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RIEGO

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Lechuga y Acelga riego ideal

Fuente: INTA + INFOAGRO

Lechuga riego

La lechuga es un cultivo con poca profundidad radicular y de los cultivos hortícolas uno
de los que mejor responden al riego. Los métodos de riego que permiten frecuentes
aportaciones de baja cantidad de agua producen elevados rendimientos y altas eficiencias en el
uso del agua, obteniéndose la máxima producción cuando la humedad del suelo es alta y
continua en toda la fase vegetativa del cultivo, recomendándole mantener la humedad del suelo
en umbrales próximos a la capacidad de campo durante todo el ciclo del cultivo.

El cultivo de lechuga requiere una lámina de riego de 50 cm, más 10 cm de lavado de


sales. La lámina de riego puede ser distribuida en 6 mm diarios de agua durante los meses
frescos (otoño-invierno) y 10 mm durante los meses cálidos (primavera verano). Por gravedad,
de preferencia por multicompuertas, el cultivo requiere de seis a siete riegos, aunque por la
eficiencia de riego parcelario, la lámina de agua se ve incrementada hasta 80 cm/ha y por
presurización es posible aplicar láminas de riego de demanda diaria. Sin embargo, como son
volúmenes de agua muy pequeños, se sugiere aplicar riegos con intervalos de dos a tres días
para prevenir alguna eventualidad en el funcionamiento del equipo que requiera reparación y
evitar daños a la planta por estrés de humedad.

La lechuga, tiene un mejor crecimiento con temperaturas ambiente de entre 15º y 18º
C, y además resiste hasta 7º de mínima y 21º a 24º C de máxima. Pero la temperatura del suelo
también es importante para la germinación de las semillas, la lechuga germina mejor con unos
24º aproximadamente.

Acelga riego

Con respecto a la Acelga, necesitan tierras húmedas para crecer, pero sin llegar a
encharcar el suelo. Es decir, nunca hay que dejar que la tierra se seque completamente pero
tampoco saturarla en agua. Requiere suelos profundos, permeables, con gran poder de
absorción y ricos en materia orgánica en estado de humificación.

La acelga es un cultivo que debido a su gran masa foliar necesita en todo momento
mantener en el suelo un estado óptimo de humedad. Para obtener una hortaliza de buena
calidad no conviene que la planta acuse síntomas de deshidratación, durante las horas de mayor
temperatura en el invierno, para evitar que los tejidos se embastezcan.

Cuando el riego se realiza por gravedad se recomiendan aportes de agua después de la


plantación, a los 15-20 días y luego se establece un turno de 20 días que se irá aumentando
hasta febrero y se reducirá a partir de esas fechas.

Formato de riego elegido para la lechuga y la acelga

Fuente: Campus TUPVI + INTA

Manual y Micro aspersión


Esta es la forma que habitualmente utilizamos en la huerta familiar, cuando se pone el
dedo en la salida de la manguera para hacer que se produzca un efecto de lluvia. Con este
sistema se puede aprovechar muy bien el agua, pero sin duda su mayor limitante es que se debe
contar con una buena presión de agua.

En el caso de utilizar difusores o aspersores (la diferencia está dada por el tamaño de las
gotas y la presión de trabajo) es muy importante tener en cuenta su disposición controlando
que la separación entre ellos, contemple la superposición del abanico de agua en un 30%, lo que
permitirá que la distribución del líquido sea uniforme en toda la superficie regada.

Lo más conveniente en la huerta será que midamos la cantidad de agua que sale del
aspersor. Podemos utilizar un balde o recipiente (donde la superficie de la boca sea igual a la del
fondo) y con una regla medir la altura de agua luego de 1 minuto de aspersión. Si, por ejemplo,
la altura de llenado es de 0,5 mm en un minuto, lo multiplicamos por la cantidad de minutos que
tiene una hora (60) y nos dará como resultado 30 mm/h = 30 l/m2 x hora. Otro factor importante
a considerar es el riesgo de aumentar la incidencia de enfermedades y plagas en el cultivo, ya
que el exceso de humedad en suelo y en la parte aérea de la planta brinda un medio propicio
para este problema. El riego hay que realizarlo preferentemente en las primeras horas del día o
a la tardecita, pero en este último caso debemos recordar que la humedad y la oscuridad son
las condiciones preferidas para el desarrollo de hongos. El riego por aspersión se usa
principalmente en cultivos de hoja, como lechuga, acelga, espinaca, etc.

Protección de la lechuga y la acelga en el macrotúnel

Así como con el riego manejamos las condiciones de humedad del suelo, con la
protección de cultivos, manejamos la temperatura, porque este es un factor que incide de
manera importante en algunas especies, como la lechuga y el tomate, por ejemplo.

Con la protección de los cultivos, además aportamos a la conservación de la humedad


del suelo, y de esta manera reducimos la necesidad de regar.

¿Para qué podemos proteger los cultivos?

 Para adelantar la germinación.


 Para alargar las etapas de desarrollo.
 Evitar la deshidratación y estrés hídrico.
 Evitar heladas y daño físico por piedras.
 Regular la temperatura del suelo y aire en
condiciones extremas.
 Adelantar la cosecha y vender a mejor precio.

Si prestamos atención a estos datos, y los comparamos con las condiciones de


temperatura habituales en verano o invierno, vemos que para que los cultivos se desarrollen
adecuadamente, deberíamos proteger la Lechuga y la acelga tanto en verano como en invierno.

En invierno, a la lechuga y la acelga se la cubre con un nylon transparente cuando hace


mucho frío, para que el calor del sol no se vaya y aumente la temperatura. A la inversa en verano,
que se la cubre con algo que le haga sombra para que los rayos del sol no la “quemen”.

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