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Viaje en Sobretodo

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Leticia Feippe

Viaje en sobretodo
Sugerida para niños a partir de 8 años.
Estrenada en Teatro El Galpón en en mayo de 2011.
Dirección: Graciela Escuder y Bernardo Trías
Elenco: Sofía Hernández, Martín Pino, Ángeles Vázquez, Ignacio Duarte, Gabriela González, Bernardo Trías,
Daniel Cardoso
Vestuario y maquillaje: Sofía Arocena, Érika Del Pino
Escenografía: Bibiana Cabral y Valentina Pérez
Iluminación: Adrián Romero
Banda de sonido: Álvaro Fenocchi

La obra formó parte de las actividades de extensión cultural del teatro dirigidas a escolares. Entre mayo y
octubre fue vista por miles de niños de varias escuelas públicas y privadas del país. También hubo funciones
en las vacaciones de invierno con gran afluencia de público. La obra fue premiada por la Comisión Fondo
Nacional de Teatro (COFONTE).

Por más información sobre la obra y las funciones se puede consultar:


 http://www.alternativateatral.com/obra20502-viaje-en-sobretodo (información sobre la obra y el
teatro en el que se presentó)
 http://www.youtube.com/watch?v=6Aoy8g0VLlc (videos subidos a Youtube por Teatro El Galpón)
 http://www2.cartelera.com.uy/apespectaculofb.aspx?5507 (información de cartelera)

Canciones originales escritas por la autora para la obra:


http://leticiafeippe.com/wp-content/uploads/2009/11/El-agua-es.mp3
http://leticiafeippe.com/wp-content/uploads/2009/11/Usted-es-un-chanta.mp3

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Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
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PERSONAJES:
ANA: 10 años. Hermana mayor. Curiosa. Divertida. Disfruta cuando aprende cosas nuevas.
MARTÍN: 9 años. Hermano menor. Simpático. Osado. Algo revoltoso.
ABUELA: Divertida, excéntrica, excelente persona.
CHOFER: Futurista. Acelerado, actúa como si se estuviera por acabar el mundo.
VENDEDOR: Futurista, forma parte de un gran engranaje comercial, habla con versos aprendidos.
DOCTOR: Futurista. Desconfiado. Pertenece al aparato controlador de la sociedad.
POLICÍA: Encargado de recitar normas.
MAX: Niño del futuro. Preocupado por el cumplimiento de las normas. Agobiado por lo difícil que es ser
niño en un mundo así.
VIEJO DE LA CASA: Se nota que ha vivido mucho. Tranquilo. Fiel a sus principios y a la resistencia
pacífica. Si el mundo se convirtiera en un lugar como el que se describe en la obra, el Viejo de la Casa
sería Martín con 204 años de edad.
GUARDIA PRINCIPAL: Uno de “los malos”. Elegido por su fidelidad al régimen, no tanto por su capacidad.
CLARITA: Recepcionista de Industrias Trasca. Bonita, algo tonta. Odia a Carlota, la secretaria privada del
Sr. Trasca.
SR. TRASCA: El “malo” número uno. Dueño de todo. El mundo gira en torno a su negocio.
CARLOTA: Secretaria privada de Trasca. Lo adula y lo sigue a todas partes. Vive para él.
GUARDIAS: Algo torpes. Ataviados con armas y trajes futuristas.

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HOY

ESCENA I
(Ana y Martín)

(La escena se desarrolla en la casa de los hermanos Ana y Martín. Sobre una mesa ratona hay un teléfono
que suena. Ana y Martín entran corriendo para atenderlo)
MARTÍN: ¡Yo atiendo!
ANA: ¡No, dejame a mí!
MARTÍN: ¡A mí, a mí, a mí! (Tomando el teléfono) ¿Hola? (Pausa) ¡Mamá!
ANA: (Quitándole el teléfono) ¡Hola, Mamá!
MARTÍN: (Grita, acercándose al teléfono) ¡Mamá, Ana no me deja hablar!
ANA: Callate, Martín, que no escucho.
MARTÍN: Bueno, si no escuchás, hablo yo. (Le quita el teléfono y habla). ¡Mamá, no sabés! Hoy atrapé un
montón de cangrejos. Y, ¿sabés qué? No me picó ninguno. Los puse en la pileta del baño y
caminaban todos torcidos y se resbalaban para todos lados. Caminaban todos chuecos...
ANA: Ay, Martín. Obvio que los cangrejos caminan torcidos. Son cangrejos.
MARTÍN: Callate. Mamá. No, no los dejé en la pileta. Después los metí en un bollón. (Pausa) Los tengo
en mi cuarto. ¿Qué les puedo dar de comer? (Pausa) Ah. Pero yo me los quiero quedar… Dale,
porfi. Yo los llevo a la playa a que coman. Dale, unos días nomás. Después yo los llevo a la playa
y los dejo ahí. (Pausa) Bueno, pasame. ¡Hola, papá! ¡Atrapé un montón de cangrejos en la playa!
Sí, después te los muestro. Los tengo en un bollón en mi cuarto.
ANA: (Interrumpiéndolo) Martín, dejame hablar.
MARTÍN: ¡Mirá que sos pesada! Bueno, papá, te paso con Ana que anda acá jorobando. (Le pasa el
teléfono).
ANA: ¡Hola, papi! ¿Por qué no llegaron todavía? (Pausa) Paaa. ¿Y cuándo vienen? (Pausa) Bueno. Ta.
Dale, pasame. ¡Mamá! Ya tenemos todo pronto para la escuela. ¿Sabés qué? Ayer me encontré
con una amiga y me contó que la maestra de quinto es re buena. (Pausa) Dale. Sí, le digo a la
abuela. (Pausa) Bueno, chau.
MARTÍN: (Gritando cerca del tubo) ¡Chau!
ANA Y MARTÍN: ¡Chau, chau, chau, chau!

ESCENA II
(Ana, Martín y la abuela)

(Apenas cuelgan el teléfono, entra la abuela)

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ABUELA: ¿Qué es todo este griterío?


ANA: Nada. Llamaron papá y mamá para avisarnos que no sabían si iban a poder llegar esta noche porque,
como hace unos días llovió pila, se inundó todo y clausuraron el puente del río Negro y ellos no
sabían que no se podía pasar por ahí. Entonces dieron la vuelta para venir por otro lado y justo se
les rompió el auto en un camino de tierra y ahora no pueden salir porque no hay ómnibus entonces
tienen que esperar que alguien los vaya a buscar y capaz que se quedan a dormir en la casa de la
tía.
ABUELA: ¡Ana, respirá!
MARTÍN: Ja, ja, Ana no sabe respirar.
ANA: Callate, no digas pavadas.
ABUELA: Hey, no peleen.
ANA: Bueno. Ta. Y dicen que mañana, si ellos no pueden llegar a tiempo, vos nos vas a tener que llevar
vos a la escuela.
ABUELA: Mirá qué bien… Bueno, entonces, si les parece, nos vamos a acostar así mañana no llegan
tarde. Yo también me voy a acostar. (Se mira las manos) Ya terminé de pintarme las uñas para el
baile de jubilados que tengo mañana así que puedo irme a la cama feliz y contenta.
MARTÍN y ANA: (Quejándose) Aaah, yo no me quiero acostar.
MARTÍN: Yo tampoco. Es re temprano... ¡No son ni las doce!
ANA: Sí, es temprano. (Suplicando) ¡Dale, un ratito más! No tenemos sueño.
ABUELA: Es tarde.
MARTÍN: Pero no tenemos sueño. Dale, un ratito más.
ANA: Sí, porfi.

ANA Y MARTÍN: Dale, porfi, porfi, porfi.

ABUELA: A ver… si les contara un cuento, ¿se acostarían?


