01-El Salmo 67
01-El Salmo 67
01-El Salmo 67
(1) A. F. Kirkpatrick, D. D., The Book of the Psalms, Books II and III,
P%. 375.
128 estudios bíblicos.—Jesús Enciso
(6) Cfr. y. 6.
נ3ג estudios bíblicos.—Jesús Enciso
Maquelot es, según Abel (8), la Gypsaria de los Romanos y debe 10-
calizarse en Kuntilet Qrayé, llamado también Agrud, donde hay pozos
y un depósito. Este lugar está unido por un camino con Bir el־Mayin.
Salmona, según el mismo autor (9), puede estar en relación con Ge-
bel en-Naseb, cerca de G. Harum.
Meluh o Me lu ha podría estar escondido en los melachim que repetí-
das veces se nombran en la descripción de la batalla. Los antiguos co-
nocían una tierra de Meluh, que significa desierto sembrado de sal y
designaba el centro y norte de Arabia. Para los asirios, que usaban este
antiguo vocablo, el desierto árabe, y en especial el Gof, estaba caracte-
rizado por lo salado de su suelo y de sus aguas. Parece designar la re-
gión que se extiende entre el Mediterráneo y la Araba, y en el siglo xv
proporcionaba a Egipto mercenarios, arqueros, carros y caballos (10).
En cuanto a Basan, creemos que en el v. 16 se debe a una corrup-
ción del texto por parte de quien encontró difícil la lectura original, y
en cambio estaba habituado a oír hablar de los montes de Basán. En el
versículo 23 dudamos de que sea original, pero no nos atrevemos a ne-
garlo, por no tener apoyo en ningún códice ni versión (11).
,(19) «Mi alma se saciará de cuajada y grasa, y mi boca te cantará con labios
jubilosos)) (Ps. 62,6).
(20) Lagarde, Bickell, Budde, Clamer, Tournay.
(21) «Y cuando el Arca se posaba, decía: Pósate, Yahvé, entre las miríadas de
Israel» (Núm. 10,85).
(22) Köster, Olshausen, Nowack, Driver, Kautzsch, Kittel, Gunkel, Pan־
nier, Cales, Tournay, Nötscher.
EL SALMO 67 (68) ז39
(23) «Nadie se salvará huyendo, nadie podrá escapar. Aunque bajasen hasta el
1nfierno, de allí los sacaría mi mano ; aunque subiesen hasta los cielos, de allí los
bajaría. Aunque se escondan en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los co-
£eré; aunque se ocultaran a mis ojos en el fondo del mar, allí mandaría yo a la
86**piente para que los mordiera» {Am. 9,1-3).
(24) Le Psaume LXVIIL en Vivre et Penser, 2 serie (1942), p 239 s.
(25) Cfr. Tournay, Ibid.
(29) Le livre des Paumes, I, 64β.
140 estudios bíblicos.—Jesús Enciso
EXPOSICION EXEGETICA
Estrofa primera
(30) «Es Efraim como Natán... Por eso serán como nube que se levanta al
nacer del día, como pasagero rocío matinal, como paja arrebatada por viento hu-
racanado, como el humo de la chimenea» (Os. 13,1-3).
142 estudios bíblicos.—Jesús Enciso
saje de Miq. (1י4) (31) יy a través de él ha llegado al Ps. 96,5, que cele-
bra el retorno triunfante de Yahvé después del destierro, de Babilonia
sobre un cliché de la travesía del desierto a la salida de Egipto: fuego
que precede y abrasa a los enemigos, rayos que alumbra^ tierra que
tiembla, montes que se derriten (32). En nuestro Ps. 67, punto de ori-
gen de estas imágenes, pudieron éstas nacer a la vista de la nube que
por la noche parecía de fuego. El hecho de que más adelante se hable
del trueno, «la voz de Elohím» (v. 34), hace sospechar que también esta
nube fuese acompañada de rayos. En todo caso acontecimientos como
los narrados en Números 11,1-3 y ^>35 (33), bastarían para que esta
imagen tuviese un fuerte realismo en el espíritu de aquella generación.
