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Por Que Seguimos Hablando de Lactancia - JM Olivares

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¿POR QUÉ SEGUIMOS HABLANDO DE LACTANCIA?

José María Olivares Rosell

1. PERSEPECTIVA HISTÓRICA DE LA LACTANCIA MATERNA

Como mamíferos que somos, la lactancia materna ha condicionado nuestra


supervivencia como especie en la práctica totalidad de su historia. Tal es la
contundencia de este hecho que, en cuanto tuvo oportunidad, el ser humano
incluyó la lactancia materna en los primeros códigos legales de los que tenemos
constancia escrita, redactados hace unos 4000 años.

Bien por creencias o por costumbre, las prácticas relacionadas con la


lactancia materna han sido muy diferentes a lo largo de los tiempos y la pervivencia
de su aplicación, con idas y venidas, no siempre dependió de los beneficios reales
para madre e hijo.

1.1 MOMENTO DE INICIO Y DURACIÓN

Hoy día sabemos que el inicio de la lactancia debe realizarse de manera


precoz tras el parto, momento en que el niño se encuentra en un estado de alerta
tranquila y con el reflejo de succión más efectivo. De hecho, la separación madre-
hijo relacionada con rutinas y procesos asistenciales tras el nacimiento se ha
asociado a un mayor fracaso en el establecimiento de la lactancia materna.

El tiempo durante el que un niño debía recibir lactancia materna ha sido


discutido desde épocas antiguas en tratados sobre alimentación de la infancia.
Factores como las costumbres sociales, la adecuación a las posibilidades de la
alimentación, o incluso la disponibilidad de sustitutos artificiales han aparecido
como los principales condicionantes.

Las leyes de Eshnunna y en el código de Hammurabi (s. XX- XIX a.C.)


anteriormente referidos establecen, en relación con la conducta de las nodrizas, un
tiempo aproximado de lactancia de 3 años. No obstante, dado que entre las
obligaciones de las nodrizas también estaba el cuidado de los niños, cabe pensar
que no todos fueran alimentados a pecho hasta esa edad.

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Proyecto MÍMALA. ¿Por qué seguimos hablando de lactancia?
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Textos apócrifos de la Biblia (Evangelio de Pseudo-Mateo y Evangelio de la
Natividad de María) también hacen referencia a los tres años como edad del
destete. El Corán establece que la lactancia debe alargarse hasta los dos años de
edad, si bien permite un destete más temprano si los progenitores están de
acuerdo.

A finales del siglo XVIII, Jaime Bonélls, médico de Cámara de los Duques de
Alba, aconsejaba iniciar la lactancia pocas horas después del parto y destacaba la
importancia de tomar los primeros calostros. Esta idea contravenía la costumbre de
la medicina hipocrático-galénica de no iniciar la lactancia hasta pasados dos o tres
días, al considerar el calostro una leche insana que se debía evitarse.

Como nota a destacar, la ictericia del recién nacido se había relacionado de


manera errónea con el color amarillento del calostro, hecho que ha contribuido a la
persistencia de esta práctica hasta nuestros días en diferentes lugares del mundo.

Jules Hatin, a mediados del siglo XIX, recomendaba iniciar la lactancia poco
después del nacimiento con el fin de beneficiarse del efecto laxante que ayudara en
la emisión de meconio. Así mismo, afirmaba que la lactancia precoz favorecía el
moldeamiento del pezón y la secreción láctea.

Aunque todas estas prácticas habían llegado al ámbito científico y


académico (llegaron a plasmarse en libros de texto), en la práctica asistencial,
médicos y parteras seguían recomendando la lactancia materna pasado el primer
día de nacimiento. Clásicos como Avicena recomendaban no dar el pecho hasta
pasados varios días coincidiendo con el fin de los calostros, proponiendo, hasta
entonces, la lactancia por parte de otra madre reciente.

Sin llegar a tales extremos, continuó la costumbre de separar a madres y


recién nacidos tras el parto con el fin de favorecer el descanso de ambos hasta
bien entrada la década de 1980. Esta costumbre se había mantenido con
independencia del tipo de parto, domiciliario u hospitalario.

