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Hipertensión

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SALUD PÚBLICA

SÍNTESIS HIPERTENSIÓN

DOCENTE:

INTEGRANTE:
• Denis Acosta
• Nilsa Cano
• Esterlina Ferreira
• Ivan Silverio

LICENCIATURA EN NUTRICION

PRIMER SEMESTRE
Introducción
La hipertensión, o presión arterial alta, es una condición médica crónica en la
cual la fuerza ejercida por la sangre contra las paredes de las arterias es elevada
de manera persistente. Esta condición representa un desafío significativo para el
sistema cardiovascular, en particular para el corazón. Cuando el corazón
enfrenta una mayor resistencia, responde incrementando su masa muscular, un
proceso conocido como hipertrofia ventricular izquierda. Aunque inicialmente
esta adaptación ayuda al corazón a lidiar con el aumento de la carga de trabajo,
a largo plazo puede resultar perjudicial. El incremento de la masa muscular no
está acompañado de un aumento proporcional del riego sanguíneo, lo que puede
llevar a insuficiencia coronaria y angina de pecho. Además, la hipertrofia del
músculo cardíaco lo vuelve más irritable, incrementando el riesgo de arritmias.

La hipertensión tiene un impacto significativo en el cerebro. La rigidez y el


estrechamiento de las arterias pueden resultar en un flujo sanguíneo insuficiente,
lo que provoca infartos cerebrales isquémicos, comúnmente conocidos como
ictus. La presión arterial elevada también puede causar la rotura de una arteria,
conduciendo a hemorragias cerebrales, otro tipo de ictus. Ambas condiciones
representan emergencias médicas graves y subrayan la importancia de controlar
la presión arterial para proteger la salud cerebral.

Los riñones son otros órganos críticos afectados por la hipertensión. Las arterias
que suministran sangre a los riñones se vuelven rígidas, lo que puede
desembocar en insuficiencia renal, una condición que a veces requiere diálisis.
Además, el daño renal puede aumentar la presión arterial, creando un ciclo
vicioso donde el deterioro de la función renal y el aumento de la presión arterial
se perpetúan mutuamente.

La hipertensión también tiene repercusiones en otros órganos y sistemas del


cuerpo. Por ejemplo, cuando afecta las arterias de las piernas, puede causar
dolor al caminar, una condición conocida como claudicación intermitente. Si daña
las arterias de la retina, puede provocar alteraciones en la visión. En los
hombres, la hipertensión puede ser una causa de impotencia.

El diagnóstico de la hipertensión es relativamente sencillo y se basa en la


medición de la presión arterial con un tensiómetro. Este procedimiento debe
realizarse bajo condiciones específicas para garantizar su precisión: en una
habitación tranquila, sin ruidos ni interrupciones, y con el paciente relajado. Es
importante no haber fumado, bebido alcohol, comido o hecho ejercicio en los
últimos 30 minutos antes de la medición. La posición correcta durante la
medición también es crucial: el paciente debe estar sentado con la espalda
apoyada, sin cruzar las piernas, y con el brazo libre de ropa que pueda oprimirlo.
La medición se realiza colocando un manguito inflable alrededor del brazo, y
puede utilizarse el método auscultatorio o el método oscilométrico para
determinar las cifras de presión sistólica y diastólica.

La presión arterial normal se define por cifras de 120-129 mmHg para la presión
sistólica y 80-84 mmHg para la presión diastólica. Cifras superiores pueden
clasificarse como hipertensión y requieren intervención médica para prevenir
complicaciones.

La prevención y el tratamiento de la hipertensión se basan en la adopción de un


estilo de vida saludable. Esto incluye evitar el tabaco, moderar el consumo de
alcohol, mantener un peso saludable, realizar ejercicio físico regularmente y
seguir una dieta equilibrada baja en sal y rica en frutas, verduras, legumbres y
cereales integrales. En muchos casos, además de estas medidas, es necesario
un tratamiento farmacológico para controlar la presión arterial. Es crucial que los
pacientes sigan las recomendaciones médicas rigurosamente y no interrumpan
la medicación, incluso si sus niveles de presión arterial se normalizan.

La hipertensión afecta a diferentes grupos de población de diversas maneras.


