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118 12 AfanesCronologicos

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“Los afanes cronológicos de los mayas”

p. 21-32

Miguel León-Portilla
Tiempo y realidad en el pensamiento maya. Ensayo
de acercamiento

Cuarta edición
México
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Históricas
2003
218 p.
Ilustraciones, mapas, cuadros
(Serie Culturas Mesoamericanas 2)
ISBN 970-32-0631-X

Formato: PDF
Publicado en línea: 23 de noviembre de 2018
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/118/tiem
po_realidad.html

D. R. © 2018, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de


Investigaciones Históricas. Se autoriza la reproducción sin fines lucrativos,
siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completa
y su dirección electrónica. De otra forma, se requiere permiso previo
por escrito de la institución. Dirección: Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n,
Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510. Ciudad de México
l. LOS AFANES CRONOLÓGICOS DE LOS MAYAS

Comencemos por recordar al menos lo más sobresaliente de los


conocimientos matemáticos de los mayas, considerados como
obvio instrumento de sus cómputos calendáricos y sus afanes
astronómicos. La matemática maya, aunque no rebasó el campo
de la aritmética y la geometría, se presenta desde los comienzos
del periodo clásico en posesión de dos descubrimientos extraor­
dinarios, estrechamente relacionados entre sí: el del concepto de
cero, principalmente en cuanto símbolo de completamiento, y el
de un sistema vigesimal de numeración en que las unidades ad­
quieren un valor en función de su posición.7 Dueños de estos
hallazgos, los mayas llegarían a desarrollar en toda su compleja
precisión sus varios cómputos del tiempo. Entre éstos ocupan
lugar especial los referentes al año solar, a la duración de lo que
ahora llamamos revolución sinódica de Venus y a los periodos
de lunación, juntamente con la elaboración de tablas que permi­
tían predecir los eclipses. Su saber matemático hizo también posi­
bles el registro de cualquier fecha en su llamada "cuenta larga" o
sistema de la "serie inicial", y lo que es más importante, las co­
rrespondientes fórmulas de corrección para ajustar y correlacionar
con distintos ciclos astronómicos las fechas expresadas en fun­
ción de su calendario.
Actualmente sabemos, por las inscripciones en estelas erigi­
das en los primeros siglos de la era cristiana, que fueron los ma-_
yas quienes antes que nadie en la historia de la cultura se valieron
ampliamente de un símbolo afín a nuestro concepto de cero y
asignaron en forma constante un valor a los números en función
de su posición 8 (figura 1). Para encontrar algo paralelo en el Vie-

Sobre los diversos estudios y controversias acerca del seRtido del concepto y del
glifo7 de cero entre los mayas, véase el cuidadoso análisis que hace César Lizardi Ramos,
"El cero maya y su función", �n Estudios de cultura maya, v. II, UNAM, Seminario de Cul­
tura Maya, 1962, p. 343-353.
8 Entre las más antiguas inscripciones calendáricas mayas que dan testimonio de
esto cabe mencionar la de la Placa de Leyden que consigna una fecha correspondiente

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22 TIEMPO Y REALIDAD EN EL PENSAMIENTO MAYA

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Figura 1. Un ejemplo del uso de los numerales en una tabla de multiplicación y
almanaque adivinatorio en el Códice de Dresde (44-b). Comenzando en el extremo
superior derecho y leyendo de arriba hacia abajo, aparecen los siguientes
guarismos y glifos: 3. 18. 3 Cimi; 7. 16. 3 Kan; 11. l4. 3 Ik; 15. 12. 3 Ahau;
l. l. 10. 3 Etzr,ab; 2. 3. O. 3 Lamat

