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Arquitectura Siglo XIX

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S.

Gómez

La Arquitectura del Siglo XIX


OCUPACIÓN TOTAL DEL TERRITORIO (1.820 - >)

Sin dudas el XIX fue un siglo complejo, de profundos cambios que significaron la
ocupación total del país e incidieron fuertemente en el urbanismo y la arquitectura. Fue
el siglo en donde se conformaron los nuevos Estados, se definieron nuevos espacios y se
cambiaron ciertos comportamientos humanos. Se inició como con nuidad de la Colonia,
pero también se cons tuyó en el preámbulo que preparó el terreno para el desarrollo
del Siglo XX.
En Arquitectura los cambios se dieron con mayor celeridad y de ahí la diversidad de
manifestaciones y movimientos que se produjeron, la mayoría de ellos, dentro del
historicismo: por no hablar de los importantes cambios tecnológicos que sería largo
enumerar.
En realidad, ya en el Siglo XVIIl se había ido gestando un movimiento cultural y filosófico
que se denominó "Ilustración" o Iluminismo" que proponía "iluminar con las luces de la
razón las nieblas medievales del dogma y la autoridad". De esta manera, pensadores
como Voltaire, Rouseau, Luke, ponían en duda las ins tuciones tradicionales,
fundamentalmente teñidas de una nostalgia por los sen mientos ingenuos y por las
formas primi vas de existencia más próxima a la naturaleza, una confianza ilimitada en
el poder de la razón y la difusión del saber como medio de mejoramiento individual y
social.
Montesquieu (1689- 1775), había publicado "El Espíritu de las Leyes", un estudio
compara vo entre las formas de gobierno: República, Monarquía y Despo smo.
Posteriormente analizó la Polí ca de los Romanos con un trabajo sobre la religión,
grandeza y decadencia de los mismos.
Casi contemporáneamente, Juan Jacobo Roseau (1712 - 1778), publicaba su "Contrato
Social" en el que afirmaba que cada uno enajena su libertad para sufrir la expresión de
la libertad general.
Estos libros eran leídos por los burgueses, y en cierta manera, aceptados, operándose
así una amplia difusión de estas ideas que no iban contra el Rey sino contra el
absolu smo.
Con estos postulados, es lógico, que las miradas se dirigieran como primera medida a los
grandes pensadores clásicos y se cons tuyeran en paradigmas para imitar.
Estas teorías prepararon a lo largo del siglo el fermento que dio lugar a las "grandes"
transformaciones y ñeron las retóricas medidas reales de los Borbones posteriores a
Carlos III y sus miembros.
Coincidentemente, Carlos III había encargado la excavación de Pompeya, lo que significó
entrar en contacto directo con la Cultura y la Arquitectura Clásica. De la misma manera

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que se tradujeron las obras de Platón, lo que significó una vuelta al Humanismo, a la
naturaleza, a una reubicación del Hombre en el mundo.
A esto debe agregarse que el desarrollo industrial agilizado gracias a los progresos
técnicos conseguidos en la industria y el desarrollo de los transportes y comunicaciones,
determinaron acontecimientos de enorme importancia histórica en lo económico y
social de Europa.
El arte se encontró influenciado por el Neoclasicismo, que frente al Barroquismo
anterior, buscaba pureza de formas inspirándose en modelos de la an güedad. Para esta
época reeditaron después de casi 200 años las obras de Alber (1404) y Vitruvio. La
impresión de la versión francesa de estos tratados, significó el afianzamiento de la
arquitectura clásica.

La academia (estudio y desarrollo de las artes y la arquitectura) incorporó la temá ca


arquitectónica de un renacimiento de las fuentes clásicas y de la definición de la buena
arquitectura (las de los 5 Ordenes: Toscano, Dórico, Jónico, Corin o y Compuesto).
Posteriormente el clasicismo se ñó de un roman cismo tendiendo a una interpretación
bastante libre. Primero habían tomado como fuentes a Grecia y paralelamente a Roma,
pero luego sumo el Renacimiento para agregar por úl mo todo un Eclec cismo
Historicista ya hacia fines del Siglo XIX.
Se construyen edificios como la Madeleine (Magdalena) en Paris, que estaba sostenida
por 8 columnas; inspirada en los Templos griegos. Para la misma época se construía el
Parlamento en Viena con las mismas caracterís cas.

La Madeleine de Paris (1842)

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Los aires renovadores de la lustración llegaron al Virreinato del Río de la Plata en el


úl mo tercio del Siglo XVII. En un principio se realizaron obras de mediocre calidad,
puesto que los alarifes poco sabían de las reglas y cánones académicos.

Evidentemente, la primera que recibió estas influencias fue Bs. As., cuyo puerto, recién
habilitado para comerciar en 1776, comenzaba a tener mayor movimiento
repercu endo económicamente en la ciudad y por ende en su arquitectura.
En 1803 se cons tuyeron los dos cuerpos bajos de la Recova de la Plaza Mayor (Plaza de
Mayo), según dirección del Maestro de Reales Obras, Don Agus n Conde. Un año
después estos cuerpos fueron unidos por un gran arco de acuerdo a planos de los
Maestros Juan Bau sta Segismundo y Juan Antonio Zelaya, naciendo así lo que se llamó
Recova Vieja (demolida en 1894). La misma tenía las pretensiones de un gran arco
triunfal a la manera de los romanos (Buscchiazzo).

