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Libro Generación Divergente (OK)

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Osvaldo Rebolleda
1
Este libro No fue impreso
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Leído o bajado en:
www.osvaldorebolleda.com

Provincia de La Pampa

rebolleda@hotmail.com

Todos los derechos de este material son reservados para el


Señor, quién los ofrece con la generosidad que lo caracteriza
a todos aquellos que desean capacitarse más y lo consideran
de utilidad.
No se permite la transformación de este libro, en cualquier
forma o por cualquier medio, para ser publicado
comercialmente.
Se puede utilizar con toda libertad, para uso de la enseñanza,
sin necesidad de hacer referencia del mismo.
Se permite leer y compartir este libro con todos los que más
pueda y tomar todo concepto que le sea de bendición.
Edición general: Portales de Gracia
Revisión literaria: Autores Argentinos

Todas las citas Bíblicas fueron tomadas de la Biblia versión


Reina Valera, salvo que se indique otra versión.

2
CONTENIDO

Introducción………………………………………………5

Capítulo uno:

Divergencias con Dios…………………………………...10

Capítulo dos:

Divergentes por Dios…………………………………….27

Capítulo tres:

Familias divergentes…………………………………….43

Capítulo cuatro:

Pensamientos divergentes………………………………58

Capítulo cinco:

Jesús el divergente……………………………………….71

Capítulo seis:

Divergentes por el Reino………………………………...88

3
Capítulo siete:

Las divergencias finales…..……………………………104

Reconocimientos………………………………………..116

Sobre el autor…………………………………………...118

4
Introducción

“El Reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo


de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del
Altísimo, cuyo Reino es Reino eterno, y todos los dominios
le servirán y obedecerán”.
Daniel 7:27

Hace ya unos años que tenía en carpeta la idea de


escribir este libro, y estoy persuadido de que este es el
momento correcto para presentarlo a la Iglesia. Además,
debo reconocer que me he sentido gratamente sorprendido
por la dirección y la renovación del Espíritu Santo en el
desarrollo de la enseñanza expresada en este libro.

El título y la idea me surgieron en el año 2014, cuando


se estrenó en el cine de España y luego mundialmente, la
primera entrega de una saga de películas, titulada
“Divergente”. Fue una película basada en la novela de la
escritora estadounidense Verónica Roth. Esa novela estaba
ambientada en la ciudad de Chicago, pero exponiendo a una
sociedad ficticia ciertamente indeseable en sí misma.

Esa sociedad, estaba absolutamente controlada por el


gobierno, y estaba dividida en cinco facciones principales,
clasificadas según el tipo de personas que vivían en ella. Esas
facciones eran la “Verdad”, que estaba compuesta de gente

5
absolutamente sincera. La “Erudición”, compuesta por gente
inteligente. La “Cordialidad”, compuesta por quienes eran
pacíficos. La “Osadía”, que estaba compuesta por personas
valientes, y la “Abnegación”, compuesta por los altruistas,
aquellos que procuraban el bien ajeno aun a costa de
renunciar a sus propios beneficios.

El personaje principal de la historia, era interpretado


por la actriz llamada Beatrice Prior, cuyo personaje era
conocido por el nombre de Tris, quien había sido criada en la
facción Abnegación, de la cual también formaba parte toda
su familia.

Al cumplir los 16 años, como todos los jóvenes de esa


sociedad, Tris tuvo que cumplir una prueba de aptitud por
medio de la cual, pretendían determinar su futuro, porque
más allá de la facción en la que los jóvenes eran criados, era
el resultado de esa prueba el que determinaba la facción a la
cual deberían pertenecer. Por supuesto, el deseo de los
jóvenes era el de permanecer con su familia, porque además
de sus afectos, la mayoría guardaba las características de la
cultura del hogar en el que se había criado.

Dicha prueba consistía en una simulación en la que


dormían a los participantes en un líquido extraño para
generarles sueños de apariencia real, a través de los cuales,
debían enfrentar ciertas experiencias que detonaban acciones
instintivas que delataban la facción a la cual debían
pertenecer.

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En el caso de Tris, descubre que no solo no encajaba
en una sola facción, sino que era capaz de modificar las
simulaciones. Las diferentes pruebas demostraron que ella
tenía la característica de tres facciones diferentes:
Abnegación, Osadía y Erudición. Es entonces cuando la
protagonista se ve envuelta en un gran conflicto, porque
aquellos que no encajaban en una facción determinada, eran
considerados como “Divergentes”.

Cuando miré esa película, no pude dejar de asociarla


con los hijos de Dios, en medio de la sociedad actual. Eso no
fue el resultado de una simple asociación, sino que, en los
meses siguientes, fui muy ministrado por el Señor respecto
de que los hijos de Dios, debemos ser divergentes en una
sociedad tan marcada como la actual.

Ser divergentes es ser diferentes, discordantes,


discrepantes, disconformes, y contrarios. Es no coincidir con
ideas, opiniones, tendencias, valores, modas, gustos,
costumbres y todo aquello que contenga una esencia
contraria a los principios de Dios. Los ciudadanos del Reino,
no podemos ser como cualquier persona impregnada por la
cultura de este tiempo. No hay duda de que somos diferentes,
porque somos de la Luz y no pertenecemos a las tinieblas.

En mayo del año 2015, comencé una serie de siete


mensajes que precisamente titulé como “Generación
divergente”. Terminé esta serie de enseñanzas luego de un
par de meses, y llevé algunas de esas enseñanzas a diferentes
ciudades del país. Los audios de esa serie han recorrido

7
decenas de radios en varios países, y de hecho están cargados
en mi página web, desde donde se pueden escuchar o
descargar libremente.

Este libro no es una transcripción de esos audios,


aunque ciertamente utilice algunos conceptos de esos días.
Más bien diría que este libro, tiene los vientos nuevos de una
década ganada en experiencias, conocimiento y desarrollo
ministerial. Es por eso por lo que mencioné la renovación que
recibí de parte del Espíritu Santo, al escribir cada una de las
páginas de este libro.

También me pareció importante aclarar este origen en


la introducción, porque al momento de armar el libro,
observé que había algunos eventos cristianos, algunas
páginas en redes sociales, y creo que también algún medio de
comunicación con el nombre de “Generación divergente”.
No deseo que piensen que tomé el título o la idea de este
libro, de alguna de estas cosas, y por tal motivo lo aclaro
exponiendo las pruebas.

Todos mis materiales de audio, de video y todos los


libros son absolutamente gratuitos y libres para el uso de
todos mis hermanos, pero de todas maneras me pareció ético
aclararlo. Además, reitero que este libro tiene una frescura
muy especial, incluso al grado de sentirme traspasado por
estas enseñanzas que me han impulsado en la fe, y han
renovado mi vigor espiritual con vistas a los tiempos que se
vienen.

8
Estoy absolutamente convencido de que la Iglesia
necesita ser divergente, si desea enfrentar efectivamente los
últimos tiempos, y estar lista para la venida del Señor. El
mundo no vive Reino, de hecho, está bajo la influencia de las
tinieblas. Sin embargo, el Reino ya está entre nosotros, los
hijos de la Luz. Debemos gestionar sus principios, viviendo
en sabiduría y obrando bajo la unción del Espíritu Santo.

Si hacemos esto, seguramente no encajaremos en


ninguna facción de esta sociedad, pero estaremos
manifestando el Reino de Dios en la tierra. Y esa es una
elección que no debemos evaluar; más bien diría, que es un
reto que sin dudas debemos enfrentar, porque hemos sido
empoderados en Cristo para eso.

“Y siempre le pedimos a Dios que puedan conocer su


voluntad, y que tengan toda la sabiduría y la inteligencia
que da el Espíritu Santo. Así podrán vivir de acuerdo con
lo que el Señor quiere, y le agradarán al hacer toda clase
de buenas acciones y al aumentar su conocimiento de
Dios; por su gran poder cobrarán nuevas fuerzas, y
podrán soportar con paciencia todas las dificultades. Así,
con gran alegría, darán gracias a Dios, el Padre. Porque
él nos ha preparado para que recibamos, en su reino de
luz, la herencia que él ha prometido a su pueblo elegido”.
Colosenses 1:9 al 12 BLS

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Capítulo uno

DIVERGENCIAS
CON DIOS

“Proclamaré el nombre del Señor.


¡Alaben la grandeza de nuestro Dios!
Él es la Roca, sus obras son perfectas, y todos sus caminos
son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia.
Él es recto y justo. Actuaron contra él de manera
corrupta; para vergüenza de ellos, ya no son sus hijos;
¡son una generación torcida y perversa!”
Deuteronomio 32:3 al 5 NVI

Las personas divergentes son aquellas que tienden a no


coincidir con las ideas y tendencias sociales, culturales o
económicas de otros. La expresión divergente tiene su origen
en el latín “divergens”, o “divergentis”, términos que
expresan separación o diferencia. El verbo divergir, por su
parte, refiere a dos elementos que se van separando de
manera progresiva o a lo que resulta discordante.

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Las opiniones divergentes son opuestas o, al menos, no
coinciden entre sí. Por ejemplo: Si una persona sostiene que
el gobierno debería reducir los impuestos para promover el
crecimiento de la economía, mientras que otro sujeto cree,
por el contrario, que las autoridades tendrían que incrementar
los tributos para potenciar las inversiones estatales y así
fomentar el desarrollo económico, se puede decir que ambas
opiniones son divergentes.

Podemos definir la divergencia como líneas que se van


apartando sucesivamente una de otra, formando varias líneas
o superficies. El término divergente puede ser usado en
diferentes contextos y, de ahí, su importancia de poseer el
conocimiento de su significado. Divergencia es sinónimo de
discrepancia, disconformidad, diferencia, desacuerdo; por lo
tanto, en sentido figurado es ostentar diferentes puntos de
vista sobre un tema determinado.

Si observamos el principio de la creación, encontramos


que Adán fue creado perfecto, y no tenía a nadie con quien
discrepar. Dios lo creó con libertad de decisión y sin la
influencia, o la divergencia con otras personas. El libre
albedrío con el que fue creado, no impedía que Adán fuera
perfecto, porque Dios mismo aprobó su creación. Ahora bien,
hay una diferencia lógica entre la perfección divina, y lo que
puede ser considerado como perfecto en el sentido
creacional.

Dios es perfecto en el sentido absoluto (Salmo 18:30);


todo lo demás solo puede ser perfecto en sentido relativo. Por

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ejemplo, un cuchillo puede ser perfecto para cortar carne,
pero no se puede utilizar para tomar sopa. Así pues, las
personas y las cosas solo son perfectas si cumplen el
propósito para el que fueron creadas. De hecho, el cuchillo
puede pasar de ser muy útil, a ser muy peligroso si se utiliza
para dañar a otro ser.

Dios creó a Adán para ser de bendición, pero al final


produjo maldición sobre toda la humanidad. En el principio,
Dios creó a los seres humanos para que le obedecieran
voluntariamente, no los programó para que le obedecieran
automáticamente. La obediencia debía ser la elección de cada
uno. Por tanto, si Adán hubiera sido creado sin la posibilidad
de desobedecer, habría estado incompleto; es decir, habría
sido imperfecto como ser vivo, más bien habría sido un
simple autómata.

Ahora bien, el problema estuvo en cómo empleó Adán,


su libre albedrío. Las Escrituras indican que siguió el ejemplo
de su esposa, y desobedeció la orden divina sobre no comer
del árbol del conocimiento (Génesis 2:17). Esto no implica,
que Dios haya creado al primer hombre con alguna limitación
moral, que le impidiera tomar buenas decisiones o resistir
tentaciones.

De hecho, cuando Adán pecó, Dios no consideró que


el error se debiera a algún defecto de diseño, antes bien le
cuestionó el haber estado de acuerdo con Eva, quien estuvo
de acuerdo con la serpiente, quien tenía divergencias con
Dios. Ese es el gran abismo entre la Luz de Dios y el reino de

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las tinieblas. Las divergencias entre el padre de la mentira y
el Padre de la Verdad, son irreconciliables.

Adán tuvo que elegir, y ciertamente tenía la libertad de


hacerlo. Él no podía estar de acuerdo con Dios y con el
diablo. Las divergencias, con uno de los dos extremos, fueron
inevitables, y lamentablemente, eligió estar de acuerdo con
el mentiroso. Es cierto que Adán no habló con la serpiente,
pero al entrar en un acuerdo con su esposa, generó
automáticamente una divergencia con Dios.

El ejemplo contrario de este problema es nada menos


que Jesús, quien también fue un ser humano perfecto, igual
que Adán. Él tampoco tuvo ninguna limitación que lo hiciera
vulnerable a las tentaciones, pues fue concebido de manera
divina (Lucas 1:30 y 31), por lo tanto, tenía un perfecto libre
albedrío. No obstante, a diferencia de Adán, Jesús eligió tener
irreconciliables divergencias con el diablo (Lucas 4:2 al 13),
a la vez que se mantuvo absolutamente leal al Padre (Juan
6:38).

Adán fue el único responsable de su pecado; fue él,


quien usando su libre albedrío, decidió desobedecer a Dios.
Adán no fue precisamente engañado, sino que la mujer fue
cabalmente engañada y llegó a estar en transgresión, esto lo
dice claramente Pablo en 1 Timoteo 2:14. Reitero que Adán,
decidió ceder a los deseos de su esposa, quien ya había
optado por comer del árbol prohibido, tal vez porque para él
fue más importante complacerla a ella que obedecer a Dios,
pero al final, ambos terminaron pecando.

13
Cuando Eva le ofreció el fruto prohibido, él tendría que
haberle aclarado que no estaba de acuerdo con ella, que él no
haría lo mismo. En todo caso, creo que su devoción a Dios
no fue profunda, y que eso lo hizo vulnerable a las
tentaciones. Pienso que alguien que adora a Dios de verdad,
no puede tener divergencias con Él, y ese es el problema de
muchos, que dicen creer en Dios, pero no saben adorarlo.

Ciertamente, afirmaré algo muy fuerte, y hasta no ser


persuadido, por si alguna vez lo fuera, no dejaré de sostener
este pensamiento: “El génesis de las divergencias con Dios,
se produce por la falta de adoración verdadera”. Creo que
cualquier ser humano que no adore a Dios, tendrá
inevitablemente serias diferencias con Él, aunque en el
entendimiento de hoy, esto podría ser muy relativo, porque
la mayoría cree que adorar es cantar canciones, pero yo no
estoy hablando de eso.

Me estoy refiriendo a la verdadera adoración, a esa que


puede incluir canciones, pero que su fundamento no está ahí,
sino en los sentimientos de un corazón enamorado, un
corazón capaz de generar pensamientos y sentimientos
profundos hacia Dios. Tan ascendentes, que simplemente
pueden derretir en Su presencia, toda posible divergencia.

Nadie puede vivir en el Reino de Dios, si no adora


profundamente al Rey de gloria. El mundo natural no es un
reflejo de esto, porque conocemos la historia de algunos
reyes, que fueron profundamente odiados por su gente, y, sin
embargo, nadie pudo resistir sus gobiernos, porque fueron

14
tiranos que lograron obediencia, aun desde el abuso de poder,
la violencia y la maldad.

En el Reino de Dios esto no es posible, todos podemos


tener alguna crisis, por no comprender algunas decisiones de
Dios. De hecho, podemos llegar a pecar en algo, pero lo
haremos por debilidad, no por violentar Su propósito. A lo
sumo, sostendremos algunas incertidumbres, pero nunca
rebeldes posiciones.

Quienes adoramos a Dios con nuestras vidas, jamás


nos opondremos a los diseños divinos, antes bien, nos
taparemos la boca como Job, y guardaremos silencio.
Podemos sufrir la frustración de algunas situaciones, pero no
cuestionaremos a Dios, ni pecaremos ofendiéndolo
frontalmente. Tampoco evaluaríamos la posibilidad de
salirnos de Su gobierno, y ciertamente esto es lo que todos
los hijos de Dios deberíamos hacer.

Lucifer creó un reino de maldad con sus acciones,


porque en lugar de adorar a Dios como criatura creada que
era, determinó adorarse a sí mismo. Es por eso, que su
gobierno tiene fecha de caducidad, porque nadie que
desprecie a Dios, podrá reinar eternamente. Es cierto que
podrá existir, porque el lago de fuego, estará lleno de gente
que despreció a Dios, pero nadie podrá sostenerse en ningún
tipo de autoridad, porque el único Rey verdadero es Dios.

Adán produjo muerte con sus acciones, porque no supo


adorar a Dios. En el relato de su creación, lo vemos formado

15
en perfección, pero no lo vemos adorando a Dios en nada.
Tal vez, al igual que Lucifer, recibió tanto por gracia divina,
que llegó a creer que era merecedor de algo, o que su
perfección se generó desde su misma esencia. Recordemos
que Lucifer, llegó a ser el sello de la perfección (Ezequiel
28:12), y aunque de Adán no se dice lo mismo, tal vez llegó
a pensarlo de la misma manera. Lo cierto, es que ambos se
envanecieron y se adoraron más a sí mismos que al Creador.

“Y vio Dios que la maldad de los hombres era mucha en la


tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón
de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió
Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en
su corazón. Y dijo Dios: Raeré de sobre la faz de la tierra
a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la
bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me
arrepiento de haberlos hecho”.
Génesis 6:5 al 7

La gran divergencia universal con Dios, obedece a una


naturaleza, y no a simples acciones. El pecado que vemos
desde la caída de Adán, es por causa de una transmisión
genética, no por una mala educación de padres a hijos. Eva
recibió, en su corazón, una semilla de la serpiente.
Recordemos lo que enseñó Jesús en la parábola del
sembrador (Mateo 13:18 al 23), y consideremos que toda
semilla produce según su especie.

En Ezequiel 28:16, dice que por causa del


orgullo, Satanás estaba lleno de iniquidad y por tal motivo

16
comenzó a pecar. Eso produjo divergencias irreconciliables,
y en su independencia, Satanás trató de transmitir lo que
había en su corazón, y por supuesto, lo hizo hablando. Jesús
enseñó que de la abundancia del corazón habla la boca (Lucas
6:45), por tal motivo, Satanás utilizó a la serpiente como su
canal de expresión.

Eva se dejó sembrar semillas de iniquidad, y de la


misma manera, ella le sembró la idea a Adán. Ambos, la
transmitieron a sus hijos a través de su naturaleza
pecaminosa, luego de perder toda comunión espiritual con
Dios (Isaías 59:2). Esto generó gente sin luz, gente sin vida
espiritual, gente sin comprensión de la voluntad divina,
rebeldes por naturaleza, ajenos de toda bendición divina.

