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01 - Ayuda Demoníaca (SaiGaa)

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Ayuda Demoniaca by Higary

Sinopsis
Desde tiempos inmemoriales se han corrido rumores acerca de personas haciendo
pactos con demonios a fin de obtener habilidad, talento, dinero o provocar
infortunio a alguien, pero pagando por ello un terrible precio. Sin embargo, lo que
pocos saben es que hay un sector de demonios que se ocupan de peticiones más
triviales a cambio de un objeto que tenga algo especial.

En medio de todo esto aparece Hiroya Sai, un chico que está perdidamente
enamorado de un compañero de la universidad llamado Sabaku no Gaara, a quien
nadie se le acerca por lo frío e indiferente que parece. Cierto día, Sai encuentra un
libro con información acerca de los demonios, y aunque al principio lo toma como
un cuento, esa misma noche recurre a una acción desesperada: pedirle a quien sea
que lo escuche, ayuda para conquistar a Gaara. Entonces aparece frente a él Uchiha
Sasuke, un soberbio demonio quien acepta su petición a cambio de una pintura de
Sai; así que para ayudarlo, el demonio le deja a Uzumaki Naruto, su zorrito asistente
y parece que algo más.

Un chico desesperadamente enamorado, otro chico con mala vista y mala suerte, un
zorrito que es más de lo que aparenta y un demonio engreído que sólo se preocupa
por su asistente forman esta peculiar historia.

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Ayuda Demoniaca by Higary

Disclaimer
Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto

Fuente
Amoryaoi.com

Diseño, Edición y Formato


Eimi Romane

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Ayuda Demoniaca by Higary

1° Cláusula
Hiroya Sai, alto, de piel blanca, cabello y ojos negros, era un estudiante de Mercadotecnia
que, a sus veintiún años, consideraba su vida normal y rutinaria, claro, descontando el
hecho de que estaba perdidamente enamorado. En realidad Sai era muy guapo y varias
chicas se disputaban el puesto de ser su novia, sin embargo él sólo tenía ojos para su amor
platónico: Sabaku no Gaara, un pelirrojo de ojos color aguamarina, estudiante de
Arquitectura y la persona más seria, fría y antisocial de la universidad. Muchos le tenían
miedo, incluso corrían rumores de que Gaara era un buscapleitos, pero eso a Sai no le
importaba, ya que estaba seguro que en el fondo el pelirrojo era alguien muy amable.
Algunas veces había intentado acercarse a hablar con él, pero siempre ocurría algo que
se lo impedía o bien el propio Gaara simplemente lo pasaba de largo.

Aquél día, Sai se encontraba en la biblioteca haciendo su tarea, aunque también miraba
discretamente unas mesas más allá donde el Sabaku leía muy concentrado. Un rato
después el otro se marchó y el pelinegro soltó un suspiro.

— Parezco un acosador -suspiró de nuevo-. Si él no fuera tan atractivo...

Se puso de pie y fue a uno de los estantes para buscar un libro que necesitaba. En la parte
más alta miró un libro viejo y polvoriento. Le despertó la curiosidad así que lo tomó y
regresó a su mesa. Ya ahí le prestó más atención: la portada era totalmente negra con el
dibujo de tres aspas rojas en el centro. Lo abrió y descubrió que sólo la primera página
tenía algo escrito, así que decidió leer.

Todo lo que deseas es posible siempre y cuando pagues un precio justo. Los demonios escuchan
hasta los anhelos más profundos e imposibles de cumplir. Vivir, dominar, matar, desde algo simple
a algo complejo. A cambio de un sacrificio, una vida, un alma o un tesoro preciado, aquella
frivolidad llamada felicidad es posible. Pero debes pensar bien lo que quieres, ya que en su vida,
solo una vez puede un humano llamar a un demonio.

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Sai detuvo su lectura y rió levemente. ¿Demonios?, ¿deseos a cambio de un precio? Todo
aquello sonaba bastante fantasioso. Prefirió ir y dejar el libro donde lo encontró, tenía
cosas más importantes y reales de las cuales preocuparse.
Salió de la biblioteca y en uno de los jardines miró a Gaara recogiendo unos documentos
que al parecer se le habían caído. Viendo una oportunidad perfecta, el pelinegro se le
acercó presuroso para ayudarlo.

— Aquí tienes, Gaara-kun – dijo dándole unas hojas

— Gracias... ¿Quién eres? – le preguntó entrecerrando los ojos – ¿Y por qué sabes mi
nombre?

— Eh... soy Hiroya Sai y conozco tu nombre porque... bueno...

— ¡Sai-kun! – una chica rubia llegó corriendo – ¿Estás bien, Sai-kun?, ¿acaso él te hizo
algo?

— ¿Qué? – arqueó una ceja con desconcierto

— ¡No molestes a Sai-kun! – le reclamó al pelirrojo

Él se puso de pie sin contestar nada y dio media vuelta para alejarse a paso presuroso.

— ¡O-Oye! – intentó detenerlo el ojinegro. Sai lo observó alejarse. Genial, había perdido
una excelente oportunidad de hablar con Gaara. Todo se había arruinado por culpa de
aquella mujer que le sonreía de manera coqueta

— Sai-kun, tal vez podríamos ir a...

— Lo lamento, Ino – la interrumpió – pero tengo mucha tarea pendiente.


Se fue de ahí casi maldiciendo a la rubia, aunque también se sentía un poco decepcionado
ya que Gaara no tenía idea de quién era él. Por supuesto era algo de esperarse, estaban
en carreras distintas, no tenían amigos en común, sólo a veces coincidían en la cafetería o
en la biblioteca, y eso porque Sai lo seguía para al menos observarlo.

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***********
Llegó a su departamento por la tarde, cansado psicológicamente por todos sus intentos
frustrados al querer acercarse al pelirrojo. En realidad ya había hecho toda su tarea,
mintió a Ino porque no estaba de ánimo para soportarla. Se dio un baño antes de decidirse
a preparar algo de cenar. Estaba viendo dentro del refrigerador, pero en realidad sus
pensamientos divagaban en torno a su amor platónico e imposible. Apretó los puños y
cerró el refrigerador de golpe, desordenándose el cabello.

— No quiero que él sea un imposible toda la vida – murmuró y de pronto recordó lo leído
en aquél libro – A quien sea que me escuche, por favor... pagaré lo necesario, pero por
favor... ¡ayúdame a conquistar a Gaara!

Al terminar de decir aquello, soltó una risa cínica y se dejó caer sobre el sillón.

— Ya estoy demasiado desesperado como para pedir la ayuda de un demonio.

— Es una lástima, porque acabo de aceptar tu petición.

Sai volteó alrededor, pero no miró nada. En ese momento el mismo símbolo de la portada
de aquél libro apareció en el piso de su departamento y comenzó a brillar. Sorprendido,
Sai vio aparecer a un joven de cabello azabache en punta, ojos negros, piel blanca y
vestido de una manera muy gótica. Aparentaba unos dieciséis o diecisiete años y lo
observaba con una expresión cínica y burlona.

— T-Tú... ¿Cómo...?

— ¿Qué?, ¿acaso no fuiste tú quien me invocó? Hiroya Sai – dijo el desconocido

— ¿Invocar? ¡Eres un demonio! – lo señaló y puso cara de espanto – No...Esto tiene que
ser una broma o un sueño. Sí, eso es – se puso de pie para encaminarse a su habitación –
Me iré a la cama y seguro que para mañana todo estará normal.

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— Oye, idiota, es tu problema si no me crees, pero respondí a tu llamado y no tengo


tiempo que perder, hay más peticiones esperando.

— ¿Te refieres a mi deseo de que Gaara se enamore de mí?, ¿por eso viniste?

— Así es -contestó cruzándose de brazos y tomando asiento en otro sillón.

— Entonces... no es un sueño – lo vio negar – Vaya, es...más que increíble. Un momento


– lo miró con recelo – ese libro decía que para que cumplieran lo que quisiera, debía pagar
un precio. ¿Acaso me quitarás mi vida a cambio del amor de Gaara?

— Ja, claro que no, ese sería un precio demasiado alto para un tan patético.

Patético... Sai ya tenía un tic en el ojo al oírlo expresarse de aquella manera sobre sus
sentimientos. Pero no iba a arriesgar su integridad reprochándoselo.

— Supongo que debo explicártelo desde el inicio – habló el azabache de nuevo – Soy
Uchiha Sasuke, demonio de nivel uno, división cuatro, lo que significa que me encargo
de deseos cuyo precio sea un objeto con fuerte energía sentimental.

— ¿Energía sentimental?

— Los humanos suelen apreciar determinados objetos ya sea porque son un regalo, un
recuerdo preciado, una herencia y demás, el punto es que le depositan tanto apego que
eso se convierte en energía para nosotros. Es por eso que tu patético deseo no pone en
riesgo tu vida ni tu alma – explicó con burla.

— Menos mal, pero por favor deja de llamarme patético – dijo tratando de contener su
molestia.

— Como sea – lo ignoró – esto ya se está alargando. Vine aquí a cumplir tu petición, no a
darte clases sobre demonios, así que hablemos de negocios – señaló una pintura que
estaba colgada en la pared de la sala, era el dibujo de una cascada-. A cambio de tu deseo,
ése será el pago.

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— Es el primer cuadro que pinté.

— Sí, y le has depositado una gran cantidad de energía. Muy bien, todo aclarado, veamos
lo de tu deseo.

Sai se estaba arrepintiendo. Claro, quería conseguir a Gaara, pero no forzándolo a que lo
amara, sino porque el propio pelirrojo así lo quisiera. El pelinegro reaccionó al ver a
Sasuke levantarse nuevamente y quitarse un extraño arete con forma de piedra verde que
tenía en la oreja izquierda. Aún en su mano, el arete comenzó a brillar y segundos
después un pequeño zorro amarillo de ojos azules se encontraba en brazos del demonio.
El animalito movía su cola felizmente, alrededor de su cuello tenía un collar del cual
colgaba una piedra igual al arete del moreno.