En los niños, el aumento de la obesidad ha llevado a un incremento en los casos
de hipertensión infantil. La medición de la presión arterial en niños requiere el
uso de manguitos de tamaño adecuado para garantizar la precisión. En mujeres,
los valores de presión arterial sistólica suelen ser más bajos que en los hombres,
pero estos valores aumentan con la edad, y a menudo superan los de los
hombres después de los 60 años. Además, los anticonceptivos orales y el
tratamiento hormonal sustitutivo pueden elevar la presión arterial en algunas
mujeres.

Durante el embarazo, los trastornos hipertensivos son una causa importante de


complicaciones tanto para la madre como para el feto. La presión arterial
normalmente disminuye durante el segundo trimestre del embarazo y vuelve a
los valores previos en el tercer trimestre. Sin embargo, en algunos casos, puede
aumentar y causar complicaciones graves, lo que hace crucial el control regular
de la presión arterial durante la gestación.

En los ancianos, la presión arterial sistólica tiende a aumentar con la edad, y


durante mucho tiempo se consideró normal tener presión arterial elevada en
edades avanzadas. No obstante, hoy en día se recomienda mantener la presión
arterial dentro de rangos normales en todas las edades para reducir el riesgo de
complicaciones cardiovasculares. En algunos pacientes mayores, se acepta una
presión arterial sistólica de hasta 150 mmHg, pero siempre se debe valorar
individualmente.

Además de la adopción de un estilo de vida saludable, el tratamiento de la


hipertensión a menudo incluye medicación. Los pacientes deben seguir tomando
su medicación incluso si sus niveles de presión arterial se normalizan. Es
fundamental cumplir estrictamente con el régimen de tratamiento y mantener un
horario regular para la ingesta de medicamentos. La adherencia al tratamiento
puede ser mejorada mediante la colaboración con enfermeras y farmacéuticos,
quienes juegan un papel clave en el manejo a largo plazo de la hipertensión.

Es importante también que los pacientes revisen su dieta y otros factores de


riesgo. Si un paciente no obtiene los resultados esperados del tratamiento
antihipertensivo, debe consultar a su médico para ajustar la medicación y
asegurarse de que ningún factor dietético, como el consumo de sal, esté
impidiendo la efectividad del tratamiento. La combinación de un estilo de vida
cardiosaludable con la medicación adecuada es esencial para controlar la
hipertensión y prevenir sus complicaciones.
Hipertensión

La hipertensión supone una mayor resistencia para el corazón, que responde


aumentando su masa muscular (hipertrofia ventricular izquierda) para hacer
frente a ese sobreesfuerzo. Este incremento de la masa muscular acaba siendo
perjudicial porque no viene acompañado de un aumento equivalente del riego
sanguíneo y puede producir insuficiencia coronaria y angina de pecho. Además,
el músculo cardiaco se vuelve más irritable y se producen más arritmias.

¿Cómo afecta la presión arterial al cerebro?


Cuando las arterias se vuelven rígidas y estrechas, el riego sanguíneo resulta
insuficiente y provoca la aparición de infartos cerebrales (ictus o accidente
vascular cerebral isquémico). La elevación de la presión arterial también puede
causar la rotura de una arteria y ocasionar una hemorragia cerebral (ictus o
accidente vascular cerebral hemorrágico).

¿Cómo afecta la presión arterial a los riñones?


La hipertensión causa rigidez en las arterias que suministran la sangre a los
riñones. Pero también perjudica al propio riñón, lo que puede desembocar en
una insuficiencia renal que incluso requiera diálisis. Por otro lado, si el riñón
resulta dañado se puede producir un aumento de la presión arterial.

¿Cómo afecta la presión arterial a otros órganos?

• Si afecta a las arterias de las piernas causa dolor al caminar


• Si daña las arterias de la retina provoca alteraciones en la visión
• En los hombres puede ser causa de impotencia

Hipertensión: diagnóstico

El diagnóstico se basa en un sencillo procedimiento de medición, aunque en


algunos casos son necesarias otras pruebas como el holter de presión arterial.
La hipertensión arterial no produce síntomas y puede pasar inadvertida
▪ Es más frecuente a partir de los 40 años, aunque puede aparecer a
cualquier edad

▪ Hay predisposición familiar, aunque se da también en personas sin


antecedentes

¿Cómo se mide?
La presión arterial se mide mediante unos aparatos llamados
esfingomanómetros, popularmente conocidos como tensiómetros, que deben
someterse a las validaciones y homologaciones reglamentarias.