Cuando el pecado encontró su lugar en el


corazón humano, comenzaron a manifestarse las
divergencias con Dios. Nadie puede resistir al pecado, porque
contiene en sí mismo, una fuerza que no puede ser gobernada
por el alma, ni por la carne. Solo la vida espiritual de Dios
puede lograr la sujeción de la naturaleza de pecado.
Cualquier persona, que trate de resistir al pecado con sus
propias fuerzas, terminará conociendo su verdadero poder.

Recuerdo un video en el cual un hombre,


observaba desde la orilla, la fuerte correntada de un río. En
realidad no parecía tan peligrosa, pero ni bien ese hombre,
puso sus pies en el agua, la corriente lo arrastró con furia, tal
como si fuera una simple hoja ya seca, caída desde un árbol.
No hubo posibilidades para él, porque el río era mucho más

17
fuerte y lo llevó a su antojo. Así es el pecado para las
personas, en algún punto, todos llegamos a pensar que
podemos manejarlo, pero no hay forma de domar esa salvaje
naturaleza.

Es por eso, que Jesús dijo que un árbol malo, no


puede dar frutos buenos (Mateo 7:17 y 18), no es que no
quiera, es que no puede. El apóstol Pablo, también afirmó
este principio diciendo: “Por cuanto los designios de la carne
son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de
Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7).

El pecado no es otra cosa que la manifestación de toda


divergencia humana contra Dios. El pecado está en nuestra
naturaleza, está todo el tiempo tratando de levantarse para
llevarnos a la rebelión. Únicamente recibimos solución para
ese mal, en la persona de Cristo. Su Espíritu Santo nos trae
convicción de toda divergencia, Su sangre nos limpia de todo
pecado, y luego nos guía por Su Espíritu a toda verdad y
justicia. Cuando alguien no ha recibido esta gracia
maravillosa, sufrirá inevitablemente grandes y constantes
divergencias con Dios.

Eso es lo que vemos constantemente en las Escrituras,


porque justamente esa fue la idea de Dios, mostrarnos la
pecaminosidad humana; mostrarnos nuestra condición y la
incapacidad que tenemos en nosotros mismos para poder
resolver este mal. Incluso, todos aquellos personajes que
admiramos por su fe, encontraron difíciles acuerdos para

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caminar lo más rectamente posible, ante un Dios
absolutamente Santo.

El diluvio universal acabó con millones de personas


que estaban en plena rebelión contra Dios, pero ni bien
comenzaron a multiplicarse nuevamente a través de la
descendencia de Noé, la maldad volvió a quedar en
evidencia. No importa cuán limpio haya quedado el planeta
después del juicio por agua, el pecado había entrado en el
arca, escondido en el corazón de esos pocos que se salvaron,
y con el tiempo volvió a manifestarse.

La idea de Dios, de tomar a un hombre como Abram


para formar una familia, y de esa familia formar una nación,
estuvo fundada en el principio de santificación. Es decir, la
palabra santificar significa, consagrar, dedicar, limpiar y
separar. Ese fue el diseño con Abram, y con la nación de
Israel, por eso el Señor les enseñó de altares y de expiación,
porque necesitaba una nación santa, a través de la cual
nacería el Mesías.

Una de las cosas que evidenció dicho diseño, fue la


constante exhortación de Dios a su pueblo, respecto de no
mezclarse con las demás naciones. Él procuró un pueblo
capaz de aceptar Su voluntad, al menos desde la obediencia
religiosa, que se mantuviera apartado de las divergencias
paganas. Lamentablemente, esto costó muchas vidas, porque
la rebelión humana nunca dejó de ser, aun en el impulso de
un linaje bendito.

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“Estas son las familias de los hijos de Noé, por sus
descendencias, en sus naciones; y de estos se esparcieron las
naciones en la tierra después del diluvio”.
Génesis 10:32

Este capítulo diez de Génesis, es comúnmente


mencionado como la tabla de las naciones, ya que está
compuesto por una lista de los fundadores patriarcales de
setenta naciones que descendieron de Noé a través de sus tres
hijos, Sem, Cam y Jafet. Veintiséis de los setenta
descendieron de Sem, treinta de Cam, y catorce de Jafet.

El texto parece dar a entender que de esta manera


surgieron todas las naciones de esa época, aunque nunca lo
declara explícitamente. De hecho, debemos asumir que todas
las genealogías bíblicas están resumidas, ya que
generalmente se incluyen personajes históricos importantes,
mientras que se dejan por fuera a los hermanos menores, o
aquellos que fueron menos importantes culturalmente
hablando.

La Biblia no tiene por qué contener todos los detalles


históricos, solo tiene la función de envasar, correctamente,
aquellas cosas que son de trascendencia para la comprensión
del Reino. Si bien en última instancia cada nación está
relacionada con todas las naciones a través de Noé, este
vínculo ancestral no prolonga de manera indefinida la
importancia cultural entre todos sus descendientes. Por esa
razón encontramos que, todas las naciones, a excepción de la
compuesta por los hebreos, fueron naciones que bíblicamente

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desconocemos, a no ser por un mismo detalle, y es que todas
sostuvieron una cultura divergente a los principios del Reino
de Dios.

“Ten mucho cuidado de no hacer ningún pacto con los


habitantes de la tierra que vas a ocupar, pues de lo
contrario serán para ti una trampa. Derriba sus altares, y
haz pedazos sus piedras sagradas y sus imágenes de la
diosa Aserá. No adores a otros dioses, porque el Señor es
muy celoso. Su nombre es Dios celoso. No hagas ningún
pacto con los habitantes de esta tierra, porque se
prostituyen por ir tras sus dioses, y cuando les ofrezcan
sacrificios a esos dioses, te invitarán a participar de ellos.
Y si casas a tu hijo con una de sus mujeres, cuando ella se
prostituya por ir tras sus dioses, inducirá a tu hijo a hacer
lo mismo…”
Éxodo 34:12 al 16 NVI

Cuando la familia de Jacob llegó a Egipto por mano de


José, fueron unas setenta personas (Génesis 46:27), pero en
el tiempo de la salida, por mano de Moisés, ya eran unos
seiscientos mil hombres, que incluyendo a las mujeres, a los
niños y a los ancianos, hace suponer que el número sería de
más de dos millones de personas, que divididos por sus doce
tribus, formaron la nación de Israel.

El Señor dijo que serían Su nación, Su especial tesoro,


un reino de sacerdotes y gente santa (Éxodo 19:5 y 6), por
tal motivo determinó prepararlos por el camino del desierto,
procurando que no se volvieran a Egipto, y que no se

21
mezclaran descuidadamente con las naciones que estaban
ocupando la tierra prometida.

Dios eligió a Israel como la nación a través de la cual


traería a Su Mesías anunciado, y deseaba tener una sana
comunión con ellos (Deuteronomio 18:15). Dios prometió
proveer, bendecir y proteger a los israelitas si le seguían. Sin
embargo, el Antiguo Testamento nos ofrece detalles
desgarradores de lo que ocurrió cuando se apartaron de Él
(Ezequiel 20:8 y 9).

Ninguna otra nación en la tierra, jamás tendrá la


posición que ha tenido Israel en el gran diseño de Dios.
Podemos aprender de la historia de Israel, lo que
generalmente se puede esperar cuando las naciones honran al
Señor, y lo que generalmente se puede esperar cuando se
rebelan contra Sus mandatos.

Cuando ellos honraban al Señor, destruían los lugares


de adoración pagana y guardaban sus mandamientos,
entonces el Señor intervenía activamente en su defensa cada
vez que alguna nación procuraba atacarlos. Sin embargo,
cuando ellos eran influenciados por la cultura extranjera,
caían en las tristes consecuencias de la hostilidad externa, y
Dios no intervenía para librarlos.

Esto fue una constante en el período de los jueces, y


aun cuando el reino fue consolidado, no dejaron de sufrir las
consecuencias de la influencia extranjera. Ya en 2 Reyes 24,
vemos el punto de quiebre de la bendición de Dios sobre

22
Israel. El pueblo desafió al Señor, manifestando claras
divergencias con Él. Construyeron templos para los ídolos y
se llenaron de fornicación, muerte y adulterio.

Profanaron el templo, ignorando la Ley durante


generaciones, y Dios envió profetas para pedirles que se
arrepintieran, pero no quisieron escuchar, y muchas veces
mataron a esos mensajeros (Lucas 11:27 y 28). El Señor les
había advertido repetidamente las consecuencias que
sufrirían si no se volvían de corazón a Él, pero como se
negaron a escuchar, les envió el juicio mediante invasores
que los llevaron cautivos y destruyeron sus ciudades (2
Reyes 24:12 al 14).

La que fuera la gran nación de Dios, fue abatida y


perdió las bendiciones prometidas. El principio general que
aprendemos de esto, es que las divergencias con Dios, son
pecado y el pecado siempre trae consecuencias negativas. En
Gálatas 6:7, encontramos una clara advertencia de Dios para
todos, de que Él no será burlado, y que indudablemente
siempre cosecharemos lo que sembremos.

Muchas de las naciones mencionadas en la Biblia, ya


ni siquiera existen. Fueron naciones que determinaron vivir
en divergencias con el Reino de Dios, y sufrieron el juicio
por sus rebeliones. Edom (Jeremías 49:17 al 22), Asiria
(Sofonías 2:13 al 15), Sodoma (Génesis 18:20), y Babilonia
(Jeremías 51), fueron algunas de las naciones exterminadas,
de acuerdo con los profetas bíblicos, por la maldad de sus
divergencias con Dios.

23
No quedan representantes de los hititas (Éxodo 23:23),
de los moabitas (Sofonías 2:8 al 10), ni de los filisteos
(Sofonías 2:5), porque la obstinada rebelión que
manifestaron contra Dios, les terminó dando de pleno.
Cualquiera puede pretender divergencias con Dios, pero
nunca serán gratis, porque el costo de vivir en oposición a la
verdad de Dios, siempre traerá consecuencias.

Cuando Israel determinó caminar en obediencia,


recibió la bendición de Dios. Cuando honraron Su santidad,
les proporcionó todo lo necesario para vivir en abundancia, y
protegió sus vidas de los ataques enemigos (Éxodo 23:25 y
26). Dios se preocupó de que vivieran en paz y de que
estuvieran felices (Proverbios 19:23). Sin embargo, cuando
Israel siguió a reyes malvados en la idolatría y la prostitución,
aunque los amaba, Dios permitió hambrunas, pestilencias y
ataques enemigos.

“Al pecador lo persigue el mal,


Y al justo lo recompensa el bien”.
Proverbios 13:21 NVI

Una nación que honra las leyes de Dios, siempre


cosechará sus beneficios, pero la historia demuestra,
claramente, que los que no lo hacen por lo general se
destruyen a sí mismos. Todos podemos tener divergencias
políticas o culturales con otras personas, pero no podemos
tener divergencias con Dios, porque al final solo
terminaremos comprobando que estamos equivocados, y
sufriremos las consecuencias de tal orgullo.

24
Dios nos habla Su verdad para nuestro propio bien.
Nos creó para que pudiéramos vivir en comunión con Él,
pero perdemos todo cuando entramos en divergencias. El
problema para Adán, no fue pensar diferente a Dios, sino
terminar destituido del gobierno del Edén, trabajando mucho,
produciendo poco, y con una familia atravesada por el dolor
y la tragedia. Estas consecuencias fueron una constante con
todos los que les precedieron, evidenciando las mismas
actitudes.

Cuando caminamos en acuerdo con la verdad divina,


y determinamos vivir dentro de los límites saludables de Su
verdad, estaremos protegidos de toda hostilidad innecesaria.
Sin embargo, cuando nos alejamos de Dios, y determinamos
vivir en divergencia con el Reino, aun procurando ser
nuestros propios dioses, el Señor quitará Su mano de
protección y permitirá que padezcamos el amargo sabor de
nuestro orgullo.

Satanás es un ejemplo, Adán es un ejemplo, la


sociedad antediluviana es un ejemplo, las naciones paganas
son un ejemplo, y muchos individuos que determinaron el
camino del mal, son un claro ejemplo de esto. Todo ser
creado que pretenda vivir en divergencias con Dios, pagará
las consecuencias de su error. Esto no se produce porque
Dios no acepta que otros piensen diferente a Él, sino porque
Él es la verdad y la vida, y fuera de Él, solo hay mentiras y
muerte.

25
Quienes estén en desacuerdo con la verdad, solo
vivirán una mentira, y así como la verdad produce libertad,
debemos saber que la mentira produce esclavitud y muerte.
Al final, las divergencias con Dios, serán expuestas y
juzgadas por la verdad, pero mientras tanto, continuarán
haciendo temblar los cimientos de una sociedad que vive en
ignorancia, carente de entendimiento, en tinieblas, y
sufriendo su propio mal.

“No saben, no entienden, andan en tinieblas;


Tiemblan todos los cimientos de la tierra”.
Salmo 82:5

26
Capítulo dos

Divergentes
Por Dios

“¿Qué más les puedo decir? No me alcanzaría el tiempo


para hablarles de la confianza en Dios de Gedeón, de
Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los
profetas. Ellos confiaron en Dios, y por eso conquistaron
países; y como actuaron con justicia, recibieron lo que
Dios les había prometido. Cerraron la boca de leones y
apagaron grandes incendios. Escaparon que los mataran
con espada, recibieron fuerzas cuando más débiles
estaban, y en la guerra fueron tan poderosos que
vencieron a los ejércitos enemigos. Algunas mujeres
confiaron en Dios, y por eso Dios hizo que sus familiares
muertos volvieran a vivir. Algunos confiaron tanto en
Dios que no quisieron que los dejaran en libertad. Al
contrario, dejaron que los mataran, porque sabían que
volverían a vivir y así estarían mucho mejor. Mucha
gente se burló de ellos y los maltrató, y hasta los metió en
la cárcel. A otros los mataron a pedradas, los partieron en
dos con una sierra, o los mataron con espada. Algunos
anduvieron de un lugar a otro con ropas hechas de piel de

27
oveja o de cabra. Eran pobres, estaban tristes, y habían
sido maltratados. La gente de este mundo no merecía
personas tan buenas, que anduvieron sin rumbo fijo por el
desierto, por las montañas, por las cuevas y las cavernas
de la tierra. Dios estaba contento con todas estas personas,
pues confiaron en él. Pero ninguna de ellas recibió lo que
Dios había prometido. Y es que Dios tenía un plan mucho
mejor, para que nosotros también recibiéramos lo
prometido. Dios sólo hará perfectas a esas personas
cuando nos haya hecho perfectos a nosotros.
Hebreos 11:32 al 40 BLS

Tal vez, estos hombres, de los cuales, el autor a los


hebreos, dice que no tuvo tiempo de escribir, nos brinden a
nosotros, una plataforma de comprensión, respecto de los
motivos por los cuales, sí son mencionados en este capítulo
sobre los héroes de la fe. No hay detalles de sus obras aquí,
pero ciertamente en la Biblia sí los tenemos.

Gedeón fue el quinto juez levantado por Dios para


impartir justicia a la nación de Israel. Históricamente
reconocido como el más trascendental de los jueces. El relato
de su vida se registra en Jueces 6:11 a 8:32. El trasfondo de
la biografía de Gedeón, comienza con la aflicción de los
israelitas, asolados por los madianitas y extranjeros
orientales que, durante más de siete años, les robaban las
cosechas, les llevaban los animales, y aún les quitaban a los
hijos para esclavitud.

28
Tal como vimos en el capítulo anterior, estas
situaciones se producían como consecuencia de la
desobediencia del pueblo para con Dios. Ciertamente, Él les
enviaba profetas para que les recordaran de cómo había
obrado en el pasado a favor de ellos, y lo injusto que ellos
eran al abandonarlo, adorando a los falsos dioses paganos
(Jueces 6:8 al 10). También les advertía del mal que les
sobrevendría si persistían en ello.

Al tiempo, el ángel del Señor se hizo presente ante


Gedeón para comisionarlo como el nuevo juez de la nación
(Jueces 6:11 al 14). Por su parte, Gedeón, que pertenecía a
una familia poco distinguida de los abiezeritas, se veía a sí
mismo, como alguien no apto para el servicio que Señor le
estaba demandando (Jueces 6:15). Sin embargo, pidió
señales y levantó un altar, reconociendo que estaba ante Dios
mismo, y dispuso su vida obediencia a Él.

Esa misma noche, Gedeón cambió su actitud de


manera radical. Nadie puede quedar igual, después de una
aparición divina, por eso Gedeón, pasó de ser un hombre
temeroso, a ser un varón esforzado y valiente. Lo primero que
hizo, fue destruir el altar a Baal y el poste de Asera que
pertenecía a su padre (Jueces 6:25 al 28). Por esta desafiante
acción, Gedeón recibió el nombre de Jerobaal, que significa
“que Baal contienda contra él”, lo cual lo convirtió en alguien
divergente respecto del resto de su familia, y de una gran
parte de la sociedad, inclinada a la idolatría.

29
Gedeón no fue un hombre de influencia, hasta que
Dios lo llamó, y lo ungió para esa misión bélica. Sin
embargo, bajo la unción del Espíritu, tocó el cuerno, y se
reunieron con él, unos treinta y dos mil hombres de las tribus
de Manasés, de Aser, de Zabulón y de Neftalí.

Gedeón hizo las cosas con temor reverente, por lo cual


pidió señales, hasta estar absolutamente convencido de que
Dios lo estaba enviando a la batalla. No obstante eso, Dios
trató con su fe, porque primero le restó unos diez mil
soldados y luego, lo hizo quedar apenas con unos trescientos
hombres (Jueces 7: 2 al 8).

Esta fue toda una prueba, porque los madianitas eran


una verdadera multitud. De hecho, la Biblia los describe
como langostas en multitud, o como un ejército tan
innumerable como la arena que está a la orilla del mar
(Jueces 7:12). El propósito de Dios, fue que nadie pudiera
jactarse del triunfo que obtendrían, y que quedara bien en
claro, que era Él, quien les estaba conduciendo a la victoria.

Utilizando algunas tácticas inusuales, Gedeón y sus


trescientos hombres, atacaron al ejército madianita y
derrotaron a las tropas enemigas (Jueces 7:16 al 25). Desde
entonces Gedeón cobró renombre entre los israelitas, de
hecho, pretendieron hacerlo rey, pero él dijo: “No seré señor
sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: El Señor señoreará
sobre vosotros” (Jueces 8:23).

30
Sin dudas Gedeón, fue un hombre divergente, su
transformación, de ser alguien temeroso, que se encontraba
escondiendo el trigo en el lagar, para no ser saqueado por los
madianitas, a ser un juez, guerrero, valiente y seguro, fue
extraordinaria, y eso lo posicionó como un hombre de gran
renombre en la sociedad de su tiempo.