— ¡Finalmente me has llamado, teme! – dijo el zorro con tono alegre.

— No me gusta mucho la idea, pero era necesario, dobe.

— ... ¡¡Habla!! – gritó Sai señalando al animalito.

— Claro que habla, humano idiota.

— Soy Uzumaki Naruto – se presentó el zorro inclinando su cabecita – mucho gusto.

— Ah, sí. Hiroya Sai, igualmente – contestó también inclinando la cabeza.

<<¿Por qué rayos me estoy inclinando ante un zorro?>> pensó Sai.

— Dobe – llamó Sasuke acariciándole el pelaje – vas a quedarte aquí y ayudarás a éste
humano a que un tal Sabaku no Gaara se enamore de él, ¿entendido?

— Como digas, Sasuke teme.

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— U-Un momento – reaccionó el pelinegro – ¿cómo que él va a ayudarme? Creía que tú


harías que Gaara se enamorara de mí.

— No, tú deseaste que se te "ayudara" a conquistarlo, jamás dijiste que yo "hiciera" que
se enamorara de ti.

— ¿Eh? ¡Esto es una estafa!

— Los demonios somos muy estrictos con los contratos – sonrió con malicia – deberías
tener más cuidado con tus palabras y hablar claramente, jajajaja.

Sai se dejó caer al piso con la cabeza gacha y un aura depresiva. Realmente comenzaba a
sentirse patético y hasta timado.

— Oye, no deberías ser tan malo con él – habló Naruto – después de todo es tu nuevo
contratante.

— Es divertido burlarse de este humano – contestó – Hey, chico idiota, tampoco es para
que te pongas así, deberías sentirte honrado – restregó su mejilla con la cabeza del zorrito
– Después de todo voy a dejar contigo a mi valioso ayudante. Eso sí, te lo advierto, como
algo le pase a mi precioso Naruto, te mataré.

— No te preocupes, teme – sonrió el zorro, mirando al azabache – Haré este trabajo


exitosamente para obtener nuestra paga. Confía en mí.

— Lo hago, dobe, en quien no confío es en él – respondió besándole la carita.

<<Genial, van a concederme mi deseo un zorro que habla y un demonio zoofílico>> pensaba con
ironía y resignación el pintor.

— En fin, ya es hora de irme – habló Sasuke – hay más humanos esperando por mí –
depositó al zorro en el sillón y le acarició la cabeza – Dejaré todo en tus manos, Naruto.
Si hay problemas, llámame y vendré de inmediato.

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— Sí. Ten mucho cuidado, Sasuke.

El símbolo volvió a aparecer en el suelo y brilló de nuevo. El demonio le lanzó una última
mirada asesina a Sai.

— Como se te ocurra meterle mano, te haré sufrir tanto que hasta me suplicarás porque
te mate – dicho eso desapareció Sai se quedó ido unos segundos hasta que pudo
reaccionar.

— ¡¿Cómo rayos voy a meterle mano?! ¡No me compares contigo, demonio zoofílico!

— ¡Muy bien! Tienes mucha energía, Sai, eso es bueno.

El pelinegro reparó en esos ojitos azules que lo miraban con alegría. Se agachó hasta él y
le tocó una orejita, inspeccionándolo cuidadosamente.

— ¿De verdad eres un zorro? Eh...

— Naruto. Sí, al menos en este momento. Soy el asistente de Sasuke desde hace más de
doscientos años.

— ¡¿Qué?! Si él lucía tan joven... Entonces, ¿cuántos...? No, mejor no me lo digas – se sobó
la sien – creo que ya fue suficiente por hoy. Ni siquiera he cenado.

— ¿Cena? – sus ojitos brillaron – ¿Puedo cenar contigo?, ¿tienes ramen? ¡Me fascina el
ramen!

Sai lo observó, contrariado, pero decidió ignorar sus divagaciones porque todo lo que
estaba sucediéndole era demasiado insólito y sólo le provocaría dolor de cabeza. Mejor
evitaba eso.

— Únicamente instantáneo, ¿está bien?

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— ¡Sí!

Se preparó algo rápido y sencillo e hirvió agua para el ramen instantáneo. Una vez listo,
lo vació en un plato y lo colocó en la mesa.

Apenas reparó en lo poco higiénico que era aquello cuando el zorrito ya se había subido
a la mesa y olfateaba su plato.

— ¡Gracias por la comida! – y comenzó a devorar El pelinegro no pudo evitar reír


levemente al ver lo emocionado que el pequeño comía esos fideos. Para qué negarlo,
debía admitir que era un animalito bastante lindo y curioso.

— No creí que los demonios necesitaran comer – le comentó.

— Pueden ingerirla pero no lo ocupan – contestó Naruto – se alimentan de la energía


emitida por los objetos valiosos para los humanos o bien de sus almas.

— ¡Entonces sí comen almas!

— Claro que no, comer un alma es imposible, únicamente le absorben su energía, sin
embargo el alma sigue intacta en el Inframundo. Ah, y creo que debo aclarártelo de una
vez: yo no soy un demonio, así que no tengo poderes muy fuertes o algo semejante, pero
eso sí, ¡te aseguro que pondré todo mi empeño en hacer que ese chico corresponda a tus
sentimientos!

Por alguna razón que no comprendía, Sai se sintió reconfortado con aquellas palabras.
En realidad ahora también sentía más curiosidad por Naruto, pero decidió que ya era
suficiente información por un día. Lo mejor sería descansar.

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2° Cláusula
A la mañana siguiente, Sai dormía profundamente; soñaba con que un arrogante y
presumido demonio y su peludo asistente lo habían visitado para cumplirle un deseo.
Alcanzó a percibir un lejano sonido, pero no podía distinguir de qué se trataba.

— ¡Sai, despierta ya! ¡Esa cosa está sonando!

Naruto saltaba encima del pecho del moreno esperando que le hiciera caso y apagara la
alarma, el sonido era incómodo para sus orejas. Finalmente el pelinegro abrió los ojos y
parpadeó, confundido.

— ¿Qué pasa?

— Es hora de que te levantes – siguió Naruto saltando encima de él – y apaga esa cosa,
por favor.

El moreno, todavía adormilado, obedeció y apagó el despertador. Entonces reparó en la


criatura que lo observaba con sus ojitos azules mientras movía la cola felizmente.

— Así que después de todo no estaba soñando ni alucinando – murmuró rascándose la


cabeza.

— ¿Sigues con eso? Eres bastante incrédulo.

— No todos los días se te aparecen un demonio y un zorro que habla. Por cierto – recordó
– desde ayer iba a preguntarte, ¿por qué aquél libro estaba en la biblioteca de mi
universidad?

— Ah, en este mundo están esparcidos varios libros sobre cómo invocar demonios, pero
aunque pueden ser leídos por todos, son pocos los que intentan llamar a un demonio y
logran ser escuchados. No tenemos problemas con que esos libros estén perdidos, de eso
se preocupan los ángeles, aunque no pueden tocarlos y por lo mismo tampoco llevárselos
ni destruirlos.

— ¿Eh? ¡También hay ángeles!

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— Claro. Pero los ángeles son muchísimo más selectivos a la hora de conceder deseos,
podría decirse que son algo quisquillosos porque se reservan ese derecho a su propia
voluntad, además, no piden nada a cambio y eso molesta a los demonios.

— ¿Por qué?

— Siempre debe haber un equilibrio entre las energías, Sai, es por ello que el teme y los
demás piden un precio a cambio de los deseos que conceden. Los ángeles no hacen eso y
alteran un poco el balance de este mundo, sin embargo, tratan de compensarlo con el
movimiento continuo de las almas. Reencarnación – aclaró al ver la cara confundida del
moreno.

Un rato después, Sai llegó a la universidad algo nervioso, y no era para menos, dentro de
su mochila llevaba escondido a un zorro amarillo que resultaba ser el asistente de un
demonio y que estaba ahí para ayudarlo a conquistar a su amor platónico. Buscó con la
mirada alguna señal del pelirrojo, pero no lo encontró. En su lugar, se topó con Ino quien
iba acompañada de otras dos chicas: una de chonguitos y otra de cabello castaño corto.

— Buenos días, Sai-kun – saludaron las tres.

— Ah, buenos días – respondió sin mucho ánimo.

— ¿Ya oíste del baile de fin de mes? – preguntó la de peinado de chonguitos.

— No, todavía no.

— Oh, qué bien. Pensé que tal vez te gustaría...

— Un momento, Tenten – interrumpió la castaña – tengo derecho a invitarlo primero.

— ¿Y quién decidió eso, Matsuri? – contradijo.

— ¡Cálmense! – intervino Ino – Yo soy más cercana a él que ustedes.

— ¡¿Qué?!

Aprovechando la discusión, Sai se escabulló para dirigirse a su Facultad. Estaba


fastidiado de que todos los días fuera lo mismo. Muchos otros se sentirían halagados de
tener admiradoras, pero las que él tenía rayaban en el acoso.

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<<¿A quién engaño? – pensó con tristeza – Yo también me la paso espiando a Gaara>>

— Se nota que eres muy popular – comentó Naruto asomando un poco su cabeza.

— Oye, ten cuidado – advirtió el pelinegro abrazando su mochila y observando alrededor


– Alguien podría verte y estaríamos en problemas.

— No te preocupes, ya he hecho misiones antes. ¡Sé fingir ser una mascota educada e
incluso un muñeco de peluche!

— ... ¿Sabes? Eso no me consuela mucho.

Un par de horas después, Sai caminaba de nuevo por la universidad. Iba a almorzar, pero
justo cuando buscaba un lugar tranquilo y silencioso para hacerlo, se topó con Gaara
quien leía un libro bajo la sombra de un árbol.

— Naruto, mira – llamó y señaló al pelirrojo – él es Sabaku no Gaara.