jo Mundo hay que aguardar hasta el siglo VIII d. de C., tiempo


en el que sabios indostánicos llegan a la concepción del cero den­
tro de un sistema decimal de numeración. Europa no se haría
dueña de estos descubrimientos sino muchos siglos después gra­
cias a la civilización musulmana que comenzó a difundirlos a
través de España.
Dentro ya del campo de la cronología, varios son los aciertos
igualmente extraordinarios a que llegaron los mayas. Al pare­
cer, como lo nota Thompson, sus sabios "concebían el tiempo
como algo sin principio ni fin, lo que hacía posible proyectar
cálculos acerca de momentos alejados en el pasado sin alcanzar

al año 320 d. de C.; la de la estela 9 de Uaxactún (328 d. de C.) y la más recientemente


descubierta estela 29 de Tikal (292 d. de C.)
De una época inmediatamente anterior al periodo clásico, en regiones cercanas al
área maya, provienen otras inscripciones calendáricas en las que parece haberse adop­
tado ya el valor de los números en función de su posición: la estela C de Tres Zapotes
(Veracruz) con la fecha probable 31 a. de C., la estatuilla de Tuxtla (año 162 d. de C.), así
como entre otras estelas provenientes del área cultural de Izapa (Chiapas). la encontra­
da en El Baúl (Guatemala) con una data 256 años anterior a la de la estela 29 de Tikal.
Testimonios son éstos, al igual que los del antiguo horizonte de Monte Albán I en
Oaxaca, con inscripciones calendáricas en las "estelas de los danzantes", que parecen
apuntar a la aparición y temprana difusión en el ámbito de Mesoamérica del que llega­
ría a ser arraigado empeño por medir el tiempo, arte y ciencia que habrían de desarro­
llar más que nadie los sacerdotes y sabios de las tierras bajas de área maya.

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LOS AFANES CRONOLÓCICOS DE LOS MAYAS 23

jamás un punto de partida". 9 Prueba de ello, entre otros ejem­


plos, la ofrecen dos cómputos especialmente impresionantes
aducidos por el mismo autor:
En una estela de la ciudad de Quiriguá, computaciones precisas se­
ñalan una fecha de hace más de noventa millones de años y en otra
estela del mismo lugar la fecha alcanzada se remonta a cerca de
cuatrocientos millones de años. Y se trata de cálculos que estable­
cen correctamente las posiciones precisas de los días y los meses... 10
(figura 2).

a b
Figura 2. Cómputos de fechas remotas en el pasado, según Thompson. a) De la
estela F de Quiriguá con la fecha 1Ahau 13 Yaxkin: 91 683 930 años hacia el
pasado. b) De la estela D de la misma Quiriguá, con la fecha 7-Ahau 3-Pop: unos
400 000 000 de años antes de la erección de este monumento

Pero conjuntamente con esta original concepción de un tiem­


po sin límites en el pasado o en el futuro, 11 los mayas establecen
un punto de referencia, especie de principio de su era cronoló­
gica. Así, casi todas las inscripciones calendáricas de sus estelas
se computan en función de ese momento de partida que, tradu­
cido en términos de nuestro calendario, se sitúa 3113 años ante­
rior a la era cristiana. 12 Este punto de referencia, considerado por
varios investigadores, Morley entre otros, como una base fija en
los cómputos cronológicos mayas, 13 más que limitar la concep-

f'
Thompson, Maya Hieroglyphic Writing, Norman, University of Oklahoma Press,
1960, 149.
1 Thompson, The Rise and Fall ot Maya Civiliz.ation, p. 23.
11 Respecto de otros cómputos mayas acerca de momentos remotos en el futuro,
véase Thompson, Maya Hieroglyphic Writing, p. 314-316.
12 Numerosos son los ejemplos que pueden recordarse de aniversarios solares, com­
putados en función del momento de referencia original, el 4-Ahau 8-Cumku que consig­
na la data 3 113 años anterior a la era cristiana. Entre ellos están los consignados en
estelas como la 8 de Piedras Negras, la 9 de Calakmul y la 8 de Naranjo.
3
1 Sylvanus G. Morley, La civilización maya, México, Fondo de Cultura Económica,
1956, p. 313.

