795-2015-02-24-Delitos Contra La Seguridad y Salud de Los Trabajadores
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Arts. 316 y 317 CP (el artículo 316 CP se corresponde con el antiguo arts. 348 bis a) del
anterior CP y la comisión imprudente que reconoce el art. 317 CP había sido admitida
con anterioridad por la doctrina)
Art. 316: “Los que con infracción de las normas de prevención de riesgos laborales y
estando legalmente obligados, no faciliten los medios necesarios para que los
trabajadores desempeñen su actividad con las medidas de seguridad e higiene
adecuadas, de forma que pongan así en peligro grave su vida, salud o integridad física,
serán castigados con las penas de prisión de seis meses a tres años y multa de seis a
doce meses.
Art. 317: “Cuando el delito a que se refiere el artículo anterior se cometa por
imprudencia grave, será castigado con la pena inferior en grado”.
CONDUCTA TÍPICA
El delito contra la seguridad y salud de los trabajadores se define por los siguientes
elementos objetivos típicos1:
- La provocación de un peligro grave para la vida, salud o integridad física de los
trabajadores. Esta gravedad debe derivarse de dos factores: a) el alto nivel de
probabilidad de que se produzca un daño para a vida e integridad física de los
trabajadores; b) el alto nivel de lesividad potencial creada para esos bienes jurídicos
fundamentales2. Este nivel dependerá principalmente del número de afectados y del
“tipo de lesión, graduación que discurrirá desde la pérdida de la vida, rebajándose
escalonadamente hacia las siguientes pérdidas anatómicas o funcionales o enfermedades
de mayor o a menor importancia”3.
- La adopción de estas medidas de protección tienen que venir exigidas por el legislador
o, según se ha interpretado por la doctrina mayoritaria, las normas colectivas, incluidos
los convenios colectivos extraestatutarios9, sin perjuicio de las fricciones que estos
puede provocar con principios básicos del derecho penal. El art. 316 CP constituye por
tanto una norma penal en blanco10. La noción de normativa de prevención de riesgos
4
En este sentido dice la Sentencia de la Audiencia Provincial de Salamanca de 11 de abril de 1997 (ARP
1997/512), que es “indiferente, pues, la forma activa u omisiva de la realización del acto típico”.
5
En contra parece la Sentencia de la Audiencia Provincial de Tarragona de 14 de febrero de 1995 (ARP
1995/362), al negar la tipicidad de la omisión del deber de vigilancia de que los trabajadores utilicen las
medidas de protección, por quien viene por ley obligado a ello.
6
Dice BARTOMEUS PLANA, D.: “El artículo 316 CP. Delitos contra la seguridad y salud en el
trabajo”, op. cit., p. 251, que “por más que la estructura sea omisiva (“no facilitar los medios”), el
resultado típico puede relacionarse con un comportamiento activo, esto es, con una acción que impmlica
la osimisión en la facilitación de los medios de seguridad. Así ocurre, a modo de ejemplo, cuando se
ordena la carga de carretillas con mayor peso que el límite máximo de su resistencia”.
7
Dice NARVAEZ BERMEJO, M.A.: Delitos contra los derechos de los trabajadores y la Seguridad
Social, op. cit., p. 85, que con esta expresión de la relación de causalidad “se corrigen las definiciencias
del anterior texto punitivo en que dicha relación de causalidad no estaba bien definida y exigida”. No
obstante, entendemos nosotros que en la medida en que la relación de causalidad es un elemento esencial
del juicio de antijuridicidad sobre el que se apoya todo delito, tal mención expresa no constituía un factor
especialmente criticable.
8
Como dice BARTOMEUS PLANA, D.: “El artículo 316 CP. Delitos contra la seguridad y salud en el
trabajo”, op. cit., p. 256, la “doctrina, defiende que tales medio, no son sólo los materiales, sino también
los personales, intelectuales y organizativos, lo que incluiría comportamientos como la ausencia de una
adecuada formación o información, la imposición de ritmos de trabajo inadecuados, la instalación
defectuosa de estructuras, etc.”.