El zorro sacó su cabeza para observarlo. Realmente era un chico guapo, aunque parecía
muy serio y hasta algo tenebroso debido a sus notorias ojeras, pero no debía juzgarlo sólo
por eso. Él conocía a alguien más que también poseía unas marcadas ojeras y en realidad
era alguien muy amable.

— ¿Por qué no has podido decirle lo que sientes? – le preguntó Naruto.


— Siempre pasa algo cuando intento hablarle – contestó – y la verdad es que al tenerlo
cerca no tengo idea de cómo comportarme. Gaara es alguien muy reservado, no quisiera
incomodarlo o molestarlo, además suele tener unos ojos solitarios. Si tuviera una manera
de poder hacerlos brillar, entonces no dudaría en ayudarlo para que pudiera sonreír.

Naruto notó con curiosidad la forma en que el pelinegro contemplaba a Gaara y sonrió.
Se veía que de verdad amaba al pelirrojo y quería hacerlo feliz. Se preguntó cómo es que
teniendo sentimientos tan fuertes, llegó a tal punto que necesitó invocar a un demonio
para pedirle ayuda.

<<Será mejor que investigue al objetivo antes de hacer algún movimiento>> – pensó decidido el
zorrito.

Su hora libre para almorzar terminó y Sai se dirigió a su siguiente clase.

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Al entrar al salón y ocupar su lugar, abrió la mochila para sacar un libro. Entonces reparó
en algo que le hacía falta.

— ¿Dónde rayos se metió? – murmuró.

— Todos saquen sus libros – entró diciendo el profesor – revisaremos el tema de la última
clase.

El moreno suspiró resignado. Esperaría a que la clase terminara para ir a buscar a Naruto.
No había por qué preocuparse por él, después de todo era el asistente de un demonio y
podía cuidarse, no le pasaría nada, ¿verdad?

Justo en esos momentos, el zorrito corría por el campus siguiendo el rastro de Gaara. Por
suerte el pelirrojo no se había movido de su lugar, de modo que aprovecharía la ausencia
de Sai para averiguar qué tipo de persona era su amor platónico y a base de ello,
aconsejarlo.

Gaara seguía leyendo cuando escuchó ruidos de un arbusto. Se puso alerta y se acercó
sigilosamente, en eso miró la cabeza de un zorrito salir de ahí. Le pareció muy curioso
por su pelaje amarillo, parecía algo desorientado.

— Hola – saludó – ¿te perdiste, pequeño?

Los ojos azules de la criatura lo observaron fijamente, de modo que Gaara tomó un
pedazo de pan que sobró de su almuerzo y se la ofreció al zorro, sonriéndole levemente.

— Tranquilo – le dijo – no voy a hacerte daño.

Naruto se acercó caminado lentamente, con aquella forma debía ser más precavido de lo
usual. Sin embargo, al notar que el pelirrojo no tenía malas intenciones, comió el pan que
le ofreció. Se dejó cargar por el chico quien lo llevó bajo el árbol donde minutos antes
estaba sentado.

<<Huele bien, justo como una persona amable>>

— ¿Qué es esto? – el pelirrojo tocó el collar que el zorrito traía – Ah, significa que tienes
un dueño. ¿Te separaste de él? Seguro que debe estarte buscando.

<<¿Dueño? Pues sí, supongo que lo puedes considerar así, pero ese teme me dejó aquí por trabajo>>

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— Bueno, dudo que muchas personas tengan un zorro como mascota – le acarició la
cabeza – así que esperemos y en cuanto sepamos de alguien buscando, te llevaré con él.
Apenas terminó de hablar cuando una pelota de fútbol se estrelló en su cabeza. El
pelirrojo se sobó, el golpe lo tomó con la guardia baja y en realidad sí le dolió.

— Lo siento – se acercó un chico, avergonzado – no me fijé y – puso cara de horror – ...


S-Sabaku no Gaara... ¡¡Aaaaaahhh!! ¡¡Lo siento muchísimo!! – recogió el baló y salió
huyendo antes de ser asesinado.

— Rayos – murmuró Gaara con expresión sombría – siempre es lo mismo.

Naruto se subió a su hombro y restregó su cabecita con la cabellera roja, reconfortándolo.


Gaara le acarició y sonrió un poco, aunque de forma vacía.

— Gracias... Oh, tus ojos – se le acercó mirándolo fijamente – son azules. Qué curioso, no
sabía que los ojos de un zorro fueran de ese color.
<<Que yo sepa no lo son – pensó y lo observó de manera crítica – Lo sospechaba, este chico...>>
En cuanto la clase había terminado, Sai apartó a sus admiradoras y salió corriendo
mientras buscaba alguna señal de Naruto. Incluso pensó en preguntarle a los alumnos
que caminaban alrededor, pero seguro que lo tacharía de loco porque, ¿dónde existen
zorros amarillos con ojos azules en Japón?

— ¡Ya sé, le silbaré! – agacho la cabeza, resignado – Mala idea, él no es un perro.

Naruto estaba recostado junto al pelirrojo cuando percibió el aroma de Sai. Se le ocurrió
una gran idea, así que sonriendo maliciosamente se puso de pie y corrió a toda velocidad.

— ¡Oye! – llamó Gaara. Recogió sus cosas para seguirlo.

Sai revisaba los botes de basura cuando escuchó algo acercarse a toda velocidad. Naruto
corría hacia él como si su vida dependiera de ello.

— Abre tu mochila – le dijo.

Todavía sin comprender qué ocurría, el pelinegro obedeció y el zorro se metió dentro.

— Si te preguntan por mí, nunca me has visto.

— ¿Eh?

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En ese momento sintió a alguien chocar con su espalda y segundos después estaba en el
suelo con alguien arriba suyo.

— Auch... ¿Estás bien? – lo miró con sorpresa y se levantó de golpe – G-Gaara…..

— Lo lamento, no me fijé por dónde iba – se disculpó el otro – ¿Uh? Esa voz ……

Entrecerrando sus ojos color aguamarina, se le acercó tanto a la cara que el moreno se
sonrojó completamente al tenerlo a sólo unos centímetros de distancia. Un poco más y le
daría un infarto.

— Nos hemos visto antes, ¿verdad? – preguntó el pelirrojo.

— S-Sí... Ayer te ayudé a recoger unos papeles.

— Ahh, eras tú – de su bolsillo sacó unas gruesas gafas y se las puso – Muchas gracias
por tu ayuda -dijo inclinando la cabeza con educación.

— De nada – contestó embobado, le parecía tan lindo con esas gafas – ¿Eh?, ¿significa
que no me habías reconocido hasta ahora?

— Es que hace unos días perdí mis lentes de contacto y ayer olvidé en casa mis gafas, por
eso no podía verte bien. Sin embargo tu voz me parecía conocida.

— Ya veo.

Sai sonrió con gracia. Por eso Gaara constantemente tenía el entrecejo fruncido y
observaba a los demás tan intensamente, era porque tenía problemas de vista.

— Soy Sabaku no Gaara – se presentó – pero creo que ya lo sabías, ¿cierto?

— Mucho gusto, yo soy Hiroya Sai. Y sí, había escuchado hablar de ti.

— Ahh – su cara se ensombreció – por supuesto. Todos aquellos rumores sobre mí.

— No lo decía por eso, sino que... <<Espera, no puedo soltarle: investigué sobre ti porque
me tienes completamente loco. Me mandaría a volar de inmediato>> B-Bueno, es
complicado, pero el punto es que no me interesa lo que dicen los demás, aunque gracias
a eso es que sé tu nombre.

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— Eh, ya veo. Gracias, supongo – respondió algo incómodo por sus palaras – Es cierto,
¿de casualidad no viste por aquí a un zorrito de pelaje amarillo?

— N-No, no lo he visto – apretó con fuerza su mochila.

— Qué raro, salió corriendo de repente. Me pregunto si habrá encontrado a su dueño.

— Es probable – mintió – he leído que son animales muy astutos y con un magnífico
olfato, jejeje.

— Oh, no lo sabía – sacó su celular y casi se lo pegó a los ojos – Es hora de mi siguiente
clase, debo irme.

— Claro, entiendo. Mmm... ¿Nos vemos luego?

— ... Sí – sonrió levemente – supongo que estaría bien.

Apenas dio media vuelta cuando su mochila se abrió y todos sus libros cayeron. Suspiró
resignado y se agachó a recogerlos, siendo ayudado de inmediato por Sai, quien notó la
aflicción del pelirrojo.

— ¿Estás bien, Gaara? Sólo fue una mochila.

— Es que no es la primera vez – suspiró – este tipo de cosas me suceden con frecuencia –
tomó los libros que el moreno le dio – Gracias de nuevo, mejor me voy.

Sai lo observó alejarse, todavía parecía decaído. Naruto sacó su cabeza de la mochila y
también miró a Gaara, analizando la situación.

— Oye – lo llamó el moreno – no desaparezcas así, me tenías preocupado.

— Disculpa, es que necesitaba averiguar algo. Gaara en realidad es muy amable

— Lo sé – sonrió bobamente.

— Pero también es bastante torpe y no mira bien. Tal vez por eso es tan antisocial, puede
que la gente lo malinterprete – sonrió – Más o menos como a mi teme.

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El moreno lo observó, con un tic en el ojo. No sólo Sasuke era un demonio zoofílico, resultaba
que ese pequeño zorro parecía también estar enamorado del azabache. Vaya par que
consiguió para que lo ayudara.

***********
Por la noche Sai terminaba su tarea mientras seguía divagando en los sucesos ocurridos ese
día. Sonrió bobamente al recordar todas las expresiones de Gaara, realmente era un chico
único. Finalmente reparó en lo silencioso que estaba el departamento, lo cual era raro dado
que su peludo compañero hablaba sin parar.

— ¿Naruto? – llamó mirando alrededor.

