Alcanzando La Plenitud de Salvación
Alcanzando La Plenitud de Salvación
Alcanzando La Plenitud de Salvación
Romanos 13: 11-14. 11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del
sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando
creímos. 12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de
las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13 Andemos como de día, honestamente;
no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y
envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
Pablo hace metáfora del tiempo, con la noche que avanza y que concluye cuando el sol sale
y llega el día. Pablo les decía a los hermanos en Roma cosas como: “gozosos en la
esperanza” “constantes en oración” “no deban nada a nadie” “sométase toda persona a las
autoridades” “ama a tu prójimo como a ti mismo”; todas estas cosas son los frutos que el
cristiano demuestra al ser salvo y transformado por el Espíritu Santo. Pero, ¿con qué fin?
Para estar preparados cuando Jesucristo vuelva por su pueblo.
En el verso 11 que acabamos de leer Pablo dice: “porque ahora está más cerca de
nosotros nuestra salvación que cuando creímos.” Pablo no quiere decir que aún no somos
salvos o que no tenemos segura nuestra salvación, claro que somos salvos; tampoco quiere
decir que somos 50% salvos y cuando estemos en el cielo haremos valido nuestro otro 50%
de salvación, esto no funciona como un sistema de apartado en cualquier tienda de centro
comercial. La plenitud de salvación tiene que ver con el hecho de que somos salvos por el
sacrificio de Jesús en la cruz, un sacrifico completo por lo cual nuestra salvación es
completa; es como pensar (guardando toda dimensión) en aquellos que trabajamos y
dependemos de un salario quincenal, semanal o mensual, desde el día uno de la quincena sé
qué tengo seguro mi sueldo pero no puedo disponer de ese dinero aún, hasta que llega el día
quince, es cuando la certeza que ya tenía en el día uno se vuelve realidad y ahora puedo
disponer de ese dinero, gastarlo y disfrutar de él. Así también sucede con nuestra plenitud
de salvación, pero, estando en un mundo de dolor, de sufrimiento, de desánimo constante y
tentación, aún no gozamos de plenitud de salvación; el día que seamos glorificados y
trasladados al cielo, en ese momento podremos gozar de plenitud de salvación, un cielo sin
pecado, sin dolor, sin angustia, sin tentación y sin una naturaleza caída que nos persiga.
J. LUIS SILVÁN GONZÁLEZ
Por ello el cristiano debe conocer el tiempo en que vive, desechar las obras de las tinieblas
y vestir las armas de la luz.
En el griego se utilizan dos palabras para definir “tiempo”, cronos: que define el tiempo
como lo conocemos para medir horas, minutos, segundos, etc, pero cuando leemos
“conociendo el tiempo” del versículo 11, la palabra se traduce de la voz griega kairós que
significa: tiempo, tiempos, oportunidad o temporada, con lo cual podemos entender que
bajo este contexto Pablo les decía a los romanos que se mantuvieran conscientes de la
época o era que vivían. Así también hoy en día debemos vivir teniendo en cuenta los
tiempos peligrosos: inmoralidad, un mundo lleno de mentira, una generación sin amor,
amantes de lo antinatural, ideologías que agreden directamente los principios bíblicos, todo
esto apuntando hacia un solo hecho, que Cristo viene.
En 1Tesalonisenses 5:1 y 2 la biblia dice “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones,
no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. 2 Porque vosotros sabéis
perfectamente que el día del Señor vendrá, así como ladrón en la noche”. En este pasaje
podemos ver que Pablo asume que debemos ya estar conscientes del tiempo en el que
estamos, cerca del cumplimiento de la promesa de aquel que dijo que regresaría por
nosotros, por lo que conocer el tiempo en el cual nos situamos debe mantenernos
preparados para ese gran día.
Un creyente que no es consciente del tiempo en que vive, no es capaz de percibir que el
tiempo se acaba, que el reloj profético de los últimos tiempos está llegando al final y que es
necesario asegurar nuestra salvación si aún no lo hemos hecho.
En el avance de la lectura nos encontramos con el apóstol Pablo diciendo en el verso 12:
“desechemos, pues, las obras de las tinieblas”. Nuestro mayor anhelo por sobre todas las
cosas debe ser el gozar plenamente un día de la salvación que Cristo nos dio cuando
mencionó en la cruz ¡CONSUMADO ES! Comprando a precio de sangre nuestra salvación.
