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591

Orígenes de los linajes de La Plata


(Audiencia de Charcas), 1540-1640.
La familia Hinojosa, Extremadura y
América en clave mestiza

ANA MARÍA PRESTA


Universidad de Buenos Aires-CONICET

El presente es un recorte de avance de una investigación de largo alcance


que tiene por objeto evaluar la participación extremeña en el poblamiento del
surandino, concretamente en el territorio de la Audiencia de Charcas, espacio
meridional de la Gobernación de la Nueva Toledo, territorio asignado al Ade-
lantado Diego de Almagro, socio de Francisco Pizarro en la conquista del Perú,
y que se extendía desde el Cuzco hacia los inciertos confines meridionales aún
no explorados por los castellanos.
Después de atravesar sordos resentimientos, insidias y desencuentros que
cristalizaron en una violenta ruptura, en el paraje de Las Salinas, cerca del
Cuzco, el 26 de abril de 1538 caía prisionero en manos de Hernando Pizarro el
compañero, jefe y rival en la empresa conquistadora, Diego de Almagro. Su
posterior asesinato dejaba en manos del clan pizarrista la ocupación de los Andes
del Sur, cuya riqueza minera -develada por los informantes indígenas- consti-
tuyó un acicate adicional para terminar con la facción almagrista y adueñarse
de los preciados recursos humanos y metalíferos que guardaba la región. Ven-
cida también la resistencia indígena representada por la Confederación Charca
luego de la batalla de Cochabamba, la ocupación de la tierra comenzó
sostenidamente y en 1539 se fundaba la Villa de Plata, la primera ciudad espa-
ñola establecida en medio de las valiosas minas de plata de Porco -y de la aún
no descubierta Potosí- y en torno a las riquísimas encomiendas centradas en la
devenida luego ciudad cabecera, que también se constituiría en sede de la Real
Audiencia de Charcas a partir de 1561.
592 ANA MARÍA PRESTA

Fruto de la tenacidad y el liderazgo de Gonzalo y Hernando Pizarro y la


fidelidad de sus compañeros de ruta, se abría un horizonte próspero para aque-
llos compartes entre quienes primaban las relaciones de paisanaje, traducidas
en férreos clientelismos expresados en parentescos simbólicos entre los cuales
el compadrazgo y el provenir de la misma patria chica estrechaban y fortale-
cían los vínculos. Los primeros habitantes de la Villa de Plata, luego conocida
como La Plata, Charcas o Chuquisaca (hoy Sucre, capital histórica de la Repú-
blica de Bolivia) no eran más que una veintena de vecinos encomenderos, se-
lecto grupo de pizarristas, entre los cuales descollaban los paisanos extreme-
ños. Trujillo, Plasencia, Cáceres, Orellana la Vieja y Badajoz estaban represen-
tadas en Francisco, Hernando y Gonzalo Pizarro, Francisco, Diego y Martín de
Almendras, Martín de Tortoles de Villalba, Alonso de Camargo, Pedro de
Vivanco, Rodrigo de Orellana, don Gómez de Luna, Pedro del Barco, Juan de
Carvajal, Hernando y Lorenzo de Aldana, Gómez de Solís, Alonso de Tapia,
Pedro Hernández Paniagua y aquel a quien se nombraba “el general”, Pedro
Alonso de Hinojosa.
En estas páginas daré a conocer la construcción de un linaje tan opulento
como esencialmente mestizo construido por la descendencia natural del Gene-
ral Pedro Alonso de Hinojosa, cuyos miembros fueron vecinos de La Plata y,
posteriormente, fundadores de la Villa de Oropesa del Valle de Cochabamba,
en 1571. Un linaje que por fuerza de la calidad de los vínculos establecidos en
Charcas drenó su fortuna entre paisanos y parientes extremeños que disfruta-
ron del patrimonio del “general”, un patrimonio amasado al calor de los años
sin ley, del estímulo económico motorizado por las guerras civiles entre con-
quistadores y encomenderos, el aprovechamiento ilimitado de los recursos in-
dígenas y las oportunidades de diversificación de los negocios que ofreció el
Potosí en expansión a los dueños de la mano de obra y el capital mercantil.