9
En contra NARVAEZ BERMEJO, M.A.: Delitos contra los derechos de los trabajadores y la
Seguridad Social, op. cit., p. 84, al identificar la referencia del art. 316 CP a las “normas” con la
condición de norma al no tener eficacia general.
10
Explica NAVARRO CARDOSO, F.: Los delitos contra los derechos de los trabajadores, op. cit., p.
154, cómo se puede salvar la compatibilidad de esta remisión con el principio de legalidad y tipicidad de
laborales se ha de entender en sentido amplio y, en todo caso, incluirá las normas sobre
trabajo de menores, jornada máxima, descansos, vacaciones y horas extraordinarias,
trabajo nocturno y a turnos, permisos y suspensiones del contrato relacionadas con la
maternidad. Las normativas jurídico-técnicas integran dicho concepto en la medida en
que concreten los mandatos genéricos de protección de otras normas, “de modo que sea
necesaria tenerlas instrumentalmente en cuenta para afirmar o negar la existencia de su
transgresión”11.
No obstante, esto no implica que la protección penal sólo se active cuando exista una
norma de desarrollo que haya especificado detalladamente cuál ha de ser la medida de
protección a adoptar por el empresario. En nuestra opinión el deber genérico de
protección de la seguridad y salud de los trabajadores por parte del empresario (art. 14
LPRL) ya es suficiente para entender cumplido el origen legal del deber de adoptar las
medias adecuadas de protección de la seguridad y salud de los trabajadores12.
las siguiente manera: “1º. Que se trata de un tipo penal cuya remisión a la norma extrapenal, para la
determinación del supuesto de hehco, no es absoluta, de suerte que el núcleo del tipo de injusto viene
establecido en lanorma penal, tal como ha exigido el Tribunal Constitucional”. “2º. Consencuencia de lo
anterior, la norma que completa el injusto delimita, restringiéndolo, el ámbito de punición”. “3º. Que la
remisión a los convenios colectivo sólo lo es a sus cláusulas normativas, como expresamente lo advierte
el artículo 45.1 LPRL; y que, en todo caso, no puede ignorarse “que el convenio colectivo siempre
resultará más faorable, puesto que no puede rebajar las garantías que, en orden a la seguridad enel trabajo,
establecen con carácter mínimo leyes y reglamentos”. “4º El destinatario de lanorma penal es, en este
caso, un profesional que debe conocer la normativa a que se remite el tipo legal”.
11
BAYLOS GRAU, J. TERRADILLOS BASOCO: Derecho Penal del Trabajo, op. cit., p. 121; con
idénticas palabras TERRADILLOS BASOCO: “La responsabilidad penal en materia de seguridad y salud
en el trabajo”, op. cit., p. 181.
12
A este respecto dice NAVARRO CARDOSO, F.: Los delitos contra los derechos de los trabajadores,
op. cit., p. 154-155, que ante vacios legales en sectores productivos novedosos un “sector de la doctrina
propugna que dichas medidas son también exigibles, en cuanto que “el término “adecuadas” es
susceptible de una interpretación que amplíe el marco de referencia y encujuiciamiento del
comportamiento”, aunque tal entendimiento puede chocar con el límite máximo en la interpretación de la
norma penal conformado por el “sentido literal posible”; sobre todo, teniendo en cuenta la amplitud con
que está redactado el artículo 1º LPRL”. No obstante la Sentencia de la Audiencia Provicial de Navarra
de 20 de octubre de 1998 (ARP 1998/4728) niega la responsabilidad de un empresario que, aunque había
adoptado importantes medidas de prevención de riesgos, aunque en el caso concreto fueron
previsiblemente insuficientes. Por otro lado la Sentencia de la Audiencia Provincial de Zamora de 20 de
abril de 1999 (ARP 1999/2168) afirma que “dado que no existía normativa específica que le obligara a
usar ese determinado cinturón de seguridad, se aleja de los moldes de la impurdnecia de naturaleza penal
y, en todo caso, se aproxima a la negligencia de carácter civil”.