El momento del cese de la lactancia materna no siempre tenía en cuenta las


necesidades del niño. La práctica más habitual consistía en separar las tomas con
la finalidad de que la secreción fuera disminuyendo. En otras situaciones, se
recurría a la táctica de hacer ver al niño que la alimentación al pecho no estaba

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José María Olivares Rosell
disponible, aplicando sustancias en el pezón que le dieran mal sabor o generando
miedo y/o rechazo mediante la colocación de pieles de animales sobre el pecho
materno.

Una de las causas que tradicionalmente más ha condicionado el fin de la


lactancia ha sido la presencia de una nueva gestación, bajo la creencia de que
mantener la alimentación al pecho podía ser nocivo tanto para la madre como para
el futuro hijo.

1.2 LACTANCIA MERCENARIA Y SOLIDARIA

Con el desarrollo de las sociedades llegó la estratificación social. Cuando las


madres no podían o no querían amamantar a sus hijos (en ocasiones era una
práctica mal considerada en las clases sociales más altas), los hijos de las clases
más acomodadas podían ser amamantados por mujeres de clase social inferior o
necesitada. Éstas podían acceder tanto de manera voluntaria (con o sin
remuneración), como obligatoria, como era el caso de siervas o esclavas.

Surgió así la tradición de las amas de cría o nodrizas, encargadas de la


alimentación, aunque también de los cuidados y educación de un niño
perteneciente a otra familia. Al hecho de amamantar a un niño perteneciente a otra
familia recibiendo alguna contraprestación a cambio se la ha llamado lactancia
mercenaria, en contraposición a la lactancia solidaria, en la que no estaba
establecida una recompensa.

Las referencias más antiguas a este tipo de lactancia ya las encontramos en


los mencionados textos de Eshnunna y Hammurabi, que reflejan las normas que
regulan las condiciones, obligaciones y pagos a nodrizas. Sobre la figura de la
nodriza, también puede encontrarse varias referencias en distintos libros del
Antiguo y Nuevo Testamento, donde aparece relacionada con la crianza de niños
pertenecientes a familias nobles o acomodadas.

En la Grecia Clásica, las nodrizas con fama de ser mejores tenían una gran
consideración entre la población. Platón las prefería a las propias madres. En su
Historia Animalium, Aristóteles hace referencia a la lactancia y describe el
procedimiento para determinar si la leche de una mujer (fuera de la misma madre o
de una nodriza) era adecuada para el niño. En dicha obra, y con consecuencias

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que perdurarán durante siglos, establece que la leche de los primeros días
(calostro) no debe ser ingerida por el recién nacido.

En el Imperio Romano, las mujeres pertenecientes a las clases más altas


empleaban a nodrizas para amamantar a su descendencia. En su tratado Gynecia,
Sorano de Éfeso también refleja las características que ha de presentar una
nodriza, haciendo referencia a su estilo de vida, alimentación y formas de lactancia.
A pesar de todo, en la sociedad romana de la época la madre que daba de mamar
a sus propios hijos era la que mejor consideración social tenía.

A partir del siglo VII hallamos referencias al sistema de nodrizas en el Corán,


al que no muestra objeciones si mediaba el consentimiento de los progenitores y la
remuneración de la mujer contratada.

En España, las primeras referencias durante la Edad Media aparecen en las


Partidas de Alfonso X. Esta obra refleja la buena consideración de las nodrizas
para la crianza de príncipes e infantes y establece las cualidades que impulsan su
elección (buena salud y bien parecidas, buena y abundante leche y buen linaje con
buenas costumbres). Estas cualidades, coincidentes con las establecidas por
Sorano de Éfeso en Gynecia, serían seguidas por médicos en sus
recomendaciones para la lactancia mercenaria hasta el siglo XX. El interés hacia
las costumbres y el aspecto de la nodriza radicaba en la eventualidad de que las
conductas fueran transmitidas no solo por la socialización sino también a través de
la propia leche materna.

