Conde, Salas - Las Personas Mayores.
Conde, Salas - Las Personas Mayores.
Conde, Salas - Las Personas Mayores.
lconde@psi.ub.es
El tema de las personas mayores suele tener, en nuestras sociedades, una amplia repercusión
pública, sobretodo cuando se trata de enfermedades, de pensiones y/o del gasto público que
generan.
En un interesante artículo, Thomas (1992) (1) analiza y compara el rol social de los viejos en las
Sociedades tradicionales y en las Sociedades modernas. El rol de la persona mayor en nuestras
sociedades aparece muchas veces vacío de contenido y casi siempre ligado a conceptos en
alguna medida peyorativos: numerosos, dependientes, que generan gasto, incapaces de aprender,
infantiles, con duelos ignorados o que son rápidamente liquidados, etc. Este rol contrasta con el
que vemos en otras sociedades, paradójicamente más primitivas que las nuestras: sabios,
transmisores de cultura, útiles, poco numerosos, con duelos que conllevan la posibilidad de
convertir al anciano en una figura de referencia importante, etc.
Esta perplejidad de las Personas Mayores hacia los profesionales de la geriatría y gerontología,
cuando subrayan excesivamente los aspectos patológicos, se concreta muchas veces en una
cierta distancia y prevención, como medida de defensa ante unas actuaciones que son parciales y
no las tienen suficientemente en cuenta como Personas.
El modelo más habitual en el trabajo social, sigue en líneas generales un patrón similar. Las
personas mayores tienen unas “necesidades” que han de ser evaluadas y objetivadas por un
experto, respecto a las cuales se aplicaran unos recursos. A pesar de que existe una gradación en
los recursos, a veces parece que cuanto mayor es el recurso, cuanto mejor se adapte a las
“necesidades objetivas”, más buena será la actuación profesional. Por otra parte, muchas veces
estas necesidades objetivas no concuerdan con las necesidades expresadas por la persona.
Algunos de los modelos psicológicos también se sitúan en esta línea, ya sea por mimetismo con
el modelo médico: las capacidades cognitivas o emocionales son objeto de diagnóstico, y de
programas de rehabilitación; ya sea por mimetismo con el trabajo social: proporcionar
comprensión, ayuda, apoyo, a la persona necesitada, sin considerar suficientemente la oportunidad
y la demanda expresada.
Estas intervenciones, a pesar de que son matizadas por conceptos como la inter-disciplinariedad,
los elementos bio-psico-sociales, etc., muy a menudo se presentan de forma operativa, tal como
hemos comentado anteriormente, dejando a la persona desprotegida frente a la omnipotencia
profesional.
En realidad existen elementos que son comunes a este tipo de actuaciones: por una parte, el
profesional como sujeto de la intervención, investido de un saber incuestionable; y por otra, la
persona mayor como objeto de la intervención, como persona que no sabe, que desconoce cosas
que están referidas a ella misma.
En el fondo en estos modelos se repite un patrón que nos es familiar a todos, el del padre y el de la
madre, que saben, que dan, que acogen, que protegen, a unos hijos que los necesitan. Un modelo
que tiene un precio, que siempre se da en alguna medida: el de la dependencia y la
regresión. Este precio, que es más marcado en las instituciones públicas, ya que no se puede
“pagar”, o protestar, tiene consecuencias graves si se instala de una forma intensa y permanente;
tiene por otra parte una especial relevancia en las personas mayores, ya que sus capacidades
yoicas de control y defensa de la propia integridad y dignidad pueden estar más debilitadas, siendo
las condiciones más propicias para una regresión.
El caso de las personas, que al entrar en las Residencias (donde son objetos de la acción
institucional de una manera más global) se ponen enfermas, es desgraciadamente demasiado
frecuente, especialmente en aquellas que por sus capacidades de autonomía podrían haber optado
por otro recurso menos global.