13
Dice TERRADILLOS BASOCO: “La responsabilidad penal en materia de seguridad y salud en el
trabajo”, T.L, nº 50, 1999, p. 174, se “castiga el poner el plegro la vida o salud no de cualquiera, sino de
los trabajadores –en cuanto tales, no como titulares individuales de bines jurídicos de carácter personal”.
Un sector doctrinal mantiene sin embargo que el bien jurídico protegido es la seguridad
y salud en el trabajo en abstracto sin ir referida a unos sujetos concretos. En este sentido
se ha dicho que el art. 316 CP no afecta a dichos bienes superiores de la vida e
integridad física y psíquica “más que indirectamente y en tanto que lo que se pretende
es el desarrollo de la actividad laboral conforme a las normas y prevenciones adecuadas
a la seguridad y de los trabajadores. Es así, como la seguridad en el trabajo se constituye
como bien jurídico independiente y autónomo, respecto a otros con los que se halla
relacionado necesariamente”14. No obstante, esta concepción choca con la configuración
del tipo como un delito de peligro concreto, ya que el art. 316 CP exige que “se pongan
(..) en peligro grave” la “vida, salud e integridad física” de los trabajadores a los que no
se ha facilitado los medios de protección adecuados15.
SUJETO ACTIVO
Como el propio art. 316 CP manifiesta, será sujeto activo todo aquél que venga
obligado por las normas de prevención de riesgos laborales a facilitar medidas de
protección a los trabajadores, entendidas estas en sentido amplio. Por lo tanto, una
interpretación literal puede llevar a considerar que sujetos activos serán el empresario 16,
los representantes especializados en materia de prevención de riesgos laborales –
delegados de prevención, miembros el comité de seguridad y salud-, miembros de los
servicios de prevención, fabricantes, importadores, suministradores, o, incluso,
trabajadores. No obstante, y aunque no se derive de una lectura literal del art. 316 CP, se
debe limitar el círculo de posibles responsables de este delito. Una primera razón para
esta restricción es que ya en un nivel sancionador administrativo, en el que no rige el
principio de intervención mínima con el mismo rigor que en el campo penal, el
legislador ha configurado un sistema en el que sólo el empresario es sancionable en esta
materia. Un segundo argumento es la condición del empresario de responsable último
de toda la política preventiva en la empresa (art. 14.1 LPRL), lo que sitúa a los sujetos
mencionados en una posición accesoria de colaboración y complementación de la
actividad del empresario, sin poderes decisorios salvo en casos excepcionales17.
14
BARTOMEUS PLANA, D.: “El artículo 316 CP. Delitos contra la seguridad y salud en el trabajo”, en
Delitos contra los derechos de los trabajadores y contra la Seguridad Social, coordinador Rojo
Torrecilla, E., Bosch, Barcelona, 1998, p. 238, quien continúa diciendo que la seguridad en el trabajo “es
una expresión que parte de una concepción coelctiva d elas relaciones laborales, de forma que lo que
constituye el bien jurídico protegido por la norma, no es la seguridad en relación a la vida, la salud o la
integridad física de la persona en abstracto, ni tampoco de los trabajadores considerados individualmente,
sino precisamente la del colectivo de trabajadores como clase; se trata de la seguridad del grupo social”.
15
Cfr. BAYLOS GRAU, J. TERRADILLOS BASOCO: Derecho Penal del Trabajo, op. cit., p. 116.
16
La Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona de 14 de mayo de 1999 (ARP 1999/1649) afirma
que el “elemento relativo al sujeto activo del delito (..) es cualificado por la calidad del contrato laboral
del sujeto pasivo”. Por lo tanto, excluye la responsabilidad cuando la víctima ha sido contratada para
realizar determindada actividad en una finca familiar.