ANA: Mmm… bueno, dale.
MARTÍN: Sí, dale, vamos.
(Ana y Martín se dirigen a su cuarto con la abuela. Van saltando y jugando. Al llegar, se acuestan y
empiezan a escuchar atentos a la abuela que, sentada en la cama de Ana, narra la historia)
ABUELA: Bueno, les cuento…
ANA: Dale, contanos.
MARTÍN: Sí, contanos.
ABUELA: Érase una vez un lugar muy seco, más seco que el desierto. Pero no era el desierto. Era una
ciudad llena de edificios, justo en el medio de la Antártida...
MARTÍN: ¡Ah, abuela, pará, dejá de inventar! Si en la Antártida no hay edificios.
ANA: Ay, Martín. ¿No sabés que los cuentos pueden ser inventados?
ABUELA: Sí, Martín, Ana tiene razón. Los cuentos pueden ser inventados. Aunque también pueden ser
reales... Como este que les estoy contando.
MARTÍN: No, no es de verdad. En la Antártida no hay edificios.
ANA: (A Martín, susurrando) Dejala que invente. ¿No ves que está viejita?
ABUELA: Bueno, ¿me van a escuchar o no?

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ANA Y MARTÍN: Sí, sí.


ABUELA: Resulta que, como la ciudad era muy pero muy seca, todo el mundo tenía sed. Y lo peor de todo
es que no había agua. Bueno... En realidad había un poco pero se utilizaba como combustible para
los autos y las naves espaciales. (Ana y Martín se miran, extrañados).
ANA: Abuela, si estaban en la Antártida, ¿por qué no fundían hielo y lo convertían en agua y se lo tomaban?
ABUELA: Es que no había hielo.
MARTÍN: ¡Pará, abuela! ¡Mirá si no va a haber hielo en la Antártida!
ABUELA: No, señor. No había hielo porque se había gastado todo en hacer una piscina con toboganes y
juegos de agua.
MARTÍN: ¿Y por qué no derretían la piscina?
ANA: El hielo se funde, no se derrite.
MARTÍN: Bueno… ¿por qué no fundían la piscina?
ABUELA: No podían fundir la piscina porque la piscina ya no existía. Se había evaporado toda, toda.
ANA: ¡Pero no se puede evaporar! Para que se evapore tiene que hacer calor.
ABUELA: ¿Y quién te dijo que ahí no hacía calor?
ANA: La maestra.
ABUELA: Ah, pobrecita... Decile a tu maestra que no sabe nada.
ANA: ¡Abuela! ¿Cómo le voy a decir eso a la maestra?
ABUELA: Bueno, entonces no le digas nada y escuchá la verdad de la milanesa. (Pausa) ¿En qué
habíamos quedado?
MARTÍN: En que todo el mundo tenía sed y que no había agua porque había poca porque se usaba para los
autos y las naves espaciales.
ABUELA: Ah, sí, ya me acuerdo. Entonces, lo que hacía la gente cuando tenía sed, era tomarse unas
pastillas antised que fabricaba un señor que se había vuelto millonario. ¿Ustedes se preguntarán
por qué no se tomaban el agua de los autos? (Ana y Martín asienten) No se la tomaban porque era
carísima. Además, casi toda la gente había dejado de andar en auto porque se había acabado el
petróleo. Y los autos que funcionaban con agua eran muy pero muy caros.
MARTÍN: ¿Y en qué andaba la gente?
ABUELA: Y... algunos andaban a pie, otros en bicicleta, otros en dinosaurio.
ANA Y MARTÍN: ¿En dinosaurio?
ABUELA: Sí, en dinosaurio. ¿Nunca vieron un dinosaurio?
ANA: Sí, en la tele.
MARTÍN: Sí, yo también vi en la tele. Pero, ¿sabés qué? No te creo nada porque los dinosaurios son muy
altos y no se puede subir.
ABUELA: ¿Cómo que no? ¿No vieron que en la espalda tienen como unos pinchitos? Bueno, si usás esos
pinchitos como escalones, te subís y listo. ¡Ay, no se imaginan lo lindo que es andar en dinosaurio!
Ver todo desde allá arriba. Está mucho mejor que subirse al Mambo o a las sillitas del Parque
Rodó. (Pausa) Bueno, como les decía, había un señor millonario que, no solo fabricaba las
pastillas antised, sino que tenía un plan muy malvado... (Misterio. La abuela hace una pausa.
Martín y Ana esperan atentos a que cuente cuál es el plan) ¡Ay, esperen! ¿Qué hora es?

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ANA: Las doce de la noche.


ABUELA: ¡Ay, qué tarde se hizo! Duérmanse, niños, mañana les sigo el cuento.
MARTÍN: Pero… ¿y el plan malvado del tipo ese?
ABUELA: Duerman, duerman. Mañana seguimos con el cuento.
(Los niños se acuestan y se tapan. La abuela apaga la luz y camina hacia su cuarto, donde se acuesta.
Ana y Martín no logran dormirse. Con las luces apagadas o muy bajas, Martín se incorpora y le
habla a su hermana, susurrando).
MARTÍN: Ana.
ANA: ¿Qué?
MARTÍN: ¿Te dormiste?
ANA: No. ¿No ves que estoy hablando?
MARTÍN: No, no veo. Esto está medio oscuro.
ANA: Ah, bueno. No, no me dormí. ¿Sabés? Me quedé pensando en la abuela.
MARTÍN: Sí, pobre, está re-loca. ¡Inventa cada cosa! ¿De dónde sacará esas historias?
ANA: Mmm… No sé. ¡Están buenas!
MARTÍN: ¿De dónde habrá sacado esta historia de la Antártida? Me quedé con ganas de escuchar el final.
ANA: Y... capaz que sacó la historia de algún libro. O capaz que leyó mucho y por eso sabe cómo inventar
historias.
MARTÍN: ¿Y si vamos a la biblioteca de ella para ver si tiene libros? Capaz que encontramos la historia del
tipo malo ese de la Antártida.
ANA: ¿Querés que vayamos a revolver las cosas de la abuela? ¿Te parece?
(Se escucha un ronquido muy divertido)
MARTÍN: Ana, ¿escuchaste eso?
ANA: ¡Sí!.
MARTÍN: Eso quiere decir...
ANA: Que la abuela se durmió.
MARTÍN: ¡Exacto! Y eso quiere decir...
ANA: Que podemos ir a ver si encontramos el libro de la Antártida.
MARTÍN: ¡Exacto! Dale, levantate.
(Martín y Ana se levantan. Salen de su dormitorio y se dirigen a donde están las cosas de la abuela)

ESCENA III
(Ana y Martín)

(Ana y Martín revuelven las cosas de la abuela buscando libros)


ANA: Quiero encontrar algún libro que tenga la historia que la abuela contó hoy. Me intriga saber cómo
termina.
MARTÍN: Sí, a mí también. ¿Cuál será el plan que tenía el tipo malo ese?
ANA: Ay, no encuentro ningún libro.
MARTÍN: (Abriendo un baúl) Mirá, acá hay unos papeles.

