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Revitalizar La Antropologia 48 57

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REVITALIZAR NUESTRO LEGADO

Antropología, educación superior y la importancia de la


investigación etnográfica sostenida en el extranjero

SILVIA SÁNCHEZ DÍAZ

Introducción

¿Espera desarrollar una carrera profesional gratificante que ofrezca aportes con-
cretos a la sociedad mediante la investigación etnográfica en el extranjero? Yo
también. Estudio Antropología porque quiero ayudar a encontrar soluciones
a problemas sociales importantes a través del aprendizaje sobre las variacio-
nes y los aspectos en común de nuestra experiencia humana. En este ensayo,
relato ejemplos históricos del trabajo antropológico en Guatemala para ilus-
trar el legado y el potencial de la investigación antropológica en el extranjero.
Luego, discuto cómo las tendencias actuales en la educación superior impiden
a los antropólogos hacer realidad este potencial. Por último, presento cuatro
recomendaciones para revitalizar nuestro campo mediante la colaboración y la
investigación rigurosa. Con ello, espero alentar al profesorado y a los estudiantes
a seguir priorizando la investigación etnográfica en el extranjero.

El legado y el potencial de la Antropología

El legado de numerosos estudiosos de Guatemala se remonta a la labor de Sol


Tax y Robert Redfield, quienes colaboraron en la formación de varias genera-
31
32 Revitalizar la Antropología: Orientando el campo en beneficio de los demás

ciones de etnógrafos en la Universidad de Chicago en las décadas de 1940 y


1950. Centrándose en el estudio de pueblos aislados de México y Guatemala,
esta comunidad de estudiosos estadounidenses desarrolló un importante corpus
de conocimientos sobre la historia, las lenguas y las culturas mesoamericanas.
Más o menos por esa misma época, los intelectuales guatemaltecos estaban inte-
resados en la aculturación de los pueblos indígenas a las sociedades nacionales
mediante la modernización, una iniciativa que formularon erróneamente como
el “problema del indio”. Antonio Goubaud Carrera, estudiante de maestría de
Tax y Redfield y amigo de la infancia de varios miembros de la Generación de
1920, encarnaba los intereses de los académicos estadounidenses y guatemal-
tecos con respecto al futuro de los pueblos indígenas. Llegó a ser director del
Instituto Indigenista Nacional de Guatemala (IING).
Los investigadores del IING no eran antropólogos “de salón”, sino trabajado-
res de campo dedicados a documentar cuestiones urgentes sobre el terreno. Por
ejemplo, Goubaud Carrera investigó sobre nutrición y educación para mejorar
las condiciones de vida de los mayas q’eqchi’ y ch’orti, que vivían en condiciones
extremadamente precarias. Ayudó a hacer realidad el nuevo Museo Nacional de
Arqueología y Etnología y enseñó Antropología en la Universidad de San Carlos
(USAC). Antes de que la Asociación Estadounidense de Antropología (AAA)
acogiera la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Goubaud Carrera
ya había traducido el documento a varias lenguas mayas y distribuido copias
por la Guatemala rural. Según Abigail Adams, la contribución más importante
del IING bajo el liderazgo de Goubaud Carrera fue “el reconocimiento de los
indígenas como profesionales, colaboradores y representantes de su propia
experiencia”1.
¿Qué podemos aprender sobre el potencial de la Antropología a partir de este
ejemplo? En primer lugar, que la etnografía marca la diferencia en nuestra dis-
ciplina. La investigación etnográfica se basa en realidades sobre el terreno: datos
recopilados y contextualizados en un lugar determinado. Como explica Riall
Nolan, los antropólogos culturales nos esforzamos por encontrar conexiones
entre los patrones que documentamos (holismo); por suspender nuestros jui-
cios personales (relativismo cultural); por generar datos basados en estudios de
caso concretos (razonamiento inductivo); por entender las cosas desde dentro
(puntos de vista émicos); por comparar estudios de caso para llegar a conclusio-
nes generales (etnología); y por poner las cosas en contexto en la historia (pun-