De manera simultánea a estos modelos vemos, cada vez más y con una mayor frecuencia, un
conjunto de actuaciones, realizadas a veces por los mismos profesionales, que escapan de esta
dinámica y del modelo de la relación clásica, profesional - paciente
a) En el mismo modelo médico, en todas las actuaciones preventivas respecto a la salud, que
tienen como objetivo conseguir una mejora de la calidad de vida y evitar la enfermedad, se suelen
dar otro tipo de intervenciones. En Éstas, no se contempla a la persona mayor Únicamente como
un objeto; los nuevos modelos nos obligan a ver a la persona mayor también y sobretodo como un
sujeto, como alguien que puede intervenir respecto a Él mismo, en la mejora de su calidad de su
vida.
Prevenir quiere decir pensar en qué pueden contribuir las propias personas mayores a mejorar su
nivel de salud; quiere decir considerar a las personas mayores, no Únicamente como objetos de la
intervención de alguien, sino como sujetos que tienen unas capacidades que es preciso potenciar y
estimular: capacidades cognitivas, de pensar y de actuar y capacidades emocionales de elaborar
los diferentes momentos de la su vida, también el de la vejez.
Si sólo tratamos el tema de la salud desde el punto de vista asistencial, estamos favoreciendo el
estereotipo de la persona mayor enferma o necesitada de atenciones, estaremos favoreciendo
finalmente la regresión y la dependencia. Sin este cambio de mentalidad no puede sostenerse con
eficacia ninguna política preventiva de la salud, no se puede garantizar el cambio en los
comportamientos, en la definición de los Estilos de vida, si el individuo no los vive y los asume
como propios..
Sin duda representan un avance respecto a otras concepciones, ya que consideramos que la
premisa que inspira estos programas es básicamente cierta. El ejercicio, activar nuestras
capacidades, vincularnos con actividades y personas, nos ayuda a conservarnos mejor. Quizás
habría que añadir que es importante que estas actividades, ejercicios o vinculaciones, sean
significativas para la persona mayor, es decir que tengan un sentido concordante con sus
intereses vitales. Parte de las reticencias de algunas personas (a veces las más lúcidas) en
participar en determinados Programas, tiene que ver con el rechazo a algunas actividades o a un
tipo de trato, que es vivido como infantilizante.
La experiencia de los intercambios generacionales es también una actividad que se sitúa en esta
línea, la de conectar la experiencia y el conocimiento de las Personas Mayores con los intereses e
ilusiones de los jóvenes. Las aportaciones de los Mayores en el contexto de un Centro educativo,
donde la materia de Historia de sucesos recientes eran ilustrados y comentados, con la experiencia
y participación real de personas que vivieron aquellos hechos, fue para todos una experiencia
apasionante.
c) Queda finalmente por comentar, el modelo que conectaría de forma principal con las mejores
cualidades de las personas Mayores, el de la participación y el Asesoramiento, propiciado por
algunas entidades cívicas y políticas. El consejo, la consulta al anciano, forma parte de las mejores
costumbres de sociedades más tradicionales, las cuales algunas Entidades intentan recuperar
contra viento y marea.
La capacidad de decidir, de gestionar, de dirigir, se va abandonando con los años en favor de las
generaciones más jóvenes. Queda sin embargo la gran tarea: qué hacer con la experiencia de las
personas que hasta hace poco ocupaban lugares de responsabilidad en la sociedad. Este es uno
de los grandes retos sociales de las sociedades avanzadas; no se trata de prolongar la
participación en la dirección de los asuntos públicos o privados, sino de incorporar su
asesoramiento a los planteamientos generales de los diferentes temas.
En este sentido, las administraciones públicas y especialmente los entes locales, han creado
diferentes instancias para propiciar esta intervención, a veces referida Únicamente al ámbito
concreto de las Personas Mayores, pero en otras ocasiones abarcando un marco más amplio, en el
cual los mayores expresan sus opiniones sobre el conjunto de los temas cruciales de la comunidad
en la que están integrados. Estos organismos que reciben el nombre genérico de Consejos
Asesores, intentan recoger la mejor tradición de la participación de los ancianos en los asuntos
importantes de la Comunidad. El libro editado recientemente por la diputación de Barcelona,
recoge parte de las experiencias y reflexiones alrededor de la cuestión (4).