Por ello el Señor a través de toda su palabra demanda a su pueblo santidad.
J. LUIS SILVÁN GONZÁLEZ
En el verso 13 de nuestra cita base, el apóstol Pablo resume estas obras de las tinieblas de
una forma un tanto general.
Alguien que busca alcanzar la plenitud de salvación debe desechar toda obra de las tinieblas
(Efesios 5: 11 “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien
reprendedlas”). Nos queda claro a través de estos pasajes que la indicación es evitar por
completo el camino de oscuridad, el camino de sombra, el camino de tinieblas, pero ¿cuáles
son esas obras de las tinieblas de las que Pablo habla? La palabra del señor nos lo revela en
Galatas 5: 19 – 21 “19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y
cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes,
que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Cuando nos situamos
frente a este texto debemos mirar el pasaje como un espejo, y ser cuidadosos al observar y
analizar cuál de todas estas cosas pudieran existir en mi vida, quizá no soy adultero,
fornicario, homicida o hechicero, pero tal vez en mi corazón y mente he creado ídolos que
me mantienen al filo de las tinieblas, quizá me mantengo en pleito o contienda. Por eso es
importante que al analizar mi vida yo me despoje de estas obras de tinieblas.
Así que, hermanos, no fuimos llamados para andar en oscuridad y tinieblas, ni mucho
menos a dar frutos de ello (Efesios 5: 8. “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas
ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”), (1Pedro 2:9), (1Tesalonisenses
5:5). Entonces, despojemos nuestra vida de toda obra de tinieblas.
El cristiano que busca gozar de una Plenitud de salvación debe vestirse con la armadura
correcta, al estar en un mundo lleno de oscuridad, tenemos que vestir las armas de la luz
como Pablo lo dice en Romanos 13: 12. En la vida cristiana no existen los puntos medios,
el Señor por ejemplo aborrece al tibio, o somos fríos o somos calientes, es por ello que el
cristiano que ama a Dios y anhela llegar al cielo debe vestir la indumentaria correcta.
Aquel soldado que va a una batalla se le dota con la armadura y armas necesarias, es
imposible que un ejército pretenda librar una guerra si no lleva consigo la vestimenta y la
artillería debida; de la misma manera nuestro Señor no brinda las armas y armadura con la
que el cristiano debe vestir, entonces ¿cuáles son esas armas de la luz? Para esto veamos lo
que la Biblia nos dice en Galatas 5: 22 – 25 “22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas
no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y
deseos. 25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”. Dios en su
misericordia nos revela cuales son estas armas de la luz, por lo tanto, debemos caminar
portando en todo momento estas armas las cuales el Señor nos brinda.
J. LUIS SILVÁN GONZÁLEZ
En la carta a los Efesios 6, a partir del verso 10 en adelante, el apóstol Pablo nos sigue
aclarando el panorama en cuanto a nuestra vestidura espiritual. En el mundo físico nosotros
seleccionamos nuestra ropa y lo que portamos en el día a día, quizá nuestra vestimenta
diaria es la ropa del trabajo, para los quehaceres y el domingo a la hora del culto nos
ponemos nuestra mejor ropa para lucir decentes; en el mundo y ambiente espiritual no es
así, puesto que no podemos vestir de luz los domingos en el templo solamente y los demás
días de la semana vestir armas de oscuridad. Así que, hermanos, desechemos las obras de la
carne y vistamos nuestra vida de luz, sirviendo al que nos llamó de las tinieblas a su luz
admirable.
CONCLUSIÓN.
-Rick Warren.
El tiempo pasó, la noche avanzó y muchos no nos dimos cuenta, y aún la noche sigue
avanzando y estamos frente a lo último en la historia, así que como dijo Pablo:
¡despertemos del sueño! Estamos cerca de gozar completa plenitud de salvación, todo lo
que hoy sufrimos y padecemos ya no lo viviremos más, angustia, dolor, tristeza, desanimo,
tentación; todo lo que pasamos en el andar del cristiano quedará en el olvido, porque
cuando seamos glorificados y gocemos del cielo, todo habrá valido la pena.