Recova de la Plaza de Mayo (demolida)

La llegada del primer arquitecto Neoclásico fue decisiva para el proceso esté co
rioplatense.
Enviado por el Rey de España para trabajar en las for ficaciones de Montevideo, Don
Tomás Toribio, graduado en la Real Academia de San Fernando (España) fue pronto
requerido por las autoridades de San Francisco (a raíz de haberse caído ésta en 1911 fue
reformada nuevamente). Por lo demás, en las capitales de provincias, más
conservadoras, el neoclásico no tuvo nunca la posibilidad de manifestarse en obras de
envergadura, a lo sumo, algunas obras incorporaron los pre les opacos a un barroco
tardío y popular, con lo que adquirieron mayor sobriedad. Sin dudas las ideas del nuevo

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humanismo junto con intereses económicos de ciertas clases comerciantes de Bs. As.
fueron, entre otras las causas que prepararon los acontecimientos de 1809 y 1810.
Producida la Revolución de Mayo, el pueblo argen no debió enfrentar la di cil tarea y la
gran experiencia de organizarse como país independiente, tarea que les llevó algunos
años; ya que después librar los enfrentamientos con los realistas con nuaron con los
problemas internos que pusieron al descubierto la profunda división del país y que se
con nuaron prác camente hasta la mitad del Siglo XIX. Más tarde diría Alberdi que "la
división argen na no es polí ca, es geográfica, no son dos par dos, son dos países...".
Las luchas por la independencia tuvieron su epicentro en el NOA argen no influyendo
fuertemente en su economía. La capacidad produc va de la región se vio así afectada
por la guerra. La destrucción de las cosechas, la confiscación del ganado, las levas de la
población en edad de producir, etc., fueron moneda común durante quince años. (López
Albornoz) a esto se debe agregar que a comienzos de 1817 la situación para el comercio
de la región empeoró por la decisión de Manuel Belgrano de no permi r ninguna
internación hacia el norte. Salta y Jujuy quedaran aisladas, aduciendo que los ejércitos
realistas eran abastecidos con las mercancías que, por tolerancia de Güemes,
intercambiaban los comerciantes salteños (López Albornoz).
De esta manera, si bien las guerras de la independencia trastocaron los circuitos
mercan les tradicionales quebrando el eje central Potosí Bs. As.; afianzaron por otra
parte el vínculo con los mercados atlán cos y europeos en los que se vieron favorecidos
los comerciantes porteños.
De ahí, que durante este empo, en el noroeste no avanzara en la construcción de obras
de arquitectura y cuando lo hizo repi ó las pologías arquitectónicas ya experimentadas
con anterioridad, aunque más pobres, de formas más simples, en donde la escasez de
medios fue la encargada de aproximar la arquitectura a los planteos neoclásicos de
sobriedad y severidad.

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Salta, fines siglo XIX/ppios. XX

El rechazo hacia lo español hizo que se dirigieran las miradas a países que se juzgaban
más adelantados como Francia. Había que imitarlos, había que conectarse con ellos y
desprenderse de todo lo que significaba el sello español que debía ser odiado y
significaba atraso.
A esto debe agregarse los sórdidos intereses de ciertas clases privilegiadas exportadoras
y terratenientes que vinculados por lo general con el Imperio Británico sólo pensaban en
romper con España para enriquecerse sin trabas. De esta manera la historia argen na
del periodo ene dos etapas bien claras que dan como resultado dos modelos dis ntos
tanto en lo polí co como en lo económico social.
Bernardino Rivadavia, Ministro de Gobierno (1824), representó el símbolo de la polí ca
ilustrada y progresista, suprimió los cabildos, consagró la libertad de cultos que facilitó
la radicación de extranjeros de credo protestante, procuró atraer técnicas para
desarrollar algunas industrias, propició la introducción de animales de raza para
cruzarlos con ganados criollos y semillas para mejorar los cul vos.
Rivadavia elaboró un plan para otorgar erras según el sistema de enfiteusis a pequeños
colonos que quisieran radicarse en ellos y explotarlos mediante el pago de una reducida
tasa de acuerdo con su valor, con el criterio de incorporar a la explotación agrícola las
zonas de la Provincia de Bs. As. que se extendía hasta el Rio Salado. Pero encontró la
resistencia de los grandes estancieros del sur acostumbrados a no reconocer límites a
sus establecimientos (Romero) por una parte y por la otra la apetencia de los viejos
terratenientes que se aprovecharon de estas leyes para acrecentar más aún sus
propiedades.

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Inmigrantes fines siglo XIX

Finalmente, Rivadavia se mostró decidido en la polí ca social y educacional; se


mul plicaron las escuelas de primeras letras, modernizó los colegios para la educación
media y fundó el colegio de agricultura y en 1821 la Universidad de Bs. As.
En el interior del país repercu a débilmente la acción de Rivadavia que en realidad
contaba con unas pocas ciudades importantes y era escasa en ellas esa burguesía que
buscaba ilustrarse y prosperar al margen de la fundamental ac vidad agropecuaria en
que se reclutaban las minorías locales (Romero) más aún se resis a a toda innovación
(sobre todo las zonas rurales) y transformaban en un propósito ac vo la defensa y la
conservación de su idiosincrasia colonial.
Rivadavia solicitó que se declarara Capital de la República a la Ciudad de Bs. As. (lo que
se concretó recién en 1880). Esta organización del país se oponía a la concepción
paternalista de las oligarquías provinciales compuesta de hombres estancieros en su
mayoría unidos por lo general al poder polí co, y aunque some an a duro trabajo a un
proletariado rural de criollos, mes zos e indios, respondían al sen miento popular de
éstos, amantes de la elemental libertad de los campos sin frontera y el ejercicio de un
pastoreo que es mulaba el nomadismo, pudiéndose poner en la figura de Rosas uno de
los más claros ejemplos junto con Quiroga, Ibarra, etc.
La arquitectura recreó en principio la simpleza expresiva de la arquitectura tradicional,
surgiendo así una arquitectura muy simple como especial, severa, con gran sen do de
masa, modulada a veces por pilastras, otros totalmente plana, desornamentada, con
pre les compactos modulados por la con nuidad de las pilastras o sin ellas.

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En algunos casos, la planimetría y serenidad absoluta es apenas perturbada por la


aparición de gárgolas o goterones de latón que surgieron como una solución del
desagote de los techos de dos aguas tapados por el pre l.

Se eliminaron los adornos centrales de las rejas, se rec ficaron los dinteles y los
guardapolvos de puertas y ventanas que a veces se resaltaron con un remarque o un
recuadro muy simple a manera de contramarco.
Surgió el zócalo alto como un basamento de la fachada, no obstante, las plantas y el
par do general repe an la estructura original casi sin variación; aunque en algunos casos
se enfa zaban los ejes de simetría rec ficando y alineando las conexiones entre pa os
que tendían a ubicarse sobre el eje central.
A lo largo del Siglo XIX, pausadamente se van adoptando disposiciones adoptando las
tendencias de las formas y de la arquitectura europea del momento.
Es notable verificar como las construcciones de las primeras décadas del Siglo XIX
comienzan a adoptar para su apariencia unos moldes clasicistas. No puede decirse aún
que se trata de una arquitectura neoclásica porque su aplicación a edificios más bien
pequeños y fundamentalmente en la arquitectura domés ca, no da la escala de la
monumentalidad tan caracterís ca del Neoclásico.