1 Adams (2016:85).
Revitalizar nuestro legado  33

tos de vista diacrónico y sincrónico)2. Los resultados de nuestra investigación


no pueden reproducirse en un entorno de laboratorio, sino que representan la
historia y la cultura de un lugar concreto desde la perspectiva de nuestros inter-
locutores. Como tal, el conocimiento etnográfico es veraz, contextualizado y
consciente de los puntos en común y las diferencias humanas.
En segundo lugar, cuando viajan a lugares desconocidos, los estudiantes y
profesores de etnografía no solo producen una rica erudición, sino que crean
relaciones. De hecho, generar confianza es un ingrediente esencial de la inves-
tigación etnográfica, y las redes transnacionales de amistad son resultados
importantes del trabajo antropológico. Estas redes incluyen a antropólogos, aca-
démicos de múltiples disciplinas, líderes comunitarios, asistentes de investiga-
ción y otros colaboradores. Además de llevar a cabo proyectos de investigación,
[los miembros de] las redes transnacionales de confianza pueden brindarse
apoyo mutuo en situaciones de emergencia y desafíos vitales, movilizando a
menudo conocimientos y recursos a través de las fronteras. Las redes transna-
cionales de colaboración pueden encontrar soluciones innovadoras a problemas
sociales urgentes.
En tercer lugar, los etnógrafos se preocupan mucho por el bienestar de sus
colaboradores. Carrera descubrió que las comunidades mayas se enfrentaban a
retos estructurales que les impedían satisfacer sus necesidades básicas, y conocía
bien la historia que las había empujado a tales circunstancias. Utilizó sus cono-
cimientos minuciosos y basados en las comunidades para mejorar sus vidas,
pero también se preocupó por educar a los mayas en los discursos internacio-
nales sobre los derechos humanos. Carrera consideraba que los etnógrafos no
debían limitarse a extraer ideas de las comunidades sin compartir nuevas ideas
a cambio.
Por último, el ejemplo de Carrera demuestra que los antropólogos no están
exentos de prejuicios personales y profesionales. Los investigadores indigenistas
del IING tenían buenas intenciones al tratar de documentar la continuidad y
el cambio culturales, pero asumieron erróneamente que las culturas indígenas
iban a desaparecer. Más de medio siglo después del apogeo del indigenismo,
los pueblos indígenas siguen transmitiendo el legado de sus antepasados, y el
trabajo antropológico sigue siendo relevante. El mundo está hoy más interco-
nectado que nunca, pero se enfrenta a urgentes amenazas ambientales mientras
el tejido social parece estarse “deshilachando” tanto en los países desarrollados

2 Nolan (2017).
34 Revitalizar la Antropología: Orientando el campo en beneficio de los demás

como en aquellos en vías de desarrollo. Desde mi punto de vista, los antropólo-


gos están especialmente capacitados para afrontar estos problemas y luchar por
la justicia social y ambiental.