Nótese que a «los malvados» no opondrá en el v. sig. todo el pueblo de
Israel, sino solamente «los justos», con lo cual queda la posibilidad de
que «los malvados» no designen solamente a los extranjeros, sino tam-
bién a los israelitas rebeldes; si bien es verdad que en la mente del sal-
mista tuvieron que estar presentes los enemigos cuya derrota describe
en los vv. 12-15.
Es natural que el efecto producido en los justos por la presencia de
Dios sea precisamente el contrario: el regocijo desbordante manifestado
en sus danzas (v. 4).
V. 5.—El salmista les invita a no contenerse. El paralelismo es per׳
fecto. Cantar es encomiar. Elohim es el que viaja por los páramos. Y
salmodiar es bendecir. Por algo terminará todo este Salmo con las pa־
labras «Bendito sea Elohim». Y todo esto se hace en medio de una dan־
za sagrada.
Después de los dos dísticos primeros que establecen la destrucción
de los impíos, y de otros dos trísticos que hablan del regocijo de los
justos, vuelve el dístico, para enumerar en otros dos versículos la razón
de tal alegría (v. 6). Los huérfanos y las viudas eran el prototipo de los31
(34) «No dañarás a la viuda ni al huérfano. Si eso haces, ellos clamarán a mí,
y yo oiré sus clamores ; se encenderá mi cólera, y os destruiré por la espada, y
vuestras mujeres serán viudas, y vuestos hijos, huérfanos» (Ex. 22,22-24).
(35) «Los hijos de Israel habían hecho lo que les dijera Moisés, y habían pe-
dido a los egipcios objetos de plata y oro y vestidos. Yahvé hizo que hallaran
gracia a los ojos de los egipcios, que accedieron a su petición, y se llevaron aque-
dos los despojos de Egipto» (Ex. 12,35 s.).
(36) Ya antes de llegar al Sinai habían murmurado por la falta de agua (Ex.
IT,29)־, y volvieron a murmurar por la falta de carne, después que partieron del
Sinai (Num. 11). Pero mucho más seria fué la sedición ocasionada por los infor-
1fies de los exploradores enviados a la tierra de Canaán. Intercedió Moisés viendo
h ira de Dios, y Yáhvé le contestó: «Los perdono, según me lo pides, mas por
fifi vida y por mi gloria que hinche la tierra toda, que todos aquellos que han vis-
t0 gloria y todos los prodigios que yo he obrado en Egipto y en el desierta
y todavía me han tentado diez y diez veces desoyéndome, no verán la tierra que
a sus padres juré dar. No, ninguno de los que así me han ultrajado la verá» (Num.
14,20-23). El mismo castigo alcanzó a Moisés y Aarón en Meriba (Num. 20,113)־.
(37) Num. 13,27.
144 estudios bíblicos.—Jesús Enciso
Estrofa segunda
V. 8.—Se refiere a la nabe> oscura de día y luminosa de noche, que
tanto antes como después del Sinai guiaba al pueblo por el desierto (38).
La presencia de Dios hizo temblar la tierra y desencadenó la tempestad
en los cielos (v. 9). El temblor de tierra será después un elemento ma-
yestático de las teofanías (39). Un glosador, anterior al cántico de Débo-
ra, interpretó la consignación de estos efectos de la presencia de Dios
como una alusión evidente a los sucesos del Sinai. Tenía razón. Basta
leer Ex. 19,1620־.
El Cántico de Débora (Jue. 5,4 s.), nos ha conservado estos dos ver-
sículos en una recensión distinta de la del Salmo 67:
roso es Israel), que viene a ser paralela de «una lluvia de dones derra*
maste sobre tu heredad».
Así entendidos, estos dos versículos aparecen íntimamente ligados
con la escena de botín descrita a continuación.