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Casa de Avellaneda (Tucumán) arquitectura domés ca neoclásica

Entre 1822 1824 se construyó el grueso de la obra de la fachada de la Catedral de Bs. As. La
misma quedó inconclusa durante mucho empo, pues le faltaba el revoque, los capiteles y las
esculturas del mpano, terminándose recién en 1842 (originalmente se pensó en capiteles de
bronce, pero luego se realizaron en mampostería). Es una obra monumental que debió sobresalir
por sobre el chato caserío de esa época.

Catedral de Buenos Aires

Otro técnico llegado también por influjo de Rivadavia fue el Ingeniero Senillosa, autor de
la Casa de Rosas en San Benito de Palermo.

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Casa de Rosas en Palermo

No obstante, la acción en el plano arquitectónico no trascendió más allá del


encandilamiento que se produce en la elite ilustrada, que por lo general no pasó de Bs.
As., salvo algunas poquísimas excepciones como la Casa de Avellaneda en Tucumán o los
midos y precarios tanteos en Salta de mediocre calidad.
Subyacen en los pueblos, las respuestas elementales, simples pero concretas y eficaces
de una arquitectura que dio más sa sfacción a requerimientos prác cos y esenciales que
transportar una filiación cultural y es lís ca que le era ajena inclusive en sus modos de
vida.
Es así como la arquitectura de los "godos" seguirá vigente, aunque muy simplificada,
para configurar un elemento ya consustanciado y moldeado con una expresión de
valores propios que ha sido llamada "poscolonial"
En 1822 se había sancionado la Ley de retranqueo a fin de ampliar las calles de 10 varas
a 20 varas y cada cuatro cuadras una calle de 30 varas (avenidas), por lo menos en
Buenos Aires.
Los vehículos eran más livianos, por lo tanto, más rápidos y su mayor número eran la
jus ficación de tal medida, pero en el fondo respondía también a impulsar un cambio de
imagen a las viejas ciudades coloniales. Su puesta en prác ca demoraría por lo menos
hasta la segunda mitad del siglo en tanto que en el interior del país tardaría más aún.
Vencido Rosas en Caseros el país comenzaba a experimentar cierta estabilidad. En 1853
se juró la Cons tución, excepto Bs. As. que recién se incorporaría en 1859. La
Confederación para ese momento estaba integrada con parte de las provincias de Jujuy,
Salta, Tucumán, parte de Córdoba y Bs. As., sur de Santa Fe, parte de Mendoza, La Rioja
y San Juan, Entre Ríos y Corrientes. Sin embargo, la mayor concentración poblacional se
daba en las capitales de provincia en tanto que la campaña ofrecía vastos territorios
despoblados y sin explotar por lo que se creyó conveniente incen var la inmigración para
explotarlos.

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En 1853 comenzaron a fundarse colonias agrícolas. Empresarios como Brougnes, Aarón


Castellanos o Beck Bernard promovieron establecimientos de familias europeas en
colonias como Esperanza, San José, San Jerónimo y San Carlos (Romero).
Producto de esta preocupación es la "Ley de Nuevas Poblaciones" (4/8/54). Por lo
general, el surgimiento de las colonias respondía a obje vos de polí ca interna, pero a
su vez estaban vinculados a las problemá cas europeas, tal es el caso de Eugenio
Schoppens que en 1882 aprovechó la crisis agrícola de Bélgica generada por la
finalización de la guerra franco prusiana, para traer colonos belgas a la zona cercana a
Villaguay (Entre Ríos). Hacia el nordeste del Rio Salado, un gran sector llamado en
general "El Chaco" y hacia el sur de Bs. As. y Córdoba, una vasta región "El Desierto,
estaba de hecho al margen de la autoridad del Estado y bajo el poder de los caciques
indígenas. En 1876 Alsina intentó contener los malones cavando una inmensa zanja que
se extendía desde Bahía Blanca hasta el sur de la provincia de Córdoba, pero fue inú l
por lo que, en 1879, Roca encabezó una expedición que alejó a los indígenas más allá del
Río Negro. Con lo cual la Soberanía Nacional se extendió sobre el vasto territorio y
pudieron habilitarse dos mil leguas para la producción ganadera y principalmente
bovina.
Poco a poco fue venciéndose la resistencia de los dueños de saladeros, debilitados por
la competencia de ganaderos más progresistas, ingleses muchos de ellos, que habían
empezado a cruzar las razas para mejorarlas y a alambrar sus campos para asegurar las
crías y la selección.
Además de la Cons tución, los diferentes estados provinciales comenzaron a reordenar
las relaciones entre los territorios vecinos definiendo y precisando límites, o rec ficando
aquellos poblados, muchos de los cuales habían crecido espontáneamente (San Carlos,
Tolombón, Cachi en Salta, Yavi, Tilcara, Purmannarca en Jujuy, etc.). Situación que sirvió
para reconocerlos como pueblos y declararlos legalmente fundados.
Surgieron en muchos casos los Departamentos de Topogra a, aún cuando tomaron a su
cargo también las áreas de planificación y proyecto.
En realidad, hasta 1862 el gobierno de la Confederación había realizado algunos
experimentos con colonos a los que aseguraba erras, pero a par r de esa fecha
comenzaron a traer inmigrantes a los que se les ofrecía facilidades para su incorporación,
pero sin garan zar la posesión de la erra según la Ley de Colonización de 1876 que en
19 ar culos indicaba como debía ser el trazado de una colonia.
En Europa los que se habían empobrecido a causa del desarrollo industrial y la falta de
erras, comenzaron a mirar hacia la Argen na, vislumbrando una esperanza que ofrecía
perspec vas alentadoras. Los que vinieron eran por lo general de bajo nivel de vida
(España e Italia), escaso nivel técnico y escasas posibilidades de transformarse en
propietarios, por lo que terminaron ofreciéndose muchas veces como mano de
obra.76,000 inmigrantes en la década 60/70, 80.000 en la década 80/90 evidencian esta
espectacular población, La corriente inmigratoria se fijó preferentemente en el litoral
(Santa Fe y Entre Ríos) junto a las grandes ciudades (Córdoba y Mendoza); sólo pequeños

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grupos se trasladaron al centro y al oeste del país y en menor proporción a la Patagonia,


donde recién hacia 1865 se instalaron las colonias galesas de Chubut, lo que generó cada
vez más un gran contraste poblacional entre la zona del litoral y el interior, y surgiendo
incluso, un resen miento entre los grupos na vos frente a la "invasión extranjera.
Los cereales comenzaban así a producirse con cierta intensidad y se iniciaba lentamente
una transformación en la sociedad y la economía de la zona del litoral.