LA GESTA MIGRATORIA. LA PRIMERA GENERACIÓN


Pedro Alonso de Hinojosa, natural de Trujillo en Extremadura, hijo legí-
timo de Gonzalo de Torres “el Mozo” y de doña Isabel de Alvarado, había
llegado al Perú en 1534 junto a su paisano Hernando Pizarro, cuando éste retor-
nó de la Península luego de gestionar asuntos concernientes a la conquista que
había encabezado su hermano1. Al año siguiente, y por comisión del goberna-
1
MORALES, Adolfo de: “Parentesco entre los conquistadores españoles. La familia de Ñuflo de
Chaves”. Separata de la Revista de la Universidad “Gabriel René Moreno”. (Santa Cruz de la
Sierra, Bolivia 1958): 38; Manuel de Mendiburu, Diccionario Histórico-Biográfico del Perú.
2da. Ed., 11 Vols. (Lima: Librería e Imprenta Gil, 1931-35), Vol. VI: 258.
ORÍGENES DE LOS LINAJES DE LA PLATA 593
(AUDIENCIA DE CHARCAS), 1540-1640...

dor Francisco Pizarro, sirvió en el Cuzco como su teniente, participando en la


defensa de la ciudad durante el sitio liderado por Manco Inca. Poco más tarde,
integró la facción pizarrista cuando Diego de Almagro fue vencido en Las Sa-
linas en 1538. Inmediatamente, se trasladó a Charcas, donde fue parte de los
fundadores de la Villa de Plata, lo cual le valió la encomienda de los aullagas y
el cargo de regidor del Cabildo local. Posteriormente, el 26 de julio de 1541,
fue asesinado en Lima Francisco Pizarro. Hinojosa se alineó con su paisano
cacereño Pedro Alvarez Holguín, capitán general del ejército del Gobernador
Cristóbal Vaca de Castro, para derrotar a Diego de Almagro, el Mozo, respon-
sable junto a sus seguidores de la muerte de Pizarro. En Chupas, en 1542, caía
“el mozo” y su facción se dispersaba. Moría Alvarez Holguín y el entonces
Capitán Hinojosa partía nuevamente a ocuparse de su repartimiento en Char-
cas2.
Blasco Núñez Vela, primer virrey del Perú, arribó en 1543 junto a los
primeros oidores de la Audiencia de Lima. Con su llegada debían ponerse en
práctica las Leyes Nuevas de 1542 que, a instancias de la labor de defensa de
los indígenas llevada a cabo por fray Bartolomé de las Casas, Carlos I y su
Consejo habían decidido promulgar. De aplicarse, como lo tenía decidido el
virrey Vela -hombre testarudo, arrogante e ignorante de las intrigas y facciones
que convivían en el Perú- las leyes iban a lesionar mortalmente los intereses de
los encomenderos, quienes se habían abocado a conspirar contra el funcionario
aún antes de su arribo al Perú. En líder de los descontentos se erigió Gonzalo
Pizarro, el último de los hermanos que aún permanecía con vida en el Perú
(Hernando estaba preso en la Mota de Medina por haber asesinado a Diego de
Almagro, Juan había muerto en el sitio del Cuzco y junto a Francisco había
caído asesinado Francisco Martín de Alcántara). La altivez de Gonzalo rivali-
zaba con la del virrey. El menor de los Pizarro se asumía como pleno heredero
de los blasones ganados en la conquista del Perú y encaraba las aspiraciones
dinásticas de un linaje que se resistía a pasar a segundo plano en el gobierno de
un territorio que evaluaba como propio. Fue así que desconoció la autoridad de
Núñez Vela, lo cual significaba ignorar al propio soberano castellano, y no sólo

2
AGI (Archivo General de Indias), Patronato 115, Ramo I, Tomo I. Información de servicios del
general Pedro Alonso de Hinojosa a pedimento de su hijo Gonzalo de Hinojosa (sic). Agradezco
a Martti Pärssinen la generosa cesión de una copia de esta probanza.
594 ANA MARÍA PRESTA

asesinó al virrey sino que por cuatro años mantuvo alzado al Perú, en donde
sólo imperaba su poder y su ley.
Hinojosa tomó partido por Gonzalo Pizarro desde el inicio de su levanta-
miento. Transitó con armas, caballos y gente desde La Plata hasta Arequipa,
desde allí a Cuzco y Lima. Su lealtad fue reconocida por Gonzalo quien lo
nombró “general” de su escuadra que, acantonada en la isla de Puná, patrullaba
las costas del Pacífico hasta Panamá detectando enemigos. La fidelidad del
general a su paisano se extendió hasta que el delegado regio, Licenciado Pedro
de la Gasca, se acantonó en Nombre de Dios primero y en Panamá más tarde, y
comenzó a negociar con los representantes más destacados del pizarrismo el
abandono de la causa rebelde. De los “leales” en Xaquixaguana, batalla en que
cayó vencido Gonzalo en 1548, el reconocido General Pedro Alonso de Hinojosa
recibió, mediante el nuevo reparto de indios efectuado por Gasca, la encomien-
da de Macha, Chaqui y demás pueblos anexos entre los qharaqhara y charka
del altiplano potosino que hasta entonces pertenecieran al menor de los Pizarro.
Hinojosa hizo entonces dejación de aquellos que su patrón, Francisco Pizarro,
le confirmara entre los aullagas. La nueva encomienda de Hinojosa estaba es-
tratégicamente ubicada, en tanto sus indios se asentaban en torno a las minas de
Porco y Potosí, que con esa mano de obra ya había explotado su antiguo tene-
dor, Gonzalo Pizarro, en compañía de otros fieles seguidores.
Transcurridos quince años de vida en la colonia, el general Hinojosa era
un rico encomendero que había diversificado sus negocios e invertido en la
minería, la agricultura y el comercio, a través de una compañía que negociaba
tanto productos de Castilla como de la tierra. La base de ese patrimonio se
había incrementado y consolidado en la “etapa de oro de la encomienda”, cuan-
do los tenedores de indios llevaban tributo en demasía ante la ausencia de tasa-
ción y supervisión oficial 3. Los indios de Hinojosa habían trabajado
-adicionalmente- en sus minas, trajines, carnicerías y propiedades rurales4. Te-
nía su casa de morada en La Plata, otras casas y tiendas en Potosí, minas en ese
asiento minero y en Porco, haciendas y chacras en los valles aledaños de Luje,
Mojotoro y Tococala, y desde su paso por el Cuzco tenía mujer e hijos con
quienes habitaba en sus casas principales.