▪ Busca una habitación tranquila, sin ruidos ni interrupciones, con una


temperatura de 20-25º C

▪ Debes estar relajado. No beber, comer, fumar ni hacer ejercicio físico la


media hora anterior

▪ Reposa 5 minutos antes de la toma

▪ Siéntate cómodamente con la espalda apoyada en el respaldo de la silla,


no cruces las piernas y quítate la ropa que pueda oprimirte el brazo

▪ Si el tensiómetro es de brazo, coloca el manguito dos o tres centímetros


por encima del codo. Deja la palma de la mano boca arriba y el codo
ligeramente flexionado a la altura del corazón

▪ Si el tensiómetro es de muñeca, pon la muñequera a la altura del corazón

▪ No hables durante la medición

▪ Realiza dos mediciones separadas al menos dos minutos y quédate con


el resultado de la media de ambas

▪ Apunta los valores obtenidos para informar a tu médico

Diferentes métodos de medida de la presión arterial


El método auscultatorio necesariamente se tiene que hacer de forma manual,
mediante un estetoscopio y un brazalete inflable conectado a un manómetro que
es el aparato que mide la presión. Se basa en los sonidos de Korotkoff. Cuando
el brazalete de un esfigmomanómetro se coloca alrededor del brazo de un
paciente, y se insufla hasta alcanzar una presión por encima de su presión
sanguínea sistólica no habrá un sonido audible, ya que el brazalete impide el
flujo de sangre por la arteria. Cuando se va desinflando progresivamente, en el
momento en el que la presión en el manguito se iguala a la presión sistólica, se
empieza a escuchar un ruido (primer sonido de Korotkoff). Cuando la presión en
el manguito cae por debajo de la presión diastólica, los sonidos dejan de
escucharse y es en ese momento cuando se determina la presión arterial
diastólica. Este método requiere de personal entrenado en escuchar los sonidos,
un ambiente silencioso y unos aparatos de medida adecuados.

El método oscilométrico es el que utilizan los aparatos automáticos. En este


caso, en contraste con el método auscultatorio, que se basa en la detección de
sonidos Korotkoff, el método oscilométrico se basa en la detección de las
oscilaciones causadas por la sangre a medida que comienza a fluir de nuevo en
la extremidad (detector de presión electrónico). Cuando el manguito se infla por
encima de la presión arterial sistólica no hay cambios de presión; pero cuando
se desinfla hasta el nivel de la presión arterial sistólica, comienza a haber un flujo
que provoca oscilaciones detectables por el aparato. Como la presión del aire se
libera lentamente desde el manguito, la amplitud de estas oscilaciones pulsátiles
va aumentando hasta un máximo, y posteriormente disminuye a medida que el
flujo de sangre a la extremidad se normaliza. El aparato realiza la determinación
de las cifras basándose en el incremento de la amplitud de las oscilaciones en el
caso de la presión arterial sistólica; y con el punto en el que las oscilaciones
tienden a estabilizarse para la presión arterial diastólica. Estas mediciones son
a menudo menos precisas cuando se comparan con las medidas de
auscultación, por eso es muy importante que los aparatos sean calibrados y
validados.

Niveles normales de presión arterial

• Presión arterial normal. Los niveles máximos de presión arterial sistólica


(máxima) están entre 120-129 mmHg, y los de diastólica (mínima) entre
80 y 84 mmHg. Cifras más bajas también pueden considerarse normales,
siempre que no provoquen ningún síntoma.
• Presión arterial normal-alta. Las cifras de presión arterial sistólica
(máxima) están entre 130-139 mmHg, y las de diastólica (mínima) entre
80-89 mmHg. En personas diabéticas, los niveles superiores a
140/85 mmHg también se consideran altos.

Hipertensión: tratamiento y prevención

El mejor tratamiento de la hipertensión es una buena prevención que evite su


aparición. Para ello es fundamental seguir un estilo de vida cardiosaludable:

▪ No fumes. El tabaco aumenta la presión arterial y la frecuencia cardiaca.