Lo encontró echado junto a su librero mientras leía entretenido un manga, o al menos supuso
que le gustaba ya que movía su cola sin parar.

<<¿Un zorro que ayuda a un demonio, habla y ahora incluso lee? Si después de esto no termino loco,
será un milagro>> – suspiró – Oye, Naruto – se le acercó.

— Ahh, Sai – le sonrió – esta historia de samuráis es realmente interesante.

— Es un manga llamado Fuyu no Semi, o Cigarra de invierno. Sí, es uno de mis favoritos.

— Nunca había visto algo así – regresó su vista al librito entre sus patas – Realmente son
pocas las veces que Sasuke me ha permitido venir solo al mundo humano y no duro mucho
tiempo, por eso me emociono un poco, jejeje.

— Comprendo – se sentó a su lado y, sonriéndole, le acarició la cabecita – Parece que él


realmente te cuida mucho.

— Es demasiado posesivo y protector – su tono se volvió melancólico – aunque después de


todo lo que ha pasado, no se le puede culpar.

Aquella noche Sai se fue a acostar meditando profundamente en las palabras de Naruto.
Cuando hablaba de aquella manera le costaba trabajo verlo sólo como un tierno animalito.
Parecía que él también tenía una larga e interesante historia con Sasuke, y la verdad es que
sentía curiosidad por escucharla.

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3° Cláusula
Los siguientes días las conversaciones entre Sai y Gaara se volvieron más frecuentes. Las
admiradoras del pelinegro, así como sus compañeros, estaban sorprendidos y
contrariados por lo bien que parecía llevarse con el pelirrojo. Conociéndose más en ese
tiempo, Sai confirmó que Gaara era alguien realmente amable y, justo como Naruto le
comentó, era malinterpretado debido a su seriedad.

— ¿Qué hay del rumor de que destruiste un automóvil? –le preguntó

— Estaba intentando rescatar a un gato de un árbol y me caí justo cuando estacionaron el


auto –explicó el ojiverde.

— ¿Y sobre que en la preparatoria golpeaste al jefe de una pandilla y lo hospitalizaron un


mes?

— Eso fue una tontería –suspiró – El idiota me hizo una proposición indecorosa que
decidí ignorar, pero cuando me estaba yendo tropecé y lo empujé sin querer.

— No suena para nada como un accidente aparatoso.

— Es que estábamos en un puente – desvió la cara – Al empujarlo se cayó de él, así que
lo de la hospitalización por un mes es cierto, aunque no era mi intención.

— Ahh… Parece que tienes mala suerte, Gaara.

— Lo sé, yo también lo he pensado.

<<Demasiada mala suerte, diría yo – pensaba Naruto, espiándolos desde un arbusto – Creo
que mis sospechas son ciertas, necesitaré que el teme lo confirme>>

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Gaara fue por unas bebidas mientras Sai se quedó sentado bajo aquél árbol, con los
nervios a flor de piel.

— Oye…

— ¡Aaaaahhhh! – gritó y miró a su interlocutor – Naruto, casi me matas de un infarto.

— Jejeje, lo siento, no creí que reaccionarías así. Deberías aprovechar la oportunidad, Sai
– le aconsejó – está bien que ahora sean amigos, pero tú quieres ser algo más que eso.
Insinúale tus sentimientos para analizar la forma en que puedas avanzar más terreno.

— Mmm… ¿Tú crees que sea buena idea?

— Pensé que estabas lo suficientemente ansioso y desesperado por conquistarlo que


pediste ayuda a un demonio.

— Tienes razón.

— Además pronto será ese baile y quieres que Gaara sea tu pareja. Apúrate antes de que
alguien te lo gane.

— ¡Eso nunca! – apretó el puño, decidido – Ese pelirrojo lindo será mío…

— Un momento, ¿cómo sabes que quiero que sea mi pareja para ir juntos al baile?

— Pues digamos que eres muy hablador cuando duermes – desvió la cabeza – Nunca
creí que serías tan pervertido, no lo pareces.

— ¡Cállate! ¡No lo soy! – gritó todo rojo – Bueno, tal vez un poquito.

Gaara venía regresando, de modo que Naruto se escondió de nuevo.

El pelirrojo tomó asiento y se percató de la insistente mirada del otro.

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— ¿Qué sucede? – le preguntó.

— Yo sólo…Gaara, ¿a ti… te gustaría salir con alguien?

— No – contestó de inmediato

El moreno se descolocó por su pronta y decisiva respuesta. Decidió averiguar un poco


más antes de que su corazoncito comenzara a retorcerse de agonía.

— ¿Por qué? Digo, si se puede saber.

— Para empezar no me gustaría que a esa persona le molestaran o hicieran sentir mal con
todos los rumores que dicen de mí. Y con mi mala vista y torpeza en mis acciones, capaz
y provoco que termine en el hospital o algo así.

— Eso suena un poco drástico, ¿no crees?

— … -se sonrojó y agachó la cabeza – Me fui a vivir solo porque a mis hermanos mayores
les pasaba algo siempre que salían conmigo a la calle.

— Por eso te alejas de la gente –susurró el moreno.

***********
Al llegar al departamento, Sai fue a darse un baño y dejó a Naruto en la sala, ya que el
zorrito quería seguir leyendo manga. Una vez solo, Naruto buscó algún espejo, pero al
no hallarlo decidió sentarse frente al televisor y cerró los ojos.

— Itachi-san – dijo – necesito hablar contigo.

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La televisión se encendió sola y en la pantalla podía verse a un hombre de ojos y largo


cabello negro, piel blanca y unas pronunciadas ojeras. Estaba sentado en lo que parecía
un trono y sonrió al mirar al animalito.

— Oh, Naruto – saludó – ya se te extraña por aquí. ¿Cómo estás?, ¿qué tal va la misión?
— Estoy bien, Itachi-san, gracias. Sobre la misión…es por eso que quiero hablar contigo.

— Adelante, dime lo que necesitas.

— Estos días lo he estado pensando y llegué a la conclusión de que necesito acelerar las
cosas o de lo contrario voy a durar años aquí – suspiró y miró al moreno – Itachi-san,
necesito que remuevas mi sello.

— Ya veo. ¿Por qué no se lo pediste a Sasuke? Después de todo fue mi otouto quien te lo
puso.

— Ambos lo conocemos bien, Itachi-san. Sabes que él nunca haría eso mientras tengo que
estar yo solo en este lugar.

— Jajaja, tienes razón.

Naruto sonrió también. Uchiha Itachi, hermano mayor de Sasuke, era su líder y
gobernante. Era el demonio más fuerte y el único capaz de romper los conjuros del resto
de los demonios. Aunque con la mayoría se mostraba serio y hasta cruel, también era algo
cínico, bromista, pero muy consentidor con sus familiares más cercanos.

— Bueno, tú sabrás lo que haces, Naruto. Tendrás que arreglártelas con el enojón de
Sasuke cuando se entere.

— Sí, yo asumiré toda la responsabilidad. Entonces, ¿lo harás?

— No puedo negarle nada a mi cuñado favorito.

— Soy tu único cuñado –le recordó

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— Y eres el favorito. En fin, sigue adelante para que termines pronto y con éxito la
misión. Romperé tu sello en unos segundos. Cuídate, Naruto.

— Muchas gracias –inclinó la cabeza – Nos vemos, Itachi-san.

El televisor se apagó y el cuerpo del zorro comenzó a brillar. Sai venía secándose el
cabello cuando al llegar a su sala encontró a un atractivo chico de aparentes dieciséis años,
cabello rubio, ojos azules, piel bronceada y con tres líneas en cada mejilla. Los ojos negros
del otro se abrieron de sobremanera porque, aparte del arete que tenía en la oreja derecha,
no traía nada más puesto.

— Ah, Sai –le sonrió – qué bueno que terminaste, tengo hambre.

— ¡Aaaahhh! – gritó lanzándole la toalla mojada y cubriéndose los ojos con las manos,
aunque como tenía los dedos separados, lo podía ver perfectamente – ¿Por qué no traes
ropa? Digo, ¿quién eres tú y cómo es que entraste en mi casa?

— ¿Eh? – ladeó la cabeza – Soy yo, Naruto – entonces reparó en el espectáculo que le
estaba dando al moreno – Cierto, olvidé que cuando me remueven el sello aparezco
desnudo – comentó sin inmutarse.

— Naruto… ¡¿Naruto?! ¡¿Cómo rayos pasaste de ser un zorro a un chico tan sexy?!

Aquello era demasiado para su salud mental, así que Sai fue por algunas de sus ropas
para que el otro se las pusiera. Naruto trataba de acomodarse las prendas, ya que le
quedaban un poco grandes; entonces recordó que el moreno seguía mirándolo
sorprendido y con las mejillas rojas. Lo mejor sería nunca decirle a Sasuke que otro lo
miró desnudo.

— No es para tanto, Sai – trató de restarle importancia – Si sólo fuera un zorro común, no
podría hablar.

— Eres humano – dedujo – <<Y uno bastante guapo>>

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— Sí, o al menos lo era. Estaba como zorro porque Sasuke me puso un sello –señaló su
arete – En el Inframundo siempre tengo mi aspecto real, pero cuando Sasuke me invoca
al mundo humano, aparezco con la forma de zorro – se rascó la cabeza – Ese teme es
demasiado celoso, dice que es mucha tentación para los demás el verme en mi forma
verdadera.

— Sí… Cofcof, es decir, ¿entonces realmente eres su novio?, ¿y qué quisiste decir con que
eras humano?

— Mmm… Supongo que debo contarte mi historia – sonrió – Verás, hace mucho tiempo
yo era un humano común y corriente. Vivía tranquilamente en una aldea junto a mi nee-
chan. Cuando tenía dieciséis años, el prometido de ella tuvo un accidente y resultó
gravemente herido. En aquél entonces no había medicinas tan avanzadas como las de
ahora, de modo que él estaba condenado a morir. En ese momento recordé historias que
los ancianos solían contar acerca de los demonios, así que hice lo mismo que tú: le
supliqué a un demonio que le salvara la vida sin importar el costo. Mi deseo fue
escuchado por Sasuke, y a cambio de realizarlo, yo le pagaría con mi alma.