3
ASSADOURIAN, Carlos Sempat: “La renta de la encomienda en la década de 1550. Piedad
cristiana y desconstrucción”. Revista de Indias. Vol. xlvii, No. 182-183 (Madrid 1990): 109-146.
4
Los indios de Hinojosa daban 100.000 pesos de oro antes de la tasa de 1549 y conforme a ella
40.000. Luego de la muerte del general fueron tasados en 14.000. Roberto Levillier, La Audien-
cia de Charcas. Corespondencia de Presidentes y Oidores. Tomo I (Madrid: Imprenta de Juan
Pueyo, 1922), 428.
ORÍGENES DE LOS LINAJES DE LA PLATA 595
(AUDIENCIA DE CHARCAS), 1540-1640...

Luego de repartir indios y tributos vacos entre los vencedores de Gonza-


lo Pizarro y ordenar una Visita General de los repartimientos peruanos en 1549,
Gasca partía a la Península y en 1550 arribaba el nuevo virrey, don Antonio de
Mendoza. Gasca había dejado inconclusa la tarea de gobierno y, a fin de no
confrontar con los encomenderos, había soslayado la puesta en práctica de las
Leyes de Barcelona que restringían la percepción del tributo indígena, el cual
debía ser mensurado y recogido por la autoridad competente. Las mismas leyes
apuntaban a revisar y dividir las cédulas de encomienda excesivas y limitaban
su goce a particulares y, dentro de ellos, a quienes no hubieran participado en
las alteraciones civiles. Asimismo, las Leyes Nuevas suspendían el otorgamiento
de nuevas mercedes, decretaban la caducidad de las encomiendas vigentes a la
muerte del beneficiario y abolían el servicio personal de los indios. La tarea de
Gasca no contentó a la soldadesca errante y desocupada, tampoco a los bene-
méritos sin recompensas sustanciosas ni a los eternos aspirantes a mercedes.
Sus dádivas respondieron a las urgencias de la coyuntura es decir, otorgó favo-
res políticos y prebendas a fin de aquietar a los alzados y recompensar a quie-
nes lo habían ayudado a terminar con la rebelión pizarrista5. Cupo por tanto al
Virrey Mendoza poner en práctica una de las cláusulas más irritativas de las
Leyes Nuevas, aquella que cortaba de plano el servicio personal de los indios a
los encomenderos y que constituía el valor agregado más remunerativo, pues
permitía derivar la mano de obra en los distintos emprendimientos requeridos
por un mercado en formación, de cuya construcción se habían encargado los
dueños de indios.
Este breve panorama contextualiza una situación de inestabilidad políti-
ca engendrada por el gobierno personal de los “jefes” de la conquista y nacida,
por ende, de la ausencia del estado colonial. El Marqués y Gobernador Francis-
co Pizarro había sido asesinado, el gobierno de Cristóbal Vaca de Castro fue
tan efímero como corrupto, poco más tarde el Virrey Blasco Núñez Vela moría
ejecutado por Gonzalo Pizarro; su sucesor, Pedro de la Gasca había partido sin
consumar los propósitos de gobierno para los cuales había sido enviado y el
Virrey don Antonio Mendoza, que le sucediera, falleció en el cargo a menos de
un año de haber llegado a Lima. A pesar de los intentos metropolitanos por
organizar el virreinato peruano, la debilidad política se patentizaba en las lu-
chas intestinas que distaban de haber caducado con la supuesta tarea pacifica-

