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Gonalgia

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MÓDULO II

PIE Y TOBILLO
Módulo II

1. HALLUX VALGUS.
El hallux valgus es una desviación lateral del primer dedo del pie por prominencia de
la cabeza del primer metatarsiano y angulación inadecuada de la articulación con
superposición del primer y segundo dedo. Frecuente en mujeres de edad avanzada
con pie en pronación, se asocia a deformaciones en varo del primer metatarsiano y
se ha planteado la posibilidad de que sea un trastorno familiar, sobre todo si aparece
en la adolescencia.

Causas.

- Factores extrínsecos:

o Calzado con tacón y/o punta estrecha

o Traumatismos

- Factores intrínsecos:

o Predisposición familiar (el 60 – 70% tiene antecedentes familiares)

o Enfermedades inflamatorias (artritis reumatoide)

o Enfermedades neurológicas (parálisis cerebral)

o Anomalías anatómicas:

• Laxitud ligamentosa

• Mayor oblicuidad o forma en cúpula de la articulación cuneo-metatarsiana del


primer dedo

• Inestabilidad de la articulación cuneo-metatarsiana del primer dedo

• Primer radio largo

• Metatarso primo varo (ángulo entre 1º y 2º metatarsiano >9º)

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Módulo II

• Inclinación en valgo de la carilla articular metatarsiana de la articulación


metatarsofalángica del primer dedo

• Morfología de la superfice articular distal del 1º MTT: curva facilita hallux


valgus, plana asocia cambios artrósicos

- Pronación del antepié (asociado a pie plano)

- Inserción anómala del tendón del músculo tibial posterior

- Contractura del tendón de Aquiles

Evolución.

La manifestación más evidente de la deformidad es la prominencia, exóstosis o


bunion de la cabeza del primer metatarsiano que aparece sobre la cara medial de la
cabeza del primer metatarsiano, por tracción y fricción continua, dando lugar a la
exostosis reactiva del hueso periarticular y a una bolsa serosa.

En el hallux valgus se pueden presentar las siguientes alteraciones, aunque no


necesariamente tienen que presentarse todas en el mismo paciente:

• Aumento de la anchura del antepié, con la diáfisis del primer metatarsiano


separándose hacia dentro del segundo.
• El metatarsiano aparece corto, desviado en varo con un ángulo mayor de 15º
y puede tener un cierto grado de pronación. La cabeza del metatarsiano
desarrolla una bolsa protectora (bursitis) en donde roza con el zapato, puede
tener una exostosis y osteofitos.
• La falange proximal del dedo gordo se inclina lateralmente hacia el segundo
dedo, el cual tiene menor espacio y puede llegar a deformarse.
• La articulación metatarso falángica está subluxada, con distensión de los
ligamentos externos y acortamiento de los internos. Puede haber cierto grado
de artrosis.
• Desviación de los sesamoideos al espacio intermetatarsiano. Esto acarrea
unas consecuencias: a) suprimen el principal apoyo del antepié, b) se

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Módulo II

modifica la acción de los músculos que se insertan en los mismos y c)


impiden la corrección en varo del primer metatarsiano.
• Desequilibrio muscular por acción del desplazamiento de los sesamoideos.
• Alteraciones en la parte proximal del primer metatarsiano, que en algunos
casos es la causa de la desviación del primer metatarsiano y en otros es la
consecuencia.
• Alteraciones circulatorias del primer dedo. El dedo gordo es el peor irrigado
del pie. En el hallux valgus esto empeora ya que las arterias se hacen más
tortuosas.
• Alteraciones de los dedos vecinos como consecuencia de la insuficiencia del
primer radio: metatarsalgia, dedos en garra…
• Alteraciones de las partes blandas: hiperqueratosis, higromas, uña
encarnada, etc.

Clínica.

Con frecuencia no existen síntomas, aún en el caso de hallux valgus acentuado. La


deformidad puede ser la única manifestación.

Existe una tumefacción dolorosa de los tejidos blandos sobre la primera articulación
metatarsofalángica (MTF). El paciente refiere dolor continuo y sordo localizado en la
primera articulación MTF, que empeora con la deambulación y mejora con reposo y
calor local; se puede evidenciar fricción o chasquido y crepitación al mover la
articulación, además de la típica deformidad en hallux valgus.

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Módulo II

El dolor, puede obedecer:

• al juanete inflamado,
• a metatarsalgia del primer radio por sobrecarga,
• a metatarsalgia de los restantes metatarsianos por insuficiencia del primer
radio,
• a artrosis secundaria de la primera articulación metatarsofalángica,
• a una uña encarnada.

Diagnóstico.

El diagnóstico es clínico. Es necesario realizar radiografías convencionales


(proyección dorsoplantar y lateral con el paciente de pie, proyección oblicua sin
carga y proyección sesamoidea) con la finalidad de determinar el ángulo del hallux
valgus y el ángulo intermetatarsiano, que tendrá utilidad para la decisión terapéutica.

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Módulo II

Tratamiento.

- Conservador:

• Básicamente, todas se pueden tratar inicialmente con calzado amplio, blando


y almohadillas en la planta.

• Las férulas nocturnas son inefectivas.

• Si el paciente no mejora, es cuando hay que valorar la cirugía.

Inicialmente se trata con AINEs y fisioterapia, aplicación local de calor o frío y


evitación de actividades repetitivas que agraven los síntomas del paciente y del
calzado de puntera estrecha o tacón alto. La inmovilización temporal del hallux
puede resultar beneficiosa. Si estas medidas no funcionan, la infiltración local con

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anestésico y corticoides sobre la cabeza del primer metatarsiano puede ser


beneficiosa temporalmente

- Quirúrgico:

Indicación: solo si hay dolor, con deformidad importante. No se debería indicar la


cirugía por motivos estéticos.

Sin embargo, cuando la deformidad es de rápida evolución y no se ha detenido a


pesar de las medidas preventivas y evitar los factores extrínsecos, puede
considerarse la posibilidad de una intervención correctora antes de que esta
deformidad se vuelva rígida y sea más difícil corregir posteriormente.

La corrección quirúrgica en adolescentes tiene una alta tasa de recidivas cuando los
resultados son comparados con los aceptados en el adulto.

La corrección quirúrgica tiene varias opciones, a elegir en función de la gravedad del


diagnóstico. En la actualidad, la osteotomía metatarsiana distal en v invertida
(Chevron) es la más utilizada. Las complicaciones más frecuentes,
independientemente del procedimiento empleado, son la corrección incompleta y la
recurrencia del hallux valgus.

