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01-El Salmo 67

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El Salmo 67 (68)

Sería excesiva petulancia por nuestra parte el pensar que hemos


conseguido resolver todos los problemas que este Salmo plantea, y en
los que vienen ejercitando su ingenio tantos hombres beneméritos de la
exégesis y de la crítica textual. Pero sí creemos poder ofrecer una clave
que facilita grandemente el acceso al sentido general del Salmo. Cuando,
después de un trabajo prolongado, hemos conseguido situar el Salmo
en determinado momento histórico y precisar su ambiente geográfico,
hemos tenido la impresión de entenderlo mejor, y hemos comprendido
cuáles han sido las causas de las alteraciones sufridas por su texto, lo
cual equivale a ver abierto un camino para su restauración.

Fecha del Salmo

Tantas son las opiniones emitidas a este propósito, que preferimos


resumirlas así con Kirkpatrick (i): «Todas las ocasiones y fechas ima-
ginables han sido sugeridas para este Salmo, desde la época de Josué
hasta la de los Macabeos. Los que aceptan el título y sostienen la atri-
bución davídica, o por lo menos la época davídica, no convienen sobre
el período particular del reino de David a que debe referirse. Algunos
suponen que fué escrito para la traslación del Arca a Sión (2 Sam. 6);
otros, para la procesión triunfal de acción de gracias por alguna victoria;
mientras otros lo miran como celebración de las victorias de David en
general, con alusión retrospectiva a la traslación del Arca y anticipación
prospectiva de la construcción del Templo. Otros lo vinculan a la tras-
iación del Arca al templo de Salomón. Otros encuentran una ocasión
apropiada para él en la victoria de Josafat y Joram sobre Moab, o en la
resistencia a los Asirios en el reinado de Ezequías. Otros lo colocan en1

(1) A. F. Kirkpatrick, D. D., The Book of the Psalms, Books II and III,
P%. 375.
128 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

los últimos años del destierro babilónico, y otros después de la vuelta


de Babilonia, en una fecha decididamente más reciente que Nehemías.
Otros piensan que fué escrito durante las guerras entre Egipto y Siria
por la posesión de Palestina hacia, el final de la III centuria a. C.; y otros
lo colocan más tarde todavía, relacionándolo con la guerra entre Tolo-
meo Filometor y Alejandro Balas el año 146 a. C. (1 Mac. 11).»
Ante tal variedad de opiniones afirmamos desde un principio que
el pésimo estado de conservación del Salmo, hace pensar en un larguí-
simo período de conservación y acaso de transmisión oral. No podemos
concebir que un Salmo compuesto en los últimos años del destierro o
en época posterior a él, no se haya conservado con la misma integridad
que otros Salmos de la misma época, o, por lo menos, tan bien como
los de época davídica.
Tampoco podemos creer que haya sido escrito en época de la mo-
narquía. En él no aparecen nunca el Rey de Judá ni el Rey de Israel. Y
no es porque no haya ocasión de ello. Porque en aquella procesión (ver‫־‬
sículo 28), en que figuran los «jefes de Judá» y los «jefes de Zabulón»
y de Neftalí, parece inexcusable, dada la solemnidad y trascendencia
del acto, la presencia del monarca. Cuando no asiste, ni se pide por él,
ni se le alude, es señal de que en aquel tiempo no existía.
Mucho menos se puede pensar en que este Salmo haya sido com‫־‬
puesto después del destierro. Aparte de que, como antes dijimos, está
muy mal conservado, y, por tanto, debe de ser muy antiguo, se hace
muy difícil concebir un Salmo elohista escrito después del destierro, en
plena efervescencia yahvista. Pero, sobre todo, no hay más que leer el
Salmo, para ver qué pueblos eran considerados entonces como enemi‫־‬
gos y peligrosos. Sólo dos (2) se citan por su nombre: Egipto y Etiopía,
que bien pueden representar al Egipto inferior y al superior. Ninguno
de los dos fué enemigo de Israel después del destierro, y casi siempre
mantuvieron con él buenas relaciones durante la época monárquica.
Habría que remontarse hasta los tiempos del Exodo, ya que el mismo
libro de los Jueces no los cuenta entre los enemigos que servían de ins-
frumento en la mano de Dios.
En favor de una fecha reciente suele aducirse el uso de algunos
términos, que en la Biblia sólo se encuentran en libros de composición2

(2) Decimos dos, porque sólo ellos se encuentran expresamente nombrados en


ei texto actual. Más adelante expondremos nuestra opinión de que bajo el térmn10
melachim se esconde el nombre de los Amalecitas. Este nombre nos lleva!ía tam‫־‬
bien a la misma época, o por lo menos a la de los jueces.
EL SALMO 67 (68) 129

tardía, aunque son corrientes en la lengua aramea. fVhtíb del v. 7 pro-


cede una raíz aramea, que sólo en Ester y Éclesiastés (3) se encuentra
en hebreo. El paralelo más próximo de ‫( ?חיחה‬v. 7) se encuentra en
Ezequiel (4). Y el verbo ‫( בז י‬y. 30) es una forma medio aramea. Pero
todo esto se explica perfectamente, si suponemos que el Salmo pertene-
ce a una época arcaica, en la que el hebreo no se diferenciaba todavía
tanto del arameo.
También se hace argumento de ciertas afinidades literarias. Es evi-
dente la afinidad de este Salmo con las Bendiciones de Moisés (Dt. 33),
y el Canto de Débora (Jue. 5). Esta afinidad, a nuestro juicio, lejos de
argüir fecha reciente, nos lleva a la época de composiciones que se
cuentan entre las más antiguas de la Biblia, y por lo mismo viene a co-
rrobarar nuestra opinión. Muy distinta explicación tiene la afinidad con
Is. 4066‫־‬, la cual no supone necesariamente que el salmista haya tenido
contacto con aquellas profecías o haya vivido el mismo ambiente ideo-
lógico y sentimental en que ellas nacieron, sino que halla perfecta ex-
plicación en el hecho comúnmente reconocido de que los profetas, al
hablar del próximo retorno a la patria, establecían un paralelo con la
antigua salida de Egipto, y se inspiraban en sus descripciones. No es,
por tanto, Ps. 67, quien depende de Is. 4066‫־‬, sino todo lo contrario. En
cambio, todos se ven obligados a confesar que los vv. 35‫ ־‬establecen
un paralelo con núm. 10,35, y que los vv. 617‫ ־‬contienen historia re-
trospectiva. Mucho más natural es confesar que este Salmo se compuso
precisamente en presencia de aquellos sucesos o muy poco después
de ellos.
Bastante más difícil de explicar resulta en cualquiera de las fechas
asignadas a este Salmo, el que en la procesión descrita en los vv. 26-28
sólo figuren personajes de cuatro tribus: Benjamín, Judá, Zabulón y
Neftalí, y que sean precisamente los de éstas. Si la procesión es históri-
ca, no conocemos ninguna ocasión en la que se hayan reunido en el
Santuario de Jerusalén estas cuatro tribus con exclusión de las demás,
ni se ve una razón para que la haya habido. Y si la procesión es ima-
ginaria, redactada por uno que, ante la proximidad del retorno de Ba-
kilonia o cosa parecida, se está figurando ver la entrada solemne en el
Santuario, queda por explicar por qué el autor habla solamente de las
tribus de Zabulón y Neftalí entre las del Norte, y no dice una palabra
de otras mucho más representativas como la de Efraim. En cambio en

(3) Est. 8,5; Eccl. 10,10.


<34) Ez. 24,7 s. ; 26,4.14.
130 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

la fecha por nosotros propugnada creemos poder señalar la razón de


este hecho misterioso.
Más tarde volveremos sobre ello. Por ahora baste decir, que porto-
das las razones aquí expuestas, y por las que luego hemos de exponer
al hablar del marco geográfico, creemos que este Salmo fué escrito en
la época de la travesía del desierto, a la salida de Egipto. Epoca heroi-
ca, en la que se concibe perfectamente un Salmo de este tono de gran-
diosidad, y en la que el pueblo de Israel vivía apoyado sólo en Dios, y
miraba como enemigo terrible a Egipto.

Marco geográfico del Salmo

En su forma actual, este Salmo se cantaba en el culto de Jerusalén.


Pero en su origen no fué así. Si fué compuesto en la época del desierto,
se impone la evidencia de que el autor no pensaba para nada en el Tem-
pío jerosolimitano. Debió pensar en otro santuario.
Hablando teóricamente, deberíamos decir que el Santuario de Israel
en el desierto no fué otro que el Tabernáculo, construido según las ór-
denes de Dios y llevado de un lugar para otro en sus continuos viajes.
Pero la verdad es que aquella peregrinación no fué un continuo pere-
grinar. El Exodo y los Números nos hablan con detalle de los sucesos
relativos a los dos primeros años de la salida de Egipto, mas, a partir
de la llegada a Cades, hay un lapso de unos treinta y ocho años, de los
que apenas se dice nada. Hay como un silencio deliberado que cubre
este período, al que pertenece, entre otras cosas, la culpa por la que
Moisés fué privado de entrar en la tierra prometida (5). Lo que parece
indudable es que durante estos trienta y ocho años permaneció en Ca-
des una parte del pueblo de Israel, mientras otra buena parte del mismo
se dirigió a otros lugares que no podemos precisar.
Los que permanecieron en Cades —y más si con ellos estaba Moi‫׳‬
sés— debieron celebrar allí sus actos de culto y tener un Santuario es-
table, que parece estar en relación con el nombre de Cades dado a este
*lugar.
Siendo esto así, ¿a quién puede extrañar que quien había compuesto
el cántico del paso del Mar Rojo, expresase ahora su entusiasmo reli-
gioso en un himno inspirado por las circunstancias? Este himno seria
nuestro Salmo. Cuando el libro de los Números cuenta el viaje de los
israelitas desde Sinai hasta Cades, dice que, al comenzar a avanzar el5

(5) Cfr. G. Ricciotti, Historia de Israel, I, núms. 261263‫־‬.


