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Textos Argumentativos

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Un experimento 'typical spanish'

MARIO ARNALDO

¿Cree que ha mejorado la seguridad vial con el carné por puntos?

NO

A pesar del denodado esfuerzo de la DGT por demostrar lo contrario, el carné


por puntos que se ha implantado en nuestro país ha fracasado. Al menos, en lo
que se refiere a expulsar de nuestras carreteras y de nuestras calles a los
hooligans de la inseguridad vial.

Desde que a mediados de noviembre se diera a conocer a bombo y platillo


«al primer ciudadano al que se le había quitado el carné», un canario al que
semanas después supimos que los jueces tuvieron que enviar a la cárcel porque
seguía conduciendo ebrio, no ha habido semana en que las autoridades de Tráfico
no hayan anunciado la pérdida del carné de no sé cuántos conductores, o al
menos de aquellos que lo iban a perder dentro de poco tiempo. De ello se ha
encargado la propaganda gubernamental que desde hace más de nueve meses
ha venido machaconamente advirtiendo aquello de «que viene el lobo». Y el lobo
-es decir, los miles de hooligans a los que se iba a retirar de las carreteras y de
las ciudades, para transformarlos en corderos después de darles un baño de
sensibilización vial- sigue campando a sus anchas y generando inseguridad y
peligro. Y las aulas donde se iba a producir el milagro transformador están
hueras de infractores. Y todo esto sucede porque el experimento que la
propaganda gubernamental y su grupo de corifeos ha presentado a la opinión
pública como el «permiso por puntos» utilizado en Europa no es más que un
permiso de conducir por puntos typical spanish que no sirve para resolver los
graves problemas de inseguridad vial que tenemos en nuestro país.

El sistema se puso en marcha precipitadamente y no resolvió previamente el


problema de los gamberros que conducen sin tener el permiso, o con él retirado,
y a los que les da igual que les quiten puntos porque no les afecta en absoluto.
En relación con este asunto aprovechamos la ocasión para pedir a nuestros
legisladores que le den un empujoncito a la tramitación parlamentaria de la
reforma del Código Penal, que lleva paralizada varias semanas por las sucesivas
ampliaciones de plazo para presentar enmiendas.

Por otra parte, no se ha hecho una adecuada regulación de la implantación del


carné por puntos en el ámbito urbano y por eso observamos perplejos cómo
numerosos ayuntamientos manifiestan abiertamente no aplicarlo, con lo cual hay
un tratamiento desigual de los hooligans en el ámbito municipal dependiendo del
lugar donde infringen las normas. Y a ello hay que añadir un tercer grupo, el de
los hooligans extranjeros, a los que tampoco se les quitan puntos por las
infracciones cometidas en España en clara discriminación por razón de su
residencia.

«Pero a pesar de todo se han reducido las víctimas mortales en nuestras


carreteras», podría alguien argumentar. Y es cierto, debemos responder, pero en
menor medida que los resultados obtenidos en países vecinos como Francia o
Portugal, y desde luego mucho menor que el objetivo fijado por el Gobierno, o
aquél que se hubiera obtenido si no hubiéramos puesto en marcha un carné
typical spanish, al que si cabe atribuirle algún éxito desde luego sería el de haber
aumentado la recaudación por multas en un 40%.

Mario Arnaldo es presidente de Automovilistas Europeos Asociados


(AEA).
Los números hablan
SERGIO PICCIONE

¿Cree que ha mejorado la seguridad vial con el carné por puntos?

SI

La respuesta no puede ser otra. Los números hablan. Un centenar de víctimas


mortales menos, sólo en lo que va de año indica inequívocamente en esa
dirección. La entrada en vigor del carné por puntos ha hecho, al menos durante
algunos meses, que quienes se ponen al volante lo hagan con mayor atención y
cuidado que en épocas anteriores. Y los resultados son visibles. Porque al final,
como reconoce la Dirección General de Tráfico, la causa principal de los
accidentes es la conducción desatenta y las distracciones.

Pero el carné por puntos está lejos de ser la panacea. Es más, el propio director
general de Tráfico reconocía en vísperas de la Semana Santa que podía estar
perdiendo efectividad sobre los conductores españoles. La prueba va a llegar
enseguida. A partir del 1 de julio, cuando la referencia empiecen a ser los datos
en los que el carné por puntos estaba ya vigente. Si las cifras de víctimas siguen
bajando, aunque sea en menor porcentaje, es que el efecto se mantiene. Si
suben, es que sí se ha agotado.

Por eso es por lo que hay que exigir a la Administración que se siga trabajando
para realmente hacer más seguras las carreteras españolas. Porque de hecho
estas infraestructuras no han cambiado. En la red principal, la que depende del
Estado, que es en la que se ha centrado todo el esfuerzo de control que ha
llevado aparejado el carné por puntos, siguen existiendo puntos que necesitarían
de una revisión del trazado o, por lo menos, de una mejora del pavimento.

La señalización, es otra de las asignaturas pendientes. Quizás habría que


reclamar que su colocación pasara a depender de la Dirección General de Tráfico,
que es el organismo encargado de regularlo, en lugar del Ministerio de Fomento, a
fin de adecuarla más a las necesidades reales de la ruta. En este momento la
cantidad de señales inadecuadas que existen en nuestras carreteras hace que
pierdan credibilidad ante el conductor. Y si analizamos la señalización de
dirección, es decir, la que debe señalar el camino a nuestro destino, hay que
preguntarse ¿cuánto más van a tardar en Fomento en adoptar el sistema que se
utiliza en el resto de Europa? Se trataría de que las señales indicaran el punto
final de la carretera, las poblaciones importantes en el trayecto, y la primera en la
dirección que se lleva. En España se opta por señalizar con poblaciones de menor
importancia, lo que confunde al conductor, haciéndole perder atención de la
conducción que, como ya se ha dicho, es la causa principal de accidente.

Y finalmente, para seguir mejorando, hay que involucrar a todas las


administraciones en el esfuerzo de control. Analizando los datos de grandes
operaciones de tráfico se ve cómo, desde la entrada del carné por puntos, la
proporción del número de víctimas mortales se desplaza más y más hacia las
carreteras de la red secundaria, dependientes de las comunidades autónomas, en
las que el trazado es antiguo, la señalización, en muchos casos, inexistente, y el
control, prácticamente nulo. En esos casos a los que se hace referencia, han
llegado a ser escenario de accidentes que han producido el 82% de las víctimas
mortales. Esa red que soporta, en números redondos, el 40% del tráfico.

Por último, de cara a conseguir que el ciudadano se sintiera también involucrado,


sería deseable que el control no se centrara únicamente en la velocidad. Existen
comportamientos y maniobras, habituales en las carreteras españolas, que
encierran mucho más peligro que rodar a 150 kilómetros por hora en una autovía
de nuevo trazado. Ver a los coches radar escondidos detrás de arbustos o pilares
de puentes, en rectas y bajadas sin el menor problema, para sorprender a los que
se pasan del límite de velocidad, lleva a pensar que lo que más importa es
recaudar. Radares, sí, pero en los puntos negros (mientras no se eliminen).

SI

Sergio Piccione es subdirector de EL MUNDO

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