Los versículos siguientes no dejan de encerrar grandes dificultades,
y nos hemos de limitar a proponer una exposición meramente conjetu-
ral. Es evidente que se trata de una gran victoria, en la que el enemigo
deja a Israel enriquecido con su botín. Adonai es quien proporciona la
buena noticia, y la buena noticia es que se oyen ya los cantos de vio-
toria de unas mujeres, que anuncian la huida de los ejércitos amalecitas,
y se pasan la noche repartiendo el botín.
La costumbre de que las mujeres entonasen cantos de victoria, está
suficientemente atestiguada por Ex. 15,20 s.; Jue. 5; 11,34; 1 Sam. 18,6 s.
También contiene la Biblia algunas escenas de botín: Jue. 5,30; 8,26;
2 Rey. 7,816־. Y no es extraño que el reparto se hiciera de noche, por-
que también la batalla contra Amalee, de que habla Ex. 17,8-16, se ter-
minó a la puesta del sol; y en Gn. 49,27 Benjamín, lobo rapaz, de día
coge la presa, y por la noche reparte el botín.
La frase mientras dormíais entre los apriscos parece poner de relieve
el contraste entre los guerreros que, cansados, dormían entre los apris-
eos, y las mujeres que no se dan sosiego en toda la noche para recoger
el botín que tan generosamente les proporcionaba Dios. No hemos de
ocultar sin embargo, que la presencia de una frase muy parecida en el
Cántico de Débora, con referencia a la tribu de Rubén que no tomó
parte en la batalla (44), nos hace sospechar que en nuestro texto, acaso
fragmentario, pueda referirse también a algún sector del pueblo que se
abstuviese de luchar.
Sigamos moviéndonos entre oscuridades exegéticas. Ya en otro
lugar (45) hemos afirmado que las alas y plumas, de que habla este
versículo, son de Sadday. En efecto, por oscuro que sea este pasaje, no
deja de ser claro que el salmista atribuye la victoria a la protección de
Sadday, y esto nos hace recordar que en el Ps. 90, en que también se
trata de la protección de Sadday, se lee: «Diga a Dios: Tú eres mi refu-
gio y mi roca, mi Dios en quien confío. Y él te librará de la red del
cazador, de la peste exterminadora; te cubrirá con sus plumas; hallará
refugio bajo sus alas, y su fidelidad te será escudo y adarga. No tendrás
que temer los espantos nocturnos, ni las saetas que vuelan de día, ni Ia 4
Estrofa tercera
Estrofa cuarta
Estas dos ideas tan afines las encontramos expresadas con las mismas
palabras en nuestro versículo y en P. 28,11. Donde el Ps. 67,35 dice
לאל־זץםti? Uijl, Ps. 28,11 dice: לעמו יתןti? יד!וה.; que viene a ser idéntico a
lo que leemos de nuevo en Ps. 67,36: לעם...אל גחן עז.
El motivo de reconocer el poder de Dios, es que su majestad o gran-
deza se manifiesta protegiendo a Israel, y su poder resuena en los
cielos (63). El santuario de un Dios como éste tiene que infundir respeto.
El Dios que lo habita, es el Dios que ha hecho todas estas maravillas a
Israel. Bendito sea Elohitn: אליהים En Ps. 28,11 volvemos a leer
algo parecido pero en dirección contraria: 1ם3?ילווה ;יבךןד את־..
(G3) Esto recuerda lo que se lee en Dt. 33,26 s. : «No hay para Jesurún otro
Dios, el que en auxilio suyo marcha sobre los cielos, y en su majestad sobre las
nubes. Su morada son los eternos tabernáculos*.
<64) Vv. 18.27.33.
EL SALMO 67 (68) 155
Conclusión
(G5) Gillis Gerleman, en The Song of Debora in the light of stylistics («Vêtus
Testamentum» 1 (1951) 1G8-180) hace un interesante estudio de la estilística de este
canto, fácilmente aplicable a nuestro Salmo.