17
BARTOMEUS PLANA, D.: “El artículo 316 CP. Delitos contra la seguridad y salud en el trabajo”, op.
cit., p. 241. En la STS 12 de noviembre de 1998 (RJ 1998/7764) se afirma que los “acusados –uno
gerente y el otro jefe de taller de la empresa- eran sin duda, las personas que tenían que cumplir y hacer
cumplir las normas de seguridad e instruir a los trabajadores de los riesgos inherentes a cada tarea. Ellos
eran (..) los destinatarios de las normas de cuidado que tienen por fin la prevención de accidentes, pues a
los dos incumía, a cada uno en su círculo específico de responsabilidad, la organización y dirección del
trabajo dentro de la empresa”.
La clave para saber qué sujetos pueden ser sujetos activos resulta entonces de saber
quién tiene poderes decisorios en la empresa –lo que excluye con claridad a los
trabajadores de tal posibilidad-. La “condición de sujeto activo recae no sólo en el
empresario que actúa directamente o por delegación” sino aquél que desarrolla “lo que
denomina la jurisprudencia francesa para determinar a quien incumbe la obligación
infringida “el ejercicio de poder dentro de la empresa”. “La configuración del sujeto
activo en cuanto se define por “quienes estén legalmente obligados” impone un cierto
estudio del caso concreto que permitirá extender la responsabilidad del empresario a
personas que trabajen a su servicio, o concretar esa responsabilidad (..) respecto a todas
las que ostenten mando o dirección técnicos o de ejecución y tanto se trate de mandos
superiores como de intermediarios o subalternos, incluso de hecho” (Sentencia de la
Audiencia Provicial de Guadalajara de 25 de junio de 1998 (ARP 1998/3418). “En el
Derecho penal del trabajo el destinatario natural de la norma suele serlo el empresario,
en cuanto que el ejercicio de su actividad lo coloca en condiciones de garante directo,
incluso exclusivo en ocasiones, de la salvaguarda de los bienes e intereses de los sujetos
que forman parte de la estructura empresarial. Pero la empresa se configura como una
estructura compleja y jerarquizada, donde son numerosos los supuesto en que las
obligaciones propias del empresario son asumidas por éste (o por sus órganos) mediante
la prestación de colaboradores. En este punto, como en tanto otros, y a la luz de los
principios que informan el ordenamiento jurídico-penal (intervención mínima y
subsidiariedad), es importante huir de interpretaciones extremas que conduzcan a
resultados materiales contrarios a los pretendidos por la norma –quebraría el principio
de legalidad-. En los casos de delegación de funciones en el seno de la empresa, debe
evitarse la falsa concentración de responsabilidad penal en lo alto de la jerarquía, se
produciría una contradicción con el principio de responsabilidad personal (..). Por tanto,
en el artículo 316, sujeto activo no sólo es el empresario, sino también el que actúa
directamente o por delegación. La normativa laboral impone diferentes obligaciones, a
quienes toman parte en el proceso de trabajo, hasta el punto de que la posición de
garante no se deriva de una relación jerarquizada entre sujeto, sino de la relación
objetiva con los hechos” (Sentencia de la Audiencia Provincial de Lleida de 23 de
marzo de 1999 (ARP 1999/2934) 18. El fundamento del deber de garante del encargado
es por tanto “el mismo que en el caso de empresario, cual es la potestad de dirigir y
organizar las condiciones en las que debe prestarse el trabajo” Sentencia de la
Audiencia Provicial de Guadalajara de 27 de enero de 1998 (ARP 1998/857).
Una cuestión diferente es que cuando este empresario sea una persona jurídica la
responsabilidad tenga que recaer en aquellas personas que han encarnado las posiciones
de decisión. Esta es la cuestión que regula el art. 318 CP, quien extiende la
responsabilidad a los administradores, a los encargados de servicios o a quienes
pudiendo adoptar medidas para evitar el peligro no las hubiesen adoptado. La
responsabilidad de estos sólo deriva cuando han sido los que han dominado la conducta
delictiva de la empresa. Sólo así no se produce un tratamiento diferente e injustificado
entre los “encargados de servicio” en las empresas individuales y las empresas personas
jurídicas. En definitiva, los mandos intermedios y, en general, los sujetos en los que el
empresario haya delegado su poder de dirección no desplaza hacia los ellos la
responsabilidad penal, cuando el que actúa sigue siendo el empresario por delegación19.
