Unidad 8
Unidad 8
Unidad 8
Unidad N° 8
1. HECHOS JURÍDICOS. Concepto. Su función en la relación jurídica.
1.1. Clasificación.
1.2. Actos voluntarios. Elementos internos; causas obstativas. Elemento externo.
Consecuencias de los actos voluntarios.
1.3. Actos Involuntarios.
1.4. Actos ilícitos. Responsabilidad civil.
2. ACTOS JURIDICOS. Concepto y caracteres. El acto jurídico como expresión de la autonomía de la
voluntad. Comparación con el simple acto lícito.
2.1. Elementos esenciales del acto jurídico: sujeto, objeto, causa y forma.
2.2. Elementos accidentales del acto jurídico: condición, plazo y cargo.
2.3. Clasificación.
2.4. Efectos subjetivos. Regla general y excepciones.
2.5. Interpretación.
2.6. Representación en los actos jurídicos.
2.7.- Prueba y forma de los actos jurídicos.
2.7.1.- Instrumentos públicos.
2.7.2.- Instrumentos privados.
Concepto
El hecho jurídico es un acontecimiento cualquiera, una circunstancia a la cual el
ordenamiento vincula el surgimiento de consecuencias jurídicas. Son aquellos hechos
que tienen la virtualidad de causar un efecto jurídico.
En la realidad se producen permanentemente hechos, algunos no tienen la virtualidad
de producir consecuencias jurídicas, son los simples hechos, tales como caminar,
levantarse, vestirse, etc,.
Hecho jurídico es por el contrario un hecho que produce alguna consecuencia en el
mundo del derecho, por estar así previsto en alguna norma.
El Art. 257 del CCC lo define: “El hecho jurídico es el acontecimiento que, conforme al
ordenamiento jurídico, produce el nacimiento, modificación o extinción de relaciones
o situaciones jurídicas”.
El término “acontecimiento” utilizado para definir a los hechos es de una gran riqueza
y amplitud, ya que comprende los fenómenos naturales tanto como los hechos
humanos, no sólo los hechos positivos sino también los negativos, como las
abstenciones, y hasta estados psicológicos que unidos a algún tipo de manifestación
externa pueden también producir una consecuencia jurídica, por ej. la buena o la mala
fe.
1.1. Clasificación
De la regulación del Código es posible inferir una sistematización de los hechos
jurídicos, de la que surge su clasificación en distintas categorías.
Simples Actos
lícitos
Pasemos ahora a desarrollar sintéticamente cada una de las categorías, las que serán
luego analizadas en profundidad en los puntos siguientes:
Acto ilícito es entonces el que transgrede o viola las normas que integran el
ordenamiento jurídico. No es necesario que la prohibición sea expresa para que haya
ilicitud.
Clasificación de los actos ilícitos: delitos y cuasidelitos: En el cuasidelito, la acción se
realiza sin intención de dañar, la voluntad se dirige a producir el acto pero no a dañar,
habiendo podido el autor evitar el daño que causó obrando con diligencia. Es el acto
obrado con culpa, o sea con negligencia, impericia, imprudencia o inobservancia de los
reglamentos legales, por ej. la persona que pasa un semáforo en rojo y produce un
accidente. En el delito en cambio hay intención de dañar, es decir dolo como elemento
intencional del hecho ilícito (arts.1724 CCC).
Actos Jurídicos
Continuando con las categorías en que se divide el hecho jurídico, ingresamos ahora al
estudio del Acto Jurídico. El acto Jurídico es entonces una especie de Hecho Jurídico,
sin duda la especie más destacada.
El Art. 259 del Código Civil y Comercial nos brinda una definición: “El acto jurídico es el
acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o
extinción de relaciones o situaciones jurídicas.”
Dentro de los actos humanos, voluntarios y lícitos, el Acto Jurídico se distingue del
Simple Acto Lícito.
Simples actos lícitos: el art. 258 del CCCN define al acto lícito como la acción voluntaria
no prohibida por la ley, de la que resulta alguna adquisición, modificación o extinción
de relaciones o situaciones jurídicas.
Son actos en los cuales, quien los ejecuta, no persigue una finalidad jurídica, sino que
es la ley la que se le asigna, por ej. el descubrimiento de un tesoro, la apropiación de
una cosa mueble abandonada.
La doctrina brinda distintos ejemplos de Simples Actos Lícitos, tales son cazar, pescar,
realizar una obra de arte, alambrar un campo, etc. En todos ellos el sujeto persigue
fines prácticos que serán, según el supuesto, entretenerse, expresarse o evitar que se
escape la hacienda. El efecto jurídico es sin embargo la adquisición del dominio de la
presa cazada o pescada, del derecho intelectual sobre la obra artística o el ejercicio de
un acto posesorio en el último caso. Pero en todos estos ejemplos los efectos, no se
producen como consecuencia del querer de las partes, sino por disposición de la ley.
En rigor, nos dice Cifuentes, no se trata de que la persona al ejecutar un Simple Acto
Lícito carezca de todo designio jurídico, o de que los realice con desconocimiento de
las consecuencias de derecho establecidas en la ley. Puede o no haber conciencia de
ello y hasta puede existir el propósito de producir efectos jurídicos, pero la norma
prescinde de ese conocimiento y de esa posible finalidad.1
Otras clasificaciones:
La doctrina hace otras clasificaciones:
-hechos simples y complejos. Es simple cuando basta un acontecimiento, por ej. la
muerte. Complejo cuando resulta necesario más de un acontecimiento, por ej. en la
prescripción adquisitiva abreviada es necesaria la posesión, que ésta haya sido pacífica
e ininterrumpida, por 10 años y con justo título.
-simultáneos y sucesivos: en los primeros todos los elementos se reúnen en un mismo
instante, en los segundos se van dando con el transcurso del tiempo y por eso los
efectos jurídicos se producen recién cuando se reúnen todos los elementos.
-constitutivos, extintivos e impeditivos: la clasificación obedece a las consecuencias
que la norma atribuye al hecho. Será constitutivo si nace una relación jurídica (ej.
contrato), extintivo si da fin a una relación jurídica (ej. rescisión) o impeditivo si obsta
a la eficacia de un hecho constitutivo (hipotecar una cosa ajena).
1.2. Actos voluntarios. Elementos internos; causas obstativas. Elemento externo. Consecuencias
de los actos voluntarios.
Por el contrario, cuando falta alguno de los elementos exigidos para que sea voluntario
(cuando falte o se encuentre afectado el discernimiento, la intención o la libertad), el
acto será involuntario.
1 CIFUENTES, Santos. Negocio Jurídico. Ed. Astrea, Buenos Aires, 1986, pág. 117.
Para que exista un acto voluntario deben concurrir los elementos internos enunciados
en el Art. 260 del Código Civil y Comercial: discernimiento, intención y libertad, pero
también, por estar así previsto en ese mismo artículo, el elemento externo, mediante
el cual la voluntad se manifiesta.
Elementos internos
La ausencia de alguno de los elementos internos convierte al acto en involuntario. Son
involuntarios los actos realizados por el agente sin conciencia (discernimiento), que le
permita conocer el alcance de su comportamiento; o sin el propósito (intención) de
llevar a cabo el acto perpetrado; o si se los realizó bajo una coacción exterior (falta de
libertad).
El discernimiento
El discernimiento es la aptitud del sujeto para distinguir lo bueno de lo malo, lo
verdadero de lo erróneo, lo conveniente de lo inconveniente. Consiste en la madurez
intelectual para razonar, comprender y valorar el acto y sus consecuencias.
Vician la intención
Al igual que sucede con el error, para que el dolo produzca la anulabilidad del acto
debe reunir determinados requisitos: ser grave, causa determinante del acto, haber
ocasionado un daño importante y no ser recíproco. Estas particularidades serán
estudiadas en la unidad 9.
