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Toltecayotl, El Legado de Quetzalcóatl

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Toltecayotl,el legado de Quetzalcóatl

LA PALABRA EQUIVALENTE A LA "TOLTECÁYOTL" ES


"TOLTEQUIDAD", QUE HACE REFERENCIA A LA ESENCIA Y
CONJUNTO DE CREACIONES DE LOS TOLTECAS, EN
PARTICULAR DE LOS NAHUAS QUE FUNDARON MÉXICO
-TENOCHTITLÁN EN 1321.

Toltecáyotl es el conjunto de las artes e ideales toltecas, por lo que


la búsqueda del origen de la Toltecáyotl es la búsqueda del origen
de todas las artes.
De acuerdo con textos nahuas recopilados principalmente por
Fray Bernardino de Sahagún, Tula, era considerada la ciudad
creadora de las artes.
Se considera a Tula como la ciudad de las artes por ser el primer
lugar donde vivió el Gran Sacerdote Quetzalcóatl. La huella que
dejó fue tan grande, que fue en su personalidad en la que se
enfocaron los ideales y las artes de los toltecas.
La ciudad de Tula es testimonio material del desarrollo del arte y
las prácticas toltecas. Por ello no sorprende que, en épocas
tardías, encontremos otras ciudades también con este nombre,
por ejemplo Tula-Cholollan y Tula-Teotihuacán. La Tula de
Quetzalcóatl recibió el nombre de Tula-Xicocotitlan.
Como vimos anteriormente, existieron por lo menos tres Tulas,
tres ciudades donde la herencia de Teotihuacán está materializada
en la pintura, la escultura, la arquitectura y la cerámica. De
acuerdo con esto, los primeros elementos de la toltequidad
aparecen, antes que en cualquier otro lugar, en Teotihuacán.
Los toltecas de Tula, quienes fueron el nuevo grupo náhuatl que
llegó al centro de México, absorbieron gran parte de la cultura
teotihuacana, por lo que este nuevo pueblo tolteca es el heredero
y modificador de lo creado primero por Teotihuacán.
Teotihuacán tuvo una enorme influencia en la aparición de ciertas
características en algunas culturas de la región. En especial la
Zapoteca en Monte Albán, pero también en algunas
características de la cultura maya. Uno de los principales aportes
a la cultura maya fueron las técnicas de construcción, que se
difundieron por toda América central y perduraron hasta la
Conquista. Otra de sus grandes influencias fue la pintura y la
cerámica.
La tradición histórica mural comenzó con la pintura teotihuacana.
Los murales están llenos de simbolismos, tantos que ha resultado
muy difícil catalogarlos, identificarlos e interpretarlos.
Algunos de los símbolos más importantes que aparecen en la
pintura teotihuacana son la serpiente emplumada, haciendo
referencia al mito del Dios y Gran Sacerdote Quetzalcóatl, el glifo
de ollin, signos acuáticos, águilas, tigres, corazones y cuchillos
para el sacrificio. Todos los símbolos están relacionados con los
dioses. Recordemos que hasta este momento los principales
dioses eran Quetzalcóatl y Tláloc, y recién con el auge de los
aztecas Huitzilopochtli se convirtió en el dios principal.
Todos los símbolos desarrollados en Teotihuacán son los que dan
las bases para las representaciones religiosas de las culturas
posteriores.
La Toltecáyotl, es la esencia y el conjunto de las creaciones de los
toltecas. Pero es también la condensación de un mundo de
relaciones culturales.
Toltecáyotl es el legado de Quetzalcóatl. Es el concepto
prehispánico que nos remite al conocimiento, la sabiduría, la
destreza artística y el desarrollo astronómico.
Toltecáyotl es el concepto que nos habla de lo extremadamente
refinada y rica que era la cultura náhuatl.
Toltecáyotl abarcaba la pintura, la escritura, el calendario, la
astronomía, la música, el buen comer, la bondad, el diálogo con
los dioses y con uno mismo, la rectitud en el trato de los seres
humanos. Todas prácticas que forjaron las instituciones que dieron
estructura a su visión del mundo.
Se debe tomar en cuenta que lo hemos llegado a escuchar como
“el fin”, o “la caída” del imperio teotihuacano o de muchas otras
culturas, no significa que se acabaron y tiempo después nacieron
otros pueblos y culturas, sino que ese fin o caída fueron producto
de un largo y complejo proceso que resultó en la herencia y
modificación de otras prácticas y creencias.