18
Con estos mismos términos anteriormente BAYLOS GRAU, J. TERRADILLOS BASOCO: Derecho
Penal del Trabajo, op. cit., p. 119.
Una cuestión diferente es la posibilidad de que estos sujetos sean sujetos activos de un
delito de lesiones o de homicidio por omisión. Así lo ha admitido la jurisprudencia20.
CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN
La concurrencia de consentimiento por parte del trabajador no altera en medida alguna
el carácter antijurídico de la conducta típica prevista en el art. 316 CP. No se puede
olvidar que las previsiones de protección de la seguridad y salud de los trabajadores
constituyen auténticos mandatos imperativos para estos últimos. Son “deberes en favor
del obligado”, lo que se demuestra por la procedencia de la sanción disciplinaria en el
caso de su incumplimiento.
19
GARCÍA MURCIA, J.: Responsabilidades y sanciones en materia de seguridad y salud en el trabajo,
Aranzadi, Pamplona, 1997, p. 52, dice que “el artículo 316 CP no está contemplando tanto a la empresa
en sí como, más específicamente, a “los que” incumplan sus obligaciones, que serán normalmente
personas físicas. A no ser, desde luego, que la “no faciliación” de los medios de protección adecuados
derive de una decisión o práctica “societaria” (o del órgano de gobierno de la correspondiente sociedad o
comunidad)”. En el mismo sentido que este autor afirma la Sentencia de la Audiencia Provincial de
Barcelona, de 15 de diciembre de 1998 (ARP 1998/5931), que “cabe una responsabilidad criminal
concurrente que alcanza, como desde hace tiempo la doctrina jurisprudencial viene declarando (Sentencia
de la Sala Segunda del Tribunal Supremo de 12 de mayo de 1981 (RJ 1981/2218) a todas aquellas
personas que desempeñan funciones de dirección o de mando en una empresa y tanto sean superiores,
intermedias o de mera ejecución, y tanto las que ejerzan reglamenteriamente como de hecho, están
obligadas a cumplir las normas destinadas al mantenimiento de la seguridad en el trabajo”.
STS de 10 de mayo de 1980 (RJ 1981/1906), STS de 12 de mayo de 1981 (1981/2218), Sentencia de la
20
CULPABILIDAD
El delito contra la seguridad y salud de los trabajadores se puede cometer de manera
dolosa o culposa.
Gracias a la previsión expresa del art. 317 CP, y según se deriva de lo establecido en el
art. 12 CP, también existirá responsabilidad cuando se cometa la conducta prevista en el
art. 316 CP por imprudencia grave. Esta gravedad, como se explicaba anteriormente 24,
depende del grado de incumplimiento del deber de cuidado, no está condicionada por el
grado de consciencia de dicho incumplimiento por parte del autor. El deber de cuidado
o, lo que es lo mismo, el comportamiento diligente que debería haber realizado el sujeto
activo, ha sido concretado en esta materia por las normas de prevención de riesgos
laborales. En definitiva, el comportamiento se sancionará por imprudencia grave sólo en
los casos en los que se haya incumplido de manera absoluta los deberes de seguridad y
salud en el trabajo.