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Módulo II

2. METATARSALGIA.
Denominamos metatarsalgia a una lesión por sobreuso, que se caracteriza por la
presencia de dolor en la porción anterior del pie(antepie), que se asocia con un
aumento de la tensión sobre la región de la cabeza del metatarsiano. El dolor se
localiza en la zona límite de los dedos con el resto del pie, generalmente
acompañado del desarrollo de callosidades plantares, que puede dificultar el
caminar y obligor incluso a cojear.

Es la localización más frecuente del dolor en el pie y en el 88% de los casos afecta a
las mujeres. No se trata de una enfermedad específica sino de un síntoma que
puede presentarse en muchas enfermedades.

Causas.

Las causas comunes de la metatarsalgia incluyen la insuficiencia del primer radio


(condición anatómica patoloógica en la que la longitud del primer metatarsiano es
menor que la del segundo y tercero, lo que provoca un hiperapoyo en dicha zona)
neuroma interdigital (también conocido como neuroma de Morton), la sinovitis
metatarsofalángica, necrosis avascular, sesamoiditis, y la artritis inflamatoria.

En este apartado nos centraremos exclusivamente en el studio de la insuficiencia


del primer radio al ser la causa de metatarsalgia más frecuente.

Biomecánica del pie.

Cuando caminamos, el apoyo y centro de giro en el plano sagital en el pie cambia de


posición, localizándose:

• Inicialmente en el talón (primer rodillo o “rocker” del talón),

• Luego en el tobillo, durante el apoyo plantígrado (segundo rodillo o “rocker”


del tobillo)

• Finalmente en la articulación metatarsofalángica: desde que el talón


despega del suelo hasta el despegue total del pie (tercer rodillo o “rocker”

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del antepié).

Fisiopatología.

La metatarsalgia mecánica se produce por un aumento de presión y rozamiento de


uno o varios radios centrales del pie, debido a:

• Una relativa mayor longitud de alguno de los metatarsianos (MTT) como por
ejemplo el 2º MTT cuando hay metatarso primo varo (hallux valgus).

• Flexión relativa de alguno de los MTT respeto al resto, por ejemplo en la


subluxación volar de la cabeza del MTT si hay dedos en garra.

• Desplazamiento distal de la almohadilla plantar metatarsiana, por ejemplo


en el pie cavo con dedos en garra.

Clínica.

El principal síntoma de la metatarsalgia es el dolor en una o más de las cabezas de


los metatarsianos. El dolor difuso se suele localizar en la zona delantera y media del
pie. Además guarda relación con pacientes que realizan con frecuencia acciones de
impacto sobre la zona del antepie.

El dolor se agrava por lo general durante las fases media de apoyo y propulsión al
caminar o correr. El inicio es de forma gradual más que una presentación aguda.

En la exploración, palpando el antepié, observamos una prominencia de las cabezas


metatarsianas. La almohadilla grasa plantar metatarsiana se verá desplazada
distalmente en el caso del dedo en martillo o deformidades de los dedos en garra.
Existirá con frecuencia una hiperqueratosis plantar por debajo de la segunda y/o
tercera cabezas metatarsianas.

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Módulo II

Diagnóstico.

En las radiografías laterales en carga pueden observarse las deformidades de los


dedos en garra y también podría ser evidente una posición en cavo del antepié, y en
la radiografía anteroposterior se vería un segundo metatarsiano largo.

Algunos detalles clínicos pueden resultar de gran ayuda a la hora de intentar


determinar en qué fase del ciclo de la marcha se produce la hiperpresión generadora
de la metatarsalgia:

• Cuando las durezas se sitúan en posición plantar pura con respecto a las
cabezas, lo más probable es que se trate de alteraciones durante el apoyo
intermedio (segundo “rocker”), con el pie en apoyo plantígrado
(metatarsalgias mecánicas estáticas) que se suelen asociar con aumentos en
la flexión relativa de los metatarsianos, equinismo y alteraciones inflamatorias.
Estas últimas se asocian a queratosis que dibujan individualmente las
cabezas, a diferencia de otros procesos en que las queratosis parecen
confluir en una mayor que abarca varias cabezas (síndrome de insuficiencia

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del primer radio).

• Si las queratosis son plantares y distales con respecto a la o a las cabezas,


lo más probable es que la alteración responsable del cuadro actúe durante el
tercer “rocker”: son las metatarsalgias mecánicas propulsivas que depende no
de la inclinación sino de la longitud relativa de los metatarsianos.

Tratamiento.

El tratamiento se encaminará a descargar la presión plantar excesiva por debajo de


la cabeza de los metatarsianos utilizando una plantilla metatarsiana situada
proximalmente a las cabezas de los metatarsianos, además de tratamiento con
AINEs o con infiltración local con anestésico y corticoide. La corrección quirúrgica se
reserva para los casos con deformidades importantes que no mejoren con
tratamiento conservador.

Tratamiento conservador

• Reposo. Para proteger el pie de una lesión mayor. Elevar el pie después de
estar parado o caminando. Puede que sea necesario evitar alguna actividad
deportiva, pero se puede mantener la forma con ejercicios de bajo impacto,
como nadar o andar en bicicleta.
• Hielo en el área afectada. Aplicar hielo envuelto con alguna compresa para
proteger la piel, en la zona afectada durante unos 20 minutos varias veces al
día.
• Analgésicos antiinflamatorios.
• Calzado adecuado. El uso de tacones altos o zapatos demasiado pequeños
puede sentar las bases para una serie de problemas en los pies, incluyendo
la metatarsalgia. Buscar zapatos con una puntera amplia y una suela de
balancín, que redistribuyen el peso en la parte inferior del pie sería una Buena
opción de tratamiento.
• Suelas amortiguadoras. Estos insertos, a menudo hechos de corcho, plástico,
goma o silicona, se ajustan en el interior de los zapatos y ayudan a minimizar

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el choque de la pisada.
• Almohadillas metatarsianas. Se colocan justo por delante de las cabezas
metatarsianas para ayudar a desviar la tensión lejos de la zona dolorosa.
• Mantener un peso saludable. Disminuye la carga que soportan los pies.
• Infiltraciones. Los individuos con metatarsalgia primaria reciben pocos
beneficios de este tipo de inyecciones.
• Otros tratamientos: No se recomienda el quitar los callos (queratosis plantar)
debido a que son una respuesta a la presión y no es la enfermedad primaria.
Se puede conseguir un alivio temporal con el afeitado suave de la
hiperqueratosis, sin embargo se debe evitar causar sangrado por un
desbridamiento excesivo o por el uso de ácidos y otros productos químicos.

