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Bolilla Nº2 - Contratos
Criterio de distinción:
Los bilaterales.
Un contrato es bilateral, cuando ambas partes quedan obligadas y las principales obligaciones de las partes
tienen carácter recíproco o interdependiente. Ej: compraventa.
La bilateralidad de la que se habla es creditoria, está referida a obligaciones, y debe ser genérica y funcional; lo
primero, porque ambas obligaciones deben nacer al tiempo de celebrarse el contrato; lo segundo, porque la
recíproca interdependencia entre las obligaciones debe subsistir al momento inicial. Si luego de celebrado un
contrato, genéticamente bilateral como la compraventa, si el vendedor renuncia a su derecho de cobrar el precio,
se habrá convertido en donación. La nota clave de la bilateralidad es la interdependencia recíproca de las
obligaciones; ello supone que la obligación de una de las partes encuentra la razón de su existencia en la
obligación de la otra parte.
Los unilaterales.
Existen dos posibilidades para que un contrato sea calificado como unilateral:
1. Cuando sólo una de las partes se obliga hacia la otra, el contrato es unilateral en sentido estricto, como ser,
el mandato, la donación pura y simple, la fianza pura o típica, etc.
2. En aquellos casos en que si bien ambas partes están obligadas, no existe entre las obligaciones de las partes
un vínculo de reciprocidad o interdependencia, estos son los contratos no rigurosamente unilaterales, por
ejemplo, la donación con cargo.
2) Contratos plurilaterales
El acto y el contrato plurilateral. Diferencias.
El calificativo plurilateral le cabe tanto al género acto jurídico como a su especie el contrato.
Se sabe que un acto es plurilateral cuando para su perfeccionamiento deben concurrir por lo menos tres centros
de interés o partes. Su característica fundamental es el número de partes. En el caso de la delegación subjetiva
con efecto novatorio o en el de la cesión de posición contractual, se ha dicho que se está ante actos plurilaterales
que, además, son contratos plurilaterales por su estructura.
El acto plurilateral como contrato. El art. 977 del Código Civil y Comercial.
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Art. 977 (primera parte).- Contrato Plurilateral. “Si el contrato ha de ser celebrado por varias partes, y la oferta
emana de distintas personas, o es dirigida a varios destinatarios, no hay contrato sin el consentimiento de todos
los interesados…”
Con este artículo, se está exigiendo, como regla general, que el consentimiento contractual sea prestado por
todas las partes, sean oferentes o aceptantes, que están interesadas en su celebración.
Pero esta redacción puede crear dudas acerca de si cada “parte” debe ser necesariamente pluripersonal o si el
supuesto requiere la concurrencia de “varias partes” y de “distintas personas”, como si se tratara de sujetos
diferentes. Wayar interpreta que este art. debe leerse: “Si el contrato ha de ser celebrado por varias partes, en
caso de que éstas, sean oferentes o destinatarias, estén integradas por distintas personas, no hay contrato sin el
consentimiento de todos los interesados…”
Se incurrió en un defecto de técnica legislativa, porque en todos los contratos, en tanto se trata de actos
bilaterales, si alguna o ambas partes se integra con una pluralidad de personas, también es necesario el
consentimiento de todas ellas, porque de lo contrario el acto les será inoponible. Esta exigencia debe tener
carácter general.
No exacto que en todos los casos de vínculos plurilaterales si una de las partes no presta su consentimiento, no
hay contrato. En caso de que la distintas “partes” fuesen pluripersonales, la regla que exige el consentimiento de
todos los interesados, aparece atenuada cuando en la última parte del art. se lee “… excepto que la convención o
la ley autoricen a la mayoría de ellos para celebrarlo en nombre de todos o permitan su conclusión sólo entre
quienes lo han consentido”.
Como la plurilateralidad contractual prevista en el nuevo Código es sólo estructural, el art. 966 en su última
parte dispone que “… Las normas de los contratos bilaterales se aplican supletoriamente a los contratos
plurilaterales”
La pluralidad funcional.
Juzgamos como una omisión del nuevo Código no haber incluido una regulación, al menos básica, de la
pluralidad funcional como existe en otras legislaciones.
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3) Onerosos y gratuitos
El art. 967 del nuevo Código, dice en su encabezamiento: “Contratos a título oneroso y a título gratuito”
Terminología.
Afirmar que los contratos son “a título” oneroso o gratuito es incorrecto, el contrato no proviene de un título sino
que en sí mismo sirve como título para la adquisición de los derechos de que se trate; lo correcto es afirmar que
los derechos y obligaciones contractuales se adquieren “a título” oneroso o gratuito.
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la otra, ha obtenido, sin justificación, un beneficio patrimonial excesivo; c) cuando un contrato inicialmente
equilibrado se torna excesivamente oneroso, por un acontecimiento extraordinario e imprevisible.
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La categoría de los contratos aleatorios tiene interés, porque para esta especie de contratos onerosos no rigen los
arts. de lesión y teoría de la imprevisión, del CCyCN, en el sentido de que el desequilibrio de la ecuación
económica es propio de los contratos aleatorios.
Sin perjuicio de ello, si la lesión o la excesiva onerosidad sobreviniente se producen en razón de otras causas,
ajenas al alea (circunstancia a la cual se sujeta el resultado de un contrato oneroso) propia del contrato, la
aplicación de aquellos preceptos, según corresponda, será procedente.
La tipicidad.