La libertad
La libertad supone la falta de coacción externa, la facultad de elegir entre realizar un
acto o no realizarlo, o la forma de hacerlo. Puede ser viciada por violencia física, que
consiste en una fuerza irresistible o bien por violencia moral, también llamada
intimidación.
Nuestro Código Civil y Comercial asume una posición intermedia pues, si bien da
preeminencia a la voluntad interna, como vemos en numerosos artículos que declaran
nulos los actos realizados con los vicios de error, dolo, fuerza e intimidación, en muchos
casos da pleno valor a la declaración de voluntad no obstante faltar o estar viciada la
voluntad interna, más aún que en el Código de Vélez, por ej. al adoptar la figura del
“error reconocible” (arts. 265 y 266), de la preeminencia de la buena fe tanto en el
ejercicio de derechos como en la ejecución e interpretación de relaciones jurídicas
(arts. 9, 10, 729, y 961 CCC), así como del no amparo del dolo recíproco (art. 272), ni
de la simulación dirigida a perjudicar a terceros (art. 333 y 334).
Art. 263 del C.C.C.: “Silencio como manifestación de voluntad. El silencio opuesto a
actos o a una interrogación, no es considerado como una manifestación de voluntad
conforme al acto o a la interrogación, excepto en los casos en que haya un deber de
expedirse que puede resultar de la ley, de la voluntad de las partes, de los usos y
prácticas, o de una relación entre el silencio actual y las declaraciones precedentes.”
Art. 261 del C.C.C: “Acto involuntario: Es involuntario por falta de discernimiento:
a) el acto de quien, al momento de realizarlo, está privado de la razón;
b) el acto ilícito de la persona menor de edad que no ha cumplido diez años;
c) el acto ilícito de la persona menor de edad que no ha cumplido trece años, sin
perjuicio de lo establecido en disposiciones especiales.
La intención puede faltar en caso de que el autor del acto haya sido víctima de un error
(art. 265 C.C.C.) o de dolo (art. 271 C.C.C.) y la libertad en caso de violencia física o
moral (intimidación art. 276 C.C.C.)
Diferencias entre ilicitud civil e ilicitud penal: para que exista ilicitud penal el acto
debe estar previsto en la ley, debe corresponder a un “tipo” legal, a una figura
determinada cuyo número es cerrado. Si el acto no puede ser subsumido en las
previsiones de alguno de estos “tipos” legales (homicidio, lesiones, etc), entonces no
será un ilícito penal. En cambio, en derecho civil no es necesaria esta tipicidad. La
ilicitud surge de la contrariedad del acto con el ordenamiento en general, sin necesidad
de que la conducta esté prevista en ningún tipo legal.
Otra diferencia importante es que en Derecho Penal no es necesario que el acto haya
ocasionado un daño, por eso se sanciona la tentativa de homicidio, por ejemplo. En
cambio, en Derecho Civil, si no hay daño no hay acto ilícito (art. 1717 C.C.C.).
La responsabilidad civil.
Funciones de la responsabilidad
La función tradicional de la responsabilidad civil ha sido la indemnizatoria, o sea la
reparación del daño causado. En el CCCN se busca no solo compensar el daño causado
sino también prevenirlo. Por eso de dice:
Art. 1708 CCCN: Funciones de la responsabilidad. Las disposiciones de este Título son
aplicables a la prevención del daño y a su reparación.
Función preventiva:
Conforme a la función preventiva de la responsabilidad, toda persona está obligada a
evitar causar un daño no justificado, adoptar medidas para evitar causar un daño o
disminuir su magnitud, así como no agravar el daño ya producido (art. 1710 CCCN).
Y, cuando una acción u omisión antijurídica (contraria a derecho) haga previsible la
producción de un daño, su continuación o agravamiento, quien tenga un interés
razonable en evitar el daño, podrá ejercer una acción preventiva para evitarlo (por ej.
en un edificio un propietario tiene roto un caño y por tanto le entra agua al vecino que
vive abajo, este tiene una acción preventiva para solicitar el juez que le ordene arreglar
el caño antes de que le dañe su departamento o le agrave el daño ya causado).
Función indemnizatoria:
Art. 1716: “Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el
incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño causado,
conforme con las disposiciones de este Código”.
Antijuridicidad
Art. 1717. Antijuridicidad. Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es
antijurídica si no está justificada.
Antijuridicidad formal: la antijuridicidad es formal cuando se exige, para que haya un
hecho ilícito que genere responsabilidad, que se viole un reglamento, ley, ordenanza o
norma.
El factor de atribución
El factor de atribución o de imputación es el elemento valorativo que determina quién
se hará cargo de la reparación del daño y por qué. En tal sentido, la regla es la
imputación subjetiva, por eso el daño debe ser reparado por quien obró con culpa
(negligencia, imprudencia, impericia, inobservancia de los reglamentos legales) o con
dolo -intención de causar el daño- (art. 1724 CCCN).
Art. 1722: “Factor objetivo: el factor de atribución es objetivo cuando la culpa del
agente es irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el
responsable se libera demostrando causa ajena, excepto disposición legal en
contrario.”
La relación de causalidad
Cualquier suceso natural o hecho humano es susceptible de provocar consecuencias
que se expanden y entrelazan con otros hechos o acontecimientos, que son a su vez
consecuencia de sucesos anteriores.
Cuando se trata de hechos humanos, algunos de tales efectos fueron o pudieron ser
anticipados por el agente, pero otros escapan a toda previsión.
Para regular la conducta humana, el ordenamiento jurídico debe precisar hasta qué
eslabón de la cadena causal se ponen a cargo del agente de un hecho las consecuencias
ligadas a su acción, o sea la relación de causalidad.
La relación de causalidad es el nexo entre la acción humana y su consecuencia (daño).
Su estudio es de gran importancia, pues es necesario que entre el hecho dañoso y el
daño medie una relación causal adecuada para que exista responsabilidad.
Sin causalidad no hay responsabilidad, para que tenga lugar la responsabilidad civil, es
decir, para que una persona deba resarcir el daño causado a otra, es necesario que
exista un lazo causal que una este daño a ciertos hechos que se imputan al responsable.
La relación causal constituye el paso inicial e imprescindible del proceso que conduce
a sentar la responsabilidad de un sujeto. Para saber si una persona es culpable, hay
que saber primero si es autor material del hecho, con las consecuencias que le siguen.
Sólo después de haber demostrado la relación causal y la imputabilidad, se puede
indagar si es culpable y si responderá por su acción. También es importante determinar
la relación causal para fijar el alcance de la obligación de reparar el daño causado.
El estudio de la relación de causalidad condujo a la elaboración de diferentes teorías.
- Teoría de la equivalencia de las condiciones. Todas las condiciones que conducen a
un resultado son la causa de ese resultado, sean mediatas o inmediatas. Por ej. una
persona lesiona levemente a otra que es conducida en una ambulancia al hospital,
durante el trayecto la ambulancia vuelca y la persona fallece. El autor de la pequeña
lesión sería entonces responsable de la muerte pues su acto ha sido una de las
condiciones sin la cual el resultado no se habría producido. Como vemos esta teoría
extiende la responsabilidad hasta límites inaceptables.
- Teoría de la causa próxima y de la causa directa. Esta teoría elige como causa la
condición cronológicamente más próxima al resultado que se quiere imputar. Esta
doctrina es totalmente injusta ya que no siempre el acto más próximo en el tiempo es
el que ocasiona el daño.
- Teoría de la causalidad eficiente. No todas las condiciones son equivalentes, hay una
que tiene la virtualidad de producir el daño. Esta teoría falla porque en la práctica es
difícil seleccionar la condición que ha sido causante del daño.