EL SALMO 67 (68) 131

Arca, decía Moisés: «Levántate, Yahvé, y se dispersen tus enemigos, y


huyan de tu presencia los que te odian» (Núm. 10,35). No habíamos de
poseer este Salmo ni ningún cántico que comenzase por estas palabras,
y conjeturaríamos, sin embargo, que en este lugar de los Números se
nos había conservado el principio de un himno sagrado. Pues, si de
hecho conocemos un himno muy antiguo que comienza en esa forma,
¿por qué no identificarlo?
Pero hay otra razón que nos parece decisiva. Con mayor frecuencia
que ningún otro Salmo, se nos habla en éste del Santuario. Si al pro-
nunciar esta palabra, pensamos en Jerusalén, no dejamos de hallar difi-
cultades. Porque es difícil que el santuario de Jerusalén, que no fué
erigido hasta la época davídica, se pudiese relacionar tan directamente
con los sucesos del desierto, que habían acaecido varios siglos antes, y
de los que se hallaba separado por los santuarios anteriores de Gabaón,
Bet Shemesh y Silo. ;Quién, por ejemplo, puede entender fácilmente del
santuario de Jerusalén aquellas palabras del v. 28: «Adonai viene de
Sinai al Santuario»?
En cambio basta dejar de traducir la palabra Cades y conservarle
su significado geográfico, para que todo cambie por completo: «Adonai
viene de Sinai a Cades». Y algo parecido sucede con todos los demás
lugares de este Salmo, en los que se habla de Santuario. Creemos que
en todos ellos se habla de Cades. Esta es la clave de que hablamos al
principio. Invitamos a los exégetas a aplicarla por su cuenta y estamos
seguros de que han de hallar un sentido más satisfactorio.
Posteriormente, cuando, en una época que en otra ocasión dilucida-
remos, se adoptó este Salmo —acaso ya no muy bien conservado— en
ri culto de Jerusalén, era natural que se hiciese desaparecer el nombre
de Cades. Para ello bastaba con vocalizar Codes, y quedaba convertido
el nombre geográfico en un nombre común «santuario» o un adjetivo
«santo». La aposición de un sufijo posesivo de segunda persona —«tu
santuario»— bastó para completar el camuflaje (6).
Fuera de esa modificación, sólo parece que se introdujeron dos aña-
didos. En el v. 17: «Ciertamente Yahvé la habitará eternamente». Y en
el V. 30: «Desde tu Templo que está en Jerusalén». Pero en cambio la
aWbución de todo el Salmo a Jerusalén desplazó su contenido y condi-
C1°nó alguno de los cambios que posteriormente se fueron introducien-6

(6) Cfr. y. 6.
‫נ‬3‫ג‬ estudios bíblicos.—Jesús Enciso

do por falta de comprensión de algunos términos. Así se puede explicar


el que en el v. 16 se hable del monte Basan.
Vuelto el Salmo a su marco geográfico, se comprende mucho mejor
su contenido y, entre otras cosas, la procesión descrita en los versicil·
los 26-28. Si no se habla de más tribus norteñas que Zabulón y Neftalí,
no es porque se les atribuya una representación del reino del Norte,
que nunca tuvieron. Es sencillamente porque las otras tribus no esta-
rían en Cades. Ya hemos recordado más arriba que allí sólo estuvo una
parte del pueblo. Ahora este Salmo podría ayudarnos a averiguar las
tribus que faltaban. Lo que parece indudable es que no estaban las tri-
bus de Efraim y Manasés, que, como descendientes de José, soportaron
siempre con poca voluntad la hegemonía de otras tribus. El Salmo 77,9,
parece conservar el recuerdo de una rebelión de Efraim en el desierto y
un alejamiento de sus hermanos, cuando dice: «Los hijos de Efraim,
muy diestros arqueros, vuelven la espalda el día del combate; no man-
tuvieron su alianza con Dios, y rehusaron seguir su ley; dieron al olvi-
vido sus obras y las maravillas que a sus ojos había obrado». Y ala
misma apostasía se refiere Amos, cuando predica a estas tribus, a las
que llama a veces «casa de Israel» y a veces «casa de José», y les dice:
«¿Me ofrecisteis sacrificios y presentes en el desierto en cuarenta años,
casa de Israel? Ya os llevaréis a Saccut, vuestro rey, y al astro de vues-
tro dios Queram, vuestros ídolos, los que os habéis fabricado» (7).
Nuestro mismo Salmo puede aludir a ellos cuando dice: «Sólo los re-
beides quedarán en tierra calcinada» (v. 7); o también más adelante:
«Aun los que se resistían a permanecer allí» (v. 19); y acaso se refieran
a él las palabras «quien anda en sus delitos» (v. 22).
Todo esto podría hallar una confirmación en el hecho de que el
libro de Josué, al describir la conquista de Canaán, distribuye la narra-
ción en dos grandes campañas, la del Sur y la del Norte, y enumera las
ciudades conquistadas en una y otra, que resultan estar situadas en los
territorios que ocuparon en el Sur las tribus de Judá y Benjamín, y en
el Norte las de Zabulón y Neftalí. Son las tribus que en Cades tomaron
parte en la procesión.
Otros nombres geográficos pueden añadirse al de Cades en este
Salmo: Maluh (?), Salmona, Maquelot. Los dos últimos figuran en Nú-
meros 33, 25.41, como otras tantas estaciones de Israel en su viaje antes
y después de Cades.

(.7) Ann. 5,25 s.


EL SALMO 67 (68) 133

Maquelot es, según Abel (8), la Gypsaria de los Romanos y debe 10-
calizarse en Kuntilet Qrayé, llamado también Agrud, donde hay pozos
y un depósito. Este lugar está unido por un camino con Bir el‫־‬Mayin.
Salmona, según el mismo autor (9), puede estar en relación con Ge-
bel en-Naseb, cerca de G. Harum.
Meluh o Me lu ha podría estar escondido en los melachim que repetí-
das veces se nombran en la descripción de la batalla. Los antiguos co-
nocían una tierra de Meluh, que significa desierto sembrado de sal y
designaba el centro y norte de Arabia. Para los asirios, que usaban este
antiguo vocablo, el desierto árabe, y en especial el Gof, estaba caracte-
rizado por lo salado de su suelo y de sus aguas. Parece designar la re-
gión que se extiende entre el Mediterráneo y la Araba, y en el siglo xv
proporcionaba a Egipto mercenarios, arqueros, carros y caballos (10).
En cuanto a Basan, creemos que en el v. 16 se debe a una corrup-
ción del texto por parte de quien encontró difícil la lectura original, y
en cambio estaba habituado a oír hablar de los montes de Basán. En el
versículo 23 dudamos de que sea original, pero no nos atrevemos a ne-
garlo, por no tener apoyo en ningún códice ni versión (11).

El texto del Salmo

La prolongada transmisión oral, el desplazamiento a Jerusalén, y las


alusiones a lugares y ambientes insospechados, han introducido mu-
chas variaciones en lo que debió ser texto original de este Salmo. La
misma transmisión escrita fué bastante descuidada, a nuestro parecer,
dando lugar con sus diplografías y aplografías a que se formasen pa-
labras nuevas, cuya presencia ha resultado una verdadera cruz para los
intérpretes. Nosotros hemos intentado descubrirlas, y aunque no teñe-
mos la pretensión de que todos las encuentren acertadas, hemos queri-
do aportar nuestra contribución al esclarecimiento de este magnífico
Salmo. He aquí nuestra versión del mismo, en la que hemos incluido
entre paréntesis lo que creemos ser añadido consciente posterior:

2· Levántate, Elohim, y se dispersen tus enemigos,


y huyan de tu presencia los que te odian.
3. Como se desvanece el humo, se desvanezcan ;

(8) F.-M. Abel, Geographie de la Palestine, II, 214.


(9) Ibid., 216.
(10) O. c., I, 272.
(11) Cfr. inf. pág. 139.
134 estudios bíblicos.—Jesús Eiiciso

como se funde la cera al fuego,


perezcan los malvados en presencia de Elohim.
4. Por el contrario, los justos se regocijen^
salten de gozo delante de Elohim,
y disfruten de alegría.
5. Cantad a Elohim, salmodiad a su nombre,
Encomiad al que viaja por los páramos, bendecid su nombre,
y saltad de gozo delante de él.
6. Padre de huérfanos y protector de viudas
es Elohim en la morada de Cades.
7. Elohim proporciona casa a los desamparados,
da salida próspera a los cautivos ;
sólo los rebeldes quedarán en tierra calcinada.