Antropología y educación superior

En las últimas décadas, la Antropología ha sufrido un declive precipitado desde


la posición destacada que alguna vez ocupó en las universidades estadouniden-
ses. Históricamente, los antropólogos han preparado a los estudiantes para que
puedan prosperar en cualquier campo de las humanidades mediante una edu-
cación única basada en historia, una perspectiva global y métodos cualitativos.
A su vez, las universidades han ofrecido a los antropólogos la oportunidad de
seguir realizando trabajo de campo y al mismo tiempo involucrar a los estu-
diantes. Según Nolan, la Antropología tuvo una rápida expansión después de la
Segunda Guerra Mundial, cuando la educación superior estaba en crecimiento3.
En 1950, había veinte programas de doctorado en Norteamérica; en 1975, ya eran
ochenta y siete. Varias especializaciones de la disciplina, como la Antropología
médica, la Antropología política y la Antropología económica, proliferaron en la
década de 1960, junto con la aparición de centros de estudios interdisciplinarios
centrados en regiones del mundo como África, Asia Oriental, Europa Oriental
y América Latina4. Estas tendencias garantizaron a los antropólogos un empleo
seguro en el campo de la enseñanza superior durante décadas, en una época
en la que muchos eran disuadidos de hacer carrera en el gobierno por miedo a
que con ello estuvieran contribuyendo al intervencionismo estadounidense en
el extranjero, como durante la contrarrevolución de Guatemala.
La década de 1980 fue testigo del declive de la participación de la Antropo-
logía en el extranjero. El énfasis en la cultura como texto y la crítica teórica a la
industria del desarrollo desviaron la atención de los antropólogos de las posibles
repercusiones sociales de la investigación etnográfica y desalentaron la colabo-
ración entre académicos y profesionales. A medida que la disciplina se volvía
más teórica y menos práctica, los departamentos académicos ponían énfasis en
las publicaciones para obtener la titularidad y lograr ascensos, lo que llevó a
una “tala y quema” de paradigmas en la Antropología. El ritmo acelerado de la
innovación teórica queda patente en las ofertas de trabajo académico. Ilana Ger-

3 Nolan (2017:41).
4 Borofsky (2019:18).
Revitalizar nuestro legado  35

shon y Dafna Rachok (2021) han descubierto que muchos temas de especializa-
ción, como la Antropología psicológica y la Antropología ambiental, que eran
populares en la década de 1990, han perdido popularidad. En su lugar, muchos
departamentos contratan ahora a expertos en temas de actualidad como la trata
de seres humanos y el Antropoceno5. La tendencia hacia la especialización hace
que a los antropólogos contemporáneos les resulte más difícil mantener sus
redes transnacionales heredadas, dado que sus colegas más cercanos trabajan en
otros departamentos o instituciones.
Los insensatos recortes presupuestarios, el aumento de las tasas de matrí-
cula, los abultados salarios administrativos y la “adjuntificación” de las líneas
de carrera para obtener la titularidad han hecho que disciplinas de las ciencias
sociales como la Antropología resulten menos atractivas para los estudiantes.
Hoy en día, mientras los departamentos de Antropología producen más docto-
res que nunca, la escasez de líneas de carrera para obtener la titularidad estimula
una competencia feroz entre los graduados. Una encuesta reciente realizada por
Robert Speakman et al. (2018) estima que el 79 por ciento de los doctores en
Antropología de los Estados Unidos de América no consiguen puestos que les
permitan acceder a la titularidad universitaria, mientras que quienes se gradúan
en instituciones extranjeras o en programas mejor clasificados (percentil 90)
tienen una ventaja competitiva mucho mayor en el mercado laboral6. El empleo
como profesor titular suele estar atado a la mentalidad de “publicar o perecer”,
mientras que el empleo precario como profesor adjunto se ha disparado. Quie-
nes consiguen un puesto que les permita aspirar a la titularidad dedican ahora
más tiempo a tareas administrativas. Una consecuencia de este problema es la
disminución de la calidad de la investigación antropológica. Como menciona
Robert Borofsky (2021), las publicaciones ofrecen puntos de referencia concre-
tos que transmiten una apariencia de responsabilidad, pero que no garantizan el
mérito intelectual. De hecho, muchos marcos teóricos que inicialmente aparen-
tan ser nuevos pueden ser variaciones de otros más antiguos.
Hoy en día, parece como si los antropólogos académicos tuvieran que nave-
gar por un mundo de prioridades invertidas, en el que su trabajo consiste en
obtener beneficios para su universidad en lugar de servir a la comunidad. Los
estudiantes de posgrado son especialmente vulnerables a estas circunstancias.
En un semestre cualquiera, completamos nuestro trabajo de cursos, imparti-