1. Médico - asistencial,
2. Dinamizador - actividades y
3. Participación - asesoramiento,
son todos necesarios en una medida que depende de diversos factores, entre ellos los de la edad,
la salud, etc.
Nuestra crítica, la formulamos más en el sentido de que tenemos la impresión de que por una parte
no existe, en los Responsables - Gestores Sociales, una visión global que integre estos diferentes
modelos, y por otra observamos una preocupante insistencia en señalar, de manera prioritaria y
machacona los aspectos asistenciales referentes a enfermedades, pensiones y/o gastos sociales.
Que un modelo tenga más aceptación que otro, no depende Únicamente de las necesidades
“objetivas” observadas, depende sobre todo de la concepción que se tenga, en una sociedad
determinada, del rol social que corresponde a las Personas Mayores. Esperamos y deseamos que
en la construcción del contenido de este rol social, también los Mayores contribuyan decididamente
a su definición.
Desde luego la tarea de considerarse sujeto de la propia vida es algo que no se hace Únicamente
desde las instancias sociales. Se hace también y sobre todo, desde cada persona, aunque
ciertamente el marco social pueda favorecerlo o dificultarlo. Esta tarea de sujeto es para nosotros
una de las claves para poder acceder a realizar un buen proceso de Envejecimiento.
El hecho de poner el acento en el sujeto, lo cual es importante en todo el campo de las actuaciones
preventivas y en general en todos los campos, tiene en el trabajo psicológico una especial
relevancia.
Sabemos que el trabajo psicológico no se basa en la modificación de las condiciones externas, por
ejemplo los acondicionamientos sociales, ni en la modificación de las condiciones biológicas, sino
fundamentalmente en algún cambio interno que permita vivir mejor los condicionantes sociales
y/o biológicos, ya sea por que el mismo sujeto puede modificar aquello que tiene esta condición, ya
sea porque acepta y elabora la vivencia de aquello que es inevitable. Si el sujeto no está en primer
plano en todo este cambio, si el profesional, con su actuación, no sitúa al individuo en esta
posición, el trabajo psicológico pocas garantías tendrá de cambio interno profundo y estable .
Que el individuo “necesite”, desee, que el psicólogo ocupe el lugar del Otro, de aquel que lo sabe
todo y lo puede todo, no quiere decir que el profesional tenga que aceptarlo o rechazarlo. De hecho
es generalmente un elemento que siempre está presente en el inicio de cualquier trabajo
psicológico. Lo que es más importante es que el profesional, con su actuación (silencios, o
comentarios), permita y ayude a que el sujeto del individuo pueda ocupar una posición
activa y central en el trabajo de cambio interno. Son sus capacidades las que se han de
ponerse a trabajar, las que han de generar un crecimiento. El profesional acompaña, facilita,
permite, ofrece la posibilidad. La persona es la que hace el trabajo. Cuando anteriormente
comentábamos las intervenciones profesionales que sitúan a la Persona Mayor como Objeto, no
habíamos señalado que esta posición de Sujeto transferida al profesional, es deseada
frecuentemente por la misma Persona, la cual deposita en el Otro su esperanza y confianza. Este
proceso que es inevitable e incluso deseable, no debe llevarnos a interpretarlo literalmente, ya que
esto iría en menoscabo de sus propias capacidades y potencialidades.
Este es el cambio que queríamos subrayar en el trabajo psicológico: considerar a la persona mayor
como un sujeto de su propia vida, que tiene la capacidad para reorientarla si es preciso. La ayuda
del profesional, en un segundo plano (A pesar de que subjetivamente la persona no lo viva así), va
en la dirección de conseguir que la persona pueda hacer este proceso de subjetivación, en una
etapa en la cual los cambios biológicos y sociales hacen necesario un cierto reordenamiento de su
propia identidad.