8. Elohim, cuando salías delante de tu pueblo,


cuando avanzabas por el desierto (Selá),
9. la tierra tembló,
hasta los cielos se derritieron a la presencia de Elohim
(este es el Sinai) a la presencia de Elohim, de Elohim de Israel.
10. Una lluvia de dones derramaste, Elohim. a tu heredad,
y desfallecida, tú la reanimabas.
11. Tu vigor se posó en ella,
enriqueciste al menesteroso, Elohim.
12. Adonai dio quien dijese : Una gran muchedumbre de mujeres
[anuncia :
13. «Los ejércitos de Amalee huyen, huyen», y pasa la noche repar
[tiendo botín,
14. mientras dormíais entre los apriscos.
Sus alas se cubrían de plata y sus plumas de brillo de oro,
15. Cuando Sadday las desplegaba.
Amalee estaba allí ; blanqueaba en Salmona.
16. El monte de Elohim es un monte de grasa,
un monte de quesos, un monte de grasa.
17. ¿ Por qué impugnáis a los montes de quesos ?
al monte que Elohim eligió por morada suya ?
(ciertamente Elohim lo habitará hasta el fin)
18. Viaja Elohim entre millares de aclamadores,
Adonai viene de Sinai a Cades.19 20 21 22
19. Subiste a la altura, haciendo descansar a los cautivos,
recibiste dones de los hombres,
aun de los que se resistían a permanecer allí, Elohim.
20. Bendito sea Adonai. Día tras día nos lleva,
es el Dios de nuestra salvación.
21. Es el Dios nuestro, Dios de liberaciones,
y nuestro Adonai, Dios de salidas.
22. En efecto, Elohim quebranta la cabeza de sus enemigos,
la coronilla peluda de quien anda en sus delitos.
EL SALMO 67 (68) 135

23 Dijo Adonai : De los cielos le haré volver,


le haré volver de las profundidades del mar.
24. Para que bañes tus pies en sangre,
para que hagas perros tuyos de los enemigos, de él (11bis).
25. Contemplan tus procesiones, Elohim,
las procesiones de mi Dios, mi rey, en Cades.
2G. Van delante los cantores, detrás los músicos,
en medio las jóvenes pandereteras.
27. En cantos sagrados bendecían a Elohim,
a Adonai la fuente de Israel.
28. Allí Benjamín el más pequeño de los que desfilaban,
los jefes de Judá y sus mesnadas.
los jefes de Zabulón, los jefes de Neftalí.

29. Envía, Elohim, tu poder,


el poder, Elohim, que nos has mostrado.
30. (desde tu templo que está en Jerusalén).
Tráigante los reyes dones.
31. Increpa a la bestia de los cañaverales,
al grupo de poderosos que dominan en los pueblos,
que se postre con obsequios de plata.
Avisa a los pueblos amigos de ofrendas.
32. Lleguen mensajeros de Egipto,
tienda Etiopía sus manos a Elohim.
33. Reinos de la tierra, cantad a Elohim,
salmodiad a Adonai (Selá),
34. al que cabalga por los cielos, los cielos antiguos.
He aquí que lanza su voz, voz poderosa.
35. Dad honor a Elohim.
Sobre Israel está su majestad,
y su poder en los cielos.
36. Venerando es Elohim en su santuario,
Dios de Israel es, que da poder y vigor al pueblo.
Bendito sea Elohim.

notas de crítica textual

2, ‫ יקום‬en lugar de ‫ יק*מה‬que se lee en Núm. 10,35. Es preferible esta


ultima forma, que está más en consonancia con el principio de las
otras estrofas en los vv. 8.19 y 29. Por otra parte era más fácil
que la variación se introdujese en un himno ritual de uso frecuente.

(Hbls) Según N. H. Tur-Sinai, Unverstandene Bibelworte, en «Vêtus Testa


Centum» 1 (1951) pp. 308 s., la palabra VliâÇ , que se lee al final del v. 24, perte-
nece al v. siguiente, y es metátesis de ‫ מהגו‬, que unido a la primera palabra del
v 25 ‫ ףיאן‬resulta ‫ךאו‬1‫מדדנ‬, «qué venerables 50‫ממ‬.
136_____________ estudios bíblicos.—Jesús Enciso

5. ‫ סלל‬en la forma qal significa amontonary y de ahí que se em-


plee en el sentido de rellenar los vaches de un camino. En este
mismo sentido lo entienden aquí algunos autores, movidos sin
duda por un aparente paralelismo con Is. 40, 3; 57, 14; 62, 10. Pero
creemos preferible la traducción «exaltad», que hace perfecto el
paralelismo entre los dos hemistiquios, y que además de hallar un
apoyo en el significado de este mismo verbo en las formas pilpel
e hithpoel, fué traducido así por la Peshito y el Targum (12).
"‫מלב‬. Los LXX leyeron ‫( ערב‬δασμών, Vulg. occasum). Algunos (13)
proponen ‫ת‬1‫« ןב‬nubes», en cuyo caso sería semejante al v. 34.
Pero no se ve razón suficiente para cambiar el T. M. que explica
mejor la lectura de los LXX, y que enlaza con el v. 8b.
‫?יה‬. Parece muy difícil que, si este nombre divino figuraba en el Salmo
original, no se cambiara en Elohim como se hizo en los demás ver-
sículos. La lectura 0‫ יבך‬que algunos proponen (14), parece plena-
mente aceptable y completa el paralelismo.
7. ‫בכוורות‬. Conservamos el T. M. y lo interpretamos en el sentido de
«prosperidad». El término es arcaico. Hacer salir con prosperida-
des es lo mismo que proporcionar salida próspera.
‫סוךרים‬. Los LXX leyeron ‫ךךים‬0‫ ז‬y tradujeron τούς ::αραπικραίνοντας. Vulg.
«eos qui exasperante. S. Jerónimo tradujo «increduli».
9. Son muchos los que, siguiendo a Grätz, cambian ‫ זה סיגי‬en ‫זע סיני‬
y traducen «tembló el Sinai» (cfr. el Nuevo Salterio Latino). Pero
creemos que están equivocados. Se trata sencillamente de un de-
mostraiivo, con el que un glosador, al leer estos dos vv., expresó
su convicción de que en ellos se aludía a los sucesos del Sinai. La
glosa debe de ser muy antigua, porque existía ya cuando se com-
puso el Canto de Débora, que cita casi literalmente estos vv., pero
tomándolos de otra recensión más extensa, en la que existía ya la
glosa y, por cierto, más justificada que en el texto actual de núes-
tro Salmo, porque viene inmediatamente después de estas palabras
ausentes del Salmo: «Derritiéronse los montes a la presencia de
Yahvé» (Cfr. Jue. 5, 4 s.).
10. ‫ תניף‬lo cambian muchos (15) en ‫תטיף‬, pero no parece necesario.12 1

(12) E1 Targum traduce : «Exaltad al que se sienta en el trono de su‫ ׳‬gloria en


Arabotln>.
(13) Grätz, Briggs.
(14) Kittel, Biblia Hebraica, i. h. 1.
(15) Lagarde, Grätz, Nowack, Duhm, Pannier, Cales, Tournav.
EL SALMO 67 (68) 137

12. Este V. es difícil de reconstruir. ‫ רב‬puede ser perfecto qal de ‫יריב‬


luchar, y tener por sujeto ‫לןי‬5‫ ז‬en singular. También puede tener
por sujeto ‫ צבא‬leyendo la palabra siguiente ‫ ;במלח‬Meluh sería la
región comprendida entre el Mediterráneo y el Araba, llamada así
antiguamente (16). Pero parece preferible ver en ‫ רב‬un adjetivo ca-
lificativo de ‫צבא‬.
Π. '1?‫מל‬. Los LXX leyeron ‫?!לך‬, ó βασιλεύς. Nosotros proponemos leer
‫ ןנמלק‬que con el tiempo, en la transmisión oral, se habría transfor-
mado en 9‫ לך‬cuando ya no había memoria de los hechos a que se
refería.
‫מלתן‬. Imperfecto de ‫נדד‬. S. Jerónimo lo derivó de TV, inusitado en he‫־‬
breo y tradujo «foederabuntur». Los LXX leyeron TT, του αγαπητού
(Vulg. «dilecti»).
‫ו}וודב\ת‬. Creemos que las dos primeras consonantes son una repetición
de las dos últimas de ‫יזלתן‬. . Así quedaría ‫ יןתביח‬hiphil de ‫בות‬, «pa-
sar la noche», o mejor ‫ תמת‬en qal. El sujeto sería ‫צבא‬.
14· ‫??®י‬. Por las razones que aduciremos más adelante, creemos que
estas alas son de Sadday, y leemos .?‫גפיו‬
‫יזנה‬. Algún copista escribió dos veces el yod de la palabra anterior, y
otro, que leyó esa copia, supuso que ‫ יו‬formaba parte de !apalabra
siguiente. Al no encontrar su complemento, conjeturó que habría
tenido lugar una aplografía, y repitió las dos primeras letras de
‫ יגספה‬aunque cambiando la ‫ ח‬en ‫ ה‬para obtener una palabra que
diese sentido, ya que, hablando de alas, se comprendía que fuesen
de un ave.
Primitivamente sería 13£‫לות‬. Pero, al resultar la paloma el su-
jeto del verbo y la poseedora de las alas, se cambiaría el posesivo.
Creemos que tanto ‫ ?בפיו‬como 1‫ א?לות‬son de Sadday. En el Ps. go,
citado por el demonio en las tentaciones de Jesús en un diálogo ba-
sado en textos relativos a la vida del desierto (17), se trata también
de la salvación de Sadday, y se habla expresamente de y
^ÇJ?(18). Igualmente se emplean estos términos, refiriéndolos a16 17 18

(16) Cfr. sup., p. 133.


