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PRESENTACIÓN Dossier

Educación y territorios. Pensar lo público en


las prácticas extensionistas

Juan Pablo Abratte

Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades

Universidad Nacional de Córdoba

En esta presentación, proponemos compartir algunas reflexiones en torno a las relaciones


entre educación y territorios, en el marco de prácticas extensionistas desarrolladas en el
contexto de la universidad pública. En primer lugar resulta necesario concebir a la extensión
como un espacio en el que se articulan un conjunto de experiencias educativas, en tanto
que experiencias ético-políticas de producción, circulación e intercambio de saberes entre
actores intra y extra universitarios, desarrolladas en múltiples contextos de intervención
social, institucional y comunitaria.

La referencia al territorio en el campo de la educación superior y especialmente en el de la


extensión universitaria, alude siempre a un territorio de saberes. Los modos de interven-
ción pedagógica y sociocomunitaria de las instituciones universitarias en diversos espacios
sociales supone, seguramente, un conocimiento de las características económicas, cultura-
les, lingüísticas, políticas e institucionales de cada uno de esos espacios. Sin embargo, y sin
negar la relevancia de estos procesos de conocimiento del territorio en el que se inscriben
las prácticas extensionistas como insumos para el producción de conocimientos situados
en el campo académico, resulta indispensable reconocer a esos espacios como ámbitos de

Revista e+e - Córdoba, V.6 No7 - Abril 2019


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producción, reproducción, circulación y recreación de saberes específicos.

Interrogarnos desde la Universidad pública acerca de las características de esos saberes,


acerca de su status epistémico, de los modos en los que se construyen, legitiman y vali-
dan, las formas en que circulan y sus modalidades de transmisión y recepción es un aspecto
central de la extensión universitaria, si pretendemos que las prácticas extensionistas nos
interpelen en el sentido mismo de nuestra función institucional.

No se trata sólo de reconocer los espacios a los que la universidad pretenden llegar, de de-
limitar sus rasgos característicos, de comprender sus condicionamientos históricos y socia-
les, de conocer su lenguaje y su cultura, de reconocer sus prácticas y sus modos de interac-
ción con el saber académico. Se trata más bien de entender estos espacios como territorios
en los que se construyen saberes (institucionales, sociales, comunitarios) que entran en
diálogo con el saber académico. Entender la densidad histórica de esos territorios –como
espacios de producción de conocimientos- supone reconocer esos conocimientos como
legítimos y proponer espacios horizontales de diálogo e intercambio de esos saberes con
el saber académico, con sus modos de producción y legitimación específicos. Esto implica
también el reconocimiento de tensiones y conflictos entre saberes en disputa, producidos
en campos específicos. jerarquizados y valorados de modos socialmente desiguales, legi-
timados (y deslegitimados muchas veces por diferentes actores institucionales y sociales)

Este territorio, supone entonces una dimensión topológica –un adentro y un afuera de la
Universidad- pero también una dimensión relacional, que define una trayectoria de víncu-
los, una historia de relaciones entre actores sociales concretos. En ese sentido, todo proyec-
to extensionista se inscribe en una historicidad, definida no sólo por las interrelaciones entre
la institución universitaria y la/s comunidad/es, sino también por la propia historicidad de
ambos espacios. La historia reciente de la Universidad pública en nuestro país y en América
Latina, configura una serie de condiciones de posibilidad para este tipo de experiencias. La
definición de políticas de inclusión social y educativa y el papel asignado a las universida-
des públicas en estos procesos, permitió desarrollar una serie de programas y proyectos, en
articulación entre el Estado, las universidades y la comunidad, que estimularon experien-
cias extensionistas en terreno. En el contexto actual, de restauración neoconservadora y
neoliberal, los modos de articulación entre el Estado, la Universidad pública y los territorios
concretos se encuentran profundamente condicionados para este tipo de prácticas.

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De hecho, las diversas modalidades que se constituye esa relación, pueden configurarse en
sentidos diversos. Tradicionalmente la extensión fue pensada y puesta en práctica en una
perspectiva de arriba hacia abajo, del interior hacia el exterior, en una jerarquía de saberes
en la que se proyecta el saber académico –intra universitario-a un conjunto de actores so-
ciales, a comunidades, instituciones o grupos que se han considerado portadores de saberes
subalternos, des-jerarquizados, de sentido común e incluso dichos saberes han sido nega-
dos o invisibilizados.

