que son dos rompecabezas, solo sabrán que les deben de sobrar piezas), en la parte de atrás estarán marcados con los
incisos de las respuestas de abajo, uno de los rompecabezas tendrá los incisos con la respuesta correcta y el otro con los
inciso de las respuesta incorrectas, el objetivo es que cada equipo ponga la información que crea es correcta para formar
la figura.
3.- El color litúrgico utilizado en adviento es: 6.- Las figuras principales del Adviento son:
e) el blanco k)Jesús, María y José
f)el morado l) Isaías, Juan Bautista y María
Tienen cinco minutos. Pasado el tiempo dejarán y dejen los recortes sobre la mesa, tal como los lograron colocar, y con
una cinta unirá dichos recortes; después voltea la figura y aparece lo que estaba oculto a todos, que puede ser una
imagen del nacimiento de Jesús, o un rostro de Cristo.
Terminado el ejercicio, el coordinador pregunta a los asistentes que no participaron: ¿Qué nos enseña este ejercicio?
¿Cómo se sintieron en este ejercicio? ¿Qué aprendieron al realizarlo?
Finalmente el coordinador induce al grupo a comprender que importante es el tener el conocimiento de la fe que
profesamos, que si no tenemos la información correcta, podemos quedarnos con el objetivo principal distorsionado, que
es lo que puede sucedernos en esta época en donde los medios de comunicación nos bombardean con tanto
consumismo que terminamos con una idea errónea de lo que es el adviento y la navidad.
Ubicación: El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico y empieza el domingo siguiente de la Fiesta de Cristo Rey, 4
domingos antes de la Navidad.
• Término: Podemos tomar como punto de partida la palabra «Adviento»; este término no significa «espera», como
podría suponerse, El término "Adviento" viene del latín adventus, que significa venida, llegada. o viene de adventus-
parusía, venida, llegada.. Termina el 24 de diciembre por la mañana.
• Duración: 4 semanas
Estamos habituados al término «adviento»; sabemos qué significa; pero precisamente por el hecho de estar tan
familiarizados con él, quizá no llegamos a captar toda la riqueza que encierra este concepto y más allá, el contenido que
tiene dentro de la liturgia. Al igual que se prepara la casa para recibir a un invitado muy especial y celebrar su estancia
con nosotros, durante los cuatro domingos que anteceden a la fiesta de Navidad, los cristianos preparan su alma para
recibir a Cristo y celebrar con Él su presencia entre nosotros. En este tiempo es muy característico pensar: ¿cómo vamos
a celebrar la Noche Buena y el día de Navidad? ¿con quién vamos a disfrutar estas fiestas? ¿qué vamos a regalar?
Adviento quiere decir «venida» y Juan Pablo II en la catequesis del tiempo de adviento del año 2002, comenzaba
haciendo dos preguntas claves: “¿Quién es el que viene?, y ¿para quién viene?” a las cuales respondemos, viene el
Señor Jesús, y su presencia es continua y continuada; a quien esperamos vigilantes, atentos, llenos de gozo en actitud
celebrativa es al Señor que se hizo hombre, que nació de María, que se aproxima cada día a la realidad humana,
transformando nuestra historia, tocando nuestras vidas, animándonos a ser mejores cada día. De manera que viene para
la humanidad, para el hombre y mujer de rostros y realidades concretas, viene a ti, a tu vida, a tus situaciones, a
reconciliarte, viene para la persona humana a renovar la relación personal con él, viene para la persona desolada, herida,
pobre, abandonada, discriminada, para la víctima y victimario. Viene para la persona a restaurar su dignidad herida por el
pecado, la injusticia, a infundir un espíritu nuevo tocando los corazones de piedra, convirtiéndolos en corazón de carne
(Ez 11, 19). Viene para su iglesia, a reencontrarse con ella. Viene para quienes no lo conocen a revelarles su rostro
amoroso.
Este tiempo nos prepara para la venida del Señor. La venida de Cristo al mundo se realiza en un triple plan: ( ESTO NO
SE EXPLICA A PROFUNDIDAD PORQUE ES TEMA QUE VAN A DESARROLLAR LOS EQUIPOS EN EL SEGUNDO BLOQUE)
PASADO: Recordar el pasado , celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén.
Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta
fue su primera venida
PRESENTE: venida sacramental, hoy, se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en
nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en
el amor. Cristo está viniendo hoy y aquí, a nosotros, dentro de nosotros. Nos está haciendo concorpóreos suyos,
solidarios de su persona y de su misterio redentor. Mediante el don de su palabra y de la eucaristía, Cristo se graba en
nosotros. Nos hace su cuerpo.
FUTURO: Venida gloriosa al fin del mundo. : Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la
"majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los
que han creído en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa
que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos. Su venida gloriosa al final de los tiempos no será otra cosa
que la revelación de las venidas que ahora realiza en nosotros. Hay continuidad real entre su venida actual y su venida
gloriosa. Exactamente igual como la semilla se prolonga en el fruto. Esta es la verdad de fe más grandiosa. Quien quiera
encontrarse con el Cristo viviente, debe penetrar en el misterio de su presencia, a través de la liturgia. Es necesario que
el cristiano tenga mirada interior. El adviento es radicalmente cercanía y presencia del Señor.
Al revivir la espera gozosa del Mesías en su Encarnación, preparamos el Regreso del Señor al fin de los tiempos : Vino,
Viene, Volverá. Adviento, un tiempo para vivir y celebrar, bajo el signo de “encuentro” entre un Dios que viene al
encuentro del hombre, y el hombre en busca de Dios. Adviento: re-encontrar, en el fondo de sí mismo, todo lo que puede
ser salvado; volverse hacia Cristo, que vendrá un día en su gloria, pero que ya está y nos espera. Volverse hacia Cristo es
lo que llamamos “Convertirse”. Adviento es tiempo de conversión.
SEGUNDO BLOQUE:
Actividad: Ahora que ya nos ha quedado claro lo que es el adviento, por equipos vamos a ir descubriendo las figuras
principales del adviento y el triple perspectiva de su venida.( Otras referencias: Catecismo de la Iglesia Católica (# 522-
524) y la Biblia Católica para Jóvenes (Págs. 683,980))
Se les repartirá a cada equipo un tema para que lo desarrollen, proporcionándoles material necesario como plumones,
recortes, papel bond y la explicación necesaria.
EQUIPO 1: ISAÍAS
Explicación: A cada grupo se le debe entregar información sobre su personaje y una biblia. Los grupos deben
llenar el siguiente esquema de su personaje:
1. ¿Quién es su personaje?
Isaías (Is 40 v.1-11, v.27-31), (Lucas 4 v.14-30): Isaías es el gran heraldo del Antiguo Testamento, de la venida
del Señor, una venida de salvación y de paz, que nos trae el reino de Dios e inaugura los nuevos tiempos, las nuevas
relaciones entre Dios y los hombres, las cuales se establecerán a partir del Mesías. Tenemos sed de luz, de armonía, de
paz y de justicia. Nuestro mundo suplica, desde su hambre de plenitud, una salvación que rompe toda exclusión y toda
corrupción, toda injusticia y toda maldad. En el fondo deseamos un Salvador y pedimos, aún sin ser conscientes de ello,
que la salvación venga más allá de nosotros mismos y de nuestra propia finitud.
En todas nuestras expectativas y sueños siempre aflora el ideal de esa “Jerusalén Celeste”, esa ciudad ideal de plenitud
que lleva al ser humano a alcanzar sus más bellas utopías. En definitiva, todos los hombres y mujeres de todos los
tiempos deseamos un cambio de orientación y un final del espiral de violencia y de mal. Es el grito de todos los grandes
“profetas” de la historia de la humanidad y es el grito de todos nosotros que en medio de la mediocridad suspiramos una
vida en plenitud.
El profeta Isaías nos invita a mirar al futuro donde el triunfo de Dios será una realidad en plenitud. Ese triunfo es puro
don de Dios y una creación nueva, simbolizada con la imagen del banquete. El banquete donde el mismo anfitrión es el
Señor nos revela el destino de nuestra esperanza y el sentido de nuestra confianza. Ese banquete tiene unas
connotaciones específicas que nos recuerda lo específico de la vida de Dios: en primer lugar, son invitados todos los
pueblos; en segundo lugar, serán rotos todos los velos que cubren a todos los pueblos; en tercer lugar, la muerte será
aniquilada para siempre; y en cuarto lugar, “enjugará las lágrimas de todos los rostros”.