5
LOCKHART, James: Spanish Peru 1532-1560. A Colonial Society. (Madison: The University of
Wisconsin Press, 1968), 16.
596 ANA MARÍA PRESTA

dora de Gasca y sus sucesores. De manera tal que los encomenderos y sus
clientes seguían conspirando, los desocupados y aspirantes erraban por las ciu-
dades generando alboroto, desparramando chismes y armando facciones. Char-
cas, no era ajena a esas tendencias facciosas y para calmar los ánimos se buscó
nombrar a un Corregidor y Justicia Mayor que pudiese, por prestigio y carácter,
sostener una paz más que endeble, contener las demandas de los impacientes y
desbaratar las facciones de los descontentos de toda laya formadas en la ciudad
de La Plata y Potosí, asiento minero que aún dependía de la primera. El nom-
bramiento recayó en el General Pedro Alonso de Hinojosa quien, fiel a los
personalismos vigentes, prefirió desoír los consejos del Licenciado Polo
Ondegardo, varias veces funcionario virreinal y asimismo encomendero de la
región, quien le proponía sostenerlo y ayudarlo a gobernar como su teniente.
Hinojosa decidió encarar en soledad la tarea de ordenar la jurisdicción, lo cual
le costó la vida el 6 de marzo de 1553 cuando un grupo de conspirados irrumpió
en su casa y lo asesinó, llevándose dinero, ropa y platería mientras destrozaba
su residencia. Se había lanzado la última de las revueltas. Francisco Hernández
Girón en el Cuzco y don Sebastián de Castilla, Vasco de Godínez y Egas de
Guzmán en La Plata y Potosí tendrían en vilo al Perú hasta 1554.
A los pocos días de asesinado el General Hinojosa aparecieron voces que
daban cuenta de otra vida, la privada, que -aunque públicamente conocida- no
se patentizaba en los documentos del cabildo, ni en los Libros de Acuerdos de
la Audiencia, ni en las actas protocolares de los notarios de La Plata. Una voz
femenina hacía presentación de una petición tan insólita como inusual. El al-
calde ordinario de La Plata que la recogió no era otro que Rodrigo de Orellana,
paisano del difunto y también encomendero. La maquinaria extremeña ponía
en marcha su clientela, estrechaba sus solidaridades y ejecutaba sus influencias
al escuchar y favorecer el reclamo de una india, trascripto en un protocolo
notarial, tal como sigue:
pareció Juana de Hinojosa, india que dice ser del general Pedro de
Hinojosa y dice que le han tomado y robado muchas cosas después que
mataron al general los tiranos y pide se le nombre un defensor y curador de
su persona y bienes6.

6
ANB, EP (Archivo Nacional de Bolivia, Escrituras Públicas), Vol. 1 Gaspar de Rojas - La Plata,
Marzo 21 de 1553, f. clxxii
ORÍGENES DE LOS LINAJES DE LA PLATA 597
(AUDIENCIA DE CHARCAS), 1540-1640...

Quién es esta “india del general,” que se ha cristianizado con su mismo


apellido? Quién es esta india que reconoce “tiranos” y a quien han “robado
muchas cosas”? A qué obedece su reclamo de resguardo jurídico de su persona
y bienes, a la vez que solicita un curador y defensor? De su estrategia discursiva
-a la que tal vez le indujeron- se lee con perplejidad la presentación de una
india del común que estuvo involucrada en la política local y que, además,
habla de poseer cierto patrimonio. Sin duda, Juana de Hinojosa oculta bajo los
pliegues de su axu más de lo que dice, guardando silencio sobre lo que la socie-
dad no le permite repetir7. Cuando reaparezca o la hagan reaparecer se confir-
mará que fue más que “una india del general”: ha sido su concubina, es la
madre sus cuatro hijos mestizos, a quienes -sin duda- con esa presentación
buscó proteger.

LA PROLE MESTIZA DEL GENERAL


Los hijos mestizos del general Hinojosa llevaron los nombres de sus pa-
dres y hermanos que habían quedado en Trujillo. Fueron ellos: Gonzalo de
Torres de Hinojosa, doña Juana de Hinojosa, doña Isabel de Alvarado y doña
Luisa de Hinojosa. La madre de los mestizos fue la ya nombrada Juana de
Hinojosa, a quien Gonzalo de Torres nombró también como Juana Puquio, na-
tural de Lurocache, en la jurisdicción del Cuzco. El general había muerto ab
intestato por lo tanto, de su enorme fortuna, sólo fluiría a los mestizos la “sesma”
parte o sea una sexta parte de su patrimonio. La hermana del general, doña
María de Alvarado, instó a su hermano Juan de Hinojosa de Torres, vecino de
Santa Cruz de Extremadura, a reclamar la herencia del fallecido, viajando él
mismo o designando un representante para hacerse cargo del patrimonio de su
pariente asesinado en La Plata. Razonablemente, Juan de Hinojosa sugirió es-
perar hasta saber si el general había dejado testamento o hecho provisiones
para evitar el desamparo de sus hijos naturales, aunque planeaba nombrar un
apoderado sin involucrar a su ansiosa hermana8. En Trujillo, el 16 de febrero de
1558, se hacían presentes ante el teniente de corregidor, Juan de Hinojosa de