Sin embargo, el componente político de toda práctica extensionista, permitió –incluso en


etapas de nuestra historia en las que la extensión fue prácticamente eliminada dela agenda
universitaria, o reducida a perspectivas instrumentales de transmisión de saberes “útiles”
para el mercado, la “promoción” y el disciplinamiento social e incluso la difusión de conte-
nidos ideológicos de corte dogmático –carentes de toda problematización intelectual, ética
y política- desarrollar teórica y prácticamente un caudal de experiencias innovadoras, que
alimentan una trayectoria académica y política de jerarquización de la extensión y construc-
ción de saberes situados, y de prácticas de alto potencial democratizador tanto al interior
de las universidades, como en las comunidades,

Concebir la extensión como diálogo de saberes implica entonces un posicionamiento ético


y político y a la vez una toma de posición pedagógica. Desde esa perspectiva los territorios
son concebidos como espacios en los que se promueven relaciones horizontales entre sa-
beres que –configurados en múltiples contextos y registros-pueden convivir y enriquecer-
se mutuamente en el trabajo colectivo. Estos vínculos de intercambio de saberes diversos,
construidos a partir de lógicas diferenciales, encuentra en el espacio de la extensión un te-
rreno fértil para la construcción colectiva. Heredera de la pedagogía freireana, se parte de
reconocer un vínculo educativo entre sujetos sociales que son portadores de saberes dis-
puestos a dialogar. Esta posibilidad supone en primer lugar el reconocimiento de ese vínculo
horizontal y democrático –que sin desconocer las jerarquías. las disputas y los modos de
producción y legitimación epistémica de esos saberes- se proponga un trabajo sistemático
de construcción dialógica. Un trabajo no exento de conflictividad para la propia institución
universitaria, en la medida en que interpela modalidades de enseñanza, de investigación y
de intervención profesional; obligando a las instituciones académicas a salir de ciertas posi-
ciones hegemónicas en las que habitualmente se despliegan sus prácticas.

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Para cerrar este conjunto de reflexiones quisiera considerar el último desafío que propone el
título del dossier “pensar lo público en las prácticas extensionistas”. Tal como lo señalamos
en torno a las relaciones entre educación y territorio, el carácter público de la universidad
tampoco es un dato dado, sino una construcción histórico-política. Si bien es cierto que
en nuestro país la universidad pública es un actor político de relevancia y que su carácter
público, gratuito, laico y crítico constituyen rasgos de su identidad institucional que a veces
parecen esenciales, no podemos dejar de reflexionar en torno a un escenario nacional y
regional profundamente regresivo, en el que las universidades públicas enfrentan embates
en diversos frentes. Por un lado, las políticas neoliberales ponen en tensión la noción de
educación superior como derecho, mediante operaciones políticas y mediáticas, desfinan-
ciamiento, desmantelamiento de programas y proyectos, puesta en sospecha de prácticas
de articulación entre el Estado, las instituciones universitarias y las comunidades, deste-
rritorialización (virtualización) y a la vez internacionalización de la educación superior, se
proponen modelos universitarios orientados hacia el mercado, que debilitan el valor de lo
público en las instituciones-y particularmente en los espacios extensionistas.

Pero además, tal como ya lo hemos transitado en la década de los 90, la extensión en sus
perspectivas instrumentales y de transferencia de conocimientos desde lógicas de mercado,
ha contribuido a palear el desfinanciamiento de la universidad pública y a generar circuitos
de mercantilización de la educación superior. Este segundo aspecto, vinculado al anterior,
ha sido muchas veces responsabilidad de las propias instituciones universitarias, en contex-
tos políticos de desfinanciamiento y recorte presupustario para la educación pública.

Un tercer elemento que configura hoy un escenario de amenaza, es la emergencia de dis-


cursos conservadores, pretendidamente despolitizados, que cuestionan el papel del co-
nocimiento crítico en las instituciones públicas de educación superior, proponiendo una
función instrumental de transmisión de conocimientos útiles, para el mercado laboral –es-
pecialmente entre sectores crecientemente excluidos de la sociedad. Estos procesos, cada
vez más riesgosos en el escenario regional, ponen en tensión el carácter público de la insti-
tución universitaria en su sentido más profundo. Estas perspectivas se encuentran en dispu-
ta con el modelo de universidad que sostenemos, y con las formas y contenidos políticos y
pedagógicos con los que intervenimos en los diferentes espacios sociales e institucionales.
La defensa de la universidad pública, en su sentido más profundo, es también la defensa
de prácticas extensionistas que amplíen el horizonte de la inclusión social y educativa, que

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desplieguen conocimientos críticos, que interpelen los saberes comunitarios, pero también
a los saberes académicos, que profundicen la potencia transformadora del conocimiento
producido colectivamente, desde una perspectiva emancipatoria, pero también que contri-
buya a un diálogo social en escenarios de creciente violencia y regresividad ideológico-polí-
tica. Creemos que esta publicación constituye un aporte en ese sentido.

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