Frente a la exclusión a que nos tiene acostumbrado la sociedad humana, Dios mismo nos hace vivir una dimensión
universal de la llamada a la salvación. Frente a los silencios y los recodos de nuestra existencia, Dios mismo nos recuerda
que todo será descubierto y revelado con toda contundencia. Frente al dominio destructor de la muerte, Dios mismo nos
advierte que ella misma será aniquilada para siempre. Frente al sufrimiento y a las lágrimas en cada rincón de la tierra,
Dios mismo nos manifiesta que se enjugarán las lágrimas de todos los rostros.
El profeta Isaías grita a Israel y a Jerusalén que hay razones para la esperanza, a pesar de las miserias y las tragedias de
nuestro mundo. Y proclama al pueblo un nuevo Éxodo, cuya iniciativa está provocada por el mismo Dios.
1. ¿Quién es su personaje?
Juan El Bautista (Mc 1 v.2-8), (Mt 3 v.1-12), (Lc 3 v.10-17), (Juan 1 v.1-18): El antiguo pueblo de Israel le pedía
a Dios: ¡MARANHATA!, que significa: ¡VEN SEÑOR! Porque sabían que sólo ÉL podía cambiar el mundo. Poco a poco Dios
fue mandando hombres y mujeres de todos los tiempos (los profetas y profetisas) para que la gente cambiara su corazón
y soñaran con un tiempo nuevo y mejor. Ese tiempo iba a llegar. Y, un poco más tarde, unos siglos después, un hombre
que vivía en el desierto, el más grande de los profetas, Juan El Bautista, empezó a anunciar que ese Salvador estaba
cerca, que había que estar preparados para cuando llegase. (Se presenta como el precursor del Señor, que vendrá a
bautizarnos en Espíritu y fuego)
La respuesta que Dios exige del mismo hombre se sintetiza magistralmente en toda la predicación del precursor, Juan
Bautista. Juan pide a la gente que cambie radicalmente en su interior y debe de “preparar el camino al Señor”. Juan
diseña todo un programa para recibir al salvador y lo expresa en cinco expresiones, dibujadas en las profecías de todos
los profetas, especialmente de Isaías: “allanar los senderos”, “elevar los valles”, “abajar montes y colinas”, “enderezar lo
torcido” e “igualar lo escabroso”.
Juan Bautista, muestra las propuestas de la vieja profecía para tratar de solucionar los males básicos de la humanidad:
-para la insolidaridad, que es la base y el origen de la desigualdad, se propone compartir (consejo a las multitudes: “el
que tenga dos túnicas…”).
-para la explotación, que engendra toda clase de odio entre los humanos, se propone la supresión de cualquier espíritu
de injusticia (Consejo a los recaudadores: “No exijáis más de lo establecido”).
-para controlar la violencia de quien ostenta el poder político y militar, se propone la no violencia y el evitar la injusticia
que proviene de la insaciable ambición de poseer y dominar (consejo a los soldados paganos: “no hagáis extorsión a
nadie…”). Otras referencias: La Biblia Católica para Jóvenes (Pág.1200)
EQUIPO 3: MARÍA
Explicación: A cada grupo se le debe entregar información sobre su personaje y una biblia. Los grupos deben
llenar el siguiente esquema de su personaje:
1. ¿Quién es su personaje?
María (Lc. 1, 26-38): María es el otro gran personaje del Adviento, el principal, el primero. Hemos visto, que en
Adviento celebramos el misterio de su Inmaculada Concepción, ella, la Virgen, nos invita a fiarnos de Dios y a esperar en
su promesa. Nadie como la Virgen María esperó a Jesús. Rezaba así: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se
alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”. Sobre todo María nos llama hacerle fiel al Señor.
La Virgen María: recuerda algunas mujeres de la Antigua Alianza, que eran figura y profecía de su misión; exalta la
actitud de fe y de humildad con que María de Nazaret se adhirió, total e inmediatamente, al proyecto salvífico de Dios;
subraya su presencia en los acontecimientos de gracia que precedieron el nacimiento del Salvador. También la piedad
popular dedica, en el tiempo de Adviento, una atención particular a Santa María; lo atestiguan de manera inequívoca
diversos ejercicios de piedad, y sobre todo las novenas de la Inmaculada y de la Navidad.
(Es la gloria de Jerusalén y la alegría de Israel; en ella se cumple cuanto se había dicho de parte de Dios. La larga
preparación del Antiguo Testamento culmina en María, Madre de Dios y de todos los hombres. En ella la humanidad se
redime del pecado y de la muerte, se abre al don de la vida nueva).