En definitiva, existirá dolo directo cuando se demuestre que el sujeto activo conocía
que con su conducta se vulneraban las normas de prevención de riesgos laborales, que
de ello se derivaba un riesgo para la salud de los trabajadores y el resultado de peligro
de este bien jurídico es perseguido como finalidad inmediata o se quiere de manera
23
Afirma la Sentencia de la Audiencia Provincial de Córdoba de 4 de junio de 1998 que las “empresas
cumplen su cometido al efecto con la dotación de los medios adecuados, y en este caso bastaba con que el
cinturón de seguridad hubiera estado anclado a algún puntal, hecho que no se produjo por la exclusiva y
libre voluntad del trabajador, por demás experto, sin que hicieran en él la menor mella las indicaciones
del encargado de la obra, que, en un momento determinadopuede esatr obligando a que se haga, pero no
puede estar constantemente pendiente de tal extremo, máxime cuando sus ocupaciones son varias y en
distintos puntos de la obra”????????COMPROBAR??????.
24
Vid. supra ¿???????
25
Vid. supra???????’
26
Cfr. también la Sentencia de la Audiencia Provincial de Salamanca de 11 de abril de 1997 (ARP
1997/512).
indirecta como medio para conseguir determinados fines, por ejemplo, económicos.
Existirá dolo eventual cuando se da el mismo elemento cognoscitivo y, aunque la lesión
del bien jurídico no se desea, se realiza la conducta a pesar de saberse el riesgo que
entraña27. Existirá imprudencia grave cuando, no existan esos elementos cognoscitivo y
volitivo pero se incumplan de manera flagrante y negligente 28 las normas de prevención
de riesgos laborales29. Aunque no se conozca que se están incumpliendo las normas de
prevención de riesgos laborales el responsable tiene el deber de conocerlas y
cumplirlas30.
AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN
Al no establecer expresamente el art. 316 CP nada al respecto, no serán sancionables ni
la conspiración ni la proposición ni la provocación (arts. 17 y 18 CP), aunque sí la
forma de participación de la complicidad.
CONSUMACIÓN Y TENTATIVA
Se trata de un delito de peligro concreto (Sentencia de la Audiencia Provincial de
Barcelona de 10 de mayo de 1994 (ARP 1994/212); Sentencia de la Audiencia
Provincial de Barcelona de 15 de diciembre de 1998 (ARP 1998/5931)), lo que ha sido
criticado por algunos autores por la menor eficacia que puede tener en comparación con
una deseable configuración del mismo como delito de peligro abstracto 31. El delito se
27
Dice TERRADILLOS BASOCO: “La responsabilidad penal en materia de seguridad y salud en el
trabajo”, op. cit., p. 181, que aunque “el dolo directo de peligro suponga la aceptación de la eventualidad
de lesión, en el artículo 316 basta con el dolo eventual sobre el peligro, y éste sólo requiere representación
y aceptación del aprobabilidad de peligro”.
28
Como dicen GANZENMÜLLER ROIG, C., ESCUDERO MORATALLA, J.F., FRIGOLA VALLINA,
J.: “El artículo 317. La imprudencia en el ámbito de los delitos contra los trabajadores”, en Delitos contra
los derechos de los trabajadores y contra la Seguridad Social, coordinador Rojo Torrecilla, E., Bosch,
Barcelona, 1998, p. 275, “no debe identificarse la imprudencia con la infracción de la normativa sobre
prevención de riesgos laborales. Porque el hecho de la infracción no comporta necesariamente que se
haya actuado con negligencia”.
29
Dice NARVAEZ BERMEJO, M.A.: Delitos contra los derechos de los trabajadores y la Seguridad
Social, op. cit., pp. 86-87, que la “imprudencia temeraria es la más grosera infracción de los más
elementales debers de cuidado que cualquier persona, incluso las menos diligentes, adoptarían y que en
este caso se traduciría en que, aunque el empresario desconociese esa situación de riesgo, debería haberla
previsto porque era fácilmente presumible que así ocurriese a poco que hubiese tomado un mínimo
interés”. El “responsable debió representarse el peligro como posible, aunque se negase dicha
representación, sobre la base de la profesionalidad de aquél”.
