Historia Contemporánea de Guatemala
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Historia Contemporánea de Guatemala
El gobierno de Ydígoras Fuentes enfrentó un país que aún no había superado los eventos de la
contrarrevolución. Persistía el sentimiento de confrontación entre los revolucionarios y los
liberacionistas. Sin embargo, el factor determinante de eventos que se dieron durante este gobierno
fue el recrudecimiento de la “guerra fría”, esa lucha por la hegemonía mundial entre Estados Unidos y
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas –URSS– y, particularmente, el triunfo de la Revolución
Cubana en 1959 al derrocar al dictador Fulgencio Batista.
El gobierno norteamericano ejercía presión en América Latina y particularmente en Centroamérica
para obtener posiciones oficiales en contra de Cuba. Guatemala volvió a tomar partido y Estados
Unidos recibió el apoyo del gobierno de Ydígoras Fuentes para entrenar en territorio guatemalteco a
cubanos anticastristas para invadir Bahía Cochinos en la isla de Cuba. Se contó con la colaboración
del Sr. Roberto Alejos y la finca la Helvetia, de su propiedad. A pesar que esta operación era encubierta
porque no fue conocida por la prensa, algunos militares guatemaltecos tuvieron conocimiento de la
misma y la consideraron una traición a la Patria.
La invasión a Cuba sufrió un revés con el movimiento organizado el 13 de noviembre de 1960. Se
inició un alzamiento de los militares que se agruparon en una organización conocida como La Logia
del Niño Jesús. Este alzamiento fracasó por la mala planificación, su deficiente conducción y porque
la mayoría de los alzados se rindió. Un grupo de ellos se refugió en El Salvador y Honduras. Entre los
dirigentes figuraban Marco Antonio Yon Sosa, Luis Turcios Lima, Luis Trejo Esquivel, Alejandro de
León Aragón, Vicente
Loarca, Francisco Franco Almendaris. Los rebeldes finalmente decidieron organizarse como guerrilla.
Entonces existían tres partidos políticos: Partido Revolucionario (PR), Democracia Cristiana
Guatemalteca (DCG) y Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Ante los alzamientos militares en
contra del gobierno, los partidos firman el Pacto Tripartito, el 2 de diciembre de 1960. En él decidieron
no apoyar al gobierno dejando clara su posición anticomunista.
En 1962, el malestar generalizado en la población en contra de la corrupción imperante en el gobierno
de Idígoras Fuentes es asumido por los estudiantes de secundaria agrupado en el Frente Unido del
Estudiantado Organizado (FUEGO) y apoyado por la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU).
Iniciaron el movimiento llamado de marzo y abril, que generó batallas campales en el centro de la
ciudad. El enfrentamiento entre la policía y los estudiantes dejó como saldo lamentable la muerte de
muchos estudiantes, entre ellos los cuatro vilmente asesinados frente a la antigua facultad de Derecho,
donde ahora funciona el Museo Universitario (MUSAC).
En 1963, los focos guerrilleros de los militares alzados se unifican con unidades guerrilleras del Partido
Guatemalteco del Trabajo, (PGT). Inician la lucha armada como una forma de impulsar la revolución.
En esta situación, se había incrementado la corrupción pública y la debilidad de las instituciones del
Estado era evidente. En un ambiente general de anarquía, se prepararon las elecciones presidenciales
de 1963. Se esperaba que se presentara la candidatura del Dr. Juan José Arévalo Bermejo.
El Doctor que Arévalo arribó al país, en medio de gran entusiasmo. Son embargo, el alto mando del
ejército, encabezado por el coronel Enrique Peralta Azurdia, anunció que “el ejército no permitirá que
ninguna persona sin-dicada como responsable directa o indirectamente con la muerte del coronel
Francisco Javier Arana acaecida el 19 de julio de 1949, llegue a la presidencia”. Con ese pretexto se
consumó un nuevo golpe de estado, de 30 de marzo de 1963. Un nuevo capítulo de un nuevo
gobernante “de facto” dio inicio. Se intensificó la confrontación armada e ideológica que subsistió a lo
largo de los siguientes treinta y seis años.
De inmediato se suspendió la vigencia de la Constitución y se legisló por medio de decretos y leyes.
El 10 de abril de 1963 se emitió la Carta.
Fundamental de Gobierno y la Ley de Defensa de las Instituciones Democráticas. Hasta el año de
1965, la Asamblea Nacional Constituyente promulgó la Constitución de 15 de septiembre de 1965.
La lucha armada iniciada en 1960 se fue recrudeciendo. Los grupos guerrilleros se ubicaron en la
Sierra de las Minas y posteriormente aparecieron en la capital.
En diciembre de 1963, las fuerzas insurgentes se fusionaron con las Fuerzas Armadas Rebeldes
(FAR), integradas por elementos de otros movimientos sociales. A partir de este momento se registró
una serie de actos vio-lentos: atentados, secuestros, asesinatos hacia dirigentes empresariales y
diplomáticos. El ejército respondió con actos de persecución en contra de todos aquellos que
estuvieran inconformes, involucrados o no con la lucha armada.
Los guerrilleros trataron de buscar el apoyo de la población entre los campesinos y obreros para que
intervinieran en la lucha. Se crearon organizaciones como el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP)
en el noroccidente y la Organización del Pueblo en Armas (ORPA) ubicado en la zona suroccidente
del país.