(17) A la primera tentación respondió Jesús con unas palabras de Dt. 8,3. A
h segunda con otras de Dt. 6,16. Y a la tercera con otras de Dt. 6,13. En. este
diálogo el demonio aduce una sola cita bíblica, Ps. 90,11. Parece natural que bus-
case también un texto relativo a la vida del desierto. De este modo todo estaría
en consonancia con el desierto en que se encontraban.
(18) Ps. 90,4.
138 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

Dios, en Dt. 32, 11 en que se trata de la protección prestada por


Dios a su pueblo en el desierto.
‫ אם־ת^ןמן‬es una construcción parecida a la de Ps. 62, 7 que creemos
pertenece también al ciclo de Cades.
15. 13‫פחצ‬. El paralelismo verbal existente entre este lugar y Dt. 32,1!
induce a pensar que este verbo significa la acción de abrir Dios
sus alas protectoras.
‫ ?!לכים‬sería también corrupción del nombre de los Amalecitas.
‫צלמון‬. Acaso ‫ צלמונה‬como en Núm. 33, 41.
16. ]^3. Los LXX leyeron ]^‫ד‬, grasa. Y esta parece ser la forma origi-
nal, ya que en el Ps. 62, 6 el peregrino que va a Cades, piensa har-
tarse de leche y grasa (‫ן‬#‫!( )חלב וד‬ç). Cuando el Salmo se cantaba
en Jerúsalén, pudo parecer que se escondía en esta- palabra un
nombre geográfico, y así se habría originado el 1^3 del T. M.
17. Imperfecto Piel arcaico de ‫רצד‬. S. Jerónimo tradujo «conten-
ditis», Aquila έρίζετε. Podemos traducir «impugnáis» y referirlo a
los enemigos vencidos de manera prodigiosa por Elohim. También
se puede sospechar que sea una corrupción del verbo ‫ יחע‬correr;
pero cuadra peor con el contexto.
‫ לנצח‬ρψ) ‫ אף־יחוה‬parece una añadidura hecha en época posterior al des-
tierro, porque de otro modo, no se explica la presencia del nombre
!‫ יהוד‬.
18. ‫^אן‬. Algunos (20) proponen leer ‫ ח^ראל‬como en Núm. ίο, 36 (21);
pero no se explica cómo se ha podido introducir un cambio de pa-
labra tan sencilla como ‫י^ראל‬. en el difícil ‫^?אן‬. Los LXX debieron
de leer ‫ ^אנן‬puesto que tradujeron ευθηνούτων, aunque la Vulgata
parece suponer ευΟ‫־‬υμούντων, «laetantiam». Aquila y Sínmaco pueden
apoyarla propuesta de Kittel ]!‫^א‬, «vociferantium». En este caso
parece referirse al estrépito de los guerreros que acompañan al Se-
ñor por el desierto.
‫בם סיגי‬. Preferimos con muchos autores (22) la lectura fácilmente expli‫־‬
cable ‫בא מסיני‬.
lg. En lugar de ‫ ^בית‬pudo ser ‫מ^בית‬, participio hiphil de ‫^זבת‬, des-* 20

,(19) «Mi alma se saciará de cuajada y grasa, y mi boca te cantará con labios
jubilosos)) (Ps. 62,6).
(20) Lagarde, Bickell, Budde, Clamer, Tournay.
(21) «Y cuando el Arca se posaba, decía: Pósate, Yahvé, entre las miríadas de
Israel» (Núm. 10,85).
(22) Köster, Olshausen, Nowack, Driver, Kautzsch, Kittel, Gunkel, Pan‫־‬
nier, Cales, Tournay, Nötscher.
EL SALMO 67 (68) ‫ ז‬39

cansar. El ‫ מ‬inicial se suprimiría por creerlo diplografía del final


de ‫מחם‬, y al mismo tiempo se asimilaría el verbo a la palabra si-
guíente.
".‫ךוים‬1‫ןאף־ס‬. Toda esta frase puede ser una glosa semejante a la del
versículo 17, con la que presenta alguna afinidad. Si es original,
se debe leer ‫ בה‬en lugar de ‫( יה‬conf. v. 15).
21. ‫וה ^ני למ!ת תוצאות‬1‫ ןליר‬. La frase original pudo ser: ‫אל‬ ‫ולנו‬
‫למוצאות‬. En una época posterior al destierro, en la que el nombre
de ‫ יהוה‬era considerado como inseparable de las victorias, se apro-
vechó ‫ ולנו‬para introducirlo. La desaparición de ‫ אל‬se explica fá-
Gilmente por empezar la palabra siguiente con ‫ל‬. En cuanto a
‫ למוצאות‬pudo ocurrir lo siguiente: un copista escribió dos veces 61‫י‬
1: ‫למווצאות‬. Quien leyó después aquel códice, pensó que ‫ מו‬sería
‫בעת‬, y suplió el ‫ ת‬que faltaba. Posteriormente otro pensaría que
‫ וצאות‬había perdido el ‫ ת‬por aplografía, y escribió ‫תוצאות‬.
23‫י‬ Se comprende que, cuando el Salmo se cantaba en Jerusalén,
entrase aquí el nombre de Basan. El paralelismo con Am. 9, 24‫־‬
puede inducir a creer que se trataba de un monte, en cuyo caso
podía ser el monte Lussan, que se levanta al Oriente de Ain Cades
con sus 1.205 m· de altura. El mismo paralelismo puede autorizar
a leer 23) ^‫)מיים‬.
24. ‫ן‬1‫לע‬. Como este hemistiquio no tiene verbo, se puede sospechar
que ‫ ל‬sea una partícula final, y que en se esconda el verbo,
que sería ‫ום‬1‫« יע‬poner» (en nuestro caso, poner en oficio de pe-
rros). La proximidad de este conjunto con «perros» pudo hacer
creer que ‫ ל^ום‬era corrupción de ‫ל^ון‬.
27. Según R. Tournay (24), en lugar de ‫ מ?ןקור‬debe leerse ‫ מקראי‬o ‫מקרא‬.
Y apela a Núm. 10, 2. No convence el cambio. Acaso ‫מקור‬.
28. ‫ רדם‬pudiera ser corruptela de ‫ ז*ךים‬, participio plural de ‫ רדה‬, avan-
zar con solemnidad. Cfr. Ps. 41, 5.
Synave (25) corrige ‫רקמתם‬, «sus vestidos de colores» (cfr. Jue.
5‫ו‬3°)‫ ו‬y se acerca a S. Jerónimo: «in purpura sua». Calés (26), lee23 24 25 *

(23) «Nadie se salvará huyendo, nadie podrá escapar. Aunque bajasen hasta el
1nfierno, de allí los sacaría mi mano ; aunque subiesen hasta los cielos, de allí los
bajaría. Aunque se escondan en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los co-
£eré; aunque se ocultaran a mis ojos en el fondo del mar, allí mandaría yo a la
86**piente para que los mordiera» {Am. 9,1-3).
(24) Le Psaume LXVIIL en Vivre et Penser, 2 serie (1942), p 239 s.
(25) Cfr. Tournay, Ibid.
(29) Le livre des Paumes, I, 64β.
140 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

‫ תעתם‬y traduce «su agitación, su tropa tumultuosa». Algunos re-


cuerdan el acadio ragamu, «gritar». Gunkel (27), que en lugar de
‫ רדם‬lee ‫ זאךם‬trata de establecer aquí un paralelismo leyendo
‫♦ ירב ?ןתים‬abundante en hombres», por oposición a «pequeño en
hombres». Parece sin embargo que se puede mantener el texto
traduciendo «sus grupos, sus mesnadas».
29. ‫אלל<יר‬. Las versiones suponen ‫ל*הים‬£.
31. Creemos más probable con Calés (28) ‫♦ ב^לי‬los que domi-
nan». El haber traducido ‫ אבירים‬por toros, pudo inducir a realizar
este cambio que introducía las vacas.
‫ בזר‬Puede conservarse el texto en imperativo. Pero no nos desagrada
la sustitución de ‫ בזר‬por ‫ב^ר‬, «avisa», y de ‫« ?ורבות‬guerras» por
‫« ר!ךבן‬ofrendas» (29).
32. ‫יאתיז‬. Forma aramaizante. Cfr. Dt. 35, 2, 21.
‫חרמנים‬. Apaxlegómenon, que muchos corrigen de diversas formas poco
convincentes. Preferimos conservar el texto y entenderlo con las
versiones antiguas «magnates, embajadores».
34. ‫ב^טמי‬. Preferimos el estado absoluto, que nos da una de las repe‫־‬
ticiones tan frecuentes en este Salmo y en los demás de Cades.

EXPOSICION EXEGETICA

Tal como ha quedado reconstruido el Salmo, consta de cuatro estro-


fas, de extensión sensiblemente parecida. En cada una de ellas empieza
el salmista dirigiéndose a Dios, y pasa después a volver sus ojos y su
palabra a los hombres. La primera estrofa expresa los efectos encontra-
dos que la presencia de Elohim produce en sus enemigos y en su pue-
blo. La segunda recuerda las maravillas que Dios ha obrado en favor
de su pueblo durante el viaje por el desierto; entre tales maravillas se
encuentra una victoria muy señalada. La tercera describe la llegada de
Elohim a Cades y las procesiones solemnes allí celebradas. En la cuarta
y última pide a Dios y a los hombres la glorificación del Dios de Israel.
Cada estrofa a su vez está íntimamente ligada a la siguiente. Por-
que, en la primera, la invitación a cantar a Elohim se cierra con un re-27

(27) Die Psalmen üb ersetzt und erklärt, i. h. i.


(28) O. c., 643.
(29) Cfr. Tournay, o. c., 242.
EL SALMO 67 (68) 141

cuerdo de los beneficios recibidos de El, que da paso a la descripción


de la estrofa segunda. Esta, a su vez, termina con un elogio de la mon-
taña santa a la que llega EIohim desde el Sinai, y prepara así el terreno
para la estrofa tercera. Finalmente, las procesiones descritas en ésta,
ambientan las invocaciones a la gloria de Dios que forman la última es-
trofa del Salmo.
Los versículos son dísticos y trísticos, sin que podamos tener siem-
pre la seguridad de poseerlos en su forma original.