— Fuiste capaz de tanto por ése chico, ¿sólo porque sería tu cuñado?

— No exactamente – contestó – A decir verdad yo estaba enamorado de él, aunque sabía


que era algo imposible porque en ese entonces las relaciones entre hombres estaban más
que prohibidas y él a quien quería era a mi nee-chan. Sin embrago, por la felicidad de las
dos personas que más me importaban, me olvidé de mí mismo e hice el contrato con
Sasuke.

— Un momento, cuando ese demonio apareció frente a mí, me dijo que él se ocupaba de
los deseos cuyos precios fueran objetos con energía sentimental, o algo así.

— Eso es ahora. El poder de los demonios se divide en niveles del cinco al uno: simple,
regular, medio, fuerte y élite. Al tipo de misiones que se les encomienda se les llama
división y se separan del cuatro al uno según los precios que toman: objetos de energía
sentimental, objetos de exorcismo, sacrificios de personas ajenas a quien invoca, y el alma

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del contratante. Sasuke es uno de los demonios más poderosos del Inframundo, su
hermano mayor es nuestro líder, por eso solía cumplir misiones donde se apoderaba de
almas humanas. El que ahora esté en la división más baja es mi culpa.

— ¿Por qué?

— Como te dije, Sasuke cumplió mi deseo y a cambio tomó mi alma. Cuando un demonio
recibe ese tipo de pago, las almas son dejadas en alguno de los círculos del Inframundo
donde su energía inagotable es absorbida por los demonios. Las almas son eternas, Sai.
Cuando van al Cielo vuelve a renacer después de un determinado tiempo, sin mi alma
era una de las más preciadas en el Cielo; no sé qué tan cierto será eso, pero al saber los
motivos para mi deseo, Sasuke sintió curiosidad por mí. En lugar de dejarme en uno de
los círculos, me llevó a vivir con él a su castillo. Yo tampoco entendía por qué hacía eso,
pero no dije nada. Empezamos a convivir más, a conocernos, y poco a poco nos fuimos
acercando. Sasuke nunca me presionó a nada aun cuando era el legítimo dueño de mi
alma, me permitía expresarme, quejarme si quería, muchas veces peleábamos por
tonterías – sonrió con nostalgia – Un día me di cuenta de que estaba muy feliz por haberlo
conocido y lo comprendí todo: que de alguna forma me había enamorado de él. Sasuke
es un demonio, así que yo estaba listo para jamás decir aquél sentimiento, pero él hizo
algo que no sólo me sorprendió a mí, sino a todos en el Inframundo: me regaló su arete
derecho.

— Ahora que me fijo, es igual al que él usaba –comentó el pelinegro – ¿Qué tiene de
especial el arete?

— Todos los demonios usan aretes, cuando escogen a su pareja le regalan el arete derecho
como prueba de ello. Así que casi todos los que está emparejados poseen aretes dispares.
Sin embargo Sasuke eligió a un humano, a mí, lo cual muchos consideraron como una
estupidez para alguien de su linaje. A pesar de que contamos con la aprobación de Itachi-
san, nuestro líder, el resto del Consejo demoniaco no estaba de acuerdo con nuestra
relación, así que le dieron un castigo: permitirían que estuviéramos juntos, pero durante
quinientos años él sería delegado de la división uno a la cuatro, es por eso que ahora se
ocupa de peticiones que, para alguien de su nivel, son consideradas un insulto.

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Sai pudo percatarse de la culpa que se reflejaba en aquellos ojos azules y no le gustó.
Durante esos días había aprendido a tenerle cariño a Naruto, por ello quería animarlo.

— Pues a pesar de lo orgulloso que él luce, no creo que ese castigo le importe –comentó
el ojinegro – Cuando lo vi, tenía una actitud tan soberbia que se notaba cuánto disfrutaba
burlarse de mí. Además me di cuenta de lo mucho que él te quiere. Supongo que lo único
que le importa es que te tiene a su lado, Naruto. O al menos es lo que pienso.

El rubio lo observó y le sonrió agradecido. Era la primera vez que podía expresarle todo
aquello a alguien que no fuera Sasuke. Quizá estaba mal decirlo, pero se sentía contento
por el tipo de trabajos que llevaba haciendo con su teme durante doscientos años. Podían
relajarse, divertirse, y gracias a eso conoció a Sai, su primer amigo en muchos años.

— Gaara es muy afortunado al tenerte enamorado de él.

— ¿Eh? – se sonrojó – Jajaja, ¿de verdad lo crees?

— Por supuesto, y por eso le pedí a mi cuñado que rompiera mi sello – sonrió con malicia
– Yo creo que lo único que le falta a tu pelirrojo es terminar de prenderle su circuito del
amor, y para ello nada mejor que ponerlo celoso.

— Sí, los celos siempre… Un momento, ¿qué tienes planeado?

— Jejeje –levantó el pulgar derecho-, será sorpresa hasta mañana.

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4° Cláusula
Al día siguiente, Sai caminaba hacia su facultad con aire cauteloso. Se sentía un poco
extraño porque ya se había acostumbrado a la presencia del zorrito dentro de su mochila,
pero ahora estaba alerta ya que no tenía idea de lo que Naruto hubiese planeado.

Todo ocurrió sin contratiempos hasta su hora libre. Decidió ir y buscar a Gaara, ya que
ese día coincidían para comer. Notó que varias personas, hombres y mujeres, observaban
con curiosidad a alguien; algunos parecían tener intenciones coquetas, sin embargo a él
le daba igual. Su corazoncito ya tenía dueño.

— ¡Sai! – escuchó que lo llamaron.

— Por favor, que no sea él.

Volteó, encontrándose con un llamativo chico rubio que corría hacia él. De inmediato
muchos le lanzaron miradas envidiosas al pelinegro, aunque hubo tres chicas a las que
no les pareció que aquél chico se le acercara.

— ¿Qué haces aquí y vestido… así? –le preguntó Sai

Naruto se había puesto ropa del moreno, aunque le quedaba algo grande. Lejos de verse
ridículo, lucía sumamente sensual. Claro, se veía como un chico de dieciséis años, pero a
los universitarios hambrientos no parecía importarles si era menor de edad.

— ¡Te traje el almuerzo! –contestó el ojiazul con alegría y bajó la voz – Y de paso vine a
ayudarte con ya sabes quién.

— ¡Sai-kun!

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El mencionado volteó, encontrándose con Ino, Tenten y Matsuri, las tres muy molestas.
Fulminaban a Naruto con la mirada, pero el rubio decidió ignorarlas. Su verdadero
objetivo era otra persona, así que no se preocuparía por ellas.

— ¿Quién es él y qué hace aquí? –preguntó Ino.

— Es Uzumaki Naruto, mi…

No supo qué responderles. ¿Su cómplice para conquistar el corazón de Gaara?, ¿su ex
zorro mascota?, ¿el amante de un demonio al que invocó por estar enamorado y no ser
correspondido? Definitivamente ninguna era buena respuesta.

— Soy un amigo de la infancia de Sai –mintió Naruto sonriendo con alegría-. Actualmente
vivo con él.

— ¡¿Qué?!

Varios de los chicos y chicas que habían estado observando al rubio se les acercaron de
inmediato y rodearon al chico.

— Así que tu nombre es Naruto.

— Eres muy guapo.

— ¿Quieres ir a tomar un café conmigo?

Naruto se sentía un poco incómodo; hacía mucho tiempo que no estaba con tantos
humanos, o más específico, con tantos seres que se le estuvieran insinuando de manera
descarada. En el Inframundo muy pocos se atrevían a acercársele, ya que en cuanto
miraban su arete, huían. Nadie quería recibir la ira de Sasuke (y para bien o para mal, con
ella se incluía la de Itachi). Sai se dio cuenta de la reacción del ojiazul, de modo que lo
sujetó de un hombro para acercarlo hacia sí. Tenía que cuidar a su amigo de todos esos
acosadores, además, si aquello llegaba a oídos de cierto demonio, éste ya le había
advertido lo que le pasaría si alguien tocaba al rubio.

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A lo lejos, todo eso era observado por Gaara. El pelirrojo había ido a buscar a Sai porque
acordaron almorzar juntos. Miró cómo el moreno estaba rodeado de varias personas, sin
embargo él mantenía abrazado (o al menos eso alcanzó a distinguir desde esa distancia)
a un chico rubio. Por alguna razón esa escena le incomodó un poco, pero decidió ignorar
aquella sensación y siguió ahí de pie, observándolos.

— Ah, ahí está Gaara – susurró Naruto y miró a los demás – Lo siento, chicos, pero
debemos irnos. Andando, Sai.

— ¡Oye, niño! ¿Por qué te lo llevas? –exigió saber Matsuri.

— ¡Sí! ¿Con qué derecho lo estás jalando?

— ¡Lindura! ¡Dame tu número telefónico!

Ignorando todos los comentarios, ambos los dejaron atrás para acercarse al pelirrojo.
Inmediatamente los ojos de Sai se iluminaron al ver a su amado, sin embargo Gaara no
apartaba la mirada de su joven acompañante. Tenía la sensación de ya haber visto un par
de ojos iguales a los de él.

— ¡Buenos días, Gaara!

— Buenos días – dijo con los ojos entrecerrados.

— Eh… Mucho gusto – el ojiazul hizo una reverencia – Soy Uzumaki Naruto, amigo de
Sai.

— Igualmente, soy Sabaku no Gaara –se le aproximó hasta casi rozar sus narices – ¿De
casualidad no nos hemos visto antes? Creo que me pareces familiar.

