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El Hígado

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El Hígado

AUTORES
Jeren Didier Martínez Cuyo
Carlos Robalino

TUTORA
Licenciado: Hanny Rey

MATERIA
Anatomía

CURSO

1BGU

AÑO LECTIVO
2022 – 2023
Introducción
Hígado, el órgano interno más grande de los vertebrados.
Pesa cerca de 1,5 kg, es de color rojo oscuro y está situado
en el cuadrante superior derecho de la cavidad abdominal.
Es un órgano glandular al que se adjudica funciones muy
importantes, tales como la síntesis de proteínas
plasmáticas, función desintoxicante, almacenaje de
vitaminas y glucógeno, además de secreción de bilis, entre
otras.

También es el responsable de eliminar de la sangre las


sustancias que puedan resultar nocivas para el organismo,
convirtiéndolas en inocuas; está presente en el ser
humano, y se le puede hallar en vertebrados y algunas
otras especies inferiores.

El hígado es la glándula más grande del cuerpo humano y


posee una diversidad de funciones que se relacionan entre
sí, tales como hematopoyéticas, metabólicas, secretoras y
excretoras, entre otras. Anatómicamente, el hígado
presenta diferencias cuando es comparado entre especies,
tanto por su forma como por su posición; sin embargo, en
todos los animales se localiza adyacente al diafragma, en
el hipocondrio derecho (Frandson & Spurgeon, 1995).
Según Stinson & Calhoun (1994), desde el punto de vista
histológico, el hígado no presenta discrepancia de
consideración. Principalmente, está compuesto de lóbulos
hepáticos, los cuales están revestidos de células
mesoteliales del peritoneo visceral que cubre una fina capa
de tejido conjuntivo. El interior del hígado está dividido en
lobulillos hepáticos. El tejido conjuntivo de la cápsula
penetra en los espacios interlobulillares dando sostén al
sistema vascular y a los conductos biliares. Una fina red de
fibras reticulares rodea las células y sinusoides.
¿Cómo funciona el hígado?
Cuando se ingieren los alimentos, los nutrientes viajan por
la garganta y llegan al estómago para seguir luego a los
intestinos.
Estos órganos descomponen y disuelven el alimento en
pequeños trocitos que son absorbidos por el torrente
sanguíneo.
La mayoría de estas pequeñas partículas viajan desde los
intestinos hasta el hígado, el cual filtra y convierte el
alimento en nutrientes que el torrente sanguíneo lleva a las
células que lo necesitan. El hígado almacena estos
nutrientes y los libera durante el día, a medida que el
organismo va necesitándolos.
Las proteínas, grasas, enzimas y otros químicos que el
hígado crea con los nutrientes, son cruciales para la salud
de una persona. Aquí tenemos una foto instantánea de
algunos de los componentes y funciones críticas que
proporciona el hígado y lo que sucede cuando está
enfermo y no puede funcionar en toda su capacidad.
El hígado produce las proteínas que la sangre necesita
para la coagulación. Cuando no puede producir estos
componentes de la coagulación, la persona puede
desangrarse hasta morir. El hígado también produce la
bilirrubina, un pigmento amarillo rojizo formado por la
descomposición de la hemoglobina de los glóbulos rojos
viejos. La sangre la transporta hasta el hígado donde la
combina con la bilis, y luego pasa al duodeno para ser
eliminada.
Estructura
A diferencia de cualquier otro órgano, el hígado tiene dos
vías por las que recibe sangre: la arteria hepática
transporta sangre oxigenada procedente del corazón, y la
vena porta, que transporta sustancias alimenticias desde el
estómago y los intestinos. Estos vasos sanguíneos
penetran en el tejido glandular del hígado y se dividen
hasta formar sinusoides capilares diminutos (capilares por
los que circula la sangre desde la vena porta y la arteria
hepática y va a parar a la vena centrolobulillar o vena
central).
La artería hepática (que transporta sangre oxigenada
procedente del corazón) y la vena porta (que transporta
sustancias alimenticias desde el estómago y los intestinos)
penetran en el tejido glandular del hígado dividiéndose
hasta formar sinusoides capilares diminutos. La sangre
abandona el hígado a través de la vena hepática que vierte
la sangre en la vena cava inferior. El hígado está
compuesto por lóbulos, que están formados por columnas
de células rodeadas por canales diminutos conocidos como
canalículos, hacia los que se vierte la bilis que segregan los
hepatocitos. Estos canales se unen para formar el conducto
hepático que, junto con el conducto procedente de la
vesícula biliar, forman el conducto común de la bilis, que
descarga su contenido en el duodeno.
El hígado obtiene su propio suministro de sangre