En Francia, en el periodo comprendido entre los siglos XIII al XIX, las


mujeres de clase media y alta empleaban nodrizas, leches de otros animales o
preparados de cereales en la alimentación de sus hijos. El médico Ambroise Paré
y, posteriormente, su discípula matrona Louise Bourgeoise, harán referencia a
consejos para la elección de una buena nodriza. En la Italia del siglo XIV se
estableció la costumbre de enviar al campo a los niños de las clases medias
urbanas y nobles con un ama de cría (balia) durante un periodo promedio de dos
años. Durante el Renacimiento, la expansión de la lactancia mercenaria fue de tal
envergadura que, muy especialmente en Francia e Italia, la mayor parte de las
mujeres de clase humilde amamantaban simultáneamente a más de un niño: el
propio y el que quedaba a su cuidado.

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Considerando el efecto anticonceptivo de la lactancia natural, las clases más
humildes tenían, por término medio, una fecundidad limitada a un nacimiento cada
dos años, lo que pudo constituir un efectivo control de natalidad entre la población
campesina. En el otro lado, la fecundidad no controlada por lactancia entre las
clases más ricas implicaba periodos intergenésicos más cortos con descendencias
de hasta 15-20 hijos, eso sí, diezmadas a expensas de una gran mortalidad infantil
a pesar de contar con buenas nodrizas y mejores cuidados. En este sentido, se ha
de tener en cuenta que el principal cometido de las mujeres de la alta nobleza
como reinas y princesas era asegurar la mayor descendencia posible.

En Francia, la lactancia mercenaria, que hasta el siglo XVI era una práctica
de las clases más altas, se extendió a la burguesía en el siglo XVII y alcanzó en el
XVIII a las clases populares estableciéndose una relación de dependencia entre los
grupos sociales más y menos favorecidos: los primeros para poder hacer frente a
sus compromisos sociales y los segundos con la finalidad de obtener un sustento
económico. En esta nación, el sistema de nodrizas llegaría a niveles de práctico
predominio. Ello la llevó a ser el único país de Europa que legisló sobre la materia.
Durante el siglo XVIII, fueron promulgadas leyes que, por un lado, protegían a las
criaturas alimentadas por nodrizas y, por otro, garantizaban las condiciones y
remuneración de éstas. En 1769 se crea en París la Oficina de Nodrizas (Bureau
des Nourrices), dependiente del gobierno y que llegó a reclutar a 15.000 amas de
cría.

En Inglaterra, a principios del siglo XVIII, menos de la mitad de los niños


recibían lactancia de sus madres y las nodrizas eran designadas según lactaran
(wet nurse) o no (dry nurse).

Los Países Bajos fueron la excepción europea a la lactancia mercenaria


durante los siglos XVI y XVII. Promovida desde la Administración, una moral
basada en el hogar y la crianza natural caracterizaba a la buena madre como
aquella que amamantaba a sus propios hijos. Todo ello condicionó la existencia de
un menor número de nodrizas y, posiblemente, una mortalidad infantil menor que la
de sus países vecinos durante dicho periodo.

En el siglo XVIII, la prensa española de la época reflejaba una situación


paradójica con respecto a la lactancia mercenaria: mientras prevenía de los

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peligros asociados al uso de amas de cría, proliferaban los anuncios que ofertaban
o solicitaban nodrizas. En ellos, quedaba incluida información sobre la edad, estado
civil, limpieza de sangre, meses transcurridos desde el nacimiento del propio hijo,
intención de lactancia en domicilio propio o el de los progenitores, o incluso la
posibilidad de que fuera “media teta”.

En el siglo XIX encontramos los ejemplos de Estados Unidos y Rusia en los


que, salvo en la nobleza afrancesada de ésta última, el sistema de crianza por
nodriza no gozaba de gran popularidad. En contraposición, en Alemania aún era
generalizado el uso de amas de cría.

El desarrollo de los sistemas de fabricación y conservación de leche artificial


a partir de finales del siglo XIX relegó la lactancia mercenaria a posiciones cada
vez más minoritarias. No obstante, persistiría de manera más o menos visible hasta
la segunda mitad del siglo XX, fundamentalmente en forma de nodrizas internas en
centros que atendían a niños hospitalizados.