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24 TIEMPO Y REALIDAD EN EL PENSAMIENTO MAYA

ción de un tiempo sin límites, parece referirse a un evento espe­


cialmente significativo que, como lo apunta el mismo Thompson,
cabe suponer "era el de la última creación del mundo", 14 o sea el
de la edad y sol de los hombres hechos de maíz, según la rela­
ción del Popol Vuh. 15 Sorprendentemente, la cronología de los
mayas de la época clásica se desarrolló así con la creenci� en un
tiempo infinito y con la adopción de un punto de referencia para
llevar a cabo sus cómputos.
Empeñados en registrar el paso del tiempo, los sacerdotes y
sabios comenzaron a erigir sus estelas y a registrar fechas que
debieron ser para ellos especialmente significativas. A partir de
la que se conoce como estela 29 de Tikal, en la que se consigna la
inscripción calendárica maya más antigua hasta ahora descub�er­
ta, 292 d. de C., la erección de estos monumentos alcanza difu­
sión extraordinaria. En el lapso comprendido entre la fecha antes
citada y la de 928 d. de C., que aparece en una tosca estela halla­
da en San Lorenzo, cerca de La Muñeca (Campeche), el arte y la
ciencia de las inscripciones se hacen presentes en multitud de
centros de la vasta zona maya.
El que se conoce como sistema de la "serie inicial" o de la
"cuenta larga" alcanza así difusión extraordinaria durante el pe­
riodo clásico en casi toda la extensión de las tierras bajas del área
maya. Con claridad meridiana se expresan en los monumentos
los distintos cómputos por medio de anotaciones en las que el
cero y las unidades dentro del sistema vigesimal y en función de
su posición ·registran los distintos ciclos o periodos de tiempo.
En lo más alto de la inscripción aparece un gran jeroglífico, el
llamado "introductor" inicial de la serie de cómputos. Este jero­
glífico está formado por el signo que sie�pre se i�cluye de tun o
del año, acompañado de sus correspondientes afiJos y de un ele­
mento central que varía y que es el glifo de la deidad que presi­
de el mes en el que cae la fec};la del cómputo. Enseguida leyendo
siempre de izquierda a derecha y continu�ndo de arriba �bajo,
aparecen las distintas unidades en el siguiente orden: primero
los baktunes, ciclos de 360 x 20 x 20 días = 144 000; luego los
katunes (360 x 20 días= 7 200); los tunes (360 días); los uinales (20
días) y finalmente los kines o días.
Casi a simple vista podían así computarse los periodos con­
signados en determinada inscripción a partir del punto de re-
14 Thompson, Maya Hieroglyphic Writing, p. 149. . .
15 Popol Vuh. l.Jls antiguas historias del Quiché, edición de Adrián Recmos, México,
Fondo de Cultura Económica, 1953, p. 174-176.

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LOS AFANES CRONOLÓCICOS DE LOS MAYAS 25