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ANA: A ver.
MARTÍN: (Toma una foto y empieza a reírse) Mirá esto. Es una foto de Gardel y dice algo atrás. (Pausa)
Para mi porota con amor. Firma: Carlitos.
ANA: ¿Qué? ¿La abuela fue novia de Gardel?
MARTÍN: Y... puede ser. Si la abuela nació en Tacuarembó.
ANA: ¡Mirá! (Saca una agenda) Acá hay una agenda.
MARTÍN: Abrila, a ver qué dice.
ANA: Tiene un montón de direcciones: Artigas, José; Varela, Obdulio; Giménez, Susana; Legrand, Mirta;
Bochinche, Cacho.
MARTÍN: Eso debe ser trucho. Si esas personas no tienen nada que ver una con otra.
ANA: No sé... ¿No son todos de la misma edad más o menos?
MARTÍN: Puede ser... Pero igual, no tienen nada que ver una con otra y menos con la abuela. (Encuentra
un diario) Mirá este diario.
ANA: A ver.
MARTÍN: ¿Te leo los titulares? “Planeta Marte, campeón del apertura”.
ANA: ¿Qué, qué?
MARTÍN: Sí, acá dice “desde que Nacional y Peñarol se quedaron sin jugadores, el equipo del planeta rojo
se ha consolidado como campeón indiscutible”.
ANA: ¡Pa!
MARTÍN: Y mirá esto. “La cadena de hoteles Supertop abrirá un nuevo cinco estrellas en Pajas Blancas”.
ANA: (Quitándole el diario) A ver, prestámelo a mí. (Ana lo toma y lee en voz baja con atención y sorpresa.
Martín no la escucha)
MARTÍN: ¿Qué pasó?
ANA: “Montevideo inaugurará su primera playa artificial. Tendrá arena y agua importados directamente
desde la Antártida”. (Pausa) Se parece al cuento de la abuela.
MARTÍN: Pero, ¿de qué fecha es ese diario?
ANA: No sé. Vamos a fijarnos. (Lee en voz alta: ciudad, día y mes)... ¡Ay, no se ve el año!
MARTÍN: Está manchado. ¿Qué es? ¿Dulce de leche? (Martín pasa el dedo por la mancha y se lo lleva a
la boca)
ANA: ¡No! ¡Pará! No te metas ese dedo en la boca. Este es el diario con el que limpié la caca del gato.
MARTÍN: ¡Guácala! (Pausa) ¿De dónde habrá salido?
ANA: De la cola del gato.
MARTÍN: No, la caca no. El diario.
ANA: ¿Lo habrá escrito la abuela?
MARTÍN: No sé. Parece un diario de verdad. ¿Qué más hay en el baúl?
(Revuelven. Encuentran bikinis, pelucas, lentes de sol, comunicadores intergalácticos, patines, mucha ropa
moderna y objetos extraños)
MARTÍN: No puedo creer que todo esto sea de la abuela.
ANA: (Sacando un par de sobretodos) Martín, mirá qué buena que está esta ropa. Tomá, ponete uno y
jugamos a los detectives espaciales.

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MARTÍN: ¡Dale!
(Se ponen los sobretodos, comienza una música futurista y se apagan las luces)
MARTÍN: (Asustado, gritando) ¿Qué pasó? ¡No veo nada!
ANA: (También gritando) ¡No sé! Tengo miedo. ¿Escuchaste esa música?

EL FUTURO, LA ANTÁRTIDA

ESCENA I
(Ana, Martín y el chofer)

(Al encenderse las luces, Ana y Martín se encuentran en una ciudad futurista desconocida. Entra corriendo
el chofer)

CHOFER: (Toma a los niños del brazo y se los lleva) ¡Rápido! ¿Qué hacen todavía acá? ¿No saben que
este es el último taxi aéreo?
(Los lleva corriendo. Vuelve a aparecer la música futurista y se ven luces tipo psicodélicas)
ANA: Señor, ¿a dónde nos lleva?
CHOFER: A la Antártida.
MARTÍN: Pero, ¿por qué?
CHOFER: ¿Qué pasa? ¿Ustedes no ven las noticias? ¿No saben que la Antártida es el único lugar
habitable?
MARTÍN: ¿Cómo? ¿De qué habla? ¿Qué noticias? Yo no escuché nada.
CHOFER: Ah, es muy largo de explicar. ¿Dónde están sus padres?
ANA: Supongo que estarán durmiendo.
CHOFER: Ah, entiendo. (Saca unos caramelos y se los da) Tomen esto.
ANA: ¡Ah, caramelos!
(Ana y Martín los comen)

MARTÍN: (Bostezando, con voz de sueño) ¡Qué gusto raro! ¿De qué sooon?
CHOFER: Son pastillas para dormir. El viaje es largo. (Pausa) No sé para qué les explico si ya se
durmieron.
Ana y Martín duermen.

(El chofer sale)

ESCENA II
(Ana, Martín, Vendedor, Médico y Policía)

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(Ana y Martín despiertan en la Antártida. Asustados, miran a su alrededor y nada les parece familiar)
MARTÍN: ¿Dónde estamos?
ANA: No sé.

(Entra el vendedor)
VENDEDOR: Buenas, buenas. Veo que son nuevos por acá. ¿Los puedo ayudar en algo?
ANA: (Con miedo) Sí, díganos por qué nos trajeron para acá.
VENDEDOR: (Riéndose) Ja, ja, ja. ¡Qué buen chiste! ¿Desean algo? Tengo para ofrecerles
computadoras, excursiones al espacio exterior, remedios para la calvicie, tickets de alimentación,
mascotas...
MARTÍN: Ay, sí. Yo quiero una mascota. ¿Qué tiene?
VENDEDOR: Mirá, justo acá tengo el catálogo. Te puedo ofrecer un ñacurutú, un elefante en miniatura, un
tigre de Bengala, un perro...
MARTÍN: ¡Un perro! Quiero un perro.
VENDEDOR: Estimado amigo, si quiere un perro, aquí tengo el mejor. Perro de raza Trasca. Transgénico.
Mejorado con genes de tortuga. No muerde, no come, no hace pichí, no ladra, no juega. Ideal para
tener en un apartamento de diez metros cuadrados. Solo por hoy lo llevan a 150.000 pesos.
ANA: Pero señor, eso que usted vende más que un perro parece un perchero. Además, es carísimo. ¿No
tiene perros de verdad? Un perro marca perro de esos que hacen pichí así (imita a un perro).
VENDEDOR: ¿Marca perro? No. No conozco esa raza. ¿Se les ofrece alguna otra cosa?
MARTÍN: Sí, yo me muero de sed. ¿Dónde puedo conseguir agua?
VENDEDOR: (Riéndose) Ja, ja, ja. ¡Qué buen chiste! Ja, ja, ja. ¡Qué buen chiste! Ja, ja, ja. ¡Qué buen
chiste! Ja, ja, ja. ¡Qué buen chiste!
ANA: (Al vendedor) Señor, usted, ¿no sabe decir otra cosa que (imitándolo) “ja, ja, ja, qué buen chiste”?
VENDEDOR: (Les alcanza un blíster) Tomen.
MARTÍN: ¿Qué es esto?
VENDEDOR: Son las nuevas pastillas antised. Aprovechen que están de oferta.
MARTÍN: No, usted no entendió. Yo no quiero pastillas. Quiero agua.
VENDEDOR: (Riéndose) Ja, ja, ja. ¡Agua! ¡Qué buen chiste! ¡Quieren agua! Ja, ja, ja.
(Entra el médico)
MÉDICO: (Al vendedor) ¡Carlitos! ¿Qué hacés por acá? No sabía que ahora eras vendedor ambulante.
VENDEDOR: Sí, hasta hace poco trabajaba en el museo prehistórico pero me echaron porque alguien se
robó todos los fósiles de peces y plantas.
MÉDICO: Sí, es cierto. Cada vez que veo los nuevos escarbadientes marca Trasca, me acuerdo de
aquellos fósiles. Eran igualitos... (Mirando a Ana y Martín) ¿Y esta gente qué hace acá? ¿Quiénes
son?
VENDEDOR: No sé. Unos despistados. Bueno, yo me voy a seguir vendiendo cosas por ahí. (A Ana y
Martín) Si precisan algo, aquí está mi tarjeta. (Les deja la tarjeta y sale).
MARTÍN: (Gritando) ¡Señor, quiero agua!
(Se escucha la voz del vendedor, diciendo “¡Agua! Ja, ja, ja. ¡Qué buen chiste! Ja, ja, ja.”)
MÉDICO: (A Ana y Martín) Veo que acaban de llegar. ¿Ya les hicieron la revisación?

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ANA: ¿Qué revisación?