Las divergencias con su familia y con el resto de los


israelitas, fueron provocadas por su gran determinación, para
obedecer la voluntad de Dios. En Gedeón, podemos ver que
un hombre común, tocado por Dios, puede convertirse en
alguien diferente a todo su entorno. De hecho, la paz que
consiguió, duró por toda una generación:

“Y reposó la tierra cuarenta años,


En los días de Gedeón”
Jueces 8:28

El autor a los hebreos, también mencionó a Barac,


quien fue un líder militar de la tribu de Neftalí, otro de los
jueces establecidos por Dios, para librar al pueblo de la
opresión extranjera que ya llevaba más de veinte años sobre
Israel. Fue entonces, cuando realmente clamaron al Señor. En
ese momento la profetisa Débora estaba juzgando la causa de
los israelitas en Efraín. Y fue ella quien mandó llamar a
Barac, hijo de Abinoam, y le dijo que Dios lo había elegido
para derrotar al ejército de Sísara.

31
Jabín, rey cananeo que reinaba en Hazor, era el
responsable de la opresión a los israelitas. Según el relato
bíblico, Jabín tenía un poderoso ejército para los estándares
de la época, con novecientos carros de hierro (Jueces 4:3).
Este ejército debió ser un tipo de fuerza militar de la
confederación cananea, y Sísara era el general responsable de
comandar todo este ejército (Jueces 4:13).

Según la orden del Señor, Barac debía reunir un


ejército de entre los hombres de las tribus de Neftalí y
Zabulón y llevarlo al monte Tabor (Jueces 4:6). Desde allí,
partirían hacia el río Cisón, que estaba al pie del monte Tabor.
A pesar de ese poderío militar que tenía el ejército
comandado por Sísara, Barac no fue consumido por el temor,
ya que entendió, que Dios mismo entregaría a Sísara y a su
ejército enemigo en sus manos.

Cuando digo que no fue consumido por el temor, estoy


certificando que ciertamente lo tuvo, aunque eso no impidió
que hiciera lo que debía. De hecho, Barac aceptó cumplir su
misión, pero con la condición de que Débora lo acompañara.
Literalmente le dijo: “Solo iré si tú me acompañas; de lo
contrario, no iré” (Jueces 4:8).

Quizá pretendió comprobar la veracidad de las


palabras de la profetisa. Lo cual desagradó a Débora, al grado
de confirmarle que lo acompañaría en la batalla, pero que el
honor de abatir a Sísara no sería suyo, sino que Dios
entregaría la vida del comandante en jefe del ejército

32
enemigo en manos de una mujer, por el solo hecho, de no
haber creído a su palabra (Jueces 4:9).

El ejército de Sísara fue masacrado por una clara


intervención divina. Así, ante el ataque israelí, los cananeos
trataron de huir aterrorizados, pero todos fueron muertos a
filo de espada. Por su parte, Sísara, el comandante del
ejército, también intentó huir, tratando de escapar a pie. De
hecho, el propio Barac persiguió a los enemigos que huían,
pero entre todos ellos, Sísara fue al único que no pudo
capturar.

El general cananeo se refugió en la tienda de una mujer


llamada Jael, esposa de Heber. Y como se encontraba muy
cansado, Sísara cayó en un profundo sueño. Fue entonces
cuando Jael tomó una estaca y un martillo, y se la clavó en la
cabeza (Jueces 4:21). Esa actitud fue extremadamente
inusual, debido a que morir por a manos de una mujer se
consideraba vergonzoso en aquellos días. Pero así se cumplió
la palabra que el Señor le había dicho a Barac.

Entonces, la pregunta sería: ¿Por qué el nombre de


Barac es mencionado por el autor a los hebreos, entre los
héroes de la fe? Bueno, porque su actitud y su campaña,
demuestran, claramente, que los grandes hombres de Dios del
pasado, tuvieron fe, pero no eran perfectos. Las dudas de
Gedeón solicitando varias confirmaciones a Dios, o el temor
de Barac para cumplir su misión, no impidieron que fueran
hombres divergentes, porque, al final, asumieron difíciles
retos de parte del Señor.

33
Tal vez su temor le provocó una pérdida, pero Barac
no se detuvo, sino que pudo superar su crisis, y fue incluido
entre los grandes personajes del pasado. La historia de Barac
nos sirve de estímulo a todos, no deberíamos desestimarla.
Su vida no es muy citada por los predicadores de hoy, pero,
así como lo recordó el escritor de la carta a los hebreos,
también debe ser considerado por todos, como un hombre
divergente, un hombre de fe.

Hoy en día, el Señor no está buscando a hombres y


mujeres implacables, que no teman, ni duden, ni fallen en
nada. Dios busca hijos que le crean, que a pesar de todo
temor, duda o debilidad, sean capaces de avanzar con la
humildad suficiente como para ser corregidos. Dios nunca se
ofende cuando le consultamos pidiendo una confirmación de
algo, lo que sí le ofende, es que actuemos livianamente,
incluso otorgándole a Él, lo que nunca determinó.

El autor a los hebreos, mencionó a Barac en medio de


Gedeón y de Sansón. Todos observamos claramente las
hazañas de estos dos grandes jueces, y de Barac no tenemos
mucho registro, pero no nos debemos confundir. La
divergencia espiritual que estoy planteando, no es la de los
superhéroes, sino la de todos los que se atreven a caminar en
fe, creyendo más a Dios, que a toda realidad presente.

Sin dudas Sansón fue extraordinario y a pesar de sus


errores, se han realizado varias películas en su memoria.
Todos lo mencionan y siempre ha sido muy admirado por su
fuerza física, y la unción en sus cabellos. Es lógico que

34
alguien como él, sea visto por los hombres como un
divergente, pero me parece genial, que a los ojos de Dios, no
siempre sean necesarias las cualidades especiales, sino
también el corazón obediente, la fe y la humildad.

El autor a los hebreos, también consideró nombrar


como un héroe de la fe a Jefté, el octavo de los Jueces
israelitas, de quienes se habla en los capítulos 10 al 12 del
libro de los Jueces. Fue un hombre con un duro pasado, ya
que se menciona como hijo ilegítimo, nacido de una mujer
prostituta, quien, apenas llegado a la mayoría de edad, fue
expulsado de la casa familiar, nada menos que por sus
propios hermanos, quienes eran los hijos legítimos de su
padre.

Viviendo al margen de la ley y de la vida civil, Jefté


asumió con resignación su amarga realidad, pero al final, por
causa de su condición, terminó transformando su rebeldía en
una verdadera aventura, ya que se convirtió en jefe de una
partida de bandoleros beduinos, con quienes cometió una
serie de asaltos y proezas que lo hicieron tristemente popular.

El ímpetu de su carácter debió de correr parejo con una


indudable sagacidad, y con ciertos rasgos de generosidad, ya
que, al momento en que los israelitas fueron amenazados por
los amonitas, sus vecinos del este, tuvieron la idea de
ofrecerle la jefatura de su pueblo. Es verdad que Jefté se
aseguró que le dieran ese cargo, pero al final, se dispuso a
ayudarlos confrontando a los amonitas.

35
Ante la perspectiva de una nueva aventura y bajo la
tentadora proposición de convertirse en un jefe de prestigio,
dejó de lado las antiguas ofensas de sus hermanos, y aceptó
la invitación de los ancianos de Israel. Después de intentar en
vano una avenencia amistosa con los amonitas, decidió pasar
a la acción. Lamentablemente, la incertidumbre del éxito y el
temor de un inminente juicio de Dios, terminó haciendo una
declaración tan extraña como innecesaria.

Su religiosidad, tan ruda como su propia vida, lo hizo


declarar un tremendo compromiso: “Si entregares a los
amonitas en mis manos, cualquiera que saliere de las
puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso
de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en
holocausto” (Jueces 11:31).

Tal vez el recuerdo de los sacrificios humanos


celebrados por los cananeos, lo llevó a decir cosa semejante.
Lo cierto, es que la gravedad de su voto, pronto lo expondría
al cumplimiento de tal compromiso. Una vez obtenida la
victoria, Jefté regresó a su casa, y ocurrió que la primera
persona que se le acercó, entre un coro de vírgenes que
cantaban sus alabanzas, fue su única hija.

Al hallarse ante la inesperada víctima de su voto, Jefté


fue preso de una violenta emoción, expresada en frases de
profundísimo pesar. Su hija aceptó, con admirable humildad,
la condena de ese tremendo voto, solo le pidió a su padre, que
le permitiera, por un par de meses, recorrer los montes con
sus amigas para llorar su virginidad.

36
Algunos enseñan esta situación, como algo literal, pero
otros consideran que la traducción no es exacta, y que en
realidad lo que dijo Jefté, fue que si alguna persona salía a
recibirlo, la obligaría a dedicarse al Señor en servicio
perpetuo, y que si era un animal, lo ofrecería en holocausto.

Quienes interpretan el texto de esta manera, consideran


que Jefté no haría un voto a Dios, ofreciendo un sacrificio
humano, ya que dicha práctica era pagana y había sido
prohibida por la Ley de Moisés, donde fue establecida
claramente la ordenanza que dice: “Y no des hijo tuyo para
ofrecerlo por fuego a Moloc; no contamines así el nombre
de tu Dios. Yo Jehová” (Levítico 18:21), y también dice:
“Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros
que moran en Israel, que ofreciere alguno de sus hijos a
Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo
apedreará”. (Levítico 20:2).

Estas prohibiciones de parte del Señor, hacen pensar a


los eruditos bíblicos, que Jefté, no figuraría en el libro de
hebreos como un hombre de fe, si hubiera transgredido la Ley
de Moisés de manera tan desafiante. Sea como fuera, vemos
una vez más, a un hombre común, con un complejo pasado,
y con una personalidad seguramente condicionada por las
heridas sufridas a través de sus hermanos. Un hombre qué, a
pesar de todo, determinó con la ayuda de Dios, convertirse
en alguien divergente.

Hoy en día debemos aprender, que haber


experimentado un duro pasado, posiblemente cargado de

37
injusticias, no debe ser un limitante, cuando hemos recibido
la gracia salvadora de Cristo. Al final, las tinieblas son así,
todos en menor o mayor medida, hemos sufrido, o hemos
generado ciertas injusticias, pero con Cristo, nos llega un
nuevo tiempo para vivir en la fe del Reino y debemos
aprovecharlo.

El Señor nos llama, y nos pone en autoridad. Nos llena


de Su Espíritu, y nos reviste de Cristo. Debemos dejar atrás
las heridas del pasado, debemos perdonar a quienes nos
lastimaron, y si algo hicimos mal, debemos creer que el Señor
no solo nos perdona, sino que nos justifica, de manera que
podamos sabernos justos, dignos y divergentes.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;


las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas”.
2 Corintios 5:17

Curiosamente, el autor a los hebreos, también nombra


a David y a Samuel, como si fueran personajes dignos de ser
incluidos en este capítulo de la fe, pero a la vez, los menciona
entre aquellos de los cuales, no tiene tiempo de hablar en
detalles. Sin embargo, todos sabemos que las vivencias de
estos dos personajes son muy ricas y ciertamente son
ejemplares. No caben dudas de que estos dos, fueron
hombres divergentes, y no creo necesario estacionarme en
sus conocidas vivencias para probarlo.

38
Sin embargo, sí deseo citar a las personas que el autor
a los hebreos describe al final del capítulo. Según la versión
lenguaje sencillo, dice que hubo algunos que confiaron tanto
en Dios, que no quisieron que los dejaran en libertad, sino
que prefirieron morir por el evangelio. Se entregaron
confiadamente a la muerte, sabiendo que volverían a vivir
conforme a las promesas de Dios.

Dice que mucha gente se burló de ellos, y que los


maltrataron, encerrándolos en la cárcel, como le ocurrió al
profeta Jeremías. Algunos fueron apedreados, tal como le
ocurrió a Esteban, otros fueron partidos en dos con una sierra,
tal como lo sufrido por el profeta Isaías, otros murieron a filo
de un arma, tal como el apóstol Pablo. Incluso dice que
algunos anduvieron de un lugar a otro con ropas hechas de
piel de oveja o de cabra, evidenciando pobreza y dolor.

La Palabra dice que la gente de este mundo, no merecía


personas tan buenas, ya que ofrendaron su vida a la causa del
evangelio. Incluso algunos se resignaron a vivir sin rumbo
fijo, permaneciendo ocultos en lugares desérticos, en las
montañas, en las cuevas, o en las cavernas de la tierra. El
relato dice claramente que Dios estaba contento con todas
estas personas, pues todos ellos confiaron en Él. Pero
ninguna de estas personas recibió el cumplimiento de sus
promesas.

Dios tenía un plan mucho mejor que simplemente


otorgarles la recompensa solamente a ellos. Su plan nos
incluía a nosotros también. Seguramente nosotros no hemos

39
padecido los sufrimientos que ellos padecieron, pero no cabe
ninguna duda de que nos inspiran en la fe. Ellos fueron
divergentes, y nos enseñan que nosotros también podemos
serlo.

Es verdad que Dios solamente hará perfectas a esas


personas cuando nos haya hecho perfectos a nosotros, y que
ese día llegará más rápido de lo que pensamos, pero debemos
tener en claro, que hasta que ese día llegue, nada debe
impedirnos que seamos personas divergentes, ni aun nuestras
debilidades presentes. Este mundo está absolutamente
infectado por una cultura egoísta y perversa, pero nosotros
podemos romper eso por la fe.

Obviamente, no seremos comprendidos por muchos,


incluso puede que tampoco nos entiendan en nuestro círculo
más cercano, pero debemos creer que valdrá la pena, porque
la divergencia con el mundo, siempre será una mayor
comunión con Dios, y eso a la larga siempre nos producirá
recompensas.

En la carta que lleva su nombre Santiago escribió:


“¡Oh gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el
mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo
del mundo, se vuelve enemigo de Dios” (Santiago 4:4), este
concepto apostólico, deja muy en claro, que la amistad con
Dios, es enemistad y divergencia con el sistema actual.

No se puede vivir en plena comunión con Dios, y al


mismo tiempo, tener comunión con el reino de las tinieblas.

40
Esto no implica que no podamos ser gente normal, o que no
podamos vivir felices en el mundo. Dios no nos ha propuesto
vivir sobre una nube, ni escondidos en un monasterio. De
hecho, Jesús mismo le pidió al Padre, que no nos quite del
mundo, sino que nos guarde del mal (Juan 17:15).

Lo que debemos saber es que: “Todo está permitido,


pero no todo es provechoso. Todo está permitido, pero no
todo es constructivo” (1 Corintios 10:23 NVI). Esto implica
la necesidad de una vida en plena comunión espiritual con el
Señor. Es el Espíritu Santo, quien nos debe mostrar
claramente el camino del bien. Es Él, quien nos imparte
convicción de lo malo, y nos conduce a lo verdaderamente
constructivo.

No es el conocimiento de algunos versículos lo que


debe regular nuestras acciones, es la vida del Señor que opera
en nosotros, incluso vivificando la Palabra para que obremos
a través de la revelación, no de la imposición religiosa.
Cuando hacemos esto, nos volvemos inevitablemente
divergentes con quienes no viven en luz (2 Corintios 6:14).

La idea de la divergencia, no está relacionada con ser


diferentes por religiosos o legalistas, sino por ser ungidos,
guiados por la Palabra de verdad, a través de la operación del
Espíritu Santo. Por supuesto, Jesús es nuestro mejor ejemplo,
ya que, en los días de su carne, Él se condujo como una
persona normal, pero al mismo tiempo absolutamente
divergente. Esto es extraordinario, porque Él podía juntarse

41
con todos, ser llamado amigo de pecadores y, aun así, ser
absolutamente Santo.

Ya observaremos Su ejemplo con mayor detenimiento,


pero ahora, es necesario que asumamos la divergencia desde
la sana espiritualidad. La idea de este capítulo es
demostrarnos que hubo personas que, de manera individual,
determinaron asumir el desafío de la divergencia.

Hoy en día, la vida del Reino, nos desafía


individualmente, y sin perder la revelación del cuerpo,
debemos determinar, si vamos a vivir como personas
comunes, o si a través de una profunda y verdadera comunión
con Dios, vamos a sumergirnos en el desafío de ser gente
ungida, espiritualmente sabida y por consecuencia,
divergentes, ante un mundo que opera desde las influencias
de la oscuridad.

“Sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en


medio de una generación torcida y depravada. En ella
ustedes brillan como estrellas en el firmamento,
manteniendo en alto la palabra de vida…”
Filipenses 2:15 y 16 NVI

42
Capítulo tres

Familias
Divergentes

“Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por
sus caminos. Lo que ganes con tus manos, eso comerás;
gozarás de dicha y prosperidad. En el seno de tu hogar, tu
esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa,
tus hijos serán como vástagos de olivo. Tales son las
bendiciones de los que temen al Señor”.
Salmo 128:1 al 4

Cada vez que tengo que dar alguna enseñanza sobre el


matrimonio o la familia, me veo en la obligación de aclarar
que la herramienta que debo utilizar es la Biblia, y que, en
sus registros, no tenemos ejemplos de buenas familias, que
ciertamente hayan vivido en la plenitud de Dios.

Es verdad que tenemos grandes historias individuales,


y tenemos algunas participaciones familiares, pero no vemos
situaciones en las que alguna familia se encuentre disfrutando
de la bendición integral, con paz, en abundancia y en
bienestar general entre sus integrantes. En todos los casos,

43
encontramos desencuentros, desintegración, conflictos y
grandes adversidades.

Lo que ocurre, es que la Biblia, más que presentarnos


un modelo de familia, nos presenta un lineamiento a través
del cual, podemos comprender el propósito divino en Cristo.
En medio de todo eso, encontramos una gran diversidad de
familias, respondiendo en sus estructuras, a las relaciones del
momento, a la cultura imperante, y al momento histórico en
que vivieron. En estas familias existen diferentes
movimientos de fe, así como diferentes realidades culturales,
naturales y espirituales.

No pretendo en este capítulo, enumerar divergencias


entre las familias y Dios, sino que deseo señalar las
divergencias que se produjeron entre las familias que
sirvieron a Dios, aun con todas sus deficiencias, y las que no
lo sirvieron, o aquellas que directamente ni lo conocieron.

Tampoco pretendo observar el bienestar familiar como


resultado de la devoción, sino el costo que se atrevieron a
pagar algunos de sus integrantes. Esto nos ayudará a
comprender que vale la pena servir a Dios con nuestra
familia, pero que hay ciertos costos que debemos asumir.
Cuando hoy se señala el cristianismo, como el generador de
bienestar natural y plenitud familiar, no se está enseñando la
verdad con el enfoque correcto.