oxigenada de la arteria hepática, que se bifurca de la aorta.
La sangre que abandona el hígado es recogida por las
venas hepáticas, unidas entre sí para formar una sola vena
hepática, que vierte la sangre que transporta en la vena
cava inferior; desde la vena cava inferior la sangre regresa
al lado derecho del corazón, para ser bombeada hacia los
pulmones.
Función
La sangre atraviesa el hígado a una velocidad aproximada
de 1,4 litros por minuto; en cualquier momento, el hígado
contiene un 10% de toda la sangre del cuerpo. También
contiene sangre procedente del páncreas y del bazo. Las
células hepáticas ayudan a la sangre a asimilar las
sustancias nutritivas y a excretar los materiales de desecho
y las toxinas, así como esteroides, estrógenos y otras
hormonas.
El hígado es un órgano muy versátil. Almacena glucógeno,
hierro, cobre, vitamina A, muchas de las vitaminas del
complejo vitamínico B, y vitamina D. Produce albúmina y
otras proteínas, muchas de las cuales son esenciales para
la coagulación normal de la sangre (protrombina y
fibrinógeno) y una sustancia anticoagulante que es la
heparina. Los aminoácidos digeridos son desaminados en
el hígado; es decir, su nitrógeno se extrae para que pueda
ser utilizado por el cuerpo.
El hígado también puede utilizar el nitrógeno para sintetizar
proteínas a partir de hidratos de carbono o de lípidos.
Además, produce muchas otras sustancias, como hidratos
de carbono, a partir de lípidos o de proteínas. El hígado
también forma lípidos a partir de hidratos de carbono o de
proteínas, lípidos que almacena para verterlos después a la
sangre en forma de ácidos grasos libres que pueden ser
degradados para obtener energía. El hígado también
sintetiza colesterol.
Localización del hígado
El hígado se localiza en casi la totalidad de la región del
hipocondrio derecho, el epigastrio (no sobrepasa el límite
del reborde costal, salvo en un cuadro de hepatomegalia) y
una porción del hipocondrio izquierdo, llenando el espacio
de la cúpula diafragmática, donde puede alcanzar hasta la
quinta costilla, y se relaciona con el corazón a través del
centro frénico, a la izquierda de la vena cava inferior. Estas
tres regiones forman parte de la región toracoabdominal, la
región intermedia entre el tórax y la cavidad abdominal
propiamente dicha. El hígado situado debajo del diafragma
comprende tres compartimientos peritoneales, llámense:
compartimiento subfrénico derecho o hepático,
compartimiento subfrénico izquierdo o esplénico, y
compartimiento medio o celiaco.
Principales enfermedades hepáticas
El término hepatitis se utiliza para definir cualquier
inflamación del hígado, y proviene del griego hepar que
significa hígado. La causa más frecuente de hepatitis es
una infección vírica. La hepatitis también puede ser
producida por agentes químicos o venenos, por drogas, por
bacterias o toxinas bacterianas, por enfermedades
producidas por amebas y por ciertas infecciones
parasitarias. La hepatitis puede cronificarse y dar lugar a
cirrosis.
Sin embargo, la mayor parte de los casos de cirrosis están
relacionados con una ingestión excesiva de alcohol, que
suele estar asociada a su vez a una dieta pobre. En
ocasiones, la hepatitis aguda es tan grave que se
destruyen casi todas las células hepáticas y el paciente
fallece por fallo hepático o por obstrucción de los vasos
sanguíneos que proceden del hígado. La ictericia es un
síntoma común de la hepatitis y de otras enfermedades
hepáticas; está causada por la acumulación de cantidades
elevadas de bilirrubina en la sangre.
Ciertas enfermedades, como la diabetes mellitus, están
relacionadas con unas acumulaciones de lípidos en el
hígado; las alteraciones de la hipófisis, y tóxicos como el
alcohol y el cloroformo, que interfieren con los procesos de
oxidación que se realizan en el hígado, también puede dar
lugar a dichas acumulaciones. Según aumenta la
acumulación de lípidos, las células hepáticas son
sustituidas por tejido adiposo dando lugar al llamado
hígado graso. Durante la gestación y después de mantener
una dieta rica en grasas se produce de forma temporal el
depósito de lípidos en el hígado.
¿Cuáles son las principales enfermedades del
hígado?
Hepatitis viral
La hepatitis se usa para describir la inflamación del hígado
y puede ser causada por uno o varios factores, por
ejemplo, infección viral, consumo de alcohol, depósitos de
grasa en el hígado1. La hepatitis viral comúnmente se
conoce como hepatitis A, B, C, D o E. La letra que sigue a
‘hepatitis’ depende del tipo de virus presente. Estos cinco
tipos son de gran preocupación debido a la carga de
enfermedad y muerte que causan y al potencial de brotes y
propagación de epidemias.

