La Revolucion Industrial
La Revolucion Industrial
La Revolucion Industrial
Este proceso se caracterizó por el uso de nuevas tecnologías aplicadas a la producción a gran
escala y la concentración de fábricas en ciudades. La invención más importante del período fue la
máquina de vapor, cuyo combustible era el carbón mineral y cuyo uso aumentó la producción y el
transporte a niveles sin precedentes. También fueron importantes otros inventos, como las
máquinas hiladoras y el telar mecánico, que permitieron producir más textiles en menor tiempo.
La Revolución Industrial comenzó en Inglaterra, donde habían confluido una serie de condiciones
económicas, políticas, sociales y tecnológicas favorables a este gran cambio. A lo largo del siglo XIX,
se extendió a otros países de Europa occidental, así como a Estados Unidos y Japón.
-La producción industrial a gran escala, especialmente textil, metalúrgica y de alimentos (gracias a
la llamada “revolución agrícola”).
-La progresiva sustitución del hierro por el acero, una aleación de hierro y carbono más dura y
resistente que adquirió más importancia durante la Segunda Revolución Industrial.
-El desarrollo del comercio a nivel mundial, debido a la gran capacidad de producción y a las
innovaciones en el transporte terrestre y marítimo.
-El predominio del capitalismo británico, que se benefició del comercio internacional gracias a su
poder marítimo y al acceso a materias primas baratas, especialmente el algodón del sur de Estados
Unidos y de la India.
Esta primera etapa de innovaciones productivas concluyó aproximadamente en 1840 y apenas tres
décadas después comenzó la siguiente etapa del proceso de industrialización, que suele ser
llamada Segunda Revolución Industrial.
La industria textil. Antes de la Revolución Industrial, la producción textil ya era muy importante en
Gran Bretaña y funcionaba principalmente mediante el sistema “putting-out”, por el que un
empresario entregaba las herramientas y la materia prima (lana o algodón) a familias campesinas
que se encargaban de producir textiles en sus hogares. La Revolución Industrial introdujo máquinas
como la lanzadera volante, la hiladora Jenny, la máquina de hilar de Arkwright y el telar mecánico.
Estas innovaciones permitieron el nacimiento del sistema fabril de trabajo, por el que la
producción se concentraba en fábricas equipadas con grandes máquinas y amplios grupos de
trabajadores asalariados. La industria textil alcanzó una escala sin precedentes.
La industria minera. A partir del siglo XIX, el carbón vegetal que provenía de la madera fue
sustituido por el carbón de coque o mineral. El carbón era especialmente importante porque era el
combustible empleado en las máquinas a vapor para el transporte (por ejemplo, el ferrocarril y el
barco a vapor) y para la producción en fábricas (especialmente para alimentar los hornos de las
industrias metalúrgica y siderúrgica). Esto impulsó la industria de la minería, que supuso la
introducción de un sistema de ventilación y rieles para vagonetas, al mismo tiempo que
incrementó los niveles de explotación de mano de obra y promocionó el trabajo infantil (debido a
los estrechos caminos que conducían hacia el interior de las minas).
Las industrias metalúrgica y siderúrgica. El hierro y el acero fueron las principales materias primas
de la época, que se utilizaron para la producción de herramientas agrícolas, máquinas textiles,
locomotoras, rieles de ferrocarril y barcos. Era posible trabajar el hierro y el acero debido al uso de
hornos industriales que funcionaban a muy altas temperaturas gracias al combustible del carbón
mineral. El procesamiento del acero se desarrolló inicialmente en las acerías de Sheffield
(Inglaterra) en 1740, aunque su despegue se dio a mediados del siglo XIX y durante la Segunda
Revolución Industrial.
La industria del transporte. Hasta el siglo XVIII, el sistema de transporte se basaba en medios de
tracción animal o navegación a vela. En el siglo XIX, se pasó del transporte con caballos al
ferrocarril, gracias al surgimiento de la máquina de vapor y al desarrollo de la industria siderúrgica
que permitió elaborar las locomotoras y los rieles. El ferrocarril revolucionó el comercio y el
transporte de personas. También se desarrolló el barco a vapor.