La verdadera vida de Reino, siempre estará marcada


por el enemigo, como un blanco de toda hostilidad espiritual.

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Nadie dijo que la fe es fácil, excepto aquellos que pretenden
convencer a la gente de algo que la Biblia no ofrece de
manera natural. La verdad es que la plenitud presente, y las
promesas de la gloria eterna, pueden estar hoy, minadas por
grandes adversidades espirituales.

Jesús dijo: “No penséis que he venido para traer paz


a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque
he venido para poner en disensión al hombre contra su
padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su
suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa”
(Mateo 10:34 al 36). Él no dijo que aquellos que creen y
comienzan a congregarse, recibirán restauración y bienestar
familiar de manera inmediata. Al contrario, puede que al
principio todo se ponga peor.

La expansión del Reino en la familia y en la sociedad,


se produce a través de procesos que pueden ser muy difíciles
y dolorosos. Lo que debemos asumir es que, en todo caso,
vale la pena de manera absoluta. El gran costo lo pagó
Jesucristo, nosotros solo debemos enfrentar algunas batallas
hasta que venga lo perfecto, y eso no solo vale la pena, sino
que es un gran privilegio.

Muchas veces he tratado de imaginar la vida de Noé,


porque fue un hombre muy especial, y más de una vez me he
preguntado sobre cómo habrá hecho para gestionar la
construcción de semejante arca. Solo sabemos que lo hizo
creyendo que llovería, cuando nunca había caído agua del
cielo, ni se habían roto los abismos como para inundar toda

45
la tierra, Sin embargo, Noé no necesitó ver un video, ni
conocer alguna experiencia pasada para creer, solo le
escuchó a Dios y a partir de entonces se comportó como un
hombre divergente para con todos.

Tampoco tenemos registros bíblicos sobre los detalles


de cómo realizó el trabajo, ni las herramientas con las que
contó, o sobre cuánta gente le ayudó en ese proceso. Según
estudios históricos y demográficos, se calcula que la
población antediluviana, pudo haber sido, de varias decenas
de millones o tal vez, como algunos creen, fue de cientos de
millones de personas. No estamos hablando de algunas
familias, sino de millones de personas. Recordemos que solo
se salvó la familia de Noé, por lo tanto, todas esas personas
estaban en franca divergencia con Dios.

Lo que sí sabemos, por causa de los escritos inspirados


de Pedro, que Noé fue un pregonero de justicia (2 Pedro 2:5),
es decir, que predicó proféticamente, durante más de cien
años, sobre la destrucción que azotaría al mundo. Sin
embargo, lo curioso, es que nadie le creyó. Y supongo, que
en un mundo con tanta maldad como había (Génesis 6:5),
debe haber sufrido de mucha hostilidad por parte de toda la
sociedad.

A la hora del diluvio, nadie había creído; por lo tanto,


es lógico pensar que, durante años, muchas personas se han
burlado del mensaje de Noé, a la vez que grandes multitudes
irían a ver el avance de la construcción del arca. Tampoco
tenemos detalles de cómo le transmitió a su familia, la orden

46
que había recibido de parte de Dios, ni cómo los convenció
de que debían ayudarlo.

Simplemente, supongo que un día, llegó a su casa con


la novedad de que Dios le había hablado. No puedo imaginar
eso con detalles, pero lo cierto es que Noé, no fue el único
comprometido con esa misión, sino que toda su familia
trabajó en el arca y se subió en ella el día del mortal diluvio.

Supongo que los hijos de Noé, deben haber sufrido los


irónicos comentarios de sus amigos. Supongo que más de una
vez, se habrán sentido avergonzados por la tarea que estaban
haciendo a la vista de todo el mundo. ¿Acaso se podrían
imaginar los jóvenes cristianos de hoy, lo que han tenido que
afrontar esos muchachos?

Pensemos que la edificación del arca demoró muchos


años, por lo tanto, esos jóvenes tuvieron que crecer
involucrados con la tarea. ¿Acaso podemos imaginar
nosotros, lo que habrá sido para ellos, trabajar en el arca
públicamente, tan solo porque su padre les dijo que había
hablado con Dios? ¿Podemos imaginar el bullying de los
demás jóvenes? Sin dudas, eso les ha significado, el alto
costo de perseverar en divergencia total con todos.

Como nadie creyó, supongo que han mirado a la


familia como si fueran una familia de gente rara, con ideas
absurdas y con planes fantasiosos. Supongo que, a la esposa
de Noé, sus amigas le preguntarían, si en verdad ella creía

47
que pasaría semejante catástrofe como la que anunciaba su
marido.

Por el grado de maldad que la Biblia relata, la gente no


temía a Dios, ni respetaba sus deseos; sin embargo, Noé
levantó varios altares a Dios. Lo escuchó un día, y trabajó
más de cien años en obediencia, para edificar lo que Dios le
dijo. Nadie puede hacer eso sin adorarlo. Hoy algunos cantan
canciones, o participan de reuniones, pero nadie los puede
hacer trabajar un día para servir al Rey.

En ocasiones muchos hermanos dicen creer, y dicen


¡Amén!, cuando hablamos de compromiso, pero al poco
tiempo, los vemos ajenos a la vida de fe, porque no quieren
ni congregarse. La perseverancia y la visión, son dos cosas
que hoy en día son muy difíciles de sostener. Esto no debería
ser así, pero la vorágine de los días y los cambios
permanentes, hacen que la gente tenga como lógicos los
continuos cambios de planes.

Otra familia muy especial que deseo citar en este


capítulo, es la de los recabitas, llamados así, por ser
descendientes de Recab, nombre que significa “el que monta
en el carro” o “jinete del carro”. Este Recab a su vez, fue
descendiente de Jetro el suegro de Moisés, y se unieron al
pueblo de Israel desde los días del peregrinar en el desierto.

Para que podamos comprender el origen de ellos, debo


decir que eran descendientes de Abraham, pero no eran
propiamente descendientes de Isaac, sino fruto de la unión de

48
Abraham con Cetura. Uno de los hijos de Abraham y Cetura
se llamó Madián, y de Madián vino Jetro, y Jetro fue ceneo,
quienes se unieron al pueblo de Israel y determinaron ser
verdaderos adoradores de Dios.

Jonadab fue el primer hijo de Recab, quien nos puede


enseñar claramente sobre la dignidad que tuvieron los
recabitas. Recordemos el significado del nombre Recab,
porque ciertamente Jonadab montó en el carro de un hombre
que produjo una gran limpieza, y una verdadera reforma
sobre la nación de Israel. Este personaje fue nada menos que
Jehú, quien tuvo un doble cometido: ejecutar un juicio en la
casa del malvado rey Acab, esposo de Jezabel, y, por otra
parte, limpiar Samaria del culto a Baal.

Cuando Jehú estaba a punto de ejecutar esa tarea, dice


en 2 Reyes 10:15 y 16, que “se encontró con Jonadab hijo
de Recab, que había ido a verlo. Jehú lo saludó y le
preguntó: ¿Me eres leal, como yo lo soy contigo? Lo soy,
respondió Jonadab. Jehú replicó: Si es así, dame la mano.
Jonadab le dio la mano, y Jehú, haciéndolo subir con él a
su carro, le dijo: Ven conmigo, para que veas el celo que
tengo por el Señor. Y lo llevó en su carro”.

¡Qué mensaje profético que Jonadab fuera el hijo del


que monta en el carro! Y fue él, quien le dio la mano a Jehú
y subió al carro de lo que Dios quería hacer. ¿Por qué? Porque
tenía un corazón recto, como hemos leído. Y tenía celo por
el Señor. Así es como pudo unirse a Jehú en aquella campaña
de purificación.

49
Entonces, unos versículos después, vemos cómo los
dos limpiaron la ciudad de Samaria del culto a Baal. Juntos
entraron en el templo y se aseguraron de que solo quedaran
los servidores de Baal, y cuando estaban adorando, dieron la
orden para que los mataran a todos (2 Reyes 10:25).

Luego los guardias y los oficiales entraron en el


santuario del templo de Baal, y sacaron la piedra sagrada que
estaba allí, y la destruyeron, además derribaron el templo de
Baal y lo convirtieron en un muladar, y la Palabra de Dios
dice que así quedo para testimonio histórico.

El celo de los recabitas es todo un ejemplo para


quienes estamos entrando en tiempos tan cruciales como los
que se vienen. Ya estamos experimentando cambios sociales
muy fuertes. La globalización, el crecimiento exponencial de
la ciencia y la decadencia de la moral, están floreciendo como
perversas bases sobre las que se pretenderá edificar el
gobierno del anticristo.

Para que podamos subir al carro del propósito de Dios,


de lo que Dios quiere hacer en los últimos tiempos,
tendremos que ser radicales, y eso no es lo que estamos
viendo en los cristianos de hoy. El desmedido enfoque sobre
los intereses personales, está generando una tibia gestión de
las verdades del Reino.

Pero lo que hizo Jonadab, no fue lo único que


encontramos como ejemplo de los recabitas. Algo dramático
aconteció en Samaria y en Israel, ya que Jehú, quien

50
supuestamente ejecutó la limpieza espiritual, terminó siendo
tan malo como Jeroboam, el rey que había traído la
perversión a Israel.

“Más Jehú no cuidó de andar en la ley de Jehová Dios de


Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de
Jeroboam, el que había hecho pecar a Israel”.
2 Reyes 10:31

Jonadab, seguramente contempló con gran tristeza la


forma en la que Jehú, en algún momento de su reinado, dejó
de ser fiel al Señor, y comenzó a cometer los mismos pecados
de idolatría que los reyes anteriores. Por esa causa, el Señor
permitió que un rey cananeo, llamado Hazael, fuera
conquistando poco a poco el territorio de Israel.

La nación entró en una verdadera decadencia


espiritual, pues de ahí en adelante vinieron reyes que no
fueron fieles al Señor, tanto en Judá como en Israel. El
siguiente rey, medianamente íntegro para con Dios, fue
Ezequías, quien vivió unos cien años después, y luego el rey
Josías, quien reinó unas décadas más tarde.

Esos fueron los únicos reyes fieles a Dios, que obraron


como verdaderos reformadores. Pero todos los demás reyes
fueron infieles, malvados y adoradores de falsas deidades.
Esto corrompió de tal manera el reino de Judá y el reino de
Israel, que todos acabaron en cautiverio. La riquísima tierra
que Dios les había dado, terminó volviendo a las manos de
los enemigos. Las fortalezas fueron desbastadas, y tomadas

51
por los caldeos y por los asirios, a la vez que los ciudadanos
terminaron siendo llevados al cautiverio.

Tal vez Jonadab, siendo tan digno en su proceder, se


dio cuenta de la decadencia que se venía sobre la nación, y
entendió que la tierra terminaría siendo tomada por los
enemigos, y tal vez por eso, dio una orden a su descendencia,
de que se convirtieran en un pueblo nómada, que
abandonasen la vida sedentaria y que no se acomodaran en la
tierra de manera definitiva.

Probablemente, Jonadab entendió que Canaán,


finalmente sería reconquistada por los enemigos y que la
nación de Israel acabaría en el cautiverio. Según su mandato,
los recabitas no debían edificar casas, ni ser agricultores, ni
tener viñas. Tampoco debían beber vino, porque Jonadab
consideró que, para beber vino, era necesario estar afincados
en un lugar, y ese placer sería como una demostración de
bienestar y recompensa que no merecían disfrutar.

Casi doscientos cincuenta años después de este


momento; en los días del profeta Jeremías, cuando todavía el
rey era Joacim, el Señor habló a Jeremías y le dijo lo
siguiente: “Ve a la casa de los recabitas, y habla con ellos,
e introduce, introduce los de la casa de Recab en uno de los
aposentos, y dales a beber vino” (Jeremías 35:2).

Entonces, Jeremías fue a probar a los recabitas, que en


este momento no eran muchos. En realidad, eran un pueblo
muy pequeño, que vivían como nómadas, pero que se habían

52
refugiado en Jerusalén. Entonces el profeta los hizo llevar a
la casa del Señor, al templo, y por ese mandato del Señor, les
permitió entrar en una de las cámaras del templo, en uno de
los aposentos. Estando allí, les sirvió vino para que bebieran
con libertad.

Pero ¿qué hicieron los recabitas? Bueno simplemente


respondieron: “No beberemos vino, porque Jonadab, hijo de
Recab, nuestro padre nos ordenó, diciendo: No beberéis
jamás vino, vosotros ni vuestros hijos, ni edifiques casa, ni
sembraréis sementera, ni plantarás viñas, ni las retendréis.
Sino que moraréis en tiendas todos vuestros días, para que
viváis muchos días sobre la faz de la tierra donde vosotros
habitáis. Y nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro
padre Jonadab, hijo de Recab, en todas las cosas que nos
mandó, de no beber vino en todos nuestros días, ni nosotros,
ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas, y
de no edificar casas para nuestra morada, y de no tener
viñas, ni heredad, ni sementera. Moramos, pues, en tiendas,
y hemos obedecido y hecho conforme a todas las cosas que
nos mandó Jonadab, nuestro padre. Sucedió, no obstante,
que cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió a la
tierra, dijimos: Venid y ocultémonos en Jerusalén de la
presencia del ejército de los caldeos, y de la presencia del
ejército de los de Siria. Y en Jerusalén nos quedamos”
(Jeremías 35:6 al 11).

De manera que se mantuvieron fieles a sus costumbres.


Se negaron a beber vino, tan solo porque así se les había
enseñado varios años atrás. Seguramente la tentación fue

53
muy seductora, como toda tentación. Ellos podrían haber
tomado ese hecho, como una posibilidad de volver a
establecerse en la ciudad, dejando la incómoda vida de
nómadas que tenían. Podrían haberse acomodado a la
seguridad que les brindaba la comunidad, y de alguna manera
ser un poco más como el resto de los israelitas, Podrían haber
terminado con ese absurdo mandamiento de abstinencia, pero
no lo hicieron así, no estaba en sus pensamientos el
abandonar una orden de un respetable antepasado como
Jonadab.

Luego de este hecho, observemos lo que dijo el Señor


de la actitud de los recabitas: “Y vino la palabra de Jehová
a Jeremías, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos,
Dios de Israel: Ve, y di a los varones de Judá y a los
moradores de Jerusalén. ¿No aprenderéis a obedecer mis
palabras?, dice Jehová. Fue firme la palabra de Jonadab,
hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen
vino, y no lo han bebido hasta hoy por obedecer el
mandamiento de su padre. Yo os he hablado a vosotros
desde temprano y sin cesar, y no me habéis obedecido.
Ciertamente, los hijos de Jonadab, hijo de Recab, tuvieron
por firme el mandamiento que les dio su padre. Pero este
pueblo no me ha obedecido”.

Y después de esta clara enseñanza, Jeremías se dirigió


a los recabitas directamente diciéndoles: “Así ha dicho
Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Por cuanto
obedeciste el mandamiento de Jonadab vuestro padre, y
guardaste todos sus mandamientos, e hiciste conforme a

54
todas las cosas que os mandó. Por tanto, así ha dicho
Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No faltará de
Jonadab, hijo de Recab, un varón que esté en mi presencia
todos los días” (Jeremías 35:17 al 19).

Los recabitas fueron tomados por Dios como un


excelente ejemplo de obediencia. No fue que le obedecieron
a Él, sino a su antepasado Jonadab, hijo de Recab. Ellos
sostuvieron un mandamiento familiar, tal como si fuera un
mandamiento divino, y eso fue lo que Dios destacó como
ejemplo para todos, porque si los recabitas pudieron hacerlo
de esa manera, el pueblo de Israel, también hubiera podido
obedecerle fielmente a Él.

Los recabitas tuvieron por vigente y necesario, ese


mandamiento familiar, tal como si fuera una instrucción de
Dios para ellos, y determinaron actuar de manera tan radical,
como el mismo Jonadab en sus días, es por eso, que Dios les
reclamó duramente a su pueblo diciendo: “Ellos tuvieron por
firme el mandamiento que les dio Jonadab su padre, y Yo os
he hablado a vosotros desde temprano y sin cesar, y no me
habéis obedecido…”

Sin dudas, toda la familia recabita fue absolutamente


divergente. Durante años se mantuvieron guardando los
mandamientos de Jonadab. Vivieron como nómades, no se
edificaron casas, no cultivaron la tierra, no bebieron vino y el
Señor los tomó como ejemplo. Tal vez, fueron una burla para
el resto de los israelitas, pero ellos se mantuvieron fieles.
Fueron tan conservadores, que Dios no solo los utilizó como

55
ejemplo, sino que los recompensó grandemente por esa
actitud.

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos


llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce,
porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de
Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser;
pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es”.
1 Juan 3:1 y 2

La Palabra nos enseña, que todos los creyentes nacidos


de nuevo, somos miembros de la familia de Dios (Romanos
9:8). Mientras que a Jesús se le considera como el Hijo
unigénito de Dios, a los creyentes se nos denomina como a
hijos renacidos, y como miembros de la familia de Dios.

Ser parte de la familia de Dios, es la mayor bendición


que se nos ha dado a los creyentes, y es lo que debería
hacernos postrar de rodillas en humilde adoración. No
pudimos hacer nada para merecerlo, puesto que todo ha sido
el resultado del don de amor, de la misericordia y de la gracia
de Dios hacia nosotros, no obstante, estamos llamados a
valorar nuestra posición de manera responsable (Romanos
9:25 y 26).

Debemos honrar semejante privilegio que hemos


recibido, y procurar fidelidad absoluta, aunque eso implique
ser divergentes con el resto de la sociedad, o incluso ante
familiares de sangre, amigos o compañeros de tareas. El

56
pensamiento divergente genera acciones diferentes al resto
de la sociedad, y es lógico que eso ocurra. Nuestro Padre es
el Creador, por lo tanto, debemos ser creativos.

La religión no tiene nada de creatividad, pero el Reino


sí. Una generación divergente no es una generación religiosa,
más bien es una generación compuesta de gente guiada por
el Espíritu, imprevisible y diferente. En muchos casos
incomprendidos, criticados, cuestionados o menospreciados,
pero siempre, y en todos los casos, con el orgullo de
pertenecer a la familia del Rey de gloria.