Tratamiento quirúrgico

La modificación del apoyo con una ortesis puede ser el único tratamiento necesario
para la metatarsalgia. En los casos graves, la realineación quirúrgica de los
metatarsianos puede ser necesaria para equilibrar la carga de peso entre las
cabezas de los mismos.

En los casos en que el tratamiento conservador ha fracasado en proporcionar alivio


de los síntomas, la intervención quirúrgica puede ser necesaria, incluyendo
sinovectomía, artroplastia, osteotomías de cuña de las bases de los metatarsianos…

La osteotomía Weil del segundo y tercer MTT ha demostrado ser un procedimiento


eficaz y seguro para el tratamiento de la metatarsalgia central.

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3. DEDOS EN MARTILLO.

Son deformidades adquiridas de los dedos del pie. Se distinguen:

• Dedo en martillo (flexion de IFP e hiperextension de IFD). Es la deformidad


más frecuente.

• Dedo en garra: flexion de articulación IFP e IFD

• Dedo en mazo: hiperextension IFP y flexion de IFD.

Los dedos en martillo generalmente comienzan como deformidades leves y


empeoran progresivamente con el tiempo. En las primeras etapas, los dedos en
martillo son flexibles y los síntomas a menudo se pueden manejar con medidas no
invasivas. Pero si se deja sin tratamiento, pueden llegar a ser más rígidos y no
responderán al manejo conservador.

Debido a la naturaleza progresiva de los dedos en martillo, deben recibir una


atención temprana. Los dedos en martillo nunca mejoran sin algún tipo de
intervención.

Causas.

La causa más común de dedo en martillo es un desequilibrio músculo/tendón. Este


desequilibrio conduce a una flexión del dedo, resultando en cambios mecánicos
(estructurales) en el pie que se producen con el tiempo en algunas personas.

Los dedos en martillo pueden agravarse por zapatos que no ajusten


adecuadamente. Un dedo en martillo puede resultar si un dedo del pie es demasiado
largo y se ve obligado a una posición de hacinamiento cuando se lleva puesto un
zapato apretado.

Ocasionalmente, el dedo en martillo es el resultado de un trauma anterior del dedo.


En algunas personas, los dedos en martillo se heredan

Así por tanto las causas principales del dedo en martillo son:

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- Factor congénito: hay un aumento de incidencia familiar, siendo los mas frecuentes
el 2º y 3º dedo.

- Factor mecánico:

§ Zapatos cortos (más frecuente cuando el 2º dedo es muy largo).

§ Sobrecarga: sinovitis en articulación metatarsofalángica que provoca


el inicio de la retracción.

§ El uso de zapatos con mucho tacón provoca hiperextensión crónica


de los dedos.

- Factores neurógenos: asociación a pie cavo por desequilibrio muscular

- Factor articular: en la artritis reumatoide y la artritis psoriasica

- Factor iatrogénico: si al operar el primer dedo este se acorta, el segundo queda


funcionalmente más largo y se deforma.

Clínica.

Los síntomas comunes de los dedos en martillo incluyen:

• Dolor o irritación en el dedo afectado cuando se usan zapatos.


• Callos y clavos en el dedo del pie o entre dos dedos. Los callos son causados
por la fricción constante contra el zapato; pueden ser blandos o duros,
dependiendo de su ubicación.
• Inflamación, eritema, o sensación de ardor
• Contractura del dedo con luxación de la articulación metatarsofalángica o
interfalángica afecta.
• En los casos más severos de dedo en martillo, se pueden formar úlceras.

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Módulo II

Diagnóstico.
Aunque los dedos en martillo son evidentes, para llegar a un diagnóstico se debe
obtener una historia completa de lo síntomas y un examen completo del pie y el
tobillo.

Durante el examen físico, se puede tratar de reproducir los síntomas manipulando el


pie y estudiar las contracturas de los dedos. Además, se pueden realizar
radiografías del pie y tobillo para determinar el grado de las deformidades y evaluar
los cambios que se hayan podido producir.

Tratamiento.

En etapas iniciales se trata con AINEs, calzado fisiológico y ejercicios para fortalecer
los músculos lumbricales e interóseos. Además, pueden colocarse almohadillas en
la cara dorsal y bajo la falange ungueal del dedo afectado para enderezarlo durante
la marcha.

En caso de lesiones fijas y muy dolorosas está indicado el tratamiento quirúrgico.

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Módulo II

4. NEUROMA DE MORTON.

Los síntomas de este trastorno fueron descritos por primera vez por el pedicuro de la
reina de Inglaterra Durlacher, en 1845, quien lo describió como una forma de
afectación neurálgica que afecta al nervio plantar entre el tercer y cuarto
metatarsianos". Posteriormente, ésta entidad fue llamada después neuroma o
metatarsalgia de Morton, debido a que T.G. Morton en 1876 amplió la descripción y
postuló que el neuroma era provocado por el choque de la rama digital común del
nervio plantar externo del cuarto espacio interdigital contra las cabezas del 4º y 5º
metatarsianos.

El neurinoma de Morton es uno de los síndromes dolorosos más frecuentes en el


antepié. Suele afectar a mujeres de mediana edad, generalmente unilateral y resulta
de una fibrosis perineural de los nervios interdigitales, con predominio del que se
encuentra entre el tercero y cuarto dedo

Los nervios interdigitales son ramas distales del nervio plantar medial y el nervio
plantar lateral y se elongan sobre los bordes anteriores del ligamento metatarsiano
transversal y la parte fusionada de la fascia plantar. Son sensoriales para los dedos
de los pies.

Causas.

El calzado estrecho y de tacón alto puede exacerbar el atrapamiento de los nervios


interdigitales, debido a la hiperextensión de las articulaciones metatarsofalángicas
que aumenta la tensión ejercida por el ligamento metatarsiano transversal sobre los
nervios.

También contribuyen los traumatismos plantares directos, gangliones y tumores


tisulares blandos en el espacio interdigital, deformaciones en martillo o en garra de
los dedos, hallux hipermóvil, bursas del espacio interdigital y la sinovitis de las
articulaciones metatarsofalángicas.

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Módulo II

Clínica.

El paciente refiere un dolor plantar quemante entre las cabezas de los


metatarsianos, que se irradia hacia los dedos de los pies y empeora con la
bipedestación, la marcha prolongada o el uso de calzado de puntera estrecha y
tacones altos. Puede ser muy limitante. El dolor se alivia con un masaje en el pie.