7
Axu/agsu/acsu/acso/ajsu: túnica indígena, vestido femenino consistente en un paño amplio, he-
cho de dos mitades cosidas a la cintura y enrollado en torno al cuerpo, ceñido por un cinturón o
chumpi.
8
ALTMAN, Ida: Emigrants and Society. Extremadura and America in the Sixteenth Century.
(Berkeley: University of California Press, 1989), 145.
598 ANA MARÍA PRESTA

Torres y Juan de Escobar, marido de doña María de Alvarado, fallecida herma-


na del general, en nombre de sus cinco hijos menores, y se constituían por
herederos universales del General Pedro Alonso de Hinojosa, aceptando su
herencia con beneficio de inventario y nombrando al Ilustrísimo y Reverendí-
simo Sr. Arzobispo de Lima, Fray Jerónimo de Loaysa como su apoderado9. De
manera tal que el de Hinojosa fue de los patrimonios amasados en un relativa-
mente corto espacio de tiempo en Charcas y gozado con creces en Extremadura
por los hermanos y sobrinos del general.
Por su parte, los menores mestizos tuvieron sucesivos tutores y adminis-
tradores, varios de los cuales se enriquecieron a su costa, como los paisanos de
su padre Martín Alonso de los Ríos, quien también era administrador del preso
Hernando Pizarro, y Górnez de Solís, sólido encomendero de Tapacarí, quien
había otorgado poderes a sus familiares directos en Arequipa y Cáceres para la
administración de los dispersos bienes de los menores10. Gómez de Solís falle-
ció en 1561 sin reparar ni acordar con sus pupilos ni sus nuevos curadores las
cuentas de su administración. Por dos décadas, su viuda y heredera, doña Luisa
de Vivar, continuó el juicio que los hijos del general habían entablado contra
los bienes de su antiguo tutor. En 1572, la Real Audiencia de Charcas seguía
intimando a doña Luisa a cancelar los 53.000 pesos ensayados que se habían
acordado pagaría por la discutida tutoría que su difunto marido tuviera de los
menores, con más la entrega de todos los bienes que hubieran quedado en su
poder11. Durante la misma década de 1570, la Audiencia condenaba a quien
también fuera tutor de los hijos del general, Martín Alonso de los Ríos, quien
debió retornar más de 4.300 pesos ensayados y barras de plata, conforme a la
sentencia del mismo tribunal12.

9
ANB, EP Vol. 2 García de Esquivel - La Plata, Junio 28 de 1572, fl. 7-26v.
10
ANB, EP Vol. 4 Lázaro del Aguila - La Plata, Julio 2 de 1562, ff. /vi-Ixii; Id., 882-900; AMC,
PCC (Archivo Municipal de Cochabamba, Protocolos Coloniales de Cochabamba) 3, f.586; ANB,
EP Vol. 46b Melchor de Roa - La Plata, Diciembre 7 de 1597, f. 2454.
11
ANB, LAACh (Libros de Acuerdos de la Audiencia de Charcas) Vol. 5. Lunes 28.IV.72, f. 14-v
Ramírez, Matienzo, Barros, Haro; Id., Lunes 5.V.72, f.25 Ramírez, Matienzo, Haro y Barros.
12
ANB, LAACh, 13.X.72, f.45. Ramírez, Haro y Barros; Id., 26.1.573. Ramírez, Haro, Barros y
Rabanal.
ORÍGENES DE LOS LINAJES DE LA PLATA 599
(AUDIENCIA DE CHARCAS), 1540-1640...