30
En al Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona de de 12 de julio de 1999 (ARP 1999/2723) se
niega la responsabilidad penal por concurrir únicamente culpa leve. Cfr. también la Sentencia de la
Audiencia Provincial de Álava de 15 de julio de 1999 (ARP 1999/3391)
31
BAYLOS GRAU, J. TERRADILLOS BASOCO: Derecho Penal del Trabajo, op. cit., p. 116.
consuma con la producción del resultado de peligro para los bienes protegidos 32. No es
necesaria la lesión de la salud de los trabajadores. Es posible por tanto la tentativa 33.
Aunque sean varios los trabajadores perjudicados por la conducta del sujeto activo el
delitos será único.
CONCURSOS
El problema concursal más importante se puede plantear con los delitos que concurren
cuando se haya realizado el riesgo laboral que pretenden evitar las normas de seguridad
32
Como dice TERRADILLOS BASOCO: “La responsabilidad penal en materia de seguridad y salud en
el trabajo”, op. cit., p. 179, se “requiere un juicio de desvalor sobre la idoneidad lesiva de la conducta para
bienes jurídicos determiandos”
33
No admite la tentativa NARVAEZ BERMEJO, M.A.: Delitos contra los derechos de los trabajadores
y la Seguridad Social, op. cit., p. 86.
34
BAYLOS GRAU, J. TERRADILLOS BASOCO: Derecho Penal del Trabajo, op. cit., p. 123.
35
BAYLOS GRAU, J. TERRADILLOS BASOCO: Derecho Penal del Trabajo, op. cit., p. 123, en
términos casi idénticos TERRADILLOS BASOCO: “La responsabilidad penal en materia de seguridad y
salud en el trabajo”, op. cit., pp. 181-182.
y salud incumplidas por la comisión de la conducta típica del art. 316 CP: delito de
homicidio (art. 138 y ss. CP) o delito de lesiones (art. 147 y ss. CP). Existen posturas
doctrinales diferentes al respecto. El sector doctrinal mayoritario mantiene que, al
tratarse en estos delitos de bienes jurídicos diferentes, es posible el concurso ideal de
delitos36. Otro sector mantiene que, con independencia de esta coincidencia de bienes
jurídicos, el delito de lesiones o de homicidio, como delito de resultado, absorbe el
delito de peligro contra la seguridad y salud en el trabajo 37. En nuestra opinión, la
diversidad de bienes jurídicos que protegen estos diferentes delitos, así como la
inferioridad de la pena correspondiente al delito de lesiones respecto de la prevista en el
art. 316 CP38, son argumentos que aconsejan la adopción de la primera interpretación.
No obstante, la jurisprudencia tiende a inclinarse por la segunda, apreciando únicamente
un delito de lesiones u homicidio cuando se puede deducir de los hechos que existió un
peligro grave concreto para la seguridad y salud de los trabajadores fruto de un
incumplimiento de la normativa de prevención de riesgos (STS de 27 de abril de 1994
(Rj 1994/3304), STS de 16 de junio de 1992 (RJ 1992/5390)39.
En todo caso, a la hora de estimar la comisión por imprudencia del delito de homicidio
o lesiones, habrá de considerarse que existe imprudencia profesional (arts. 142.3 y 152.
2 CP), lo que conlleva la pena adicional de “inhabilitación especial para el ejercicio de
la profesión, oficio o cargo”40.
36
La STAP de Guipuzcoa de 18 de marzo de 1997, admite un concurso ideal de delitos entre el delito
contra la seguridad y salud de los trabajadores y el homicidio imprudente????????’COMPLETAR Y
CONSULTAR???????; STS de 14 de julio de 1999 (RJ 1999/6180) afirma que “cuando como
consecuencia de la infracción de normas de prevención de riesgos laborales se produzca el resultado que
se pretendía evitar con ellas (la muerte o las lesiones del trabjador), el delito de resultado absorberá al de
peligro (art. 8.3 CP), como una manifestación lógica de la progresión delictiva; mas cuando (..) contituye
uno solo de los posibles resultados (la muerte de uno de los trabajadores) constituye solamente uno de los
posibles resultados de la ocdnucta omisiva del responsable de las medidas de seguirdad (..) debe estimarse
(..) que ha existido un concurso ideal de delitos”.