Durante treinta y seis años la lucha armada se desarrolló en el territorio nacional. El ejército ejerció
dominio durante los años 60 llegando práctica-mente a controlarlo. Sin embargo, en 1972 resurge la
guerrilla en el noroccidente del país. En 1976 el terremoto permite a la guerrilla aglutinar a miles de
combatientes y colaboradores.
En 1982, cuando el general Efraín Ríos Montt llega al poder por un golpe de Estado, impulsó el
programa de Frijoles y Fusiles. Fue la estrategia para armar a más de 900,000 paramilitares que
constituyeron las Patrullas de Auto Defensa Civil. Por otra parte, la población, en su mayoría indígena,
fue con-centrada en las Aldeas Modelo y los Polos de desarrollo. Las acciones en contra de la guerrilla,
como la denominada tierra arrasada, ocasionaron la desaparición de poblaciones enteras. Muchos
sobrevivientes buscaron el exilio en el país vecino de México. Otros, se refugiaron en la selva,
constituyendo las Comunidades de Población en Resistencia (CPR).
En enero de 1982 las fuerzas guerrilleras de EGP, la ORPA, las FAR y el núcleo del PGT, decidieron
unirse formalmente creando la Unidad Revolucionaria Nacional (URNG).
Un nuevo golpe de estado derrocó al general Efraín Ríos Montt. En su lugar asumió la presidencia el
también general Óscar Humberto Mejía Víctores. Su misión era conducir un proceso democrático en
el que los civiles volvieran al poder. Así, tras la promulgación de una nueva Constitución (1985), se
convocó a elecciones generales. Resultó electo el licenciado Marco Vinicio Cerezo Arévalo, quien
inició gestiones para negociar un cese el fuego con la guerrilla.
En 1987 se llevó a cabo la Cumbre de Presidentes Centroamericanos. Los mandatarios firmaron el
Acuerdo de Esquipulas II, el cual constituyó uno de los primeros pasos para la búsqueda de la paz.
Como producto de este encuentro se creó la Comisión de Reconciliación encabezada por Monseñor
Rodolfo Quezada Toruño. Posteriormente se constituyó la Comisión para la Paz, órgano que impulsó
el diálogo nacional. A partir de entonces se abrieron espacios para el encuentro entre las diferentes
fuerzas sociales del país. Se die-ron cita los grupos políticos, representantes de la sociedad civil,
ejército, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG y representantes del gobierno. En
este esfuerzo, la participación y colaboración de la comunidad internacional fue de gran importancia.
Para lograr la paz en Guatemala se firmaron 12 acuerdos entre los años de 1994 y 1996. Fueron
discutidos los problemas sociales de mayor trascendencia del país, así como la solución para llegar a
culminar con la construcción de la paz.
Todos los compromisos a los que arribaron los esfuerzos de los integran-tes de la Comisión de la Paz
constituyeron el contenido de los denominados Acuerdos de Paz. Tras nueve años de negociaciones,
el 29 de diciembre de 1996 se firmó el Acuerdo de Paz Firme y Duradera, que puso fin a 36 años de
conflicto armado en nuestro país
Por una parte, el gobierno se comprometía en este Acuerdo a realizar cambios en las Instituciones del
Estado. Se esperaba superar, progresiva-mente, muchas de las causas que, en gran medida, habían
motivado el conflicto armado. El fin era ir tras la construcción de un Estado democrático e incluyente.
Por otro lado, el compromiso de los integrantes de la URNG fue de abandonar la lucha e integrarse en
la sociedad a través de organizarse en un partido político democrático.
Los acuerdos de paz, firmados entre el Gobierno y la URNG fueron de dos tipos: sustantivos y
operativos.
Los denominados sustantivos son aquellos que contienen temas importantes de carácter nacional y
que fueron concebidos con la finalidad de ir construyendo una nueva sociedad. Tal es el caso del
Acuerdo Global sobre Derechos Humanos en el que se estableció el compromiso de respetar y pro-
mover los derechos humanos de la población guatemalteca.
En el Acuerdo sobre el fortalecimiento del poder civil y función del ejército en una sociedad
democrática, las partes llegaron al acuerdo que la paz descansa sobre la democratización y creación
instituciones que eviten la exclusión política, intolerancia ideológica y la polarización de la sociedad.
Se establece la necesidad de fortalecer el poder civil a través del ejercicio de los derechos políticos.
Por ejemplo, lo relativo a garantizar la función eficiente del Congreso; la administración de justicia
pronta; y la garantía de la seguridad ciudadana.
En los acuerdos llamamos operativos, fueron incluidas las formas por medio de las cuales se estableció
la vigilancia y el cuidado para cumplimiento de los acuerdos sustantivos. Por ejemplo, el Acuerdo sobre
cronograma para la implementación, cumplimiento y verificación de los Acuerdos de Paz.
Con la firma del Acuerdo de paz firme y duradera, todos los guatemaltecos y guatemaltecas estamos
obligados a construir la paz. Debemos poner nuestros mejores esfuerzos para consolidar una sociedad
democrática, justa, igualitaria. Además, una visión incluyente en la que la diversidad de culturas que
conforman nuestro país tenga cabida y que ninguna persona quede excluida.