Así como los hermanos y sobrinos del general reclamaban desde Trujillo
la herencia del acaudalado encomendero y hombre de negocios, sus hijos natu-
rales también nombraban tutores, apoderados y representantes para adminis-
trar, reclamar y obtener los bienes de su padre que habían quedado en
Extremadura, revocaban poderes previos y cancelaban representaciones otrora
otorgadas en conspicuos miembros de la sociedad trujillana y cacereña.
Hacia 1562, las tres mestizas menores habían contraído matrimonio. Los
cónyuges eran -como su padre- extremeños de pura cepa, hidalgos y naturales
de Cáceres, a la vez que futuros vecinos iniciales de Cochabamba13.
Doña Isabel Alvarado contrajo matrimonio con Martín de la Rocha, na-
tural de la villa de Cáceres, hijo legítimo de Nicolás de la Rocha y de doña Sara
de Figueroa, quien en Ytapaya, chacra de Gómez de Solís, recibió en dote la
suma de 8.000 pesos corrientes el 4 de Julio de 155914.
Doña Juana se había casado con Francisco de Saavedra Ulloa en 1561,
quien por cuya dote cobró de doña Luisa de Vivar y de Martín Alonso de los
Ríos -en poder de quien entonces estaba la hacienda del general- 8.710 pesos y
un tomín ensayados. Asimismo, la madre de doña Juana donó otros 2.129 pe-
sos corrientes por cuenta de la Real Audiencia de Lima, que se los debía por
virtud de una ejecutoria favorable sobre los bienes del general. Francisco de
Saavedra también era natural de la villa de Cáceres, hijo legítimo de Juan de
Ulloa y de Francisca de León15.
Finalmente, en 1563, doña Luisa de Hinojosa se vinculaba en matrimo-
nio con Diego Mejía de Ovando, quien recibió en dote y caudal 9.000 pesos de
oro en plata ensayada y marcada de valor de 450 maravedís cada uno, en los
cuales entraron 1.400 en plata corriente que le entregaron Martín Alonso de los

13
Altman, Emigrants and Society; José Macedonio Urquidi, El origen de la noble villa de Oropesa
(Cochabamba: Honorable Municipalidad de Cochabamba, 1971), 81, 85, 86, 1110,162, 163, 228,
236, 258, 271, 292.
14
AMC (Archivo Municipal de Cochabamba) PCC (Protocolos Coloniales de Cochabamba) 4,
Asiento de Canata, valle de Cochabamba, jurisdicción de la ciudad de La Plata, 23.1X.569.
15
ANB EP Vol. 21 Juan García Torrico - La Plata, 23.X.584, f. 375 y v. Testamento de Francisco de
Saavedra Ulloa.
600 ANA MARÍA PRESTA

Ríos, mayordomo que había sido del general y doña Luisa de Vivar, viuda de
Gómez de Solís, a cuenta de lo que debía por la tutoría de su marido16.
Los tres maridos de las mestizas Hinojosa fueron, en forma alternada,
tutores y curadores de las menores y de su madre, confirmando apoderados en
Cáceres y Trujillo de Extremadura, Arequipa y Lima, administrando propieda-
des e invirtiendo los restos de la fortuna del general en el comercio y las activi-
dades agropecuarias17.
Cuando la ley castellana se aplicó definitivamente para dividir los bienes
del general Hinojosa que habían quedado en Trujillo, los mestizos hicieron
lugar a su derecho a reclamar su parte y, en la seguridad de permanecer en
Charcas, decidieron vender sus partes a Cosme de Chaves, otro paisano de su
padre, mercader de efectos de Castilla y frecuente viajero al Perú. Para autori-
zar las transacciones, el entonces alcalde ordinario de La Plata, Licenciado
Polo Ondegardo, interrogó minuciosamente a una de las hijas del general, doña
Juana de Hinojosa, para luego formalizar la escritura de venta de sus bienes
peninsulares.
Frente a un escribano público y testigos, doña Juana expresó al Licencia-
do Polo gestos y frases que representaban sus sentimientos de sumisión de
género, pertenencia, identidad y la segregación de raza y status de alguien que
vivía a su sombra, todo lo cual exponía también sus propios prejuicios. Sabe-
dor de las obligaciones femeninas de obedecer -aún a pesar de su voluntad- las
determinaciones de los maridos, cual experto en medir las presiones y el poder
del género,
“el Licenciado Polo mandó al dicho Francisco de Saavedra se salga
de la casa y aposento donde estaban porque quiere hablar con la dicha
doña Juana de Hinojosa en razón de lo susodicho y el dicho Francisco de
Saavedra, en cumplimiento de ello, se salió fuera como le es mandado (...)
y en presencia de mí, el dicho escribano y testigos, habló con la dicha doña
Juana de Hinojosa y la interrogó y dijo que le dijese si para vender y tras-
pasar los dichos bienes ha sido forzada, apremiada, inducida, herida o

16
ANB, EP Vol 6 Lázaro del Aguila - La Plata, Agosto 12 de 1564, f. ccccly r-v.
17
ANB, EP Vol. 4 Lázaro del Aguila - La Plata, Julio 2 de 1562, ff. lvi - lxii v.; EP Vol. 8 Lázaro del
Aguila - La Plata, Agosto 9 de 1566, ff. 387-393; EP Vol. 21 Juan García Torrico - La Plata, Abril
23 de 1583, f. 375.
ORÍGENES DE LOS LINAJES DE LA PLATA 601
(AUDIENCIA DE CHARCAS), 1540-1640...

