06.-Hora Santa Yo Soy El Amor
06.-Hora Santa Yo Soy El Amor
06.-Hora Santa Yo Soy El Amor
HORA SANTA
“YO SOY EL AMOR”
06-2024
GUÍA: Sean todos bienvenidos a esta Hora Santa. En esta hora de adoración, de intimidad con
Jesús le diremos: Señor Jesús, abre nuestro corazón para que podamos experimentar en nuestros
corazones ese profundo amor que de varias maneras nos lo has compartido basta verte en este
pequeño pan, para comprender tu amor y tu ternura para con nosotros.
Este Pan de vida tiene la virtud de realizar la unidad. Jesús se encierra en el silencio del Sagrario
para que con Él aceptemos el reto de nutrirnos en la fuente de la vida, para que quienes lo
recibimos sacramentalmente seamos los artífices de un mundo reconciliado en el amor.
La Eucaristía convoca y congrega. Por eso es “milagro de amor”, porque no puede recibirse si
antes no hemos experimentado la fuerza del perdón y no nos hemos comprometido en la
construcción de una comunidad que mire hacia el mismo horizonte y que entienda la urgencia de
sembrar en el mundo la esperanza y la paz.
Hay tantos motivos para que nuestra plegaria en esta noche sea honda e insistente.
El mundo vive uno de sus más dramáticos momentos, porque el desamor lo ha descompuesto
todo, la sombra del odio ciega muchos corazones, la vida de muchos ha quedado truncada por la
voracidad de la violencia.
Necesitamos este espacio de plegaria para que, en presencia de este Amor infinito y trascendente
que ha querido quedarse entre nosotros,
Esta noche está destinada a la intimidad de la oración. Orar es hablar de amor, lo dicen los
grandes maestros de vida espiritual, y para nosotros es también contemplación del amor más
perfecto, el amor entregado.
Señor, Milagro de amor: haz que seamos contigo los artífices de una humanidad nueva y haz que
quienes te recibimos en el sacramento, seamos servidores de la paz, signos de unidad y testigos
de un amor que nunca pasa, del amor “comprensivo y servicial, que todo lo cree, todo lo espera”.
También oraremos para consagrar a Jesús todos los trabajos de preparación para nuestra fiesta
patronal 2024.
Nos ponemos un instante de rodillas para realizar en silencio y de manera personal e interior
nuestro acto de adoración inicial. En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo.
CANTO
Reflexiona sobre las diversas heridas que tienen muchas personas, pero, ¿Y TÚ COMO ESTÁS?
Mientras escuchas la canción ve reflexionando la letra de la canción: ¿Tú cómo estás?
GUÍA: El corazón de muchos hombres está herido. Podríamos afirmar que todos tenemos alguna
herida: desilusiones sentimentales, incomprensión familiar, problemas laborales o de estudio...
Hoy, al venir a esta Hora Santa de “encuentro con Jesucristo Vivo”, venimos junto Aquel que
puede curar nuestras heridas, porque sabemos que sanó a los enfermos y es capaz de poner
alegría donde hay tristeza, y vida donde hay muerte.
Dice Jesús en Mateo 11, 28 29: “Vengan a mí los que se sienten cansados y agobiados, que yo
los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y sus
almas encontrarán alivio. Pues mi yugo es bueno y mi carga, liviana”.
(Momento de oración en silencio y pon en el corazón de Jesús tus problemas, habla con Él dile
cómo te sientes, cuéntale de tu situación, tus heridas, tus enfermedades, tus tristezas, tus
anhelos, dile a Jesús que necesitas, que deseas de Él, ábrele tu corazón de par en par ábrele tu
ser, entrégale todo, todo sin reservas…momento de oración en silencio).
Dios está aquí. Propongámonos en esta Hora Santa confiarle nuestras heridas, Él no nos quitará
la carga, sino que al imponernos su yugo nos dará los medios para llevarla.
Confiados en que Jesús nos mostrará cómo sanar nuestras heridas, saludémoslo cantando: Si
supieras cuanto, cuanto te amo….
CANTO
GUÍA: Estamos muy felices por poder estar en este lugar tan increíble, en donde Dios está
presente. Por eso vamos a darle gracias a Dios, por estar entre nosotros.
¿cómo está nuestro corazón?