Naruto se sintió nervioso, ya que a pesar de tener pésima vista, Gaara podía encontrarle
semejanza con el zorrito amarillo que conoció.

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Ayuda Demoniaca by Higary

— Eh… Jejeje – rió nervioso – no lo creo. Soy del pueblo natal de Sai.

— ¿Pueblo? – miró al pelinegro – Creí que eras de esta ciudad.

— Así es – sonrió él también con nervios – se refería al mismo vecindario, no pueblo.


Discúlpalo, a veces confunde las palabras.

— Sí, sí, lo siento, a eso me refería –añadió Naruto.

— Mmm… Ya veo. ¿Y qué haces aquí? No creo que seas estudiante, pareces bastante
joven.

El rubio quería soltar una carcajada. Seguro Gaara se sorprendería si sabía que en
realidad era muchísimo mayor que él y Sai. Sin embargo, el hecho de que le hiciera ese
tipo de preguntas significaba que le intrigaba la relación que él pudiera tener con el
moreno, así que debía aprovechar la oportunidad.

— Yo… la verdad es que extrañaba mucho a Sai – mintió fingiendo vergüenza y timidez-
, por eso decidí visitarlo. Me voy a quedar un tiempo con él, así que pensé en al menos
prepararle el almuerzo.

Sacó un obento que traía y se lo dio al pelinegro. Sai lo recibió y, al abrirlo, trató de no
poner cara de horror. El arroz (o eso parecía) estaba quemado, las verduras cortadas de
manera abstracta, los rollos de huevo parecían tener algo más que huevo y lo demás no
lo supo identificar.

— G-Gracias, Naruto – trató de sonreír.

Gaara estaba callado. A sus ojos, aquél lucía como un delicioso almuerzo hecho con amor
(esto producto de su mala vista), seguramente el chico había puesto todo su empeño en
cocinarlo.

— ¿T-Tengo que probarlo? –murmuró Sai con aflicción.

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— Claro – susurró el ojiazul en voz baja – es una buena forma de darle celos. O eso leí en
un manga.

El pelinegro tomó un poco de comida con los palillos y despacio la acercó a su boca. Se
encomendaría a Dios para que aquello no le hiciera daño si no fuera porque eso sería
mucho descaro de su parte, ya que había hecho un contrato con un demonio, ¿no?.

— Y dime, Gaara –habló Naruto – ¿tú y Sai son buenos amigos?

— … Creo que sí.

— Lo imaginé –sonrió – porque parecen llevarse muy bien.

El pelirrojo meditó sus palabras y se dio cuenta de que Naruto tenía razón, realmente se
entendía de maravilla con Sai, era divertido y agradable. Le sonrió levemente al rubio,
aunque todavía estaba un poco incómodo con su presencia. Todo esto le habría fascinado
al ojinegro si no fuera porque estaba ocupado intentando tragar la comida y no morir en
el intento.

***********
Los días siguientes transcurrieron más o menos de la misma manera: Naruto y sus torpes
intentos de seudo coqueteo con Sai mientras Gaara malinterpretaba las escenas (de nuevo
por su mala vista a pesar de traer sus lentes de contacto y sus lentes normales) y para él
realmente parecían una linda pareja. Como por ejemplo la actuación del rubio
lastimándose el pie y cayendo sobre el pelinegro, la cual a regañadientes Gaara tuvo que
aceptar era muy romántica. Claro que en realidad Naruto aplastó a Sai y casi le rompe
una costilla al contratante de su pareja. Parecía que el plan del rubio mandaría más rápido
a Sai al hospital que la mala suerte del pelirrojo.

Sin embargo y contradictoriamente, a Gaara en realidad el rubio le agradaba, era un chico


muy simpático, pero se daba cuenta de que lo molestaba la cercanía que tenía con el
pelinegro. Además, el pelirrojo se volvió más consciente de la popularidad con que
gozaba Sai, aunque él no parecía muy encantado con esto.

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— ¿Hoy no vino Naruto a dejarte el almuerzo? – le preguntó Gaara.

Estaban bajo un árbol comiendo juntos.

— No, creo que tenía cosas qué hacer –respondió Sai, sonriendo.

Aquél día salía el nuevo y último tomo de Fuyu no Semi, manga favorito del ojiazul, así
que le suplicó a Sai que le diera dinero para ir a comprarlo. El pelinegro accedió porque
de esa manera podría estar a solas con Gaara y además sabía cuánto le gustaba aquél
manga a su amigo.

— Se nota que lo quieres mucho, Sai.

— … Es un buen chico, ¿verdad?

El pelinegro no se dio cuenta del efecto que produjo aquella pregunta. Él lo dijo porque
era lo que pensaba; le causaba gracia que alguien tan noble como Naruto estuviera
emparejado con un demonio. Pero Gaara le dio otro significado, creyó que se refería a un
cariño distinto al de la simple amistad.

— Lo es –desvió la mirada – Quien gane su corazón será muy feliz.

— Gaara, ¿qué te…?

— Debo terminar una tarea – interrumpió poniéndose de pie.

— Eh… Claro. Hoy salimos a la misma hora, ¿te gustaría que nos vayamos juntos?

— … De acuerdo, nos vemos más tarde.

Con lo que ninguno de los dos contaba es que Naruto esperaría por ellos a la salida de la
universidad. Él sabía perfectamente que estaba logrando su objetivo, por eso no podía
desaprovechar ninguna oportunidad.

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— ¡Hola, Sai, Gaara! – saludó con alegría.

— N-Naruto – el pelinegro tenía un tic en el ojo – creí que te irías directo a casa.

— Lo pensé, pero mejor decidí venir para que regresáramos juntos.

Los tres caminaban platicando trivialidades, aunque se percibía un ambiente un poco


incómodo de parte del de ojos aguamarina. Iban tan tranquilos que no se percataron del
momento en que un grupo de pandilleros les salió al paso en un callejón. Eran seis sujetos,
tres de ellos sostenían tubos de metal.

— Será mejor que nos den todo su dinero – ordenó el que parecía el líder.

— Ni se les ocurra oponer resistencia – dijo otro y pasó la lengua por el tubo – o les puede
ir muy mal.

Sai y Gaara no se dejaron amedrentar. Uno de los pandilleros intentó arrebatarle la


mochila al pelirrojo, pero éste reaccionó y le dio una patada en el estómago. De inmediato
otros tres se le abalanzaron, sin embargo Sai lo ayudó a evitar sus golpes. Pero al que
pateó había soltado el tubo y como el pelirrojo estaba esquivando los ataques de los otros,
no se dio cuenta y pisó el tubo, provocando que se resbalara y se pegara la cabeza con la
pared.

— ¡Gaara! –lo sostuvo Sai.

Tanto el líder de los pandilleros como Naruto lo observaron fijamente. Para que eso
ocurriera en mitad de una pelea, Gaara realmente debía tener mala suerte. Fue entonces
cuando el individuo reparó en la presencia del rubio y se relamió los labios.

— Oye, lindura – le llamó – si accedes por las buenas a hacer lo que te digo, no lastimaré
a tus amigos. Pero eso sí, tienes que complacerme en lo que te pida y ser muy cariñoso.

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— Vete al diablo, idiota – se colocó frente a Sai, quien tenía entre sus brazos al
inconsciente ojiverde – ¿Crees que te tengo miedo? Sólo eres alguien patético que ataca a
los demás sólo si los superas en número.

— ¡Cállate, estúpido mocoso!

Le lanzó un puñetazo que el rubio eludió con facilidad, pero por estar al pendiente de
que no atacaran a sus amigos, no se percató del momento en que uno de los pandilleros
le arrancó su arete. Naruto abrió los ojos de sobremanera al tiempo que se sujetaba la
oreja derecha. El líder le quitó el arete a su subordinado y observó al rubio.

— ¿Qué pasó, lindura? – sonrió de manera sádica – ¿quieres de vuelta esto?

— Naruto… -llamó Sai, preocupado por su actitud.

— Eres un idiota – dijo el ojiazul y suspiró cubriéndose la cara con una mano – Esto se
pondrá feo.

Antes de preguntar algo, Sai miró que en el suelo se dibujó el mismo símbolo demoniaco
que ya había visto en dos ocasiones. Los pandilleros se asustaron cuando de la nada
vieron aparecer a un furioso azabache vestido todo de negro.

— Tú – siseó viendo al sujeto que tenía el arete – … ¡¡No toques algo tan valioso con tus
asquerosas manos!!

Con una velocidad sorprendente, le dio un puñetazo que lo lanzó a varios metros,
consiguiendo que en el proceso soltara el arete. Sus ojos negros se posaron en los otros
cinco sujetos y, antes de que estos huyeran, comenzó a golpearlos sin piedad. Todo eso
era observado por un impactado Sai, quien mentiría si dijera que no tenía miedo. Naruto
se dio cuenta de que aquellos sujetos ya ni siquiera podían moverse, por lo que decidió
intervenir.

— ¡Ya detente, teme! ¡Vas a matarlos!

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Ayuda Demoniaca by Higary

Sasuke reaccionó y se detuvo. Volteó y fue cuando reparó en la apariencia de su asistente


y pareja. De inmediato se le acercó, sujetándolo de los hombros.

— ¡¿Por qué rayos tienes tu verdadera forma?!

— Cálmate, Sasuke – le sonrió – era necesario para continuar con el trabajo.

— ¡No me informaste de esto!

— Porque sabía que te negarías, así que le pedí a Itachi-san que removiera mi sello.

— ¡Maldito aniki, no me había dicho nada! ¡Ya verá cuando regrese al Inframundo!

— Eh… lamento interrumpirlos, pero ¿qué rayos pasó?

La pareja recordó que Sai seguía ahí, junto con el desmayado Gaara. Sasuke suspiró y
volvió a colocarle el arete a Naruto, quien le sonrió para luego acercarse a los otros dos y
tocar la frente del pelirrojo.