Estrofa primera

V. 2.—Se dice expresamente en Números 10,35, Q116 en *a peregina-


ción posterior al período del Sinai, cuando se ponía en movimiento el
Arca, decía Moisés: «Levántate, Yahvé, y se dispersen tus enemigos, y
huyan de tu presencia los que te odian.» Creemos que con esto se nos
quiere decir que Moisés entonaba un cántico sagrado, que no debía di-
ferir mucho del nuestro, o mejor dicho, que era este mismo Salmo sin
las modificaciones que posteriormente ha sufrido, y no aceptamos la
opinión de muchos autores que ven más bien en estos versículos el
enunciado de un tema antiguo, que un salmista relativamente moderno
tomó de Números 10,35 y adaptó cambiando el tiempo de los verbos,
para expresar históricamente realizado lo que en Moisés era un simple
deseo. El cambio del tiempo de los verbos es efecto de la mala conser-
vación, y contra él reclama el hecho de que las otras tres estrofas co-
miencen también dirigiéndose a Dios. En cuanto a la sustitución de
Yahvé por EIohim ha seguido este Salmo la suerte de toda la segunda
colección davídica.
Levántate: El salmista está persuadido de que Dios, invisible, tiene
Por trono el Arca, y por eso, cuando el Arca se levanta, avanza, sube,
dice que es Dios quien lo hace.
V. 3·—Con las imágenes del humo, que se desvanece, y de la cera,
íue se funde al fuego, describe la desaparición de los enemigos al paso
del Arca santa. La primera imagen reaparece en Os. 13,3 en un con-
te*to que condena el pecado idolátrico de Efraim con evidente alusión
a 1os acontecimientos del desierto (30). La segunda ha inspirado un pa-30

(30) «Es Efraim como Natán... Por eso serán como nube que se levanta al
nacer del día, como pasagero rocío matinal, como paja arrebatada por viento hu-
racanado, como el humo de la chimenea» (Os. 13,1-3).
142 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

saje de Miq. (1‫י‬4) (31)‫ י‬y a través de él ha llegado al Ps. 96,5, que cele-
bra el retorno triunfante de Yahvé después del destierro, de Babilonia
sobre un cliché de la travesía del desierto a la salida de Egipto: fuego
que precede y abrasa a los enemigos, rayos que alumbra^ tierra que
tiembla, montes que se derriten (32). En nuestro Ps. 67, punto de ori-
gen de estas imágenes, pudieron éstas nacer a la vista de la nube que
por la noche parecía de fuego. El hecho de que más adelante se hable
del trueno, «la voz de Elohím» (v. 34), hace sospechar que también esta
nube fuese acompañada de rayos. En todo caso acontecimientos como
los narrados en Números 11,1-3 y ^>35 (33), bastarían para que esta
imagen tuviese un fuerte realismo en el espíritu de aquella generación.
Nótese que a «los malvados» no opondrá en el v. sig. todo el pueblo de
Israel, sino solamente «los justos», con lo cual queda la posibilidad de
que «los malvados» no designen solamente a los extranjeros, sino tam-
bién a los israelitas rebeldes; si bien es verdad que en la mente del sal-
mista tuvieron que estar presentes los enemigos cuya derrota describe
en los vv. 12-15.
Es natural que el efecto producido en los justos por la presencia de
Dios sea precisamente el contrario: el regocijo desbordante manifestado
en sus danzas (v. 4).
V. 5.—El salmista les invita a no contenerse. El paralelismo es per‫׳‬
fecto. Cantar es encomiar. Elohim es el que viaja por los páramos. Y
salmodiar es bendecir. Por algo terminará todo este Salmo con las pa‫־‬
labras «Bendito sea Elohim». Y todo esto se hace en medio de una dan‫־‬
za sagrada.
Después de los dos dísticos primeros que establecen la destrucción
de los impíos, y de otros dos trísticos que hablan del regocijo de los
justos, vuelve el dístico, para enumerar en otros dos versículos la razón
de tal alegría (v. 6). Los huérfanos y las viudas eran el prototipo de los31

(31) «Y a su paso se fundirán los montes y se derretirán los valles, corno al


fuego se derrite la cera» (Miq. 1,4).
(32) «Precédele fuego que abrasa en derredor a todos sus enemigos. Sus ra-
yos alumbran ai mundo, tiembla la tierra al verle. Derrítense como cera los m‫׳‬on‫־‬
tes ante Yahvé, ante el Señor de toda la tierra» (Ps. 90,3-5).
(33) «Aconteció que el pueblo a oidos de Yahvé se quejó, y al oirlo Yahve
ardió en ira, y encendió contra ellos un fuego que abrasó una de las alas dt
campamento. Clamó entonces el pueblo a Moisés, y Moisés oró a Yahvé, y d ^ue'
go se apagó» (Num. 11,1 s.). Y hablando de la sedición de Ccré, se lee: «Tal11
bién los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso fueron abrasados
por un fuego de Yahvé» (Num. 16,35).
EL SALMO 67 (68) U3

seres desamparados, cuya defensa asume Dios en Ex. 22,22 (34) y en la


predicación de los profetas. Aquí simbolizan al pueblo escogido y fiel,
tan desprovisto de auxilio humano a la salida de Egipto. Por eso mis-
mo les llama «desamparados» (v. 7), que por obra de Elohim vuelven a
encontrar una morada en Cades, dejando atrás la cautividad, de la que
Dios les había sacado, y no de cualquier manera, sino con una prospe-
ridad que llega hasta a hacerles ricos con los despojos de los enemigos,
como consta por Ex. 12,35 (35) Y Por escena de botín narrada en la
estrofa siguiente de este mismo Salmo.
Si el tercer miembro de este versículo es original o no, no es fácil
dictaminarlo. La verdad es que convierte este versículo en ti ístico, con-
tra lo que podría esperarse, y que presenta marcada analogía con otro
tercer miembro, que hace también trístico el v. 19, y con la añadidura
del v. 17.
Rebelde es en Dt. 21,2820‫־‬, el hijo que no obedece a sus padres
a pesar de los castigos que le imponen. Aquí parece releí irse a algunos
que pertenecían al mismo pueblo escogido. No faltan en los libros his-
tóricos relatos de rebeldías, castigadas a veces con la pena de morir sin
llegar a la tierra prometida (36). De estos rebeldes dice el Ps. 94,11:
«Les juré en mi ira que no entrarían en mi reposo». Y el Ps. 77,8 em-
plea el epíteto de «generación rebelde» al hablar de la defección de
Efraim en el desierto. Nótese que la rebelión descrita en Números 14 y
sancionada con este castigo tuvo lugar cuando Moisés y Aarón esta-
ban en Cades (37).34 35 36 37

(34) «No dañarás a la viuda ni al huérfano. Si eso haces, ellos clamarán a mí,
y yo oiré sus clamores ; se encenderá mi cólera, y os destruiré por la espada, y
vuestras mujeres serán viudas, y vuestos hijos, huérfanos» (Ex. 22,22-24).
(35) «Los hijos de Israel habían hecho lo que les dijera Moisés, y habían pe-
dido a los egipcios objetos de plata y oro y vestidos. Yahvé hizo que hallaran
gracia a los ojos de los egipcios, que accedieron a su petición, y se llevaron aque-
dos los despojos de Egipto» (Ex. 12,35 s.).
(36) Ya antes de llegar al Sinai habían murmurado por la falta de agua (Ex.
IT,29‫)־‬, y volvieron a murmurar por la falta de carne, después que partieron del
Sinai (Num. 11). Pero mucho más seria fué la sedición ocasionada por los infor-
1fies de los exploradores enviados a la tierra de Canaán. Intercedió Moisés viendo
h ira de Dios, y Yáhvé le contestó: «Los perdono, según me lo pides, mas por
fifi vida y por mi gloria que hinche la tierra toda, que todos aquellos que han vis-
t0 gloria y todos los prodigios que yo he obrado en Egipto y en el desierta
y todavía me han tentado diez y diez veces desoyéndome, no verán la tierra que
a sus padres juré dar. No, ninguno de los que así me han ultrajado la verá» (Num.
14,20-23). El mismo castigo alcanzó a Moisés y Aarón en Meriba (Num. 20,113‫)־‬.
(37) Num. 13,27.
144 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

Estrofa segunda
V. 8.—Se refiere a la nabe> oscura de día y luminosa de noche, que
tanto antes como después del Sinai guiaba al pueblo por el desierto (38).
La presencia de Dios hizo temblar la tierra y desencadenó la tempestad
en los cielos (v. 9). El temblor de tierra será después un elemento ma-
yestático de las teofanías (39). Un glosador, anterior al cántico de Débo-
ra, interpretó la consignación de estos efectos de la presencia de Dios
como una alusión evidente a los sucesos del Sinai. Tenía razón. Basta
leer Ex. 19,1620‫־‬.
El Cántico de Débora (Jue. 5,4 s.), nos ha conservado estos dos ver-
sículos en una recensión distinta de la del Salmo 67:

4. «Yahvé, cuando salías de Seir, ,


cuando avanzabas desde los campos de Edom,
la tierra tembló,
hasta los cielos se derritieron,
hasta las nubes se fundieron en agua,
5. los montes se derritieron a la presencia de Yahvé,
(Este es el Sinai) a la presencia de Yahvé, Elohim de Israel.»

La recensión representada por el Ps. 67 parece más primitiva. El


dístico añadido en la recensión de Débora, relativo a las nubes y los
montes, no añade ningún concepto nuevo, y merma, en cambio, la sen‫־‬
cillez de Ps. 67,9. Es posible que lo añadiese alguien que leyó la glosa
«éste es el Sinai» y que veía que el texto no hablaba expresamente de
montes. También en la primera parte hay una modificación. Lo que en
el Ps. 67 es «delante de tu pueblo... por el desierto», aquí es «de Seir...
desde los campos de Edom». Esto desplaza toda la descripción a un pe‫־‬
ríodo posterior al Sinai, y puesto que el temblor de tierra y la tempes‫־‬
tad se refieren a la teofanía sinaítica, parece más primitivo y más exacto
el texto del Ps. 67 (39 bis).
Los vv. 9 y 10 han sido interpretados de varios modos, que nos
parecen erróneos. El hecho de que se hable en el v. 9 de una lluvia3

(38) Ex. 13,21 ; Num. 14,14.