Hepatitis A
La hepatitis A es un virus transmitido por el agua, y
generalmente aparece en las heces, que se introduce en la
boca1, 2. Esto generalmente se produce a través de
alimentos o agua contaminados. Está más extendido en
algunas partes del mundo con condiciones sanitarias e
higiénicas deficientes, como partes de África, el
subcontinente indio, el Lejano Oriente, Medio Oriente y
América Central y del Sur1,2. Para la mayoría de las
personas, la hepatitis A pase dentro de dos meses y no
habrá efectos a largo plazo1. Una vez que pasa,
normalmente desarrolla una inmunidad de por vida contra
el virus. Para alrededor de 1 de cada 7 personas con la
infección, los síntomas pueden aparecer y desaparecer
durante hasta 6 meses antes de que eventualmente se
detengan2. Aunque la hepatitis A generalmente no es
grave, es importante obtener un diagnóstico adecuado para
descartar condiciones más graves con síntomas similares,
como hepatitis C o cirrosis (cicatrización del hígado)2.
Se recomienda vacunarse contra la hepatitis A si tiene un
alto riesgo de infección, enfrenta graves consecuencias de
una infección o si viaja a un área donde el virus es común,
como los países y lugares mencionados anteriormente1.

Virus transmitidos por la sangre: Hepatitis B y C


Los virus de la hepatitis B y C se consideran virus
transmitidos por la sangre y se transportan en el torrente
sanguíneo al hígado, donde potencialmente pueden causar
daño. Colectivamente, se estima que la hepatitis B y C
causan 1,3 millones de muertes por año, más que VIH/sida,
tuberculosis o malaria3 y son responsables de 2 de cada 3
muertes por cáncer de hígado3.

También se estima que más de 300 millones de personas


están infectadas con el virus de la hepatitis B o el virus de
la hepatitis C3.

Hepatitis B
Este es un virus de ADN cuya infección ocurre
principalmente a través de la sangre (abuso de sustancias,
drogas intravenosas, tatuajes, piercings), contacto sexual y
a través de la «transmisión vertical» (de madre a hijo)
durante el nacimiento. La transmisión a través de
transfusiones de sangre y equipos no estériles sigue siendo
relativamente rara en los países industrializados.
La hepatitis B es altamente infecciosa y se estima que es
50-100 veces más infecciosa que el VIH5. La infección del
virus puede ser aguda (a corto plazo) o crónica
(persistente).

Para prevenir la transmisión del virus a otra persona, es


vital que se tomen precauciones para garantizar que nadie
corra el riesgo de contacto con la sangre infectada. El virus
de la hepatitis B puede permanecer “vivo” en la sangre
seca durante varios días, posiblemente semanas5, 6. La
hepatitis B no se transmite por comida o agua
contaminada, ni a través del contacto social, de la mano.

Los síntomas de la hepatitis B pueden desarrollarse dentro


de 1-6 meses (período de incubación) y pueden incluir:
náuseas, vómitos, fiebre, fatiga, coloración amarillenta de la
piel y el blanco de los ojos, orina oscura, heces pálidas,
sensación general de “malestar”4. Aproximadamente el
90% de todos los adultos sanos eliminarán el VHB dentro
de los 3 a 6 meses y el sistema inmunitario evitará una
infección posterior4.

Para la minoría que no puede eliminar el VHB, se considera


una infección crónica. El tratamiento puede ser necesario y
el individuo continuará siendo infeccioso.

Los bebés y niños con hepatitis B tienen más


probabilidades de desarrollar una infección crónica. El virus
permanece a largo plazo en más del 90% de los bebés
infectados por sus madres, a menos que reciban una
inyección de anticuerpos y una inmunización estándar al
nacer4.