MÉDICO: La revisación prescripta por la ley 450657. Les explico. Cada persona que llega a la Antártida
tiene que someterse a la revisación prescripta por la ley 450657. (El médico comienza a
examinarlos con una lupa y aparatos extraños). Está bien. Pueden quedarse. (Empieza a juntar
sus cosas para irse)
ANA: (Al médico) Señor, una pregunta. Mi hermano tiene sed. ¿Sabe dónde podemos conseguir un vaso
de agua?
MÉDICO: ¿Agua? ¡Agua! (Retorciéndose de la risa) Ja, ja, ja. ¡Qué buen chiste! ¡Agua! Ja, ja, ja. (Sale)
ANA: Ah, no. Esto no puede ser. Acá están todos locos.
MARTÍN: Sí, y yo me muero de sed. (Pausa) Mirá, ahí viene un policía. Vamos a preguntarle.
(Entra el policía)
ANA: Señor, señor. ¿Nos puede decir dónde podemos conseguir agua?
POLICÍA: Negativo. Es un secreto de Estado.
MARTÍN: Pero tengo sed.
POLICÍA: ¿Ya les hicieron la revisación prescripta por la ley 450657?
ANA: Sí, sí. Ya nos hicieron la cosa esa. Ahora queremos saber dónde podemos conseguir un vaso de
agua.
POLICÍA: El tráfico y el consumo de agua están penalizados por la ley 256821. Solo está permitido el
consumo de pastillas antised marca Trasca, de caramelos antised marca Trasca, de música antised
marca Trasca y de películas antised marca Trasca.
MARTÍN: Ufa. Está bien. ¿Y dónde podemos conseguir todo eso?
POLICÍA: En la fábrica Trasca.
ANA: ¿Y eso qué es?
POLICÍA: (Gritando) ¿Cómo? ¿No saben quién es el señor Trasca? Me temo que voy a tener que
arrestarlos. ¿Cuántos años tienen?
ANA: (Con miedo) Diez y nueve.
POLICÍA: Ja, ja, ja. ¡Qué buen chiste! Ja, ja, ja. (El policía ríe durante un rato. Luego se pone serio y
habla)
POLICÍA: Acompáñenme.
(Salen)

ESCENA III
(Ana, Martín, Policía, Guardia Principal, Max y El Viejo de la Casa)

(El policía conduce a Ana y Martín hacia una sala donde se encuentran el Guardia Principal y otras dos
personas detenidas. Ellos son El Viejo de la Casa, un hombre anciano y de aspecto extraño y Max,
un niño de la edad de Martín, que sostiene una computadora portátil).

POLICÍA: Señor Guardia Principal. Aquí le traigo otros dos detenidos.

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GUARDIA PRINCIPAL: Muy bien. Puede retirarse a hacer su recorrida. (El policía saluda y sale. El
Guardia Principal hace una pausa, toma unos papeles y se dirige a los detenidos) Póngase de pie el
arrestado Max Pecé. (El niño se pone de pie y el Guardia Principal le habla) Usted ha infringido la
norma particular número 466. Póngase de pie el señor Viejo de la Casa. (El Viejo de la Casa se
levanta). Usted ha infringido la norma particular número 1. Pónganse de pie ustedes dos. (Ana y
Martín se paran) ¿Cuál es su registro de ADN?
MARTÍN: ¿Qué es eso?
GUARDIA PRINCIPAL: ¿Cómo que qué es eso? ¿No conocen la ley 157632?
ANA: No, no sabemos qué es eso.
GUARDIA PRINCIPAL: Artículo 1: Todos los ciudadanos están obligados a figurar en los registros de ADN
del Gobierno. Artículo 2: Aquellos ciudadanos que no se registren antes de los diez minutos de
nacidos serán sancionados con multa equivalente a doscientos salarios mínimos o diez días de
prisión. (Pausa) Tengo entendido que también infringieron la ley 400021.
ANA: Mire, señor, nosotros no tenemos idea de lo que está hablando. Igual, no puede meternos presos
porque somos niños y los niños no van a la cárcel.
GUARDIA PRINCIPAL: Error. Tienen derecho a formularme tres preguntas.
ANA: ¿Eeeh? ¿Error? ¡Somos niños! ¿Desde cuándo los niños van a prisión?
GUARDIA PRINCIPAL: Primera pregunta formulada.
ANA: ¿Eh? No, no vale.
GUARDIA PRINCIPAL: La respuesta a su pregunta es: desde que se promulgó la ley 222000. Desde que
se promulgó esta ley los niños son tan imputables como los adultos. Esta ley también prohíbe el
ejercicio de la abogacía, lo que significa que ya nadie tiene derecho a reclamar un abogado.
MARTÍN: ¿Qué quiere decir “promulgó”?
GUARDIA PRINCIPAL: Segunda pregunta formulada. La promulgación es el acto por el cual una ley entra
en vigencia. Les resta una sola pregunta.
ANA: (Enojada) ¡No, no vale! La pregunta que hizo mi hermano era porque no entendía. Y yo tampoco
entendía. Queremos dos preguntas más.
GUARDIA PRINCIPAL: Les resta una sola pregunta.
MARTÍN: ¡Ufa!
ANA: ¡Sí, ufa! Ustedes son puras leyes y reglas. No nos quieren dar agua. Nos quieren llevar presos.
Están llenos de cosas raras y ni siquiera nos dejan preguntar y se ríen de nosotros y nos tratan
horrible. Nombran ochocientas mil leyes con ochocientos mil números y no entendemos nada.
¿Por qué se ríen de nosotros? ¿Eh? ¿Por qué nos tienen encerrados acá? Hace como mil horas
que estamos acá, solos, perdidos y ni siquiera hemos podido comer, tomar agua o ir al baño. A ver,
dígame una cosa, usted que sabe tanto. ¿Tienen baño acá en esta porquería de cárcel o lo que
sea? ¿Eeeh? ¿O también toman pastillas para no tener que ir al baño?
GUARDIA PRINCIPAL: Usted hizo muchas preguntas, señorita. Y le dije que tenía derecho a una sola.
ANA: ¿Qué qué?
GUARDIA PRINCIPAL: Usted preguntó primero (imitándola): ¿Por qué se ríen de nosotros? Después
preguntó: ¿Por qué nos tienen acá? Y, finalmente, preguntó si teníamos baño y si tomábamos

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pastillas para evitar hacer nuestras necesidades. Como bien le indicamos, solo podía hacer una
pregunta. Así que le voy a responder una sola. Voy a responder solamente la pregunta relativa al
uso del baño. Respuesta: Para hacer uso del baño oprima el botón que está en la parte derecha de
cualquier asiento. Ah, y voy a tomar nota de su idea de tomar pastillas para no ir al baño. (Pausa)
Es muy interesante. (Mirándolos fijamente) Ahora, quedarán detenidos aquí hasta mañana. Al
amanecer, les tomarán muestras de ADN y luego serán conducidos a la Cárcel General de la
Antártida. Los días que pasen allí serán descontados de sus jornadas de trabajos forzados en la
fábrica Trasca, si finalmente eligen cumplir su pena en las hermosísimas instalaciones de la fábrica
Trasca. Mañana por la mañana les llegará una dosis de pastillas antised. Disfruten su estadía. (El
Viejo de la Casa se recuesta en su asiento, dispuesto a dormir. El Guardia principal se acerca a él y
lo sacude) Usted no se queda. Usted viene conmigo.
(El Viejo de la Casa se levanta. Camina despacio y canta)

VIEJO DE LA CASA: Los peces tienen sueño


Los peces quieren dormir
Su cama es una almeja
Su almohada un monopatín.

(El Guardia Principal y el Viejo de la Casa salen. Ana, Martín y Max son llevados por el Policía a una celda
con puerta invisible)

ESCENA IV
(Martín, Ana y Max)

(Martín y Ana intentan salir de la celda pero, cada vez que lo intentan, chocan contra una puerta invisible).

MAX: No lo intenten, hay una puerta invisible que solo los guardias pueden abrir.

MARTÍN: (A Max) Hola. Te llamás Max, ¿no? Yo soy Martín.