37
TAMARIT SUMALLA, J.M.: “Artículo 316”, en Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal,
dirigido por Quintero Olivares, Aranzadi, Pamplona, 1996, p. 839; LASCURAÍN SÁNCHEZ, J.A., La
protección penal de la seguridad e higiene en el trabajo, Cívitas, Madrid, 1994, p. 118 y ss.. En este
sentido la Sentencia de la Audiencia Provincial de Granada de 8 de marzo de 1999 (RJ 1999/1266), que
afirma que se trata de un “delito de riesgo que no requiere la necesidad de que el peligro se concrete en
una lesión efectiva, pues si tal lesión se produce son otros tipos penales los que sancionan tal conducta
omisiva”. Cfr. la Sentencia de la Audiencia Provicial de Guadalajara de 25 de junio de 1998 (ARP
1998/3418); Sentencia de la Audiencia Provicial de Granada de 10 de julio de 1999 (ARP 1999/3026).
38
Cfr. BAYLOS GRAU, J. TERRADILLOS BASOCO: Derecho Penal del Trabajo, op. cit., pp. 124-
125; TERRADILLOS BASOCO: “La responsabilidad penal en materia de seguridad y salud en el
trabajo”, p. 184.
39
Así lo destacan BAYLOS GRAU, J. TERRADILLOS BASOCO: Derecho Penal del Trabajo, op. cit.,
p. 125. No obstante la Sentencia de la Audiencia Provincial de Guipuzcoa de 18 de marzo de 1997 (ARP
1997/331) estima la “comisión de un delito de homicidio por imprudencia (..) y en concurso medial con
él, un delito contra la seguridad de los trabajadores”.
40
Como explica TERRADILLOS BASOCO: “La responsabilidad penal en materia de seguridad y salud
en el trabajo”, op. cit., pp. 178-179, en la actualidad esta imprudencia no se identifica conla impericia sino
simplemente con “lo “perteneciente a la profesión” (..) no necesita justificarse por un plus de
culpabilidad, sino por la especial relaciónd el sujeto con una actividad profesional en cuyo ejercicio se ha
actuado”; “puede detectarse tanto en la ejecución de la actividad peligrosa sin la debida preparación,
como en la negligente aplicación de los conocimientos que se tienen”.
El Código Penal recoge una serie de delitos de riesgo de la seguridad de las personas en
general, sin ir referidos especialmente a los trabajadores, aunque en el contexto de las
relaciones productivas laborales sea especialmente posible su realización: delitos
relativos a la energía nuclear y a las radiaciones ionizantes (arts. 341 a 345 CP), delitos
de estragos (arts. 346 y 347 CP), delitos de riesgo provocados por otros agentes (arts.
348 a 350 CP) y delito de incendio (art. 351 CP). Se produce en estos casos un concurso
de normas que ha de resolverse a favor de la aplicación prioritaria del art. 316 cuando
los sujetos pasivos sean trabajadores en virtud del principio de especialidad. En los
casos en que se hubiesen visto afectados tanto trabajadores como personas que no
ostentan tal condición se daría un concurso ideal de delitos entre el art. 316 CP y el resto
de delitos no específicos antes citados.
En la medida en que el bien jurídico protegido por el art. 316 CP –la seguridad y salud
en el trabajo- y el bien protegido por el art. 311 CP –los derechos mínimos e
irrenunciables de los trabajadores- coinciden en una relación de especie a género
respectivamente, se produce un concurso de normas a resolver en virtud del principio de
especialidad. Este principio primará la aplicación del art. 316 CP, con la agravante del
art. 22.2 CP en su caso.
PENALIDAD
Cuando el delito se cometa de manera dolosa será imponible una pena de prisión de
seis meses a tres años y una pena acumulativa de multa de seis a dieciocho meses.