“Todos nacen de padres humanos; pero los hijos de Dios


son los que nacen del Espíritu. No te sorprendas si te digo
que hay que nacer de nuevo. El viento sopla por donde
quiere, y aunque oyes su sonido, no sabes de dónde viene
ni a dónde va. Así también sucede con todos los que nacen
del Espíritu”.
Juan 3:6 al 8 BLS

57
Capítulo cuatro

Pensamientos
Divergentes

“El hombre natural no percibe las cosas que son del


Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente.
En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es
juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del
Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la
mente de Cristo”.
1Corintios 2:14 al 16

Hoy en día, la expresión de “pensamiento divergente”


es muy común, y es utilizada para definir la capacidad que
tenemos las personas, de generar múltiples e ingeniosas
soluciones a un mismo problema. Es como un enfoque
mental espontáneo, fluido, y no lineal o estructurado,
principalmente basado en el ingenio o la ocurrencia.

La evolución de la ciencia ha provocado una


aceleración de los pensamientos divergentes, respecto de la
creatividad tecnológica, pero no así respecto de la vida

58
misma. Por el contrario, la comodidad y los supuestos
beneficios brindados por la tecnología actual, han generado
una disminución de la sabiduría personal para la gestión de
la vida y las relaciones.

De hecho, el gran debate de las últimas décadas, está


basado en el choque que existe entre una sociedad que
demanda creatividad, y una educación absolutamente
convergente, donde las estructuras solo encaminan a los
estudiantes hacia un embudo enfocado fundamentalmente en
la lógica y la razón; sin hacer consideraciones respecto de las
capacidades personales.

Las escuelas, institutos y universidades siguen


priorizando en su metodología un tipo de pensamiento
claramente convergente. Las instituciones educativas le han
hecho poco caso a la necesidad de implementar la
divergencia en el desarrollo, las capacidades individuales, y
eso está generando una débil formación del carácter
resolutivo.

Si bien es cierto que en muchas ocasiones esta


estrategia de estudio convergente es útil y necesaria, la vida
diaria es lo suficientemente compleja, dinámica e imprecisa
como para creer que nuestros problemas puedan tener
soluciones únicas o lógicas. Pero esto es normal que ocurra,
porque en un mundo que opera desde las tinieblas, la idea es
anular las opciones.

59
Viviendo bajo las virtudes del Reino de Dios, todo eso
cambia, porque el operar en las capacidades del Espíritu
Santo, nos permite pensar con la mente de Cristo, y resolver
los enigmas de la vida con extraordinaria sabiduría espiritual,
incluso rompiendo algunos paradigmas racionales.

Lamentablemente, en un gran porcentaje, esto ha sido


anulado dentro de la Iglesia, por medio de las estructuras
religiosas que se han formado durante siglos. Cuando planteo
a la religiosidad como nuestro peor enemigo, lo hago porque,
aunque parece expresar una vida piadosa por parte de quienes
la practican, lo que hace, es anular la verdadera vida
espiritual que Dios propone.

Las religiones son divergentes entre ellas, y aún


pueden serlo de cara a la sociedad, pero internamente
converge en las estructuras de su legalismo. A los religiosos
no se les enseña a pensar, sino a obedecer, y eso es muy
peligroso y dañino. De hecho, quienes caen en sus redes, son
personas orgullosas y necias, porque creen ser dueños de la
verdad, pero solo sostienen estructuras que, ni ellos mismos,
logran interpretar.

La vida de Reino, no pretende generar mística, pero sí


espiritualidad verdadera. No pretende desorden, pero sí la
guía del Espíritu Santo. No pretende ignorar a las
autoridades, pero sí, exalta por sobre todo la autoridad divina.
Cuando estamos dispuestos a ser guiados por el Espíritu
Santo, necesitamos de mucha humildad, y no debemos tener
temor, porque si lo hacemos de esa manera, la sabiduría de

60
Dios fluye hacia nosotros, y eso nos genera pensamientos
divergentes pero creativos de verdad.

La religiosidad da por sentado, como deben ser las


cosas, pero la espiritualidad, está abierta a lo que Dios esté
proponiendo. La religiosidad no es creativa, por eso puede
conservar sus estructuras durante siglos, pero el Reino es
absolutamente dinámico y divergente, por eso, nadie puede
dar por lógico a ninguno de sus diseños.

Jesucristo no vino para establecer una religión nueva


basada en el judaísmo espiritual. Él vino a establecer un
Reino, y nosotros simplemente debemos manifestarlo. Sin
embargo, durante estos más de dos mil años de historia que
tiene la Iglesia, hemos caído en muchas y perversas
estructuras que nos han limitado en esa expresión de Cristo.

Hoy estamos viviendo un tiempo clave, porque a la vez


que debemos interpretar correctamente un mundo
absolutamente convulsionado y confuso, tenemos la
ineludible responsabilidad de profundizar en nuestra
comunión espiritual, para recibir dirección sabia de Dios.

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni


oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las
que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios
nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el
Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”.
1Corintios 2:9 y 10

61
Aquí tenemos claramente expresado por Pablo, lo que
significa asimilar un pensamiento divergente. En realidad, el
apóstol tomó una palabra del profeta Isaías, pero lo hizo para
dar, una clara referencia respecto de los cambios que fueron
establecidos en el Nuevo Pacto (Isaías 64:4 y 65:17). La Ley
estaba grabada en piedra y no había lugar para divergencias,
pero la vida del Espíritu demanda una recepción constante de
la voluntad divina.

Cuando leemos el pasaje de 1 Corintios 2:9 y 10, no


debemos caer en el error de pensar que Pablo estaba
descalificando la Biblia como la base fundamental de nuestra
fe. El mensaje del Reino, nunca contradice las Escrituras,
solo expresa la voluntad de Dios, de una manera práctica y
dinámica, a través de toda dirección que el Señor determine
darnos.

Ahora bien, si hay cosas que ojo no vio, ni oído oyó,


ni han subido en corazón de ningún hombre, ¿Quién nos las
mostrará? El Espíritu Santo de Dios. El mismo Señor
Jesucristo dijo: “Cuando venga el Espíritu de verdad, Él os
guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia
cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber
las cosas que habrán de venir” (Juan 16:13), y el apóstol
Pablo escribió: “Porque todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios” (Romanos 8:14).

Recibir entendimiento de la voluntad de Dios en todo


lo que Él considere necesario, así como ser advertidos,
prevenidos o informados de lo que vendrá, es una tarea que

62
solo el Espíritu Santo puede realizar, y nadie debería tratar de
limitar los pensamientos divergentes que puedan surgir, a
partir de una impartición divina.

Comprendo también, el temor y el descrédito que


genera en algunos, el mal testimonio de los que dicen
continuamente “Dios me dijo”, porque atribuyen a la
dirección de Dios, todo lo que hacen y terminan utilizando
eso como una excusa para hacer lo que ellos mismos
determinan. De todas maneras, esa mística contraproducente,
no debería ser suficiente para descalificar la verdad de la
comunicación divina.

El Espíritu Santo, sí nos habla, y aunque algunos sean


engañados por su propio corazón, o abusen de la expresión
“Dios me dijo”, cuando, en realidad, Dios no les ha dicho
nada, no debería ser suficiente como para apagar, la realidad
espiritual de la comunicación genuina del Espíritu Santo.

La mala utilización de una verdad, no debería robarnos


el privilegio de recibir dirección divina. Solo cuando
recibimos los diseños de Dios, manifestaremos pensamientos
divergentes, creativos y sabios. Entiendo que hay algunos
ministros del evangelio tradicional, que se niegan a reconocer
que Dios puede hablarnos claramente, pero la Biblia es
contundente respecto de esa dinámica de vida.

Tenemos muchos ejemplos en el Antiguo Testamento


de Dios comunicándose con las personas. Le habló a Noé
para que edificara el diseño extraordinario del arca. Le habló

63
a Abraham para sacarlo de su tierra y de la cultura de su
familia. Le habló a Isaac para que aprendiera a ser un bendito.
Le habló a Jacob y lo procesó para que dejara de pelear con
sus fuerzas.

Le habló a José para convertirlo en un poderoso


gobernante en Egipto, le habló respecto de los sueños y de
cómo gestionar riquezas. Le habló a Moisés, para que
liberara a su nación, le enseñó a manejar el poder
sobrenatural de la unción, y realizó, a través de su vida,
grandes señales, prodigios y maravillas.

Le habló a Josué para conquistar la tierra, le habló a


cada uno de los jueces, para restaurar la paz de la nación cada
vez que eran atacados por los extranjeros. Le habló a David,
para que ganara innumerables batallas y conquistara
Jerusalén. Le habló a Salomón para otorgarle sabiduría y
desatar riquezas sobre la nación.

Les habló claramente a los reyes para conducirlos a sus


diseños, les habló a los sacerdotes para que transmitieran al
pueblo Su voluntad. Les habló a muchos profetas, como a
Isaías, a Jeremías, a Ezequiel, o a Daniel. Le habló a Elías
para que visitara una viuda, o para vencer a los profetas de
Baal en el monte Carmelo. Le habló a Eliseo, para mostrar el
poder de la doble unción, y habló muchas veces de manera
diferente.

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas


maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en

64
estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el
universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la
imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las
cosas con la palabra de su poder…”
Hebreos 1:1 al 3

Dios habló, muchas veces y de muchas maneras


diferentes. Es absurdo pensar que a partir del Nuevo Pacto el
Señor no continuó con una dinámica diferente, pero mucho
más fluida para hablar a cada uno de sus hijos. En Cristo
portamos Su Espíritu y recibimos Su permanente dirección,
es indiscutible el hecho de que nos sigue hablando.

Los líderes y creyentes de la Iglesia pionera,


interactuaban, dependían y hablaban con el Espíritu Santo de
manera continua. No eran místicos, eran personas ungidas,
que llegaban a comprender que el Espíritu Santo era una parte
vital de sus vidas, y que estaba involucrado en todo lo que
hacían.

Los invito a observar esta realidad espiritual, a través


de algunos versículos, que nos pueden dejar muy en claro, de
qué manera, la Iglesia vivía la comunión con el Espíritu
Santo, y evaluar así, lo que la Iglesia de hoy ha perdido en lo
que se refiere a esta comunión con el Espíritu Santo.

“¿Porqué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al


Espíritu Santo?”
Hechos 5:3

65
“¿Porqué se pusieron de acuerdo para engañar al Espíritu
del Señor?”
Hechos 5:9

“Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el


Espíritu Santo.”
Hechos 5:32

“Vosotros resistís siempre al Espíritu.”


Hechos 7:51

“El Espíritu me dijo que fuese...”


Hechos 11:12

“Uno de ellos... daba a entender por el Espíritu, que


vendría una gran hambre...”
Hechos 11:28

“Enviados por el Espíritu...”


Hechos 13:4

“Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a


nosotros...”
Hechos 15:28

“Les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra


en Asia.”
Hechos 16:6

66
“Intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió”
Hechos 16:7

“Pablo fue obligado por el Espíritu, y testificó…”


Hechos 18:5

“Pablo se sintió obligado por el Espíritu a pasar por


Macedonia.”
Hechos 19:21 NLT

“El Espíritu Santo me dice ciudad tras ciudad…”


Hechos 20:23 NLT

“Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el


cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos.”
Hechos 20:28

“¿Recibieron ustedes el Espíritu Santo cuando creyeron?”


Hechos 19:2

No son los únicos versículos, pero creo que son los


suficientes como para comprender que algo hemos perdido
en la vida de la Iglesia actual. Sin dudas, lo que generaba
pensamientos y acciones divergentes en nuestros hermanos,
era la dinámica de la vida con el Espíritu Santo y creo que
eso es lo que debe recuperar la Iglesia de hoy.

Si pretendemos enfrentar los últimos tiempos de


manera efectiva, necesitamos recuperar una profunda y fluida
comunión con el Espíritu Santo. Debemos devolverle su

67
lugar protagónico, debemos pedirle que nos hable, que nos
enseñe, que nos guíe, que nos diga qué hacer, como hacerlo
y qué decir. No debemos tener temor a los engaños, solo
debemos tener temor a Dios y ser humildes de verdad.

Esto que planteo no es mística, es una realidad que


debemos recuperar. Seguramente, los conservadores no
coinciden en esto, porque nos incomoda el obrar del Espíritu
Santo. Ellos desean tener el control y para lograrlo, señalan
las falsas manifestaciones que algunos pretenden evidenciar
como espirituales, cuando en realidad, solo son
manifestaciones carnales.

Este es un riesgo que ellos creen que no debemos


correr, pero de ninguna manera puedo estar de acuerdo con
eso. Los riesgos de una manifestación espiritual falsa, no
deben ser motivo de rechazo, al legítimo obrar del Espíritu
Santo. Pensar así, no es el resultado de un sano temor
reverente, es una atrevida falta de respeto al Señorío de
Cristo.

No me gustan para nada, las falsas manifestaciones


espirituales, me molestan mucho las acciones carnales
disfrazadas de espiritualidad, pero eso no implica que
debamos desechar lo verdadero. No tenemos ningún derecho
de bloquear la obra del Espíritu Santo, por temor a lo falso.
Lo que debemos hacer, es utilizar el discernimiento espiritual
y guardar cuidadosamente una profunda comunión con Él,
entonces no seremos engañados.

68
Cuando una mamá cambia a su bebé, le quita el pañal
sucio y lo tira a la basura. Nunca tiraría al bebé junto con el
pañal. Toma a su bebé, lo abraza, lo cuida, lo hace el centro
de su atención, y se olvida del sucio pañal. Tampoco he
escuchado jamás, que alguien determine no tener hijos
porque inevitablemente ensuciarán pañales. Ese mismo
principio debemos utilizar.

Siempre que exista lo verdadero, existirá lo falso, pero


nunca lo que no es, puede anular lo que es. Necesitamos
imperiosamente recuperar la dirección del Espíritu Santo,
necesitamos interactuar con Él, y debemos hacerlo sin
mística, con verdadero temor reverente, con respeto, con
cuidado y con humildad.

La Iglesia debe ser gobernada por el Espíritu Santo, no


por las estructuras humanas. Debemos pedirle perdón al
Señor y debemos devolverle Su posición de autoridad. Todos
los ministros de hoy, debemos inclinarnos ante Él, como esos
ancianos que, ante el trono, arrojaron sus coronas en
adoración y reconocimiento (Apocalipsis 4:10).

Cuando el Espíritu Santo nos gobierna, nos vienen


pensamientos divergentes, únicos y absolutamente creativos.
Nos vienen acciones sobrenaturales y cargadas de poder.
Cuando el Espíritu Santo es el que gobierna, la Iglesia puede
manifestarse libremente. No como una institución religiosa,
sino como lo que verdaderamente es, “el cuerpo de Cristo”.

69
“¡Estos que han trastornado el mundo entero han venido
también acá, y Jasón los ha recibido en su casa! Todos
ellos actúan en contra de los decretos del emperador,
afirmando que hay otro rey, uno que se llama Jesús”.
Hechos 17:6 y 7 NVI

70
Capítulo cinco

Jesús el divergente

Respondió entonces Jesús, y les dijo:


“De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada
por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo
lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.
Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas
que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de
modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre
levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a
los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino
que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al
Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no
honra al Padre que le envió…”
Juan 5:19 al 23

Hoy en día, podemos encontrarnos con personas que


dicen que creen en la existencia de un Jesús histórico, y creen
que fue un gran maestro espiritual, pero dicen no creer en su
deidad. En realidad, creer de esa manera es cruzar el límite
de la estupidez. Si creen que solo fue un hombre, que afirmó
ser uno con Dios, no puede ser un gran maestro, a menos que

71
esté diciendo la verdad, y si dijo la verdad, entonces es más
que un gran maestro.

Lo que deben definir aquellos que piensan así, es si en


realidad Jesús era un mentiroso, un loco, o verdaderamente
quien dijo ser. Es decir, no hay forma de reconciliar estos
conceptos, o fue y es, el Hijo de Dios, o, de lo contrario, fue
un loco o algo peor. Ese es el gran problema que enfrentan
los magníficos pensadores. No se atreven a rechazar su
comprobada existencia, pero no quieren admitir la verdad
que pregonó.

Los más radicales se enojan, desatan su bronca y


actúan tal como los fariseos de su época; si pudieran lo
crucificarían otra vez, pero lo que no pueden hacer es
ignorarlo. El problema que enfrentan, es que Jesús nunca
dejó abierta, tal como algunos creen, la opción del
reconocimiento. Él pudo decir: “Yo y el Padre uno somos”
(Juan 10:30), y no se puso a explicar cómo funciona eso, Él
nunca intentó justificarse en nada, y eso es glorioso.

Sin embargo, observemos la reacción de los religiosos


en Su declaración: “Por buena obra no te apedreamos, sino
por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios”
(Juan 10:33). Por el conocimiento que ellos tenían de las
Escrituras, entendían la declaración de Jesús como una
afirmación de ser Dios, y vemos que Jesús nunca los corrigió
diciéndoles que no se preocuparan, que eso no es lo que
trataba de decir; por el contrario, redoblaba su apuesta
diciendo: “De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham

72
fuese, yo soy. Entonces, tomaron piedras para arrojárselas”
(Juan 8:59).

Al anunciar Su identidad como el “Yo soy”, Jesús


estaba confrontándolos con la expresión utilizada por el
Padre en el Antiguo Testamento (Éxodo 3:14). Para los
judíos religiosos, esto era mucho más que una divergencia,
para ellos era una blasfemia.

No hay duda de que los judíos entendieron lo que Él


estaba diciendo, porque tomaron piedras para matarlo por
hacerse igual a Dios (Juan 5:18). Tal declaración, si no era
verdad, era una blasfemia, y el castigo prescrito por la Ley
Mosaica era la muerte (Levítico 24:11 al 14). Pero Jesús no
blasfemó; Él era y es Dios, en todo sentido igual al Padre.

Jesús usó la misma frase “Yo soy” en siete


declaraciones acerca de Él mismo. En todas ellas, Él combinó
el Yo soy, con tremendas metáforas en las cuales expresa Su
relación salvadora hacia el mundo. Todas se encuentran en el
libro de Juan y son las siguientes: “Yo soy el Pan de vida”
(Juan 6:35); “Yo soy la Luz del mundo” (Juan 8:12); “Yo
soy la puerta de las ovejas” (Juan 10:7); “Yo soy el buen
pastor” (Juan 10:11); “Yo soy la resurrección y la vida”
(Juan 11:25); “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”
(Juan 14:6); y “Yo soy la vid verdadera” (Juan 15:1).

Al intentar explicar las palabras de Jesús, los


pensadores modernos, sobre los cuales hago referencia,
declaran que, el Jesús histórico no dijo muchas de las cosas

73
que la Biblia le atribuye. Por supuesto, esa es otra estupidez
mayor, porque no tienen forma de respaldar esas
conclusiones, a lo sumo, lo único que pueden hacer, es tratar
de sembrar dudas, pero solo en aquellos que no hayan
recibido la gracia de la regeneración.