5 Gershon y Rachok (2021).


6 Speakman et al. (2018).
36 Revitalizar la Antropología: Orientando el campo en beneficio de los demás

mos clases y participamos en organizaciones y comités estudiantiles. A medida


que avanzamos en nuestros estudios de titulación, preparamos minuciosamente
nuestras propuestas de investigación, realizamos trabajo de campo, asistimos a
conferencias y reescribimos múltiples versiones de nuestros capítulos de tesis
mientras nadamos en un océano cada vez más profundo de literatura revisada
por pares que debemos leer. Sentimos incertidumbre frente al mercado laboral
porque, aunque estamos rodeados por personas sumamente talentosas, pocas
consiguen puestos que les permitan acceder a la titularidad. ¿Cómo podemos
contribuir a nuestro campo, a la sociedad en general y a las comunidades que
nos ofrecen sus conocimientos y su amistad?

Pasar a la acción

“Revitalizar” significa infundir nueva vitalidad a algo sin alterar su esencia.


Nuestro esfuerzo por revitalizar la Antropología debe centrarse en dos priori-
dades: mejorar la calidad de nuestra investigación y restablecer nuestro nivel de
compromiso con el cambio social. Para ello, podemos trabajar de manera indi-
vidual y colectiva, dentro y fuera del ámbito de la enseñanza superior. Propongo
a continuación cuatro recomendaciones para revitalizar la Antropología:

(1)
Debemos fortalecer las redes transnacionales de largo plazo desarrolladas a tra-
vés del trabajo antropológico. En la década de 1930, cuando Carrera estudiaba
en la Universidad de Chicago, los departamentos de Antropología estaban fuer-
temente especializados en una región geográfica. Atraían a estudiantes y men-
tores académicos pertenecientes a la misma red de colaboración transnacional.
Hoy en día, muchos miembros del profesorado han tomado nuevos rumbos
intelectuales que los separan de sus colegas, y los departamentos reúnen a espe-
cialistas en diversos temas y regiones geográficas7. La diversidad dentro de los
departamentos de Antropología ofrece una ventaja importante: los profesores
pueden enseñar conocimientos antropológicos de mayor alcance a los estudian-
tes. Sin embargo, esto también significa que los miembros de una misma red de
colaboración transnacional pueden vivir a miles de kilómetros de distancia unos
de otros.

7 Borofsky (2021).
Revitalizar nuestro legado  37

Hoy en día, la mayoría de los profesores realizan sus investigaciones de


manera aislada. Al realizar su trabajo en solitario y siguiendo la mentalidad
de publicar o perecer, tienen menos oportunidades de hacer avanzar la teoría
antropológica o de colaborar en proyectos aplicados. Debemos buscar colabora-
ciones académicas más allá de nuestra afiliación a un departamento. Una forma
de crear nuevas redes sería invitando a académicos de disciplinas afines a par-
ticipar en seminarios virtuales sobre un tema o marco que sea relevante para la
investigación en su región. Los profesores encargados de dirigir estas sesiones
podrían ir rotando para compartir la responsabilidad entre los integrantes del
grupo. Cuando el contenido debatido sea accesible y esté disponible en una len-
gua franca, también podría invitarse a participar en estas sesiones a colabora-
dores y profesionales locales. El objetivo sería generar ideas en torno a un tema
concreto con la esperanza de crear futuros proyectos de investigación aplicada.

(2)
Debemos hacer etnografía grupal más a menudo. Nolan observa que los profe-
sores titulares se enfrentan a la presión de desarrollar un historial de investiga-
ción, publicación y docencia desde el principio de su carrera8. Esta presión es
una de las razones por las que las publicaciones no logran constituir un corpus
de conocimientos sustancial, integrado y coherente9. En cualquier campo, para
lograr una erudición de alto nivel se requiere antigüedad, ya que los etnógrafos
que han aplicado una teoría y probado su alcance y limitaciones durante años
están mejor capacitados para establecer directrices sobre cómo seguir utilizando
dicha teoría. El trabajo en grupo permitiría a los jóvenes investigadores apren-
der de mentores veteranos a medida que estos logran avances en el campo. Ello
permitiría a los antropólogos hacer publicaciones conjuntas con más frecuencia.
Además, la etnografía grupal aumentaría las oportunidades de utilizar los datos
de investigación para mejorar la vida de nuestros colaboradores. Un grupo de
etnógrafos puede dividirse el trabajo y ampliar el ámbito de su impacto. Pueden
alternar las temporadas de trabajo de campo y mantener una presencia sobre el
terreno. Es importante que la etnografía grupal sea realizada por expertos en la
misma zona de la región. A menudo es mejor trabajar con grupos constituidos
socialmente, en especial los que son respetados por muchos de sus informantes10.