En España hubo iniciativas legislativas orientadas a las características y


obligaciones que afectaban a las nodrizas. Tal fue el caso de la Ley de Protección
a la Infancia (1904) y su Reglamento de aplicación (1908) así como el Reglamento
sobre Puericultura y Primera Infancia (1910). Instituciones como hospicios y casas
de acogida aplicaron normativas referentes a las nodrizas tales como su edad,
estado civil, edad del hijo propio así como revisiones de salud a las que debía estar
sujeta. No obstante, la consideración, remuneración y condiciones laborales de
estas nodrizas era peor que las contratadas particularmente (demora de cobros,
varios niños a su cargo, necesidad estar disponibles por si había algún caso nuevo
que atender en la llamada lactancia de auxilio). Ello provocó estrategias y
subterfugios encaminados a evitar los controles institucionales. En la práctica, la
legislación en materia de amas de cría no se veía cumplida y acababa resultando
en simples recomendaciones individuales.

Médicos y puericultores abogaron por el fin de la lactancia mercenaria en


España a finales de la década de 1930. Sin embargo, los problemas planteados
con muchos de los sucedáneos de leche materna hicieron difícilmente sostenible
esta postura.

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Aunque la retribución económica de las amas de cría no era mucha, podía
resultar vital para una economía humilde. No obstante, es probable que en algunos
casos coexistieran otras causas para el ejercicio de la lactancia nodriza, tales como
razones morales que impulsaran dar uso benéfico a una producción láctea
abundante, la compensación emocional de un hijo que hubiera fallecido o el deseo
de retrasar un embarazo por el efecto anticonceptivo de la lactancia.

Aunque esta práctica fuera más habitual en familias acomodadas, en


ocasiones los estratos más humildes se encontraban forzados a buscar los
servicios de un ama de cría. Tales eran los casos de fracaso previo de lactancia
materna que habían conducido al fallecimiento de un hijo anterior, o bien la
enfermedad o fallecimiento de la madre.

1.3 LACTANCIA SOLIDARIA

También conocida como lactancia de auxilio, no perseguía una retribución


material. Fue una práctica habitual en el mundo rural hasta la segunda mitad del
siglo XX. Enfermedades o fallecimiento materno, complicaciones puerperales,
hipogalactia y otros problemas con la lactancia fueron causa común de esta
lactancia. Era propiciada por la red social cercana (parientes o vecinas) que se
ofrecían para alimentarlo puntualmente. Se solían repartir las tomas, haciendo más
ligera la carga y evitando la privación a los hijos propios, a la vez que servían como
puente hasta encontrar una nodriza.

Desde tiempos pretéritos, era sabido que algunas infecciones podían


transmitirse a través de la lactancia materna. Esta era una de las razones por las
que se recomendaba exámenes médicos en las contrataciones de nodrizas. Dicha
precaución no solía establecerse en el caso de parientes o conocidas que
practicaban la lactancia de auxilio. Ello fue causa de transmisión de enfermedades
como la sífilis y la tuberculosis, relativamente prevalentes en nuestro país, sobre
todo esta última, hasta la década de 1960. La emergencia del VIH-SIDA en la
década de 1980 fue el punto de inflexión que hizo tomar conciencia de los riesgos
de esta práctica sin control previo.

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Dentro del concepto de lactancia solidaria, podemos incluir la llamada
lactancia altruista, que hace referencia a la donación de un excedente de leche
materna a bancos de leche presentes en algunos hospitales. Estos bancos
recolectan, analizan, procesan y conservan la leche materna. La donación no
conlleva retribución económica y es anónima, tanto para donantes como
receptores. Estos últimos suelen ser recién nacidos prematuros o con necesidades
nutricionales especiales y no disponen de leche de su propia madre.