Mujeres en colonias de inmigrantes (fines siglo XIX)

Estas colonias formaban pequeños poblados, según lo indicado en las disposiciones de


la ley y en las pologías simplistas adoptadas por los departamentos de topogra a. La
trama urbana estaba Compuesta por una plaza central que abarcaba cuatro manzanas y
dos avenidas de 50 metros de ancho que llegaban a su centro. Sobre este modelo se
formaron docenas de poblados como Resistencia, Reconquista o Formosa en la región
chaqueña y San Carlos de Bariloche al sur. En úl ma instancia repe an el trazado de
Mendoza. La escala de la plaza y las avenidas hablan claramente de las prevenciones
futuras y de una ac tud de planificar a lo grande, aun cuando estos trazados demoraran
bastante para ocupar realmente la totalidad de la trama. No obstante, debe señalarse
que la coherencia geométrica en la ocupación del espacio sico, desde la manzana al
loteo de erras de trabajar, hay una progresión modular que facilitaría posteriormente
la expansión del núcleo urbano sobre las chacras sin dificultad para prolongar el damero.
Obvia mente que el origen de las colonias influyó también en la fisonomía urbana de sus
asentamientos.

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Se par a de suponer terrenos totalmente planos. No se tuvo en cuenta las lagunas, ríos,
masas forestales, hondonadas, etc. Se pensaba que las lagunas podían y debían ser
rellenadas, lo que generó en algunos casos crí cos emplazamientos.
Estas colonias respondían también a la necesidad de implementar y reforzar la defensa
de las fronteras que surgió después de 1878 al sostener la guerra con Paraguay y Brasil.
Tres personalidades disímiles se sucedieron en el ejercicio de la presidencia que fueron
claves en la historia argen na: Mitre (1862-1868), Sarmiento (1868-1874) y Avellaneda
(1874-1880). Dis ntos eran los intereses y dis ntas las ideas, pero comunes fueron los
obje vos y comunes la tenacidad para alcanzarlos, lo que significó un cambio profundo
en la estructura social y económica de la Nación, marcando el fin de la Argen na criolla.
Impulsar la educación popular y vigilar el cuidado de la salud pública, fue uno de los
obje vos. Todo ello cristalizó en un sistema de leyes y en un conjunto de decretos
cuidadosamente elaborados que se tradujeron en la construcción de numerosos
establecimientos educa vos y de salud.
En 1863 se fundó el Colegio Nacional de Bs. As., al año siguiente el de Catamarca,
Tucumán, San ago del Estero, Mendoza, San Juan y Salta. Sarmiento, en cambio, priorizó
la educación pública a las clases populares.

Arquitectura Italianizante (Neoclásico tardío)


A par r de la década del 50, el proceso de asimilación de las principales corrientes
europeas se aceleró hasta llegar a alcanzar un desarrollo ver ginoso a mediados de la
segunda mitad del siglo.
Es un proceso que fue adquiriendo mayor dinámica a medida que nuestro país se
estabilizó polí camente, que crece su población, que aumenta el nivel general de
prosperidad de los grupos sociales de ingreso medio y se mul plican los contactos de
todo po con los países europeos. Esta asimilación se vio fuertemente impulsada por la
entrada de los primeros inmigrantes italianos, muchos đe ellos, constructores.

Hotel de inmigrantes

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El aporte de estos constructores italianos y la apertura de los mercados europeos


marcarían un profundo contraste con la vieja edificación colonial. Puede decirse que
estos edificios significaron la primera ruptura de una con nuidad formal de casi
doscientos años, ruptura que se con nuaría en el empo hasta encontrar la ciudad que
tenemos en la actualidad, producto de una suma armónico no de diversas arquitecturas.
Sin duda, todas las obras respondían a esa época de gran transformación que se traducía
en las caracterís cas de es lo, programas tecnológicos, modos de producción y can dad
de obras.
Lo primero que se cambió de los edificios fue su aspecto exterior, su es lo, tornándose
en gran medida en una arquitectura fachadista. Estos cambios se produjeron
principalmente en la arquitectura oficial, es decir la del Estado, y las clases dirigentes, las
de las elites sociales, la de los grupos que marcaban los gustos y las modas, o sea las que
imponían, los que se atribuyen a decir en cuanto al aspecto de las cosas "que es lo que
se debe hacer y que es lo que no se debe hacer, es decir, la arquitectura de quienes son
los regentes del "buen gusto"
Lentamente la arquitectura argen na se fue vis endo “a la italiana", dando lugar a una
etapa denominada de manera convencional: italianizante. Esta modalidad italianizante
fue el primer contacto.
Visual y colec vo con la arquitectura de raíz historicista, más precisamente con el
Clasicismo Historicista y el Neorrenacen smo.
Caracterizada por la modulación de la fachada por pilastras en sen do ver cal y cornisas
y zócalo alto en horizontal. Dentro de los espacios se disponían las ventanas y puertas
en forma simétrica y la ornamentación adicional de roleos, flores, guirnaldas, etc. Los
pre les se volvieron más transparentes al incluir balaustres de cerámica.