A veces también parestesias e hipoestesias,

Imagen tomada de: www.dynamicmotionwales.co.uk

Diagnóstico.

Al examen físico se detecta dolor al palpar el espacio entre las cabezas de los
metatarsianos del espacio afectado.

Durante la exploración física es posible reproducir el dolor mediante compresión


lateral de los dos metatarsianos con una mano, mientras que con la otra se ejerce
presión firme en el espacio interdigital afectado; esta maniobra genera un clic y es lo
que se llama signo de Mulder positivo.

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Signo de Laségue del pie: La dorsiflexión de los dedos aumenta el dolor

El diagnóstico es por tanto clínico; sin embargo, la RMN y la ecografía contribuyen al


revelar un engrosamiento de los nervios, con mayor frecuencia en el tercer espacio
interdigital.

Una inyección de anestésico local con una técnica estéril puede ser útil en la
evaluación diagnóstica del neuroma de Morton. La resolución temporal del dolor,
parestesias, o ambos, en respuesta a la inyección puede confirmar la localización de
la patología. Una respuesta positiva a la inyección tiende a ser predictivo de
resultados satisfactorios posquirúrgicos.

Debe diferenciarse de: fracturas de los huesos sesamoideos, fracturas del pie por
sobrecarga, artritis degenerativa o inflamatoria del pie, tendinitis y bursitis del pie.

Tratamiento.

Tratamiento Conservador.

En la mayoría de los casos, el tratamiento inicial consiste en usar calzado amplio,


blando, con poco tacón. La utilización de una plantilla, con soporte blando
metatarsiano justo proximal a la cabeza de los metatarsianos, disminuye la presión
sobre la región comprometida y ayuda a separar las cabezas de dichos huesos.

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Módulo II

También se puede ayudar de antiinflamatorios no esteroideos.

Los pacientes que no responden a las medidas anteriores se utiliza una infiltración
con un anestésico local y un corticoide para reducir la inflamación. Conviene revisar
al paciente después de una o dos semanas para valorar el resultado. Si la respuesta
es positiva se puede intentar seguir con el tratamiento conservador y las medidas
ortopédicas antes descritas.

Tratamiento Quirúrgico.

En última instancia se puede recurrir a la cirugía, que consiste en seccionar el


ligamento metatarsiano transversal con la extirpación o no del nervio interdigital. Las
tasas de éxito suelen ser buenas, aunque algunos pacientes en el postoperatorio
refieren entumecimiento de los dedos del pie, en general bien tolerado.

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5. FASCITIS PLANTAR.

La fascitis plantar (FP) es la inflamación del tejido de la parte inferior del pie (fascia
plantar) que causa dolor en la planta y en el talón. La fascia o aponeurosis plantar es
un tejido fibroso organizado en bandas que se extiende desde la tuberosidad
anterior del calcáneo hasta los dedos.

En un tercio de los casos la FP es bilateral, más frecuente entre los 40-60 años y
supone hasta un 15% de los motivos de consulta relacionados con los pies.

La obesidad, las profesiones que precisan estar mucho tiempo de pie (deportistas,
militares, bailarinas, etc.) y los pies planos o excesivamente cavos son factores de
riesgo.

Las mujeres se ven afectadas por la fascitis plantar el doble de frecuencia que los
hombres. En los jóvenes, la enfermedad ocurre por igual en ambos sexos. La raza y
la etnicidad no juegan ningún papel en la incidencia de la fascitis plantar

Causas.

La causa de la fascitis plantar es a menudo poco clara y puede ser multifactorial.


Hay cuatro motivos principales que pueden provocar una fascitis plantar:

1. Causas metabólicas: como la calcificación del tendón de Aquiles, hiperuricemia


(gota), osteoporosis o psoriasis

2. Anomalías anatómicas: como la infección de partes blandas del talón, la sífilis, o


también enfermedades bacterianas prolongadas

3. Secuelas infecciosas.

4. Anomalías biomecánicas.

Debido a la alta incidencia en los corredores, se postula que la causa más


importante son los microtraumatismos repetitivos. Posibles factores de riesgo

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Módulo II

incluyen la obesidad, ocupaciones que requieren estancias prolongadas de pie y


soporte de peso. Otros factores de riesgo pueden ser ampliamente clasificados
como extrínsecos (errores de equipación y/o entrenamiento) o intrínsecos
(funcionales, estructurales, o degenerativa).

Factores de riesgo extrínsecos

El uso excesivo: Estar de pie durante largos períodos, ya sea de pie, caminar o
correr, especialmente en superficies duras. Los errores de entrenamiento están
entre las principales causas de la fascitis plantar.

El equipo adecuado es importante. Los atletas y otras personas que pasan un


tiempo prolongado “usando” sus pies deben utilizar un tipo de zapato adecuado para
su tipo y actividad. Los zapatos deportivos pierden rápidamente propiedades de
amortiguación.

Factores de riesgo intrínsecos

Factores de riesgo estructurales incluyen pie plano, pie cavo, pronación, excesiva
pronación o supinación, discrepancia en longitud de la pierna, excesiva torsión tibial
lateral y torsión femoral excesiva.

Factores de riesgo funcional, la rigidez en los músculos gemelos y sóleo y el


tendón de Aquiles se considera un factor de riesgo de la fascitis plantar. La
dorsiflexión reducida ha demostrado ser un importante factor de riesgo para esta
enfermedad. La debilidad del gastrocnemio, sóleo, y los músculos intrínsecos del pie
también se considera un factor de riesgo de la fascitis plantar.

El envejecimiento y la atrofia grasa del talón son dos factores de riesgo


degenerativos para la fascitis plantar

Fisiopatología.

La etiología más común de la fascitis plantar es la disfunción biomecánica del pie;


sin embargo, puede haber otras causas: infecciosas, neoplásicas, artrósicas,
neurológicas, traumáticas, y otras enfermedades sistémicas. La patología, como se

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Módulo II

cree tradicionalmente, es secundaria al desarrollo de microtraumas que provocan


microdesgarros, con el resultado de daño en la interfaz calcáneo-fascia.

Imagen tomada de: www.cto-am.com

El excesivo estiramiento de la fascia plantar puede dar lugar a microtraumatismos de


esta estructura, ya sea a lo largo de su curso o donde se inserta en la tuberosidad
medial del calcáneo. Estos microtraumatismos, si son repetitivos, pueden resultar en
degeneración crónica de las fibras de la fascia plantar. La carga sobre el tejido
degenerativo y el sano de la fascia plantar puede causar dolor plantar significativo,
especialmente en los primeros pasos después del sueño u otros períodos de
inactividad.