Sólo el 5% de las personas infectadas con hepatitis B


desarrollarán una infección crónica.

Una persona puede acudir a la clínica de su médico local,


al servicio de medicamentos, a la clínica de medicina
genitourinaria (GUM) o a la clínica de salud sexual para
obtener ayuda y asesoramiento. Se puede realizar un
análisis de sangre para verificar si se tiene hepatitis B o lo
ha tenido en el pasado. La vacuna contra la hepatitis B
también se puede recomendar para reducir su riesgo de
infección si no tiene el virus, pero sigue teniendo un alto
riesgo de exposición.

No existe un tratamiento específico para eliminar el VHB


agudo del cuerpo, ni existe un tratamiento que evite su
persistencia, pero mantenerse hidratado y aliviar el dolor
aliviará algunos de los síntomas. Nota: el alcohol y el
tabaquismo deben evitarse7. El tratamiento del VHB
crónico tiene como objetivo detener o reducir la actividad y
la replicación del virus, limitando así el daño al hígado. Un
hepatólogo (especialista en hígado) o un gastroenterólogo
aconsejarán sobre el tratamiento, que generalmente es a
largo plazo7.

Si el VHB causa daño severo al hígado y la cicatrización


está avanzada (cirrosis), un trasplante puede ser una
opción.
El pronóstico puede ser muy bueno, pero debe recordarse
que el hígado nuevo también puede resultar dañado por el
VHB persistente. Los cambios en el estilo de vida deben
ser realizados por cualquier persona que sufra de VHB
crónica, por lo que se debe cumplir una dieta sana y
equilibrada. El consumo de alcohol y el tabaquismo deben
evitarse por completo ya que estos factores aumentarán el
riesgo y la velocidad de desarrollo de la cirrosis. El hígado
ya estará inflamado debido a la presencia del virus de la
hepatitis B7.

Hepatitis C
El VHC es un virus ARN que se transmite a través del
contacto sangre a sangre. Históricamente, la mayoría de
los pacientes con este virus se infectaron a través de
transfusiones de sangre. Ahora que los suministros de
sangre se evalúan para detectar el VHC, la causa más
común de nuevos casos es el uso de drogas intravenosas.
Si bien la transmisión sexual del virus puede ocurrir, es
muy raro ya que el virus no se transmite en el semen o la
saliva. Dado que el virus puede existir en el cuerpo por un
largo tiempo, muchas personas infectadas con el VHC
desconocen cómo lo contrajeron.

Sólo un pequeño rastro de sangre puede causar una


infección. A temperatura ambiente, se cree que el virus
puede sobrevivir fuera del cuerpo en parches de sangre
seca en las superficies durante varias semanas9. Se ha
informado que la hepatitis C se ha encontrado en otros
fluidos corporales, por ejemplo, fluido vaginal y semen. Sin
embargo, el riesgo es mayor si los fluidos están
contaminados con sangre, por ejemplo, como en el sexo
duro donde la sangre podría estar presente10.

Para evitar transmitir el virus a otra persona, es vital que se


tomen precauciones para garantizar que nadie esté en
riesgo por contacto con sangre infectada. 1 de cada 5
personas infectadas con hepatitis C naturalmente
eliminarán el virus. Para el 80% restante, es posible que
puedan eliminarlo mediante el tratamiento11. De cualquier
forma, es posible liberarse del virus, pero los anticuerpos
no proporcionarán inmunidad a futuras transmisiones.

Los síntomas de la hepatitis C pueden aparecer dentro de


1-6 meses (conocido como el período de incubación) y
pueden incluir: náuseas, cansancio extremo, problemas
para concentrarse (niebla cerebral), coloración amarillenta
de la piel y el blanco de los ojos, orina oscura, heces
pálidas, sensación general de “malestar”, malestar en el
área del hígado. En la mayoría de los casos, no causa
síntomas visibles hasta que el hígado se ha dañado
significativamente. Cuando los síntomas ocurren, a menudo
son vagos y pueden confundirse fácilmente con otra
afección12.

El virus de la hepatitis C se diagnostica a partir de un


análisis de sangre específico, generalmente después de un
resultado anormal de la prueba de función hepática (LFT),
y/o del paciente que presenta síntomas y factores de
riesgo. No hay vacuna para el VHC.
Si el virus persiste después de seis meses, se realizarán
más análisis de sangre para establecer la carga viral y el
genotipo. No existe un tratamiento específico para eliminar
el VHC agudo del cuerpo, ni existe un tratamiento que evite
su persistencia, pero mantenerse hidratado y aliviar el dolor
aliviará algunos de los síntomas. El alcohol y el fumar
deben evitarse.