(39) Cfr. Ps. 17,8; Abac. 3,3 0.
(39 bls) Sobre la version de Jud. 5,5 cfr. Albright en «Journal of Biblical Litte-
Morgenländische
rature» 54 (1935) 204 ; y H. S. Nyberg en «Zeitschrift der
Geselschaft» 92 (1938) 338.
EL SALMO 67 (68) MS

(pluvicm voluntariam, Vulg.; pluviam copiosam, N. S. L.), y en el v. lo


de hayyatheka (animalia tua, Vulg.^ ha inducido a muchos autores (40)
aver recordados en ellos el beneficio del maná (41) y el de las codor-
nices. Pero esto haría suponer que la «heredad de Dios», sobre la que
cae el maná y en la que se posan las codornices, es el desierto; y no se
ve por qué el desierto ha de recibir este nombre que no se le da en
ningún otro lugar de la Escritura, que nosotros recordemos. Por eso
otros (42), partiendo de que la heredad de Dios es la tierra de Canaán,
suponen que el salmista se refiere a que Yahvé preparaba entre tanto
!atierra prometida fecundándola con las lluvias, a diferencia de lo que
ocurría en Egipto y en el desierto, y que el v. lo habla de la instalación
de Israel [hayyatheka, tu grey) en dicha tierra fie Canaán, en la que se
desarrollaría después la batalla de los vv. 1215‫־‬. Ρ6Γ0 es*° ser^a despla-
zar estos versículos a un marco geográfico distinto del que tiene todo
el Salmo.
Creemos que «la heredad de Dios» es Israel, conforme a aquellas
palabras de Moisés conservadas en Dt. 9,26.29: «Yahvé, no destruyas
a tu pueblo, a tu heredad redimida por tu grandeza sacándola de
Egipto... Son tu heredad, que con gran poder y tu brazo tendido has
sacado fuera¿. Y acaso haya de referirse a Cades, poseído por Israel,
aquel «monte de tu heredad» de que habla el Cántico de Moisés (Ex. 15,
17). Israel es quien desfallece, y a quien Dios reanima; y a Israel es a
quien Dios envía una lluvia de dones, que no se refiere solamente al
maná, sino a toda la serie de beneficios recibidos de Dios con ocasión
de la salida de Egipto y travesía del desierto.
En cuanto a la palabra hayyatheka, confesamos que puede traducirse
«grey» y «familia» o «clam». Pero, si la heredad es Israel, ¿cual puede
ser la grey o la familia que se pose sobre Israel? Creemos mucho más
natural traducir «tu vigor» o fuerza vital, que encaja perfectamente en
d contexto (43). Que el vigor de Dios se pose sobre Israel, es una ma-
ñera de decir lo mismo que acabamos de ver en el v. anterior: que
cuando Israel estaba desfallecido, Dios lo reanimaba. De la misma ma-
ñera que la frase siguiente «enriqueciste al menesteroso» (el meneste-40 41 42 43

(40) Cfr. Tournay, o. c., 233. Pannier, o. c., 3G6.


(41) Ex. 10.
(42) Cales, o. c., C45. Kirkpatrick, o. c., 3S3.
(43) La Políglota de Arias Montano traducía así la paráfrasis caldea: «Vivifi-
caüonem tuam collocasti in ea».
146 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

roso es Israel), que viene a ser paralela de «una lluvia de dones derra*
maste sobre tu heredad».
Así entendidos, estos dos versículos aparecen íntimamente ligados
con la escena de botín descrita a continuación.
Los versículos siguientes no dejan de encerrar grandes dificultades,
y nos hemos de limitar a proponer una exposición meramente conjetu-
ral. Es evidente que se trata de una gran victoria, en la que el enemigo
deja a Israel enriquecido con su botín. Adonai es quien proporciona la
buena noticia, y la buena noticia es que se oyen ya los cantos de vio-
toria de unas mujeres, que anuncian la huida de los ejércitos amalecitas,
y se pasan la noche repartiendo el botín.
La costumbre de que las mujeres entonasen cantos de victoria, está
suficientemente atestiguada por Ex. 15,20 s.; Jue. 5; 11,34; 1 Sam. 18,6 s.
También contiene la Biblia algunas escenas de botín: Jue. 5,30; 8,26;
2 Rey. 7,816‫־‬. Y no es extraño que el reparto se hiciera de noche, por-
que también la batalla contra Amalee, de que habla Ex. 17,8-16, se ter-
minó a la puesta del sol; y en Gn. 49,27 Benjamín, lobo rapaz, de día
coge la presa, y por la noche reparte el botín.
La frase mientras dormíais entre los apriscos parece poner de relieve
el contraste entre los guerreros que, cansados, dormían entre los apris-
eos, y las mujeres que no se dan sosiego en toda la noche para recoger
el botín que tan generosamente les proporcionaba Dios. No hemos de
ocultar sin embargo, que la presencia de una frase muy parecida en el
Cántico de Débora, con referencia a la tribu de Rubén que no tomó
parte en la batalla (44), nos hace sospechar que en nuestro texto, acaso
fragmentario, pueda referirse también a algún sector del pueblo que se
abstuviese de luchar.
Sigamos moviéndonos entre oscuridades exegéticas. Ya en otro
lugar (45) hemos afirmado que las alas y plumas, de que habla este
versículo, son de Sadday. En efecto, por oscuro que sea este pasaje, no
deja de ser claro que el salmista atribuye la victoria a la protección de
Sadday, y esto nos hace recordar que en el Ps. 90, en que también se
trata de la protección de Sadday, se lee: «Diga a Dios: Tú eres mi refu-
gio y mi roca, mi Dios en quien confío. Y él te librará de la red del
cazador, de la peste exterminadora; te cubrirá con sus plumas; hallará
refugio bajo sus alas, y su fidelidad te será escudo y adarga. No tendrás
que temer los espantos nocturnos, ni las saetas que vuelan de día, ni Ia 4

(44) Jue. 5,16.


(45) Cfr. sup., p. 137.
EL SALMO 67 (68) ‫ז‬4‫ז‬

pestilencia que vaga en las tinieblas, ni la mortandad que devasta en


pleno día. Caerán a tu lado mil, caerán a tu derecha diez mil; a tí no
llegará. Con tus mismos ojos verás el castigo de los impíos» (46).
¿No tendrían realización exacta estas palabras, aplicadas al caso descrito
en nuestro Salmo? Nótese de paso, que las palabras hebreas empleadas
en uno y otro Salmo para expresar las alas y las plumas, son idénticas;
y concluyamos la gran probabilidad de que las alas y plumas de nuestro
versículo sean alas y plumas de Sadday, que simbolizan su protección
dispensada a Israel.
Esta protección se halla descrita con mayor extensión en el cántico
de Moisés conservado en Dt. 32, en el que, después de afirmar que Ja-
cob es la porción hereditaria —la heredad señalada por las cuerdas del
agrimensor— de Yahvé, dice: «Le halló en tierra de desierto, en región
inculta, hórrida, abrasada; y le rodeó, le enseñó y le guardó como a la
niña de sus ojos. Como el águila que incita a sus polluelos a volar y re·
volotea sobre ellos, y extiende sus alas, y los coge, y los lleva sobre sus
plumas. Sólo Yahvé le guiaba.. . Le subió a las alturas de la tierra, le
nutrió de los frutos de los campos, le dió a chupar miel de las rocas y
aceite de durísimos sílices, cuajada de vacas y leche de ovejas con grasa
de corderos» (47). De aquí se deduce que la protección dispensada por
las alas de Dios consistió en que, desplegando dichas alas, llevó sobre
ellas a su pueblo, como un águila a sus polluelos, hasta un monte en
que hallaría abundancia de comida, y que creemos ser Cades, donde>
como luego veremos, había abundancia de grasas y de quesos. Hizo,
pues, que su pueblo llegase allí con relativa facilidad (sobre sus alas),
y si algún ejercito enemigo se opuso a su avance, le dió fácil victoria,
poniéndole, además, en posesión de un gran botín. Si esto es así, ¿qué
inconveniente hay en decir que las alas protectoras de Dios se tiñeron
de plata y oro cuando Sadday las desplegó?
Más oscura parece la expresión «Amalee estaba allí; blanqueaba en
Salmona». Puesto que el verbo significa «blanquear como la nieve»,
puede interpretarse en el sentido de que el campo de Salmona blan-
queaba, como si estuviese nevado, por los muchos cadáveres amaleci-
tas abandonados en él.
La descripción de la batalla constaría de las siguientes pinceladas:
Canto triunfal de las mujeres, huida de los enemigos, descanso de los46 *

(46) Ps. 90,2 8.