Si alguien está triste, enojado o tiene rencor, no va a poder experimentar el amor de Dios. De
manera que quien se sienta así, venga al banquito del amor de Dios, (estará un banquito frente al
Santísimo)
para cambiar su sentimiento por la paz de Dios. Porque cuando nos hacemos conscientes de
cuánto nos ama Dios, y de cómo su amor es mucho más grande que nuestro problema, nuestra
tristeza, o nuestro enojo, entonces podemos volver a sentir su paz.
Y si sentimos mucho rencor, entonces le pedimos a Dios que nos llene nuestra cubeta del perdón,
pidiéndole perdón a Él, para luego poder perdonar a esa persona que nos lastimó.
Entonces ¿quién necesita sentarse en el banquito?
MÚSICA DE FONDO
Guía: Ahora al ir diciendo las partes del cuerpo, ustedes las irán tocando e irán diciendo: en la
presencia de Dios.
Los pies: en la presencia de Dios.
Las pantorrillas: en la presencia de Dios.
Las rodillas: en la presencia de Dios.
Las piernas: en la presencia de Dios.
La cadera: en la presencia de Dios.
El estómago: en la presencia de Dios.
El pecho: en la presencia de Dios.
El cuello: en la presencia de Dios.
Las manos: en la presencia de Dios.
Los brazos: en la presencia de Dios.
Los hombros: en la presencia de Dios.
La espalda: en la presencia de Dios.
La cabeza: en la presencia de Dios.
La boca: en la presencia de Dios.
La nariz: en la presencia de Dios.
Los ojos: en la presencia de Dios.
Las orejas: en la presencia de Dios.
El corazón: en la presencia de Dios.
Ahora que estamos en la presencia de Dios, vamos a cerrar los ojos y vamos a estar en completo
silencio un momento para poder escucharlo sólo a Él, estando pendientes sólo de Él. Como si
estuviéramos en un cuarto con la puerta cerrada y así nada ni nadie nos pueda molestar o distraer
de estar con Dios.
Este lugar, no es cualquier lugar. Es un lugar sagrado, es decir, elegido por Dios para estar
presente entre nosotros. Hoy Dios está aquí presente entre nosotros.
¿Cómo le va a hacer Dios que es tan grande, para poder caber aquí?
Sal 24, 7-9: “¡Puertas, levanten sus marcos, álcense, portones antiguos, para que entre el rey de
la gloria!”.
Vamos a decir todos:
TODOS: ¡Puertas, levanten sus marcos, álcense, portones antiguos, para que entre el rey de la
gloria!
GUÍA: “¿Quién es ese rey de gloria?
TODOS: Dios es el rey de la gloria”.
Por eso, sólo aquellos que tengan fe, podrán reconocerlo en el Pan, en la Hostia, porque lo que
viene a mostrarnos es su corazón, su gran amor.
Los que no tengan fe van a decir: ha perdido la razón, ¿cómo expone su corazón? ¿Qué no se da
cuenta de que no lo van a amar como Él ama? ¿De que no van a reconocer la grandeza de su
amor?
¿Ustedes creen que los que no tienen fe, tienen la razón? Noooooo.
Jesús cree que vale la pena, porque somos el delirio de su corazón. Es decir, nos ama tanto que
está dispuesto a arriesgarse.
Pero recuerden que el corazón de Jesús no es un corazón de hombre, es el corazón de Dios que
se ha hecho hombre. Y que no viene sólo para que lo miremos. Entonces ¿a qué viene el corazón
de Jesús?
A comunicarnos la vida. Pero ¿cómo es la vida que tiene Jesús? Es eterna, es para siempre.
Porque Él resucitó y en Él la vida es más fuerte que la muerte.
Y nos comunica la vida eterna, haciéndose alimento. Alimento de vida eterna.
Por eso lo vamos aquí, es el Pan de vida eterna.
TODOS: Señor Jesús, abre nuestro corazón para que podamos experimentar en nuestros
corazones ese profundo amor que de varias maneras nos lo has compartido basta verte en este
pequeño pan, para comprender tu amor y tu ternura para con nosotros.
CANTO
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo
los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen
eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Palabra del Señor.
TODOS: Gloria a Ti Señor Jesús.
GUÍA: Nos damos cuenta de que, aunque no seamos perfectos, Dios nos sigue amando y nos
invita permanentemente a la conversión para parecernos más a Él, poco a poco porque no es
fácil. Nuestros defectos son grandes, pero no hay nada que Dios no pueda perdonar, por lo cual
nosotros tampoco debemos tener nada que no podamos perdonar. Cristo nos invita a amar a
nuestros enemigos, porque vivir con enemigos no es una vida bonita. Este perdón y amor no es
fruto de nuestro propio esfuerzo, sino que siempre necesitamos de la gracia divina.