2. EPIDEMIOLOGÍA

2.1 INDICADORES

• Inicio de lactancia materna en la primera hora de vida:

El inicio precoz de la lactancia contribuye al establecimiento de la lactancia


materna exclusiva y se relaciona con una mayor duración de la misma. Además,
esta práctica lleva a la colonización intestinal del recién nacido por la flora
bacteriana procedente de la madre. El resultado es una programación del ambiente
microbiológico intestinal del recién nacido con futuros beneficios para su sistema
digestivo, inmune, endocrino-metabólico y cardiovascular.

A pesar de estos beneficios, se estima que menos de la mitad de los recién


nacidos en el mundo son puestos al pecho en la primera hora de vida. No
disponemos de datos en los países más desarrollados.

• Lactancia materna entre los cero y cinco meses de vida:

Los beneficios de la lactancia materna han demostrado ser dependientes de


la dosis. Haber recibido lactancia materna en algún momento ya es mejor que no
haberla recibido. En este sentido, uno de los mejores indicadores es el
mantenimiento de la lactancia materna en los primeros 6 meses de vida.

A nivel mundial, si bien el inicio de lactancia materna es mayoritario en casi


todos los países, existe un descenso progresivo en los primeros meses de vida.
Las causas de ello son diversas. Según datos globales de UNICEF publicados en
2016, algo más del 40% de los niños continúan con lactancia materna a los 6
meses de vida, con notables diferencias entre países.

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Donde se dispone de datos evolutivos, el porcentaje de lactancia materna
exclusiva a los 6 meses, en el periodo 1995-2015, se incrementó a nivel global de
un 25 a un 43%. Los incrementos más importantes correspondieron al sur de Asia
(36% a 64%) y África Subsahariana (28% al 42%). Con datos existentes hasta
2008, algunas zonas de Europa (Central y Este) también vieron incrementado el
porcentaje, aunque en menor cuantía (19% al 27%).

En Australia, en 2010, el 90% de las mujeres iniciaban lactancia materna,


aunque solo continuaba un escaso 2% a los 6 meses. En Estados Unidos, en 2013,
el porcentaje lactancia materna descendía del 76% al nacimiento al 16% a los 6
meses de edad. En Europa, conforme a datos de 2005 pertenecientes a la
Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, los mejores resultados
de inicio de lactancia materna los presentaban los países nórdicos con cifras
cercanas al 100%, si bien el porcentaje se desplomaba por debajo del 20% a los 6
meses. Reino Unido mostró el descenso más acusado, pasando de una lactancia
materna al nacimiento en proporciones cercanas al 80% a valores inferiores al 1%
a los 6 meses.

En España no existe un sistema oficial de seguimiento de la lactancia. La


mayoría de los datos proceden de encuestas puntuales y ámbito local realizadas en
su mayor parte por profesionales sanitarios o Encuesta Nacional de Salud (ENS. Al
no utilizar los métodos e indicadores recomendados por la OMS la comparabilidad
de resultados con otras naciones se ve comprometida.

Conforme a cifras extraídas de las ENS, el porcentaje de lactancia materna


exclusiva y parcial en nuestro país a las 6 semanas se mantiene estable en torno al
70%. En los últimos 15 años, hemos asistido a un aumento de los porcentajes de
lactancia materna a los 3 y 6 meses de vida (66% y 47% respectivamente).
Conforme también a esta encuesta, la última duración media estimada de la
lactancia materna en nuestro país fue de unos 6 meses. En este sentido, el
porcentaje de lactancia materna exclusiva a los 6 meses en 2012 quedaba en torno
al 29%, valores que, si bien se mostraban parecidos a los globales a nivel europeo,
quedan lejos de las recomendaciones de la OMS.

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• Lactancia materna al año y a los dos años de vida:

A nivel global, el porcentaje de lactancia materna al año de vida es del 74%,


reduciéndose al 46% a los 2 años. Considerando todos los intervalos de edad, los
porcentajes más altos se encuentran en África Subsahariana y Sur de Asia, con
casi un 70% de niños que continúa recibiendo lactancia materna a los 2 años.