— No te preocupes, Sai. Él está bien, sólo quedó inconsciente por el golpe – informó –
Llevémoslo a tu casa para que descanse.

— Bien, gracias – miró al demonio – ¿Qué hace él aquí?

— Vine porque sentí que al dobe le arrebataron su arete – contestó malhumorado.

— Hablaremos mejor en un lugar más privado – intervino Naruto.

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5° Cláusula
Ya en el departamento de Sai, éste recostó a Gaara en su cama. Regresó a la sala donde se
sentó frente al rubio y al azabache para que le explicaran lo que había ocurrido.

— A ver – comenzó poniendo en orden sus pensamientos y dudas – ¿cómo es posible que
él apareciera sin que lo hubiesen invocado? Pensaba que como demonio sólo venía a este
mundo para cumplir deseos.

— Bueno, creo que ya has notado que Sasuke es muy celoso – habló Naruto y vio asentir
al pelinegro – Te comenté que este arete es la prueba de que el teme y yo somos pareja –
lo vio asentir de nuevo – Pues además de eso y del sello que me transforma en zorro
cuando vengo al mundo humano, él le añadió un hechizo que hace que cuando alguien
me quite el arete o yo mismo lo haga, de inmediato él aparecerá en el lugar, no importa
que sea en el Inframundo, este mundo o incluso el Paraíso donde viven los ángeles.

— Desde el inicio han habido idiotas que intentan lastimar al usuratonkachi –añadió
Sasuke de manera seria – tenía que tomar medidas para protegerlo.

Naruto sonrió, le dio un beso en la mejilla y se acurrucó a su lado, de modo que el


demonio lo rodeó con un brazo. Sai también sonrió al contemplar la escena, ya que lucían
como una pareja melosa a pesar de su procedencia, hasta que escuchó un ruido. Los tres
voltearon, encontrándose a Gaara quien, sobándose la cabeza, caminaba a paso lento
hacia ellos. De inmediato el pelinegro fue a ayudarlo para que se sentara en la sala.

— ¿Cómo te sientes? –le preguntó Sai.

— No recuerdo casi nada, pero me duele mucho la cabeza – respondió – ¿Qué ocurrió con
esos tipos?

— Ni idea, nos fuimos de ahí antes de que Sasuke los matara.

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Ayuda Demoniaca by Higary

— ¿Sasuke?

Fue entonces que el ojiverde se percató de la presencia del joven azabache que aún
mantenía abrazado a Naruto. Los ojos negros de él observaron al pelirrojo de manera fría
y evaluadora, aunque Gaara no lo notó porque estaba mareado y además se le habían
caído sus lentes de contacto.

— ¿Es otro amigo tuyo? –le preguntó a Sai.

— Pues… más o menos, creo.

— Regresé aquí únicamente por Naruto –aclaró el aludido.

Gaara trató de enfocarlo bien, pero como no pudo sacó sus gafas y se las puso; ahora sí
podía distinguir un poco más la apariencia del chico.

— Tus ropas son extrañas –le comentó.

— Es que le gusta el estilo gótico, jeje – mintió el pelinegro – Su nombre es Uchiha Sasuke
y es el… eh… guardaespaldas de Naruto.

El ojiazul contuvo una carcajada para no levantar sospechas. La cara del demonio dejaba
en claro que no estaba muy contento ni conforme con esa presentación.

— Naruto es mío –aclaró él.

Gaara volvió a observarlos, notando la cercanía entre ellos y el tacto con que Sasuke lo
sujetaba.

— Son pareja –dedujo, sintiéndose extrañamente aliviado

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Ayuda Demoniaca by Higary

— Sí – sonrió Naruto, dándose cuenta del cambio en el ánimo del pelirrojo-. Nos tenías
preocupados, Gaara, ese golpe fue fuerte. Por fortuna Sai logró sujetarte antes de que
chocaras contra el suelo.

— ¿Lo hizo? –preguntó mirando a Sai, quien agachó la cabeza para que no vieran su
sonrojo.

— No te soltó en ningún momento –añadió el rubio con picardía.

Gaara se sintió feliz de una manera como nunca antes había experimentado. No estaba
seguro de qué era, pero hacía que su corazón se acelerara. Por su parte, Sasuke no
apartaba su mirada del chico de ojos color aguamarina; tenía algo fuera de lo común, así
que enarcó una ceja pero sin decir nada.

***********
Un rato después, Sai compañó a Gaara a su casa; quería asegurarse de que llegaba a
salvo, ya que le preocupaba el golpe que se dio en la cabeza.

— Soy patético –murmuró el pelirrojo, suspirando – Pasarme eso en medio de una pelea.

— No digas eso, fue un accidente. En realidad yo creo que eres muy fuerte y valiente,
Gaara.

El aludido se sorprendió por sus palabras y desvió la cara, sonriendo levemente.


Definitivamente Sai era el único que lo hacía sentir de aquella manera. No sólo nunca lo
había juzgado por los rumores que decían de él, por fortuna tampoco le había pasado
nada debido a su mala suerte y torpeza. De verdad que estaba agradecido por haberse
encontrado con alguien como él.

***********
39
Ayuda Demoniaca by Higary

Cuando el pelinegro regresó a su departamento, se encontró a Sasuke quien tenía


acorralado al rubio (con el torso descubierto) en el sillón, ambos en una pose bastante
comprometedora. No quiso imaginar qué hicieron durante su ausencia.

— ¡¿Podrían no hacerlo en mi sillón?! – reclamó cubriéndose los ojos, no eseaba que el


demonio lo torturara por ver a Naruto sin camiseta.

— Tenías que interrumpir –murmuró el azabache.

— ¡Sasuke! Jejeje, lo siento, Sai – se disculpó el ojiazul, ligeramente sonrojado, al tiempo


que se ponía la camiseta – La verdad es que no creí que volverías tan pronto de casa de
Gaara.

— Pensé que lo mejor era dejarlo descansar. ¡Aunque por fin supe dónde vive mi
amorcito!

— Hablando de ese chico –dijo Sasuke poniéndose serio – ¿él tiene mala suerte?

— Sólo es un poco torpe porque no mira bien – lo defendió el pelinegro.

— Te equivocas –contestó el demonio – Me di cuenta de que tiene algo en su ojo


izquierdo.

— ¿A qué te refieres?

— Una piedra del infortunio, ¿verdad? –preguntó Naruto.

— ¿También lo notaste, dobe?

— Lo sospechaba desde la primera vez que lo vi de cerca, pero quería que me lo


confirmaras.

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— Esperen, no entiendo de lo que hablan – intervino Sai – ¿Qué es esa piedra del
infortunio y qué relación tiene con Gaara?

— Es una piedra que causa mala suerte a quien la lleve incrustada en su cuerpo –explicó
Sasuke – La que ése pelirrojo tiene es de las más simples, es decir, que sólo causa
pequeños accidentes, nada trágico ni de gravedad. Seguramente alguien les deseó
maldades a sus padres y le pidió a algún demonio ayuda para desquitarse con su hijo.

— No es que Gaara sea torpe o tenga mala vista – continuó el rubio – todo eso es
provocado por la piedra del infortunio en su ojo izquierdo. También por eso los rumores
sobre él se propagan tan rápido.

— La única razón por la que no te ha pasado nada cuando estás a su lado es porque
Naruto ha estado cerca de ti, y como él tiene su arete derecho que lo protege con mis
poderes, esa protección se expandió también a ti. Por supuesto no de manera intencional,
a mí qué me importa si te accidentas aunque seas mi pactante – añadió con soberbia.

— Eso último no era necesario que lo dijeras – reprochó el rubio.

— No importa, creo que ya me acostumbré a su actitud tan molesta – contestó Sai,


suspirando – Ya veo… pero es cruel hacer sufrir a Gaara. por un rencor que, para
empezar, no era dirigido hacia él –miró fijamente a Sasuke – Oye, ¿de casualidad no serás
tú el demonio al que le pidieron ponerle esa cosa?

— Mmm… Quién sabe, tal vez y sí –sonrió de medio lado – No suelo recordar peticiones
tan triviales y patéticas como esas.

— Realmente eres un demonio –murmuró el pintor – Como sea, ¿puedes quitarle esa cosa
a Gaara? Le ha ocasionado muchos problemas y no quiero que siga sufriendo por su
culpa.

— Es cierto, teme – intervino el ojiazul – Gaara es una buena persona y buen amigo.
Ayúdalo – añadió con ojitos tristes, pues sabía que el azabache era débil ante esa
expresión.

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— Miren –suspiró Sasuke – aún cuando mi precioso Naruto sea quien me lo pida, no
puedo usar mis poderes sobre un humano a menos que reciba a cambio un pago, y
además esto se sale del contrato que tengo vigente con Sai.

El pelinegro apretó los puños. No le importaba lo que debiera hacer, quería ayudar al
pelirrojo. Sin embargo, fue el rubio quien se puso de pie.

— ¡Lo tengo! –exclamó – Sasuke, ¿puedo poner yo el precio para ese deseo?

— ¿Compensaría el uso de mis poderes?

— Sería algo que a tu pareja haría muy feliz.

— Entonces de acuerdo.

— A ti no te importa nada a menos que involucre a Naruto, ¿verdad? – comentó el pintor.

— Obviamente –respondió Sasuke con naturalidad.

— Sai – lo miró el ojiazul – se retirará la piedra del infortunio del ojo izquierdo de Gaara,
pero a cambio me darás todos tus tomos de Fuyu no Semi.

— ¿Eh?

— ¿Qué es eso? –preguntó el demonio.

— ¡Un manga que me gusta mucho!

— ¿En serio eso es todo lo que quieres por mi deseo?

— Sí –contestó con alegría – Sai, eres muy buena persona: eres amable, nunca te quejaste
porque invadiera tu espacio personal o tuvieras que comprar mi comida, me dejabas ver
televisión y manga, e incluso me diste ropa cuando adquirí mi verdadera forma. Yo no

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soy un demonio y por lo tanto no necesito alimentarme de energía, mientras Sasuke viva
yo también lo haré, por eso creo que ese es un precio justo para cumplir tu petición. Ya
me has dado muchas cosas.