ANA: Y yo soy Ana.
MAX: (Sin apartar la vista de su computadora) Sí, soy Max. Infringí la norma particular número 466.
ANA: ¿Y eso qué quiere decir?
MAX: Que hice una redacción demasiado larga.
ANA: ¿Y por eso te meten preso?
MAX: El consumo de bytes está racionado. Si gasto más de los que tengo autorizados, no puedo pasar de
año.
MARTÍN: ¿Bytes? ¿Qué son bytes?
MAX: ¿No saben qué son los bytes? Es como medimos las cosas. ¿En qué miden las redacciones
ustedes?
ANA: En cantidad de letras, de hojas, de palabras.
MAX: ¿Escriben en hojas? No entiendo. Bueno… igual no importa si entiendo o no. Lo que importa es que
si no puedo corregir esta redacción, no puedo pasar a cuarto año.

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MARTÍN: ¡Ah! Yo también estoy en cuarto! Mañana empiezo las clases y todavía no sé cómo voy a hacer
para llegar en hora.
ANA: No entiendo nada. No entiendo por qué te metieron preso a vos por esa pavada y no entiendo por
qué a nosotros nos meten presos porque pedimos agua.
MARTÍN: Sí, pedíamos agua y todos se reían.
MAX: (Recita aburrido) Ley 256821. Artículo 1: Declárase al agua como elemento para uso exclusivo de los
vehículos. Prohíbese su extracción, comercialización y distribución con otros fines que no sean los
expresados por la presente ley. (Pausa) Artículo 2: El tráfico y el consumo de agua están
penalizados por la presente ley con una pena mínima, inexcarcelable, de seis meses de
penitenciaría o, si el imputado lo prefiere, con seis meses de trabajos forzados en la empresa que el
Gobierno disponga. (Pausa) Artículo 3: Solo está permitido el consumo de pastillas antised marca
Trasca, de caramelos antised marca Trasca, de música antised marca Trasca y de películas antised
marca Trasca. (Pausa) Artículo 4: Cualquier persona que produzca o venda pastillas, caramelos,
música o películas antised de otra marca, será condenada a trabajo perpetuo en la fábrica Trasca,
sin percibir salario hasta cumplidos los dos años de labor. (Pausa) Ley 400021: Artículo 1:
Prohíbese a los funcionarios de toda empresa distraerse durante su horario de trabajo. (Pausa)
Artículo 2: Los funcionarios de toda empresa dispondrán de veinte minutos diarios para reír, comer
e ir al baño. (Pausa) Artículo 3: Si un funcionario fuese sorprendido riendo o sonriendo durante su
horario de trabajo, será expulsado de la empresa, salvo que pruebe, mediante declaración jurada y
testigos, que la distracción se produjo por razones ajenas a su voluntad. En ese caso, la persona
que provocó la distracción será multada con la suma de quinientos mil pesos o deberá optar entre
dos semanas en prisión o dos semanas de trabajos forzados en la fábrica Trasca.
ANA: ¿Eso quiere decir que si alguien se rió por algo que dijimos, nosotros vamos presos?
MAX: Efectivamente. ¿Hicieron reír a alguien?
(Ana y Martín se miran preocupados)
MARTÍN: Sí.
MAX: Entonces están en problemas.
ANA: ¡Max! Te sabés todas las leyes.
MAX: Sí. Las aprendí en la escuela. ¿Ustedes no las saben?
ANA: No. Además, no entiendo para qué tienen esas leyes tan ridículas. Son espantosas.
MARTÍN: Me encantaría salir de esta prisión para ir hasta la fábrica Trasca y apagarles todas las máquinas
tirándoles bombas de agua.
MAX: (Fija la vista en su monitor) ¿Agua? (Ríe bajito y luego se pone serio y suspira) Si no logro arreglar
esta redacción y repito el año, voy a tener que estar en la cárcel mucho tiempo.
ANA: ¿Te mandan a la cárcel por repetir el año?
MAX: Dos meses por repetir primero, cuatro meses por repetir segundo, ocho meses por repetir tercero,
dieciséis meses por repetir cuarto, treinta y dos meses por repetir quinto y sesenta y cuatro meses
por repetir sexto.
MARTÍN: ¡Pa! ¿Cómo hacés para acordarte de todos esos números?

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MAX: Es fácil. Tenés que acordarte del dos, multiplicarlo por dos y volver a multiplicar por dos el número
resultante. Es una progresión.
MARTÍN: Ah, bueno. Igual me parece muy complicado. No soy muy amigo de las tablas. Así que,
entonces, vos estás preso por repetir el año.
MAX: No. Nunca dije que yo hubiera repetido el año.
MARTÍN: ¿Entonces?
MAX: Estoy preso por haberme excedido en una redacción. Tenía que ser de veinte kilobytes y me salió de
veinticinco. Es una pena corta. A día por kilobyte, son cinco días. Esto no me inhabilita para seguir
cursando cuarto año. ¿Cómo puede ser que no conozcas todas estas reglas?
ANA: Es una pena que la gente vaya presa por tantas pavadas.
MAX: No es una pavada, Ana. Tenemos un máximo permitido de 34 gigabytes por año y no podemos
gastarlos todos en una redacción. Vos, ¿cuántos llevás?
ANA: (Sin saber qué le preguntaron) Yo qué sé.
MAX: Tengo que escribir esta redacción una y mil veces, hasta que logre hacerla de veinte kilobytes. Ya
logré reducirla un poco. Pero me preocupa la palabra “elevado”. Si pudiera encontrar un sinónimo
más corto...
MARTÍN: Alto.
MAX: ¿Qué?
MARTÍN: Alto es lo mismo que elevado. No sé bien qué es un sinónimo pero me parece que es lo que vos
andás buscando. Una palabra que quiera decir lo mismo que otra.
MAX: A ver, voy a probar. (Escribe en su computadora y se asombra) ¡Guau! Quedó de 20 kilobytes. Esto
quiere decir que voy a poder salir mañana de mañana. Martín, no sé como agradecerte.
ANA: ¿Diciendo “gracias”?
MAX: ¿Alcanza?
MARTÍN: ¡Claro!
MAX: Gracias. ¿Sabés en qué ley se explica cómo agradecer?
MARTÍN: Ay, dejate de leyes. Mirá, te enseño un saludo. (Le enseña un saludo coreografiado y ríen)
ANA: Max. ¿Conocés a ese señor viejo que estaba acá?
MAX: ¿El Viejo de la Casa?
ANA: Sí. ¿Por qué lo arrestaron?
MAX: El Viejo de la Casa infringió la norma particular número uno. Se resistió cuando fueron a demoler su
casa para construir un edificio.
MARTÍN: ¿Y eso qué tiene de malo?
MAX: Está penalizado por la norma particular número uno.
MARTÍN: Max, me quede pensando… si acá no hay agua, ¿cómo es que ese señor andaba cantando una
canción de los peces. Los peces viven en el agua. Y si no hay agua...
MAX: Ese señor tiene 204 años. Él conoció el agua.
MARTÍN: Yo también conozco el agua. ¿Vos no?
MAX: Dormite, Martín. Si los guardias te escucharan diciendo cosas así podrías ir preso de por vida.
(Max se comienza a poner un casco)

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ANA: ¿Para qué te ponés ese casco?