▪ Cuidado con el alcohol. El consumo excesivo de alcohol provoca el


incremento de la presión arterial y otras alteraciones perjudiciales el
corazón y otros órganos.

▪ Controla tu peso. El sobrepeso es una causa de hipertensión. Rebajarlo


reduce la presión arterial y disminuye el riesgo cardiovascular y de
diabetes.

▪ Ejercítate. La realización de ejercicio físico regular consigue bajar las


cifras de presión arterial.

▪ Practica una dieta cardiosaludable. Los hipertensos deben disminuir el


consumo de sal y alimentos que la contengan. También es necesario
consumir frutas, verduras, legumbres, frutos secos, pan y otros cereales.

▪ Tratamiento farmacológico. Si eres hipertenso no puedes conformarte


con las recomendaciones anteriores, ya que es posible que debas seguir
un tratamiento farmacológico. Los resultados no siempre reflejan una
reducción inmediata de la presión arterial, así que es necesario esperar
un poco antes de plantearle al médico un cambio de medicación.

Los pacientes que siguen un tratamiento antihipertensivo deben tener en cuenta


estos consejos:
▪ Aunque la presión arterial se haya normalizado no hay que dejar de tomar
la medicación nunca

▪ Cumplir estrictamente el tratamiento e intentar mantener siempre el


horario de ingesta de las pastillas

▪ Un aspecto destacado en cuanto al seguimiento de los pacientes es el


interés por la valoración e interacción con la adherencia
terapéutica. Aparece un nuevo concepto: el papel clave que tienen las
enfermeras y los farmacéuticos en el tratamiento a largo plazo de la
hipertensión

▪ Consulta al doctor si el tratamiento no obtiene resultados, ya que a veces


es necesario asociar varios fármacos para controlar la presión arterial.
Revisa también la dieta por si algún alimento (por ejemplo, la sal) está
impidiendo el efecto antihipertensivo de la medicación

▪ El tratamiento debe compatibilizarse siempre con el estilo de vida


cardiosaludable

▪ Vigila el resto de los factores de riesgo, ya que, si no, tus buenas cifras de
presión arterial no servirán de mucho

Hipertensión en niños

En los últimos años se ha producido un incremento de la obesidad infantil y un


aumento alarmante del número de niños hipertensos. De ahí que se extreme el
cuidado de los hijos para evitar su aparición. Dieta equilibrada, ejercicio y control
de la presión arterial son vitales.

Para realizar una medición correcta de la presión arterial en la edad pediátrica,


es necesario utilizar manguitos de un tamaño adecuado al brazo del niño. Por
ese motivo existen modelos apropiados para medirla a cualquier edad.
Hipertensión en mujeres

Las mujeres habitualmente presentan valores de presión arterial sistólica


inferiores a los de los hombres. Sin embargo, la presión arterial sistólica aumenta
con la edad de una forma mas pronunciada en la mujer: por encima de 60 años
las mujeres presentan cifras de presión arterial superiores, incrementando la
frecuencia de hipertensión en estas edades.

Además, los anticonceptivos orales producen una elevación leve de la presión


arterial en la mayor parte de las mujeres y pueden ser causa de hipertensión en
una proporción pequeña. Lo mismo sucede con el tratamiento hormonal
sustitutivo.

Hipertensión y embarazo

Los trastornos hipertensivos del embarazo continúan siendo una causa


importante de problemas durante la gestación que ocasionan enfermedades en
el feto y durante el periodo neonatal. Normalmente, la presión arterial disminuye
en el segundo trimestre y en el tercer trimestre las cifras suelen volver a los
valores previos al embarazo. Estas modificaciones pueden aumentar en algunos
caso y ser causas de complicaciones, por lo que resulta de extraordinaria
importancia el control de las cifras de presión arterial durante esta etapa.