Clínica.

El síntoma principal de la fascitis plantar es una historia de intenso dolor en el talon,


de forma aguda, que aparece con los primeros pasos de la mañana o después de
otros periodos largos sin carga de peso. El dolor se experimenta principalmente en
la superficie plantar del pie en la parte anterior del calcáneo, pero puede irradiarse
proximalmente en casos más severos. Puede haber cojera, y los pacientes pueden
preferir caminar de puntillas.

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Módulo II

Si hay parestesias asociada, dolor nocturno o síntomas sistémicos se debe plantear


la sospecha de otras causas de dolor en el talón (es decir, causas neoplásicas,
infecciosas, neurológicas).

Inicialmente, el dolor disminuye con la deambulación o calentamiento, pero luego


aumenta a lo largo del día a medida que aumenta la actividad. En casos más graves,
los pacientes se quejan de dolor en el talón después de períodos de permanencia
prolongada en bipedestación. Se puede sentir un dolor sordo en el talón al final del
día, especialmente después de una extensa caminata o estancia prolongada de pie.

Además del dolor, los pacientes pueden quejarse de rigidez en el pie e hinchazón
localizada en el talón.

Un elemento importante en la historia es el período anterior al inicio de la fascitis


plantar. Los pacientes pueden informar de que antes de la aparición del dolor,
habían aumentado la cantidad o intensidad de la actividad. También pueden haber
comenzado el ejercicio en un tipo diferente de superficie o pueden haber cambiado
recientemente el calzado. Es posible que hayan sufrido un trauma previo en los pies.

Cualquier factor precipitante se debe identificar si es posible. Pedir al paciente lo que


empeora el dolor y lo que lo hace mejor.

Diagnóstico.

Se realiza fundamentalmente en base a la historia clínica y a la exploración física del


paciente, aunque las pruebas complementarias de imagen pueden ser de gran
utilidad.

En cuanto a la exploración física el dolor de la fascitis plantar por lo general puede


ser reproducido mediante la palpación de la tuberosidad plantar medial del calcáneo
en el sitio de inserción de la fascia plantar en el hueso. Con menor frecuencia, el
dolor se localizará justo debajo del hueso del talón o incluso en el centro del arco
plantar. En casos más severos, el dolor puede ser reproducido por palpación sobre
la porción proximal de la fascia plantar.

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Módulo II

Un tendón de Aquiles tenso es frecuentemente un hallazgo secundario y


generalmente contribuye a la patología, como consecuencia de ello la dorsiflexión
del tobillo puede estar limitada. Otros hallazgos pueden incluir varias deformidades,
cambios en la piel, pie plano, pronación, pie cavo, discrepancia en longitud de la
pierna, excesiva torsión tibial lateral, y anteversión femoral excesiva.

Otras maniobras que pueden reproducir el dolor de la fascitis plantar incluyen la


dorsiflexión pasiva de los dedos de los pies.

Para asegurarse de que el paciente no tienen bursitis retrocalcánea o tendinitis de


Aquiles, se debe palpar la cara posterior del talón y el tobillo para buscar el dolor y la
tumefacción.

Habitualmente no son necesarias pruebas complementarias. En algunos casos


puede ser útil una radiografía simple del pie y tobillo (en 2 posiciones) y en caso de
duda una resonancia magnética nuclear (RMN) o en su defecto una ecografía

La radiografía suele ser negativa en la gran mayoría de pacientes. Puede aparecer


un espolón calcáneo o exóstosis en base plantar de calcáneo. Actualmente se cree
que es una imagen que queda como secuela (es consecuencia de la fascitis), por lo
que su presencia no es útil para el diagnostic, ya que está presente en el 15% de la
población normal y en el 50% de los pacientes.

Las imágenes por resonancia magnética se reservan para los raros casos en los que
se necesitan estudios de imagen para confirmar la fascitis plantar o ruptura parcial y
completa de la fascia plantar. El engrosamiento de la fascia plantar y edema
circundante también se pueden detectar en la resonancia.

La ecografía, aunque rara vez se usa, puede ayudar en el diagnóstico de fascitis


plantar. Se puede observar un marcado aumento en el espesor de la fascia así como
edema de la misma donde se inserta en el calcáneo, así como pérdida de definición
entre la fascia y el tejido blando circundante.

El diagnóstico diferencial lo realizaremos con:

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Módulo II

• Lesiones del tendón de Aquiles y tendinitis

• La bursitis calcánea

• Contusiones

• Fractura del pie

• Radiculopatía lumbosacral

• Osteomielitis

• Artritis Reactiva

• Bursitis retrocalcánea

• Síndrome del túnel tarsiano.

Pronóstico.

Alrededor del 80% de los casos de fascitis plantar se resuelven espontáneamente a


los 12 meses. El 5% de los pacientes acaban sometiéndose a cirugía para la
liberación de la fascia plantar o alargamiento del gemelo medial, porque todas las
medidas conservadoras han fracasado.

La morbilidad puede ser significativa. Los pacientes pueden experimentar dolor


plantar progresivo, lo que lleva a la cojera (marcha antiálgica) y restricción de
actividades tales como caminar y correr. Además, los cambios en los patrones de
soporte de peso resultantes del dolor en el pie pueden conducir a una lesión
secundaria asociada a las articulaciones de la cadera y de la rodilla.

Tratamiento.

Existen pocos estudios bien diseñados a pesar de que es un problema frecuente y


se han propuesto multitud de tratamientos.

Algunas medidas recomendadas habitualmente y que podrían ser útiles:

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Módulo II

• Reposo relativo en los periodos de dolor evitando ejercicio o sobrecarga de


los pies.
• Usar zapatos con adecuado soporte plantar y suela almohadillada.
• Corregir el exceso de peso.
• Aplicación de frío local después del ejercicio.