MAX: Es un casco programador de sueño. Me lo pongo para dormir, exactamente, seis horas. Así puedo
llegar temprano a la escuela. Este no es muy bueno. En casa tengo uno que se puede programar
para soñar con lo que más te guste. Pero este no. Este solo te deja soñar con el señor Trasca.
(Se termina de colocar el casco) No puedo creer que no conozcan las leyes. Y menos que menos
que no conozcan los cascos programadores de sueño. Ustedes son tan raros… Pero me ayudaron
a hacer la redacción. Y eso que no me conocían. Ustedes me caen bien.
(Max oprime un botón en el costado de su casco y se queda dormido. Ana y Martín se acercan. Lo
sacuden. Max no reacciona. Parece de goma y ronca.)
MARTÍN: (A Ana) Se durmió. Ah, mirá, acá hay un botón para que no ronque tanto, voy a apretarlo.
ANA: Martín, ¿vos tenés sueño? Yo no.
MARTÍN: Yo tampoco. (Pausa) Ana, ¿no te pareció conocida la canción que cantaba el Viejo de la Casa?
ANA: Sabés que sí... ¿No es la misma que nos cantaba mamá cuando éramos chiquitos?
MARTÍN: Sí, era esa, ¿no? Pero, ¿cómo la sabe? Si esa canción la inventó Mamá.
ANA: ¿El Viejo de la Casa conocerá a Mamá?
MARTÍN: No sé.
ANA: Yo cada vez entiendo menos. Acá pasan cosas muy raras.
MARTÍN: Ana.
ANA: ¿Qué?
MARTIN: ¿Si nos escapamos?
ANA: ¿Escaparnos? ¿Cómo?
MARTÍN: No sé. Por la puerta invisible...
ANA: Martín, esto está lleno de guardias. (Piensa) Aunque… El Guardia Principal se fue y... ¿si lográramos
que otro guardia abriera la puerta?
MARTÍN: ¿Será fácil escaparse de acá? (Lee un cartel en una parte de la celda) Mirá, acá dice “de acá
nadie se escapa”. ¿No será que la gente les tiene tanto miedo a estos guardias que no se anima a
escaparse?
ANA: Pero nosotros no tenemos miedo, ¿verdad?
MARTÍN: Creo que yo tengo un miedo tremendo.
ANA: Bueno, sí, en realidad yo también pero pero pero... pero nos tenemos que acordar de lo que siempre
dice la abuela: “los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera”.
MARTÍN: Tenés razón. Ahora que dijiste eso, ya se me fue el miedo.
ANA: A mí no se me fue pero, ¿sabés una cosa? Igual me quiero escapar.
MARTÍN: Y yo también. ¿Sabés una cosa?
ANA: ¿Qué?
MARTÍN: Tenemos que escaparnos y encontrar la fábrica de ese tal Trasca.
ANA: ¡Tenés razón! ¡Vamos! ¡Vamos a investigar! (Intenta salir corriendo y se da golpea contra la puerta
invisible) ¡Ay!
MARTÍN: (Deteniéndola) ¡Esperá!
ANA: ¿Qué?

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MARTÍN: No nos podemos ir así nomás. Tenemos que hacer un plan.


ANA: Uh, tenés razón. Se nota que ya te escapaste alguna vez de algún lado.
(Comienzan a armar el plan en secreto)

ESCENA V
(Ana, Martín y el Policía)

ANA: (Gritando) ¡Aaaah! ¡Qué horrible! ¡Guardias! ¡Miren esto!


(Entra el policía, alertado por el ruido)
POLICÍA: ¿Qué pasa acá? ¿Por qué no se durmieron todavía?
ANA: Es que le estaba contando a mi hermano que allá (señala algo que está lejos) hay alguien que se
quiere escapar.
POLICÍA: ¿Dónde?
ANA: Allá (señala un punto desde adentro de la celda hacia afuera). Entre y le mostramos. Se ve desde la
ventana.

(El Policía entra a la celda. Rápidamente, uno de los hermanos se sube a caballito del otro y le coloca un
casco programador de sueño al policía que se queda dormido en el acto. Comienzan a caminar
sigilosamente. Cuando perciben que ya no hay peligro empiezan a recorrer la sala corriendo en busca de la
fábrica Trasca).

ESCENA VI
(Ana, Martín y Clarita)

(En la recepción de Industrias Trasca los atiende Clarita)

MARTÍN: Creo que llegamos.


CLARITA: (Con voz mecánica y simpatía fingida) ¿Los puedo ayudar en algo?
ANA: Sí, estamos buscando al señor Trasca.
CLARITA: El señor Trasca no se encuentra. Salió a revisar su flota de dinosaurios.
MARTÍN: Bueno. Lo esperamos.
CLARITA: Está bien. Tomen asiento. ¿Les sirvo algo?
MARTÍN: Sí, tengo sed.
CLARITA: (Saca una tabla como las que usan los carameleros en los ómnibus) Atención, damas y
caballeros que hacen uso de esta recepción. Paso a entregarles lo último. Caramelos marca
Trasca. Aplacan la sed, deleitan el paladar y despejan las vías respiratorias. Solo por hoy los llevan
a doscientos pesos cada uno.
ANA Y MARTÍN: ¿Doscientos pesos?
CLARITA: No se los pierdan. Doscientos pesitos valen.

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ANA: Señora, muy lindo eso que hace con los caramelos. Parece un vendedor de ómnibus (Clarita no
entiende) Pero nosotros no queremos eso. Queremos agua.
CLARITA: ¿Agua? Ja, ja, ja. ¡Qué buen chiste!
MARTÍN: ¡Cállese!
CLARITA: Ay, bueno, qué mala onda.
MARTÍN: (Enojado) Estamos cansados de que se rían de nosotros cada vez que pedimos agua. ¿Nos
puede explicar qué pasa acá?
CLARITA: Ay, qué niños más tontos. ¿No saben nada? Les cuento que el agua no existe desde hace ya un
montón de años. ¿Dónde estaban ustedes?
ANA: Bueno, ta. El agua no existe. Ya entendimos. La gente toma esas pastillas que ustedes venden.
Pero, ¿y las plantas? ¿Y los animales?
CLARITA: Los animales transgénicos también toman pastillas. Y las plantas no existen. Desaparecieron
junto con el agua.
MARTÍN: ¡Pero las plantas son buenas! Oxigenan el ambiente.
CLARITA: Ay, querido, eso no es necesario. El oxígeno se importa desde el planeta Trasca 7.
ANA: ¿Desde Trasca 7? ¿Dónde queda eso?
CLARITA: A 1:700.500 años luz.
ANA: ¡Eso debe ser carísimo!
CLARITA: No te creas. Con la venta de pastillas antised podemos importar todo el oxígeno que se nos
ocurra. Y nuestro próximo paso es importar el sol para después alquilarlo por sesiones. Vamos a
cobrar 1000 pesos por cada hora de sol.
MARTÍN: Pero eso es terrible.
CLARITA: Ay, qué sensibles que son. Para que se tranquilicen les voy a poner un poco de música.
ANA: ¿Tiene algo de (nombra algún artista que les guste a los niños de esa edad)?
MARTÍN: No, mejor ponga algo de (nombra otro).
CLARITA: Déjenme ver en la computadora. (Consulta) Mmm... No. No tengo registrados esos grupos.
Acá solo escuchamos discos que no tengan más de 15 minutos de editados. Les puedo ofrecer,
Los Traska con K, Los Red Hot Chili Trascas, La Abuela Trasca, Alfredo Zita-Trasca, Trasca te va
gustar, Trasca Montana, Trasca Brothers, Trasca ángeles. ¿Qué prefieren?
MARTÍN: No sé. Cualquier cosa.
(Clarita oprime un botón y comienza a sonar una música horrible que ella disfruta. Ana y Martín, se tapan
las orejas porque no aguantan el sonido)
ANA: ¡Basta! ¡Apague eso! Esta música es espantosa.
CLARITA: (Enojada) ¿Cómo que espantosa?

ESCENA VII
(Ana, Martín, Clarita, Trasca y Carlota,)

(Entra el señor Trasca con Carlota, su supersecretaria-alcahueta privada, quien le sacude el traje con un
plumero)

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TRASCA: Clarita, ¿cómo estás?