Hipertensión en ancianos

Como la presión arterial sistólica se eleva con la edad, se ha considerado


durante mucho tiempo que es normal que en edades avanzadas se tenga la
presión elevada. Actualmente se sabe que es recomendable mantener las cifras
de presión arterial dentro de rangos normales a todas las edades para disminuir
el riesgo de complicaciones cardiovasculares, sin embargo, en pacientes más
ancianos podemos tener una presión hasta 150 mmHg, valorándose
individualmente.
Conclusión
La hipertensión es una de las enfermedades crónicas más comunes y peligrosas
del mundo moderno. Su prevalencia y el impacto negativo que tiene en la salud
global la convierten en un problema de salud pública de primer orden. Las
complicaciones asociadas con la hipertensión, como enfermedades
cardiovasculares, infartos cerebrales, insuficiencia renal y otros daños orgánicos,
subrayan la importancia de un diagnóstico temprano y un manejo eficaz.

Uno de los aspectos más preocupantes de la hipertensión es su naturaleza


asintomática en las etapas iniciales. Muchas personas pueden vivir durante años
sin saber que tienen presión arterial alta, lo que permite que los daños internos
progresen sin intervención. Por esta razón, la medición regular de la presión
arterial es crucial, especialmente para aquellos con factores de riesgo como edad
avanzada, antecedentes familiares de hipertensión, obesidad, sedentarismo y
consumo excesivo de sal y alcohol.

El diagnóstico de la hipertensión es sencillo pero fundamental. Utilizar


correctamente los esfigmomanómetros, ya sean manuales o automáticos, y
seguir los procedimientos adecuados de medición puede prevenir diagnósticos
erróneos y asegurar un monitoreo preciso. La medición auscultatoria y la
oscilométrica tienen sus ventajas y desventajas, pero ambas requieren equipos
calibrados y condiciones adecuadas para ofrecer resultados fiables.

El manejo de la hipertensión debe ser integral y personalizado. Aunque el


tratamiento farmacológico es a menudo necesario, no debe considerarse la única
estrategia. Cambios en el estilo de vida juegan un papel esencial en la
prevención y control de la presión arterial. La adopción de hábitos
cardiosaludables, como una dieta balanceada baja en sodio, ejercicio regular,
evitar el tabaco y moderar el consumo de alcohol, no solo ayuda a controlar la
hipertensión, sino que también mejora la salud general y reduce el riesgo de
otras enfermedades crónicas.

En cuanto a los tratamientos farmacológicos, es vital que los pacientes sigan las
indicaciones médicas al pie de la letra. El abandono del tratamiento o la falta de
adherencia puede revertir los progresos logrados y aumentar el riesgo de
complicaciones graves. Los profesionales de la salud, incluidos médicos,
enfermeras y farmacéuticos, juegan un papel crucial en educar a los pacientes
sobre la importancia de seguir el tratamiento y monitorear regularmente su
presión arterial.

La hipertensión también tiene dimensiones específicas en diferentes grupos de


población. Por ejemplo, en niños, la creciente incidencia de obesidad ha llevado
a un aumento preocupante de casos de hipertensión infantil, lo que subraya la
necesidad de intervenciones tempranas y preventivas en la dieta y el ejercicio
desde edades tempranas. En mujeres, la presión arterial puede verse afectada
por factores como los anticonceptivos orales y el embarazo, requiriendo un
monitoreo y manejo especiales durante estos períodos.

Para los ancianos, mantener la presión arterial dentro de rangos normales es


crucial, aunque puede requerir una consideración más cuidadosa de sus
condiciones de salud generales. La percepción antigua de que la presión arterial
elevada es normal en la vejez ha sido reemplazada por un enfoque que busca
mantener niveles saludables a cualquier edad para minimizar el riesgo de
complicaciones cardiovasculares.

La educación y la concienciación son pilares fundamentales en la lucha contra la


hipertensión. Los programas comunitarios de educación sobre la salud,
campañas de detección temprana y la promoción de estilos de vida saludables
pueden tener un impacto significativo en la reducción de la prevalencia de la
hipertensión y sus complicaciones. Es esencial que tanto los individuos como las
comunidades comprendan la gravedad de la hipertensión y tomen medidas
proactivas para gestionarla.

En conclusión, la hipertensión es una condición médica compleja que requiere


un enfoque multifacético para su manejo efectivo. La combinación de diagnóstico
temprano, tratamiento farmacológico adecuado, cambios en el estilo de vida y
educación continua puede mejorar significativamente los resultados de salud
para las personas afectadas por esta enfermedad.
Bibliografía
https://fundaciondelcorazon.com/prevencion/riesgo-cardiovascular/hipertension-
tension-alta.html

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