La expansión comercial. La Revolución Industrial generó un crecimiento comercial sin precedentes
que impactó en todo el mundo. La invención del ferrocarril y el barco a vapor facilitó el transporte
de materias primas a los centros de producción, así como el traslado de los productos fabricados a
mercados internos y externos, a veces en países lejanos. De este modo, el comercio internacional
se expandió y favoreció a los sectores burgueses (especialmente de Gran Bretaña) dedicados a la
industria y el comercio.
La Revolución Industrial se produjo por la interacción de una serie de factores que tuvieron lugar
inicialmente en Inglaterra. Las causas principales de la Revolución Industrial fueron la revolución
agrícola (que aumentó la productividad en el campo), el crecimiento demográfico, el traslado de
población rural hacia las ciudades, la disponibilidad de materias primas, el ascenso político de la
burguesía y las innovaciones tecnológicas (como la máquina de vapor).
La revolución agrícola
Hasta el siglo XVIII, la actividad agrícola era muy similar a las prácticas de la Edad Media. Se
empleaba el trabajo manual y la tracción animal, existían tierras comunales (pertenecientes a la
colectividad para obtener leña o pastos) y el nivel de producción era modesto debido al sistema de
“barbecho” (que consistía en dejar descansar la tierra luego de la cosecha, para que se
regeneraran los nutrientes del suelo).
Comenzó a utilizarse maquinaria para el trabajo de la tierra, y, una vez iniciada la industrialización,
se incrementó esta mecanización.
Los campos se convirtieron en propiedad privada acumulada por grandes terratenientes mediante
cercamientos, lo que provocó que campesinos sin tierras se convirtieran en obreros urbanos.
Se reemplazó el viejo sistema de cultivo por el “sistema de rotación Norfolk”, que consistía en rotar
las variedades de cultivos, de modo que no se saturaran siempre los mismos nutrientes del suelo.
El crecimiento demográfico
Debido a los cambios en la alimentación, a partir del siglo XVIII se experimentó un importante
incremento de población. Cuando comenzó la Revolución Industrial, esta población se concentró
cada vez más en las ciudades industriales.
La disponibilidad de recursos
Inglaterra contaba con dos ventajas que explican que fuera en este país donde comenzó la
industrialización. Por un lado, el suelo inglés contaba con recursos como el carbón mineral y el
hierro, indispensables para la transformación productiva.
Por otro lado, gracias a sus vínculos coloniales y a la posición dominante en el comercio mundial,
los ingleses accedían a materias primas fundamentales para la industria textil, especialmente el
algodón de la India y el sur de Estados Unidos.
Tras la Revolución Gloriosa de 1688, en Inglaterra se estableció una monarquía parlamentaria que
limitó el poder del rey y de la nobleza, al tiempo que concedió una creciente capacidad de
intervención política a la burguesía.
A partir de este hecho, se impulsaron medidas que favorecieron a los comerciantes y banqueros,
incluida la creación del Banco de Inglaterra. En otros países europeos, la toma del poder político
por parte de la burguesía liberal comenzó recién hacia fines del siglo XVIII, mediante hechos más
dramáticos, como la Revolución francesa, que algunos historiadores incluyen en el grupo de las
revoluciones burguesas.
El trabajo manual en talleres fue mayormente reemplazado por el trabajo mecanizado en las
fábricas. Este cambio aceleró los tiempos de producción, redujo los costos y mejoró el rendimiento
de las empresas.
Al mismo tiempo, los artesanos fueron reemplazados por obreros industriales que trabajaban para
el dueño de la fábrica a cambio de un salario. A principios del siglo XIX, algunos artesanos
descontentos, llamados luditas, se dedicaron a destruir máquinas como protesta contra el
reemplazo de la mano de obra artesanal. Sin embargo, el trabajo en las fábricas continuó y se
expandió.
El auge de la burguesía
La Revolución Industrial provocó una inmensa generación y acumulación de riqueza, generalmente
concentrada en los sectores burgueses que tenían la propiedad de las fábricas o se dedicaban al
comercio y las finanzas. Este cambio también influyó en las posteriores innovaciones tecnológicas y
productivas que expandieron el capitalismo a nivel mundial.