- Teoría negativa de Mayer. Niega la necesidad de una teoría de la causalidad; la
experiencia es la que en cada caso determinará si el agente puede ser declarado
culpable sobre la base de la vinculación existente entre el acto y el resultado.
- Teoría de la causalidad adecuada. Esta teoría parte de considerar que no todas las
condiciones son equivalentes. Por el contrario, para que exista relación causal, la
acción tiene que ser idónea para producir el resultado, o sea normalmente debe
producirlo, debe hacerse un juicio de probabilidad.
Art. 1727 C.C.C.: “Las consecuencias de un hecho que acostumbran a suceder según el
curso natural y ordinario de las cosas, se llaman en ese código consecuencias
inmediatas. Las consecuencias que resultan solamente de la conexión de un hecho con
un acontecimiento distinto, se llaman consecuencias mediatas. Las consecuencias
mediatas que no pueden preverse, se llaman consecuencias casuales.”
Consecuencias inmediatas son entonces las que suelen ocurrir según el curso natural
y ordinario de las cosas. Ej. se atropella a un peatón y éste resulta gravemente
lesionado, se vende un animal enfermo que al poco tiempo muere como consecuencia
de la enfermedad.
Consecuencias mediatas son las previsibles que resultan de la conexión de un hecho
con un acontecimiento distinto. En los ej. anteriores sería el caso de que el peatón
como consecuencia de las lesiones deba ser operado y fallezca en la operación o en el
supuesto del animal enfermo que sea colocado en un potrero junto a otros animales
que resultan contagiados.
Consecuencias casuales son las imprevisibles y que por tanto, en principio, no se
imputan al agente.
Sólo resultan imputables al agente las consecuencias inmediatas y mediatas porque
suelen ocurrir normalmente y por lo tanto han sido efectivamente previstas o hubieran
podido serlo obrando con la debida atención y conocimiento de la cosa. Así dice el:
Art. 1726: Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo
adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en
contrario, se indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles.
El daño
Es daño la lesión a un interés tutelado por la ley, o sea a la vida, a la integridad corporal,
al honor, a la propiedad, etc. El daño puede ser clasificado en: daño patrimonial o
material, que comprende la pérdida o disminución en el patrimonio. Este puede a su
vez ser dividido en daño emergente: gasto, destrucción; y lucro cesante: frustración de
un enriquecimiento legítimo (por ej. porque estuve internada dejé de ganar tanto). Y
daño extrapatrimonial o moral, que son los sufrimientos espirituales, las afecciones
psíquicas (por la pérdida de un familiar, por ej).
Requisitos: para que el daño sea reparable debe ser (art. 1739 CCCN):
-perjuicio directo o indirecto;
- actual o futuro (no eventual porque debe ser cierto)
- cierto y subsistente
La reparación del daño debe ser plena, restituyendo al damnificado al estado anterior
al hecho dañoso, sea pagándole en dinero o en especie (Art. 1740 CCCN).
A fin de ubicar al acto jurídico en la clasificación general de los Hechos Jurídicos, cabe
remitirnos al cuadro propuesto en el punto 1 de esta unidad. De la misma surge que el
acto Jurídico es una especie de Hecho Jurídico, humano, voluntario y lícito. Como
veremos, es sin duda la especie más destacada.
Definición legal:
El Art. 259 del Código Civil y Comercial nos brinda una definición:
“El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.”
Caracteres:
De la definición legal transcripta surgen los caracteres de los actos jurídicos, estos son:
- Se trata de actos y por tanto sólo pueden ser otorgados por personas, tanto humanas
como jurídicas. Esta característica nos permite distinguirlos de los hechos jurídicos
naturales.
- Son voluntarios, o sea actos ejecutados con discernimiento, intención y libertad que se
manifiestan por un hecho exterior (Art. 260 Código Civil y Comercial).
- Son lícitos, o sea conformes al derecho. Los actos ilícitos son contrarios al derecho y si
bien éstos producen efectos jurídicos, como es el deber de reparar el daño causado,
este efecto no se produce porque lo ha querido el autor del acto sino como una sanción
que le impone el ordenamiento jurídico por haber dañado a otro.
- Persigue el sujeto o los sujetos que los otorgan un fin inmediato que es el de producir
la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas. Este
último carácter es el que permite distinguir a los Actos Jurídicos de los Simples Actos
Lícitos. Este “fin jurídico” perseguido por las partes ha sido criticado por parte de la
doctrina que ha dicho que, en realidad, los sujetos sólo persiguen un fin práctico. Así
por ejemplo quien se sube a un colectivo pretende llegar a su trabajo (fin práctico) y
no realizar un contrato de transporte (pudiendo incluso ignorar esta circunstancia). Sin
embargo, si bien es cierto que los sujetos pueden ignorar de qué tipo de contrato se
trata y cuál es su regulación, conocen sin lugar a dudas cuáles son sus derechos, en el
ejemplo exigir ser transportado, así como sus obligaciones, en el caso pagar el pasaje.
2
MESSINEO, Francesco. Manual de derecho civil y comercial. Tomo II, Ediciones Jurídicas Europa-
América, Buenos Aires, 1979Pág. 339 y 340.
2.1. Elementos esenciales del acto jurídico: sujeto, objeto, causa y forma.
La doctrina suele clasificar los elementos del acto jurídico en esenciales y accidentales.
Los elementos esenciales son aquellos necesarios y suficientes para le existencia del
acto. Necesarios porque sí o sí deben estar presentes para la existencia del acto y
suficientes porque su sola presencia alcanza para el surgimiento del acto. Son
elementos esenciales el sujeto, el objeto, la causa y la forma.
Los elementos accidentales, por el contrario, son aquellos que pueden o no existir
según la voluntad de las partes. Son también llamados modalidades de los actos
jurídicos. Son elementos accidentales: la condición, el plazo y el cargo. Serán
desarrollados en el apartado 2.2.
Clases de representación: puede haber representantes legales, son los designados por
la ley para suplir una incapacidad (ej. padres), y voluntarios, dispuestos por una
persona capaz por libre elección (ej. mandato) o estatutarios, en el caso de las personas
jurídicas la representación surge del Estatuto social, por ej. el presidente del directorio
representa a una sociedad anónima.
La representación y sus diversas clases serán desarrollada en la Unidad Temática
siguiente.
d. Sucesores: son los que reemplazan a una persona como sujeto de una relación jurídica.
Pueden ser legales, cuando lo determina la ley (heredero), o voluntarios, cuando lo
determina la voluntad del individuo (adquirente de un bien en una compraventa).
Pueden ser también:
- Sucesores universales: cuando muere la parte, sus sucesores a título universal
ocupan su lugar y se encuentran en la situación en que se encontraba aquella, a la cual
suceden (esta regla tiene excepciones pues hay derechos intransmisibles por su propia
naturaleza, o por disposición de la ley o de la convención).
- Sucesores a título singular: a diferencia de la sucesión a título universal, que
comprende la totalidad del patrimonio o una fracción de éste, en la sucesión particular
son uno o más bienes determinados e individuales los que entran en la transmisión (ej.
comprador de una cosa mueble o inmueble). En principio, no recibe las obligaciones ni
los derechos que pesaban sobre el causante, pero por excepción pasan a él las
obligaciones y derechos de tal modo vinculados al objeto transmitido, que no
dependen de haberlas contraído personalmente sino de la circunstancia de ser dueño
de la cosa. Por ejemplo, el propietario de un inmueble alquilado o hipotecado que lo
vende, el adquirente, sucesor particular, estará obligado a respetar el alquiler o la
hipoteca.
e. Los acreedores: son terceros con relación a las partes del acto jurídico y, por lo tanto,
en principio no los afectan los actos jurídicos celebrados por el deudor. Sin embargo,
pueden verse en situación de sufrir un perjuicio por disminuirse el patrimonio de su
deudor, por lo cual, en ciertas circunstancias, están autorizados a iniciar acciones para
preservarlo, oponiéndose a sus actos.
f. Terceros propiamente dichos: son todas las personas que no tienen relación alguna
con los sujetos del acto jurídico, es decir, que carecen de algún interés directo o
indirecto en el acto. No obstante, deben respetar los derechos de las partes del acto.