CARLOTA: Hola, telefonista.
CLARITA: Buen día, señor Trasca. Buen día, idiota.
CARLOTA: ¿Qué dijiste?
CLARITA: Dije “Carlota”, dije “buen día, Carlota”.
TRASCA: ¿Qué pasa acá? ¿Qué les pasa a estos niños?
ANA: Nos pasa que no nos gusta esta música.
TRASCA: (Mirando el reloj y la computadora de Clarita). A ver... Dieciséis minutos. Sí, tienen razón, esta
música ya fue. Voy a mostrarles lo último de lo último. ¡Música, maestro! (Comienza la música y
cantan la siguiente canción)

TRASCA: Lo que yo más quiero es robarme toda el agua


Con mis pastillas ganar mucha plata
Vengan
Escuchen mi canción

Lo que yo más quiero es dejarlos sin agua


Vender mis discos en Tristán Narvaja
Y comprar toda la luz del sol
Para que ustedes la usen una hora y chau
Para que ustedes la paguen ya o en cómodas cuotas

CLARITA Y: El señor Trasca es el mejor


CARLOTA Lo pueden comprobar
Es el mejor
Lo pueden comprobar

TRASCA: Ya sé que soy lo más


Soy el mejor
No me pidan aumento por favor

Lo que yo más quiero es que mi empresa se vaya a las nubes


Y todo el dinero del mundo será para mí
Y serán para mí el sol y el mar y los animales
¿Para qué quieren agua
Si hay pastillas antised?

ANA Y Váyase a su casa


MARTÍN: Usted es un chanta
Y nadie lo aguanta

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Queremos el agua y animales de verdad

Váyase a su casa
Usted es un chanta
Váyase a cantarle la canción a su madrina y su mamá

Chau
Chau
Chau, chau, chau

CARLOTA: (Aplaudiendo) ¡Bravo, señor Trasca! ¡Bravo! Usted es un genio. Venga que le acomodo la
corbata. Un hombre exitoso como usted tiene que estar siempre impecable. (Carlota canta
mientras le acomoda la corbata). ¡El señor Trasca es el mejor, lo pueden comprobar, es el mejor, lo
pueden comprobar!
CLARITA: (Murmurando) ¡Ay, no me la banco!
CARLOTA: ¿Qué dijiste, chirusa?
CLARITA: Dije que ya fui al banco. Al banco. A depositar los cheques.
TRASCA: (Sacándose a Carlota de encima y acercándose a Clarita) Clarita, veo que estos personajes son
un tanto revoltosos. ¿Podrías tenerlos tranquilos mientras yo voy un ratito al spa?
CLARITA: ¿Los va a atender?
TRASCA: ¿Hoy? No creo. Pero que esperen por las dudas. Si estoy aburrido vengo.
CARLOTA: ¿Entendiste, telefonista?
CLARITA: Sí, veterana.
CARLOTA: ¿A quién le dijiste “veterana”?
CLARITA: No dije “veterana”. Dije “de mañana”, dije que de mañana me acuerdo de vos… cuando voy al
baño.
CARLOTA: Ah, bueno.
TRASCA: Bueno, Clarita. Ante cualquier inconveniente, vos sabés qué hacer. (Sale con Carlota, que sigue
pasándole el plumero)

ESCENA VIII
(Ana, Martín, Clarita, los Guardias, Max y la Abuela)

CLARITA: (Muy molesta, acomodando unos papeles) ¡Esta Carlota me tiene harta! Siempre paseando y yo
acá, cargando con todo el trabajo sola. Y encima le pagan el doble. Lo único que sabe hacer es
pasearse con ese plumerito. ¿Quién se cree que es?
ANA: (A Clarita) Señora, disculpe que interrumpa sus pensamientos tan profundos... ¿A mí me pareció o
este era el señor Trasca?
CLARITA: (Suspirando) Efectivamente.
ANA: ¡Y no nos atendió!

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CLARITA: Ya los va a atender. Esperen un rato. Y si no, vengan mañana.


MARTÍN: No, no vamos a esperar nada. (Empieza a saltar y a hacer ruido) Queremos que nos atienda
ahora y queremos agua. ¡Queremos agua! ¡Queremos agua! (Luego se le suma Ana).
ANA Y MARTÍN: ¡Queremos agua! ¡Queremos agua! ¡Queremos agua! ¡Queremos agua! ¡Queremos
agua! ¡Queremos agua! (Siguen cantando aunque Clarita los interrumpa)
CLARITA: ¡Silencio!
ANA Y MARTÍN: ¡Queremos agua! ¡Queremos agua! ¡Queremos agua! ¡Queremos agua! ¡Queremos
agua! ¡Queremos agua! (Siguen cantando y saltando, cada vez armando más alboroto)
CLARITA: Cállense. No hagan escándalo que me van a terminar echando del trabajo.
ANA Y MARTÍN: ¡Queremos agua! ¡Queremos agua! ¡Queremos agua! ¡Queremos agua! ¡Queremos
agua! ¡Queremos agua! (Saltan por toda la recepción)
CLARITA: (Gritando) ¡Seguridad! ¡Seguridad! Alerta uno. Alerta uno. Mocosos insurrectos en la
recepción.
(Entran los guardias. Tienen trajes especiales y máscaras. Uno de ellos es la abuela disfrazada pero nadie
lo sabe. Al entrar, hacen piruetas varias que los llevan a colocarse en posición de ataque, como en
las películas. Ana y Martín, asustados, hacen silencio)
GUARDIA 1: (A Clarita) Clarita, ¿sale una música de combate ahí? (Ella pone un disco y los guardias
empiezan a bailar)

GUARDIAS: Conga conga conga


que siga la milonga
queremos ver
a los guardias bailar conga
el casco en la cabeza
pistola en la cintura
moviendo la colita
como una señorita

GUARDIA 2: ¡Ahora sí, infantojuveniles, prepárense porque sus minutos están contados!
(Comienza una trifulca generalizada. Los guardias se muestran torpes y se pegan entre ellos. Ana y Martín
intentan esquivarlos pero, pese a que los guardias son torpes, es difícil escapar. La abuela
disfrazada logra atrapar a Ana y Martín. De repente empieza a sonar una alarma y entra Max
corriendo, también vestido de guardia).
MAX: Señores guardias, soy el nuevo jefe del escuadrón de guardias. Acaba de sonar la alarma de cambio
de turno, así que se tienen que ir. Es una orden.
GUARDIA 1: ¡Cambio de turno! Justito para llegar a ver la novela. (Suspira un rato y pone cara de malvado
otra vez) ¿Y quién se va a encargar de estos delincuentes?
MAX: Él, el guardia número 3 (señala a la Abuela disfrazada). Ahora, con su permiso, me tengo que ir.
MARTÍN: ¿Max? ¿Sos Max? ¿Cómo podés hacernos esto?
MAX: Es lo mejor que puedo hacer por ustedes, ustedes lo merecen.

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ABUELA DISFRAZADA: (A los guardias) Váyanse nomás. Yo me encargo de ellos. Adiós, señor Max
Trasca.
ANA: ¿Max Trasca?

GUARDIA 1: Sí, es el hijo del señor Trasca.


ABUELA DISFRAZADA: Bueno, ya escucharon. Váyanse que yo me encargo.
GUARDIA 1: ¿Estás seguro? ¿Vos podés con todo eso?
GUARDIA 2: Mirá que son muy peligrosos.
ABUELA DISFRAZADA: Sí, no se preocupen. Hice un curso por Internet sobre manejo de situaciones
difíciles.
GUARDIA 1: Paa, esos cursos están buenísimos. Cuando estaba en segundo de escuela, yo hice uno
sobre fabricación de reactores nucleares y empanadas de jamón y queso.
GUARDIA 2: Sí, yo también los hice.
ABUELA DISFRAZADA: ¿Y? ¿Cómo te fue?
GUARDIA 2: El de reactores nucleares lo salvé con sote. Pero en el de empanadas me bocharon. (Pausa)
¿Qué hora es?
GUARDIA 1: Las cinco menos cinco. (Pausa) ¡Ay! ¡La novela!
GUARDIA 2 Y CLARITA: (Suspirando) ¡La novela!
GUARDIA 2: ¿Cuál mirás? (Comienza a sonar música de novela)
GUARDIA 1: Corazón de Trasca.
GUARDIA 2: ¡Ay, yo también! (Salen conversando) ¿Viste qué María Antonieta Rivarola Urtaberigaray y
Obes se está por casar con Francisco de los Campos Estigarraba Pintos Saldanha?
GUARDIA 1: Ay, sí. Vamos, apurate que nos vamos a perder la fiesta.
GUARDIA 2: Sí, sí, vamos. (Salen comentando la novela)

ESCENA VIII
(Ana, Martín y la Abuela)

(Ana y Martín quedan solos con la abuela disfrazada que parece ser el guardia más peligroso. Están
asustadísimos. La abuela se quita la máscara)
ANA Y MARTÍN: ¡Abuela!
MARTÍN: ¿Qué hacés acá?
ABUELA: ¿Están bien?
MARTÍN: Yo estoy enojadísimo. No puede ser que Max sea el jefe de los más malos.
ABUELA: Martín, fue él quien me ayudó a entrar disfrazada de guardia. Si bien es hijo del señor Trasca,
sabía que era peligroso que vinieran acá y quiso ayudarlos. Él me dijo que vos lo habías ayudado
una vez y quiso agradecértelo. Por eso me dejó entrar y les dijo a los guardias que se fueran.