La contaminación ambiental
La Revolución Industrial introdujo una división laboral basada en dos clases sociales:
la burguesía, dueña de las fábricas y otros medios de producción, se dedicaba tanto a la industria
como al comercio y las finanzas;
el proletariado, proveniente de la ciudad o del campo, vendía su fuerza de trabajo en las fábricas a
cambio de un salario.
Antes de que se conformaran las organizaciones obreras dedicadas a la defensa de los trabajadores
(como los sindicatos), no existían leyes que regularan el trabajo del proletariado.
Dado que había un amplio sector de la población sin empleo ni recursos económicos, muchas
personas aceptaban trabajos en condiciones muy desfavorables. Las jornadas laborales eran tan
largas que se tornaban insalubres, y estaba permitido el trabajo infantil (muchas veces preferido
por los dueños de las fábricas, porque a los menores de edad se les pagaba un menor salario).
A lo largo del siglo XIX, esta situación fomentó la organización obrera y la legislación del trabajo, así
como el surgimiento de nuevos movimientos políticos e ideologías (socialismo, anarquismo,
comunismo) que impulsaron cambios en estas condiciones. Sin embargo, muchos de los problemas
laborales surgidos con la Revolución Industrial persistieron en mayor o menor grado hasta
comienzos del siglo XX.
La máquina de vapor
Patentada en 1769 por el escocés James Watt, la máquina a vapor resultó el invento más
importante de la Revolución Industrial. Sus primeros usos fueron:
en el transporte (aceleró y mejoró el traslado de materias primas y productos gracias al ferrocarril
y los barcos a vapor, y fomentó el comercio);
Las innovaciones en la industria textil fueron las primeras impulsoras del proceso de
industrialización, pues permitieron ampliar la escala de producción y reducir el tiempo dedicado a
cada pieza mediante el uso de máquinas. Esto supuso para los propietarios una reducción de los
costos de producción y un incremento de las ganancias, lo cual impulsó la acumulación y
reinversión de capital.
Los inventos más importantes fueron la lanzadera volante (creada por John Kay en 1733), la
hiladora Jenny (patentada por James Hargreaves en 1770), la hiladora hidráulica (patentada por
Richard Arkwright en 1769), el telar mecánico (introducido por Edward Cartwright en 1785), y la
desmotadora de algodón (patentada por Eli Whitney en 1794 ).
La instalación de lámparas a gas en las calles revolucionó las ciudades, que se convirtieron en
lugares más seguros para transitar al estar iluminadas en horarios en los que ya no había luz solar
(aunque se hicieron frecuentes los robos).
También favoreció a los propietarios de fábricas, cuyos trabajadores asalariados podían trabajar
más horas gracias a la iluminación artificial, especialmente en los meses de invierno. A fines del
período de la Revolución Industrial, las ciudades se habían transformado y sus poblaciones se
habían duplicado o triplicado.
La primera etapa de la Revolución Industrial tuvo lugar en Inglaterra entre 1760 y 1840. Introdujo
novedades tecnológicas que revolucionaron la producción, el transporte y el comercio.
Los principales inventos fueron las máquinas textiles y la máquina de vapor, y esta permitió el
desarrollo del ferrocarril, los barcos a vapor (que dejaron de depender de los vientos y las
corrientes), la fundición del hierro con coque (combustible obtenido a partir de carbón mineral) y
diversas máquinas. La industrialización cambió el trabajo manual en los talleres por el trabajo
mecanizado en las fábricas.
La Tercera Revolución Industrial tuvo lugar principalmente en las décadas de 1970 y 1980. Se
caracterizó por la incorporación de la tecnología digital y la informática en las empresas, la
automatización industrial (el uso de máquinas automáticas para la producción) y la simplificación
del procesamiento de la información.
Algunos estudiosos rechazan el concepto porque consideran que no se trata de una nueva
revolución sino de una profundización de la Tercera Revolución Industrial.