- Determinación: todos los elementos del negocio jurídico deben ser determinados o
determinables, esto se aplica también al sujeto como condición de validez.
Art. 279. Objeto. El objeto del acto jurídico no debe ser un hecho imposible o prohibido
por la ley, contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o lesivo de
los derechos ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede ser un bien que por un
motivo especial se haya prohibido que lo sea.
- Anticausalismo (Ernst, Planiol) contra la doctrina clásica surgió esta doctrina negando
que la causa final sea un elemento esencial del acto y sosteniendo que ella se confunde
con el objeto o con el consentimiento.
- Neocausalista Capitant
Teoría objetiva: causa es el fin práctico del negocio, la razón económica jurídica o bien
la función que caracteriza a cada negocio (Betti), elemento objetivo que responde a
una finalidad típica y constante (Messineo).
Teoría subjetiva: causa es el fin particular, variable, concreto que persiguió cada uno
en el negocio
Teoría unitaria: considera que ambas teorías no son contradictorias sino que debe
aunárselas. De tal forma causa del negocio jurídico será el fin abstracto que se persigue
con el mismo (obtener la cosa o el precio) así como el propósito concreto que indujo a
las partes, al menos cuando este propósito se incorpora al negocio (Borda, Zannoni)
El Código Civil y Comercial introduce a la causa como un elemento esencial del Acto
Jurídico. Así establece:
Son actos formales aquellos en los cuales se exige una forma determinada y éstos
pueden ser actos formales solemnes o no solemnes, según la forma sea exigida para la
validez del acto o sólo para su prueba. Los solemnes a su vez pueden subdividirse en
solemnes absolutos, que son aquellos en los cuales la falta de cumplimiento de la
forma impuesta conlleva la nulidad (ej. matrimonio, testamento, donación de
inmueble, mueble registrable o prestaciones periódicas, y solemnes relativos, en los
cuales la falta de la forma impuesta no acarrea la nulidad pero impide producir los
efectos propios del acto, que se convierte en otro acto distinto (ej: venta de inmueble
por instrumento privado se convierte en contrato en el cual las partes se obligaron a
otorgar escritura pública. En los actos formales no solemnes la forma se exige ad
probationem, o sea la forma es requerida para probar el acto (por ej. debe ser hecho
por escrito el contrato de locación de inmueble). En los actos no formales rige el
principio de libertad de formas.
ARTÍCULO 284.- Libertad de formas. Si la ley no designa una forma determinada para
la exteriorización de la voluntad, las partes pueden utilizar la que estimen conveniente.
Las partes pueden convenir una forma más exigente que la impuesta por la ley.
ARTÍCULO 285.- Forma impuesta. El acto que no se otorga en la forma exigida por la
ley no queda concluido como tal mientras no se haya otorgado el instrumento previsto,
pero vale como acto en el que las partes se han obligado a cumplir con la expresada
formalidad, excepto que ella se exija bajo sanción de nulidad.
Condición:
Es la cláusula por la cual se subordina la adquisición o extinción de un derecho a la
realización de un hecho incierto y futuro.
Para que exista condición el hecho debe ser:
a) incierto, es decir que pueda suceder o no;
b) Futuro, es decir que aún no se haya producido.
Clases:
Suspensiva: cuando queda supeditada la adquisición de un derecho (ej. si te recibes
de abogado te donaré un inmueble)
Resolutoria: cuando lo que se subordina al hecho futuro e incierto es la extinción
de un derecho (ej. Te abonaré mensualmente una suma de dinero hasta que te
recibas de abogado)
ARTÍCULO 343.- Alcance y especies. Se denomina condición a la cláusula de los actos
jurídicos por la cual las partes subordinan su plena eficacia o resolución a un hecho
futuro e incierto.
Las disposiciones de este capítulo son aplicables, en cuanto fueran compatibles, a la
cláusula por la cual las partes sujetan la adquisición o extinción de un derecho a hechos
presentes o pasados ignorados.
Clases:
El plazo puede ser:
-Suspensivo: si difiere en el tiempo el ejercicio de un derecho (ej. obligación de pagar
a los 30 días)
-Extintivo: cuando opera la extinción de un derecho (ej. la muerte del beneficiario de
una renta vitalicia importa la extinción de este derecho).
-Cierto: cuando puede conocerse con certeza cuando se cumplirá (ej. 30 días)
-Incierto: cuando se fija en relación a un hecho que fatalmente se cumplirá pero se
desconoce cuándo (ej. la muerte en el ejemplo antes dado de la renta vitalicia).
ARTÍCULO 352.- Pago anticipado. El obligado que cumple o restituye antes del plazo no
puede repetir lo pagado.
ARTÍCULO 357.- Cargo prohibido. La estipulación como cargo en los actos jurídicos de
hechos que no pueden serlo como condición, se tiene por no escrita, pero no provoca
la nulidad del acto.
- actos unilaterales o bilaterales: según baste la voluntad de una sola persona para
formarlos (ej. testamento) o sea necesario el consentimiento de dos o más personas
(ej. matrimonio, contrato)
- actos entre vivos o de última voluntad: los actos cuya eficacia no depende del
fallecimiento de aquellos de cuya voluntad emanan son actos entre vivos (ej.
contratos). Cuando no producen efectos sino después del fallecimiento del autor de la
voluntad son de última voluntad (ej. testamento). No deben confundirse los actos de
última voluntad (que no producen ningún efecto hasta que no fallece el autor de la
voluntad) con otros que comienzan a producirlos desde su celebración (y por eso son
actos entre vivos) aún cuando el efecto más importante se produzca con la muerte (ej.
el seguro de vida: produce efectos desde la celebración, pago de primas, cumplimiento
de cargas, aunque el seguro se cobre recién cuando se produzca la muerte asegurada).
- actos formales y no formales: en los primeros hay una forma impuesta por la ley para
su celebración (ej. matrimonio o testamento), en los segundos rige el principio de
libertad de forma (compraventa de cosa mueble no registrable).
- actos simples y modales: actos simples son aquellos que tienen sólo sus elementos
esenciales (sujeto, objeto, causa y forma). Los modales tienen además algún elemento
accidental o modalidad: condición, plazo o cargo.
Algunas de las clasificaciones aquí desarrolladas influyen luego en los requisitos para
la validez del acto jurídico, y han sido incluso utilizadas en unidades anteriores.
Así, por ejemplo, según el tipo de acto patrimonial de que se trate dependen los
requisitos de capacidad exigidos para la validez del acto:
a) el menor emancipado tiene la libre administración de los bienes que integran
su patrimonio general pero requiere autorización judicial para disponerlos a
título oneroso y tiene prohibido donarlos (acto de disposición a título
gratuito);
b) el inhabilitado judicial tiene por regla limitada su capacidad para disponer por
sí solo de sus bienes, requiriendo a ese efecto la conformidad de su asistente
o apoyo, etc.
Cabe por último señalar que, a diferencia del Código de Vélez, no hay clasificaciones
en el Código Unificado. En el Código derogado se contemplaba en los arts. 945 a 947
la distinción entre actos positivos y negativos, unilaterales y bilaterales y entre vivos
y de última voluntad o mortis causa.