Otras referencias: Catecismo de la Iglesia Católica (# 963-970); La Biblia Católica para Jóvenes (Págs.1197,1287,1341)
en estas páginas encontrarás grandes detalles que te pueden ayudar con la figura de María.
FUTURO: Se vive las primeras semanas del Adviento, al abrirnos a la última venida de Jesús (parusía), cuando
veremos la gloria y majestuosidad de Dios. Probablemente en el año 52 san Pablo escribió la primera de sus cartas, la
primera carta a los Tesalonicenses, donde habla de esta vuelta de Jesús, llamada parusía, adviento, nueva, definitiva y
manifiesta presencia (cf. 1 Ts 4, 13-18). A los Tesalonicenses, que tienen sus dudas y problemas, el Apóstol escribe así:
"Si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús" (1 Ts
4, 14). Y continúa: "Los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que
quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires, y así estaremos siempre
con el Señor" (1 Ts 4, 16-17). San Pablo describe la parusía de Cristo con acentos muy vivos y con imágenes simbólicas,
pero que transmiten un mensaje sencillo y profundo: al final estaremos siempre con el Señor. Este es, más allá de las
imágenes, el mensaje esencial: nuestro futuro es "estar con el Señor"; en cuanto creyentes, en nuestra vida ya estamos
con el Señor; nuestro futuro, la vida eterna, ya ha comenzado. Adviento y esperanza escatológica
La liturgia del adviento se abre con la monumental visión apocalíptica de los últimos tiempos. De este modo, el adviento
rebasa los límites de la pura experiencia cultual e invade la vida entera del cristiano sumergiéndola en un clima de
esperanza escatológica. El grito del Bautista: «Preparad los caminos del Señor», adquiere una perspectiva más amplia y
existencial, que se traduce en una constante invitación a la vigilancia, porque el Señor vendrá cuando menos lo
pensemos. Como las vírgenes de la parábola, es necesario alimentar constantemente las lámparas y estar en vela, porque
el esposo se presentará de improviso. La vigilancia se realiza en un clima de fidelidad, de espera ansiosa, de sacrificio. El
grito del Apocalipsis: «¡Ven, Señor, Jesús!», recogido también en la Didajé, resume la actitud radical del cristiano ante el
retorno del Señor.
En la medida en que nuestra conciencia de pecado es más intensa y nuestros límites e indigencia se hacen más patentes
a nuestros ojos, más ferviente es nuestra esperanza y más ansioso se manifiesta nuestro deseo por la vuelta del Señor.
Sólo en él está la salvación. Sólo él puede librarnos de nuestra propia miseria. Al mismo tiempo, la seguridad de su
venida nos llena de alegría. Por eso la espera del adviento, y en general la esperanza cristiana, está cargada de alegría y
de confianza.
Los teólogos están hoy de acuerdo en afirmar que el esfuerzo humano por contribuir a la construcción de un mundo
mejor, más justo, más pacífico, en el que los hombres vivan como hermanos y las riquezas de la tierra sean distribuidas
con justicia, este esfuerzo —se afirma— es una contribución esencial para que el mundo vaya madurándose y
preparándose positivamente a su transformación definitiva y total al final de los tiempos. De esta manera, la «preparación
de los caminos del Señor» se convierte para el cristiano en una urgencia constante de compromiso temporal, de
dedicación positiva y eficaz a la construcción de un mundo nuevo. La espera escatológica y la inminencia de la parusía, en
vez de ser motivo de fuga del mundo o de alienación, deben estimularnos a un compromiso más intenso y a una
integración mayor en el trabajo humano.
El adviento nos hace desear ardientemente el retorno de Cristo. Pero la visión de nuestro mundo injusto, marcado
brutalmente por el odio y la violencia, nos revela su inmadurez para la parusia final. Es enorme todavía el esfuerzo que
los creyentes debemos desarrollar en el mundo a fin de prepararlo y madurarlo para la parusía. Deseamos con ansiedad
que el Señor venga, pero tememos su venida porque el mundo aún no está preparado para recibirlo. El cielo nuevo y la
tierra nueva sólo se nos aparecen en una lejana perspectiva.