La palabra quincunce es de origen latino, y se usa para nombrar a


la geometría formada por 4 puntos que dibujan un cuadrado, y al
centro del mismo un elemento más. Ha sido un símbolo recurrente
en numerosas culturas del mundo, y en las mesoamericanas una
constante en diversas civilizaciones.

Su manifestación más conocida está en la cultura mexica, conocido


como nahui ollin, este signo engloba la concepción del universo,
del tiempo y del espacio. Es el eje del cual parten los 4 rumbos del
universo y su centro representa el punto justo de encuentro entre el
cielo y la Tierra. En su manifestación artística más conocida aparece
en la Piedra del Sol, y su uso prevalece hasta nuestros días.

Su presencia está en prácticamente todas las grandes civilizaciones


mesoamericanas, desde los olmecas, Toltecas, mayas y mexicas.
Su significado es la representación del espacio- tiempo.

Los sabios de las culturas prehispánicas dividían por igual al ser


humano y al universo en 4 partes a través de dos ejes imaginarios,
uno longitudinal y el otro transversal, haciendo en el ombligo su
centro, el cual tiene el valor de punto central y simboliza el
reencuentro del cielo y de la tierra. Lograr el equilibrio significa la
elevación del ser.
El ser humano es punto de contacto entre lo divino y lo mundano,
entre la materia y el espíritu, entre el cielo y la tierra.

El punto central del cuerpo, la región del ombligo, es uno de los más
importantes en el pensamiento mesoamericano, ligado a la idea del
punto central de la superficie de la tierra, la casa del dios del fuego,
sitio por el que el eje cósmico permitía la comunicación con el cielo y
con el inframundo.

Así entonces el ser humano queda dividido en cuatro partes y


representan los cuatro puntos cardinales o rumbos de la existencia.
Sin embargo, existe un quinto punto, una quinta dirección
NOSOTROS, lo cual indica nuestra misión como mujeres y hombres
y es caminar en equilibrio con el todo.

Los antiguos sabios toltecas buscaron por diferentes caminos el arte


de vivir en armonía, armonía que lograron a través del equilibrio. Lo
que es equilibrado y armónico es bello. Por eso, las armas del
“Guerrero de la Muerte Florecida” son simbólicamente “la Flor” y “el
Canto”, metáfora que alude a la flor como belleza y al canto como
sabiduría.

Con “Flor y Canto” los guerreros buscan equilibrar los cuatro


Rumbos de la Existencia, porque los Toltecas simbólicamente
dividen el cuerpo humano en cuatro partes. Como dijimos
anteriormente, una de las líneas atraviesa transversalmente al ser
humano a la altura del ombligo, dividiéndolo en una mitad superior
que va desde la cintura a la cabeza. Simboliza el Cielo, la cual a su
vez es representada con el ave de más bello plumaje, el Quetzal, y
en conjunto estos símbolos se asocian al Espíritu.

La segunda parte de la cintura a los pies simboliza la Tierra, que a


su vez, se representa con la serpiente que repta sobre ella y que en
lengua náhuatl se nombra Coatl.

En conjunto, ambos símbolos se asocian con la materia. De aquí


surge el principio filosófico de el “Quetzal-coatl”, es decir, un
principio de “equilibrio” entre el aspecto espiritual y material del
mundo y de la vida, el cual constituye una manifestación de
conocimiento que se encarna a través de la “batalla florida”,
entendida como la lucha interior del hombre por encontrar el
equilibrio y vivir en armonía.

Sin embargo, el Ser Humano al mismo tiempo es subdividido en dos


mitades longitudinales:

La tercera parte, la derecha es llamada “tonal”, está asociada a la


parte solar, masculina, activa, seca, visible y sobre todo al uso de la
razón para percibir el mundo.

La cuarta parte, la izquierda llamada “nahual”, está asociada a la


parte lunar, pasiva, húmeda, invisible y sobre todo al uso de la
intuición.

El mundo y la vida se perciben como un doble par de opuestos


complementarios. Quetzal-Cóatl y Tonal-Nahual, que requieren de
un poderoso y constante esfuerzo para equilibrar la cuádruple
dualidad divina que se resuelve con el equilibrio.

El resultado de la “Batalla Florida” es el máximo logro de encontrar


el difícil equilibrio. El campo de batalla es la vida cotidiana. Un
complicado juego entre las fortalezas y las debilidades de cada
individuo en el terreno de las fuerzas que arrastran a la materia
hacia los abismos de la estupidez humana. De esta manera, “La
Batalla Florida” da sentido y significado a la vida.