El tratamiento para el VHC crónico tiene como objetivo


lograr una respuesta virológica sostenida (RVS), lo que
significa que el virus es indetectable después de seis
meses desde la finalización del tratamiento. Un hepatólogo
(especialista en hígado) o un gastroenterólogo aconsejará
sobre el tratamiento actual. Si el tratamiento no es efectivo
o si el tratamiento no ha sido una opción, se puede requerir
un trasplante. El pronóstico puede ser muy bueno, pero
debe recordarse que el hígado nuevo también puede
resultar dañado por el VHC persistente13.

Los cambios en el estilo de vida deben ser realizados por


cualquier persona que padezca VHC crónica, por lo que se
debe seguir una dieta sana y equilibrada. El consumo de
alcohol y el tabaquismo deben evitarse por completo ya
que estos factores aumentarán el riesgo y la velocidad de
desarrollo de la cirrosis. El hígado ya estará inflamado
debido al VHC14.

Hepatitis D
La hepatitis D es causada por el virus de la hepatitis D.
Sólo afecta a personas que ya están infectadas con
hepatitis B, ya que necesita el virus de la hepatitis B para
poder sobrevivir en el cuerpo. Al igual que con la hepatitis
B, la hepatitis D generalmente se transmite por contacto de
sangre a sangre o por contacto sexual. Está más extendido
en otras partes de Europa, la región del Mediterráneo
oriental y América del Sur1.

No existe una vacuna específica para la hepatitis D, pero la


vacuna contra la hepatitis B puede ayudarlo a protegerse
de ella1.

Hepatitis E
Al igual que la Hepatitis A, la Hepatitis E se transmite a
través de las heces y prevalece debido a la falta de higiene
y saneamiento. Cuando se viaja a partes del mundo con un
saneamiento deficiente, donde la hepatitis E epidémica
puede ser común, puede reducir su riesgo practicando
buenas medidas de higiene de alimentos y agua1.

Vale la pena señalar que el número de casos en Europa ha


aumentado en los últimos años y que ahora es una causa
común de hepatitis1 a corto plazo (aguda) causada en gran
medida por lo que se conoce como “zoonosis”. Esto
significa que el virus se puede encontrar en animales como
cerdos, jabalíes, ciervos, conejos y ratas15. No causa
enfermedades a los animales, sin embargo, el virus a veces
puede pasar del animal a los humanos15, 16. De esta
forma, puede suceder que se coma carne cruda o poco
cocida16. En la mayoría de los casos, se desconoce la
fuente y la vía de infección17.
La hepatitis E generalmente presenta una infección leve y
de corta duración que no requiere ningún tratamiento, pero
puede ser grave en algunas personas, como aquellas que
tienen un sistema inmune debilitado o una afección
hepática preexistente1.

No hay vacuna para la hepatitis E.

NASH (esteatosis no relacionada con el alcohol)


El hígado graso, o hígado graso no alcohólico (NAFLD), es
un término utilizado para describir una acumulación de
grasa en el hígado. NAFLD cubre un espectro de
afecciones hepáticas que van desde la esteatosis simple
hasta la esteatohepatitis (EHNA) y la cirrosis.

NAFLD generalmente se observa en personas con


sobrepeso u obesidad, sin embargo, se ha encontrado en
personas de un peso normal cuyas dietas son muy altas en
contenido de grasa y/o azúcar. Un hígado sano debe
contener poca o ninguna grasa y para la mayoría de las
personas, llevar una pequeña cantidad de grasa en el
hígado no causa problemas mayores. Tener altos niveles
de grasa en el hígado también se asocia con un mayor
riesgo de problemas como diabetes, ataques cardíacos y
accidentes cerebrovasculares.
El hígado graso es una condición reversible que puede
resolverse estableciendo un estilo de vida saludable. No
causa daño permanente a menos que se le permita
progresar. Si la grasa ha estado en el hígado por un tiempo
prolongado, las células del hígado pueden inflamarse y
luego se usa el término NASH (esteatosis no relacionada
con el alcohol). NASH puede progresar, al igual que
muchas enfermedades hepáticas, a cirrosis y cáncer de
hígado. Ver el diagrama a continuación:

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