ferencia de su cronología. A su vez éstos y todos los otros ci­


clos descubiertos por los mayas, los tunes o años de 360 días,
los años aproximados de 365 días (llamados en ocasiones haab),
las lunaciones y las revoluciones sinódicas de los planetas, se
coordinaban con la cuenta de 260 días, generalmente conocida
como tzolkin, gracias al empleo de los mínimos múltiplos, co­
munes a este periodo y a las otras medidas astronómicas. 16 Esta
cuenta de 260 días, posesión de todos los pueblos de alta cultura
del México antiguo, había llegado a ser para los mayas elemento
fundamental en sus cómputos. Para nuestro propósito bastará
con recordar aquí que, al expresarse finalmente en términos del
mes y del día los distintos periodos computados en las inscrip­
ciones, era posible establecer, suprimido el error gracias a las
fórmulas de ajuste y corrección, la fecha correspondiente. Ésta
quedaba correlacionada, no sólo dentro de un ciclo anual o de un
periodo de cincuenta y dos años, como en el caso del calenda­
rio azteca, sino en función de todo el sistema cronológico maya.
El análisis matemático de este hecho permite deducir una
conclusión más que sorprendente: las fechas dadas como ex­
presión calendárica según el sistema de la "cuenta larga", ja­
más volverían a repetirse sino hasta después de un periodo de
374 440 años. Esto, como lo asienta Morley, "es en verdad una
admirable proeza intelectual en cualquier sistema cronológico
antiguo o de la edad modema". 17
Buena ilustración de lo expuesto nos la ofrece el clásico ejem­
plo de la estela E de Quiriguá en Guatemala 18 (figura 3). Leyendo
en ella de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, encontra­
mos los siguientes valores calendáricos:
El jeroglífico introductor de la serie inicial: el signo del año
y el del dios que preside el mes correspondiente, que en este caso
es de Cumkú.
Sumando los días consignados en la inscripción de esta es­
tela, sabemos que desde el punto de arranque han transcurrido

16 Para una exposición de lo que eran el haab y el tzolld , así co o d us interrela­


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ciones, véase Morley, op. cit., p. 297-306, y Thompson, Maya Hieroglyphi� �ntzng, p. 66-128.
Los sistemas calendáricos equivalentes entre los pueblos de idioma náhuatl, el
xiuhpohualli y el tonalpohualli, han sido estudi�dos ei:itre otros po� A�onso <:aso en "El
calendario mexicano", Memorias de la Academia Mexicana de la Historia, México, t. xvn,
núm. 1, 1958, p. 41-96.
17 Morley, op. cit., p. 321:
.
18 Entre otros que se ocupan de este clásico e1emplo, véase, Morley, op. cit. p. 317-
319 y Ferdinand Anders, Das Pantheon der Maya Akademische Druck und Verlangnstalt,
Graz, Austria, 1963, p. 148-149.

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26 TIEMPO Y REALIDAD EN EL PENSAMIENTO MAYA

Figura 3. Estela E de Quiriguá, según Morley (estado poniente), con las series
inicial y suplementaria. Fecha de la cuenta larga, 9 baktunes, 17 katunes, O tunes,
O uinales, O kines: 13-Ahau 18-Cumku (771 d. de C.)
Esta inscripción aparece aquí según la simplificación que de ella hizo Morley. En
reali�.ad el jeroglífico que representa la fecha 13-Ahau originalmente se encuentra
situado en la línea inmediatamente inferior. Los glifos que en esta representa­
ción de Morley están en esa línea inferior, deben ocupar, unidos en un solo
bloque, el lugar del 13-Ahau. (Véase reproducción de esta estela en Maudsley,
Archaeology. Biología Centrali-Americana, v. II, lámina 32)

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LOS AFANES CRONOLÓCICOS DE LOS MAYAS 27

9 baktunes 17 katunes
(9 periodos de 144 000 días) ( 17 periodos de 7 200 días)
O tunes O uinales
(O periodos de 360 días) (O periodos de 20 días)
O kines fecha 13-Ahau
(O periodos de un día) (computada desde el punto de
partida de la cronólogía)