UNICEF carece de datos de los países con mayores ingresos. Se ha


estimado recientemente que sólo un 20% continúa con Lactancia materna al año
de vida, con grandes diferencias según países (35% Noruega, 27% Estados
Unidos, 16% Suecia, <1% Reino Unido). Por el momento, no se dispone de datos
de la situación a los 2 años de vida en estos países.

• Lactancia materna según la situación socioeconómica

Existe la tendencia a encontrar mayores porcentajes para todos los


indicadores de lactancia materna en aquellos países con menos recursos. A su
vez, en estos países, las clases menos favorecidas son las que tienden a mantener
la lactancia materna durante más tiempo. De manera inversa, en los países con
más riqueza, las madres de las clases más favorecidas son las que más
amamantan y durante más tiempo.

2.2 CONCLUSIÓN EPIDEMIOLÓGICA

A pesar de su importancia, la práctica de la lactancia materna no está bien


establecida globalmente, y con especial significación en los países más
desarrollados. Si bien se ha avanzado en este aspecto, estamos lejos de lo
propuesto por la OMS. Considerando las muy distintas circunstancias de cada una
de las naciones y de sus propias sociedades, parece razonable que las acciones
dirigidas a mejorar esta situación sean planeadas considerando estas
particularidades.

En España sería conveniente mejorar el sistema de seguimiento de la


lactancia materna. Por los datos que disponemos, es necesario implementar
acciones dirigidas a incrementar el porcentaje de inicio y duración de la lactancia
materna. Cualquier estrategia en este sentido debe contar con una participación
multidisciplinar e involucrar al sistema sanitario, social y laboral en su conjunto.

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3. IMPORTANCIA DE AMAMANTAR

Existen pruebas científicas de la disminución en incidencia y gravedad de


diversas enfermedades agudas y crónicas, tanto de los niños que reciben lactancia
materna como de las madres que amamantan. La mayor parte de los estudios que
muestran estos beneficios están basados en comparaciones entre lactancia
materna exclusiva durante 4 o 6 meses (algunos incluso menos tiempo) y lactancia
artificial.

3.1 VENTAJAS PARA LA MADRE

Amamantar ha demostrado, con un nivel de evidencia A, importantes


beneficios para la salud física de la madre. A corto plazo, se ha evidenciado una
disminución del sangrado posparto, disminuyendo incidencia de anemia. A medio
plazo, la recuperación del peso previo al embarazo se produce antes, hay una
menor incidencia de ferropenia y el periodo entre embarazos se espacia. A largo
plazo, se ha constatado una disminución del riesgo de cáncer de mama
premenopáusico y ovárico, y una disminución del riesgo de fracturas vertebrales y
de cadera en la posmenopausia. A todo esto, hay que sumar el bienestar
emocional que proporciona la oportunidad que brinda para un mejor
establecimiento del vínculo afectivo madre-hijo.

3.2 VENTAJAS PARA EL RECIÉN NACIDO

En muchas de ellas, existe un efecto dosis respuesta; es decir, a mayor


duración, mayores ventajas.

• Protección frente a infecciones respiratorias, otitis, infecciones


gastrointestinales e incluso urinarias:

Teniendo en cuenta que el sistema inmunológico tarda entre dos y seis años
en madurar, la leche materna continúa complementando y ayudando al sistema
inmune mientras el niño la siga recibiendo. En países en desarrollo, la ventaja
potencial más importante de la lactancia materna prolongada está relacionada con
la morbilidad y mortalidad de enfermedades infecciosas, especialmente las
gastrointestinales y respiratorias. La morbilidad por enfermedades de vías

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respiratorias bajas es significativamente menor en aquellos que no interrumpen la
lactancia antes de los 12 meses.

• Protección perfil endocrino-metabólico:

La lactancia materna se asocia con efectos positivos sobre una menor


incidencia en diabetes tipo 1 y 2, obesidad, hipertensión y dislipemia.

Diversos estudios sugieren la relación entre diabetes tipo 1 y la introducción


antes del primer año de vida de productos que contienen proteínas de leche de
vaca intactas. Se ha planteado que la similitud estructural entre las proteínas de
leche de vaca y antígenos presentes en células beta pancreáticas ocasionaría una
reactividad cruzada inmunológica.