ANA: ¡Qué bueno! Pero, abuela, decinos qué es esto. ¿Por qué estamos acá?
ABUELA: Está bien. ¿Ven esos sobretodos que llevan puestos?
ANA: Sí, están bárbaros. (Camina como una modelo) ¿No quedo re divina?

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ABUELA: Bueno, esos sobretodos son teletransportadores. Quien se los pone es transportado hacia el
futuro.
MARTÍN: Aaah, ahora entiendo. Era del futuro que vos sacabas esas historias.
ABUELA: ¡Exacto!
ANA: Abuela, está muy loco esto de poder viajar así. Pero el futuro es espantoso. No hay agua. Quieren
alquilar el sol.
MARTÍN: Sí, además están todos locos. Se ríen de cualquier pavada. Y encima, cuando alguien se ríe por
algo que dijiste, te meten preso. ¡Es horrible!
ABUELA: Es que acá la gente se ríe de cualquier cosa extraña porque su vida es siempre igual. Al llegar
ustedes acá, lograron que la gente se riera. Y, acá, reírse demasiado está penalizado por la ley.
Por eso los arrestaron. Vinieron a distorsionar todo.
MARTÍN: Sí, es verdad. Y la culpa de todo esto la tiene ese tal Trasca que vende las pastillas. ¡Tenemos
que destruirlo! ¡Vamos, abuela, vamos a darle su merecido!
ABUELA: No, niños, no es necesario. Todo esto se puede evitar, sin violencia.
ANA: ¿Ah, sí? ¿Y cómo?
ABUELA: Muy fácil. Tienen que regresar al 2010 (o el año en que esté haciéndose la obra) y hacer todo lo
posible para que el ambiente no se destruya, para que las plantas sigan existiendo, para que no se
desaparezcan el agua y el sol, para que el mundo no se convierta en un lugar así.
MARTÍN: Sí, muy lindo todo. Pero, ¿cómo hacemos para volver al 2010 (o el año en que esté haciéndose
la obra)?
ABUELA: Es muy fácil. Quítense los sobretodos y pónganselos al revés.
ANA: (Pensativa y pícara) Ah, ¿si te ponés el sobretodo al revés viajás al pasado?
ABUELA: Claro.
ANA: Ah, bandida. ¡Te descubrí! Ahora entiendo. Te ponías el sobretodo al revés y te ibas de bailongo con
Gardel.
ABUELA: Ay, Ana, no me hagas poner colorada. Vamos, apúrense, den vuelta los sobretodos.
(Al dar vuelta los sobretodos, se apagan las luces, suena la música del viaje en el tiempo y regresan)

POR SUERTE, DE NUEVO HOY

ESCENA I
(Ana, Martín y la abuela)

ABUELA: Muy bien, llegamos.


MARTÍN: Uf, qué viaje.
ANA: Abuela, ¿te puedo preguntar algo?
ABUELA: Sí.
MARTÍN: ¿Cómo supiste que estábamos ahí?

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ABUELA: Cuando vi que ustedes no estaban y los sobretodos tampoco, imaginé que se habían ido a la
Antártida. Entonces fui hasta ahí con mi sobretodo y me encontré con una persona que me contó
que los habían arrestado.
ANA: ¿Un guardia?
ABUELA: No. Un señor que tiene 204 años.
MARTÍN: Ah, el Viejo de la Casa.
ABUELA: Sí, se llama Martín.
MARTÍN: ¿Martín? Como yo.
ABUELA: Sí, como vos.
ANA: Abuela, ¿te gusta viajar al futuro?
ABUELA: Sí, viajar al futuro es muy lindo. Pero de esto no pueden contar nada. Es nuestro secreto.
MARTÍN: ¿Y vos pensás que el futuro puede ser más lindo que este que vimos?
ABUELA: ¡Por supuesto! Lo único que tienen que hacer evitar que el mundo se convierta en un lugar así.

MARTÍN: Abuela, si evitamos que todo eso pase, ¿qué va a pasar con Max? ¿Va a desaparecer?
ABUELA: Ay, niños. Por eso no tienen que preocuparse. Los amigos siempre van a existir, no importa
cómo sea el lugar. Los amigos siempre están.
ANA: Abuela. ¿Es muy difícil evitar que el mundo sea tan horrible?
ABUELA: No, no es tan difícil. ¿Saben una cosa? Yo llevo siglos buscando...
MARTÍN: ¿Siglos? ¿Cuántos años tenés?
ABUELA: (Ruborizándose) Ay, Martín, ¡eso no se pregunta! Bueno, como les decía, llevo siglos buscando a
las personas que puedan evitar que el mundo se convierta en un lugar espantoso. ¿Y saben qué?
Son ustedes, (señala al público) los niños. Ustedes tienen que enseñarnos a nosotros, los grandes,
cómo cuidar este mundo que tan bien nos trata. (Acercándose a los niños del público) Vos, ¿sabés
cómo hacerlo? Sí, estoy segura de que todos saben. Por eso, como sé que todos saben y que nos
van a enseñar cómo se hace para cuidar al planeta, yo también les voy a enseñar algo. (Llamando
a todo el elenco) ¿Me acompañan?

ESCENA II
(Todos)

(Ana y Martín se acercan a la abuela. Entran también los otros personajes y, entre todos, cantan y bailan la
canción final en un formato como el que sigue o adaptado a las voces).

ABUELA: En un viaje conocí un país muy raro


Que no tiene animales ni plantas ni sol
Ahí nadie recuerda los parques ni las playas

MARTÍN: Y la gente no se ríe de los chistes que hago yo

ANA: Ellos no saben qué pasa


Ellos tienen caras largas

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Y yo sé por qué

Si ese mundo fuera azul


y tan verde como el mío
Todos podrían jugar
con la lluvia y con el sol

MARTÍN: Y podrían disfrazarse con las flores


Y bailar
Con el viento y con el mar
Ver las gaviotas pasar

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Lo que nos hace disfrutar

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Lo que no puede faltar

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Lo que hace al árbol florecer

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Lo que hace al pájaro volar

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: La casa del pez y el delfín

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Donde en verano quiero estar

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Con quien yo juego en Carnaval

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TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Donde quisiera navegar


Y contarle a todo el mundo
Cómo la tenemos que cuidar

UNO O MÁS: Mi planeta tiene magia


Un tesoro sin pirata

UNO O MÁS: Yo ya sé de qué se trata


El agua es

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Lo que nos hace disfrutar

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Lo que no puede faltar

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Lo que hace al árbol florecer

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Lo que hace al pájaro volar

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: La casa del pez y el delfín

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Donde en verano quiero estar

TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Con quien yo juego en Carnaval

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TODOS: El agua es

UNO O MÁS: Donde quisiera navegar


Y contarle a todo el mundo
Cómo la tenemos que cuidar

TODOS: El agua es mi agua


El agua es tu agua

FIN

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