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Casa Padilla, Tucumán 1870

El techo plano o de azotea se impuso como cubierta y se agregaron en edificios cuyos


dueños tenían un buen estado económico y social, el mármol en los zócalos y pisos de
las galerías (rombos blancos y negros) mientras que en los interiores se incluyeron pisos
de madera de "pinotea" del norte de Europa y zócalos con mayólicas de Pas de Calaise
(Francia) como reves miento.
A esto se agregan excelentes rejerías copiadas de catálogos españoles
(fundamentalmente andaluces), trabajados en planchuelas de hierro inglés unidas con
remaches. Esta diversidad de materiales era posible por la apertura de los mercados
europeos.
La tecnología permi ó u lizar colores muy saturados en frentes e interiores al mejor
es lo de la arquitectura de Nápoles, Interiormente se incluyeron pinturas en "panó" y se
introdujeron en los jardines plantas exó cas como las palmeras, helechos, etc.

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Casa Padilla, Tucumán 1870

El par do original en base a pa os se mantuvo, aunque experimentó una gran


extroversión y una fuerte axialidad. Las puertas que comunican de a dos las habitaciones
se encuentran alineadas de tal manera que puede observarse por ellas basta el fondo de
la casa. Surgieron los miradores no sólo por un sen do esté co sino más bien por
consideraciones de estatus.
Dentro del carácter escenográfico se incluyeron las galerías al frente que le comunicaron
una mayor transparencia al par do, creando un espacio de transición (influencia de las
villas paladianas).
Para esta época (1850-1880), se amplía la Casa de Gobierno de Buenos Aires (Casa
Rosada); se termina la Catedral de Bs. As., colocando los relieves del mpano. Urquiza
en su establecimiento de campo, cerca de Concepción del Uruguay, ya realizada su casa
en 1850, con proporciones palaciegas (Palacio San José). la Catedral de Tucumán se
construía durante el gobierno de Celedonio Gu érrez dentro de líneas neoclásicas.

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Palacio San José 1850

Casa de Gobierno (Casa Rosada)

En 1844, aproximadamente, se decidió construir el Convento de las Monjas Carmelitas


Descalzas; actuando en el diseño y la dirección el Presbítero Isidoro Fernández, quien la
ejecutó en 1845. En esta oportunidad la fachada del templo de San Bernardo fue
remodelada, incluyendo la especie de espadaña superior o peinetón que fue modificado.
Fue el Presbítero Fernández quién proyectó nuevamente la fachada con pilastras de
orden monumental, que parten de un solo podio y rematan en capiteles de orden
compuesto. Sos enen las mismas un entablamento que las acompaña con sus entrantes
y salientes y en cuyo friso aparecen decoraciones vegetales y un querubín en la parte

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

central. El falso has al que corona el conjunto, alberga una hornacina con una an gua
imagen de Santa Teresa de Ávila tocada con el birrete de Doctora de la Iglesia y un libro
en la mano. Todo ello sirve de marco al acceso y a la ventana del coro, colocando sobre
esta úl ma el escudo de la Orden del Carmelo, Es también durante esta época cuando
se agrega la puerta de la casa de Don Bernardo de la Cámara, que a par r de esa fecha
se la llamó la entrada nueva, quedando clausurada la que tenía el edificio construido
entre los años 1790 a 1805, cuando funcionaba como hospital.

Ermita de San Bernardo y Convento de las Carmelitas

También para esta época, en lo que respecta a la iglesia Matriz de Jujuy, Don Nicolás
Zegada (1813-1871) introdujo en el templo algunas reformas, acaso la principal de ellas
es la bóveda el altar mayor, siendo de destacar también la pintura de la transfiguración
en el presbiterio hecha en 1850 (a par r de 1906 se recubrieron las an guas cabriadas
de madera de la bóveda central con tela pintada que se conserva hasta la fecha).
Los hermanos Cánepa, después de su actuación en Córdoba trabajarán en San ago del
Estero construyendo la Casa de Gobierno (1868), hoy Central de Policía; la Catedral
(1878) y reforman la Casa de Ibarra para Colegio Nacional, interviniendo además en la
Casa de los Taboada, creando el magnífico pa o octogonal con columnas toscanas de
fuste acanalado y pre l de rejas de planchuelas (San ago del Estero).
Posteriormente se trasladaron a Tucumán donde realizaron la Legislatura (1878) y la
Iglesia de Santo Domingo, para luego actuar en Salta en varias obras.
Luis Carava construye la Catedral de Catamarca, Noe Macchi la lglesia de la Viña en
Salta (1886), su sobrino Manuel Macchi realiza la fachada de la Catedral de Jujuy,
Francisco Righe y Agus n Cánepa construyen la Catedral de Salta en la que también
intervienen Juan Solda y Fray Luis Giorgi; antes éste úl mo había realizado la reforma
de la fachada de la Iglesia San Francisco (1873).

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Catedral de Salta

Este fraile constructor, al tratar de conciliar el empalme del viejo atrio con la nueva
fachada que incluía nuevas proporciones según “las reglas del orden y el buen gusto"
debió apelar a la construcción de unas cor nas de mampostería para disimular las
medidas dis ntas entre fachada nueva y las viejas proporciones del atrio.

Iglesia San Francisco, Salta

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En 1868 el Padre Luis Giorgi diseña la nueva fachada, para lo que se contrata a Agus n Cánepa
para la realización de las obras. En esta época, en la Iglesia San Francisco, además, se repara la
cúpula y la bóveda, se colocan nuevas baldosas al techo de azotea, se renuevan las ventanas, se
enderezan las cornisas, se diseñan y construyen nuevos retablos, en especial, el del atar mayor.
También se cambian los pisos. Righe actúa en la construcción de la torre, hacia 1882, ya que
la vieja torre había sido demolida en 1881. La torre, si bien posee un lenguaje italianizante, es
más clásica que la fachada, menos recargada. Al haber sido construida por dis ntas personas, y
en dis ntas épocas, no coinciden las líneas de cornisas. Consistente en varios cuerpos de base
cuadrada, que van alivianándose por la reducción de sus bases y las perforaciones.