Recientes publicaciones enfatizan la utilidad de los estiramientos específicos de la


fascia plantar y abductor y flexores del primer dedo. Tenemos:

o Terapia física: Un programa de estiramientos específico para la fascia


y el Aquiles sigue siendo el tratamiento de primera línea para la fascitis
plantar (ejercicios de distensión).

o Férulas nocturnas con tobillo-pie en dorsiflexión forzada o en neutro:


muy útiles para mejorar el dolor en los primeros pasos de la mañana.

o La terapia con ondas de choque extracorpóreas radiales puede ser un


tratamiento efectivo para la fascitis plantar crónica con sólo dos
sesiones separadas por una semana.

o Plantillas: útiles sólo cuando se asocia a pie plano (apoyo del arco
longitudinal) o cavo (aumenta área de apoyo). También se ha usado la
ortesis UCBL (cazoleta talón).

o AINES: beneficiosos, pero mejoría discreta. Durante 2-4 semanas en la


fase aguda alivian el dolor y mejoran la funcionalidad .

o Taloneras: mejoría dudosa, empeora la marcha

o Infiltraciones corticoanestésicas. Debatidas: no más de 2-3 por pie, ya


que pueden romper la fascia plantar.

o Otros: cambios de calzado.

o Se ha usado recientemente sin tener aún demasiadas evidencias el

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Módulo II

plasma rico en plaquetas inyectado en el talón, de igual manera que


para otras tendinosis.

o Reposo: muy útil, pero los pacientes no lo hacen.

o Yeso: muy útil en casos de >1 año de evolución por:

§ Evitan la tensión intermitente sobre la fascia.

§ Disminución de la tensión en fascia.

§ Reposo real.

o Cirugía: antes usar yeso y descartar otros cuadros: analítica,


gammagrafía. La técnica consiste en: liberación subtotal de la fascia
plantar o descompresion quirúrgica.

Protocolo de tratamiento:

o Casos leves: AINES, distensiones de la fascia, férulas nocturnas en


antiequino, plantillas, disminución de la actividad.

o Casos moderados o fallo de anteriores: añadir infiltración+reposo.

o Si falla, obesa o si se prolongan los síntomas >1 año: yeso 8-10


semanas. Si el yeso falla: valorar cirugía.

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Módulo II

6. TENDINITIS AQUILEA.

Es la inflamación aguda del peritenón que recubre al tendón de Aquiles. Este tendón
está constituido por la convergencia de los músculos gastronecmio y sóleo,
comienza en la zona media de la pantorrilla y continúa hacia abajo, insertándose en
la región posterior del calcáneo. Se vuelve redondeado y estrecho por encima del
calcáneo (aproximadamente a 5 cm por encima de éste) que es donde se suele
establecer la tendinitis y luego se ensancha, uniéndose perpendicularmente al
calcáneo posterior.

Causas.

Suele ocurrir tras abuso o mal uso de la articulación del tobillo. Son factores
predisponentes actividades como la carrera, especialmente de largas distancias o en
cuesta, la parada y el arranque brusco (tenis), el estiramiento incorrecto antes del
ejercicio o el incremento de la distancia por parte de corredores a fondo.

Como todos los trastornos por “uso excesivo”, la tendinitis y la tendinosis aquilea
generalmente son causadas por el repentino aumento de una actividad repetitiva
que incluye al tendón de Aquiles. Dicha actividad aplica un esfuerzo excesivo sobre
el tendón de forma muy rápida, lo que ocasiona microlesione en las fibras. Debido a
esta tensión continua, el cuerpo no puede reparar el tejido lesionado. Por ello se
altera la estructura del tendón y resulta en dolor continuo.

Los atletas tienen el riesgo de presentar trastornos en el tendón de Aquiles. La


tendinitis y la tendinosis aquilea también son comunes en individuos cuyo trabajo
ejerce presión en sus tobillos y pies, como los jornaleros, así como en corredores de
fin de semana, quienes tienen menos condición y participan en eventos atléticos
solamente los fines de semana o con poca frecuencia.

Además, las personas con pronación excesiva (aplanamiento del arco) tienen la
tendencia de presentar tendinitis y tendinosis aquilea debido al mayor esfuerzo que
se ejerce sobre el tendón al caminar.

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Módulo II

También se han descrito casos de tendinitis aquílea como reacción adversa a


medicamentos, específicamente a las quinolonas (ciprofloxacino, levofloxacino…).
En este caso, la tendinitis puede ocurrir desde el segundo día hasta la sexta semana
de tratamiento, la afectación suele ser bilateral y se resuelve al retirar el antibiótico.

Clínica.

El comienzo de los síntomas suele ser agudo, con dolor constante e intenso
(interrumpe el sueño), localizado en la región posterior del tobillo, frecuentemente al
levantarse de la cama o después de estar tiempo sentado. El paciente adopta una
marcha con el pie plano para evitar la flexión plantar del tendón.

El dolor suele reproducirse con la flexión plantar del pie contra resistencia y puede
evidenciarse sensación de fricción o crepitación durante la flexión plantar pasiva del
pie, además de edema y calor local, con engrosamiento de la parte posterior del pie
que dificulta el uso de calzado.

Diagnóstico.

Su diagnóstico se obtiene sobre la base de una buena historia clínica y un examen


físico cuidadoso. En los casos difíciles, la ecografía, o bien la RMN, son las pruebas
de elección.

Debe diferenciarse de:

• Tendinosis: degeneración del parénquima con ocasional calcificación


secundaria. Tiende a ocurrir en personas mayores, el dolor es crónico, se
relaciona menos con la actividad y puede haber engrosamiento y formación
de nódulos en el tendón.
• Deformidad de Haglund: prominencia de la tuberosidad calcánea
posterosuperior con compresión del tendón sobre el contrafuerte del calzado.
• Bursitis retrocalcánea: inflamación de la bolsa anterior del tendón de
Aquiles. Coexiste muchas veces con tendinosis. Se experimenta dolor por la

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Módulo II

compresión del zapato contra la inserción engrosada e inflamada del tendón


de Aquiles y con la actividad de este tendón.
• Rotura del tendón de Aquiles: generalmente ocurre en personas mayores
de 30 años, con ocasión de la realización de ejercicio físico sin tener hábito.

Tratamiento.

Las propuestas de tratamiento para la tendinitis o tendinosis aquilea se seleccionan


sobre la base de cuánto tiempo ha estado presente la lesión y el grado de daño al
tendón. En la etapa temprana, cuando existe una inflamación repentina (aguda),
pueden ser recomendables una o más de las siguientes opciones:

• Inmovilización. La inmovilización puede incluir el uso de un yeso o bota de


termoplástico que reduzca la fuerza sobre el tendón de Aquiles
• Hielo. Para reducir la inflamación. Se recomeinda aplicarlo en el área
afectada durante 20 minutos cada 3-4 horas
• Medicamentos orales. Los antinflamatorios no esteroides, como el
ibuprofeno, pueden ser útiles para reducir el dolor y la inflamación en las
primeras etapas del cuadro.
• Ortopédico. Para las personas con pronación excesiva o anomalías en la
marcha, se pueden prescribir dispositivos ortopédicos hechos a la medida.
• Terapia física. La fisioterapia puede incluir ejercicios de fortalecimiento,
masaje/movilización de tejidos suaves, reeducación para la marcha y correr,
estiramientos y tratamiento con ultrasonidos.
• En última instancia, se puede recurrir al tratamiento quirúrgico, cuya finalidad
es descomprimir el tendón mediante la liberación longitudinal del peritenón,
seguido de reposo e inmovilización.

