¡Por Favor
¡Por Favor
¡Por Favor
- ¡Píntame un cordero!
- ¡No, no! Yo no quiero un elefante en una serpiente. La serpiente es muy peligrosa y el elefante ocupa
mucho sitio. En mi tierra es todo muy pequeño. Necesito un cordero. Píntame un cordero.
- ¡Así es como yo lo quería! ¿Crees que sea necesario mucha hierba para este cordero?
- Entonces ¿tú también vienes del cielo? ¿De qué planeta eres tú?
- Lo bueno de la caja que me has dado es que por la noche le servirá de casa.
- Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…
- ¿Esperar qué?
- ¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
- ¡Oh!
- ¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden. Se creen terribles con
sus espinas
- ¿Un qué?
- Hace millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años que los
corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿No es serio averiguar por qué las flores
pierden el tiempo fabricando espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra
de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor gordo y
colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en mi
planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que
esto no es importante?
- Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta
que las mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…" ¡Pero si el
cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¡Y esto no es
importante!
- Perdóname...
- nunca hay que hacer caso a las flores, basta con mirarlas y olerlas. Mi flor embalsamaba el planeta,
pero yo no sabía gozar con eso…
- Adiós.
- ¿Puedo sentarme?
- ¿Sobre todo?
- Me gustaría ver una puesta de sol... Deme ese gusto... Ordénele al sol que se ponga...
- ¿ministro de qué?
- Si Vuestra Majestad deseara ser obedecido puntualmente, podría dar una orden razonable. Podría
ordenarme, por ejemplo, partir antes de un minuto. Me parece que las condiciones son favorables...
—Buenas noches!
- Yo me pregunto si las estrellas están encendidas para que cada cual pueda un día encontrar la
suya. Mira mi planeta; está precisamente encima de nosotros... Pero... ¡qué lejos está!
- No me pareces muy poderoso... ni siquiera tienes patas... ni tan siquiera puedes viajar...
- Me das lástima, tan débil sobre esta tierra de granito. Si algún día echas mucho de menos tu
planeta, puedo ayudarte. Puedo...
- ¡Oh!
- ¡Buenos días!
- ¿Quién eres tú? ¡Qué bonito eres!
- ¡Ah, perdón!
- No
- ¿Crear vínculos?
- ¡Oh, no es en la Tierra!
- Sí.
- No.
-No.
- Bien quisiera, pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
- ¿Qué es un rito?
- Tuya es la culpa, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...
- ¡Y vas a llorar
- No ganas nada.
- Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes.
El cuento del Principito nos invita a reflexionar sobre la importancia de valorar las cosas
simples y esenciales de la vida, como la amistad, el amor y la felicidad. Nos enseña a ver el
mundo con los ojos del corazón, a apreciar la belleza que nos rodea y a cuidar de las
relaciones humanas. También nos invita a cuestionar nuestras prioridades y a no perder
de vista lo realmente importante en medio de la rutina y la vida agitada. En resumen, la
reflexión que nos da el cuento del Principito es la importancia de mantener viva la esencia
de la infancia en nuestro interior y de valorar lo simple y verdadero en la vida.