El Código Civil y Comercial no sienta una regla en materia de efectos subjetivos de los
actos jurídicos en general, sino que regula este tema en materia de contratos –especie
de acto jurídico-. Sin embargo, lo regulado allí resulta aplicable a todos los actos o
negocios jurídicos.
Conforme lo establecido por los arts. 1021 y 1022, los actos jurídicos tienen lo que se
llama un efecto relativo, porque producen efectos –en principio- con relación a las
partes del acto, no pudiendo crear obligaciones a cargo de terceros ni ser invocados
por estos para hacer recaer sobre las partes obligaciones que ellas no han asumido.
ARTÍCULO 1021.- Regla general. El contrato sólo tiene efecto entre las partes
contratantes; no lo tiene con respecto a terceros, excepto en los casos previstos por la
ley.
ARTÍCULO 1023.- Parte del contrato. Se considera parte del contrato a quien:
a. lo otorga a nombre propio, aunque lo haga en interés ajeno;
b. es representado por un otorgante que actúa en su nombre e interés;
c. manifiesta la voluntad contractual, aunque ésta sea transmitida por un corredor o
por un agente sin representación.
Los efectos que se producen entre las Partes son llamados efectos directos y los que
se producen respecto a terceros se denominan efectos reflejos.
ARTÍCULO 1024.- Sucesores universales. Los efectos del contrato se extienden, activa
y pasivamente, a los sucesores universales, a no ser que las obligaciones que de él
nacen sean inherentes a la persona, o que la transmisión sea incompatible con la
naturaleza de la obligación, o esté prohibida por una cláusula del contrato o la ley.
La situación es diferente cuando hablamos de sucesores singulares, que son por regla
considerados terceros, salvo excepciones.
¿Qué puede ser objeto de transmisión o sucesión?
Para responder a este interrogante cabe señalar que conforme el art. 398, en principio
todo derecho es transmisible.
Las excepciones a este principio pueden surgir:
a) de la voluntad de las partes: ello sucede cuando las partes del acto establecen
–si ello no está prohibido legalmente-, que los efectos del negocio se extinguen
en caso de una o cualquiera de ellas. En materia de locaciones urbanas, por
ejemplo, la ley impone la continuidad del contrato en caso de muerte.
b) de la ley: así sucede con los llamados derechos vitalicios como el usufructo que
no se transmite por herencia (2140) o las llamadas obligaciones intuito personae
(art. 776).
c) de las buena fe, moral y buenas costumbres.
Tampoco son transmisibles los derechos de la personalidad ni los que nacen de las
relaciones de familia.
En cualquier supuesto en que opere la transmisión, debemos tener en cuenta el
principio del nemo plus iure, establecido hoy en el art. 399 CCYCN.
ARTÍCULO 399.- Regla general. Nadie puede transmitir a otro un derecho mejor o más
extenso que el que tiene, sin perjuicio de las excepciones legalmente dispuestas.
Este principio del nemo plus iure tiene excepciones, en protección de los terceros de
buena fe.
Así:
a) Conforme los arts. 337 y 340, se protege a los terceros subadquirentes de buena
fe y a título oneroso que son “sucesores singulares” de una de las partes en acto
simulado o fraudulento –lo que es analizado en profundidad en la unidad
temática XIX el estudiar los vicios de simulación y fraude-.
b) Son inatacables las enajenaciones hechas por el heredero aparente (art. 2315).
c) Conforme el art. 392 se protege al tercero subadquirente de derechos reales o
personales sobre bienes inmuebles o cosas muebles registrables, cuando lo son
de buena fe y a título oneroso, cuando el acto que les precede ha sido declarado
nulo. Sobre el tema volveremos en la unidad temática XX al analizar los efectos
de la declaración de nulidad.
Interpretar una ley es buscar el sentido y valor de la norma para medir su extensión
precisa. No es sustancialmente diferente la tarea de interpretar las declaraciones de
voluntad que forman el acto jurídico. Así, interpretar un acto jurídico es determinar el
significado y alcance que les corresponden a las declaraciones de voluntad para
establecer su contenido.
Pero encontramos algunas diferencias entre interpretar una ley y un acto jurídico. En
el primer caso, puede prescindirse de la intención del legislador, mientras que en el
segundo, la intención del autor de la manifestación de voluntad es muy importante,
constituyendo un factor decisivo en los actos unilaterales (testamento). En la
interpretación de la ley, las palabras deben entenderse en su sentido técnico jurídico,
mientras que al interpretar un acto debe atenderse al sentido del uso general y del
tráfico jurídico.
Reglas generales de interpretación de los actos jurídicos
Generalmente la interpretación la efectúa el juez, que es quien entonces debe tratar
de indagar la voluntad de las partes para desentrañar el verdadero sentido y alcance
del acto. Para ello cuenta con los siguientes principios:
- la buena fe: el art. 1061 CCC establece el principio de que los contratos deben
interpretarse conforme a la intención común de las partes y al principio de buen fe.
- otros principios previstos para la interpretación de los contratos son a) el de dar a las
palabras el significado que les da el uso general; b) la interpretación según el contexto
de todo el contrato, c) el principio de conservación, el de confianza y lealtad, etc. (Arts.
1061 a 1068 CCC).
-se establecen también cláusulas especiales para interpretar los contratos celebrados
por adhesión, donde la regla es la interpretación en contra del predisponente y favor
del adherente (art. 987 CCC); y cláusulas para interpretar los contratos de consumo,
donde la regla es la protección del consumidor (art. 1094 CCC).
ARTÍCULO 358.- Principio. Fuentes. Los actos jurídicos entre vivos pueden ser
celebrados por medio de representante, excepto en los casos en que la ley exige que
sean otorgados por el titular del derecho.
La representación es voluntaria cuando resulta de un acto jurídico, es legal cuando
resulta de una regla de derecho, y es orgánica cuando resulta del estatuto de una
persona jurídica.
En las relaciones de familia la representación se rige, en subsidio, por las disposiciones
de este Capítulo.
ARTÍCULO 359.- Efectos. Los actos celebrados por el representante en nombre del
representado y en los límites de las facultades conferidas por la ley o por el acto de
apoderamiento, producen efecto directamente para el representado.
Efectos de la representación
Como ya hemos dicho, cuando hay representación los efectos del acto se imputan
directamente al representado, siempre y cuando el sujeto haya actuado dentro del
marco de su poder.
Si bien hablamos de la libertad de formas como una regla, la realidad demuestra que
cada vez son más los casos para los que se exige legalmente una forma.
Forma y prueba. Concepto de prueba. Vínculos entre ambos conceptos.
Medios de prueba. Carga de la prueba.
Valoración de la prueba
En cuanto a la valoración de la prueba existen distintos sistemas:
- plena prueba: el juez debe llegar a la absoluta convicción acerca de un hecho.
- prueba compuesta: resulta de la combinación de pruebas simples imperfectas que
por sí solas resultan insuficientes para convencer.
- regla de la sana crítica: el juez decide sobre los hechos en base a la certeza adquirida
a través de un razonamiento fundado en elementos probatorios objetivos. A este
sistema se ajusta nuestro ordenamiento.
Medios de prueba
Confesión, documentos, dictámenes periciales, declaración de testigos, indicios y
presunciones, inspección judicial, informes, y otros medios idóneos y pertinentes no
previstos expresamente que serán diligenciados según lo establezca el juez. El valor
probatorio de los instrumentos está regido por las leyes de fondo pero las leyes
provinciales de procedimiento reglan el tiempo y la forma de su presentación y
tramitación en juicio.