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Módulo II

Imagen tomada de: www.bauerfeind.es

Situaciones especiales.

Tendinitis/Peritendinitis agudas

Inflamación primaria del tendón, del paraténon o la bursa retrocalcánea, por


microtraumatísmos, tracciones repetidas, sobreuso.

Puede asociarse a artropatatías inflamatorias, espondilitis anquilosante o uso de


fluorquinolonas.

- Clínica:

o Dolor, edema y calor local

o Dolor con la contracción activa contra resistencia o por estiramiento de la unidad


músculo-tendinosa.

- Tratamiento:

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Módulo II

o Reposo deportivo, AINEs, eliminar desencadenantes, ¡¡NO infiltración corticoides!!


por el riesgo de rotura.

o Medios físicos con hielo, fisioterapia, férulas nocturnas, elevación del tacón.

o Cirugía: Si fracasa el tratamiento conservador. Desbridamiento del paratenon


inflamado.

Tendinitis crónica

Se caracteriza por la presencia de cambios degenerativos en el tendón,


probablemente secundario a una tendinitis aguda mantenida.

Se localiza en la misma zona que las roturas (unión miotendinosa) y los factores
predisponentes son los mismos.

- Clínica:

o Dolor de larga evolución que se incrementa con la actividad.

o Dolor a la palpación con engrosamiento del tendón en la zona afectada.

o El diagnóstico es clínico y puede completarse con radiografías (calcificaciones)

-Tratamiento:

o Mismo tratamiento conservador que en tendinitis aguda.

o Tratamiento quirúrgico: Resección de la porción patológica del tendón, eliminar


bursa, calcificaciones o exóstosis.

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Módulo II

7. ARTRITIS GOTOSA.

La gota es una enfermedad metabólica caracterizada por el aumento de la


producción de ácido úrico en el organismo, o por la deficiencia en su eliminación. Es
una enfermedad en la que existe una predisposición hereditaria, y suele aparecer a
partir del consumo excesivo de determinados alimentos y de bebidas alcohólicas,
aunque no siempre es así.

Es una enfermedad frecuente que afecta sobre todo a los varones entre los 30 y 50
años.

El ácido úrico es uno de los productos de desecho del organismo que, en


condiciones normales, se elimina a través de la orina. Cuando se produce una
cantidad mayor que la que pueden filtrar y eliminar los riñones, se acumula formando
cristales.

Los ataques de gota se deben a la presencia de dichos cristales en los espacios


interarticulares, que provocan la inflamación de algunas articulaciones y del tejido
que las rodea. Esta inflamación suele atacar las terminaciones nerviosas de las
articulaciones y produce un intenso dolor.

En algunas ocasiones, los cristales se acumulan en los riñones y pueden


desencadenar una insuficiencia renal, es decir, un funcionamiento deficiente de los
riñones.

Causas.

Aunque existen diversas razones que explican un incremento en la formación de


ácidos úrico (causante del 10% de las gotas), la causa más frecuente (90 %) es una
disminución de la eficacia del proceso de filtración por parte de los riñones, que
puede ser consecuencia de algunos trastornos renales, como la nefritis crónica, o la
inflamación de los riñones provocada por el consumo de ciertos fármacos, entre los

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Módulo II

que se encuentran los diuréticos. Determinadas anomalías congénitas del


metabolismo provocan también que el organismo genere un exceso de ácido úrico.

Una persona en la que se observe un incremento en el nivel de ácido úrico no tiene


por qué sufrir ataques de gota; sin embargo, en muchos casos, este exceso se
deposita en las articulaciones, en la piel o en los riñones, provocando un ataque
agudo de gota, aislado, o una forma crónica de la enfermedad, desarrollada al cabo
de un cierto tiempo.

No todos los gotosos tienen elevado en sangre su ácido úrico, así como no todas las
hiperuricemias se siguen, necesariamente, de un ataque de gota.

Clínica.

Ataques agudos.

El primer acceso de gota es, con frecuencia, súbito y agudo, y por lo general afecta
la articulación del dedo gordo del pie. Como consecuencia, se produce una
inflamación, que se denomina "podagra", acompañada de otros signos, como un
dolor muy intenso y el enrojecimiento de la piel de la zona afectada.

El dedo gordo del pie sufre una sensibilización extrema, y resulta doloroso incluso el
roce de las sábanas. También se percibe que la piel de la zona inflamada está seca,
roja y brillante, y las venas de la parte dorsal del pie pueden estar distendidas.

Además del dolor, pueden presentarse otros síntomas, como fiebre de hasta 38,5ºC,
cefalea, náuseas e inapetencia.

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Módulo II

El primer ataque afecta una sola articulación y dura unos pocos días, tras los cuales
desaparecen las molestias, en la articulación baja la inflamación y recupera su color
habitual, mientras que la piel presenta descamación y picor.

Tras el primer ataque puede no presentarse ningún otro, pero por lo general
sobreviene un segundo acceso, si bien puede transcurrir meses, o incluso años,
antes de su aparición.

Los ataques sucesivos se pueden presentar en la misma articulación o en otras,


como en la rodilla, los dedos de las manos o el codo. Son frecuentes también los
debuts en la articulación del tobillo, en otras zonas del pie o la rodilla.

Gota crónica.

Esta enfermedad se conoce como gota crónica o artritis gotosa cuando se prolonga
durante mucho tiempo y los ataques agudos son frecuentes y periódicos.

En los casos crónicos de gota los cristales de las sales del ácido úrico pueden
depositarse en las articulaciones, en la piel o en los riñones, causando lesiones que
son permanentes.

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Módulo II

En las articulaciones, los cristales se asientan en el cartílago de los extremos óseos,


deteriorando su superficie lisa y originando inflamación, rigidez e, incluso,
deformidades similares a las que ocurren en la artrosis.