Los contratos nominados o típicos son aquellos que están previstos y regulados por la ley o bien, aquellos cuyas
cláusulas están contempladas en un tipo legal. Esta tipicidad puede ser más o menos completa; es más completa,
por ejemplo, en el caso de la compraventa, la locación, etc., y es menos completa, respecto del juego y apuesta o
del boleto de compraventa inmobiliaria.
Declinación de su importancia.
Desde que el Derecho plasmado en normas legales no puede prever todas las posibles relaciones humanas, está
claro que quienes contratan buscan, ante todo, satisfacer sus necesidades y proteger sus intereses aunque para
ello deban pactar cláusulas que no concuerdan con las de los modelos preestablecidos.
El auge de la atipicidad, que reconoce sus fuentes en el grado de complejidad alcanzado por los factores
económicos de producción de bienes, lo que provoca la necesidad de una constante adaptación de los vínculos
contractuales que, por ello, se establecen al margen de la tipicidad legal y en el principio de la autonomía privada
de incuestionable vigencia para los contratos paritarios.
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nueva legislación permite esta especie de tipicidad al establecer el art. 1, último párrafo, que “Los usos, prácticas
y costumbres son vinculantes cuando las leyes o los interesados se refieren a ellos o en situaciones no reglas
legalmente siempre que no sean contrarios a derecho”.
Sin embargo, el CCyCN no ha reconocido expresamente la tipicidad social sino que, aunque el contrato se rija
por los usos o prácticas de un determinado lugar, es considerado innominado; no obstante, es importante
destacar que incluye tales usos y prácticas como “cláusulas”, de tercer orden después de la autonomía de la
voluntad y de las reglas generales de los contratos, como parte del contenido normativo de ese contrato.
Al avance de la tipicidad social debe sumarse, el fenómeno de la absorción, llamado también recepción
legislativa, que se traduce en la tendencia de convertir los contratos usuales en legalmente típicos, lo que
incrementa su número. En nuestro derecho, en las últimas décadas anteriores a la sanción del CCyCN, fueron
objeto de reglamentación legal, entre otros, contratos como el de fideicomiso, el de leasing, etc. El nuevo Código
ha ido más allá, al incorporar esos contratos como tipos legales dentro de su normativa.
La adecuada sistematización de las reglas generales proporcionará un tipo general que siempre será aplicable en
subsidio.
Su contenido normativo.
El orden de prelación de las normas aplicables a los atípicos debe ser el siguiente:
1. Las cláusulas que sean producto de la voluntad común, siempre que no vulneren reglas imperativas
indisponibles;
2. Las reglas y principios generales sobre obligaciones y contratos;
3. Las normas de los contratos típicos afines. En lo que atañe a la búsqueda del “tipo afín”, es ésta una tarea de
interpretación, en la que cobran fundamental importancia las circunstancias de cada caso concreto, lo importante,
es no desnaturalizar la voluntad de los contratantes.
En los contratos íntegramente atípicos, llamados puros porque no contienen cláusulas o elementos que
correspondan a un contrato típico, resulta preponderante la autonomía privada, cuyas cláusulas deben integrarse
con las reglas generales de la materia.
La prelación es la que surge de la segunda parte del art. 970 del nuevo Código. Interpretando ese texto en
armonía con el art. 962, cabe tener presente que la autonomía de la voluntad sólo cede frente a las normas
imperativas de orden público.
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El nuevo código no ha adoptado esta tesis, porque los usos y prácticas del lugar de celebración se aplican en
tercer lugar, después de la autonomía de la voluntad y de las reglas generales sobre contratos y obligaciones.
a) Mixtos típicos.
Se está en presencia de un contrato mixto típico, cuando es la propia ley la que dispone que su contenido
normativo se integre con cláusulas de diferentes tipos.
Tipos y sub-tipos.
El tipo cesión de derechos que reconoce varios sub-tipos: cesión-venta, cesión-permuta, cesión-donación; si bien
existe un tipo base que proporciona las cláusulas esenciales del contrato, éste se integrará con reglas de otros
tipos, reglas que estarán subordinadas a las del tipo base. Efectuada la integración, se estará ante un contrato
mixto, pero típico.
b) Mixtos atípicos.
Esta especie puede ser considerada la del contrato mixto por antonomasia, tiene lugar cuando en un mismo
contrato, por imperio de la autonomía de la voluntad, las partes deciden mezclar, combinar o entrelazar, según
sus intereses, cláusulas de distintos tipos o incorporara un tipo cláusulas atípicas; por efecto de la combinación
de elementos, el contrato se vuelve total o parcialmente atípico.
Las cláusulas típicas se han de regir por las reglas del tipo correspondiente, en cuanto no contradigan los fines
que las partes quisieron lograr con la acumulación y las atípicas, en primer lugar, se regirán por la autonomía de
la voluntad, luego, por los principios generales de los contratos y, por fin, por las reglas de los contratos típicos
afines.
c) Unión de contratos.
En la unión de contratos, se presentan dos o más contratos distintos el uno del otro, aunque conectados entre sí.
La unión puede ser:
a) Externa: como sucede cuando una persona vende a otra un inmueble y, al mismo tiempo, el vendedor le
alquila a esa misma persona otro inmueble. Se han celebrado entre las mismas partes, una venta y una locación,
contratos distintos el uno del otro, pero conectados entre sí en razón de que las mismas personas son “partes” en
ambos contratos.
b) Interna: tiene lugar cuando entre ambos contratos se establece una suerte de relación de dependencia, sin
llegar a integrarse porque en tal caso se estaría ante un único contrato mixto, por ejemplo, cuando se conviene
que la locación quedará subordinada a la venta, en cuyo caso la validez o nulidad de ésta influye sobre la
primera.
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