Publicidad
Es un procedimiento para hacer posible el conocimiento de un acto a terceros: a veces
tiene efectos declarativos, por ej: la inscripción del dominio de un inmueble en el
Registro General de la propiedad. Si es requisito para que nazca la relación jurídica,
tiene efectos constitutivos, ej: inscripción del dominio de un automotor en el Registro
de la Propiedad Automotor.
El instrumento público puede ser definido como aquel que secundado por una
disposición normativa tiene fuerza probatoria auténtica, sea que esa disposición
normativa requiera a ese efecto de la actuación de un oficial público, de un autorizado
a actuar como tal u otros elementos en ella previstos.
Son los otorgados con las formalidades que la ley establece, en presencia de un oficial
público a quien la ley confiere la facultad de autorizar y a los que otorga plena fe sin
necesidad de posteriores pruebas o verificaciones.
Los instrumentos públicos pueden tener por finalidad acreditar la existencia de un
hecho o acto (ej. Una partida de nacimiento busca acreditar ese hecho jurídico; o una
escritura de compraventa de un inmueble instrumenta ese contrato) o simplemente
constituir la forma de ejercicio de un poder público.
Como surge de los conceptos propuestos, una de las notas características del
instrumento público es su fuerza de convicción, esa aptitud para probar por sí mismo
sin necesidad de ulteriores pruebas. Es la denominada fe pública.
La fe pública puede ser administrativa, judicial o notarial según el poder público sobre
el que recaiga.
La fe pública es administrativa cuando resulta de la actividad de un funcionario
dependiente del Poder Ejecutivo (ej. Las actas de nacimiento o defunción).
La judicial, en cambio, es otorgada por los magistrados o funcionarios del Poder Judicial
(ej. Sentencias dictadas por los jueces o certificados extendidos por el secretario de
juzgado).
Por último, la fe pública notarial es la que emana de la actuación de un escribano
público (ej. Escrituras públicas, actas notariales).
Como veremos al analizar en detalle la fuerza probatoria del instrumento público y lo
referido a su impugnabilidad, la fe pública no debe ser confundida con la plena fe,
máximo grado en esa fuerza probatoria que no alcanza a todo el instrumento.
Enumeración Legal:
Mediante una enumeración meramente enunciativa, el art. 289 del Código indica
supuestos instrumentos públicos.
ARTÍCULO 289.- Enunciación. Son instrumentos públicos:
a. las escrituras públicas y sus copias o testimonios;
b. los instrumentos que extienden los escribanos o los funcionarios públicos con los
requisitos que establecen las leyes;
c. los títulos emitidos por el Estado nacional, provincial o la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, conforme a las leyes que autorizan su emisión.
También son instrumentos públicos los informes o certificados que extiende el Registro
General de la Propiedad Inmueble o los registros automotores, los DNI y pasaportes.
ARTÍCULO 290.- Requisitos del instrumento público. Son requisitos de validez del
instrumento público:
a. la actuación del oficial público en los límites de sus atribuciones y de su competencia
territorial, excepto que el lugar sea generalmente tenido como comprendido en ella;
b. las firmas del oficial público, de las partes, y en su caso, de sus representantes; si
alguno de ellos no firma por sí mismo o a ruego, el instrumento carece de validez para
todos.
Requisitos objetivos:
Formas exigidas por las leyes en casos especiales bajo pena de nulidad. El oficial debe
respetar las solemnidades impuestas por la ley para cada clase de instrumentos (ej.
Presencia de testigos). Requisitos genéricos: firma del oficial público y de todos los
interesados (988). Este último artículo refiere a las partes formales (testigos,
apoderados, o sea los que comparecen al acto).
ARTÍCULO 290.- Requisitos del instrumento público. Son requisitos de validez del
instrumento público:
a. la actuación del oficial público en los límites de sus atribuciones y de su competencia
territorial, excepto que el lugar sea generalmente tenido como comprendido en ella;
b. las firmas del oficial público, de las partes, y en su caso, de sus representantes; si
alguno de ellos no firma por sí mismo o a ruego, el instrumento carece de validez para
todos.
ARTÍCULO 294.- Defectos de forma. Carece de validez el instrumento público que tenga
enmiendas, agregados, borraduras, entrelíneas y alteraciones en partes esenciales, si
no están salvadas antes de las firmas requeridas.
El instrumento que no tenga la forma debida vale como instrumento privado si está
firmado por las partes.
Testigos: a veces se exigen para dar mayor apoyo a la fe pública y una mayor
imparcialidad, tienden a suprimirse. De exigirse deben ser hábiles (990/992 no son
hábiles: los menores no emancipados, los dementes declarados, los ciegos, los que no
tengan domicilio en el lugar del otorgamiento, los que no saben firmar, los
dependientes del oficial público o de otro oficial público, los parientes del oficial
público, comerciantes fallidos, religiosos, los condenados a más de tres años.)
Fuerza probatoria
ARTÍCULO 293.- Competencia. Los instrumentos públicos extendidos de acuerdo con
lo que establece este Código gozan de entera fe y producen idénticos efectos en todo
el territorio de la República, cualquiera sea la jurisdicción donde se hayan otorgado.
Como surge de la propia definición de instrumento público, una de las notas
características más importantes del instrumento público es lo vinculado a su fuerza
probatoria.
Cuando hablamos de fuerza probatoria de un determinado medio de prueba, nos
referimos al valor que el ordenamiento le reconoce al mismo para probar aquellos
actos o hechos que pretende probar. Así, por ejemplo, que valor probatorio tiene la
prueba testimonial en materia laboral, que valor probatorio tiene la prueba de ADN en
un juicio de filiación, etc.
Los instrumentos públicos, sin duda, son un medio de prueba muy importante pues se
evita que los negocios cada vez que se tengan que hacer valer haya que someterlos a
reconocimiento o prueba de su existencia y veracidad.
Con relación a la fuerza probatoria cabe aclarar que no todo el instrumento público
goza de la misma fuerza probatoria.
En primer lugar debemos distinguir lo que se denomina la fuerza probatoria del
instrumento público considerado en sí mismo y la fuerza probatoria de su contenido.
Fuerza probatoria del instrumento público considerado en sí mismo:
Se analiza aquí al instrumento en lo externo: el papel especial en que debe ser
realizado, los sellos característicos, la firma del oficial público, etc.
Cuando estas notas características se encuentran presentes, el instrumento público
goza de la presunción de autenticidad. La autenticidad hace referencia a la autoría –se
presume que fue extendido quien se dice su autor- y regularidad del documento en
cuanto a sus formas.
Esta fuerza probatoria se extiende a las partes del acto, sus sucesores e incluso los
terceros.
Fuerza probatoria del instrumento público en su contenido:
Ya superado el primer control, no todas las partes del instrumento gozan de la misma
fuerza probatoria. Hay que distinguir:
a. Hechos ocurridos en presencia del oficial público o que éste declara como realizados
por él mismo: la fuerza probatoria alcanza su nivel más alto, por la intervención directa
del funcionario. Son ejemplos: la fecha y lugar indicados en el instrumento, la
comparencia de personas, la entrega de dinero entre las partes realizada frente al
escribano, la exhibición de títulos al oficial público interviniente, etc.
Estos hechos gozan de plena fe y serán oponibles entre partes y frente a terceros hasta
tanto no se interponga a su respecto una querella de falsedad en sede civil o penal.
b. Cláusulas dispositivas: constituyen el objeto del instrumento por lo cual es necesario
que estén (por ejemplo, un contrato de compraventa, el otorgamiento de poder). Si
bien el art. 296 indica que hacen plena fe, la doctrina aclara que en realidad debe
entenderse que constituyen prueba completa. Es decir, prueban entre partes y frente
a terceros pero pueden ser atacadas por cualquier medio de prueba. No se requiere
querella de falsedad para demostrarse la insinceridad de lo volcado en el instrumento.
c. Cláusulas enunciativas:
- Directas: se trata de cláusulas que refieren al objeto del instrumento pero podrían no
estar (haber hecho antes un pago, o ejecutado un acto o que se ha acordado antes).
