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LISIS DEL CASO “HALABI”
La Acción de Clase en el derecho argentino.
1.- Breve Resumen del fallo en cuestión. Ernesto Halabi, ciudadano argentino, de profesión abogado, interpuso acción de amparo contra el Estado Nacional, solicitando se declarase la inconstitucionalidad de los artículos 1º y 2º de la Ley 25.873, y su decreto reglamentario 1.563/04. Dicha normativa incorporaba a la Ley Nacional de Telecomunicaciones (Ley 19.798) la obligación a los prestadores de servicios de telecomunicaciones de captar y derivar las comunicaciones que trasmiten para su observación remota, de acuerdo a lo que establece la legislación vigente, a requerimiento del Poder Judicial o del Ministerio Publico. Es decir, se estableció un amplio margen de intervención dado que los prestadores de servicios de telecomunicaciones tenían la obligación de registrar y sistematizar los datos filiatorios y domiciliarios de sus usuarios y clientes y los registros de tráfico de comunicaciones cursadas por los mismos para su consulta sin cargo por parte del Poder Judicial o del Ministerio Público, debiendo conservar la información por el plazo de 10 años. Que el fundamento de la acción de amparo promovida se basó en que las disposiciones de la Ley 25.873 y su decreto reglamentario vulneran las garantías establecidas en los artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional, en cuanto autorizan la intervención de las comunicaciones telefónicas y por Internet sin que una ley o la misma ley, determine en qué casos y con qué justificativos, es decir su alcance. Asimismo, el Sr. Halabi sostenía que era una clara intromisión a la esfera de privacidad de su persona, lo cual constituía una violación a sus derechos a la privacidad y a la intimidad en su condición de usuario, y también, una vulneración a su privilegio de confidencialidad que, como abogado, ostenta en las comunicaciones con sus clientes. El Tribunal de grado, es decir la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, confirmó la sentencia de primera instancia la cual declaró la inconstitucionalidad de los arts. 1 y 2 de la Ley 25.873, asistiéndole razón a los fundamentos del amparista. Asimismo, determino que la legitimación del actor no excluía la incidencia colectiva de la afectación a la luz del 2° párrafo del art. 43 de la Constitución Nacional por lo que la sentencia dictada en tales condiciones, debía aprovechar a todos los usuarios que no han participado en el juicio. Y en este punto es que nos centraremos en los párrafos siguientes. El Estado Nacional, ante la decisión de la Sala II, interpone recurso extraordinario federal, el cual es concedido y ataca exclusivamente el efecto erga omnes que la Cámara atribuyó a su pronunciamiento, sosteniendo que la pretensión fue deducida exclusivamente por un particular. En estas condiciones, es que la Corte Suprema de Justicia de la Nación dictó el fallo conocido como “Halabi” el pasado 24 de febrero de 2009, que en resumen estableció: a.- Ratifica la inconstitucionalidad decretada por el Tribunal de grado en relación a los arts. 1 y 2 de la Ley 25.873, sosteniendo, a grandes rasgos, que dicha normativa constituye una violación al derecho a la intimidad y una injerencia o intromisión, arbitraria y abusiva en la vida privada de los afectados. b.- En materia de legitimación procesal delimita tres categorías de derechos: individuales, de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos, y de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos. c.- Los derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos, conforme el art. 43 de la Constitución Nacional, y los mismos son ejercidos por el Defensor del Pueblo de la Nación, las asociaciones que concentran el interés colectivo y el afectado. d.- Aun cuando no exista una ley en nuestro derecho que reglamente el ejercicio efectivo de las denominadas acciones de clase, el art. 43 de la Constitución Nacional es operativo y es obligación de los jueces darle eficacia cuando se aporta nítida evidencia sobre la afectación de un derecho fundamental y del acceso a la justicia de su titular. Como vemos, nuestro máximo Tribunal sentó una fuerte doctrina en cuanto a la aplicación del art. 43 CN, la ampliación de la legitimación activa e incluso, la ampliación de los efectos de una sentencia judicial. 2.- La acción de clase. Sus antecedentes. El primer antecedente en relación a las acciones de clase como hoy las conocemos, se remonta al Siglo XVII, en los Estados Unidos de Norteamérica, donde a partir de las directivas del Bill of peace, mediante la labor jurisprudencial, se fue delineando la institución conocida como class actions (acciones de clase). Ahora bien, su definición como tal, recién quedó plasmada en las Federal Rules of Civil Procedure de 1938, para seguir evolucionando jurisprudencialmente hasta el dictado de la “Regla 23” como parte de las Federal Rules de 1966. Dicha regla determinó que el juez debe admitir la pretensión deducida por parte de un representante de la clase (efectuando un adecuado control de su representatividad y de la existencia de una comunidad de intereses) y, asimismo, que la decisión que se adopta tiene efectos erga omnes. Estableció que, para que uno o más miembros de una clase puede demandar o ser demandado como parte en representación de todos, se debe verificar que: 1) La clase es tan numerosa que la actuación de todos es impracticable; 2) Existen cuestiones de hecho y de derecho comunes a la clase; 3) Las demandas o defensas de las partes representantes son típicas de las demandas o defensas de la clase; 4) Las partes representantes protegerán los intereses de la clase justa y adecuadamente. En nuestro ordenamiento jurídico, recién con la reforma constitucional del año 1994 se plasmaron concretamente los derechos de incidencia colectiva mediante la reforma del art. 43 de la Constitución Nacional. El mismo, en su nuevo texto, dice que podrá interponer acción de amparo en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan esos fines. A partir del dictado del fallo “Halabi”, la CSJN dio un paso importantísimo al incorporar los requisitos legitimantes de esta nueva acción procesal de los derechos de incidencia colectiva, o acciones de clase. 