W) Dt. 32,1014‫־‬.
148 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

guerreros, y escena de rico botín en un campo sembrado de cadáveres


amalecitas. Todo ello bajo la protección de Sadday.
V. 16.-El monte de Elohim lo interpretan hoy generalmente los
autores como un superlativo (48). Nosotros preferimos dejarle su sentido
obvio. Es, sin duda, aquel monte de que habla el cántico de Moisés
conservado en Ex. 15: «Hasta que tu pueblo, Yahvé, pase, hasta que
pase el pueblo que redimiste. Tú le conducirás y le establecerás soht
el monte de tu heredad, al lugar de que has hecho tu morada, Yahvé; al
santuario (Cades?), Adonai, que fundaron tus manos» (49). Precisamente
en el v. 17, de este Salmo, se dice que Elohim eligió este monte por
morada suya.
Se dice que es un monte de grasa, un monte de quesos. Esto quiere
decir que en él abundan los rebaños, y acaso, más concretamente, que
en su santuario se amontonan las ofrendas de corderos y de leche cua*
jada. Por algo el peregrino del Ps. 63,6 esperaba hartarse en Cades de
cuajada y de grasa.
V. 17.—Por qué impugnáis puede referirse a los ejércitos enemigos,
pero también a aquellos israelitas que no eran partidarios de establecerse
en Cades.
Ciertamente Yahvé lo habitará hasta el fin es una glosa añadida des‫־‬
pués del destierro. De otro modo, se hubiera cambiado el nombre de
Yahvé en Elohim.
V. 18.— Viaja Elohim entre millares de aclamadores. Una frase muy
parecida se lee en Números 10,36. Cuando el Arca se detenía, decía Moi-
sés: «Pósate, Yahvé, entre las minadas de Israel». Lo que hemos tradu-
cido «entre las miríadas», es en el texto hebreo de Números ‫אלפי‬
y en Ps. 67,18 ‫אלפי ר^ודם‬. ‫ת‬1‫ב‬3‫ ך‬significa «miríadas», y ‫חןם‬1‫« וב‬pares
de miríadas». ‫ אלפי‬significa «miles», y puede también significar las fa-
milias que componen una tribu. Podía, por tanto, traducirse: «Entre
las miríadas de las familias de Israel», o «entre las miríadas de miles
de Israel». Teniendo en cuenta que estas dos palabras se repiten en
DE 33‫י‬17‫ י‬donde ‫ת‬1‫ חנב‬se refiere a Efraim y ‫ אלפי‬aManasés, y siempre
con sentido de muchedumbre, hemos preferido traducir sencillamente
«entre millares».
Es de notar que la fräse de Números 10,36 se decía, cuando el Arca
se detenía en algún lugar; y que la de nuestro Salmo se encuentra pre‫־‬48 49

(48) Pannier, o. c., 3C9. El «Nuevo Salterio Latino»: amontes exceísh.


(49) Ex. 15,16 s.
el salmo 67 (68) ‫ ז‬49

cisamente al terminar la primera parte del mismo, cuando se anuncíala


llegada de Adonai a Cades.

Estrofa tercera

V. 19.—La altura es el monte en que está el santuario de Cades.


Los cautivos (literalmente «la cautividad») son los israelitas, a quie-
nes Dios acaba de redimir (50). Viene Dios triunfante, después de ha-
ber liberado a los israelitas de la esclavitud de Egipto, y los trae consi-
go hasta su casa de Cades; que viene a ser lo que ha dicho en el v. 7:
«Elohim proporciona casa a los desamparados^. Otros (5 ‫ )ז‬prefieren ver
en estos cautivos a los prisioneros cogidos en la batalla descrita más
arriba. Pero creemos que nuestra interpretación es más conforme al
contexto. Por otra parte, esta frase parece sugerir la idea de que, en
algún momento, se consideró Cades como el término de la peregrinación
o huida.
Recibiste dones de los hombres. Una vez instalado en Cades, era na-
tural que comenzase inmediatamente una escena de ofrendas. Los ofe-
rentes debieron ser los mismos israelitas, que ofrecerían una buena
parte del botín, como s^ cuenta de David en 2 Sam. 8,11 (52). Si el ter-
cer miembro de este versículo no es una glosa posterior, conforme a lo
dicho en el v. 7, también ofrecerían sus presentes aquellos del pueblo
elegido que se resistieron a permanecer en Cades.
San Pablo acomoda este versículo a la Ascensión de Cristo a los
cielos (53), y puesto que hace notar que primeramente «bajó a las
partes bajas de la tierra», parece evidente que los cautivos, que llevó
consigo al cielo, no son los enemigos vencidos, sino los hombres li-
berados del infierno, que aquí estarían figurados por los israelitas libe-
rados de Egipto. En la segunda parte de la cita, en lugar de traducir
«recibiste dones de los hombres», escribió: «diste dones a los hombres»,
El Targum, parafraseando este versículo del Salmo, dice: «Tú subiste al

(50) Cfr. Dt. 30,3.


(<>D Kirkpatrick, Cales, Pannier, Tournay.
(02) «Jor<>dán trajo vasos de oro, vasos de plata y vasos de bronce ; y el rey
David los consagró también a Yahvé, como había hecho con el oro y la plata
*k ^as Rentes que había sometido, de Siria, de Moab, de los hijos de Amón, de los
üfsteos, de Amalee, y el botín que había tomado de Hadadezer, hijo de Rojob, rey
Suba» (2 Sam. 8,1012‫)־‬.
@3) El. 4,8.
150 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

firmamento, profeta Moisés; tú condujiste a la cautividad cautiva; tú


diste dones a los hijos de los hombres». Esta exégesis judía hizo que la
versión siriaca tradujese de la misma manera, y es muy posible que
aun cuando el Targum, en su forma actual, es posterior a San Pablo
existiese ya esta exégesis entonces en forma de tradición oral, cuando
el Apóstol estudiaba con Gamaliel.
V. 20.—Este versículo y los que le siguen, hasta el 24 inclusive,
pueden ser una loa del salmista; pero también pueden contener un
cántico entonado durante la escena de la ofrenda. Comienza por ma-
nifestar a Adonai su agradecimiento por la salvación, que no es otra
cosa que la liberación o salida de Egipto. Por eso dice que Adonai es
Dios «de nuestra salvación..de liberaciones..de salidas». Diatras
día nos lleva, es una alusión a la idea antes expresada de que Dios les
ha llevado hasta Cades, como lleva un águila a sus polluelos sobre sus
alas. Según el Ex. 19,4, dijo Yahvé en el Sinai: «Vosotros habéis visto
lo que yo he hecho a Egipto, y cómo os he llevado sobre alas de águila
y os he traído a mí». Y en el Dt. 1,30 s., hablando precisamente a los
murmuradores de Cades, dice Moisés: «Yahvé, vuestro Dios, que mar-
cha delante de vosotros, combatirá él mismo por vosotros, según cuanto
por vosotros a vuestros mismos ojos hizo en Egipto y en el desierto, por
donde has visto cómo te ha llevado Yahvé, tu Dios, como lleva un hombre
a su hijo, por todo el camino que habéis recorrido hasta llegar a este
lugar».
V. 22.—Este versículo presenta a Elohim luchando por la liberación
de su pueblo bajo una figura perfectamente ambientada en quienes
venían de Egipto. Apenas habrá una escena más repetida en el arte
egipcio, que la de un Faraón que con su izquierda sostiene por los ca-
bellos a los enemigos vencidos, mientras levanta su diestra empuñando
una maza, para quebrar la cabeza de los mismos. Eso es lo que ha hecho
Elohim (54).54

(54) Aparece ya en la célebre pnleta de Nar-mer, y se repite después infinidad


de veces. Queremos llamar especialmente la atención s:bre un relieve hallado en
las minas de cobre de Wadi Magara y conservado en el Museo de El Cairo. En
él aparece el Faraón Sahura (V dinastía) matando a unos beduinos de la region
del Sinai, que es precisamente donde se localiza nuestro Salmo. El faraón levan
U maza en actitud de descargarla sobre un beduino a quien tiene cogido por los
pelos junto a la coronilla, y que agacha la cabeza como esperando el golpe. Mas
allí hay otros tres beduinos arrodillados y con los brazos tendidos hacia el suelo, a
quienes espera la misma suerte. En sus coronillas hay un mechón de pelo levanta*
do, por donde ha de cogerles el Faraón. Cfr. J. Pijoan, Summa Artis, III, fy>·
EL SALMO 67 (68) !51

V. 23.—No está muy claro quién es el complemento del verbo, pero


el contexto y el paralelismo con Am. 9,2-4 parecen exigir que sea «el
que anda en sus delitos». A él se referiría también el final del v. 24. No
lo entendía así la exégesis judía manifestada en el Targum, que refería
estas palabras a los israelitas. Estos eran los que habían de volver de
donde quiera que estuviesen. El Talmud refiere que cuando, después
de la destrucción de Jerusalén, un grupo de jóvenes distinguidos eran
conducidos a Roma en un barco, todos ellos se precipitaron al fondo del
mar, confiando en la realización de esta promesa.
V. 24.—Para que banes tus pies en sangre. También el cántico de
Dt. 32 contiene una escena de exterminio (55). Parece como si la libe-
ración no fuese compleja mientras no quedasen destruidos los enemi-
gos. Algo parecido se lee en el Ps. 57,11: «Gozará el justo al ver el cas-
tigo, y bañará sus pies en la sangre del impío». Más fuerte aún es el
rasgo atribuido a la diosa Anat por una de las leyendas de Ras Shamraí
ya que, al exterminar a sus enemigos, entraba decidida en el charco de
sangre, que le llegaba hasta la rodilla.
V. 25.—Los que contemplan las procesiones, pueden ser muy bien
los enemigos humildes como perros.
Mi rey: Ya en el cántico del Mar Rojo (56), cantaban: «Yahvé reinará
por siempre jamás». Y refiriéndose a estos tiempos, dice el Ps. 7312‫י‬:
«Pues Elohim es ya de antiguo mi rey, el que obra salvaciones en la
tierra».
V. 26.—La segunda parte de este versículo se puede traducir «en
medio de las jóvenes pandereteras». En este caso, en lugar de colocarse
las jóvenes entre los cantores y los que les acompañaban con sus ins-
trunientos, irían danzando a ambos lados de los mismos, o bien for-
mando un amplio corro en cuyo interior irían los cantores y músicos.
El instrumento manejado por las mujeres es la pandereta, lo mismo
que en Ex. 15,20.
V. 27.—Algunos autores (57) leen «bendecid» en lugar de «bende-
oían», y suponen que este versículo es el primero del canto de la proce-
sión; pero, puesto que el texto dice «bendecían», preferimos conservar
ei carácter narrativo, que no interrumpe la descripción.
El texto actual dice «en Maquelot». Si se traduce «en las asambleas»,

(®O Dt. 32.4143‫־‬.