1418 000 días. Las anotaciones inferiores de la estela pertene­


cen a la que los especialistas designan como "serie suplemen­
taria". En ella está indicada, entre otras cosas, la edad de la luna,
la posición del mes lunar, así como, en el extremo inferior de­
recho, el número y el glifo del mes dentro del calendario solar,
el 18-Cumkú, que ha de correlacionarse con el numeral y el sig­
no del día, arriba expresado, o sea el 13-Ahau. Tenemos así que
los 1418 000 días transcurridos equivalen a la fecha, que por vez
primera entonces ocurre, del 13-Ahau, 18-Cumkú.
A esto habría que añadir que los mismos mayas de la época
clásica inscribían también muchas veces otra manera de cómputo,
conocida como "serie secundaria" o "números de distancia", con­
cebidos para establecer por adición o sustracción el lugar que co­
rrespondía dentro de la cuenta larga a una o varias fechas que no
eran término de un determinado periodo. Así, además de dis­
poner de nueva fórmula de relación cronológica, resultaba po­
sible expresar cualquier fecha precisamente en función de su
completamiento. Y conviene destacar que esto era de fundamen­
tal importancia para los mayas ya que sus medidas de tiempo, a
diferencia de nuestros cómputos, se referían no al inicio de un
nuevo ciclo --día, mes, año, etcétera-, sino a su realidad total
ya transcurrida y completa.
Conocido es que el sistema maya clásico de "la cuenta larga"
habría de simplificarse en los siglos siguientes al sustituirse por la
llamada u kahlay katunob, "cuenta de los katunes" (periodos de 20
años), en que con un solo jeroglífico podía expresarse la fecha del
día en que concluía el correspondiente periodo o katún. 19 Este nue­
vo sistema llegaría a alcanzar enorme importancia, juntamente cqn
los cómputos del año solar y del tzolkin o cuenta de 260 días, tanto
como fórmula para el registro de los principales acontecimientos
19 La fecha del último día de cada katún coincidía siempre con un día Ahau, el signo

del sol, como puede verse porla célebre "rueda de los katunes", que conservó Landa (op.
cit., p. 204), o por las series de los katunes que se incluyen en el Códice de París (p. 1-11) y
en varios de los libros de Chilam Balam donde abundan las recordaciones y las predic­
ciones consideradas como atributos o "cargas" propias de los distintos katunes.

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28 TIEMPO Y REALIDAD EN EL PENSAMIENTO MAYA

Figura 4. Rueda de los katunes, según Landa. A la manera del movimiento de las
manecillas del reloj se marca el paso de cada katún (20 x 360 días= 7 200). Los
katunes reciben su expresión calendárica en función del nombre del último día
de los mismos, que es siempre un Ahau, acompañado por uno de los numerales,
entre el uno y el trece. Tan sólo después de aproximadamente 256 años de
365 días volverá a repetirse la misma fecha, o sea un día Ahau con igual numeral
como término de un katún

del pasado, como para dar marco a las profecías de los sacerdotes
y sabios (figura 4).
Y aunque luego habremos de buscar el sentido más hondo
de lo que bien puede llamarse afán profético y astrológico de los
mayas, no queremos pasar por alto el hecho de que precisamen­
te esta clase de preocupaciones explica en parte el extraordina­
rio desarrollo alcanzado por los cómputos y medidas del tiempo
en esta cultura. Esta afirmación es sobre todo válida respecto del
tzolkin, la cuenta que muy especialmente interesaba conocer a
todo el pueblo, puesto que hasta el último de los mayas normaba
en función de ella todos los acontecimientos particularmente sig­
nificativos a lo largo de su vida. El tzolkin y la cuenta de los
katunes habrían de sobrevivir a la conquista española como lo
prueban, entre otros textos, los de los célebres libros de Chilam
Balam.

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LOS AFANES CRONOLÓCICOS DE LOS MAYAS 29