La venida de Cristo y su presencia en el mundo es ya un hecho. Cristo sigue presente en la Iglesia y en el mundo, y
prolongará su presencia hasta el final de los tiempos. ¿Por qué, pues, esperar y ansiar su venida? Si Cristo está ya
presente en medio de nosotros, ¿qué sentido tiene esperar su venida?
Esta reflexión nos sitúa frente a una tremenda paradoja: la presencia y la ausencia de Cristo. Cristo, al mismo tiempo,
presente y ausente, posesión y herencia, actualidad de gracia y promesa. El adviento nos sitúa, como dicen los teólogos,
entre el «ya» de la encarnación y el «todavía no» de la plenitud escatológica.
Cristo está, sí, presente en medio de nosotros; pero su presencia no es aún total ni definitiva. Hay muchos hombres que
no han oído todavía el mensaje del evangelio, que no han reconocido a Jesucristo. El mundo no ha sido todavía
reconciliado plenamente con el Padre. En germen, sí, todo ha sido reconciliado con Dios en Cristo, pero la gracia de la
reconciliación no baña todavía todas las esferas del mundo y de la historia. Es preciso seguir ansiando la venida del
Señor. Su venida en plenitud. Hasta la reconciliación universal, al final de los tiempos, la esperanza del adviento seguirá
teniendo un sentido y podremos seguir orando: «Venga a nosotros tu reino».
Lo mismo ocurre a nivel personal. En el hondón más profundo de nuestra vida la luz de Cristo no se ha posesionado
todavía de nuestro yo más íntimo; de ese yo irrepetible e irrenunciable que sólo nos pertenece a nosotros mismos. Por
eso, también desde nuestra hondura personal debemos seguir esperando la venida plena del Señor Jesús.
Nuestra esperanza, abierta de este modo hacia las metas de la parusía final, durante los últimos días de adviento se
centra de manera especial en la fiesta de navidad. En esa celebración, en efecto, se concentra y actualiza, a nivel de
misterio sacramental, la plenitud de la venida de Cristo: de la venida histórica, realizada ya, de la cual navidad es
memoria, y de la venida última, de la parusía, de la cual navidad es anticipación gozosa y escatológica.
Por eso nuestra espera no es una ficción provocada por cualquier sistema de autosugestión psicológica o afectiva.
Esperamos realmente la venida del Señor porque tenemos conciencia de la realidad indiscutible de su venida y de su
presencia en el marco de la celebración cultual de la fiesta. Al nivel del misterio cultual —que es nivel de fe— se aúnan y
actualizan el acontecimiento histórico de la venida de Cristo y su futura parusía, cuya realidad plena sólo tendrá lugar al
final de los tiempos.
No solamente en navidad; en cada misa, en el «ahora» de cada celebración eucarística, se actualiza el misterio gozoso de
la venida y de la presencia salvífica del Señor entre nosotros. Nuestra espera tiene, pues, un sentido. La explosión de
gracia y de luz que tiene lugar en la fiesta de navidad es como el punto culminante de la espera, en el que ésta se
consuma y culmina plenamente. Otras referencias: La Biblia Católica para Jóvenes (Págs.980)
PASADO: Recordar el pasado: Se celebra la última semana del Adviento, al centrarnos en el Nacimiento de Jesús
y su encarnación en la historia., misterio que se actualiza en la Liturgia de Navidad. Celebrar y contemplar el nacimiento
de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino
como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida. Es la espera en que vivieron los pueblos
que ansiaban la venida del Salvador. Va desde Adán hasta la encarnación, abarca todo el Antiguo Testamento. Escuchar
en las lecturas a los Profetas, nos deja una enseñanza importante para preparar los corazones a la llegada del Señor.
Acercarse a esta historia es identificarse con aquellos hombres que deseaban con vehemencia la llegada del Mesías y la
liberación que esperaban de él.
PRESENTE: Venida sacramental, hoy, se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de
Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la
justicia y en el amor. Cristo está viniendo hoy y aquí, a nosotros, dentro de nosotros. Nos está haciendo concorpóreos
suyos, solidarios de su persona y de su misterio redentor. Mediante el don de su palabra y de la eucaristía, Cristo se
graba en nosotros. Nos hace su cuerpo.
Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en
el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor. Es la preparación
moral del hombre de hoy a la venida del Señor. Es un Adviento actual. Es tiempo propicio para la evangelización y la
oración que dispone al hombre, como persona, y a la comunidad humana, como sociedad, a aceptar la salvación que
viene del Señor. Jesús es el Señor que viene constantemente al hombre. Es necesario que el hombre se percate de esta
realidad, para estar con el corazón abierto, listo para que entre el Señor. El Adviento, entendido así, es de suma
actualidad e importancia.
Plenario: Pasará una persona de cada equipo a explicar brevemente el tema que le toco, si es personaje dirá
quién es el personaje y a que nos invita en este adviento y mostrar el material que realizaron.
TERCER BLOQUE:
REVISIÓN DE VIDA: Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo
que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de
nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.
Hemos sido invitados a participar en este encuentro y hemos acudido a la cita. Eso quiere decir que algo nos une, entre
muchas cosas que podíamos estar haciendo, decidimos venir al encuentro. ¿Quiénes somos?, ¿Por qué vinimos?, ¿Qué
buscamos aquí?, ¿Qué queremos compartir? Estemos atentos, despiertos y vigilantes a la llegada del Señor, viene en su
Palabra, viene en nuestros acontecimientos, viene en el otro y la otra.
Este día de retiro podemos enfocarlo así, como una re-lectura personal y comunitaria de nuestro caminar;
como una mirada honda hacia atrás, pero a la vez, encarando el futuro, “lo que vendrá”, eso significa
literalmente el Adviento, el advenimiento. Vendrá lo que es aún germen, en María, en el mundo, y lo que ya está
presente en Jesús: el Reino.
Cada persona tiene una historia llena de experiencias alegres, tristes, de sueños y esperanzas. ¿Qué me pasó ayer y
cómo estoy dispuesto/a a acoger en mi vida lo que me pase hoy?
Te propongo un momento para revisar esto, que nos ambiente en la tarea que haremos semana a semana. ( entrega a
cada participante una hoja en blanco)
Actividad: Si quieres toma una de estas hojas, arrúgala bien, hasta que hagas una bola de papel. ( se deja tiempo para
hacer esta actividad). Busca un sitio tranquilo y una postura que más te ayuden. Intenta hacer silencio y trata de entrar
dentro de ti misma con cuidado y con amor. Utiliza el sistema de respiración abdominal (respirar siempre por la nariz).
Lc 21, 34-36 “…Tengan cuidado y no dejen que sus corazones sean insensibles por los vicios, las borracheras y las
preocupaciones de esta vida. Estén ustedes preparados, orando en todo tiempo, para que puedan escapar de todas estas
cosas y para que puedan presentarse delante del Hijo del hombre”.;
Lc 8, 22-25 La tempestad calmada.;
Salmo 139 Homenaje a aquel que lo sabe todo.;
Lc 15,11-32 El Hijo Pródigo;
Rm 12,2 “ Y no se acomoden al mundo presente, antes bien transfórmense mediante la renovación de su mente, de
forma que puedan distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo correcto”;
Lucas 12, 32-34 “«No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.
«Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no
llega el ladrón, ni la polilla corroe; porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” ;
Rm 8, 31-32. 35-39 “Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes
bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?¿Quién nos separará del
amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?,
como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en
todo esto salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni
los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura
alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.” ;
1 Jn. 3, 18 Hijitos míos, no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad" ;
Rm 13, 11-14 El cristiano Hijo de la luz
Profundización: Toma esa bola de papel que acabas de hacer, e imagina que es tu vida, tu historia, Inicia un camino,
una auténtica peregrinación hacia el fondo, hacia el corazón... Entra en el “lugar sagrado” y “descálzate”, de todo lo que
te estorba, de todo ruido. Dios está ahí. Y si esto no es posible, tampoco te agobies e intenta que se transforme todo en
un rumor lejano. Después, poco a poco, desde el corazón, deja que vaya emergiendo tu vida, algunos trozos de tu
historia, sus etapas... y contempla, sin juzgar nada, sin forzar nada; simplemente trata de que vaya brotando con paz.
Adéntrate en el tiempo y en la raíz de ti mismo. Deja que fluyan los sentimientos, las dudas, las sensaciones; intenta ir
liberando todo tu ser, pero hazlo con tranquilidad, sin forzar situaciones.