El logro del equilibrio de estos “Cuatro Rumbos de la Existencia” se


resuelve en una “Quinta Dirección”, en forma positiva, es decir,
logrando el justo equilibro entre “los dos pares complementarios”
Quetzal―Cóatl y Tonal―Nahual, el resultado de la ansiada
elevación o trascendencia existencial.

Y en forma negativa, cuando no existe coherencia y equilibrio


porque prevalece más una dirección que otra, este desequilibrio
precipita la caída del individuo en los abismos de la degradación
humana y la intrascendencia existencial.
Esta “Quinta Dirección” los antiguos sabios la llamaron de diversas
formas, como por ejemplo: Macuilxochitl (Cinco Flor) o “La Cruz de
Quetzalcóatl”. Laurrete Séjourné la llamó el Quincunce, en su
célebre obra “Pensamiento y Religión en el México Antiguo”.

El símbolo en síntesis es una cruz con un centro equilibrador. Puede


estar representado con un círculo y cuatro pétalos dibujando una
flor. Puede encontrarse como una cruz bordeada de una cruz mayor
con cuatro segmentos por lado, o un cuadrado anexando en cada
cara por un trapecio.

La iconografía es múltiple y diversa para representar este símbolo


filosófico, eje y fundamento del pensamiento Tolteca. Ha quedado
en códices, estelas y sobre todo en su arquitectura, que guarda un
perfecto equilibrio entre esta sabiduría humana y la mecánica
celeste.

Sin embargo, existe el símbolo por excelencia de esta metáfora


filosófica. La base de la idea parte de que el alma de los Guerreros
de la Muerte Florecida se representa por excelencia con una
mariposa, que todos los guerreros llevaban en el pecho. Se puede
apreciar este clásico símbolo en las formidables esculturas
conocidas como “Los Atlantes”, que se encuentran en la pirámide
principal de Tula, o en las diversas esculturas conocidas como
“Chac Mool”.

En esta metáfora la mariposa eleva su vuelo en busca de las


luminosas alturas cuando el espíritu del guerrero se desprende de
su envoltura terrenal. La mariposa vuela hacia el principio
generador, en busca de la Luz. La materia ha cumplido su misión y
se reintegra a la Madre Tierra y la mariposa va en busca del Padre,
Sol.

Con este pensamiento poético-filosófico, los sagrados abuelos


toltecas simbolizaron la Toltecáyotl con cuatro mariposas con la
mirada dirigida hacia los cuatro puntos cardinales o rumbos de la
existencia. Sí una mariposa negra mira al norte (Mictlampa), se
delinea sobre fondo blanco; y para crear ese equilibrio su
contraparte blanca mira al sur (Huitztlampa) y se la delineada sobre
fondo negro. De la misma manera, a la mariposa negra que observa
el este (Tlahuiztlampa) se la ubica sobre fondo blanco y su
contraparte, la mariposa blanca que mira hacia el oeste
(Cihuatlampa) se la delinea sobre fondo negro.

Lo asombroso de este símbolo filosófico tolteca, es que en el centro,


de donde parten las cuatro mariposas hacia los cuatro puntos
cardinales, se forma un quinto símbolo con un profundo sentido
espiritual. En efecto, el “encuentro armónico” en el centro de las
cuatro mariposas produce, gracias a la sabiduría de los toltecas y al
talento y creatividad de los tlacuilos anahuacas, un estilizado caracol
cortado de manera longitudinal, emblema de Quetzalcóatl y de su
“soplo divino” que da conciencia a la materia.

El símbolo al que aspiran los “guerreros de la muerte florecida” nos


es así representado con maravillosa estética y sencillez en la
alegoría de las mariposas, el caracol y la cruz de Quetzalcóatl, un
mensaje espiritual de profunda trascendencia y vigencia para la
humanidad.

Como sabemos, la civilización del Anáhuac fue una sola, pero se


manifestó a partir de múltiples y diversas culturas en el tiempo y el
espacio. Por ello, este símbolo está presente en todas las culturas
del Anáhuac, con sus variantes culturales que dependen del
lenguaje estético, especialmente entre las culturas del Altiplano y
Oaxaca, con la cultura Maya ubicada en la Península de Yucatán y
parte de Centro América.

Cuánta sabiduría y espiritualidad nos han legado estas antiguas


civilizaciones de la Mesoamérica precolombina, en la que el hombre
es un pequeño universo, y por lo tanto esta misma filosofía sobre el
ideal que debe alcanzar el hombre, la podemos aplicar al universo
todo. Deseo que mediante este simple video haya podido rescatar
aunque sea una pequeña parte de ella.

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