La precisión alcanzada por los mayas en sus varios siste­


mas para medir el tiempo, está obviamente ligada a sus obser­
vaciones y conocimientos astronómicos. Gracias precisamente
al estudio de numerosas inscripciones en que se consignan las
correcciones calendáricas, tenemos noticia, entre otros, de tres
importantísimos descubrimientos, los mejores ejemplos del sa­
ber astronómico maya. Nos referimos a su ya mencionado cono­
cimiento del año trópico, al de la revolución sinódica de Venus
y al del periodo de lunación.
Si la moderna astronomía nos dice .que el año trópico tiene
una duración de 365.2422 días, con asombro podemos enterarnos
de que los sabios mayas habían logrado una aproximación cierta­
mente extraordinaria, la de asignarle un periodo de 365.2420 días.
Si se compara el acierto maya con el cómputo implicado por el
calendario. gregoriano que nos rige (365.2425 días), es necesario
reconocer que los astrónomos prehispánicos habían alcanzado
algo más que excepcional precisión. 20 (figura 5). Este descubri­
miento, vale la pena subrayarlo, tuvo lugar y vigencia durante el
horizonte clásico maya, muy probablemente en Copán hacia
el siglo VI d. de C. Aunque no conociéramos otra cosa acerca
del saber astronómico de los mayas, bastaría con recordar sus

Figura 5. Glifos de la estela A de Copán, según Teeple. Además de las tres


fechas incluidas en la larga inscripción que aparece en esta estela, estos glifos,
que recuerdan los de la serie suplementaria, permitieron a Teeple descubrir
las fórmulas empleadas por los mayas para ajustar sus cómputos del año solar
al año trópico (véase Teeple, op. dt., p. 70-75)

20 Véase Morley, op. cit., p. 337-338 y Thompson, The Rise and Fall ofMaya Civilization,
p. 158-161.
21 Véase John E. Teeple Maya Astronomy, Camegie Institution of Washington, Publ.
403, 1930, p. 70-80. A propósito del grado de exactitud alcanzado por los mayas de Copán
en sus cálculos relacionados con la duración del año trópico, ofrece Teeple (op. cit., p. 74)
el siguiente cuadro comparativo:
Duración actual del año: 365.2422 días
Duración del año hacia 600 d. de C: 365.2423
Año Juliano: 365.2500
Año Gregoriano: 365.2425
Año maya en Copán: 365.2420

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30 TIEMPO Y REALIDAD EN EL PENSAMIENTO MAYA

cómputos y correcciones del año para afirmar que no es fruto de


hipótesis hablar de su obsesionante interés por hacer suya la cien­
cia del tiempo.
De sus conocimientos acerca del ciclo de Noh ek, "la gran es­
trella" o sea Venus, da testimonio el Códice de Dresde en cuyas
páginas 46-50 se conserva una especie de calendario venusino
de notable precisión. Para el pensamiento de los sabios y sacer­
dotes era en extremo importante correlacionar las que hoy lla­
mamos revoluciones sinódicas de Venus con su cómputo del año
y con el del tzolkin o cuenta de 260 días. Tanto desde el punto de
vista de su organización ceremonial como desde el de sus pre­
dicciones astrológicas, era menester precisar el momento en que
los tres diferentes cómputos con sus correspondientes deidades
habrían de coincidir en una especie de "lugar de descanso", para
reiniciar en seguida sus marchas distintas con sus cargas de un
tiempo que nunca termina.
Actualmente sabemos que la revolución sinódica de Venus
tiene un promedio de duración de 583.92 días. El cómputo origi­
nal de los mayas, 584 días, los hacía incurrir inevitablemente en
un error de adelanto. Gracias sobre todo al estudio llevado a cabo
por el ya citado John E. Teeple respecto de las páginas del Códice
de Dresde en que aparecen los ciclos de Venus, sabemos que, con
un mínimo de error, los astrónomos mayas alcanzaron su pro­
pósito. El procedimiento que siguieron puede sintetizarse en lí­
neas generales de la siguiente manera: repetidas observaciones
mostraron que, si al final de 61 años de Venus, se sustraían 4
días, con esto se lograba hacer divisible por 260, o sea por el nú­
mero de días del tzolkin, el total de los transcurridos en esos años
de Venus. Así podía alcanzarse la primera forma de correlación
entre ambas cuentas. Pero el año de 365 días continuaba ofre­
ciendo problemas.
Resultado igualmente de múltiples observaciones debió de
ser la nueva corrección que habría de adoptarse: cada 5 ciclos
había que introducir una nueva modificación de 8 días al final
de la quincuagesimoséptima revolución. Sin perderse la correla­
ción respecto del tzolkin, se obtenía así igualmente la que se bus­
caba con el año solar. Las correcciones introducidas implican
ciertamente un error en el cómputo de la revolución sinódica de
Venus, ¡pero éste es sólo de 0.08 de día cada 481 años! El éxito
hace ciertamente honor al afán cronológico de los sabios mayas.
Por el mismo Códice de Dresde (páginas 51-58), tenemos no­
ticia de algunos de los cómputos mayas en relación con lo que