De la Iglesia Matriz, que desde 1795 se había trasladado a la Iglesia de la Compañía,


sabemos que en 1856 se encargan los planos al Ingeniero y Arquitecto Felipe Bertrés
realizándola en su si o original. En ese mismo año se comienza su construcción. A la
muerte de Bertrés con núa temporariamente el Presbitero Isidoro Fernández por lo que
se demora su construcción.
En 1873 se contrata a los Arquitectos Nicolás y Agus n Cánepa para con nuar con la
obra en la que también interviene el Padre Luis Giorgi diseñando la fachada y el altar
principal. En 1876 con núa la obra el constructor Francisco Righe para bendecir el
nuevo templo sin fron s ni torre en 1878. El frente fue concluido recién en 1882.
También para 1873 se bendecía la piedra fundamental del actual Templo de la Viña, en
el que anteriormente se encontraba una ermita dedicada al Nazareno. La construcción
se había encargado a la sociedad de Arquitectos Macchi Hermanos. El Templo fue
inaugurado en 1886 sin torre.

Recién en 1895 se comienzan los trabajos de construcción en la torre sobre proyecto de


Carlos Lecumberri y con el control de los trabajos por parte del arquitecto Carlos
Kempert. La misma se plantea en cinco cuerpos y separada del templo, sólo conectada
por una pasarela. Las obras fueron concluidas en 1904.

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

Iglesia de la Viña, Salta

En 1857 se inauguraba el primer FFCC. en la Argen na (La Porteña) con apenas unas Km
de extensión. Pero a par r de la unificación del Estado, durante el gobierno de Mitre se
otorgaron garan as para la ampliación del Ferrocarril que se entendía, reac vaba el
circuito económico, valorizaba las erras circundantes, contribuían a unificar el país a la
par que daba una imagen de progreso y poder. A su vez el Ferrocarril significaba un gran
negocio para las empresas que lo explotaban y para los que proveían del material
necesario (máquinas, vagones, rieles, etc.).

Ferrocarril La Porteña

En 1862 se promulgó la ley para fomentar la instalación del ferrocarril de Rosario-


Córdoba, el Estado suministraba la erra necesaria para la construcción de las líneas,
estaciones, depósitos, etc., además de las exenciones de impuestos. Igual situación se
dio en 1880 con la prolongación de los Ferrocarriles Central Norte Andino.
Las compañías del Ferrocarril recibían vastas extensiones de campo a los costados de sus
vías, por lo que agregaron a la explotación ferroviaria el negocio de ventas de erras que
eran las más valorizadas por la cercanía del ferrocarril.
Todos los trazados de las vías se distribuyeron en el país como una mano abierta que
confluían en un solo punto: el puerto de Bs. As. como si fuera un país mediterráneo a
pesar de sus casi 4000 Km de costa fluvial y marí ma, situación que contribuyó a esa
desmedida concentración humana que con el empo experimentó Bs. As.
Las máquinas necesitaban agua y leña para el buen funcionamiento de sus calderas por
lo que debía preverse de ellas en sus estaciones. A su vez estos establecimientos serían
las bocas de acopio de materia prima que se enviaría al puerto y de descarga de
productos industrializados de Europa, principalmente Inglaterra; por lo cual se

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

establecieron cada determinados kilómetros, lo que dio lugar a creación de pueblos que
de por si generaron buenos negocios por la venta de los terrenos.
El ferrocarril era en ese momento los canales de la futura riqueza argen na", de ahí el
auge y la importancia especial que se le dio a este sistema de comunicación, 1a estación
se transformaba así en el corazón y la vida del poblado, no sólo era el centro económico
por excelencia, sino que además cons tuía el centro de comunicación y de atracción de
estos desolados poblados, con un gran protagonismo y movimiento, por lo que se
transformó también en punto de reunión y de encuentros. Se averiguaba sobre las
no cias de la capital, se observaba quién venía y quién viajaba, por lo tanto. generó
ciertas ac vidades sociales al punto de desplazar o eclipsar a la plaza que por lo general
se trazó al frente de las estaciones, en muchos casos como prolongación de éstas.
Ejemplos de éstos, entre muchos, son la ciudad de Alberdi (1889-Tucumán) en donde la
estación queda centrada con una plaza a cada costado, Ceres (1892-Santa Fe) incorpora
además de la centralización de la estación, una avenida que va hacia ella y diagonales
concurrentes. La Banda (1888- San ago del Estero) plantea una plazuela al frente con
una avenida que pone a la estación como punto terminal, otra avenida corre paralela a
las vías y al interceptarse con la otra perpendicular, generan un gran espacio que
antecede a la plazuela creando una sensación espacial mayor.
La plaza en este caso queda totalmente excéntrica y alejada, formada por un cuarto de
cada manzana de tal manera que las calles y la avenida llegan a su parte media obligando
a recorrerla como una rotonda.
En ocasiones, una gran avenida tenía su punto terminal en la plaza y la estación. El primer
edificio que se construía era la estación y durante mucho empo se mantenía como la
construcción más importante del pueblo, alrededor surgía el Hotel como complemento,
el almacén de ramos generales, depósitos, etc.
La instalación del ferrocarril contribuyó también a la expansión y la explotación
económica de diversos productos que prosperaron según la diversidad geográfica y
climá ca de la Argen na dando lugar a la instalación de establecimientos que se
cons tuyeron en el origen de algunos pueblos. Así la industria azucarera en el norte del
país permi ó el surgimiento de Ledesma y San Isidro en Jujuy, San Pablo y Trinidad en
Tucumán, etc.
Desde el punto de vista arquitectónico, la necesidad de mul plicar estas instalaciones le
permi ó a Inglaterra introducir sistemas prefabricados de estructuras moduladas de
perfilerías de hierro fijadas con bulones, la incorporación de "tejas francesas" que
resultaban más livianas que las llamadas "tejas coloniales", las cubiertas de chapa de
acero zincado y la reducción del tamaño del ladrillo que agilizaba su 'manipuleo
quedando éste, por lo general, "a la vista", ya que se trataba de construcciones
fundamentalmente u litarias.
La Argen na empezaba a mirar resueltamente hacia el exterior, Europa, donde las
transformaciones técnicas y sociales estaban creando nuevas y promisorias