Con respecto a la obesidad, se ha planteado que la dieta en edades


tempranas de la vida condicionaría las concentraciones de leptina, hormona
encargada de regular el apetito. De esta manera, la dieta de la infancia influiría en
el riesgo de obesidad en el adulto. Con un efecto dosis-respuesta relacionado con
la duración de la lactancia materna, la prevalencia de obesidad entre quienes la
recibieron sería menor que en los alimentados con fórmula.

• Protección frente al Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL):

Algunos autores habían encontrado un papel protector de la leche materna


en el SMSL, que aumenta en relación a la duración de la lactancia.

• Crecimiento y desarrollo:

La lactancia materna prolongada ejerce un efecto positivo para el


crecimiento lineal, fundamentalmente en los medios más desfavorables (tercer y
cuarto mundo) cuyos suministros de agua no puede garantizar su salubridad. En
este ambiente, se ha demostrado que, a mayor duración de la lactancia, mayor
ganancia en longitud y en peso.

Por otro lado, se ha de destacar que en ambientes desarrollados, los niños


amamantados ganan menos peso y son más delgados al final del primer año de
vida que los alimentados con fórmula artificial. Las pruebas científicas demuestran
que la leche humana es el mejor alimento para el lactante, por lo que es lógico que

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la valoración del crecimiento fisiológico deba hacerse teniendo en cuenta el patrón
de crecimiento de los niños amamantados.

• Potencia el desarrollo intelectual:

La leche materna tiene componentes específicos fundamentales para el


desarrollo del cerebro. Existe una relación entre la lactancia materna y un mejor
desarrollo cognitivo y de las habilidades motoras, con un efecto dosis-respuesta en
relación a la duración de la lactancia.

• Mejor desarrollo dental con menos problemas de ortodoncia y caries.

• Mayor digestibilidad.

• Beneficios emocionales:

Diversos estudios describen los beneficios psicológicos de la lactancia


materna prolongada, donde el entorno y las características de las madres que
amamantan contribuyen a ello. La lactancia prolongada proporciona no sólo
alimento sino consuelo, ternura y comunicación entre madre e hijo. A pesar de
muchos prejuicios populares en relación con la lactancia prolongada, no hay
evidencia de asociación con problemas de desajuste emocional o social sino más
bien al contrario.

3.2 VENTAJAS PARA LA SOCIEDAD Y EL MEDIO AMBIENTE

El carácter gratuito de la lactancia materna supone un ahorro en la


adquisición de fórmulas artificiales y utensilios implicados en su preparación. De
esta forma, se traduce en una reducción de los gastos sanitarios. También ofrece
una protección ante la problemática familiar y laboral que deriva de los procesos
infecciosos intercurrentes, al disminuir su frecuencia y gravedad.

Respecto a la protección del medio ambiente, al tratarse de un recurso que


no necesita envases ni procesamiento que consuma energía o genere emisiones
de CO2 como la leche de fórmula, constituiría una alternativa más sostenible.

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4. RIESGOS DE LA ALIMENTACIÓN CON SUCEDÁNEOS
La lactancia materna exclusiva debe considerarse la referencia en lo que a
alimentación del lactante y niño pequeño se refiere. Por ello, parece razonable
exigir que los sucedáneos empleados como alternativa demuestren la ausencia de
efectos perjudiciales sobre la salud del lactante y de su madre en el corto y largo
plazo, así como resultados similares en desarrollo ponderoestatural o psicomotor.
Por ello, revirtiendo la carga de la prueba, no debería ser necesario resaltar los
beneficios del amamantamiento, sino considera los riesgos que, asociados al
empleo de sucedáneos, comenzando por la privación de los potenciales beneficios
aportados por la lactancia materna referidos anteriormente.

La fórmula, incluso la mejor, es sólo un alimento que reemplaza la mayoría


de los componentes nutricionales de la leche materna, mientras que la leche
materna es un complejo fluido nutricional vivo que contiene anticuerpos, enzimas,
ácidos grasos de cadena larga y hormonas, muchos de los cuales simplemente no
pueden incorporarse en la fórmula.