— Naruto…

— Un momento –interrumpió el azabache arqueando una ceja – ¿significa que éste sujeto
miró cuando te transformaste?

— ¡Juro que no vi nada! –gritó Sai asustado.

— Tú… – gruñó el demonio.

Emanaba un aura tan siniestra y aterradora que el pelinegro estaba seguro le provocaría
pesadillas por el resto de su vida… si es que sobrevivía a su ira. Percibiendo el peligro,
Naruto decidió intervenir para salvar a su amigo antes de que fuera despellejado vivo.

— ¡Cálmate, Sasuke! – le dio un golpe en la cabeza y luego un beso en la mejilla,


apaciguando un poco su ira – ¿Y bien, Sai?, ¿aceptas el trato?

Él estaba intentando que su corazoncito dejara de temblar cuando escuchó las preguntas
del ojiazul, así que reaccionó.

— Yo… ¡Claro que sí! ¡Todo con tal de ayudar a Gaara!

Esa noche Sasuke se escabulló en casa del pelirrojo (para enojo de Sai quien se estaba
muriendo de envidia) e hizo que la piedra del infortunio se desintegrara. Con eso, la vida
(y la vista) del joven debía mejorar gradualmente.

***********
Un par de días pasaron desde entonces. Sai se pasaba gran parte de su tiempo en la
universidad o en casa de Gaara, ya que en su departamento tenía que soportar la
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presencia de Sasuke quien aprovechaba cualquier oportunidad para burlarse de él e


incluso tratarlo como si fuera su sirviente.

— Sinceramente no sé qué rayos le vio Naruto – murmuraba sentado en la cafetería de la


universidad – Es insoportable.

El pelirrojo llegó al lugar y, al ubicar a Sai, caminó hacia él. No sabía por qué de repente
su vista había mejorado y ya no le sucedían extraños accidentes producto de su mala
suerte, pero realmente era un alivio. Y eso lo ayudó para reflexionar mucho sobre cierto
tema y tomar una decisión.

— Sai – llamó detrás de él.

— Ahh, Gaara, hola – le sonrió – ¿Qué sucede?

— Bueno, yo… Mañana será el baile de antifaces.

— Sí, lo sé – contestó recordando la insistencia de sus fans porque invitara a alguna de


ellas.

— ¿Estaría bien… si vamos juntos?

— ¿Eh? –se levantó de golpe, emocionado – ¿Hablas en serio?

— Por supuesto.

— ¡Claro que sí! Cofcof, digo, me gustaría ir contigo, Gaara.

— Genial – sonrió levemente, contento por haberse atrevido.

***********


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— ¡¿Irás al baile con Gaara?! – exclamó Naruto por la tarde – Vaya, ¡felicidades! Qué
bueno que te decidiste a invitarlo y aceptó.

— Uh… sobre eso… En realidad fue él quien me invitó – agachó la cabeza con pesar.

— De verdad que eres patético – le dijo Sasuke mientras observaba la televisión.

— No necesito que me lo repitas – contestó en tono deprimido.

— Ya no te burles de él, teme – regañó el rubio y se acercó a su pareja, sonriendo –


Además, el que lo invitara significa que los sentimientos ya están ahí, ¿cierto?

***********
De esa manera llegó el tan ansiado baile. Muchos estaban sorprendidos por ver a Sai y
Gaara juntos, sin embargo ellos hicieron caso omiso a los comentarios, se la estaban
pasando de maravilla. No lo sabían, pero Naruto y Sasuke se habían colado al baile por
insistencia del rubio, ya que quería ver qué pasaba. Un rato después, pelinegro y pelirrojo
salieron al jardín para tomar un poco de aire fresco. Sai se había dado cuenta de lo
pensativo que lucía el otro, así que decidió preguntarle.

— ¿Te sucede algo, Gaara?

— Hay muchas cosas que necesito decirte, por eso te pedí que vinieras conmigo. ¿Sabes,
Sai? Mi mundo ha cambiado desde que te conocí. A diferencia de los demás, tú nunca
intentaste alejarte de mí, sino todo lo contrario, te me acercabas para conocerme
realmente e intentar comprenderme – desvió la mirada – Cuando Naruto apareció… me
sentí incómodo. Al principio creí que era porque él me estaba apartando de mi primer
amigo sincero en mucho tiempo, pero cuando supe que él tenía pareja, me di cuenta de
que no únicamente era por eso – lo miró – Me gustas, Sai.

— ¿Q-Qué?

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— Sé que suena difícil de creer, pero te juro que es verdad. Lo medité mucho y entendí
que lo que siento por ti va más allá de una simple amistad, por eso quería decírtelo. Si
esto te molesta, yo…

Gaara no pudo terminar de hablar, ya que Sai lo estaba abrazando con mucha fuerza,
como si temiera que el pelirrojo desapareciera en cuanto lo soltara.

— ¿Sai? – llamó.

— No tienes idea… de cuánto he soñado con oírte decir esas palabras.

— Hace mucho tiempo que estoy observándote, Gaara – lo miró a los ojos y sonrió –
También me gustas, es más, te amo.

El rostro de Gaara se tornó del mismo color que su cabello. Sai, con las mejillas
ligeramente rojas, se acercó a él para depositarle un dulce beso en los labios. El pelirrojo
se sorprendió por esto, pero no dudó en corresponderle con ahínco.

Desde la gruesa rama de un árbol, todo esto era observado por Sasuke y Naruto. El rubio
sonreía con felicidad por sus amigos. Ambos se lo merecían.

— Hiciste un excelente trabajo, usuratonkachi – felicitó el moreno – Gracias, aunque yo


no hice todo – rió – Ellos dos sólo necesitaban un buen empujón en el sentido correcto.

— Por eso te dejé con él – le sujetó la mano y se la llevó a los labios mientras sonreía con
soberbia – Nadie es tan obstinado y perseverante como tú.

— Jejeje, muchas gracias.

***********
A la mañana siguiente, Sai despertó con una boba sonrisa de enamorado en el rostro.
Inmerso en su nube de felicidad, fue a la cocina y en la sala se encontró a Sasuke y Naruto

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ya vestidos (les había prestado una pijama a cada uno) con ropas algo extrañas: el
azabache todo de negro y el rubio usando prendas naranja con negro.

— ¿Qué pasa? – les preguntó.

— Nuestro contrato está terminado –contestó Sasuke – Pediste que se te ayudara a que
ése chico se enamorara de ti, lo cual ya se logró. Es hora de que regresemos al Inframundo.

— Ah, y ya traigo mis tomos de Fuyu no Semi y la pintura que acordaste con el teme –
añadió el otro, mostrándole unas bolsas con los objetos.

Sai no pudo evitar observar con tristeza al rubio. Las últimas semanas se había
acostumbrado tanto a su presencia, su constante charla y su risa, por eso le deprimía ya
no volver a verlo. Naruto entendió lo que estaba pensando, así que le sonrió ampliamente
y le dio un golpecito en el pecho.

— No te preocupes – le dijo – trataré de convencer al teme para que me deje visitarte de


vez en cuando, con forma de zorro, pero bueno. Y si no se puede, tal vez en otra vida
vuelvas a invocar a un demonio y con suerte volveremos a encontrarnos.

— Naruto… – le sonrió con ternura.

— Con lo patético que eres, no me extrañaría que tu reencarnación también me llamara


para pedir un deseo trivial.

— Al menos al final podrías dejar de decirme patético – le reprochó con los ojos
entrecerrados.

Sasuke lo ignoró y en su lugar hizo que en el suelo apareciera su sello demoniaco. Él y


Naruto se colocaron encima y el rubio volvió a mirar a su amigo.

— Cuídate mucho, Sai. Estoy seguro de que Gaara es la persona correcta para ti.

— Muchas gracias, Naruto. Por todo.

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— Y por cierto – intervino Sasuke – no arruines las cosas con el pelirrojo – El trato era
ayudarte a que se enamorara de ti, pero nunca dijiste algo de que debía durar para
siempre – sonrió con soberbia – Recuerda que sólo una vez en tu vida puedes llamar a un
demonio, así que no cometas estupideces. Si quieres un final feliz, tendrás que
conseguirlo por tus propios medios.

— ¡Esfuérzate, Sai! – añadió Naruto con alegría.

Dicho eso, ambos desaparecieron junto con el sello. Sai tenía la boca abierta y un tic en el
ojo, pero cuando pudo reaccionar apretó los puños.

— Lo dije desde el inicio… ¡Me siento timado por ese maldito demonio!

Aquella tarde Sai caminaba por la ciudad con aire enfurruñado, pero en cuanto vio a
Gaara esperando por él, toda su ira se disipó. Tal vez las medidas que tomó para
conquistar al pelirrojo no eran las más comunes, sin embargo sus sentimientos siempre
fueron sinceros y por ello lograron llegar hasta el dueño de su corazoncito. Además, en
el transcurso de todo eso consiguió a un buen amigo, y realmente le alegraría volver a
verlo algún día y mostrarle que, efectivamente, Gaara valía el haber invocado a un
desesperante demonio y a su zorrito asistente.

En cuanto a Sasuke y Naruto, pues ellos seguían cumpliendo con su trabajo, ya que había
en el mundo muchos humanos dispuestos a solicitar ayuda del Inframundo, aunque para
alegría del rubio y exasperación de Sasuke, las misiones de ellos no eran nada
complicadas ni trágicas. Si hasta la mayoría de las veces eran divertidas.

— Oye, dobe, este manga es realmente bueno – comentaba el moreno leyendo entretenido
un tomo.

— Claro, por eso te dije que era un precio justo.

Sí, sean humanos, demonios o parejas de demonios, la vida seguía su curso.

FIN
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