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

oportunidades para los productores argen nos. Mientras decrecía la demanda de carne
salada en los países esclavistas, aumentaba la de lana y cereales en los países
industrializados que desarrollaban una vigorosa industria tex l y preferían dedicar sus
majadas a la alimentación de los densos núcleos urbanos que el desarrollo de la industria
contribuía a concretar.
Francia y Bélgica eran los principales consumidores, pero el saldo favorable se inver a
preferentemente en productos manufacturados ingleses; con lo que se acentuaba el
carácter comercial y casi parasitario de los centros urbanos que crecían con la
inmigración.
La diferencia entre litoral e interior se acentuó cada vez más definiéndose una Argen na
criolla y una cosmopolita que se vio en el espejo de París. Anchas avenidas, teatros,
monumentos, jardines, parques y barrios aristocrá cos en donde no faltaban suntuosas
residencias.
Bs. As. fue la principal beneficiada del nuevo desarrollo económico. La ciudad se
europeizó en sus gustos y en sus modos. EI Teatro Colón, entonces frente a Plaza de
Mayo cons tuía el centro de la ac vidad social de una minoría rica y culta que
comenzaba a viajar frecuentemente a Paris y renovar su arquitectura.
A medida que se cons tuía ese impreciso sector de inmigrantes y de hijos de
inmigrantes, la clase dirigente criolla, comenzó a considerarse como una aristocracia, a
hablar de su es rpe y a acrecentar los privilegios que la prosperidad le otorgaba sin
mucho esfuerzo. Despreció al humilde inmigrante que venía de los países pobres de
Europa precisamente cuando se some a sin vacilaciones a la influencia de los países más
ricos y orgullosos.
De ellos aprendió las reglas de la "high life" (es lo de vida lujoso), la preferencia por los
poetas franceses y la admiración por el impecable corte inglés de la solemne levita que
acreditaba su posición social y de ellos recibió también cierto repertorio de ideas sobre
la economía y la polí ca que los ministros y los parlamentos expusieron brillantemente
en memorables discursos. Era una imitación inevitable porque la Argen na se había
incorporado defini vamente al ámbito de la economía europea, cuya expansión
requería nuestras materias primas y nos imponía sus manufacturas. Pero como Europa
ofrecía también el con ngente humano de sus excedentes de población, las clases
medias y hasta las clases populares comenzaron a caracterizarse por nuevas costumbres
y nuevas ideas que desalojaron la tradición na va (Romero).
Francia ejercía para aquellos momentos una atracción especial en lo cultural, se viajaba
a Paris, se estudiaba y hasta se hablaba en francés, en tanto que Inglaterra permanecía
ligada económicamente.

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

EL ECLETICISMO HISTORISISTA Y EL ACADEMISISMO (principios del siglo XX en el NOA)

Ediliciamente, los años que siguieron a Caseros habían sido dominados por los técnicos
italianos hasta llegar los años 80-90 que comenzó el auge de las formas francesas, que
en muchos casos se mezclaron con los anteriores en una curiosa hibridación franco -
italiana.
En efecto, a medida que avanza el siglo XIX, la europeización de la arquitectura fue más
marcada y tendió al eclec cismo historicista, en su versión del clasicismo, académico,
neogó co. Este proceso no fue lineal, gradual y acumula vo. Tampoco fue sincrónico en
todo el territorio.
En las décadas del 80-90 se siguió haciendo arquitectura de es lo" pero a la "manera
italiana" de alto academicismo, sufriendo un afrancesamiento a fines del siglo, lo que
contribuyó a dar mayor altura a las fachadas y accesos, y una ilimitada fantasía de mayor
eclec cismo entre los que se incluirá el neogo co0, principalmente en las iglesias.
El arco apuntado u ojival, la bóveda de crucería, hecha con cuatro arcos que forman un
cuadrado y otros dos, diagonales, que unen sus vér ces. Simple sin adornos, su
arquitectura prác camente suprime las' paredes y cubre el edificio, con una elevada
bóveda de piedra de crucería apoyada sobre pilares. Las partes laterales se cubren con
muros que no son portantes o con vitraux de colores.
Se agregan elementos como pináculos, contrafuertes, etc., que en conjunto con las
nervaduras de las bóvedas eran respuestas de po técnico estructural. Su exagerada
altura y ver calidad se relacionaba con lo religioso y la idea de elevación a Dios.

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

Iglesia de la Merced, Salta (neogó co)

Los techos muy inclinados para evitar la acumulación de nieve o lluvia, se repi eron sin
objeción. Las fachadas, por lo general, enmarcadas entre dos torres muy esbeltas
incluyen en el centro un pór co con arcos ojivales y un amplio ventanal circular o rosetón
con vitraux. Francia, Alemania, Flandes, Italia y parte de España fueron los países en
donde alcanzó su apogeo en su origen.
Hacia 1834 se había comenzado un periodo de restauraciones del legado de Francia, de
catedrales y cas llos.
En tanto en Europa, a mediados del siglo XX el hierro fundido se cons tuyó en uno de
los materiales preferidos, en función del auge que este material estaba teniendo por la
aparición de la industria metalúrgica en Alemania y Estados Unidos.
Los ferrocarriles, carreteras, canales, juntamente con el uso comercial del telégrafo de
Morse y el teléfono de Bell, la rota va para la impresión del periódico, la máquina de
escribir, las agencias de prensa y publicidad, etc. En todos los campos comerciales, los
inventos y las mejoras aceleraban la producción e influían en la vida de las personas. El
cambio radical que sufría el propio progreso industrial con el sistema de cadenas de
montaje y la producción en serie hizo que aparecieran los complejos fabriles.
La clase media acomodada se mul plicó en Europa y en América del Norte: y los
arquitectos se permi eron la gran libertad de dar la imagen de esplendor.
Los es los neoclásico y neorrenacen sta comenzaron a ser sus tuidos por otros es los
europeos, neogó co victoriano, románico, segundo imperio francés, renacen sta, etc.