maltratada o halagada por el dicho Francisco de Saavedra, su marido, o le


ha puesto algunos temores o hecho otras cosas semejantes por donde la
haya apremiado para hacerlo que se lo diga, porque su merced está allí de
parte de su majestad, como su justicia, y la amparará y defenderá, que el
dicho su marido ni otra persona no le hará hacer cosa contra su voluntad.
A lo cual la dicha doña Juana de Hinojosa respondió al dicho señor alcalde
Lic. Polo con rostro alegre, a lo que parecía que en lo susodicho ni para
hacerlo y otorgarlo no se la había hecho ni hacía fuerza ni otro apremio
alguno, ni ningún inducimiento de amenaza ni halagos por el dicho su ma-
rido ni por otra alguna persona y que antes ella lo ha tratado con el dicho
su marido y lo quiere hacer de su propia voluntad. Y le ha rogado y pedido
le de licencia para hacer ello y otorgarlo porque así le conviene.
Y luego el dicho señor Licenciado Polo, alcalde, le preguntó le diga
qué provecho se le seguía de vender y dar la hacienda que tiene en Castilla,
porque su merced estaba informado ser dineros y rentas, pues Castilla es
mejor tierra que esta, y tierra poblada de cristianos grandes tiempos, aun-
que allá valen los dineros más que en esta tierra y vendiendo lo de allá
podría venir a menos y que siendo como esto es, le diga el provecho que se
le sigue de vender lo susodicho.
Y luego la dicha Doña Juana de Hinojosa dijo y respondió al dicho
señor alcalde que ella es nacida en esta tierra y tiene en ella y consigo a su
madre y que si a España fuese no la podría llevar...”18.

Más allá de la herencia, su administración y argumentos de género, doña


Juana hace uso de sus atribuciones legales, lo cual le da lugar a plasmar un
discurso cultural: el de saberse diferente. Y tras la inhibición de haber nacido
en tierra peruana -de una unión irregular- y aunque asimilada al estrato supe-
rior español, confiesa tener consigo a su madre, a quien por una condición que
no nombra: su origen y su status, no puede presentar en territorio peninsular.
Durante el matrimonio, su marido Francisco de Saavedra Ulloa cumplió fun-
ciones oficiales durante la Visita General ordenada por el Virrey don Francisco
de Toledo, siendo visitador de los carangas. El matrimonio conservó las casas
de morada que fueran del general en La Plata, varias haciendas de pan y maíz

18
ANB, EP Vol. 5 Lázaro del Aguila - La Plata, Febrero 21 de 1563, f. 1128.
602 ANA MARÍA PRESTA

coger, aunque Saavedra Ulloa lucraba con una compañía de comercio que com-
partía con Lope de Luyando en La Plata. Sus vínculos con su patria chica y su
familia quedaban patentizados en su última voluntad. Por cláusula testamenta-
ria, donaba a doña Ana de Ulloa mujer de Hernán Pérez de Holguín, su herma-
na, los 25.000 maravedíes de renta que poseía sobre la dehesa del Carrascal,
propiedad Hernando Alvarez de Toledo Carvajal, a razón de 14.000 el millar19.
Por su parte, el hermano de las mestizas, Gonzalo de Torres Hinojosa
había fallecido en viaje a la península, entre Cartagena y Nombre de Dios, a
comienzos de 1570. En Gonzalo de Torres hubo un acercamiento mayor a su
costado indígena. Fue el único de los hermanos que llamaba a su madre por su
nombre indígena y a la hora de nombrar herederos, no siendo casado, legó una
memoria para testar en favor de un primo mestizo, Jerónimo de Hinojosa, hijo
natural del Maese de Campo Ruy Sánchez de Hinojosa y doña Francisca Toto
Anquilla, india natural del Cuzco20. En 1566, junto a Gaspar Centeno, hijo
mestizo del conquistador Diego Centeno, había sido acusado de un asesinato y,
a la vez, de planificar la muerte del conquistador Ñuflo de Chaves, para luego
organizar un motín e “irse al inga”. Por tales acciones, el fiscal de la Audiencia,
Licenciado Rabanal, se quejaba de no haberlos castigado como competiera, ya
que el Presidente del tribunal había manifestado su oposición a ello y, frente a
su crimen, advierte despectivamente sobre su condición de “mestizos”21.