Jesús fue absolutamente divergente para los religiosos,


pero no respecto de las Escrituras. Él fue a quien el profeta
Isaías anunció como un niño que nacería, y como un hijo que
sería dado, quien llevaría sobre su hombro un principado, y
que se llamaría: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre
eterno, Príncipe de paz (Isaías 9:6). Este concepto, de parte
del profeta, es extraordinario, porque combina el nacimiento
de Jesús como el niño que nacería, y la encarnación de Cristo,
como el hijo preexistente que el Padre daría.

El apóstol Juan, dijo que Jesús era el Verbo de Dios y


que ese Verbo era Dios (Juan 1:1). Otro de los discípulos
llamado Tomás dijo: “Señor mío y Dios mío” (Juan 20:28),
y cuando lo dijo, no fue corregido por Jesús. El apóstol Pedro,
habiendo sido uno de sus íntimos, dijo: “… Nuestro Dios y
Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:1). El apóstol Pablo lo
describe como: “… Nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo” (Tito 2:13).

Ahora bien, seamos sinceros con esto: Si Jesús no fue


quien dijo ser, los discípulos tendrían que haber sido unos
dementes crónicos, porque todos ellos murieron por su causa.
La pregunta sería: ¿Por qué es importante confirmar la
divinidad de Jesús? Bueno, la razón más importante es que,

74
si Él no es Dios, Su muerte no habría sido suficiente para
pagar el castigo por los pecados de todo el mundo, porque
habría sido un pecador más (1 Juan 2:2), y en su deidad
radica Su gracia.

Jesús tuvo que ser hombre para que pudiera morir, pero
al mismo tiempo, tuvo que tener una genética santa a fin de
que pudiera pagar nuestra deuda (2 Corintios 5:21). La
deidad de Jesús es la razón por la que Él es el único camino
de salvación. La deidad de Jesús es la razón por la que
proclamó: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie
viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Jesucristo no es un camino al Padre, Él es el único


camino al Padre. Todo ser humano nace con una naturaleza
pecaminosa, y no hay quien no peque alguna vez. Nadie
puede alcanzar justicia ante Dios a través de sus propias
obras, su reputación, o su santidad personal. Solo podemos
llegar a Dios y obtener aprobación, a través de la persona de
Jesucristo.

Cristo nos abrió camino, porque Él es el único que bajó


del cielo (Juan 3:13), se encarnó en Jesús, y vivió una vida
humana perfecta (Hebreos 4:15). Murió como un pecador,
resucitó como Santo, y regresó al cielo para justificarnos a
todos (1 Juan 2:2). Él es el único mediador entre Dios y los
hombres, porque sigue siendo hombre (1 Timoteo 2:5). Él es
el único a quien Dios ha exaltado hasta lo sumo, dándole un
Nombre sobre todo nombre (Filipenses 2:9).

75
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro
nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos
ser salvos”
Hechos 4:12

Jesucristo no era comprendido fácilmente, ni aun por


sus propios discípulos. Su aparente divergencia, era la
constante guianza que recibía del Espíritu Santo. Eso
generaba, que nunca nadie, pudiera saber exactamente lo que
estaba por hacer. Cuando esperaban que hablara se quedaba
en silencio y cuando nadie pensaba que diría algo, impactaba
a todos con sus palabras.

No hay dudas de que Jesús era un maestro


extraordinario; sin embargo, nadie lo entendía
completamente. Casi como confirmando los dichos de Isaías,
respecto de que los caminos de Dios, son más altos que los
caminos de los seres humanos, o que sus pensamientos, son
más elevados que los pensamientos de todos (Isaías 55:9).

Jesús hablaba de cosas que estaban completamente


fuera del entendimiento de sus oyentes, incluyendo a sus
discípulos que estaban todo el día con Él. Sus palabras
muchas veces no tenían sentido, porque la plataforma de su
comunicación era de otra dimensión. Es por eso que les
decía: “Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros
hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre” (Juan
8:38).

76
Si nosotros le describiéramos un paisaje a una persona
ciega de nacimiento, le estaríamos hablando de lo que vemos,
mientras que él, solo podría moverse a través de lo que oye,
o percibe a través de sus otros sentidos, pero no estaría viendo
lo que nosotros podemos ver. Eso mismo pasaba con Jesús,
Él veía lo que nadie veía y hablaba de lo que otros no tenían
experiencia.

Es por eso que le dijo a Nicodemo que le sería


necesario nacer de nuevo para ver el Reino, porque el Reino
es espiritual; y lo espiritual, debe ser entendido
espiritualmente. Los doctores y los maestros de la Ley, creían
que por el mucho conocimiento que tenían veían claramente
los diseños de Dios, pero Jesús los llamó ciegos y guía de
ciegos (Mateo 15:14), luego les dijo que el pecado de ellos,
era justamente decir que veían cuando en realidad eran ciegos
(Juan 9:41).

Cuando Jesús vio a la mujer Samaritana tratando de


sacar agua del pozo, le dijo: “Si conocieras el don de Dios,
y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él
te daría agua viva” (Juan 4:10). Esa mujer no pudo entender
lo que le estaba tratando de decir, excepto por medio de una
interpretación literal, por eso le contestó: “Señor, no tienes
con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes
el agua viva?” (Juan 4:11).

Esta mujer sabía todo sobre el pozo de Jacob, porque


cada día acudía a ese lugar en busca de agua, pero nunca
había oído hablar de agua viva. Ese tipo de agua pertenecía a

77
una esfera espiritual, de la que ella era totalmente ignorante.
Con sus ojos naturales, ella podía ver el agua que estaba en
el pozo, pero al ser espiritualmente ciega no podía ver el agua
viva de la que hablaba Jesús. Así eran los dichos y las
enseñanzas de Jesús, espirituales y divergentes.

En una ocasión, Jesús les dijo a sus discípulos:


“Cuidado, Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y
de los saduceos”, pero ellos, una vez más, lo miraban sin
comprender lo que les decía, y pensaban dentro de sí,
diciendo: “¿Esto lo dirá porque no trajimos pan?” (Mateo
16: 6,7). Los discípulos no podían ver espiritualmente, por lo
tanto, analizaban todo desde el plano natural.

Jesús les estaba hablando de la doctrina de los fariseos,


pero los discípulos pensaron que dicha levadura se refería a
la levadura del pan. Esto molestó un poco a Jesús, les explicó
sobre los peligros de la influencia religiosa. De hecho, Él ya
les había dicho: “En la cátedra de Moisés se sientan los
escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que
guardéis, guardadlo y hacedlo” (Mateo 23:2).

En realidad, debemos comprender que para toda la


sociedad, incluyendo a estos humildes judíos como eran sus
discípulos, los fariseos no eran peligrosos, sino que eran
hombres considerados como respetables y sabios. Todos los
admiraban y los honraban mucho ¿Cómo podían llegar a
pensar que había algo mal con las enseñanzas de estos
expositores expertos de las Escrituras?

78
Esto confundía mucho a sus discípulos, porque veían
que Jesús, tenía menos divergencias con los pecadores
iletrados, que con estos sabios servidores de Dios. ¿Cómo era
posible que alguien enviado por Dios, tuviera grandes
diferencias con quienes estudiaban, e interpretaban la Ley?
En esa época, nadie dudaba de los dichos de un escriba o de
un doctor de la Ley; sin embargo, Jesús los llamaba víboras
y sepulcros blanqueados (Mateo 23:27 y 33).

Cuando Jesús hizo el milagro de la multiplicación de


panes y peces, la gente quedó maravillada, por eso al otro día,
salieron a buscarlo cruzando el lago en dirección a
Capernaum. Cuando lo encontraron, le preguntaron:
“Maestro, ¿cuándo llegaste?” (Juan 6:25). Entonces Jesús
les respondió: “Francamente, ustedes me buscan porque
comieron hasta quedar satisfechos, y no por haber
entendido los milagros que hice…” (Juan 6:26).

Ciertamente, nadie había entendido la dimensión de


ese milagro de multiplicación. Todos creyeron que Jesús, era
una persona capaz de multiplicar el alimento, por lo cual,
pensaron que sería una buena idea, convertirlo en el rey de
todos ellos (Juan 6:15). La Biblia cuenta que el día que hizo
ese milagro, la gente tenía hambre; por lo tanto, el milagro de
Jesús había sido absolutamente trascendental. Sin embargo,
lo trascendentalmente natural, tenía un trasfondo
extraordinariamente espiritual, y eso es lo que nadie podía
comprender.

79
Por esto mismo, fue que Jesús comenzó a decirles que
Él mismo era el alimento que ellos necesitaban. “Yo soy el
pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este
pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne,
la cual yo daré por la vida del mundo”. Imaginemos el
impacto que produjo tal declaración en todos los presentes.
Inmediatamente, los judíos comenzaron a murmurar porque
había dicho: “Yo soy el pan que descendió del cielo…”

Entonces se decían unos a otros: “¿No es este Jesús,


el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos?
¿Cómo, pues, dice este: Del cielo he descendido?” (Juan
6:42). Nosotros conocemos la historia, y nos da la impresión
de que era gente ignorante y falta de entendimiento, pero no
era así. Lo que en realidad ocurrió es que los planteos de
Jesús eran absolutamente divergentes para la razón.

Ellos se preguntaban: ¿Cómo puede este darnos a


comer su cuerpo? Y Jesús, en lugar de explicarles más
claramente el asunto, redobló la apuesta diciéndoles: “De
cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del
Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”
(Juan 6: 53).

Jesús les estaba hablando del alimento espiritual. Los


fariseos conocían sobre la alimentación con maná en el
desierto, y aunque la caída de ese alimento, fue un milagro
históricamente reconocido, la referencia que los judíos
manejaban era que el maná era una comida natural, un
alimento físico. Ellos no tenían idea de lo que era el alimento

80
espiritual. ¡No estaba en el menú que ellos manejaban! Así
que analizaban literalmente las palabras de Jesús, y llegaron
a pensar que les estaba hablando de ¡canibalismo!

Esto fue tan impactante para ellos, que sus mismos


discípulos dijeron: “Dura es esta palabra; ¿quién la puede
oír?” (Juan 6:60). Pero nuevamente Jesús, en lugar de
explicarles lo que sabía que era inexplicablemente espiritual,
les dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada
aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu
y son vida” (Juan 6:63). Esto ya fue demasiado para varios
de sus discípulos, por eso, desde entonces muchos de ellos se
volvieron atrás, y ya no andaban con Él (Juan 6:66).

Recordemos que Jesús, además de sus doce, tenía unos


setenta discípulos, a los cuales, enviaba con su autoridad,
para sanar enfermos, liberar cautivos y predicar las buenas
nuevas del Reino. Fueron parte de estos discípulos, los que
decidieron abandonarlo. En el caso de los doce, Jesús los
interrogó diciendo: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
Pero el que levantó la voz fue Pedro, diciendo: “Señor, ¿a
quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan
6:68).

Esta declaración de Pedro, no necesariamente


significaba: ¡Nos quedaremos porque entendemos
perfectamente lo que nos estás diciendo! La verdad es que
ellos, tampoco estaban entendiendo. Lo que Pedro trataba de
decir era: ¡No te entendemos, pero creemos que lo que decís
es verdad y seguramente viene de Dios! Esta fue una

81
constante con ellos. Veamos algunos pasajes que lo
confirman:

“… Ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de


preguntarle”
Marcos 9:32

“… Ellos no entendieron las palabras que les habló”


Lucas 2:50

“… Ellos no entendían estas palabras, pues les estaban


veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle
sobre esas palabras”
Lucas 9:45

“… No entendieron que les hablaba del Padre”


Juan 8:27

“… Ellos no entendieron qué era lo que les decía”


Juan 10:6

“Decían, pues: ¿Qué quiere decir con: Todavía un poco?


No entendemos lo que habla”
Juan 16:18

Esto ocurrió muchas veces, porque los discípulos


escuchaban todas las enseñanzas de Jesús, pero un gran
porcentaje de ellas no llegaban a comprenderlas. De hecho,
Jesús hablaba muchas veces por medio de parábolas, y
aunque sonaban como enseñanzas sencillas, no había forma

82
de comprenderlas. Los religiosos se enojaban por eso, porque
ellos se creían muy cultos y entendidos, por lo cual era
inaceptable para ellos caer en confusión.

Además, la gente coincidía en que Jesús hablaba con


autoridad, no como lo hacían los escribas (Marcos 1:22). No
importaba mucho si no lo entendían, a todos les gustaba
cómo enseñaba. Los discípulos, por su parte, se sentían algo
frustrados por eso, por tal motivo, al quedar a solas con Él,
en más de una ocasión, lo interrogaban respecto de sus
enseñanzas, y Jesús amablemente se las trataba de explicar:

“Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del


reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que
viendo no vean, y oyendo no entiendan”
Lucas 8:10

Aun así, después de todas las explicaciones de Jesús,


los discípulos se quedaban meditando, pero sin tener en claro
absolutamente nada. Esto no era el resultado de la ignorancia
intelectual de ellos, sino que todavía no habían recibido la
gracia de la regeneración. Eso es algo que solo pudieron
recibir después de la obra de la Cruz.

Jesús tenía contemplación al respecto, por eso les


decía: “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; más lo
entenderás después” (Juan 13:7). Esta es la realidad de las
verdades espirituales, no pueden ser entendidas, sino
espiritualmente. Esto es lo que Pedro escribió claramente:
“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del

83
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1
Corintios 2:14). Es por esto que Jesús, en sus últimos días
con sus discípulos, se encargó de hacerles saber que se venía
un tiempo diferente para ellos.

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a


toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta,
sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las
cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque
tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el
Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo
hará saber”
Juan 16:12 al 15

¿Esto implicaba que los discípulos llegaban a entender


lo que les decía? No, todavía no, ni aun explicándoles esto.
No podían entender claramente acerca del Espíritu Santo,
porque el Espíritu Santo aún no les había sido impartido. El
verdadero cambio les llegó el día de Pentecostés. A partir de
ese día, ellos pudieron ver y entrar en las dimensiones del
Reino.

Fue entonces, y solo entonces, que tuvieron el poder


de beber el agua de vida. Fue entonces que pudieron comer
el pan de vida. Fue entonces cuando comenzaron a
comprender claramente, conforme a lo que Jesús les había
anticipado.

84
“Estas cosas no las entendieron sus discípulos al
principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se
acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él,
y de que se las habían hecho”
Juan 12:16

La pregunta sería: ¿Cuál es la situación actual de los


hermanos hoy en día? Es lógico que las personas sigan sin
comprender, pero nosotros los cristianos ¿Estamos
entendiendo claramente el Reino? Incluso preguntaría:
¿Después de miles de seminarios teológicos, colegios
bíblicos y muchos estudios e investigaciones, hemos logrado
entender claramente las dimensiones del Reino? La verdad es
que, en general, diría que No. De hecho, las grandes
divergencias que sufrimos hoy en día, dentro de la misma
iglesia, son una evidencia clara de que ciertas cosas, para
muchos, no han cambiado.

Hoy no hay en el mundo doce discípulos, ni ciento


veinte en un aposento alto, hoy somos millones de cristianos
en el mundo, pero tristemente un gran porcentaje de estos
hermanos, han sido formados dentro de las estructuras
religiosas. Incluso hay toda una camada de líderes que han
operado desde el conocimiento teológico, pero sin recibir la
revelación del Reino. Revelación que solo puede ser
proporcionada por la vida del Espíritu.

No debería ser así, pero tenemos a muchos ciegos,


guiando a ciegos. Muchos líderes, hoy en día, enseñan sobre
lo que han leído, pero no sobre lo que han visto. Estos líderes

85
no utilizan las capacidades espirituales; antes bien, ponen las
cosas naturales en lugar de las celestiales.

La recepción de la gracia, se ha convertido en la


aceptación de Jesús, el nuevo nacimiento en el bautismo en
agua, la comida espiritual en el pan y el vino, la casa de Dios
en un gran edificio, el altar de adoración, en una plataforma
con escaleras, y la revelación de la Palabra, en la teología
sistemática. Ruego a Dios, que nos permita en este tiempo,
volvernos en arrepentimiento a la humildad de corazón.

La religiosidad ha sido la lepra histórica de la Iglesia,


ruego a Dios, que nos suelte una palabra sanadora, una
palabra que nos meta en el río de su Espíritu. No una sola
vez, sino todas las veces que sean necesarias para limpiarnos
de verdad. Dios nos permita ser como Naamán el sirio, ese
general enfermo, que, por una palabra de Eliseo, se metió
siete veces al río Jordán, hasta salir limpio de toda lepra, con
su piel como la de un bebé.

Dios nos permita ser sanados de toda religiosidad, nos


permita ser como niños, con corazones humildes, capaces de
recibir la vida que es la luz verdadera (Juan 1:4). Dios nos
permita saber que no sabemos, y nos revele con plenitud, las
dimensiones del Reino, para que podamos ser, una
generación de cristianos divergentes, en una sociedad cada
vez más oscura y perversa. Una sociedad que ciertamente
necesita, que los cristianos resplandezcamos como luminares
en el mundo (Filipenses 2:15).

86
“Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de
gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el
conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento…”
Efesios 1:17 y 18

87
Capítulo seis

Divergentes
Por el Reino

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;


las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo
mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres
sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la
reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de
Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os
rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”.
2 Corintios 5:17 al 20

En este pasaje sobre la reconciliación, el apóstol Pablo


dice que los cristianos somos embajadores de Cristo. Esta
palabra “embajador” en el griego es la palabra: “Presbeúo”,
que significa representante. Un embajador es un enviado
oficial, que representa a un soberano extranjero, y que
proporciona un vínculo entre su país de acogida y el país que
representa.

88
Los embajadores trabajan para construir relaciones, y
desarrollar políticas que favorezcan tanto al anfitrión como a
su país de origen. Un embajador es designado por el
liderazgo de aquellos a quienes él representa y se le da
autoridad para hablar en nombre de su nación. Es por esto,
que debe conocer muy bien las ideas de sus gobernantes.

Un embajador debe ser muy cuidadoso, porque tiene la


responsabilidad de vivir en un territorio y representar a otro.
Debe representar fielmente con sus palabras y con sus
hechos, la esencia y la cultura de su patria. También debe
seguir los valores y las costumbres de su nación, por más
difíciles de comprender que estas sean, o por más que
directamente, estas costumbres sean rechazadas por la gente
del territorio que lo alberga momentáneamente.

Pablo era un ciudadano romano, era judío hasta la


médula, pero con la vida recibida en Cristo, se expresó como
ciudadano y embajador del Reino. Esto, por más cuidadoso
que Pablo pretendiera ser, lo convirtió en una persona
divergente, y por tal motivo, también sufrió la hostilidad del
sistema. Los embajadores pretenden construir puentes de
comunicación con el territorio que habitan, pero deben
priorizar de manera absoluta la representatividad de su
nación de origen.