3.- Procedencia de la Acción. Legitimación. Al dictar el fallo “Halabi”, la CSJN también introdujo los requisitos que debería contener una acción de clase, o de “Derecho de incidencia colectiva referente a intereses individuales homogéneos” como la llama la CSJN, en el marco del derecho argentino. Podemos identificar tres condiciones para la procedencia de dicha acción según el fallo mencionado. Ellas son: a.- La primera es la condición básica para la procedencia de cualquier acción: el interés o el daño. Pero para las acciones de clase, se agrega que debe ser un hecho único que causa una lesión a una pluralidad relevante de derechos individuales. b.- Ese daño causado a una pluralidad de derechos individuales, no debe ser un daño diferenciado en cada sujeto, sino que debe contar con elementos homogéneos dentro de esa pluralidad de sujetos al estar afectado por un mismo hecho. Este es el concepto de clase para la CSJN. Los daños producidos por un hecho común a una pluralidad de derechos individuales, deben afectar a un grupo homogéneo y la presentación debe estar concentrada en los efectos comunes sufridos por ese grupo homogéneo y no en lo que cada individuo pueda peticionar. c.- Por último, nuestro máximo Tribunal estableció que para este tipo de acción (de incidencia colectiva en relación con intereses individuales homogéneos) debía ser exigible que el interés individual, considerado aisladamente, no justificara la promoción de una demanda por la poca cuantía del reclamo relacionado con el costo del litigio, con lo cual podría verse afectado el acceso a la justicia. Sin embargo, aclara que la acción resultará de todos modos procedente en aquellos supuestos en los que cobran preeminencia otros aspectos referidos a materias tales como el ambiente, el consumo o la salud o cuando afectan a grupos que tradicionalmente han sido postergados, o en su caso, débilmente protegidos. En esas circunstancias, la naturaleza de esos derechos excede el interés de cada parte. En cuanto a la legitimación activa de las acciones de clase, y siempre y cuando se cumplan con los requisitos de su procedencia, la misma se encuentra establecida en el art. 43 de la Constitución Nacional, en cuanto los derechos de incidencia colectiva referentes a derechos personales o patrimoniales derivados de afectaciones al ambiente y a la competencia, de los derechos de los usuarios y consumidores como de los derechos de sujetos discriminados. Ahora bien, en nuestro derecho positivo no existe una ley que reglamente el ejercicio efectivo de las acciones de clase. Ante este escenario, la CSJN establece que lo normado en el art. 43 de la Constitución Nacional, es totalmente operativo y los jueces deben dotar de la eficacia correspondiente a tales palabras. Por tal motivo, podemos establecer que la acción de clase (siempre y cuando cumpla los requisitos de la misma) tiene una legitimación activa amplia, dado que puede ser interpuesta por el afectado, por el Defensor del Pueblo y por las asociaciones inscriptas bajo la normativa vigente para esos fines. 4.- Efectos de la Sentencia.- Como es sabido, las sentencias dictadas solo producen efectos respecto de quienes han revestido el carácter de partes en el juicio (y eventualmente terceros citados), y no pueden beneficiar ni perjudicar a terceros ajenos a la litis. Ahora bien, esta regla no puede ser aplicada a sentencias donde estén en juego derechos de incidencia colectiva, ya que, en tal caso, el mismo instituto de las acciones de clase carecería de sentido. Por lo tanto, en este supuesto de las acciones de clase se verifica un cambio en el concepto tradicional del alcance de los efectos de una sentencia y del alcance de la cosa juzgada, expandiéndose sus efectos a todos los integrantes de la clase afectada, teniendo la sentencia, en relación con los mismos, efectos «erga omnes». 5.- Conclusiones.- Ha sido uno de los fallos de nuestra CSJN que marcó un rumbo, rompió moldes y fijó nuevos paradigmas. Al igual que otros famosos fallos anteriores (menciono sólo a título de ejemplo los famosos “Siri” y “Kot” de los años 1957/1958 sobre la acción de amparo; “Ponzetti de Balbín”de 1984 sobre el derecho a la intimidad, “Sejean c/Zaks de Sejean” de 1986 que hizo lugar al divorcio vincular, “Ekmekdjian c/Sofovich” de 1992 que hizo lugar al derecho de réplica, “Aquino” de 2004 sobre la inconstitucionalidad de algunos artículos de la Ley de Riesgos del Trabajo, “Expósito, Miguel Angel” también de 2004 que decide acatar un fallo de la Corte Interamericana de Recursos Humanos, “Verbissky” de 2005 que hizo cesar la detención en comisarías de la Pcia. de Buenos Aires de enfermos y niños, “Mendoza, Beatriz” de 2007 sobre la cuenca del Riachuelo y donde fijó como doctrina que la CSJN era competencia originaria en la prevención recomposición y resarcimiento del daño colectivo, el caso “ATE” de 2008 complementado con “Rossi, Adriana” del 2009 en relación con la libertad de asociación gremial, elección de autoridades y la protección del fuero sindical, etc., etc.), a partir de este precedente, se ha abierto una nueva clase de acción en nuestro derecho, la cual pese a su falta de regulación procesal específica (que la misma CSJN atribuye a la “mora del legislador”), determina una nítida ampliación del espectro de protección de derechos, principalmente, de los derechos de la competencia, del usuario/consumidor y del medio ambiente. Creemos que se hace necesario luego del tiempo transcurrido desde el fallo “Halabi”, proceder a tipificar dentro de los códigos procesales (comenzado a nivel Nacional) los requisitos esenciales de las acciones de clase para la procedencia de las mismas, establecer en forma clara y concreta la legitimación activa incluso pudiendo regular flexiblemente la establecida en el art. 43 CN, y, finalmente, fijar el tipo de proceso por el cual se deberá interponer y tramitar la acción en cuestión.