¿Qué contenido tienen estos procesos de subjetivación?. Por una parte en el ámbito de las
capacidades cognitivas, se da en las personas mayores una acumulación de conocimientos y
experiencias, fruto de las vivencias de toda una vida. Es lo que conocemos como la sabiduría de
los años, sabiduría que no es Únicamente una mera suma de conocimientos, sino que se expresa
de forma cualitativamente diferente a otras Épocas, con una mayor distancia y relatividad respecto
a las cosas y procesos sociales, y también con una mayor capacidad de aceptación y de
elaboración del ciclo vital humano y de su momento actual.
Por otra parte, en el ámbito del mundo emocional, las tareas más relevantes las podemos situar en
el hecho de prepararse para vivir positivamente la vejez, aceptando aquello que por edad
corresponde; en gozar de las relaciones afectivas y sociales que nuestro marco nos proporciona:
familia, amistades, etc.. ; en dedicarse a las actividades que son del propio interés; y en poder
hacer un balance integrado, comprensivo y positivo del propio ciclo vital.
Durante algunos años en nuestra práctica profesional con Personas Mayores, habilitamos en una
institución de Servicios Sociales, un espacio de trabajo grupal llamado Tertulias para Personas
Mayores (6). Aunque en el inicio de la experiencia, este trabajo de grupo iba dirigido a personas
mayores con dificultades de relación, pronto cobró un carácter generalizador, constituyendo un
lugar para pensar sobre la propia experiencia de envejecer, dirigido a todas las personas que
querían realizar tal proceso. Justamente esta experiencia propició más tarde una elaboración que
dio título al artículo que hemos citado anteriormente: Subjetivación y vinculación en el proceso de
envejecimiento. Subjetivación porque tenía como objetivo ayudar a realizar esta tarea de asumir
como sujeto el propio envejecimiento y vinculación, propiciando por otra parte la relación con los
demás y favoreciendo la integración en las actividades del contexto social.
Quisiéramos con este comentario sobre las Tertulias para Personas Mayores, contribuir a esta
celebración de 1999, como Año Internacional de las Personas Mayores, ofreciendo lo que ha
sido para nosotros una tarea muy interesante y provechosa, desarrollada a través de este trabajo
en grupo, sencillo pero útil, ayudando a cada persona a ser un poco más sujeto: dueña y
consciente de su propio destino.
Notas bibliográficas
(1) Thomas, L-V. (1992). Actitudes colectivas hacia a los ancianos: Problema de civilizaci—n. En H. Bianchi
et al. La cuestión del envejecimiento. Perspectivas psicoanal’ticas. Madrid: Biblioteca Nueva
(2) Conde, J.L. (1997). prevención de las patologías y cuidado de la Salud en las Personas Mayores. An‡lisis
de los diferentes factores. prevención y promoción de la Salud en las Personas Mayores. Barcelona: Trabajos
no publicados.
Actualmente realizo unos Talleres de estimulaci—n de la memoria, a los que asisten fundamentalmente
Personas Mayores, en el contexto de un Centro Cívico, donde se realizan mœltiples actividades para el
pœblico adulto. Barcelona: Centro C’vico Casa Elizalde.
(3) Diputación de Barcelona (1997). participación i Gent Gran.: els consells assessors. Barcelona:
diputación, Unidad de Programa de Personas mayores
(4) Salon, C. (1995) L’expérience des conseils de sages. Gérontologie et societé. Cahiers de la Fondation
Nationale de Gérontologie, 74
(5) Conde, J.L. (1997). Subjetivación y vinculación en el proceso de envejecimiento. Anuario de psicología,
nº 73: 71-87. Carme Triadî (coord.). Facultad de psicología, Universidad de Barcelona
(6) Conde, J.L. (1993). Tertulias para Personas Mayores. Revista de gerontología, 1993; vol. 3, nº 3: 173-174