Gozan del mismo valor probatorio que las cláusulas dispositivas: hacen plena prueba
entre partes y frente a terceros pero pueden ser atacadas por cualquier medio. No se
requiere querella de falsedad, pues el oficial sólo recoge las manifestaciones de las
partes pero no puede dar fe de su sinceridad.
- Indirectas: son manifestaciones unilaterales sobre hechos anteriores (se compra con
dinero heredado, se poseen los dólares). El valor probatorio es mínimo, son
enunciaciones unilaterales que sólo vinculan a quien las emite.
Conversión: El instrumento público que no tenga las formas exigidas, valdrá como
instrumento privado si está firmado por las partes (esto para respetar la voluntad de
las partes y siempre que el acto no sea solemne absoluto)
ARTÍCULO 294.- Defectos de forma. Carece de validez el instrumento público que tenga
enmiendas, agregados, borraduras, entrelíneas y alteraciones en partes esenciales, si
no están salvadas antes de las firmas requeridas.
El instrumento que no tenga la forma debida vale como instrumento privado si está
firmado por las partes.
Partes de la escritura
1. Encabezamiento: número de la escritura, lugar de suscripción, fecha de
otorgamiento, nombre, estado civil, exhibición del documento nacional de identidad,
carácter en que actúan las partes, lo que deben acreditar exhibiendo el poder o título
habilitante que puede incorporarse al protocolo, o sacarse una copia que se
protocoliza, salvo cuando el mismo escribano haya otorgado éste, entonces basta con
mencionar el folio del protocolo a que está agregado.
2. Cuerpo de la escritura: las partes explican el acto jurídico que se proponen realizar,
describen los bienes objeto del negocio, los antecedentes del dominio si se trata de
transmisión de derechos reales y demás cláusulas contractuales.
Protocolización
Consiste en incorporar materialmente un documento al protocolo. Pueden ser
protocolizados a pedido de parte, cuando se trata de dar fecha cierta a un instrumento
privado; no se transforma en instrumento público, sólo adquiere fecha cierta; o cuando
lo exige la ley, entonces sí se transforma en instrumento público y la protocolización
debe ser ordenada por un juez y debe tener la firma reconocida.
2.7.2.- Instrumentos privados.
Instrumentos Privados
Suele definirse al instrumento privado a partir de sus diferencias con el instrumento
público.
El instrumento privado será entonces toda declaración escrita de voluntad con el fin
de hacer constar un acto que interesa al derecho, que ha sido suscripta por
particulares sin intervención de oficial público, que está regido por el principio de
libertad de formas y que carece de fuerza probatoria por sí mismo.
No goza de autenticidad ni de fe pública.
A diferencia del instrumento público está liberado de formalidades (art. 284 CCC) pero
para ser instrumento privado ha de estar firmado (de lo contrario será un instrumento
particular).
Requisitos de validez del instrumento privado
Conforme surge de la distinción entre instrumento particular y privado, la firma es una
condición esencial para la existencia de todo acto bajo forma privada. Es, en principio,
la única exigencia de validez.
Como ya hemos dicho, la firma es el modo habitual que tiene una persona de dar a
conocer su individualidad escribiendo su nombre y apellido o un signo. Aunque sea
ilegible basta que la persona por costumbre o hábito rubrique los documentos siempre
de modo similar, aunque con el tiempo modifique algunos rasgos. Debe estar al pie, al
terminar el acto, abarcando todas las declaraciones. No es válida al margen.
Por excepción, hay instrumentos privados que requieren una formalidad determinada.
Así, el testamento ológrafo debe ser escrito, fechado y firmado de puño y letra por el
testado (art. 2477 CCYCN).
Firma ológrafa:
La firma ológrafa puede ser definida como los trazos que constituyen el modo habitual
que tiene una persona de escribir nombre y apellido, con la finalidad de manifestar la
adhesión de su voluntad al texto a cuyo pie la pone.
Caracteres de la firma:
Es ológrafa, es decir, escrita de puño y letra por el firmante, a quien se imputa.
Es manifestación de individualidad. Cada sujeto elige el modo en que desea firmar y
rodea a su firma de rasgos que le son propios.
Es exclusiva. A raíz de las particularidades que la rodean, cada firma es exclusiva de su
autor.
Habitual: teniendo en cuenta los caracteres ya señalados, la firma adquiere
habitualidad. El sujeto intentará firmar siempre de la misma manera, porque es eso lo
que permitirá saber que la firma le pertenece. Esto no significa que la firma será
idéntica siempre, incluso el sujeto luego de un tiempo puede alterarla sustancialmente,
pero una vez que decida hacerlo la nueva firma reunirá los caracteres señalados.
Es expresión de voluntad. Esa es la función primordial de la firma. La firma debe ser
puesta con la finalidad de expresar la voluntad de adhesión al texto, razón por la cual
debe ser puesta al pie del documento. Es costumbre que, además de la firma al final,
se coloque media firma en cada una de las páginas del instrumento, a fin de evitar
puedan ser reemplazadas.
Firma digital:
Cuando hablamos de firma digital hacemos referencia a procedimientos o métodos
destinados a identificar al autor de un documento transmitido por medios electrónicos,
así como que esa persona aprueba su contenido.
En la actualidad, el método con mayor desarrollo es el de la criptografía de clave
pública o privada, que permite identificar al sujeto por la clave que pone en el
documento. Cuando el sujeto firmante coloca esta firma, pone su clave, el documento
queda encriptado y como tal se vuelve inalterable.
En el año 2001 se sancionó la ley 25.506 que legisla sobre firma digital, la firma
electrónica y el documento digital. Varias provincias han adherido a esta ley, entre ellas
Santa Fe (ley 12.491). Ejemplos de firma electrónica son las claves de acceso a los
cajeros automáticos o para realizar transacciones comerciales.
Dicha ley define a la firma digital como el resultado de aplicar a un documento digital
un procedimiento matemático de exclusivo conocimiento del firmante y que puede ser
verificada en relación al titular por la referencia a datos indicados en un certificado
emitido por un certificador reconocido. Es utilizada en el ámbito estatal para las
contrataciones, por la Administración Federal de ingresos Públicos, notificaciones
electrónicas, la factura electrónica, entre otros supuestos. 3
Conforme la ley 25.506, la firma digital requiere para que sea eficaz
1. Que haya sido creada durante el período de vigencia del certificado digital válido
del firmante
2. Que sea debidamente verificada con la referencia de los datos de comprobación
de firma digital, indicados endicho certificado, según el procedimiento que a
esos casos corresponde
3. Que dicho certificado haya sido emitido o reconocido por un certificador
licenciado.
Firma electrónica:
La firma electrónica consiste en la identificación que un sujeto signatario utiliza o
coloca junto a otros datos enviados electrónicamente, pero que no reúne los requisitos
de la firma digital.
3
MOLINA QUIROGA, Eduardo. Documento y firma electrónicos o digitales. Rev. La Ley 10/11/2008.
ARTÍCULO 288.- Firma. La firma prueba la autoría de la declaración de voluntad
expresada en el texto al cual corresponde. Debe consistir en el nombre del firmante o
en un signo.
En los instrumentos generados por medios electrónicos, el requisito de la firma de una
persona queda satisfecho si se utiliza una firma digital, que asegure indubitablemente
la autoría e integridad del instrumento.
La impresión digital
Si el instrumento privado es el instrumento particular firmado, ¿es posible reemplazar
al firma por la impresión digital de quien debería firmar?