19
ANB, EP Vol. 21 Juan García Torrico - La Plata, Octubre 23, 1584, ff. 374-381
20
AMC PCC3, Traslado del poder otorgado en La Paz, a Septiembre 9, 1567, 17.587; ANB, EP.
46b Melchor de Roa-La Plata, Diciembre 7, 1597, f. 2542. Jerónimo de Hinojosa fue el cuarto y
último marido de otra mestiza y encomendera, hija natural del Cap. Francisco de Almendras,
doña Inés de Aguiar. Hasta su muerte, doña Inés gozó de la mitad de los indios de Tarabuco que
inicialmente fueran de su padre y cuya mitad heredó al heredar a su primer marido y primo,
Diego de Almendras. Véase: Ana M. Presta, Encomienda, familia y negocios en Charcas colo-
nial. Los encomenderos de la Plata, 1550-1600. (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2000);
Id., “Portraits of Four Women: Traditional Female Roles and Transgressions in Colonial Elite
Famlies in Charcas, 1550-1600.” Colonial Latin American Review Vol. 9, No. 2, 2000: 249-254;
Id., “Encomienda, familia y redes en Charcas colonial: Los Almendras, 1540-1600”. Revista de
Indias Vol. Ivii, Num. 209 (Enero-Abril, 1997): 21-53.
21
LEVILLIER; Audiencia de Charcas, 1:180. Por “irse al inga” entiéndase reunirse con el rema-
nente del estado incaico en el refugio de Vilcabamba que caería en manos castellanas recién en
1572.
ORÍGENES DE LOS LINAJES DE LA PLATA 603
(AUDIENCIA DE CHARCAS), 1540-1640...

Doña Isabel de Alvarado y doña Juana de Hinojosa tuvieron abultada


descendencia. Doña Isabel y Martín de la Rocha fueron padres de nueve hijos
en los cuales combinaron nombres y apellidos de sus antepasados cacereños y
trujillanos (Véase Cuadro 2). Doña Juana de Hinojosa y Francisco de Saavedra
Ulloa procrearon cinco hijas mujeres todas casadas, una de ellas en tres ocasio-
nes aunque más que ello amerita destacarse que los vínculos recrearon la prefe-
rencia por paisanos o descendientes de extremeños (Véase Cuadro 3). Así, doña
Francisca de Saavedra Ulloa se había casado con Juan Gómez de Luna, nieto
de don Gómez de Luna, natural de Badajoz, uno de los primeros encomenderos
de los carangas, quien fuera asesinado por su paisano Francisco de Almendras,
lugarteniente de Gonzalo Pizarro en Charcas al dudar de la lealtad de don Gómez
a su patrón. El matrimonio de estos nietos de fundadores de La Plata duró poco.
Doña Francisca sucedió a su marido en una pequeña encomienda situada muy
cerca de la ciudad de La Plata y reducida en el pueblo de Colpavilque, también
llamado Villaverde de la Fuente. Su hermana doña Paula casó con el cacereño
Juan de Saavedra, hijo de Gonzalo de Saavedra y María Gutiérrez Bocarro,
mientras que doña Isabel lo hizo con un natural de Astorga, Diego Osorio de
Losada, sobrino del presidente de la Real Audiencia Pedro Ramírez de Quiñnes.
Doña Juana contrajo matrimonio con Francisco Páramo de Sande y doña Cata-
lina con Juan Gutiérrez Bernal de Ulloa, ambos cónyuges de raíces extreme-
ñas.

PALABRAS FINALES
El futuro de los hidalgos extremeños que participaron de la gesta con-
quistadora del Perú selló, con suerte diversa, una vida plena de aventuras, bata-
llas permanentes, lucha por adquirir bienestar económico y honor en tierra des-
conocida, en la que la mayoría de ellos echaron raíces y engendraron hijos
mestizos.
La familia Hinojosa en Charcas consiguió multiplicarse y conservar su
memoria genealógica en virtud de su antepasado más ilustre, el general.
En los escasos veinte años que Pedro Alonso de Hinojosa vivó en los
Andes logró convertirse en acaudalado encomendero, rico comerciante, hacen-
dado próspero y padre de una familia a la que no confirió el status de legalidad
pero que reconoció como propia. Fue por ello que los herederos principales de
su fortuna fueron sus hermanos y sobrinos trujillanos que nunca habían pisado
Charcas. Tal el destino de muchos patrimonios amasados en la primera etapa de
la colonia peruana que fluyeron a la Península y produjeron el bienestar de los
herederos favorecidos por la legitimidad del parentesco.
604 ANA MARÍA PRESTA

No obstante, y a pesar de la malversación y el dolo cometido en tierra


americana por apoderados, paisanos tutores y curadores, los mestizos Hinojosa
gozaron de bienestar material y prestigio social, aquel que ofrecía por transfe-
rencia el honor acumulado por el padre conquistador. Ese patrimonio disminui-
do, debido asimismo a la amplitud reproductiva del linaje, comenzó a escasear
a partir de la tercera generación. No obstante, el status prevaleció tras los cono-
cidos servicios del benemérito de la conquista y población de Charcas. El cos-
tado mestizo de los Hinojosa fue soslayado rápidamente por los entronques
con miembros de familias conocidas de la patria chica o sus descendientes
criollos, lo cual proveyó de peculiar identidad a éste, uno de los linajes más
tradicionales del sur andino.

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