8 Nolan (2017).
9 Borofsky (2021).
10 Borofsky (2021).
38 Revitalizar la Antropología: Orientando el campo en beneficio de los demás

(3)
Debemos ampliar la colaboración entre los antropólogos que trabajan dentro y
fuera del ámbito de la enseñanza superior. Los antropólogos tenemos diferen-
tes formas de empleo y áreas de especialización. Ponemos en práctica nuestros
conocimientos de diferentes maneras, pero necesitamos trabajar juntos más a
menudo. Un paso concreto para fortalecer la relación entre antropólogos acadé-
micos y profesionales sería incorporar oportunidades de hacer prácticas como
parte de los programas de posgrado en Antropología. Esto permitiría al pro-
fesorado y a los estudiantes ampliar sus redes profesionales e incluir en ellas a
instituciones de distintos sectores de la economía. La AAA debería anunciar
puestos de trabajo en grupos de reflexión (think tanks), agencias gubernamenta-
les, organizaciones no gubernamentales, museos y empresas privadas. Además,
las revistas académicas deberían acoger publicaciones de antropólogos profesio-
nales. Y no deberían exigir contar con una afiliación universitaria para publicar
un artículo. Si un antropólogo tiene la formación y los datos necesarios para
contribuir a un corpus de conocimientos, debería poder participar en la conver-
sación académica. El debate teórico suele girar en torno a cuestiones prácticas
y concretas.
Además, debemos seguir recompensando los esfuerzos por mejorar la vida
de nuestros colaboradores. El apoyo a la Antropología pública, comprometida y
aplicada puede ofrecerse en forma de financiamiento, premios y reconocimien-
tos. En nuestros esfuerzos por unir la Antropología aplicada y la académica,
debemos tener presente que el trabajo de los profesionales no es juzgado por sus
colegas, sino por sus jefes y clientes11. Por lo tanto, para mejorar la colaboración
entre las unidades académicas y los profesionales podría ser necesario negociar
los criterios que utilizamos para evaluar un buen trabajo. Los parámetros de
evaluación podrían incluir el mérito intelectual y los beneficios para la sociedad,
así como el grado de participación de los colaboradores locales.

(4)
Tenemos que reducir el tamaño de la industria editorial académica con ánimo
de lucro. La mayoría de las editoriales académicas obtienen gran parte de sus
beneficios vendiendo libros a estudiantes que deben leerlos como parte de un
curso universitario12. Para producir más publicaciones en menos tiempo, los

11 Nolan (2017).
12 Borofsky (2021).
Revitalizar nuestro legado  39

académicos deben rebajar sus estándares de mérito intelectual. En resumen, la


industria editorial académica favorece la cantidad frente a la calidad. Los antro-
pólogos podemos hacer mucho para mitigar los efectos de estas tendencias.
Como educadores, podemos utilizar textos de libre acceso en nuestras clases.
Como autores, podemos citar menos publicaciones y, al mismo tiempo, reali-
zar un análisis más profundo de cada cita. Podemos enviar nuestros trabajos a
revistas académicas extranjeras y de acceso abierto, y dar prioridad a la publica-
ción en periódicos, revistas y otros medios accesibles. Como revisores de pares,
podemos pedir a los autores que reduzcan el número de citas.