Más allá de las raíces naturales de Pablo, su prioridad


fue su vida en Cristo. Él dejó de ser un ciudadano del mundo
y ya no veía las cosas como un simple judío, sino que

89
comenzó a ver las cosas desde la perspectiva de un ciudadano
del Reino (2 Corintios 5:17).

El trabajo de Pablo como embajador del Reino, fue


difundir el mensaje del evangelio, y como lo vemos en sus
escritos, él consideró tener un mensaje de reconciliación. El
Rey de reyes, lo envió a expresar su deseo de reconciliación
con todos, pero eso, indudablemente, también significaba la
aceptación de sus términos, y la traición contra el reino del
mundo en el que vivía, tal así, debe ser nuestro compromiso
con la ciudadanía del Reino de Dios.

Si queremos representar al Reino en el mundo, no solo


debemos recibir la gracia de la vida en Cristo, sino que
también debemos empaparnos en los valores y los principios
del Reino, no de la religión evangélica. Nuestra mentalidad
debe estar formateada por la revelación del Espíritu, no por
la teología sistemática y las doctrinas de una institución.

Debemos no solo creer, sino también vivir según los


estándares de nuestro nuevo Reino, lo cual no solo nos creará
divergencias con el mundo, sino también con nosotros
mismos, o con nuestra pasada manera de vivir. La formación
cultural que traíamos, así como la naturaleza pecaminosa que
en parte aún nos habita, deben ser nuestros objetivos de
conquista primarios.

No podemos oficiar como buenos embajadores del


Reino, sin haber asumido completamente su cultura y la
nueva naturaleza espiritual en Cristo. Además, debemos

90
desarraigar los viejos patrones de pensamientos
pecaminosos, y los deseos, de la vieja naturaleza viciada, de
la cual, debemos despojarnos cada día (Efesios 4:22).

Ser un embajador de Cristo es el cumplimiento de la


increíblemente importante perspectiva del Reino. Seguir a
Cristo significa abandonar nuestro reino personal, y el reino
que opera en el mundo. Debemos jurar lealtad al Rey de
gloria; a la vez que asumimos, la responsabilidad de contarles
a los demás, las buenas nuevas de que todos pueden acceder
a la vida de Cristo. Esa es la pura verdad, luego sabrá el
Señor, como trabaja a través de ella.

La expresión del Reino, no debe ser violenta, como


algunos pretenden, cuando interpretan incorrectamente
Mateo 11:12, donde dice que desde los días de Juan el
Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos sufre violencia, y
los violentos lo arrebatan. Los violentos que Jesús menciona
en este pasaje, eran los religiosos que, de manera hostil, no
permitían que Dios gobernara a su pueblo tal como Él
deseaba.

Nosotros, por el contrario, debemos ser humildes,


dejándonos conducir por el Señor, conforme a su perfecta
voluntad (Mateo 11:29). La capacidad que tengamos de
rendirnos a la voluntad de Dios, será nuestra efectividad para
la expresión del Reino. Eso es lo que inevitablemente
producirá divergencias con nuestro entorno.

91
“Dios utilizó su poder para darnos todo lo que
necesitamos, y para que vivamos como él quiere. Dios nos
dio todo eso cuando nos hizo conocer a Jesucristo. Por
medio de Él, nos eligió para que seamos parte de su Reino
maravilloso. Además, nos ha dado todas las cosas
importantes y valiosas que nos prometió. Por medio de
ellas, ustedes podrán ser como Dios y no como la gente
pecadora de este mundo, porque los malos deseos de esa
gente destruyen a los demás”.
2 Pedro 1:3 y 4 BLS

Los que no recibieron la gracia salvadora de Cristo


solo tienen la naturaleza humana, pero nosotros tenemos dos
naturalezas, y eso nos hace divergentes. Esta dualidad es
descrita por Pablo como un tesoro, contenido en un cuerpo
de barro (2 Corintios 4:7). Este tesoro no está compuesto de
piedras o metales preciosos, sino que es la persona del
Espíritu Santo que nos habita.

Nuestro cuerpo es barro y al barro volverá (Génesis


3:19), porque está sujeto a un proceso de muerte permanente.
Nuestra alma está en proceso de redención y nuestro espíritu
renacido, está madurando en plena comunión con el Espíritu
Santo de Dios. La inestabilidad de nuestro ser, ahora está
anclada a la estabilidad de Cristo, para que podamos vivir en
las virtudes de Su gracia.

Esto es lo que nos hace absolutamente diferentes a los


demás. Antes andábamos desordenados y vacíos, lo cual, en
muchas ocasiones, nos sumergía en el dolor, en la depresión,

92
y en la injusticia; sin embargo, cuando recibimos la gracia de
Cristo, ya no somos como los demás. El tesoro recibido es
eterno y perfecto. El Espíritu Santo no miente, no se
equivoca, no engaña, tiene una perfecta humildad, tiene un
amor perfecto, y toda la sabiduría. Él ahora vive en nosotros,
y es imposible, no ser divergentes en comunión con Él.

Cuando disfrutamos la comunión que tenemos con el


Espíritu Santo, la naturaleza de Cristo es aumentada en
nosotros. Eso nos permite alcanzar cada vez pensamientos
más excelentes, acciones más trascendentes y palabras más
edificantes. La fructificación pasa a ser una realidad
permanente, y todos pueden notar esa vida fluyendo a través
de nuestras acciones.

Cuando tocamos la vida de Cristo, Su naturaleza puede


expresarse a través de nosotros, produciendo experiencias
cada vez más destacadas. Toda experiencia que evidencie la
bondad humana puede ser digna, pero no hay nada como la
manifestación de la naturaleza divina. Ser tocado por el
tesoro que portamos siempre será enriquecedor para todos.

Después de ser arrestado en Jerusalén, el apóstol Pablo


apeló a su derecho como ciudadano romano y solicitó ser
juzgado en Roma, pero él tenía muy en claro, que su misión
era llegar a Roma como embajador del Reino. Su ciudadanía
terrenal le abrió la posibilidad de apelación, pero su
naturaleza divina le permitió viajar con la intención de
manifestar el Reino.

93
Pablo fue enviado a esa ciudad, en un barco de carga,
que no solo lo transportaba a él, sino también, a otros
doscientos setenta prisioneros. Antes de llegar a la isla de
Malta, el apóstol les dijo: “No sigamos avanzando, por
ahora no conviene, porque vamos a tener problemas”; esta
actitud, no es exclusiva de Pablo, es una característica de
todos los hijos de Dios guiados por el Espíritu, ya que en
comunión con Él, adquirimos la capacidad de conocer
incluso lo que ha de venir (Juan 16:13), siempre y cuando
Dios lo determine necesario.

No obstante, a pesar de la advertencia de Pablo, nadie


le prestó debida atención. El capitán del barco,
menospreciando sus palabras, respondió irónicamente con
una pregunta: “¿Qué puede saber este hombre del clima?”.
Habiendo dado su advertencia, Pablo simplemente hizo
silencio y el barco siguió su rumbo. En medio de la travesía,
el clima se complicó, y tuvieron que enfrentar una tormenta
feroz en el mar Adriático.

Estuvieron once días a oscuras, sin poder ubicarse en


tiempo y espacio, navegaron a ciegas y con gran temor. La
situación se volvió desesperante. Sin embargo, Pablo habló
nuevamente diciendo: “Pero ahora os exhorto a tener buen
ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre
vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha
estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien
sirvo…” (Hechos 27:22 y 23).

94
Pablo, tampoco perdió la oportunidad de recordarles
que él, ya se los había advertido. Él les estaba dejando en
claro, que los dichos anteriores, así como los que estaba por
anunciarles, provenían de Dios, porque la comunión que
sostenía con el Señor, le permitía la clara recepción de las
realidades futuras.

“El ángel me dijo: Pablo, no temas, es necesario que


comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido
todos los que navegan contigo…” Esto es genial, porque
Pablo se mostró como un embajador del Reino, enviado con
un propósito trascendente, preservarlos a todos y predicar el
evangelio. Luego de eso les dijo: “Por tanto, oh varones,
tened buen ánimo; porque yo confío en Dios, que será así
como se me ha dicho. Con todo, es necesario que demos en
alguna isla” (Hechos 27:25 y 26).

Luego, tomó pan, lo partió y todos comieron.


Finalmente, el barco encalló en una isla desconocida que
resultó ser Malta. Los habitantes de la isla mostraron
amabilidad hacia los náufragos y los acogieron. Aunque
estaban muy agotados y asustados; tal como había predicho
Pablo, todos llegaron a tierra de manera segura.

En esa dura experiencia, el apóstol Pablo, dejó en claro


quién era y quién estaba en Él. Por eso, en el peor momento,
pudo soltar una palabra de fe que bendijo a todos. Estas cosas
son las que ocurren cuando somos portadores de la presencia
de Dios. Somos divergentes por causa de Él, y somos de
bendición, aunque algunos pretendan ignorarnos.

95
Todos éramos completamente de barro, pero, cuando
Cristo llegó a nuestras vidas, nos hizo renacer, no de simiente
corruptible, ni de voluntad de padre o madre, sino de Su
simiente divina, la semilla de Cristo que fue plantada en
nuestros corazones, para que el tesoro de Su persona viva en
nuestro interior. Ahora tenemos dos naturalezas, solo
debemos procurar que el barro, no impida la manifestación
del gran tesoro de Dios que nos habita, porque eso es, lo que
nos hace divergentes y enriquece a todos.

“Estando ya a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta.


Y los naturales nos trataron con no poca humanidad;
porque encendiendo un fuego, nos recibieron a todos, a
causa de la lluvia que caía, y del frío. Entonces, habiendo
recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y
una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano.
Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su
mano, se decían unos a otros: Ciertamente, este hombre es
homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja
vivir. Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún
daño padeció. Ellos estaban esperando que él se hinchase,
o cayese muerto de repente; más habiendo esperado
mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de
parecer, y dijeron que era un dios”.
Hechos 28:1 al 6

La superstición pagana de los habitantes de Malta, les


hizo pensar, que Pablo debía ser algún homicida o pecador
horrible, ya que todo le estaba saliendo mal. Primero, estaba
preso, su apelación lo estaba conduciendo a Roma, y aunque

96
había acertado con sus predicciones, no dejaba de ser un
detenido más, quien sufrió con los demás, esa terrible
tormenta que casi los mata a todos, y por último, lo acababa
de atacar una víbora cuando procuraba calentarse en el fuego.
La suma de todas esas cosas, les hizo pensar que era un
hombre bajo maldición.

Sin embargo, al comprobar que el veneno de la


serpiente no le estaba afectando en lo más mínimo,
cambiaron radicalmente de opinión, y pasaron de criticarlo,
a decir que era una especie de dios. En realidad, eso que
produjo Pablo en las personas, es lo que deberíamos generar
quienes caminamos en la unción del Espíritu Santo.

Por causa de la fe, y de los caminos divergentes,


podemos ser cuestionados, criticados, y rechazados. Si algo
negativo nos sucede, la gente se pregunta: ¿Cómo puede ser
que le pasen estas cosas, si la bendición de Dios está con él?
Por el contrario, cuando Dios se manifiesta
sobrenaturalmente a nuestro favor, pretenden admirarnos y
con algunos comentarios pueden llegar a exaltarnos en
demasía.

“Cerca de donde estábamos había unos terrenos.


Pertenecían a un hombre llamado Publio, que era la
persona más importante de la isla. Publio nos recibió y
nos atendió muy bien durante tres días. El padre de Publio
estaba muy enfermo de diarrea, y con mucha fiebre.
Entonces Pablo fue a verlo, y oró por él; luego puso las
manos sobre él, y lo sanó. Cuando los otros enfermos de la

97
isla se enteraron de eso, fueron a buscar a Pablo para que
también los sanara, y Pablo los sanó”.
Hechos 28:7 al 9 BLS

La vida divina está llena de las riquezas de Cristo. El


Señor desea que nuestro caminar, cuando sea y donde sea,
pueda enriquecer a todos. Es por eso, que debemos orar como
Jesús nos enseñó: “Venga a nosotros Tu Reino y hágase Tu
voluntad aquí en la Tierra como en el Cielo…” La autoridad
que Dios nos otorga en Cristo, no es para un culto de
domingo, sino que para que la pongamos en práctica en cada
actividad de nuestra vida cotidiana.

Tocar la autoridad, implica haber tocado Su presencia,


tocar Su presencia es entregarnos completamente a Su
gobierno. La autoridad espiritual es la que nos permite ser de
bendición en todo lugar y con toda persona. Pablo estuvo en
la casa de Publio durante tres días, y dio testimonio como
embajador del Reino, sanando a su padre y a cuanto enfermo
llegó en busca de una sanidad.

Si nuestra comunión con Dios es profunda, y logramos


tocar Su presencia, no estaremos tocando emociones, sino
realidades espirituales que nos revisten de autoridad. Esto no
es así porque nos acercamos a recibir, es todo lo contrario.
Recibimos, porque en Su presencia siempre perdemos algo
de nosotros mismos, y es entonces, cuando recibimos una
medida mayor de Su persona.

98
Es imposible tocar Su presencia sin sentir el accionar
de la cruz. Él es la verdadera vida, y en Su presencia, siempre
se procesa lo mortal para que seamos vivificados. El fluir de
esa vida verdadera, es la manifestación del tesoro, y es lo que
enriquece a todos. Esto no se produce por ser evangélicos, ni
por conocer teología, sino por conocer las profundidades de
Su presencia.

“Cuando llegamos a Roma, el centurión entregó los


presos al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir
aparte, con un soldado que le custodiase”.
Hechos 28:16

El hecho de que Pablo se quedara allí una semana,


demostraba la confianza que había entre él y Julio, el
centurión asignado para protegerlo y llevarlo a Roma.
Eventualmente, Julio entregó a Pablo al oficial imperial junto
con la carta de Festo, explicando el caso y su propio informe.

La carta de Festo no contuvo ningún cargo criminal en


contra de Pablo, y seguramente el reporte de Julio le fue
favorable, así que Pablo, no estaba acuartelado con los otros
prisioneros, sino que se le permitió tener una habitación
privada, probablemente con Lucas y con Aristarco. Esto fue
así, al menos por un período de dos años, hasta que su caso
por fin llegó ante el César. Lucas se encargó de escribir, y
detallar, que en ese tiempo solo había un soldado de guardia
que los cuidaba.

99
Pablo no se demoró mucho en avanzar con su misión,
a pesar de estar bajo arresto domiciliario en Roma. Lo
primero que hizo fue llamar a los líderes judíos para intentar
explicar por qué lo habían arrestado, y lo hizo, antes de que
llegaran los alborotadores de Jerusalén, y continuaran con los
ataques en su contra.

Sorprendentemente, le dijeron que ellos no estaban


conscientes de ningún problema con los líderes en Jerusalén,
pero que sí sabían que él, se había unido a la secta que antes
perseguía, y estaban deseosos de saber algo más al respecto.
Como siempre, Pablo aprovechó la oportunidad y les predicó
el evangelio del Reino, con los mismos resultados que había
tenido cuando predicó en las sinagogas de Judea, Siria y otros
lugares por el Imperio Romano.

Incluso, Pablo les dijo a los judíos, que tenía planes de


predicar ese mismo mensaje del Reino a los gentiles, porque
la intención de Dios es la inclusión de todos. Por supuesto
que esto, no le gustó mucho a los judíos que guardaban la Ley
de Moisés, y evidenciaron gran hostilidad contra Pablo, pero
nada lo detuvo a la hora de hacer y decir lo que debía como
embajador del Reino.

Lucas termina su informe en el libro de los Hechos, al


decir que los judíos salieron divididos, algunos creyendo y
algunos no. Lo que sí queda en claro, es que Pablo, por un
periodo de dos años, continuó predicando a judíos y gentiles
desde la cárcel en Roma. Incluso, los que se convirtieron,
tanto judíos como gentiles, fueron quienes llevaron el

100
evangelio de la ciudad capital del imperio hasta los confines
de la tierra.

Fue desde ese lugar de detención, que Pablo afectó a


varios guardias pretorianos que se convirtieron a Cristo
(Filipenses 1:13), y afectó a muchos otros, de la casa del
César. Además, tal como si trabajara para alguna editorial de
gran prestigio, escribió las cartas a los Efesios, a los
Filipenses, a los Colosenses y la carta a Filemón. Escritos que
formarían parte de Biblia, y afectarían al mundo entero.

Tanto en Filipenses 1:23 como Filemón 1:22, escritos


realizados casi al final de su segundo año de encarcelamiento,
Pablo escribió que estaba esperando confiadamente su
posible liberación. La tradición nos dice que después de su
absolución planeaba un viaje a España (Romanos 15:24, 28)
y que también visitó a varias congregaciones que había
establecido en sus primeros dos viajes misioneros.

Pablo, un fiel embajador de Cristo, un hombre que nos


sigue desafiando con la historia de su vida, a ser canales de
bendición al mundo. Un hombre que nos impulsa a salir de
las limitaciones mentales y avanzar con la certeza de que
podemos ser de influencia, sin límite alguno.

Tal vez, y esto sí debo aclararlo, el mayor límite que


debemos enfrentar en estos días, es el de las cuatro paredes,
no de una celda, sino de nuestros salones de reunión. Creo
que estamos demasiado enfocados en activismos vanos y sin
sentido de expansión.

101
Siempre digo que Pablo, tal vez, no pudo imaginar lo
que ocurriría con sus hechos. Tal vez no consideró como algo
tan trascendente sus obras, pero cuando somos embajadores
del Reino, somos divergentes, y los divergentes del Espíritu,
no pueden pasar desapercibidos, porque todo lo que nos
atraviese, proveniente de Dios, es eterno y será de bendición
para muchos.

Unos años más tarde, Pablo fue encarcelado por


segunda vez, durante la persecución de Nerón a los todos los
cristianos. Aun así, en ese tiempo final, siguió predicando y
escribiendo mucho, como por ejemplo la segunda y última
carta, a su discípulo Timoteo, luego fue decapitado en Roma
en 67 d.C. Dejando un legado extraordinario, que
seguramente brillará hasta el regreso del Señor.

Sus cartas inspiradas por el Espíritu Santo, siguen


siendo tan divergentes que aquellos que las estudian sin Su
operación, solo reciben letra y confusión, mientras que los
hijos de la regeneración comprometidos y entregados a una
comunión verdadera, recibimos verdadera vida, verdadera
luz y libertad verdadera.