Esta problemática ha dividido a la doctrina:
Algunos autores entienden que en algunos casos puede admitirse la impresión digital
como sucedánea de la firma. Así, por ejemplo, la ley 21297 autoriza al trabajador que
no sepa o no pueda firmar a colocar su impresión digital. Se requeriría entonces
habilitación legal.
Otros, por el contrario, entienden que en ningún caso podrá ser reemplazada la firma
por la impresión digital por cuanto esta última acredita identidad pero no voluntad del
sujeto. Podría haber sido estampada mientras el sujeto se encuentra en estado de
inconciencia, o aprovecharse de un sujeto que en general si no sabe firmar tampoco
sabe leer. Rivera se enrola en esta postura, sin desconocer que el instrumento será
considerado en ese caso instrumento particular y tendrá el valor probatorio de dicha
categoría de instrumentos. Sería, además la postura adoptada por el CCYCN según lo
dicho en los arts. 313 y 314.
Por último, parte de la doctrina distingue según el sujeto sepa leer y escribir o sea
analfabeto. En el primer caso se le permitirá suscribir el instrumento mediante su
impresión digital. En caso de ser analfabeto, no.
Fuerza probatoria
El instrumento privado no prueba por sí la verdad de su contenido entre partes ni
frente a terceros.
Para ello es necesario que la firma sea reconocida por la parte a quien se desea oponer
el instrumento. Por ejemplo: si Juan quiere demandar a Pedro por el incumplimiento
de un contrato formalizado en instrumento privado, lo primero que necesita Juan es
que Pedro reconozca su firma.
El reconocimiento puede tener lugar de distintas formas: puede ser espontáneo (sin
intimación judicial) o provocado judicialmente. Atendiendo a las particularidades del
mismo, puede ser expreso (cuando el sujeto manifiesta que la firma le pertenece) o
tácito (cuando siendo citado al efecto no comparece, o bien una vez consultado al
efecto guarda silencio).
El reconocimiento también puede ser la resultante de una prueba pericial caligráfica,
cuando el sujeto ha negado su firma. Será el perito quien determinará si la firma le
pertenece a la parte contra quien se opone, a partir de un cotejo con otros
instrumentos firmados por ejemplo.
Una vez reconocida la firma, cualquiera sea la forma en que se produce el
reconocimiento, se tiene por reconocido todo el contenido del instrumento.
Las partes están obligadas a presentarse a reconocer su firma, bajo apercibimiento de
tenerla pro reconocida en caso de que no se presente o no se manifieste al efecto.
En caso del fallecimiento del firmante, sus herederos no están obligados a expedirse,
sino que pueden decir que no saben si la misma pertenece al causante.
Reconocida la firma el valor probatorio entre las Partes es igual al del Instrumento
Público. Frente a terceros, el instrumento debe adquirir fecha cierta.
Fecha cierta
Fecha cierta es aquella que otorga certeza de que el instrumento se encontraba
firmado al momento de su producción, o no pudo ser firmado después de su
acaecimiento. Su importancia está vinculada a los derechos de terceros que podrían
depender de la veracidad de la fecha utilizada por las partes en el instrumento.
En el caso de los instrumentos públicos, se dice que tienen fecha cierta de origen, por
cuanto la fecha es uno de los elementos del acto que goza de plena fe y sólo puede ser
atacada por querella de falsedad.
En el caso de los instrumentos privados, por el contrario, resulta muy fácil para las
partes ponerse de acuerdo y antedatar o posdatar un instrumento, vulnerando con ello
derechos de terceros interesados.
Es por ello que cuando hablamos de la fuerza probatoria del instrumento privado se
aclara que para la oponibilidad de la fecha ante los terceros, esta debe ser considerada
fecha cierta.
Instrumentos particulares:
Como ya hemos dicho, se considera instrumento particular a aquel que carece de la
firma de las partes. Por ejemplo: el comprobante de un cajero automático, el boleto
de un colectivo, etc.
En cuanto a su valor probatorio, debemos estar a la regulación del art. 319 CCYCN. Así,
por ejemplo, cuando usamos el cajero automático no usamos nuestra firma, pero si
una tarjeta especial que debe ser conservada en nuestro poder y una clave personal
que permitiría acreditar que quien usa el cajero es quien está facultado a ese efecto.
ARTÍCULO 319.- Valor probatorio. El valor probatorio de los instrumentos particulares
debe ser apreciado por el juez ponderando, entre otras pautas, la congruencia entre lo
sucedido y narrado, la precisión y claridad técnica del texto, los usos y prácticas del
tráfico, las relaciones precedentes y la confiabilidad de los soportes utilizados y de los
procedimientos técnicos que se apliquen.
Cuadro comparativo entre el instrumento público y el privado
ARTÍCULO 320.- Obligados. Excepciones. Están obligadas a llevar contabilidad todas las
personas jurídicas privadas y quienes realizan una actividad económica organizada o
son titulares de una empresa o establecimiento comercial, industrial, agropecuario o
de servicios. Cualquier otra persona puede llevar contabilidad si solicita su inscripción
y la habilitación de sus registros o la rubricación de los libros, como se establece en
esta misma Sección.
Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluidas de las obligaciones
previstas en esta Sección las personas humanas que desarrollan profesiones liberales
o actividades agropecuarias y conexas no ejecutadas u organizadas en forma de
empresa. Se consideran conexas las actividades dirigidas a la transformación o a la
enajenación de productos agropecuarios cuando están comprendidas en el ejercicio
normal de tales actividades. También pueden ser eximidas de llevar contabilidad las
actividades que, por el volumen de su giro, resulta inconveniente sujetar a tales
deberes según determine cada jurisdicción local.
ARTÍCULO 321.- Modo de llevar la contabilidad. La contabilidad debe ser llevada sobre
una base uniforme de la que resulte un cuadro verídico de las actividades y de los actos
que deben registrarse, de modo que se permita la individualización de las operaciones
y las correspondientes cuentas acreedoras y deudoras. Los asientos deben respaldarse
con la documentación respectiva, todo lo cual debe archivarse en forma metódica y
que permita su localización y consulta.
El Código regula además los libros que deben ser llevados, y como deben ser
conservados.
4 ARTÍCULO 330.- Eficacia probatoria. La contabilidad, obligada o voluntaria, llevada en la forma y con los
requisitos prescritos, debe ser admitida en juicio, como medio de prueba.
Sus registros prueban contra quien la lleva o sus sucesores, aunque no estuvieran en forma, sin admitírseles
prueba en contrario. El adversario no puede aceptar los asientos que le son favorables y desechar los que le
perjudican, sino que habiendo adoptado este medio de prueba, debe estarse a las resultas combinadas que
presenten todos los registros relativos al punto cuestionado.
La contabilidad, obligada o voluntaria, prueba en favor de quien la lleva, cuando en litigio contra otro sujeto que
tiene contabilidad, obligada o voluntaria, éste no presenta registros contrarios incorporados en una contabilidad
regular.
Sin embargo, el juez tiene en tal caso la facultad de apreciar esa prueba, y de exigir, si lo considera necesario,
otra supletoria.
Cuando resulta prueba contradictoria de los registros de las partes que litigan, y unos y otros se hallan con todas
las formalidades necesarias y sin vicio alguno, el juez debe prescindir de este medio de prueba y proceder por
los méritos de las demás probanzas que se presentan.
Si se trata de litigio contra quien no está obligado a llevar contabilidad, ni la lleva voluntariamente, ésta sólo sirve
como principio de prueba de acuerdo con las circunstancias del caso.
La prueba que resulta de la contabilidad es indivisible.
ACTIVIDADES PARA LA COMPRENSIÓN Y PREGUNTAS GUÍA UNIDAD 8