Reflexión final

En Guatemala, la contrarrevolución detuvo gran parte del trabajo antropológico


realizado por etnógrafos estadounidenses y guatemaltecos a través del IING.
Carrera fue asesinado en Ciudad de Guatemala en 1951 tras cambiar su trayec-
toria profesional por la diplomacia internacional. En 1954, el director interino
del IING fue encarcelado, y el trabajo del Instituto decayó a lo largo de la década
de 1960. Sin embargo, los etnógrafos estadounidenses y guatemaltecos siguie-
ron apoyando la investigación comprometida y los proyectos aplicados durante
generaciones. En las últimas décadas, los antropólogos que trabajan en Gua-
temala han contribuido a apoyar los esfuerzos de la posguerra en favor de la
justicia transicional. Muchos antropólogos acompañaron a refugiados y super-
vivientes de la guerra durante el genocidio. Otros han aportado conocimientos
procedentes de la investigación de archivos, la investigación forense y la historia
oral para llevar a los responsables ante los tribunales. Los antropólogos que han
contribuido a la revitalización de los mayas han brindado servicios de salud,
oportunidades educativas y conocimientos que empoderan a las comunidades.
Siento admiración por estos esfuerzos, por su compromiso con el bienestar de
sus colaboradores.
Sin duda, la práctica de la Antropología en Guatemala dista mucho de ser
perfecta. Sin embargo, las personas que participan en estos proyectos hacen un
esfuerzo consciente por resolver las asimetrías políticas de la etnografía. Por
ejemplo, John Watanabe sostiene que los antropólogos deberían centrarse en
empoderar a personas reales, en lugar de en imaginárselas a través del texto13.
Critica la teoría literaria posmoderna porque plantea la crisis de la Antropología

13 Watanabe (1995).
40 Revitalizar la Antropología: Orientando el campo en beneficio de los demás

como un problema de representación y no uno de injusticia en el mundo real.


Concuerdo en que los antropólogos que trabajan en Guatemala deberían hacer
frente a las asimetrías de poder con sus colaboradores. En el futuro, me gustaría
trabajar con investigadores y colaboradores mayas que reclaman la devolución
de su patrimonio, su historia y su identidad.
Creo que beneficiar a los demás debe ser una prioridad si queremos aprove-
char todo el potencial de la Antropología. Nuestra disciplina tiene mucho que
ofrecer a la hora de abordar los problemas globales de la pobreza, la injusticia y
el cambio climático, pero a menudo nos encontramos con obstáculos. Nuestro
pasado está marcado por el colonialismo, las instituciones que nos apoyan están
debilitadas por el neoliberalismo, y nuestros aliados suelen ser imperfectos. Sin
embargo, desde nuestras posiciones individuales, podemos lograr el cambio
social de maneras únicas. Reconocer y crear oportunidades para materializar
este potencial requiere que miremos hacia dentro en busca de nuestras motiva-
ciones y habilidades, y hacia fuera en busca de estrategias colectivas y cambios
institucionales que cuestionen el statu quo.
Por medio de esta exploración, descubrí que necesitaba una dosis de espe-
ranza y otra de inocencia para creer en el potencial de nuestra disciplina e ima-
ginar lo que esta puede lograr. Encontré abundante inspiración en el legado de
la Antropología guatemalteca. La gran limitación de este ensayo de reflexión es
mi conocimiento restringido del campo, tanto en términos de su corpus teó-
rico de conocimientos como de mi experiencia personal navegando por la red
social profesional. Algunas de mis sugerencias pueden resultar poco prácticas
o producir efectos secundarios que no había previsto. No obstante, he querido
compartir lo que, en mi opinión, sería el mejor de los mundos. Espero seguir
aprendiendo y poniendo a prueba algunas de mis propias recomendaciones en
el futuro.

Referencias

Adams, Abigail E.
2016 Relocating the Contributions to Ethnography and Public Anthropology of
Antonio Goubaud Carrera (1902-1951), Guatemala’s First Official Indigenist. En
Ethnographic Collaborations in Latin America: The Effects of Globalization.
Editado por June Nash y Hans Buechler, pp. 67-88. Hampshire: Palgrave
Macmillan.

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