Párate en lo que te vaya surgiendo y sugiriendo. Quizás los momentos difíciles afloren primero; las heridas mal cerradas...
las situaciones decepcionantes para ti mismo, ante los demás... Vuelve sobre todo ello aunque haya ocurrido hace ya
tiempo. Trata de percibir las motivaciones de entonces, los sentimientos actuales, los cambios ocurridos, cómo ha influido
todo ello en el camino... No se trata de moralizar sobre ello; no debes culpabilizarte, más bien es cuestión de percibirlo y
concientizarlo con naturalidad y déjate abarcar por el perdón, por la misericordia infinita. Todo aquello de lo que tienes
conciencia, lo que sientes, lo que conoces muy bien, lo que no conoces tan bien y te hace exclamar (Por qué me pasa a
mí esto? ¿Dónde ha estado Dios cuando viví esta situación?
¿En la vida, qué has aprendido a través de todo ello?, ¿en qué medida el dolor, las inquietudes, los desgarrones y las
dificultades te han ayudado a madurar, a crecer, te han desinstalado...?, ¿qué descubres a través de todo ello?, ¿dónde
estuvo, qué lugar ocupó Dios en la vivencia de esto?.
Pero, ¿qué zonas de tu ser necesitan aún de sanación, aceptación?... ¿existen aún restos y cicatrices?. Exponlas con
sencillez y con humildad. Recibe también el perdón, la curación profunda del ser, intenta perdonar y ser perdonado...
Poco a poco vas “desarrugando” esa vida tuya, no corras, tómate tu tiempo. Al hacerlo, fíjate en las cosas que tienes
claras, en las que no ves con tanta claridad, en aquello que es duro para ti, oscuro, injusto, incomprendido, que se te
escapa de las manos, en aquello que puedes “desarrugar” y en lo que necesitas ayuda para poder “desarrugarlo” y que te
hace gritar “Ven Señor, no tardes más”. Tómate tu tiempo, deja que fluyan tu imaginación y sentimientos. Ve tu realidad
personal, familiar, comunitaria, como país. Trataremos de hacerlo en confianza, al dejar nuestro pasado en las manos
misericordiosas del Señor, y al acoger la vida en la esperanza que se proyecta hacia el futuro que viene, que se nos da y
que nos espera. Experimentamos así la caducidad de éste tiempo, de este mundo que pasa, de nuestra vida que se va
deslizando y podremos descubrir también la promesa de lo imperecedero, de lo que está ya, pero aún solamente en
anuncio; de lo que está por llegar pero también lo tenemos en primicia.
Al final, quédate con una cosa a nivel personal y otra a nivel familiar, con lo que realmente te preocupa. Con estas
preocupaciones, aspiraciones, sueños, llegas al adviento de este año. Estas son las “salvaciones” que esperas para ser
feliz, en las que esperas que el Señor venga, que muestre su amor, que cumpla sus promesas. Anótalas en el papel.
Para comenzar no necesitamos más. Basta con que tengas tu vida en las manos y, sobre todo, la parte de tu vida que
has reservado en lo que acabas de escribir.
En silencio y en casi total oscuridad nos volvemos hacia el Señor que esperamos y nos presentamos ante él con lo que
ahora tenemos y deseamos
Cita Bíblica: Judith 9,5-6 Preocuparse por lo que vale la pena “Tú que hiciste las cosas pasadas, las de ahora y las
venideras, que has pensado el presente y el futuro y sólo sucede lo que tú dispones, y tus designios se presentan y te
dicen: «¡Aquí estamos!» Pues todos tus caminos están ya preparados y tus juicios previstos de antemano.” ;1 Pedro 5, 7
“Confiadle todas vuestras preocupaciones, pues El cuida de vosotros.”
Conclusión: ¿De qué manera estás esperando la venida de Cristo? (Se prenden las dos velas de adviento que
tocan) .
Les anuncio el gozo del Adviento con las llamas ardiendo; se acerca ya el tiempo de salvación, dispongamos, pues, la
senda al Señor, que con su luz ilumina nuestra noche oscura. Con esta vela encendida que nos recuerda como Jesús
viene acercándose a su pueblo, iluminando nuestra historia; hagamos eco de la Palabra, y repitamos una palabra o la
frase que nos haya parecido más importante en esta reunión, que se quedó guardada en el corazón.
Señor, gracias por reunirnos en torno a tu Palabra y esta corona. Ayúdanos a vivir intensamente este Adviento y
prepararnos para recibirte. Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.