La piel puede desarrollar protuberancias, denominadas tofos gotosos, en varios


sitios. Son masas de ácido úrico precipitado que forman pequeños bultos, por lo
general en los pabellones auriculares, en las articulaciones de las manos o en la
parte posterior de ambos codos, y pueden aumentar de tamaño hasta convertirse en
grandes tumoraciones.

Las mayores deformaciones en esta fase de gota crónica aparecen en las manos,
cuyos dedos se presentan deformados, pudiendo llegar a producirse una inmovilidad
articular (anquilosis). Hoy en día y con los tratamientos actuales es muy inusual que
el paciente llegue a este estado.

En los casos de gota severa, pueden dañarse los riñones de dos maneras: cuando
los depósitos de ácidos úrico bloquean el mecanismo de filtración, y se origina una
progresiva insuficiencia renal, y cuando el ácido úrico está concentrado en exceso, y
cristaliza formando cálculos renales.

Diagnóstico.

El diagnóstico de artritis gotosa se hace mediante la observación directa a través de


microscopio de luz polarizada, de los cristales de urato monosódico en el líquido
sinovial de la articulación.

Tratamiento.

La gota, en la actualidad, es perfectamente tratable.

Cuando un ataque agudo de gota no es tratado, el paciente sufre un dolor


considerable durante un periodo que oscila entre tres y diez días, pasados los cuales
los síntomas se alivian; sin embargo, un tratamiento con fármacos antiinflamatorios
puede curar el proceso con rapidez. Nunca deben tomarse aspirinas, ya que el ácido

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Módulo II

acetilsalicílico, por sus características químicas similares al ácido úrico, dificulta la


eliminación de éste.

Es importante tomar un analgésico adecuado, tan pronto como sea posible, ya que
el retraso en su administración disminuye su efectividad.

Para controlar la inflamación suele recomendarse fármacos por vía oral, sobre todo
colchicina o indometacina. Nunca debemos utilizar hipouricemiantes en la fase
aguda, pues empeorarían el cuadro.

Para calmar el dolor puede aplicarse una compresa caliente o hielo en la articulación
afectada, aunque puede ser necesaria una evacuación articular seguida de
infiltración.

Cuando remitan los síntomas del primer ataque, se deberá efectuar uno o varios
análisis de sangre para determinar si son necesarios tratamientos posteriores, y
prevenir una posible gota crónica.

Si se repiten los síntomas, la enfermedad debe ser atacada en sus raíces


metabólicas, para lo cual se suele iniciar un tratamiento con fármacos que debe
seguirse durante toda la vida.

La medicación que se administra basa su actuación en dos principios


complementarios. Así, algunos medicamentos actúan aumentando la expulsión del
ácido úrico a través de los riñones con lo que es conveniente acompañar este
tratamiento con un consumo de bebida no alcohólica mayor de lo habitual (2 l/día) y
de una retirada, si es posible de fármacos que eleven el ácido úrico.

Otros fármacos actúan reduciendo la cantidad de ácido úrico producido por el


organismo.

Como complemento a lo anteriormente dicho hay que remarcar que la elección

del medicamento adecuado depende siempre de varios factores, entre los cuales se
debe tener en cuenta el comportamiento bioquímico de cada organismo.

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Módulo II

Si se sigue el tratamiento de forma correcta, por lo general, desaparecen los ataques


o, en caso de sobrevenir, resultan menos graves y frecuentes.

En algunos casos de gota crónica pueden ser necesario la extirpación quirúrgica de


los tofos.

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Módulo II

8. FRACTURAS POR ESTRÉS.


Las fracturas por estrés son lesiones óseas por uso prolongado que suelen afectar a
individuos físicamente muy activos, como militares, atletas, bailarinas, etc. Suelen
ocurrir en los metatarsianos (MTT) medios (90%) y con menos frecuencia en el
escafoides tarsiano.

Causas.

Los huesos de los pies no pueden soportar tensiones repetidas más allá de un
umbral por encima del cual se producen fisuras óseas microscópicas, que pueden
extenderse hasta formar fracturas evidentes. El esfuerzo repetido causa un
desequilibrio en el remodelado óseo, por lo que la reabsorción perióstica ocurre con
mayor rapidez que la formación ósea, lo que ocasiona una corteza debilitada que
cede con el esfuerzo. Pueden ser la primera manifestación de osteoporosis u
osteomalacia.

Clínica.

El paciente refiere dolor mal definido en el antepié que aumenta con la actividad y
disminuye con el reposo, en ausencia de antecedentes traumáticos. Al examen físico
suele haber dolor a la presión en el antepié.

Las fracturas del escafoides tarsiano ocurren con más frecuencia en el plano sagital
en el tercio central del hueso. Producen dolor más solapado, localizado en la cara
interna del mediopié, se irradia hacia el primer o segundo MTT, empeora al correr o
saltar y mejora con el reposo. Al examen físico, existe dolor al palpar la cara
proximal del escafoides y el salto en posición equina es muy doloroso.

Diagnóstico.

En ambos tipos de fracturas la historia clínica es esencial. La fractura de los MTT


puede confirmarse mediante radiografía simple del pie (visible a las 3 semanas y un

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Módulo II

tercio de ellas cursan con un callo intramedular mínimo). La gammagrafía ósea


también es útil.

El diagnóstico de la fractura del escafoides suele retrasarse cuatro meses por lo


inespecífico de los síntomas. La radiografía del pie suele ser normal en la mayoría
de los casos y la TAC o la RMN permiten confirmar el diagnóstico al proporcionar
mejor resolución anatómica.

Las complicaciones más importantes de esta lesión son el dolor crónico y la no


consolidación (áreas de fractura relativamente avascular). Es importante descartar
otras patologías como tendinitis del tibial posterior, fractura por estrés del astrágalo y
síndrome del túnel tarsiano.

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Módulo II

Tratamiento.

El tratamiento de las fracturas de los MTT consiste en reposo y uso de calzado de


suela rígida durante cuatro semanas para evitar la extensión de los MTT durante la
marcha; luego, rehabilitación progresiva. En caso de fracturas desplazadas, el pie
debe ser escayolado por cuatro semanas.

En las fracturas del escafoides, en el caso de fracturas completas no desplazadas,


se aplicará yeso sin soporte de peso por seis a ocho semanas. Si hay fractura
completa desplazada, está indicada la reducción a cielo abierto y fijación interna,
seguido de escayola sin soporte de peso por seis semanas. Posteriormente (para
ambos tipos de fracturas), programa de rehabilitación progresivo por seis semanas.

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