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

Se diseñaron a la manera de cas llos franceses del siglo XVI, Queen Anne, o del periodo
de los Borbones, pero tratado en el mejor es lo académico.
El es lo Segundo Imperio sería el preferido mezclando un fondo clasicista con
neobarroquismos, cúpulas, mansardas, cartelas y almohadillados, toda una aparatosa
exhibición a lo Napoleón ll.
Para la Argen na las úl mas décadas del siglo XIX significaron para ciertos grupos el
afianzamiento de una postura nega va an nacional, la ruptura con el colonialismo y con
todo ese mundo pasado. No es de extrañar entonces que hasta los mismos arquitectos
argen nos se plegaran incondicionalmente al repertorio formal europeo para las elites
acomodadas. Por otra parte, Argen na gozaba de un apogeo económico, vivía la euforia
de sen rse un país pujante y progresista, y como tal, pretendía parecerse a las ciudades
más importantes de Europa (París, Roma, pero sobre todo Paris).
La clase dirigente se ligó a Europa (1890-1920), la fiebre del llegar, del conseguir, si no se
tenía; había que aparentar; la lucha por el dinero que daba poder no tenía límites.
También a imitación de aquellas, surgieron como en la Costa Azul, las playas y las
construcciones anexas, como la rambla de Mar del Plata, los locales para las grandes
exposiciones rurales que servían para exponer los productos de este país rico, grande y
pujante; que servían para exponer los grandes logros de una clase alta, burguesa,
terrateniente y liberal (muchos de sus hijos se educan en Francia).
Se montaron nuevos ingenios azucareros, en Tucumán y Salta, bodegas en Mendoza,
fábricas de cervezas, hilanderías, tejedurías (Salta lo manifiesta en Cafayate). Una trama
de rieles recorre el país y confluyen todos a Bs. As.: el gran puerto. El país, y
principalmente Bs. As., se industrializa dejando muy atrás al gaucho y al saladero de otras
épocas. Se instalan los frigoríficos, se construye el teatro Rivera Indarte (1895) en
Córdoba obra del arquitecto A. Tamburini, quién también realizó el Colegio Nacional de
San ago del Estero, el Teatro Colón (1889), el Congreso (1906) y la Casa Rosada en
Buenos Aires.
En realidad, lo que este arquitecto hizo en la Casa Rosada fue unir los dos cuerpos
existentes (el edificio para coreos del arquitecto Carlos Kihnlderg -1876- y la sede del
gobierno construida por el arquitecto Enrique Aberg-1882-) con un edificio que los unía.
Este se realizó con una especie de gran arco de triunfo que comprendía la altura de los
dos pisos, coronando con una logia a la altura de las mansardas de los otros edificios y
una falsa cúpula.
También para esta época, a imitación de lo que el Barón Haussmann había hecho en Paris
a mediados del siglo XIX (1853) se abrió la gran Avenidas de Mayo (1888-1894), años
más tarde se trazarían las diagonales. Torcuato de Alvear, primer intendente de la Capital
Federal fue quien encararía el progreso edilicio de Bs. As., derribando la Recova nueva y
abriendo diagonales y bulevares.

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

Para esta época adquieren auge el teatro y las confiterías, los paseos, los parques, los
bulevares, las casas de comercio, las endas y las galerías comerciales; surgen también
las casas de fin de semana y las villas de veraneo (Villa San Lorenzo, Villa Nougués, etc.).
En Salta, el auge de la arquitectura académica no fue demasiado notorio, sin embargo,
se construyen edificios como el Palacio Day y el Club 20 de Febrero frente a la plaza
principal, y los llamados Palacios Usandivaras además de la Legislatura, aunque ésta
resulta de una mezcla con viejos planteos italianizantes.

Centro Cultural América (ex Club 20 de Febrero, y ex Palacio Day)

Durante el gobierno de Mar n Leguizamón y a par r de 1871, se realizan en Salta


diversas obras públicas como el entubado del Tagarete del Tinco, construyéndose el
Boulevard Belgrano, se inauguran la Plaza Belgrano y la Penitenciaría en un sencillo
neogó co, pero el edificio que sobresale por su envergadura es el inicio de la Casa de
Gobierno frente a la Plaza Güemes proyectado en 1889 por el departamento topográfico
bajo la dirección del ingeniero Miguel Aráoz.

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

Ex Casa de Gobierno, actual Legislatura de Salta

Su construcción comenzó bajo la dirección de Francisco Righe en 1892, con nuando


el Ingeniero Viccnte Arque . Al jefe del Departamcnto de Topografia y Estadis ca, Don
Joaquin Guash se le confió la terminación de los planos de los interiores del edificio en
1891, terminándose recién en 1902.
Los trabajos de hierro de los balcones y barandas de escalera fueron fundidos
especialmente por la fábrica Bassani y Botelli. Para esta misma época (1910) también se
construyó el Teatro Victoria (Hessling).
Durante los años 1890 al 1900 y algo más el eclec cismo siguió en plena vigencia, no
olvidemos que la palabra ECLEKEIN significa en griego "escoger", por lo cual, la
arquitectura se manifestará en dis ntos es los que van desde el neogó co hasta el
academicismo francés, índice de la desorientación ar s ca del país que echaba mano de
formas extranjeras, foráneas y totalmente ajenas a nuestra autén ca estructura
histórica.
Surgen formas de gran palacio, las dobles escalinatas, los “pe t hotel” como residencias,
etc.
Los pa os han desaparecido como tal, quedando en su reemplazo un gran espacio
central techado, generalmente con una estructura de hierro, desplazable a veces, y
vidrios o cristales que incluyen guirnaldas de flores de colores vivos.

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

Ex palacio Usandivaras, hoy Museo de Bellas Artes (Salta, academicismo francés)

La tendencia de la arquitectura de los Borbones llegó a ser casi epidémica. El


afrancesamiento, o mejor dicho, la moda parisien llegó a tales extremos que, con mucha
frecuencia se contrataron los servicios de arquitectos franceses que proyectaron los
planos sin venir al país.
La arquitectura de esta época adolece de un inevitable defecto, se sacrifica el buen
funcionamiento y el racional aprovechamiento del espacio por un sen do de
monumentalidad mal entendido, por una simetría a ultranza.

Vivienda de principios de siglo XX (Salta, eclec cismo)

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Unidad IV – Arquitectura del siglo XIX R. Gómez y S. Gómez

Las paredes de las viviendas se cubren con estuco de yeso y en ella se modulan
"boaseries" y panó", se aplican espejos con bordes biselados, se incorpora el bronce
como nuevo material en la construcción, que se u liza en detalles de balcones,
pasamanos, lámparas, picaportes, esculturas, etc.

Este movimiento perdurará prác camente hasta entrado el Siglo XX, 1930-1940, época
en que prác camente desaparece por completo ahogado por el movimiento moderno.

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