Jesús nos muestra la invitación a la perfección: cómo el Padre es perfecto amando, así lo
podemos hacer nosotros. Aprender a amar como Dios ama. Él sabe muy bien que amar a los
enemigos va más allá de nuestras posibilidades, pero para esto se hizo hombre: no para dejarnos,
así como somos, sino para transformarnos en hombres y mujeres capaces de un amor más
grande, el de su Padre y el nuestro. Este es el amor que Jesús da a quienes lo “escuchan”. ¡Y
entonces se hace posible! Con él, gracias a su amor, a su Espíritu, también podemos amar a
quienes no nos aman, incluso a quienes nos hacen daño».
Jesucristo es un volcán de amor, que arde, Él hace arder a cuantos se le acercan. Y si el amor,
además de fuego, es entrega y donación total, digamos que Jesucristo está en las cumbres más
altas del amor. Así lo cantaba un himno inolvidable. “Al nacer se nos dio como compañero. En la
cena se entregó en comida. Muriendo se ofreció en rescate, y reinando se da como premio”.
Empieza dándose como niño. “¡Nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo! El chiquitín de
Belén arranca una ternura sin par. El austero San Juan de la Cruz, tomando la imagen del Niño en
los brazos, le canta “si amores me han de matar ahora tienen lugar”.
Al instituir la Eucaristía, el Evangelio pondera la entrega de Cristo “Habiendo amando a los suyos,
ahora los amó hasta el extremo.
Pablo cuando reflexiona sobre la Cruz, no sale de su asombro: “¡Que me amó y se entregó a la
muerte por mí!”¡A la muerte y una muerte de cruz! Y hablando el mismo Jesús de su cielo, nos
dice: “Voy a prepararles un lugar. Y le pedirá enseguida a su Padre: “porque quiero que adonde yo
este, estén ellos también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que tú me diste”
Desde su nacimiento en el mundo hasta el fin de la eternidad sin fin, Jesús ha sido y será siempre
nuestro, porque su amor a nosotros no tiene fronteras. Nosotros necesitamos de Jesús para todo
e identificado con nosotros, también nos necesita de verdad. Un cielo sin nosotros, no sería cielo
para Jesús, que nos ha amado hasta la locura del amor.
Ahora me tengo que mirar a mí. Si amor con amor se paga y si una entrega y una donación se
corresponden con otra donación y otra entrega igual, ¿Qué me toca a mi hace por Jesús y por mis
hermanos en Jesús? Amistad personal con Cristo, sobre todo en su Sagrario y para los demás,
compañerismo, servicio, ayuda, alegría, perdón. Es todo los que Jesucristo y los hermanos
desean y me piden. Todo esto y nada más.
TODOS: “Te amé con amor eterno”, nos dices en tu Palabra, Señor, y ese amor me lo demuestras
de mil maneras, tú me disté y te me das del todo. ¿Qué yo me dé del todo a Ti! A ti,
personalmente, con el afecto de mi corazón y mi compañía en el Sagrario, donde estas por mí. A ti
en mis hermanos, porque tú me necesitas en cada uno de ellos, ¡que con ellos y contigo
encontremos todos en el cielo en que nos esperas!
CANTO
GUÍA: ¿Entiendo lo que es el amor de Jesucristo? A pesar de los fallos que yo tenga, de los
pecados que haya podido cometer. (silencio)
¿Debo a temer a un Jesús que así me ha querido, me quiere y me querrá? (silencio)
¿Comprendo realmente como resalta el amor de Jesús en cada hecho, en cada gesto en
cada palabra en mi vida? (Silencio)
¿Me doy a Él y a Él en mis hermanos, igual que se me dio Él a mí? (silencio)
¿Qué he hecho hasta ahora, que hago actualmente, que he de hacer en adelante para
corresponder al amor que Jesús me tiene? (silencio)
TODOS: Señor Sacramentado, aquí en el Sagrario has sentado la cátedra del amor. Si en la
Eucaristía tenemos el compendio y la cifra excelsa de todo lo que Tú nos amaste, junto a tu
Sagrario queremos permanecer siempre, para aprender lo que es amar, para corresponder con
amor al que tanto nos amó y se entregó por nosotros. Amén.
GUÍA: Cantamos el padre Nuestro tomados de las manos y al finalizar nos damos un abrazo
fraterno.
Al finalizar nos llevaremos de recuerdo una paletita de corazón con una acción que debemos
realizar en la semana.