(50) Ex. 15,18.
(57) Kirkpatrick, Pannier, Cales.
152 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

como hacen muchos (58), no se ve qué papel desempeñan las asambleas


en una procesión de llegada a Cades al terminar el viaje. Si se traduce
Maquelot, conservándole su valor geográfico, tampoco se entiende por
qué se ha de citar aquí una estación, que había quedado separada de
Cades por otras nueve, y que, por lo mismo, debía de quedar bastante
distante. Sospechamos que en esta palabra se esconde un plural feme-
nino de «maskil», que sería un género de canto sagrado, que también se
encuentra citado en Ps. 46,8: «Salmodiad un maskiU, siendo así que este
Ps. 46, en nuestra opinión, pertenece al ciclo de Cades. Cuando este
término resultaba ininteligible, se modificó creyéndolo corrompido (59),
«La fuente de Israel» puede ser una aposición de Adonai, y referirse
a él; pero comparándolo con Dt. 33,28, parece preferible interpretarlo
como sinónimo de Israel.
V. 28.—Más arriba hemos indicado por qué no se habla aquí más
que de estas dos tribus entre las del Norte. Cfr.

Estrofa cuarta

V. 29.—Aunque ‫ צוה‬significa «mandar, decretar», también puede


significar «enviar un mensajero» o «delegar». El delegado de Diosen
esta ocasión es aquel poder suyo que le da un aspecto imponente. Si
tenemos en cuenta que el v. 34 aduce el hecho del trueno o voz de Dios
como razón para que los reinos alaben a Elohim, podemos conjeturar
que el poder imponente de Dios, y delegado suyo en esta ocasión, no
es otro que el trueno, que serviría de testimonio de la grandeza de Dios,
e induciría a los pueblos enemigos a rendirle culto.
V. 30.—Omitida la glosa jerosolimitana que procede de una época
en que Dios manifestaba su poder en el templo de Jerusalén, expresa el
salmista el efecto que espera de esta manifestación de Dios: Tráigate
las reyes (¿los amalecitas?) dones.
V. 31.—La bestia de los cañaverales és para unos el cocodrilo y para
otros el hipopótamo. En todo caso simboliza a Egipto. El Egipto inferior
tenía como símbolo una mata de papiros, y para Isaías (60) Egipto es
una tierra de cañas y juncos. Ezequiel (61) llama al Faraón «cocodrilo
gigantesco, echado en medio de tus ríos». A la dinastía reinante, o bien

(58) Briggs, Kirkpatrick, Cales, Pannier.


m Este mismo término se encuentra con terminación masculina en P*· 20‫׳‬
(60) Is. 19,6.
(61) Er. 29 3.
EL SALMO 67 (68) ‫ז‬53

al pueblo egipcio en general, el salmista, que ha sido testigo de la dura


esclavitud a que habían estado sometidos por ellos los israelitas, les lia-
ma grupos de poderosos que dominan en los pueblos·
Obseqtuos: ‫ רצה‬en su forma Piel significa «captarse la benevolencia
de alguno». Se trata por lo tanto de obsequios que se llevan a un so-
berano para captarse su benevolencia.
Los pueblos amigos de ofrendas son sin duda Egipto y Etiopía, de
quienes se habla inmediatamente.
V. 3¿.— Tienda Etiopía sus manos a Elohim en actitud de súplica,
como se ve tantas veces a los extranjeros, y aún a los mismos etíopes,
tender sus manos hacia el Faraón en distintas representaciones artís-
ticas, que nos ha revelado la arqueología (62).
V. 33.—Todos los reinos de la tierra, pero acaso más directamente
los dos que acaba de citar, son invitados a alabar a Elohim, en términos
que recuerdan la invitación dirigida a los israelitas en el v. 4.
V. 34.—El que cabalga por los cielos es Dios, que se manifiesta en
las tormentas. De él dice Dt. 33,26: «No hay para Jesurun otro Dios, el
que en auxilio suyo marcha sobre los cielos, y en su majestad sobre las
nubes. Su morada son los eternos tabernáculos». Véase también Is. 19,1;
Ps. 17,11; 103,3. Los textos de Ras Shamra designan a Baal, dios de las
lluvias, con este mismo epíteto: rkb rpt. Los cielos antiguos, porque exis-
ten desde el principio de la creación.
Su voz, voz poderosa, es el trueno. Cfr. Ps. 28. A partir de esta frase,
las semejanzas entre este Salmo y el 28 son tan grandes, que llegan a
ser verbales. Esperamos poder demostrar en otra ocasión que perte-
necen a un mismo ciclo, al ciclo de Cades.
VV. 3536‫־‬.—Con estos dos trísticos se cierra el Salmo. Los tres
miembros del primero se corresponden con los del segundo en sentido
inverso: honor a Elohim, su manifestación en Israel, su manifestación
en los cielos; su manifestación en su santuario, su manifestación en
Israel, honor a Elohim.
Dad honor a Elohim: El término que hemos traducido «honor»,
es el mismo que en el v. 29 tradujimos «poder». Darle honor es reco-
nocer su poder, cuando es el hombre quien lo da a Dios; seria «hacer
Participe de su poder», cuando fuera Dios quien lo daba a los hombres.62

(62) Véase, por ejemplo, la escena reproducida en la tumba de u‫־‬n virrey de


ut>ia durante el reinado de Tutankamón. Principes y princesas de Sudán se pos-
tran Alante del rey, y levantan hacia él sus manos en actitud de súplica. Cfr. J. Ca-
PARt‫™? ׳‬Pos sur Γατί égyptien, fig. 80.
!54 estudios bíblicos.—Jesús Enciso

Estas dos ideas tan afines las encontramos expresadas con las mismas
palabras en nuestro versículo y en P. 28,11. Donde el Ps. 67,35 dice
‫ לאל־זץם‬ti? Uijl, Ps. 28,11 dice:‫ לעמו יתן‬ti? ‫יד!וה‬.; que viene a ser idéntico a
lo que leemos de nuevo en Ps. 67,36: ‫לעם‬...‫אל גחן עז‬.
El motivo de reconocer el poder de Dios, es que su majestad o gran-
deza se manifiesta protegiendo a Israel, y su poder resuena en los
cielos (63). El santuario de un Dios como éste tiene que infundir respeto.
El Dios que lo habita, es el Dios que ha hecho todas estas maravillas a
Israel. Bendito sea Elohitn: ‫אליהים‬ En Ps. 28,11 volvemos a leer
algo parecido pero en dirección contraria: 1‫ם‬3?‫ילווה ;יבךןד את־‬..

Los NOMBRES DIVINOS

En la actualidad se leen en este Salmo los siguientes nombres


divinos: El, Elohim, Adonai, Sadday, Yahvé y Yah.
Yahvé y Yah solamente se encuentran en las adiciones posteriores
al destierro. El se emplea únicamente en el sentido genérico de Divini-
dad. Quedan los otros tres nombres propios, de los cuales Sadday sólo
aparece una vez, cuando con sus alas extendidas protege a su pueblo en
la batalla. A Adonai se le atribuyen los dos oráculos divinos. Elohim es
el nombre principal. A Elohim se dirige el Salmo, Elohim es el que
viene por el desierto y se establece en Cades, Elohim es el objeto de las
alabanzas y reclamaciones, aunque por tres veces se le une en perfecto
paralelismo Adonai (64).
Pero en un principio no fué así. Donde hoy se lee Elohim, antes se
leyó Yahvé, como lo demuestra Números 10,35 s. y Jue. 514 s· Hubo
una época en que se verificó el cambio, y esta época es la misma en
que se verificó este fenómeno en toda la segunda colección davídica.
Sobre ella tenemos nuestra opinión propia, que esperamos publicar en
otro trabajo.
Antes de que el cambio se verificase, nuestro Salmo seguía en este
aspecto las mismas normas que el cántico de Moisés de Ex. 15· También
allí el nombre divino es Yahvé, con quien una vez (v. 17) se une en
forma paralela Adonai. El (y una vez Elohim) se emplea para designar
a la Divinidad en general, tanto que el plural Elim se aplica a los demás
dioses (v. 17). En cambio este cántico no usa nunca el nombre Sadday.

(G3) Esto recuerda lo que se lee en Dt. 33,26 s. : «No hay para Jesurún otro
Dios, el que en auxilio suyo marcha sobre los cielos, y en su majestad sobre las
nubes. Su morada son los eternos tabernáculos*.
<64) Vv. 18.27.33.
EL SALMO 67 (68) 155

Conclusión

Al terminar esta exposición exegética, tenemos la impresión de que,


cuanto más se examina el Salmo, más enraizado se le halla en la vida
de Israel en el desierto. Creemos que esta verdad quedará aún mas pa‫־‬
tente, cuando expongamos los otros Salmos que pertenecen a este mis-
mo ciclo. Entonces será también el momento de hacer resaltar las ca-
racterísticas literarias del grupo. Por hoy sólo queremos notar el empleo
de la repetición como elemento expresivo: «A la presencia de Elohim,
a la presencia de Elohim, de Elohim de Israel» (v. 9). «Los ejércitos de
Amelec huyen, huyen» (v. 13). «Es un monte de grasa, un monte de
quesos, un monte de grasa» (v. 16). «Los cielos, cielos antiguos... su
voz, voz poderosa» (v. 34). Es el mismo procedimiento que encontramos
en el cántico de Moisés junto al Mar Rojo: «Quién como tú, Yahvé,
entre los dioses? ¿quién como tú magnífico en santidad?» (Ex. 15,11).
«Hasta que tu pueblo, Yahvé, pase, hasta que pase el pueblo que redi-
miste» (Ex. 15,16) (65).
Jesús Enciso

(G5) Gillis Gerleman, en The Song of Debora in the light of stylistics («Vêtus
Testamentum» 1 (1951) 1G8-180) hace un interesante estudio de la estilística de este
canto, fácilmente aplicable a nuestro Salmo.

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