Con sus escritos y sus ejemplos de vida, Pablo nos


impulsa a vivir conducidos por el Espíritu, y cuando hacemos
eso, indudablemente actuaremos como divergentes, porque
no se puede aceptar los desafíos de la fe, y al mismo tiempo,
actuar como personas comunes. La fe es locura para las
personas naturales, pero para nosotros es poder de Dios.

102
“Lo más importante es que reconozcan a Dios como único
rey, y que hagan lo que él les pide…”
Mateo 6:33 BLS

103
Capítulo siete

Las divergencias
Finales

“Pero debes saber esto: que en los últimos días


Vendrán tiempos difíciles”.
2 Timoteo 3:1

Una de las tantas definiciones que podemos encontrar


de la palabra divergencia, es que se dice, de las cosas que son
opuestas entre sí, o que no coinciden en opiniones o ideas.
Esto será absolutamente notorio en los tiempos finales, entre
la Iglesia entendida y el sistema, pero no será tan así, con
aquellas congregaciones que no están siendo advertidas de lo
por venir.

Ciertamente, la iglesia en los últimos tiempos se


enfrentará a una serie de peligros, que puede llevar a un gran
porcentaje de cristianos hacia una verdadera apostasía. Pero,
¿qué es apostatar? Es negar aquello en lo que se había creído
al principio. Es la corrupción o la perversión de una verdad
sobre la cual se había establecido una formación primaria.

104
La apostasía puede sobrevenir sobre cualquier
creyente que no esté bien instruido, sea por recibir un
evangelio liviano, carente de demandas, o por el engaño
producido por el espíritu de la religión. La Biblia advierte,
claramente, que este peligro será una realidad en los tiempos
finales. El mismo Señor Jesús anunció una verdadera crisis
de fe (Lucas 18:8), y una crisis de amor por Dios y por el
prójimo (Mateo 24:12).

El apóstol Pablo, afirmó que esta situación de


apostasía, será un factor clave, en la creación de condiciones
necesarias para la manifestación del anticristo, al cual
describe como el hombre de iniquidad, o el hijo de perdición.
Por lo tanto, debemos estar atentos y prevenidos de lo que
sobrevendrá en los inminentes tiempos del fin.

“Nadie os engañe de ninguna manera; porque esto no


sucederá sin que venga primero la apostasía y se
manifieste el hombre de iniquidad, el hijo de perdición”
2 Tesalonicenses 2:3

El descuidado apetito, de muchos cristianos por oír


cosas nuevas, y el recibir lo sobrenatural, generarán el caldo
de cultivo necesario para el engaño. La falta de instrucción
bajo los parámetros del Reino, abrirá camino a los falsos
ministros que aparecerán con doctrinas erróneas, y engañosas
señales, que dañarán de manera letal a muchos hermanos. El
Señor Jesús advirtió:

105
“Porque surgirán falsos ungidos y falsos profetas que
harán señales y milagros para engañar, de ser posible,
aun a los elegidos. Así que tengan cuidado; los he
prevenido de todo”.
Marcos 13:22 y 23 NVI

Nos enfrentamos a un mundo donde el avance


tecnológico y la globalización, están creando puentes para
potenciar la comunicación. No solo estamos viendo cómo
pueden manejar fácilmente la información, sino que también
estamos experimentando ensayos de manipulación de masas,
controlando pensamientos y acciones, tal como se hizo
durante la pandemia vivida unos años atrás.

Los intereses creados por quienes manejan los hilos del


poder, son el fundamento de los movimientos globales, y no
podemos negar, que la sociedad está respondiendo
tontamente a esos cantos de sirenas engañosos y perversos.
Como resultado de esto, entrará en escena el enviado del
maligno, aprovechando la credulidad para confundir y hacer
alianzas, que estarán contaminadas por una clara oposición a
los valores del Reino de Dios.

Actualmente, aunque muchos líderes cristianos no lo


perciban, estamos siendo sometidos a una presión diabólica
que ya ha quebrado valores en la sociedad y que pretenden
penetrar la Iglesia, buscando arrastrar a los cristianos a
valores necios, impuestos por filosofías modernas, que
pretenden instalar la idea de un mundo mejor, unido por la
lucha contra ciertos flagelos.

106
La corriente de pensamientos que busca ser la base de
una sociedad mejor, solo es un sincretismo que pretende, al
menos en teoría, no oponerse a ningún tipo de tradiciones o
creencias espirituales. En realidad, esto solo es un intento de
penetración en todo estrato de fe, con la idea de sembrar
medias verdades que perviertan la verdad absoluta del Reino
de Dios.

El orden que se procura establecer, dice no ser un


movimiento vinculado a lo espiritual, pero ciertamente lo es,
y se infiltra abiertamente en todos los marcos del diario vivir;
política, cine, televisión, música, teatro, ciencia, psicología,
teología, medicina, arte, ecología, economía etc., con la idea
de socavar los principios fundamentales del Reino,
mezclándolos con ideas teosóficas y humanistas, en donde
todo sea aceptable.

En esta pretendida corriente de pensamiento social,


cabe todo, y todo es aceptable, porque se refugia bajo la
bandera de la libertad. Acá es donde el gran remanente de la
Iglesia, con mentalidad de Reino, debe evidenciar sus
divergencias, generando una inevitable confrontación que
culminará en hostilidad, en persecución y en muerte.

“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros


tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a
espíritus engañadores y a doctrinas de demonios…”
1 Timoteo 4:1

107
Debemos estar muy alertas, y utilizar el discernimiento
espiritual producido por una profunda y verdadera comunión
con el Señor. La religiosidad, el legalismo y la manipulación
que algunos líderes pretenden como sistema de protección,
será absolutamente inútil, porque lo que se necesitará es una
Iglesia que funcione bajo la dirección del Espíritu Santo, y
que sea divergente por su grado de revelación, no por una
simple formación teológica sin vida y sin luz.

Por otra parte, las congregaciones formadas por un


evangelio de ofrecimientos sin demandas, tampoco tendrá la
solidez necesaria para enfrentar la crisis que vendrá. La
ausencia de una consciencia clara, respecto del señorío de
Cristo, dejará sin armadura alguna a muchos hermanos que
no comprenderán lo que están viviendo, ni aun cuando estén
en el ojo del huracán.

Las instituciones o denominaciones que sostengan un


sistema de trabajo, basado en obtener resultados numéricos,
en pos de ellos mismos y no del Reino, tampoco podrán
sostener sus estructuras en medio de la debacle que vendrá
sobre el mundo. Hay demasiados ministerios enfocados en
ellos mismos, trabajando más para el pequeño reino que han
creado, que para el Reino de Dios.

“Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación


santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las
virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable…”
1 Pedro 2:9

108
La iglesia debe ser la comunidad de los alcanzados por
la gracia soberana, de los que después de recibir la vida,
llegamos a ver y por causa de ver, llegamos a entender que
Jesucristo es el Señor y el Rey de nuestras vidas. La Iglesia
no es una institución religiosa, sino un organismo vivo, es por
eso que no se desarrolla educando a pecadores, sino
madurando a renacidos para una vida de Reino.

Cuando somos discipulados bajo una mentalidad de


Reino, nos constituimos en una comunidad de hijos llenos del
Espíritu Santo (Hechos 13:52). Hijos que no evalúan su
espiritualidad por la asistencia a los cultos de domingo, sino
por medio de la expresión de la vida y la fructificación. Eso
es lo que entendía la Iglesia pionera, y es lo que debemos
recuperar, si es que pretendemos enfrentar eficientemente la
gran hostilidad de los últimos tiempos.

“Y decidieron vivir como una gran familia. Y cada día los


apóstoles compartían con ellos las enseñanzas acerca de
Dios y de Jesús, y también celebraban la Cena del Señor y
oraban juntos. Al ver los milagros y las maravillas que
hacían, la gente se quedaba asombrada. Los seguidores de
Jesús compartían unos con otros lo que tenían. Vendían
sus propiedades y repartían el dinero entre todos. A cada
uno le daban según lo que necesitaba. Juntos alababan a
Dios, y todos en la ciudad los querían. Cada día el Señor
hacía que muchos creyeran en Él y se salvaran. De ese
modo, el grupo de sus seguidores se iba haciendo cada vez
más grande”.
Hechos 2:42 al 47 BLS

109
Los hermanos del primer siglo, no pasaban el tiempo
centrando todas sus actividades en un edificio, pretendiendo
el crecimiento numérico en las reuniones, sino que
esparcidos por las casas y las calles de la ciudad, hacían la
labor de expansión del Reino. El diseño de la Iglesia estaba
pensado para manifestarse en el mundo, no para escaparse de
él. Es por eso que consideraban fundamental, la comunión
espiritual entre ellos y con el Espíritu Santo, de quien
dependían totalmente.

Los apóstoles no pretendían fundar cada cual una


denominación diferente, sino que trabajaban para el cuerpo,
comprometidos en enseñar el Reino, tratando de vincular a la
gente con Dios, no con ellos mismos.

Hoy en día, tenemos a muchos apóstoles hablando de


paternidad espiritual, pero forman a la gente para que los
reconozcan y los honren a ellos más que a Dios. Estos
apóstoles no conectan a la gente con Dios de manera directa,
sino que ellos, intencionalmente, permanecen en el medio, no
oficiando como los canales de bendición que deberían ser,
sino obteniendo beneficios personales, como si
verdaderamente fueran ellos los padres y no Dios, a quién en
realidad deberían representar.

“Ahora, Dios nuestro, mira cómo nos han amenazado.


Ayúdanos a no tener miedo de hablar de ti ante nadie.
Ayúdanos a sanar a los enfermos, y a hacer milagros y
señales maravillosas. Así harás que la gente vea el poder
de tu siervo Jesús, a quien elegiste. Cuando terminaron de

110
orar, tembló el lugar donde estaban reunidos, y todos ellos
quedaron llenos del Espíritu Santo. A partir de ese
momento, todos hablaban sin temor acerca de Jesús.
Todos los seguidores de Jesús tenían una misma manera
de pensar y de sentir. Todo lo que tenían lo compartían
entre ellos, y nadie se sentía dueño de nada”.
Hechos 4:29 al 32

Si deseamos crecer como iglesia, tenemos que anular


el espíritu mercantil del crecimiento numérico, y pensar en la
calidad de vida de los que forman nuestras congregaciones.
Ciertamente, el crecimiento institucional es el último refugio
de los que trabajan egoístamente, y al final no pueden
fructificar, porque basan y desarrollan sus estructuras en
simples obras muertas.

En la Iglesia del primer siglo, había una conciencia de


pecado que producía temor de Dios, cosa de la cual
carecemos hoy día, pues aun muchos líderes pecan y actúan
sin la menor muestra de temor. No debemos ser legalistas, ni
religiosos, pero sí debemos ser hijos llenos del Espíritu
Santo, que a pesar de conocer y vivir permanentemente en la
gracia, conocen el temor reverente al Padre.

En esa Iglesia pionera, todos tenían las cosas en


común, ninguno decía ser el dueño exclusivo de nada. Esto
revela una entrega y un desapego total respecto de todo lo
material. No había egoísmo, ni espíritu consumista, ni
búsqueda de bienestar personal. El uno vivía para el otro,
compartían todo, y se identificaban con las necesidades de

111
los demás, incluso entregando sus bienes para ayudar a los
hermanos.

Yo sé que esto, hoy en día, parece una simple utopía,


pero esa percepción solo es el resultado de una triste realidad
que nos envuelve. Esto no solo lo vemos en la mayoría de los
hermanos, sino también en las instituciones mismas, que
compiten unas con otras, para ver cuál tiene o edifica el salón
más grande, quien tiene las mejores dependencias de trabajo,
un número mayor de anexos, o una mayor cantidad de gente.
La visión materialista, no solo está dominando totalmente la
escena social, sino también dentro de la Iglesia y de los
hermanos.

En la Iglesia del primer siglo, se evidenciaba la


divergencia con el mundo, porque todos perseveraban
unánimes en todo y eran de una misma mente y un mismo
parecer. Reflejaban claramente la unidad espiritual, tenían el
mismo sentir hacia Dios y hacia el mundo. Todos iban por el
mismo camino, tenían dirección, identificación, y claridad en
todo lo que hacían.

Eran perseverantes, aun en las persecuciones y la


hostilidad del sistema, no se ofendían fácilmente, ni se
cambiaban de autoridad continuamente, como ocurre hoy en
día, pues se ha desvirtuado tanto el concepto de pertenecer a
un cuerpo, que cualquiera cambia de lugar y de liderazgo,
ignorando que todos somos la Iglesia, la única Iglesia.

112
Hoy en día, es muy fácil ver a hermanos que se
muestran súper ungidos, y a los pocos días, no desean ni
congregarse. Hoy son fieles y mañana infieles, no perseveran
y no están unánimes con los demás, porque cada cual anda
por su lado, en busca de lo suyo propio, incluso puedo ver
que, quienes lideran, también piensan y enseñan con ese
enfoque.

Los hermanos del primer siglo, vivían con alegría y


sencillez de corazón, no porque cantaban o saltaban en un
culto, sino porque a pesar de vivir bajo hostilidad y
persecución permanente, entendían que el gozo del Señor era
su fortaleza (Nehemías 8:10). De hecho, debo reconocer que
hoy en día, me siento muy molesto cuando los coordinadores
de culto, nos hacen movernos, saltar, girar, danzar o levantar
las manos de manera especial, y no me molesta por tener
apatía, sino porque me parece algo absolutamente artificial,
y carente de toda genuina espontaneidad.

El gozo, como fruto del Espíritu, es tranquilidad,


satisfacción, expresión de felicidad. Es sencillez natural, es
obrar desde el corazón, es sentir la esencia del amor, más allá
del simple sentimiento del alma. El gozo del Espíritu no es
saltar cuando nos dicen que saltemos, o aplaudir cuando nos
dicen que lo hagamos; y no estoy diciendo que todo eso esté
mal, digo que no deberíamos abusar de la superficialidad,
porque los mismos que saltan y gritan, al rato están
deprimidos o peleados entre sí.

113
“Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y
amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna
compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. Sean
comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a
todo el que los ofenda”.
Colosenses 3:12 y 13 NTV

Los hermanos del primer siglo, tenían favor para con


todo el pueblo, eran una Iglesia en el mercado. Estaban
dispuestos a servir a todos, no solo a los de la casa de Dios.
El mundo los miraba como un modelo. Ellos se granjeaban
el aprecio de los pecadores por su ejemplo, como dijo Jesús:

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, de modo


que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro
Padre que está en los cielos.”
Mateo 5:16

Si en verdad deseamos ser efectivos en los últimos


tiempos, debemos observar el comienzo de la Iglesia, y
sumarle a esa unción que los caracterizó, toda la sabiduría
otorgada por los siglos. Esa Iglesia pionera, era muy ungida,
pero todavía no había un claro entendimiento del Reino, ni
del Nuevo Pacto. Hoy no tenemos excusa al respecto, se
supone que los años, nos han permitido comprender las cosas
con mayor amplitud.

Tristemente, y esto lo expreso como maestro, hay


muchos ministros del evangelio, que no comprenden el
Reino, utilizan la expresión para enseñar, pero no tienen

114
revelación de los alcances de la vida del Reino. Muchos son
apóstoles, pero en realidad no comprenden lo que eso
significa. Utilizan su apostolado como un rango de autoridad
institucional, pero no comprenden su dinámica.

Muchos ministros de hoy, no comprenden el Nuevo


Pacto, y esto es muy lamentable, pero es así. Contar con más
de dos mil años de historia, debería aportarnos un bagaje de
conocimiento excepcional; sin embargo, cuando algunos
escuchan el mensaje del Nuevo Pacto, sienten temor y dudan
de sus extraordinarias virtudes.

Si deseamos ser efectivos en los tiempos previos a la


venida del Señor, debemos procurar la espiritualidad
genuina. La comunión verdadera y la dirección del Espíritu
Santo, nos convertirá en una generación divergente y
efectiva. Recordemos que Dios no cancela planes, lo que Él
dijo simplemente sucederá. Lo que Dios sí hace, es esperar
una generación que comprenda su propósito y se aliñe a Su
voluntad, lo cual espero que podamos hacer nosotros.

“… Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella, para


hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua
mediante la Palabra, para presentársela a sí mismo como
una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna
otra imperfección, sino santa e intachable”.
Efesios 5:25 al 27 NVI

115
Reconocimientos

“Quisiera agradecer por este libro a mi Padre celestial,


porque me amó de tal manera que envió a su Hijo Jesucristo
mi redentor.
Quisiera agradecer a Cristo por hacerse hombre, por morir
en mi lugar y por dejarme sus huellas bien marcadas para
que no pueda perderme.
Quisiera agradecer al glorioso Espíritu Santo mi fiel amigo,
que en su infinita gracia y paciencia,
me fue revelando todo esto…”

“Quisiera como en cada libro agradecer a mi compañera de


vida, a mi amada esposa Claudia por su amor y paciencia
ante mis largas horas de trabajo, sé que es difícil vivir con
alguien tan enfocado en su propósito y sería imposible sin
su comprensión”

116
Como en cada uno de mis libros, he tomado muchos
versículos de la biblia en diferentes versiones. Así como
también he tomado algunos conceptos, comentarios o
párrafos de otros libros o manuales de referencia. Lo hago
con libertad y no detallo cada una de las citas, porque tengo
la total convicción de que todo, absolutamente todo, en el
Reino, es del Señor.

Los libros de literatura, obedecen al talento y la


capacidad humana, pero los libros cristianos, solo son el
resultado de la gracia divina. Ya que nada, podríamos
entender sin Su soberana intervención.

Por tal motivo, tampoco reclamo la autoría o el


derecho de nada. Todos mis libros, se pueden bajar
gratuitamente en mí página personal
www.osvaldorebolleda.com y lo pueden utilizar con toda
libertad. Los libros no tienen copyright, para que puedan
utilizar toda parte que les pueda servir.

El Señor desate toda su bendición sobre cada lector y


sobre cada hermano que, a través de su trabajo, también haya
contribuido, con un concepto, con una idea o simplemente
con una frase. Dios recompense a cada uno y podamos todos
arribar a la consumación del magno propósito eterno en
Cristo.

117
Pastor y maestro
Osvaldo Rebolleda

El Pastor y maestro Osvaldo Rebolleda hoy cuenta con


miles de títulos en mensajes de enseñanza para el
perfeccionamiento de los santos y diversos Libros de
estudios con temas variados y vitales para una vida
cristiana victoriosa.
El maestro Osvaldo Rebolleda es el creador de la Escuela de
Gobierno espiritual (EGE)
Y ministra de manera itinerante en Argentina
Y hasta lo último de la tierra.

rebolleda@hotmail.com

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