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TIEMPO Y REALIDAD EN EL PENSAMIENTO MAYA 31

técnicamente se designa como periodo de lunación, o sea la re­


volución completa de la luna alrededor de la tierra. También por
motivos astrológicos y ceremoniales, interesaba a los mayas des­
de la época clásica conocer con precisión la duración de los ci­
clos lunares. Prueba de ello la tenemos en sus estelas, en que al
inscribir una fecha, anotaban también la edad de la luna, así como
la posición del correspondiente mes en su medio año lunar.
Varios investigadores, entre ellos el mismo Teeple, se han ocu­
pado en esclarecer la información ofrecida por la llamada "tabla
lunar" del Códice de Dresde. 22 Entre los más importantes hallazgos
hasta ahora precisados están los siguientes: los mayas relaciona­
ron también los ciclos lunares con su cuenta de 260 días. Estable­
cieron así módulos que hacían posible calcular la. edad de la
luna aun en fechas distantes en el pasado. Consignando repetidas
veces los momentos en que dentro de series de dobles tzolkines
(2 x 260 días), en virtud de la posición de la luna, habían ocu­
rrido eclipses de sol, pudieron al fin elaborar su tabla, válida
para predecir 69 posibles eclipses en lapsos de aproximadamen-
te 33 años (11960 días= 46 ciclos de 260 días). Finalmente, por
medio de su tabla, lograron reducir asimismo las discrepancias
entre los novilunios previsibles por sus cómputos y la realidad
de los novilunios astronómicos, como lo prueba el hecho de que
en una serie de 405 lunaciones sucesivas, el error no llegó a ser
nunca siquiera de un día. Esto, comenta Morley, "constituye en
verdad un logro admirable de parte de un pueblo que trabajaba
sin instrumentos de precisión." 23
Lo poco que hemos recordado acerca del saber astronómico
y cronológico de los mayas deja ya entrever la sostenida preocu­
pación de este pueblo empeñado en conocer los misterios del
universo, precisando el significado y la medida de sus ciclos. Nin­
guna otra cultura de la antigüedad llegó a formular, como ellos,
tal número de módulos y categorías calendáricas ni tantas rela­
ciones matemáticas para enmarcar, con infatigable anhelo de
exactitud, la realidad cíclica del tiempo desde los más variados
puntos de vista. Al menci�nar algunos de sus logros en el cam­
po de la astronomía, la cronología y las matemáticas, nuestro pro­
pósito ha sido destacar lo más conocido de la sabiduría maya
acerca de las medidas del tiempo. Con ello pretendemos hacer más

22 Teeple, op. cit., p. 86-98. Véase asimismo Thompson, Maya Hierogl hic Writing,
yp
p. 230 246.
23 Morley, op. cit., p. 340.

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32 TIEMPO Y REALIDAD EN EL PENSAMIENTO MAYA

fácil y comprensible el planteamiento de la cuestión que nos inte­


resa aquí investigar: ¿a qué obedeció este omnipresente interés
originado en la cultura maya por el tema del tiempo? O dicho en
otras palabras, ¿qué significaron el tiempo y el cómputo de sus
ciclos dentro de la mitología maya y de la visión del mundo de
sus sacerdotes y sabios?

DR© 2018. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas


Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/118/tiempo_realidad.html

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