• Mayor riesgo de infecciones.


La lactancia artificial no aporta ningún elemento defensivo para el bebé. A
diferencia de la leche materna, carece de agentes con función inmune como los
fagocitos o linfocitos T, IgA específicas y sustancias antimicrobianos como la
lactoferrina (impide el uso del hierro por las bacterias al quelarlo) , la lisozima
(elimina los peptidoglicanos bacterianos), la fibronectina y el factor C3 del
complemento (actúan como opsoninas) , la mucina (posee un efecto protector
frente al rotavirus) o los oligosacáridos (moduladores de inflamación).

• Inconvenientes para el sistema digestivo


La leche artificial es menos digestiva que la materna y el vaciamiento
gástrico con la primera es hasta el doble de lento con la fórmula. También se ha
descrito un retraso en la eliminación de meconio y una mayor frecuencia de reflujo
gastroesofágico en los niños alimentados con leche artificial. Especialmente
importante en el caso de bebés prematuros, la leche de fórmula enlentece la

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maduración intestinal, favorece el establecimiento de una flora intestinal
predominantemente patógena e incrementa el riesgo de enterocolitis necrotizante.
Por otro lado, los alimentos ingeridos por la madre modifican ligeramente el
sabor de la leche materna, induciendo una variabilidad en las propiedades
organolépticas de la misma que podrían facilitar el tránsito a la alimentación
complementaria.

• Mayor riesgo de enfermedades crónicas.


Que la leche artificial no posea un efecto inmunomodulador así como que el
intestino del bebé alimentado con fórmula sea más tiempo permeable a las
macromoléculas, la convierte en un factor de riesgo para alergias, enfermedades
inflamatorias y autoinmunes así como algunos tipos de cáncer.

Una lactancia mayor o igual a 4 meses ejerce un papel protector frente


asma, sibilancias, y síntomas de enfermedad alérgica.

La enfermedad celíaca debuta más precozmente y con mayor frecuencia en


lactantes alimentados con fórmula. En el otro lado, se ha visto que el efecto
protector de la lactancia materna ocurre cuando ha tenido lugar durante y hasta
unos meses después de la introducción del gluten.

Se ha encontrado una relación entre la alimentación con lactancia artificial


durante los primeros 3-6 meses y el desarrollo de diabetes mellitus tipo 1 en
personas genéticamente predispuestas. De hecho, la Academia Americana de
Pediatría recomienda la lactancia materna y evitar productos con proteínas de
leche de vaca intactas durante el primer año de vida en familias con historial
positivo de este tipo de diabetes.

La lactancia artificial es un factor de riesgo de obesidad, bien asociado a un


mayor aporte de proteínas y micronutrientes o la mayor facilidad de sobrealimentar
a través de un biberón.

Revisiones sistemáticas recientes apuntan a un ligero incremento del riesgo


de leucemia aguda y linfoma en la infancia, estableciendo un efecto dependiente de
dosis.

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• Peor desarrollo cognitivo.

Se ha comunicado que el desarrollo intelectual de las personas alimentadas


con fórmula es significativamente peor que el de quienes recibieron lactancia
materna, incluso ajustando por factores de confusión como el nivel socioeconómico
de los progenitores. Esta diferencia es todavía más llamativa en la población de
prematuros.

• Una oportunidad perdida para intensificar el vínculo afectivo.


El contacto estrecho durante el amamantamiento con intercambio de olores
y sonidos, la secreción de oxitocina en sangre materna favorecen sentimientos de
bienestar, reducen el estrés y colaboran en el establecimiento de un vínculo
afectivo entre madre e hijo.

• Síndrome de la muerte súbita del lactante

El síndrome de muerte súbita del lactante ocurre con mayor incidencia global
en los lactantes no amamantados con una relación dosis-respuesta, en la que a
menor tiempo de amamantamiento, mayor incidencia de muerte súbita.

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Proyecto MÍMALA. ¿Por qué seguimos hablando de lactancia?
José María Olivares Rosell
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